Por: Eduardo Jiménez J.
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@ejj2107
Es un hecho que la temporada navideña es una de las principales impulsadoras de la economĂa. Todo comienza meses atrás con los bienes que se importen para satisfacer la demanda, desde juguetes de plástico hasta sofisticados mĂłviles y autos del año. Es una temporada que socialmente comprende a todos los segmentos, desde los de arriba que no se harán problemas en consumir pavo por más que haya subido el precio hasta aquellos que se limitarán a un pollito a la brasa para toda la familia. Es quizás, junto al dĂa de la madre, una de las festividades que más mueve la economĂa. Incluso celebrada a su manera en la China actual, no tanto recordando a un mesĂas, si no por la compra de regalos en un paĂs con un ingreso per cápita cada vez mayor. El momento es apropiado.
No siempre fue asĂ, claro. Las campañas navideñas se intensificaron en la segunda mitad del siglo XX, con Estados Unidos como el gran hegemĂłn del mundo. Campañas que nos pueden parecer ahora bastante ingenuas, pero que dieron pie a lo que vendrĂa despuĂ©s. En los Ăşltimos años a la campaña navideña, se ha sumado el Black Friday, el Cyber Monday y otras más en un tono pre-navidad, pero que implica ir preparando el terreno para la compra de los regalos; dejando a mucha gente extenuada del bolsillo y de ánimos, al no poder comprar a los suyos el regalo que pedĂan, sobre todo a los más pequeños de la casa, con regalos más sofisticados y caros que antaño.
La campaña navideña beneficia no solo a los grandes importadores o a las fábricas que los producen (muchos hechos en China), tambiĂ©n a los que venden en la esquina el papel de regalo o las panaderĂas que ofrecen sus grandes hornos para el tradicional pavo o lechĂłn, dependiendo el gusto y las posibilidades econĂłmicas. Tiene un efecto multiplicador en la economĂa, cosa que no sucede en otras fiestas.
Ese ambiente un tanto mágico que se vive en esos dĂas fue usado muy bien por los expertos en marketing que se dieron perfecta cuenta que la navidad mueve a todos. Y es difĂcil salirse de esa onda de compras, para muchos desaforadas y endeudas por los meses siguientes. Se dirá que es un sĂntoma de la alienaciĂłn cultural, pero más allá de la opiniĂłn de sociĂłlogos y antropĂłlogos, lo cierto es que nadie se escapa a la onda de compra de regalos en esta fecha. Digamos que más allá de la conmemoraciĂłn cristiana, fue una buena excusa para vender más. O, en otras palabras, el niño Manuelito fue reemplazado por Santa Claus y su bolsa repleta de juguetes.
Este año, con la pandemia no en retirada pero sĂ un tanto controlada por las vacunas, la campaña navideña en todo el mundo se ha intensificado, recobrando lo que no se pudo hacer el año anterior, con una pandemia que seguĂa cobrando hasta hace poco miles de muertos al dĂa. A tal punto que el flete de trasporte ha subido enormemente y muchos importadores se han quedado con el pedido en la mano. Otros han tenido que buscar proveedores más cercanos y traer los bienes por tierra de paĂses vecinos.
Se espera que el PBI no solo nacional si no mundial crezca unos puntos más en estos dĂas.