Thursday, April 23, 2015

ASU MARE 2: LA CONSUMACIÓN DEL TRIUNFO DEL EMPRENDEDOR

Por: Eduardo Jiménez J.
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       @ejj2107


Por regla las segundas partes no llegan a estar al nivel de la primera. Es muy difícil. Existen excepciones en el cine, pero escasísimas. Asu mare 2 confirma la regla, no la excepción.

Es cierto lo que mucha gente entendida en cine ha dicho sobre el filme. Es bastante limitado, comedia que se queda en el gag superfluo, la risa fácil. Es cierto.

Pero no menos cierto es que la siguen millones de espectadores. Algunos dirán se debe a la expectativa. Muchos vieron la primera y, acompañado de los nombres conocidísimos en el medio, quieren ver la continuación, para “pasar el rato”. Y otros optan por la explicación facilista del éxito obtenido gracias al márketing. (Como que el márketing puede, per se, levantar un film; sino pregúntenles a los innumerables blockbusters que fracasaron en taquilla con márketing y todo).

Ahí es donde se equivocan algunos “críticos de cine” (muy leídos y muy versados en la materia): el público no busca un producto de calidad, ni una obra de tesis. Únicamente busca pasar el momento, sin importar demasiado “la calidad” de la película. Y si hacemos un símil gastronómico: van por una hamburguesa con su respectiva gaseosa (barata de repente), que por un plato exquisito acompañado de buen vino (caro de repente).

Y ello es lo que Asu mare satisface. Un consumo masivo que no se encuentra exento del cuidadoso estudio de mercado (que sirve de soporte al éxito de la cinta, no lo explica). Y hay que agradecer que por el enorme éxito de la saga se esté consolidando un “cine de género” en el Perú que esperemos siga en forma ascendente, con una estela de nuevas producciones como las vistas en los tres últimos años, tanto en la capital como en las regiones. No todo será “obras de culto”, que esas las ve (las vemos) siempre una escasa minoría. (Sonaba a ingenuidad pura lo que señalò un “crìtico” para descalificar el filme, en el sentido que la gente no se acordaba ni del nombre del director de la cinta: la gente nunca se acuerda de esos datos, salvo que sea un cinéfilo consumado).

Recuerdo que hace años el desaparecido Armando Robles Godoy, cineasta y un tipo muy inteligente, dijo algo como que de cien películas que se hagan en el país, diez serán buenas. Y eso.

Armando tenía razón. Y es necesario que se realicen las cien para consolidar una industria del cine. No interesa que las noventa restantes sean malas. Sino, ¿cómo creen que se consolidaron industrias cinematográficas en otras latitudes? Pregúntenles a los mexicanos, brasileños o argentinos, para no ir muy lejos.

El problema de la calidad técnica y artística es un problema que no solo se encuentra relacionado con cuestiones formales y presupuestarias (a mayor calidad técnica y de acabados, el costo es mayor, y viceversa); sino también con criterios de cultura críticos o autocomplacientes. En otras palabras: se busca mejorar el producto con estándares altos de calidad (buen guión, buena dirección de actores, acabados técnicos, etc.), o se conforman los productores con los estándares mediocres y facilones. Es evidente que Asu mare 2 optó por lo segundo.

Ello trae a su vez otro tema concurrente. El de los subsidios y la protección del estado como cuotas de pantalla y tributación. No estoy en contra, ciertas películas los necesitan; pero con subsidios y proteccionismo puro no despega una industria. Son un elemento apenas. El Free market y la competencia son básicos. Pero, igualmente, como elemento solitario, el libre mercado tampoco ayuda mucho, porque nos puede llevar a una chatura conformista como la que vemos en la tv de señal abierta: lo que le gusta a la gente. Lo ideal sería una sabia combinación de proteccionismo y dejar hacer. De políticas culturales e industriales con voluntad del estado de ejecutarlas (que a la fecha no existen) y de acción de los privados a través del mercado.

Incluso para que esta estela de películas de los últimos años no sea apenas una brisa de verano y pueda tener futuro, cuando ya la influencia de la “película ancla” haya desaparecido, son necesarias las políticas de estado y su continuidad en el tiempo. Instituciones que le dicen. (Aunque reconozco también que por los infinitos “TLC” que estamos firmando aquí y allá, esas políticas nacionales van a estar subordinadas a otros intereses).

Pero Asu mare 2 también atrae por un “mensaje”, como el de la anterior. Si la primera parte era un canto al emprendedurismo, al chico pobre que surge de la nada y con todo en contra, proveniente de un hogar disfuncional donde la ausencia del padre es notoria, como sucede en millones de hogares peruanos (y latinoamericanos), retrato de la realidad social de miles de connacionales que se identificaban en el filme (y que por eso se podían reír libremente, haciendo una suerte de catarsis), peruanos que conforman esa nueva clase media del Perú de las últimas décadas; la segunda “sella” el ascenso. Esta vez “el trofeo” es la chica de clase alta. De allí que el papel de Emilia es casi anodino. Es solo “el premio” para el winner.

