Eduardo Jiménez J.
jimenezjeduardod@gmail.com
@ejj2107
No sé si Nicolás Maduro habrá entrado en
el otoño de la dictadura que preside, personalmente lo dudo; pero lo evidente
es que la gran mayoría socialista y progre del continente que vio ilusionada el
socialismo del siglo XXI, ahora se encuentra en un modo oposición o de
franca indiferencia. Hasta Lula, el gran amigo de Chávez, ha pasado a
considerar a Maduro como un dictador.
Son
esos romances que terminan en desilusiones desgarradoras luego de un tiempo,
solo que en política obedece más a un cálculo racional que a un apasionamiento
desmesurado. Ergo, mientras existía petróleo barato de Venezuela o créditos
blandos a los países amigos del régimen, todo se pasaba; ahora que es la
temporada de las vacas flacas se notan más los defectos.
En
1999, cuando Hugo Chávez asume la presidencia, se produjo en el continente un revival
de la ilusión del regreso de la leyenda del paraíso, bajo el nombre de “socialismo
del siglo XXI”, ilusión compartida por los millones de venezolanos que votaron
por Chávez, muchos ahora en la diáspora o muertos.
Mientras
hubo dinero para los enormes subsidios, la ilusión continuó. Terminado, comenzó
la dura realidad y que ocho millones de venezolanos se hayan ido no solo por
falta de oportunidades en su país (salvo ser amigo del gobierno), si no por carecer
de lo más básico para vivir.
Algunos
especulan que con Trump en la presidencia de EEUU, puede presionar más fuerte a
la dictadura, y, por añadidura, teniendo a Marco Rubio en la secretaría de
estado. Es probable, aunque todo depende de si Trump cede o no a las demandas
de las petroleras yanquis, que sugieren dejar más o menos tranquilo a Maduro y
aprovechar el petróleo veneco, a precio de ocasión, y, por demás, hipotecado a
los préstamos concedidos a la dictadura en dinero o en armamento por China,
Rusia, Irán y otros “países democráticos”. Al final de cuentas, creo que la
esperanza de que Trump voltee la balanza a favor de la oposición es eso: solo
esperanza. No será la primera vez que la política exterior norteamericana
priorice los negocios de las empresas norteamericanas a la democracia y los
ddhh.
En
un artículo anterior sosteníamos que iba a ser difícil hacer caer a Maduro,
salvo que se produzca una implosión del régimen por ambiciones o deterioro en
la cúpula del poder. Aparte que Maduro cuenta con el servicio de inteligencia
cubano, uno de los mejores de la región, y se encuentra al tanto de lo que hace
o no hace la oposición. Pero en especial Maduro se cuida de su entorno, esos
generales a los que ha dado enormes prebendas para que no se le amotinen,
siguiendo el consejo de Michael Corleone: ten cerca a tus amigos, pero más
cerca a tus enemigos.
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