Eduardo Jiménez J.
ejimenez2107@gmail.com
@ejj2107
Hay momentos en las personas y las sociedades que tienen un rapto de lucidez y se dan cuenta del abismo al que conduce su decisiĂłn. Algo de eso pasĂł en el plebiscito del domingo 4 donde ampliamente (dos terceras partes) se manifestaron por el rechazo a la nueva constituciĂłn. La nueva carta magna chilena naciĂł y muriĂł en el instante.
Los chilenos sensatos se encontraban preocupados. No sin razĂłn. Casi 400 artĂculos donde resalta la ideologĂa de lo plurinacional y que significarĂa el fin del estado-naciĂłn como lo conocemos. Y como muchos observaron no era el momento de una nueva carta polĂtica, dado el ánimo revanchista que se viviĂł contra la clase polĂtica oficial, incluyendo los moderados de la ConcertaciĂłn. No era un momento constituyente, sino más bien un momento destituyente, un hartazgo expresado en “que se vayan todos”.
Un presidente que apoyó el proyecto, pero que ha sufrido desgaste en poco tiempo. Que, por un lado, quiere mantener el perfil tecnocrático en su gobierno, pero también lo gana su corazoncito. En poco tiempo se ha dado cuenta que esas ideas chocan con la cruda realidad. Quizás le convenga quedarse con la constitución vigente y echarle la culpa de todos los desaguisados cometidos, algo asà como lo que Castillo pretende acá: no puedo gobernar a favor de los pobres porque la constitución neoliberal no me lo permite.
En ambos (Boric y Castillo) ha habido cuotas populistas en diferente dosis, solo que en el caso de Castillo no le ha sido fácil proponer una Asamblea Constituyente que elabore una nueva constituciĂłn debido a que nosotros no tuvimos los momentos sociales y polĂticos intensos que viviĂł Chile en los Ăşltimos años. Acá es algo impostado, forzado por el socio CerrĂłn y la izquierda de distinto tipo, allá más bien obligĂł al gobierno de Piñera a la convocatoria a la asamblea como una válvula de escape a las tensiones que se viviĂł en Chile.
Nosotros hemos tenido crisis constantes en las alturas del poder. Allá fue un movimiento telĂşrico que vino de abajo hacia arriba, mientras que acá se quiere hacer al revĂ©s: desde el poder imponer un rumbo constitucional. De allĂ que no convence el proyecto por más que quieran vendernos la idea que una nueva constituciĂłn es el paraĂso a la vuelta de la esquina.
30 años despuĂ©s los chilenos se enfrentaron a un momento tan crĂtico como fue el no a la continuaciĂłn de Pinochet. Una constituciĂłn no cambia la realidad, es apenas papel mojado en tinta. Su rechazo al proyecto de constituciĂłn va a repercutir en la regiĂłn y sobre todo en su vecino del norte donde un presidente hace la finta que gobierna mientras es perseguido por la justicia.