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Sunday, January 12, 2025

¿EL OTOÑO DEL PATRIARCA?

 Eduardo Jiménez J.

jimenezjeduardod@gmail.com

@ejj2107


No sé si Nicolás Maduro habrá entrado en el otoño de la dictadura que preside, personalmente lo dudo; pero lo evidente es que la gran mayoría socialista y progre del continente que vio ilusionada el socialismo del siglo XXI, ahora se encuentra en un modo oposición o de franca indiferencia. Hasta Lula, el gran amigo de Chávez, ha pasado a considerar a Maduro como un dictador.

 

Son esos romances que terminan en desilusiones desgarradoras luego de un tiempo, solo que en política obedece más a un cálculo racional que a un apasionamiento desmesurado. Ergo, mientras existía petróleo barato de Venezuela o créditos blandos a los países amigos del régimen, todo se pasaba; ahora que es la temporada de las vacas flacas se notan más los defectos.

 

En 1999, cuando Hugo Chávez asume la presidencia, se produjo en el continente un revival de la ilusión del regreso de la leyenda del paraíso, bajo el nombre de “socialismo del siglo XXI”, ilusión compartida por los millones de venezolanos que votaron por Chávez, muchos ahora en la diáspora o muertos.

 

Mientras hubo dinero para los enormes subsidios, la ilusión continuó. Terminado, comenzó la dura realidad y que ocho millones de venezolanos se hayan ido no solo por falta de oportunidades en su país (salvo ser amigo del gobierno), si no por carecer de lo más básico para vivir.

 

Algunos especulan que con Trump en la presidencia de EEUU, puede presionar más fuerte a la dictadura, y, por añadidura, teniendo a Marco Rubio en la secretaría de estado. Es probable, aunque todo depende de si Trump cede o no a las demandas de las petroleras yanquis, que sugieren dejar más o menos tranquilo a Maduro y aprovechar el petróleo veneco, a precio de ocasión, y, por demás, hipotecado a los préstamos concedidos a la dictadura en dinero o en armamento por China, Rusia, Irán y otros “países democráticos”. Al final de cuentas, creo que la esperanza de que Trump voltee la balanza a favor de la oposición es eso: solo esperanza. No será la primera vez que la política exterior norteamericana priorice los negocios de las empresas norteamericanas a la democracia y los ddhh.

 

En un artículo anterior sosteníamos que iba a ser difícil hacer caer a Maduro, salvo que se produzca una implosión del régimen por ambiciones o deterioro en la cúpula del poder. Aparte que Maduro cuenta con el servicio de inteligencia cubano, uno de los mejores de la región, y se encuentra al tanto de lo que hace o no hace la oposición. Pero en especial Maduro se cuida de su entorno, esos generales a los que ha dado enormes prebendas para que no se le amotinen, siguiendo el consejo de Michael Corleone: ten cerca a tus amigos, pero más cerca a tus enemigos.


Tuesday, July 30, 2024

MADURO, EL ETERNO PRESIDENTE

 Eduardo Jiménez J.

jimenezjeduardod@gmail.com

@ejj2107


Las elecciones para presidente en Venezuela donde contra todo pronóstico Nicolás Maduro ha sido ungido como el ganador de la contienda, hace recordar las elecciones amañadas que practicaban los dictadores que ha tenido América Latina. Ahí está Trujillo en República Dominicana dando una apariencia democrática a sus constantes reelecciones o los Somoza en Nicaragua con su tradición dinástica (ahora reemplazada por los Ortega). Repúblicas bananeras como se decía con desprecio. Venezuela se ha convertido en una de ellas hace buen tiempo.

 

En estos regímenes es muy difícil sacarlos del poder por los fuertes intereses de fuera y de dentro para que se mantengan. Algunos estaban ilusionados en una transición a la chilena, manteniendo el chavismo cuotas de poder, sobre todo en las FFAA, pero para que se produjera se requería cierto nivel de institucionalidad del cual adolece Venezuela. (Pinochet en Chile no amañó sino respetó el plebiscito por el cual el pueblo le dijo “no” a la continuación de su gobierno debido a la institucionalidad que goza Chile, aún en dictadura, algo difícil de sostener en Venezuela o en otros países de la región).

 

De país próspero gracias al petróleo, hoy Venezuela debe estirar la mano y mantener contenta con los latrocinios a la cúpula que gobierna. Se está convirtiendo en ese país pobre y sin libertades, inimaginable para los venezolanos hace treinta años. Sin pan y sin libertad, ayudada por Cuba, su gran aliado en la región.

