Thursday, August 31, 2023

EL BUKELE PERUANO

 

Eduardo Jiménez J.

ejimenez2107@gmail.com

@ejj2107

 

Vista la inseguridad ciudadana y las prĂłximas elecciones presidenciales en corto o mediano plazo, varios aspirantes a candidatos quieren aparecer como “el Bukele peruano”.

 

Más allá de los cuestionamientos a ddhh que se le imputan a Nayib Bukele, la estrategia electoral es válida visto el alto porcentaje de robos, sicariato, secuestros, cobro de cupos, tráfico de drogas, trata de personas, prĂ©stamos informales, que asolan a las grandes ciudades del paĂ­s. Y, conforme nos acerquemos a la fecha de elecciones presidenciales, irán apareciendo más “bukeles”, unos más convincentes que otros.

 

Siempre se ha visto que un Nayib Bukele peruano emergerĂ­a de la derecha dura. Daniel Urresti era “el candidato natural” para desempeñar ese papel, pero la purga de una condena hace imposible que se presente a las elecciones presidenciales. Han aparecido otros candidatos que quieren ocupar ese lugar y aparecerán otros más conforme se acerque la fecha de elecciones (sea 2024, 2025 o 2026).

 

Pero no se ve o no se quiere ver que el Bukele peruano puede emerger de una extrema izquierda. Desde ese ángulo no es casual una entrevista reciente a Antauro Humala, donde como siempre refleja a un hombre duro, para el cual los ddhh son una cojudez y las marchas (léase la toma de Lima) no conducen a nada. El papel de hombre duro le sale natural, en cierta forma es su personalidad, más atrabiliaria que la del hermano ex presidente. El propio Bukele (el original) provino de la izquierda. Militante del Frente Farabundo Martí, autotitulado de izquierda, luego rompe lanzas con sus antiguos compañeros de ruta y va girando a la derecha.

 

No creo que a Antauro Humala le cause insomnio cerrar el congreso o pacte con militares estados de excepción con supresión de garantías constitucionales para combatir la delincuencia. Al ciudadano común no le va a importar unas cuantas garantías menos con tal de ver resultados. En la ecuación entre libertad y seguridad, casi siempre tiene más peso la segunda.

 

Ya hemos tenido bukeles antes que aparezca el de El Salvador. Fue Alberto Fujimori que tuvo fama de hombre duro en la lucha contra el terrorismo y cerró sin pestañear el congreso (con mejores resultados que el ex presidente del sombrero). Hombre también cercano a la izquierda en sus inicios, su popularidad más bien aumentó luego del autogolpe de 1992 y muchas de las reformas de aquel entonces las hizo con una legitimidad popular no vista en presidentes anteriores.

 

No serĂ­a raro que nazca otro Bukele y que no venga de la derecha, sino del otro lado.

Tuesday, August 22, 2023

CONSTITUCIĂ“N Y CRECIMIENTO ECONĂ“MICO. ¿LA CONSTITUCIĂ“N POLĂŤTICA HACE POSIBLE EL CRECIMIENTO DE UN PAĂŤS?

 

Eduardo Jiménez J.

ejimenez2107@gmail.com

@ejj2107

 

El libro Constitución y crecimiento económico: Perú 1993-2021 * del Dr. Waldo Mendoza Bellido pretende demostrar cómo el capítulo económico de la constitución política de 1993 fue la base del crecimiento económico que tuvimos por cerca de treinta años (1993-2021), uno de los ciclos de crecimiento más extensos en nuestra historia republicana. Parte de la hipótesis del efecto benéfico de la constitución económica (CE) en el desempeño macroeconómico.

 

El libro toca un tema poco tratado por la literatura jurídica local: los vasos comunicantes entre Derecho y Economía. Al no estar en islas separadas ni ser químicamente puras ninguna de las dos disciplinas, la influencia de una sobre otra es evidente. La pregunta es si la influencia de la CE fue determinante para el crecimiento económico de los años que vinieron luego.

 

Es cierto que hasta 1990 los gobiernos sucesivos se habían mal acostumbrado a los préstamos que les otorgaba el Banco Central de Reserva, lo cual avivaba la inflación por la cantidad de circulante monetario en la economía nacional. La situación se agravó en el primer gobierno de Alan García (1985-1990) cuando el ente emisor emitió tal cantidad de papel moneda que en cinco años tuvimos tres unidades monetarias (el sol de oro, el inti y el inti millón), ingresando al reducido grupo de países con hiperinflación, parada en seco en 1990 con el shock económico de Agosto de ese año.

