Por: Eduardo Jiménez J.
ejimenez2107@gmail.com
@ejj2107
Yo pago mis impuestos,
Y tĂş eres mi enfermera de noche,
Yo pago mis impuestos,
Y tĂş tienes lo que yo necesito,
Yo pago mis impuestos,
Y tĂş me cuidas como nadie lo harĂa
Enfermera de noche
Los impuestos han originado cambio de regĂmenes o hasta revoluciones.
Lo que conocemos ahora como derechos constitucionales y delimitaciĂłn del poder del gobernante naciĂł por una cuestiĂłn de impuestos en la Inglaterra del siglo XIII, cuando los nobles de la Ă©poca (los principales contribuyentes) le hicieron firmar un compromiso a Juan sin tierra para consultarles cada vez que quisiera crear impuestos. Luego la democracia representativa tomĂł la idea y solo el Parlamento, que representaba a los comunes, aquellos sin tĂtulo nobiliario, podĂa crear nuevos tributos.
En las 13 colonias de AmĂ©rica del Norte fue el impuesto al te lo que originĂł la revoluciĂłn americana que crearĂa despuĂ©s una forma de gobierno totalmente inusual en el siglo XVIII, con monarquĂas por todos lados: la repĂşblica. El gobierno de todos y para todos.
Los impuestos son cosa seria. Es que chocan con el bolsillo de la gente. Sin ir muy lejos, meses atrás en Colombia al gobierno de Iván Duque se le ocurrió subir impuestos.
Como acá, reciĂ©n se salĂa de la pandemia, muchas personas habĂan perdido sus empleos, se gastaron sus ahorros o tuvo que sobrevivir en la informalidad. Las empresas se estaban recuperando, y un gobierno que habĂa gastado más que sus ingresos no se le ocurriĂł mejor forma de tener más dinero que subir los impuestos. Las protestas costaron varios muertos y la impopularidad del gobierno estuvo en su punto más bajo, debiendo retroceder en su intento y el ministro de economĂa renunciar a su cargo.
Por estas tierras al gobierno de Pedro Castillo y su ministro de EconomĂa no se les ocurriĂł mejor idea que subir impuestos para tener más ingresos. No se sabe para quĂ© quieren el dinero. Salvo generalidades, no han explicado cuál es el plan que tienen. ¿Será para regalar más bonos y tener un clima propicio para la asamblea constituyente, para pagar favores polĂticos o poner embajadores tipo Richard Rojas? El gobierno no lo dice.
En otras latitudes la trasparencia en los gastos del gobierno, mostrando al contribuyente en qué se gasta su dinero es clara. Los servicios que brinda el estado son idóneos y se ven. Acá reina la más absoluta mudez de cómo se gastarán nuestros impuestos. Si fuera para darle mejor educación a un niño de pocos recursos, en buena hora; pero con el ministro de Educación que tenemos, se nota que la educación es lo que menos le importa.
La curva de Laffer determina que bajando impuestos el estado puede recaudar más o cómo el estado puede maximizar los tributos. En otras palabras, si se sube demasiado un impuesto, la gente comprará menos ese bien gravado y el estado recaudará menos. Tengamos presente que el impuesto al final lo paga el consumidor. Y lo que es obvio: a mayor crecimiento mayor recaudación; pero si en estos momentos que recién nos recuperamos de la pandemia se suben impuestos, el efecto será el contrario. Y un detalle adicional: el crecimiento no solo está relacionado a los números azules en las cuentas, sino a la confianza que genere o no el gobierno.
Aumentar impuestos a las personas y empresas en estos momentos, y en un clima polĂtico bastante enrarecido con los constantes intentos del gobierno de cerrar el congreso, estatizar empresas y convocar a una asamblea constituyente, no es el más idĂłneo. Tampoco es tan cierto que este paquete tributario sea “solo para los ricos”. Tal como está diseñado afectará al pequeño ahorrista, al que vive de su empleo y hasta al jubilado que redondea su ingreso alquilando un cuarto o un departamento.
Hay impuestos ridĂculos en el proyecto del gobierno, como el que quiere gravar Netflix. No creo se consiga mucho en recaudaciĂłn o la gente pasará a “piratear” la famosa red de streaming. Con el impuesto a los alquileres pasa algo similar. Duplicarlos de 5% a 10% hará que los esfuerzos hasta hoy de formalizar las rentas por alquiler de bienes caigan en saco roto y la recaudaciĂłn baje y se vuelva al tradicional “recibito” a mano, obviando la formalidad tributaria. Igual sucede con duplicar el impuesto a la renta por venta de bienes, principalmente inmuebles. Se paga de renta un 5% cuando se vende un departamento o una casa, no es mucho, es manejable; pero si lo duplican se fomentará que en el contrato de compraventa figure un precio bastante menor y la diferencia para el precio real se de “por bajo la mesa”, sin constar en ningĂşn documento. Que la Sunat fiscalice todo eso es prácticamente imposible.
Existen dos retos fundamentales en una autĂ©ntica reforma tributaria: ampliar la base tributaria entrando a las procelosas aguas de la informalidad, tarea ardua y difĂcil, y reducir drásticamente la elusiĂłn y evasiĂłn tributaria. Este paquete de impuestos no apunta a ninguno de los dos objetivos, es solo subir impuestos a los que siempre tributan. Se obvia que el 80% de la masa laboral ya es informal y gran parte de las pequeñas empresas tambiĂ©n. No sĂ© si le “costará la cabeza” al actual ministro de economĂa, como sucediĂł con su par en Colombia, pero el efecto de su propuesta será totalmente regresivo: No se conseguirá mayor recaudaciĂłn y la informalidad seguirá creciendo.