 

Esas transiciones pacíficas las veo difíciles en Venezuela, por lo menos ahora. Tampoco los pronunciamientos de las cancillerías o los retiros del cuerpo diplomático van a sacudir al dictador, ni siquiera se va a sonrojar. Tendría que pasar un hecho dramático muy grave que permita la apertura democrática o que la cúpula en el poder se comience a fragmentar y gane fuerza la alternativa que busque el abandono del régimen y negociar con la oposición ciertas prebendas. Ello incluye a la cúpula de las FFAA, muy cercanas al régimen. Por el momento no creo existan las condiciones para ello.

 

Sirva como lección que todo populismo como el chavismo en su momento solo convierte en más pobres y sin libertades a quienes los llevan al poder. Muchos de los venezolanos en la diáspora votaron por Chávez creyendo que venía una era de prosperidad para todos. El elegir candidatos antisistema que prometen la tierra prometida trae más miseria al pueblo. Después es difícil sacarlos del poder.

Monday, April 06, 2015

VENEZUELA, LA CRISIS Y LA DICTADURA

Por: Eduardo Jiménez J.
        ejimenez2107@gmail.com
        ejj39@hotmail.com
       @ejj2107

Por Venezuela perdí, hace unos nueve años, a mis últimos amigos de izquierda. Encandilados con el “socialismo del siglo XXI” de Hugo Chávez, porfiaban en que esa “era la ruta” para América Latina. Medio en serio, medio en broma, los reté a esperar veinte años (que no son nada en la historia): si “el camino a seguir” era el socialismo del siglo XXI del “comandante Chávez” o más bien lo era la apertura en lo económico y la consolidación de la democracia en lo político.

La verdad no tuve que esperar veinte años. Bastó poco más de cinco para ganar la apuesta.

Es que el “socialismo del siglo XXI” no era otra cosa que un programa estatista e intervencionista del estado, con un aire nacionalista; como el que tuvimos nosotros, en Perú, con el gobierno del general Juan Velasco Alvarado (a quien Chávez admiraba enormemente); y las largas colas para obtener los productos de primera necesidad nos recuerdan al desastre económico que sufrimos en el primer gobierno de Alan García. Ya lo habíamos experimentado en carne propia.

No obstante, cierta izquierda (y ciertos gobiernos “de izquierda”) se empecinan en callar y mirar hacia otro lado. No solo en Perú, también en todo el barrio (AL). Es preocupante. Dictadura es dictadura, sea de izquierda o de derecha. Lo otro sería relativizar una (la dictadura “de izquierda”) argumentando “fines sociales”.

En ello coincido con Levitsky: la izquierda debe pronunciarse contra el recorte de derechos a los opositores al gobierno de Maduro, más allá de las simpatías o antipatías que les tengamos a los perseguidos y encarcelados políticos venezolanos. Como bien señala, fue gracias a la defensa de la democracia en la región que consolidamos sistemas más igualitarios y de inclusión social. Fue gracias a la defensa de los derechos fundamentales en la época del terrorismo que pudimos consolidar un estado de derecho en los peores momentos.

Es verdad que a los ricos no les interesa mucho la defensa de la democracia. Ellos tienen formas de llegar a los que detentan el poder y de hacer sus negocios. Con democracia o sin democracia. (Un rico, en cualquier tipo de gobierno, tiene medios para llegar más fácilmente a quien tiene el poder que un pobre trabajador). Es a los sectores medios y populares a quienes más les interesa defender el sistema; sea que atente contra el mismo un sátrapa como Nicolás Maduro, aparentemente de “izquierda”, o algún recalcitrante de derecha.

Tarde o temprano Maduro y el régimen que heredó de Chávez van a caer. (La Historia enseña que una dictadura no se sostiene eternamente). Lo lamentable será que el costo de la recostrucción del país llanero será elevado; y el costo será mayor conforme se ahonde mucho más la crisis que sacude al hermano país. Y, como siempre sucede, lo pagará principalmente el pueblo y la clase media (los ricos tienen como defenderse cuando las correas se ajustan).


En esta hora crítica para Venezuela no se puede mirar hacia otro lado. No vaya a ser que la historia los absorba y los digiera, como ya sucedió en tiempos pasados.