 

Por cierto, la indisciplina fiscal no era propia ni lo es sólo del estado peruano. Otros en la región practicaron lo mismo, produciendo fenómenos inflacionarios parecidos al nuestro. Era parte de las políticas populistas de aquel entonces, donde a falta de inversión nacional y de préstamos extranjeros, los gobiernos echaron mano a la emisión monetaria de los bancos centrales, lo cual se convirtió en una práctica rutinaria. Incluso en el caso de nosotros se echó mano también, vía préstamos, a los fondos previsionales que en esa época administraba el Seguro Social. Préstamos que por cierto nunca el estado peruano pagó. Esa práctica, de usar como caja chica el fondo de pensiones de los trabajadores, fue recurrente, tanto de gobiernos democráticos como autoritarios. El quiebre del sistema público de pensiones estaba anunciado. Historia que no se cuenta o se cuenta a medias.

 

Mendoza Bellido enfatiza que sin el capĂ­tulo econĂłmico en la constituciĂłn de 1993 no habrĂ­a habido crecimiento econĂłmico. El Ă©nfasis gira en torno a que las normas constitucionales son más difĂ­ciles y complicadas de cambiar que una ley comĂşn. (Lo cual, por cierto, no serĂ­a tan difĂ­cil para un gobierno que cuente con mayorĂ­a en el Congreso, propia o “alquilada”, como la historia polĂ­tica ha demostrado).

 

Creo que la respuesta se debe relativizar. Es cierto que gracias a los candados en la CE se limitó el rol empresarial del estado en la economía, lo cual significaba un enorme egreso del presupuesto público. También lo es que los artículos que incentivaron el rol del sector privado, el respeto a los contratos o la autonomía del Banco Central de Reserva fueron fundamentales.

 

Pero todos esos artĂ­culos de la CE habrĂ­an sido letra muerta sin la decisiĂłn polĂ­tica de ese entonces. Fue consenso polĂ­tico la decisiĂłn de otorgarle plena autonomĂ­a al banco central. No se diga de la decisiĂłn polĂ­tica para atraer inversiones extranjeras, las que llegan a mediados de los 90 cuando “ordenamos la casa”.

 

A las dos patitas del crecimiento económico (derecho y economía) hay que agregar una tercera, la decisión política y el ambiente más o menos de consenso generalizado que se respiraba en aquel entonces de privilegiar el rol del sector privado en inversión y empleo, presencia mínima del estado, papel preponderante del mercado en la oferta y demanda. Ese conjunto de ideas más o menos compartidas por los actores políticos y económicos de aquel entonces tuvieron gran impacto en el crecimiento que vino después.

 

Es cierto que esas ideas recorrieron el mundo de los años 90 tanto por el llamado Consenso de Washington como por el derrumbe de la URSS y el bloque socialista, a tal punto que se aplicaron no solo en AmĂ©rica Latina, sino en Europa oriental que salĂ­a del “socialismo realmente existente”. China estaba aplicando esos lineamientos algunos años atrás, dándole un buen resultado.

 

¿QuĂ© queda de todo ello? Una sĂłlida estructura econĂłmica que ha soportado los embates de la crisis financiera mundial de 2008, la pandemia de 2019, los gobiernos populistas que hemos tenido y la inflaciĂłn mundial que comenzĂł el 2021 (en la regiĂłn el sol es la moneda que menos se devaluĂł).

 

Lo que faltĂł fue las reformas de “segundo piso” más sociales e institucionales que econĂłmicas. Mendoza Bellido lo reconoce, cuando señala que falta capacitaciĂłn del capital humano, lo que implica educaciĂłn moderna y de calidad.

 

Fujimori en ese entonces, en la década del 90, no quiso ir más allá debido a que pensaba ya en la re-reelección y no quería restar votos con decisiones poco populares, por lo que muchas reformas de segundo nivel quedaron encarpetadas.

 

Algo quiso hacer Alan GarcĂ­a en su segundo mandato (2006-2011) con la creaciĂłn de los colegios mayores para que estudiantes de sectores populares puedan acceder a una educaciĂłn de calidad que solo la otorgan colegios caros de la capital. Humala lo continuĂł con Beca 18 para estudios superiores, polĂ­ticas que se han mantenido en educaciĂłn. Ahora se habla de los llamados “vouchers educativos” para que el estudiante elija en que colegio (pĂşblico o privado) quiere estudiar.

