Saturday, October 30, 2021

UNA CUESTIÓN DE CONFIANZA

 

Por: Eduardo Jiménez J.

ejimenez2107@gmail.com

@ejj2107

 

Me refiero a la delimitación a la cuestión de confianza que establece la ley 31355 y que tiene más connotaciones políticas que jurídicas, por lo que dependerá del cristal con que se mire.

 En primer lugar, es un asunto político más que constitucional. El Ejecutivo desde el gobierno de Vizcarra abusó de la cuestión de confianza para cerrar el Parlamento y gobernar por decreto. La famosa “denegatoria fáctica”, interpretación retorcida que avaló en su momento el Tribunal Constitucional, trajo consecuencias nefastas al equilibrio de poderes y fue un bumerang para el propio Vizcarra, vacado algunos meses después.

 

Este abuso de la cuestión de confianza fue la cuña del actual gobierno de Perú Libre y del presidente Castillo para arrinconar y después cerrar el Congreso. Basta revisar las incontables bravuconadas del ex premier Bellido sobre el tema, avalado muchas veces por algunos “constitucionalistas” afines al gobierno.

 

El objetivo era más que evidente: cerrado el Congreso con cualquier excusa, se convocaría una todopoderosa Asamblea Constituyente manejada por Perú Libre.

 

Lo que era un mecanismo constitucional que permite ganar legitimidad al gobierno de turno (se entiende que al pedir la cuestión de confianza se tiene los votos suficientes para salir airoso) se convirtió en un mecanismo para arrinconar al Parlamento, desequilibrando el equilibrio de poderes. Con una interpretación abierta y libre se podía pedir cuestión de confianza hasta por el color de camisa de algún ministro.

 

Por ello, más allá de las discusiones constitucionales, la ley 31355 equilibra las relaciones entre ambos poderes.

 

LA PARTE JURÍDICA

Es cierto que el Tribunal Constitucional tuvo una opinión bastante abierta del tema de la cuestión de confianza, lo que legitimó el abuso cometido con la figura constitucional por Vizcarra y ahora por el partido de gobierno.

 

Pero, más allá de la interpretación libre y abierta, está el sentido de la institución. La cuestión de confianza se diseñó para ganar legitimidad el gabinete de turno. Salir empoderada su posición luego del debate. Muy usada en los gobiernos parlamentarios.

 

La constitución de 1979 posibilitó la disolución de la Cámara de Diputados luego de la censura o denegatoria de confianza a tres Consejos de Ministros, salvando la Cámara de Senadores que seguía en funciones. La actual carta la redujo a dos, en un congreso unicameral y un tanto a pedido de Fujimori que luego de disolver el Congreso en 1992 quería disolver legalmente sin expresión de causa el nuevo parlamento. Allí entró a tallar el diseño de las dos denegatorias, pero de un congreso unicameral y donde la Comisión Permanente quedaba como una mesa de partes sin funciones efectivas.

 

El TC perdió una gran oportunidad de darle contenido doctrinario a la cuestión de confianza (así como a la incapacidad moral). La sentencia de aquel entonces obedeció a un contexto bastante específico. Y ninguna decisión es inmutable ni eterna. Nunca mejor dicho que solo Dios y los tontos no se equivocan.

 

En materia constitucional nada es “químicamente puro”. Los temas jurídicos están contaminados por lo político, así que es difícil mantener una neutralidad. Todo dependerá del interés de quien emite la opinión, de su carga ideológica, o sus intereses económicos o políticos. Ello pasa con la cuestión de confianza. Quizás en una eventual reforma de la constitución política deberíamos regresar al esquema de la carta del 79, con un regreso de la bicameralidad incluido y saber usar prudentemente estas instituciones, sin avasallar un poder a otro. El respeto y la autonomía de poderes a la que aludía Montesquieu.

 

Saturday, October 16, 2021

HOMBRE PÚBLICO, HOMBRE PRIVADO

 

Por: Eduardo Jiménez J.

ejimenez2107@gmail.com

@ejj2107

 

Un hombre acepta ser ministro. Desde ese momento su pasado va a ser escudriñado al milímetro. Lo que hizo y lo que no hizo.

 

De ese hombre se descubre serios indicios que perteneció a la organización terrorista Sendero Luminoso. Lo niega, pero sus argumentos no son muy convincentes. Está a un paso de ser censurado por el Congreso y probablemente llevarse con él al presidente de la república en un proceso de vacancia.

 

¿Qué lo hace asumir un cargo sabiendo que tarde o temprano se descubrirá su pasado?

 

¿Simple exhibicionismo?, ¿vocación autodestructiva?, ¿exceso de confianza?, ¿querer “agudizar las contradicciones” con su nombramiento? O algo más humano: la irresistible vanidad de no dejar pasar una oportunidad como esa. El poder adictivo de la circulina y la escolta.

 

Por cuarenta años Iver Maraví pasó desapercibido. Sabemos poco de lo que hizo en esas décadas. Se conoce que terminó sus estudios universitarios en Ica, donde se fue bastante joven luego de ser requerido por atentados de Sendero Luminoso, que contrajo matrimonio con la hija del jefe terrorista que ordenó la masacre de Lucanamarca, que en el presente siglo se afilia al Movadef y participa en la organización del Conare-Sutep, el organismo magisterial que busca capturar el sindicato de los maestros, hoy en manos de Patria Roja. Y, según se dice, fue “el padrino” del presidente Castillo al proponerlo como el líder de la huelga de maestros del año 2017, huelga que catapulta a la palestra pública al ahora presidente.

 

Me hace acordar un poco al personaje del Dr. Adam Kelno de la novela y serie QB VII.

Kelno había colaborado con los nazis en experimentos con humanos en un campo de concentración. Poco antes que acabe la guerra huye en dirección a los aliados como prisionero del campo. Rescatado y queriendo limpiar su pasado del colaboracionismo con el nacionalsocialismo dedica su experiencia médica en obras humanitarias para los menos pudientes. Esa labor le vale el reconocimiento de la reina que lo nombra caballero. Precisamente el salir a luz (es ya una celebridad pública) motiva que un periodista y guionista de cine se interese en su vida, descubriendo su pasado nazi.

 

Algo similar le pasó a Iver Maraví. El saltar a la luz pública como ministro hizo que su pasado senderista saliera a flote. Pasado guardado celosamente por cuarenta años.

 

No sabemos si como ministro tuvo tiempo de hacer “obras humanitarias” a favor de los trabajadores, lo que sí se conoce es que en su primer acto como ministro legalizó el sindicato de maestros donde él era dirigente y el presidente Castillo miembro importante.

 

Suponemos que Maraví, ya dejada la cartera de ministro, volverá a su perfil bajo, a su labor en organismos que se desprendieron de Sendero Luminoso. Su cuarto de hora de fama pasó. Sic transit gloria mundi. Así pasa la gloria del mundo.

 

A veces estar en el anonimato conviene más que estar bajo los reflectores de la luz pública. Supongo que debe ser una lección que Maraví aprendió en su breve tránsito por el ministerio de Trabajo.