Ya no estamos en la época del “plebeyo”, del amor imposible de la mujer de alta condición, “aunque su sangre también tiñe de rojo”. Estamos ahora en la época del ascenso social “como sea”, de las condiciones que permiten pasar a otra posición social, algo impensable en la época de nuestros abuelos. Es quizás la revolución silenciosa más importante del Perú del tercio final del siglo XX e inicios del actual que está dando lugar a una nueva fisonomía de la sociedad peruana (y que mis amigos izquierdistas ni vieron venir por asomo, imbuidos en sus clásicos del marxismo). Ese nuevo Perú es mezcla de ciertos valores conservadores y otros progresistas. Nos guste o no. (A nosotros nos llegó, como otros hechos, tardíamente, la ética protestante y el espíritu capitalista que alude Weber, a través de las cientos de iglesias evangélicas que se afincaron por acá en la segunda mitad del siglo XX: la cultura del trabajo bien visto a los ojos de Dios, del esfuerzo propio –el self of men-, el emprendimiento, son valores que en gran medida provinieron de los centros evangélicos instalados).

Es evidente que en la segunda parte se nota más ficción, a diferencia de la primera, más “testimonial”; y con todo ambas forman un díptico que permite leer a este nuevo Perú. (Y la película, ideológicamente hablando, tiene un tufillo conservador, pero eso ya es harina de otro costal).

Es indudable que la cinta no pasará a la historia de lo mejor del cine peruano; pero permite ver otras cosas para quien quiera ver.

ASU MARE 2 
Dir:  Ricardo Maldonado
Guión: Carlos Alcántara, Alberto Rojas
c/ Carlos Alcántara (Cachín), Emilia Drago (Emilia), Christian Meier (Ricky), Cecilia Natteri (mamá)
Perú/2015/Comedia**/Estrenos



Thursday, April 09, 2015

LIMA COMO SU CHACRA: CASTAÑEDA A LOS CIEN DÍAS



Por: Eduardo Jiménez J.
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Castañeda ha demostrado que carece de un plan coherente para Lima, salvo el de meter cemento a diestra y siniestra, y borrar todo vestigio de la administración anterior. Y, parece también, que ha perdido todo contacto con la realidad (lo que hay dentro de su mente es preocupante, como manifiestan los sicólogos), reflejado en su estrepitosa caída en la aceptación ciudadana. Y todo en menos de cien días.

Somos quizás una de las pocas capitales donde impera el caos, desorden e informalidad en el trasporte público. Ya no hablemos de las ciudades europeas, sino de algunas vecinas, como las de Santiago, Bogotá o Quito, para darse cuenta de la diferencia. La calidad de vida del vecino –algo que importa poco a Castañeda- es mucho mejor en otras ciudades, en lo que al trasporte público se refiere. Y la receta no es otra, sino que cada alcalde iba mejorando lo que su antecesor había hecho. Sin complejos adánicos, se iba sumando en beneficio de los vecinos de la ciudad.

Con una voluntad digna de mejores causas en sus tres primeros meses de gestión desmanteló la incipiente reforma del trasporte iniciada por la gestión Villarán y, de paso, canceló un magaproyecto tan importante como Vía Parque Rímac, a fin de echar mano a sus fondos (no pierde sus viejas costumbres) y construir un  by pass entre las avenidas Garcilaso y Arequipa, obra que todos los técnicos han criticado porque no es necesaria, ni cuenta con expediente técnico, como tampoco los permisos legales obligatorios para una obra de esa envergadura. Se va a gastar dinero de todos los contribuyentes en una obra que no es vital para la ciudad, sin expediente técnico ni licitación (el contratista ha sido designado a dedo), teniendo de contratista a una empresa (la brasileña OAS) sumamente cuestionada en su país de origen por ofrecer coimas a los funcionarios públicos (aparte que en Brasil extrañamente se ha declarado en quiebra).

Ha vuelto a sus antiguas andadas, cuando pensaba que Lima era como su chacra, sin darse cuenta que la ciudad cambió en los años que no estuvo en la alcaldía, con ciudadanos más atentos a una propuesta de mejor calidad de vida y de ahorro en las horas de trasporte (promedio actual: el limeño pierde cuatro horas en viajes en combi, sin seguridad y sin horarios). No obstante ello, una de sus primeras medidas como alcalde fue prorrogar automáticamente el caótico y demencial recorrido de las combis por tres años más, sin importarle los muertos y heridos que al amparo de su ordenanza han ocasionado, como los temibles “chosicanos”.

 Ya no hablemos de la cultura, la que es borrada con pintura amarilla. Creyendo que con “el cucó” del terrorismo iba a pasar desapercibida su decisión autoritaria: la mayoría de ciudadanos se encuentra en desacuerdo con la decisión tomada de borrar los murales, así como en que haya deshecho la reforma del trasporte, reforzando de nuevo el sistema comisionista-afiliador de las combis asesinas y repletas de infracciones.