 

Naturalmente falta también una salud de calidad, a la que no pueden acceder los sectores populares y mejores políticas de seguridad ciudadana.

 

Dado que serĂ­a más difĂ­cil modificar la constituciĂłn polĂ­tica que una ley, Mendoza Bellido recomienda incluir en la CE un “candado” referente a las leyes de responsabilidad y trasparencia fiscal, obligaciĂłn que sea elevada a precepto constitucional sin importar el sesgo ideolĂłgico, a fin de evitar los desmanes populistas. RecomendaciĂłn interesante. Igual recomienda mantener el capĂ­tulo econĂłmico incluyendo los polĂ©micos contratos-ley. Si bien los contratos-ley fue una instituciĂłn que se incluyĂł en la constituciĂłn vigente para atraer inversiones otorgando seguridad jurĂ­dica, dejarlo no afecta en nada el manejo econĂłmico y no sabemos si en un futuro podamos volver a utilizarlo. Nadie puede predecir lo que sucederá en nuestro paĂ­s de acá a 20 o 30 años.

 

La polémica en torno al capítulo económico de la constitución siempre ha girado en torno a horizontes ideológicos. Los detractores han propuesto una mayor intervención del estado, sea como empresario -pese al nefasto papel que tuvo como tal en los años 70 y 80 del siglo pasado- o como interventor y fijador de precios, rol que también lo tuvo en el pasado con resultados poco auspiciosos.

 

Pero hasta ahora los detractores no proponen una alternativa de la CE que sea pragmática, con resultados verificables de experiencias que hayan traĂ­do prosperidad en otros paĂ­ses. Los que se empecinan en el cambio de la CE no dan ejemplos respaldados en data verificable de experiencias que hayan sido viables y exitosas en otras latitudes. Por lo general sus propuestas giran en torno a más empresas pĂşblicas, control de precios, “estatizaciĂłn” de los fondos de pensiones. Propuestas que han tenido poco Ă©xito en paĂ­ses que son referentes para los proponentes como Cuba, Venezuela, Argentina, Nicaragua o Bolivia.

 

Deng Xiaoping, en un Congreso del PC chino, dijo su cĂ©lebre frase “no importa de quĂ© color sea el gato con tal que cace a los ratones”. Los que se empecinan en un enfoque ideolĂłgico para el cambio de la CE deberĂ­an tomar en cuenta la recomendaciĂłn del lĂ­der chino que sentĂł las bases del desarrollo en su paĂ­s y de lo que es la China hoy.

 

Lo cual nos lleva de nuevo a la mesa de tres patas, la económica, el derecho y las políticas públicas llevadas a cabo por decisión política. Esa última pata es la que faltó en la mesa que armó en su interesante análisis Mendoza Bellido. Le puso demasiado énfasis al derecho, el cual por si solo no es un agente de cambio social. Pudimos haber tenido un articulado de la CE muy liberal pero sin decisión política hubiera sido letra muerta.

 

Quizás por una deformación de oficio, Mendoza Bellido abusa de las ecuaciones matemáticas y cifras estadísticas, lo cual presumiblemente alejaría el libro de personas ajenas a la especialidad. No obstante, su libro es un buen intento desde lo macroeconómico de enlazar derecho y economía, pero ello no es suficiente sin el tercer soporte: la decisión política y el consenso sobre ciertas políticas públicas, lo cual sí se produjo en los años 90, pero que ahora distamos años luz.

 

En “el mundo real” derecho y economĂ­a no se encuentran separadas, algo que olvidan los juristas, acostumbrados a los malabarismos mentales sin poner pie en la realidad. No es suficiente perorar sobre la “naturaleza jurĂ­dica” de las instituciones sin antes por lo menos conocerlas cĂłmo funcionan en la vida diaria. Total, los romanos que inventaron el derecho que conocemos, asĂ­ lo idearon, sin tantas ficciones jurĂ­dicas que llevan solo a laberintos imaginarios.

* ConstituciĂłn y crecimiento econĂłmico: PerĂş 1993-2021. Waldo Mendoza Bellido. Fondo Editorial PUCP – CIES. Lima, 2023