Por: Eduardo Jiménez J.
@ejj2107
Si bien La última tarde es una muy buena
película, suerte de testimonio de una generación desengañada con el terrorismo
y todo lo que conllevó, jóvenes que entraron a “la lucha armada” por ideales de
un mundo mejor y encontraron sangre y desilusión. No por ello se debe pasar por
alto ciertos reparos de, digamos, “ambientaciones” del filme, donde se nota imprecisiones
bastante evidentes, sobretodo las relacionadas con lo judicial, parte medular
de la trama. Como diría Mario Vargas Llosa, el narrador debe hacer creer que lo
representado es “real” y para ello se requiere cierto grado de verosimilitud,
algo de lo cual ha carecido flagrantemente La
última tarde:
1.- El motivo por el que van al juzgado:
El motivo que da inicio
al reencuentro de Laura y Ramón luego de casi veinte años es por el divorcio,
dado que la madre de Laura piensa darles a sus hijas un anticipo de herencia y
para ello exige que Laura se divorcie del “terruco”.
Los adelantos de
herencia son bienes propios y no interesa demasiado el estado civil de la
persona que va a recibir los bienes, en vista que son de su exclusivo patrimonio
y no entran en el patrimonio conyugal. Imaginamos que una persona de la
posición social de la madre de Laura, con los recursos económicos que tiene, se
habría previamente asesorado por un abogado para calmarle cualquier duda al
respecto. No era necesario que ella se divorcie para recibir el adelanto de
herencia.
2.- El tipo de divorcio:
Es uno de separación
convencional o llamado también de mutuo acuerdo. Estos divorcios actualmente se
pueden tramitar ante la Municipalidad donde contrajeron matrimonio los cónyuges
o donde la pareja tuvo su último domicilio conyugal, o también ante Notario (el
llamado divorcio administrativo). No
es necesario acudir a un juzgado donde naturalmente demorará el trámite entre
seis y siete veces más en tiempo que ante un Notario o ante la Municipalidad. Laura
o su madre, mujeres instruidas, pudieron darse perfecta cuenta de ello, más si
tomamos en cuenta el apuro de Laura por el tema de la herencia.
3.- El motivo por el que se quedan toda la tarde juntos:
Si bien es la excusa
para iniciar la larga conversación caminada, verdadero “ajuste de cuentas” de
la pareja, según la trama del filme obedece a que Laura requiere una copia
adicional de la sentencia de divorcio para inscribirlo en Registros Públicos,
lo cual olvida decírselo al juez antes que este salga a una larga reunión de magistrados
que le demandará toda la tarde. Incorrectamente el personaje de Laura señala
que requiere la copia adicional para el “Registro de Propiedad”, pues olvida
que una sentencia de divorcio se inscribe en el Registro Personal y si se tiene
propiedades adquiridas dentro del matrimonio, una vez inscrito en el Registro
Personal, se solicita que dicha inscripción también se realice en el Registro
de Propiedad sea de Inmuebles, Vehicular, etc.
Suponemos, dado el
precario y breve matrimonio que sostuvieron antes de separarse de hecho, que
Laura y Ramón no tienen propiedades adquiridas conjuntamente, por lo que era
innecesaria cualquier inscripción de contenido patrimonial como ella lo
solicita.
Otro detalle es que el
juez no divorcia de esa manera como apreciamos en el filme (“los declaro
divorciados” etc, etc). Ello está bien para las películas norteamericanas, pero
en el sistema peruano es bastante aburrido un proceso judicial de divorcio. Es
esencialmente escritural y, después de la separación legal de cuerpos, cuando
se trata de separaciones convencionales, cualquiera de las partes puede pedir
el divorcio luego de dos meses. No es
inmediato como se aprecia en el filme.
Por cierto, una vez
terminada la audiencia y el juez ha salido a su reunión, Laura pide a la
asistenta que llame al juez para que regrese a firmar la copia adicional que
requiere de la sentencia, como si fuese su empleado. Quien conoce un poco como
es por dentro el Poder Judicial sabe muy bien que eso es imposible. Es más, su
asistenta jamás osaría llamar al juez a su celular para semejante pedido, salvo
que el peticionante sea uno de los conocidos “hermanitos”; pero si eres un
simple y común litigante es casi imposible que una subordinada se atreva a
hacer eso.
4.- Las copias para la inscripción:
Pero, no menos
importante es que la copia de la sentencia de divorcio para la inscripción
registral no la da el juez en el acto (luego de “haberlos divorciado”), sino
que una vez consentida la sentencia de divorcio, la parte interesada pide los
llamados “partes judiciales” para su inscripción registral, que no es otra cosa
que una copia certificada de la sentencia y de las principales piezas
procesales del proceso, todo ello acompañado con un oficio del juzgado. Para
que el pedido de partes judiciales se efectivice, desde la presentación del
pedido por mesa de partes hasta la entrega de los mismos puede demorar entre
semanas o hasta meses, dependiendo de la carga procesal del juzgado. No es
“exprés” como vemos en el filme.
5.- La imperiosidad de Ramón de regresar al Cuzco
Ramón tiene urgencia de
regresar al Cuzco, ya que allí trabaja y reside su familia, siendo lo máximo
que se puede quedar un día. Hay un detalle que no repararon o no se asesoraron
bien los personajes. Ramón muy bien pudo divorciarse designando un
representante y otorgándole poder para que realice todos los trámites del
divorcio. El poder lo otorgaba ante un Notario del Cuzco (su lugar de
residencia). No era necesario que venga a Lima.
6.- La ubicación del juzgado:
Y no menos importante
es la ubicación de los juzgados de familia. No se encuentran en el bucólico
distrito de Barranco como apreciamos en el filme, sino en la áspera Lima
cercado, en lo que antes era el Ministerio de Educación, frente al Parque
Universitario. Barranco será poético y tradicional, pero allí no se encuentran
los juzgados de familia, que es donde la pareja acude.
Eso sucede quizás
cuando quien escribe el guion solo conoce de la topografía limeña distritos como
Barranco, Miraflores o San Isidro. La verdad que un escritor, hasta de guiones,
debe tener un poco más de “calle”.
Existen otros detalles
menores, como los baños del juzgado donde sucede la parte dramática de la trama.
Quien conozca de verdad los baños públicos de un juzgado, sabe que no son del
tipo restaurante cuatro tenedores. Muchas veces están cerrados para el público
(en más de una ocasión los usan como archivo de expedientes a falta de mejor
lugar) y cuando están abiertos, a veces no hay agua, menos espejos ni toallas
de mano.
Es cierto que muchas de
estas imprecisiones han sido recursos dramáticos de los que ha echado mano el
realizador. Pero, siempre es bueno asesorarse antes de pergeñarlas en el papel.
Hacerlas “más reales”… Y tener más imaginación y no recurrir por desidia o
pereza mental a cualquier recurso manido visto en películas o series de
televisión. Esperemos que en sus próximos filmes Joel Calero se asesore mejor
de ciertos temas que no conoce bien. Nadie puede conocer de todo, verdad de
Perogrullo. Tome como modelo a Flaubert que se “empapaba” antes de escribir una
sola línea de su Madame Bovary.