Sunday, October 15, 2023

EL CONDE: LA SÁTIRA EN EL CINE

 Eduardo Jiménez J.

ejimenez2107@gmail.com

@ejj2107


La sátira pasó de la literatura al cine. De allí ha sido emblemático satirizar a personajes, situaciones, estilos de vida, ideas políticamente correctas, etc.

 

Para satirizar a un dictador tiene que pasar mucho tiempo y sobre todo que el dictador esté muerto. Pasó con Francisco Franco. Para satirizarlo en el cine español, ya en plena democracia, hubo que esperar la muerte del caudillo y el advenimiento de la movida española de los años ochenta. No solo porque sería impensable estando el dictador en pleno ejercicio del poder y el autor o director en el país donde se encuentra el satirizado, sino porque es necesario un distanciamiento temporal para emprender el ejercicio. Que haya pasado agua bajo el puente. Generalmente las sociedades, como las personas, deben pasar por un buen tiempo de lejanía de los hechos para verlos más serenamente. Los artistas le llaman precisamente distanciamiento. Claro, siempre hay excepciones. Fue El gran dictador de Charles Chaplin, realizada cuando Adolfo Hitler estaba en la cima del poder en Europa; aunque ayudó bastante a que el gran cómico se encontraba lejos del continente cuando acometió el filme. Había un distanciamiento espacial en este caso.

 

¿Qué tal es la sátira sobre Augusto Pinochet perpetrada en El Conde?

 

Hay que reconocer que transformar a Augusto Pinochet en un vampiro sediento de sangre es original. Todo dictador con muertos y desaparecidos a la espalda tiene cuotas de sangre pendiente. Pinochet como el gran vampiro que succiona la vida de sus connacionales.

 

En el papel funciona bien la idea, pero creo falló en la puesta en escena. Quizás demasiado recargada, demasiada rocambolesca, demasiado obvia. De repente conteniendo un poco lo recargado de la acción habríamos tenido un producto más equilibrado. Me parece que Pablo Larraín, el director, se dejó llevar por sus filias y fobias.

 

La escena final, donde vemos un Augusto Pinochet rejuvenecido con una Margaret Thatcher vampira, como madre del engendro y también rejuvenecida, nos advierte que el mal renace, es cíclico, que la historia puede repetirse. Y tiene razón. No existe la historia lineal, generalmente los pueblos repiten sus historias y los seres humanos también.

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