La seguridad ciudadana brilla por su ausencia, con un centro histórico donde se producen asaltos y robos a cada momento, y donde impera de día y de noche la prostitución clandestina y los hostales en cada esquina. (No es casualidad que se deje ejercer el más antiguo oficio a vista y paciencia de los vecinos, si nos percatamos que la prostitución es uno de los más lucrativos negocios, por lo que muchos funcionarios ediles prefieren hacerse de la “vista gorda”).

A estas alturas menos podemos hablar de  trasparencia. Su gestión, como las pasadas, se caracteriza por hacerlo todo a media luz, siempre en la oscuridad.

En un estado democrático y constitucional, los otros poderes e instituciones del estado deben preocuparse por la situación anómala del manejo de la capital por un alcalde que ha perdido el rumbo hace tiempo. Es hora que actúen la Controlaría General de la República, el Ministerio de Economía y Finanzas y el propio Congreso de la República, que, felizmente, ha mostrado cierto interés en el tema. Y es hora también que reformemos la ley de municipalidades. No es posible que el alcalde electo tenga mayoría absoluta de regidores en forma automática. Las votaciones para regidores deben ser independientes a la de alcalde.

El alcalde Castañeda se quedó en la Lima de inicios de siglo, con sus escaleritas pintadas y el culto a la personalidad. Lo bueno, que su gestión solo durará cuatro años, sin posibilidades de reelección inmediata. Lo malo: habrá que comenzar de cero cuando se vaya, ya que no habrá hecho nada, salvo artificios para los tontos.

Monday, April 06, 2015

VENEZUELA, LA CRISIS Y LA DICTADURA

Por: Eduardo Jiménez J.
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Por Venezuela perdí, hace unos nueve años, a mis últimos amigos de izquierda. Encandilados con el “socialismo del siglo XXI” de Hugo Chávez, porfiaban en que esa “era la ruta” para América Latina. Medio en serio, medio en broma, los reté a esperar veinte años (que no son nada en la historia): si “el camino a seguir” era el socialismo del siglo XXI del “comandante Chávez” o más bien lo era la apertura en lo económico y la consolidación de la democracia en lo político.

La verdad no tuve que esperar veinte años. Bastó poco más de cinco para ganar la apuesta.

Es que el “socialismo del siglo XXI” no era otra cosa que un programa estatista e intervencionista del estado, con un aire nacionalista; como el que tuvimos nosotros, en Perú, con el gobierno del general Juan Velasco Alvarado (a quien Chávez admiraba enormemente); y las largas colas para obtener los productos de primera necesidad nos recuerdan al desastre económico que sufrimos en el primer gobierno de Alan García. Ya lo habíamos experimentado en carne propia.

No obstante, cierta izquierda (y ciertos gobiernos “de izquierda”) se empecinan en callar y mirar hacia otro lado. No solo en Perú, también en todo el barrio (AL). Es preocupante. Dictadura es dictadura, sea de izquierda o de derecha. Lo otro sería relativizar una (la dictadura “de izquierda”) argumentando “fines sociales”.

En ello coincido con Levitsky: la izquierda debe pronunciarse contra el recorte de derechos a los opositores al gobierno de Maduro, más allá de las simpatías o antipatías que les tengamos a los perseguidos y encarcelados políticos venezolanos. Como bien señala, fue gracias a la defensa de la democracia en la región que consolidamos sistemas más igualitarios y de inclusión social. Fue gracias a la defensa de los derechos fundamentales en la época del terrorismo que pudimos consolidar un estado de derecho en los peores momentos.

Es verdad que a los ricos no les interesa mucho la defensa de la democracia. Ellos tienen formas de llegar a los que detentan el poder y de hacer sus negocios. Con democracia o sin democracia. (Un rico, en cualquier tipo de gobierno, tiene medios para llegar más fácilmente a quien tiene el poder que un pobre trabajador). Es a los sectores medios y populares a quienes más les interesa defender el sistema; sea que atente contra el mismo un sátrapa como Nicolás Maduro, aparentemente de “izquierda”, o algún recalcitrante de derecha.

Tarde o temprano Maduro y el régimen que heredó de Chávez van a caer. (La Historia enseña que una dictadura no se sostiene eternamente). Lo lamentable será que el costo de la recostrucción del país llanero será elevado; y el costo será mayor conforme se ahonde mucho más la crisis que sacude al hermano país. Y, como siempre sucede, lo pagará principalmente el pueblo y la clase media (los ricos tienen como defenderse cuando las correas se ajustan).


En esta hora crítica para Venezuela no se puede mirar hacia otro lado. No vaya a ser que la historia los absorba y los digiera, como ya sucedió en tiempos pasados.