Saturday, October 28, 2023

RECESIÓN EN CURSO

 Eduardo Jiménez J.

ejimenez2107@gmail.com

@ejj2107


La receta para salir de una recesión económica no es nueva. Se trata de reactivar el aparato productivo y aplicar la máxima keynesiana: a falta de inversión privada, inversión pública. En un año o menos se puede salir del hoyo. El problema es cuando se hace estructural, es decir el aparato productivo no funciona por múltiples causas. Es lo que puede estar pasando en Perú.

 

Varios factores han intervenido para llegar a este punto. Los intentos estatizadores de Castillo, la consiguiente falta de confianza del inversionista local y foráneo, las revueltas y desestabilización política entre Diciembre y Febrero, las pocas señales de confianza que todavía tiene el empresariado pese a una cierta estabilidad política, la subida necesaria de las tasas de interés para controlar la inflación que hace caro el crédito y como cereza el fenómeno del niño que va a golpear severamente sobre todo en pesca y agricultura,

 

Añádase a eso que ningún gobierno de los últimos 20 años ha tenido el coraje y muñeca política para afrontar los conflictos sociales ocasionados por la minería, gran motor de la economía nacional. Nos vamos a quedar con muchos recursos naturales bajo tierra que en pocos años serán obsoletos por el avance de la tecnología. El perro del hortelano del cual hablaba un ex presidente.

 

No la tiene fácil el gobierno de Dina Boluarte. Si se le escapa de las manos un manejo pronto y eficaz para contrarrestar los efectos de la recesión mediante más gasto público, su poco capital político se va a agotar más rápido de lo previsto, sin estar seguros si llegará al 2026, lo cual crea a su vez más incertidumbre y por tanto escasa confianza del inversionista. Suerte de círculo vicioso.

 

En ese contexto buena parte de los peruanos que salieron de la pobreza van a regresar a ella, parte de la clase media emergente que creció en los últimos 30 años regresará a las condiciones anteriores, no habrá tampoco los suficientes nuevos puestos de trabajo para los jóvenes y menos aumentos de sueldos en el sector privado, salvo contadas excepciones de mano de obra muy calificada.

 

Quienes propongan desde la acera del frente como salida a esta recesión una Asamblea Constituyente y nueva constitución demuestran o ignorancia del tema o mala fe.

 

Luego del fallido intento de golpe de Castillo, lo más sensato hubiese sido convocar a elecciones generales de inmediato para salir del entrampe político. Pero el Congreso no lo quiso pensando en las prebendas que da el cargo y estirarlas lo más posible. Boluarte en un pacto tácito para sobrevivir políticamente se vio jalada a ese compromiso.

 

La confianza es algo muy subjetivo, pero perceptible. No es algo que se pueda medir o tocar, pero se capta en el ambiente. De allí que es necesario mandar “señales” en ese sentido. No solo palabras, sino gestos.

 

Cuando nadie quería invertir en nuestro país a inicios de los años noventa, en la nueva Constitución se agregó un párrafo sobre los contrato-ley. El estado se despojaba de su ius-imperium y en caso de conflicto con un inversionista, se sometía a la competencia y a las sanciones establecidas en el contrato, como cualquier ciudadano. Eso fue una “señal” que en adelante se iban a respetar las condiciones pactadas, en una época en la que los contratos que firmaba el estado eran papel mojado, sin valor.

 

Actualmente ni el gobierno ni el Congreso inspiran confianza, ni tampoco mandan señales en esa dirección. Salir de la recesión no será tan complicado como en los años ochenta del siglo pasado, pero va a demandar un gran costo social y político. A Dina Boluarte y al Congreso no los tumbaron las violentas movilizaciones post golpe de Pedro Castillo, pero sí de repente se los tumba la economía. Es de pronóstico reservado si ambos actores (Congreso y gobierno) lleguen hasta el 2026.

Sunday, October 15, 2023

EL CONDE: LA SÁTIRA EN EL CINE

 Eduardo Jiménez J.

ejimenez2107@gmail.com

@ejj2107


La sátira pasó de la literatura al cine. De allí ha sido emblemático satirizar a personajes, situaciones, estilos de vida, ideas políticamente correctas, etc.

 

Para satirizar a un dictador tiene que pasar mucho tiempo y sobre todo que el dictador esté muerto. Pasó con Francisco Franco. Para satirizarlo en el cine español, ya en plena democracia, hubo que esperar la muerte del caudillo y el advenimiento de la movida española de los años ochenta. No solo porque sería impensable estando el dictador en pleno ejercicio del poder y el autor o director en el país donde se encuentra el satirizado, sino porque es necesario un distanciamiento temporal para emprender el ejercicio. Que haya pasado agua bajo el puente. Generalmente las sociedades, como las personas, deben pasar por un buen tiempo de lejanía de los hechos para verlos más serenamente. Los artistas le llaman precisamente distanciamiento. Claro, siempre hay excepciones. Fue El gran dictador de Charles Chaplin, realizada cuando Adolfo Hitler estaba en la cima del poder en Europa; aunque ayudó bastante a que el gran cómico se encontraba lejos del continente cuando acometió el filme. Había un distanciamiento espacial en este caso.

 

¿Qué tal es la sátira sobre Augusto Pinochet perpetrada en El Conde?

