Friday, November 05, 2021

LOS CIEN DÍAS

 

Por: Eduardo Jiménez J.

ejimenez2107@gmail.com

@ejj2107

 

Los cien primeros días del gobierno de Castillo se caracterizaron por la frustración del Blitzkrieg del partido de gobierno, Perú Libre, de imponer una Asamblea Constituyente omnímoda, cerrar el Congreso y encaminar al Perú al “eje bolivariano”.

El arrollador avance perdió velocidad gracias a la resistencia de la sociedad civil y de la oposición, utilizando recursos típicos de la izquierda como la calle y “agitando las masas” en manifestaciones multitudinarias, incluyendo una recolección de firmas por el no a la Constituyente, y recursos judiciales de amparo cuestionando el resultado electoral que dio como ganador a Castillo. Ellos eran conscientes que debían utilizar los primeros cien días para imponer su Asamblea Constituyente antes que la aceptación popular a favor de Castillo descendiese por el desencanto en la gestión y una pérdida de legitimidad.

 

De allí que tanto para Castillo como para Cerrón no importara tanto la gestión de gobierno (poner los mejores cuadros y la ejecución de un programa de emergencia), sino la “captura del poder” y el reparto o cuoteo de los puestos claves del gobierno en el mejor estilo del caudillismo populista de antaño.

 

Ello explica la designación de cuestionados primeros ministros como Bellido, cuya agenda única era una aceleración del proceso constituyente, “estatización” de empresas privadas y sobre todo la disolución del Congreso abusando de la cuestión de confianza. Ninguna de las tres cosas lo logró el operador de Cerrón.

 

La frustración de su “guerra relámpago” buscando la Constituyente no significa bajar la guardia por parte de la oposición y los sectores republicanos. Estamos seguros que lo intentarán por otros medios, incluyendo un cierre fáctico del Congreso, sin expresión de causa, de tener en sus manos el control de los altos mandos de las Fuerzas Armadas. No se puede cantar victoria todavía.

 

Al no estar interesados en la gestión, no hay logros que mostrar, ni las semillas de lo que prometió en su discurso presidencial. Más bien en algunos sectores hay preocupantes retrocesos como educación donde se quiere abandonar la meritocracia en la promoción de los profesores, la reforma del transporte público queda paralizada con las concesiones a los gremios informales, y salud, más allá de seguir con el proceso de vacunación que dejó el gobierno anterior, es poco lo avanzado. Reformas ambiciosas en salud o educación definitivamente no van a ejecutarse.

 

Es probable que más bien en los próximos meses veamos el mismo reparto de cargos entre Cerrón y Perú Libre por un lado, y Castillo y el Fenatep por el otro, acompañado de crisis periódicas en el gobierno y escándalos más que evidentes. A ninguno de los dos les interesa el futuro del Perú, sino la destrucción de lo hecho y la imposición de su trasnochado modelo marxista-leninista, porque salvo el poder, todo es ilusión.

 

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