 

Hay que reconocer que transformar a Augusto Pinochet en un vampiro sediento de sangre es original. Todo dictador con muertos y desaparecidos a la espalda tiene cuotas de sangre pendiente. Pinochet como el gran vampiro que succiona la vida de sus connacionales.

 

En el papel funciona bien la idea, pero creo falló en la puesta en escena. Quizás demasiado recargada, demasiada rocambolesca, demasiado obvia. De repente conteniendo un poco lo recargado de la acción habríamos tenido un producto más equilibrado. Me parece que Pablo Larraín, el director, se dejó llevar por sus filias y fobias.

 

La escena final, donde vemos un Augusto Pinochet rejuvenecido con una Margaret Thatcher vampira, como madre del engendro y también rejuvenecida, nos advierte que el mal renace, es cíclico, que la historia puede repetirse. Y tiene razón. No existe la historia lineal, generalmente los pueblos repiten sus historias y los seres humanos también.

Sunday, October 08, 2023

¿INDUSTRIA DEL CINE?

 Eduardo Jiménez J.

ejimenez2107@gmail.com

@ejj2107


Al cine nacional le sucede lo mismo que al fútbol profesional: el primero no llega a ser industria y el segundo dista de estar en las grandes ligas.

 

El proyecto de la congresista Adriana Tudela está enfocado más en el cine como industria generando incentivos para la inversión. El cine, a pesar que con lo digital se han reducido los costos, de todas maneras sigue siendo caro producirlo. Como decía Armando Robles Godoy con extremada crudeza (cito de memoria): el poeta puede morir pobre y de hambre, pero habrá hecho su poema; en el cine te puedes morir de hambre y no hacer tú película.

 

Eso sucede, relativamente, hasta ahora con el cine, sea el de autor o el cine comercial, ligado este último más a lo que se conoce como industria del cine.

 

Lo que ha causado revuelo es que el proyecto cortaría los subsidios para el llamado cine de autor, el cual ha sido premiado y aplaudido en festivales fuera del país, aunque con un público minoritario dentro. De allí que requiere un subsidio del estado, tanto para producirlo como distribuirlo y exhibirlo. Incluso se habla de salas ad hoc o cuotas de pantalla para este tipo de cine.

 

Protección total al cine nacional solo se dio en los años 70 con la ley del cine del gobierno militar. Gracias a ello nació una generación de cineastas, todavía en actividad muchos de ellos, que dejaron una impronta de la realidad nacional en las pantallas. El cine no solo es arte, es también expresión de una realidad compleja y variada. Equivale a lo que en el siglo XIX en importancia tuvo la novela. Y si bien existen en la actualidad otros canales que permiten este tipo de cine, como Netflix, lo cierto es que no todos los realizadores pueden acceder a Netflix.

 

Es un hecho también que actualmente existe un cine nacional que no convoca auditorios y no conecta con su público nacional, a diferencia de lo sucedido con la generación de los 70. ¿Se trata de películas muy elitistas que solo interesan a un público minoritario? Decir que ahora una película nacional ha tenido 60,000 espectadores sobre una población de 33 millones de connacionales es un flaco argumento a favor del cine peruano. La generación del 70 podía llegar al medio millón de espectadores y hasta más, con una población mucho menor que la actual.

 

El tema de controversia no está en eliminar ese cine de autor, minoritario, elitista, sino en cómo en los últimos años se están eligiendo los proyectos premiados por el Estado. Desde la derecha se dice que una pequeña argolla caviar se ha apropiado de los subsidios para hacer este tipo de cine. Se elige el jurado entre ellos y se premia las obras entre ellos. Una suerte de santa mafia del séptimo arte. Las pruebas que se esgrimen es que las obras premiadas en los últimos años han sido hagiografías a dos dirigentes rojos (Hugo Blanco y Javier Diez Canseco), a un dictador (Juan Velasco Alvarado), amén de distorsionar una novela volviéndola odio de clase (Un mundo para Julius).

 

Supongamos que sea cierta la hipótesis de la apropiación por una argolla de los recursos y premios del cine subsidiado. Si fuera cierta, rebajar drásticamente los subsidios al cine nacional, sería como matar con un cañón a una mosca. Matas la mosca (aparentemente) y destruyes la casa. Quizás sería bueno buscar mecanismos más sutiles para que el jurado de selección no sea la denunciada argolla caviar que premia solo a los suyos.

 

Por otro lado, habría que evaluar bien si las exoneraciones tributarias y facilidades de locación permitirían la venida de capital extranjero en la industria del cine, y si traería el beneficio de mayor turismo extranjero por las locaciones filmadas. Hay estudios que por lo menos en la parte del turismo, la venida de producciones internacionales no aumentó la llegada de más gente de afuera. El ver en el extranjero en pantalla a Machupichu o Sacsayhuamán no es el único factor para la venida de un turista al Perú.

 

Y por el lado de los capitales extranjeros, evalúan también la tranquilidad social para poder filmar las locaciones. Ningún productor en su sano juicio querrá venir a un país donde existen manifestaciones que cortan las carreteras o toman aeropuertos y verán interrumpida la producción o “dirigentes sociales” que piden cupos para dejarlos filmar. En ese escenario, un productor foráneo lo pensaría dos veces antes de invertir millones en una producción local.

 

Es necesario que continúe el cine subsidiado, aunque supervisando mejor cómo se otorgan los premios; y es necesario también un cine comercial, al cual no basta con nuestras históricas locaciones o nuestra mano de obra barata.