Tuesday, January 27, 2009

EL MAGO QUE NO HACÍA MAGIA

La política y la economía se encuentran muy relacionadas. Las compuertas de comunicación entre ambas son vastas y bastante porosas. Por eso el dilema de la titularidad en la cartera del Ministerio de Economía y Finanzas, ¿el ministro debe ser un político o un tecnócrata? Algunos se inclinan al primer perfil, otros al segundo. Cada uno tiene razones sustentables para optar o no por uno o por otro.
Lo ideal sería una combinación de ambos perfiles, pero tipos de esa especie son escasísimos. Generalmente los políticos no entienden mucho la materia económica y se confían demasiado en sus asesores (aunque ha habido excepciones de políticos con buen manejo en la llamada “ciencia de los recursos escasos”). A los tecnócratas se les reputa de insensibles con el problema social y guiarse demasiado por las “recetas económicas” (algo así como que un Chef de restaurante cinco tenedores se guíe por su librito de cocina de Teresa Ocampo). También se les acusa de ser poco propensos al diálogo y amurallarse en su dogma, lo que no sucede con un político, generalmente tipos locuaces que pueden caer en el exceso de estar todo el día discurseando sin ton ni son. Otro defecto que se encuentra en los tecnócratas es que creen tener consigo “la verdad” guiados por su “biblia económica” (el librito de cocina); pero, un político se puede perder en excesivas divagaciones y querer satisfacer a todos, extraviándose en la ruta.

Sin embargo, dado que en los tiempos actuales las economías no son autárquicas como antaño y los organismos internacionales tienen una presencia mayor en países como el nuestro (y considerando también lo nefasto que fueron los políticos cuando se inmiscuyeron en la economía –v. gr. AGP en su primer gobierno-), la tradición en los últimos años ha sido que el MEF esté bajo la batuta de un técnico independiente, ni siquiera afín al partido político en el gobierno, de edad mediana, generalmente con pasantía acreditada en su currículo sea en un organismo financiero internacional o en un banco extranjero y por añadidura estudios de post grado en alguna universidad de Estados Unidos o Europa. En pocas palabras: que sea un profesional cien por ciento creyente del orden económico mundial (abstenerse los contestatarios o críticos al sistema). Más o menos ese es el perfil buscado en los últimos años para ser ministro de economía. (Si usted, amable lector, quiere ser ministro de ese portafolio tome en cuenta esos datos). Supuesta garantía que los asuntos económicos estarán en buenas manos. Como veremos más adelante no siempre es así.

Cuando fue anunciado Luis Valdivieso como el relevo de Luis Carranza, era visto como la sucesión de un técnico por otro técnico; pero, lo que podía ser una continuidad de políticas económicas en piloto automático se vio repentina y bruscamente modificado por el panorama de la crisis financiera desatada hacia el último trimestre del año 2008. Allí es donde vinieron los problemas del “mago” Valdivieso. Burócrata proveniente de las filas del Fondo Monetario Internacional, tenía un “recetario” previsto del cual le fue muy difícil salir. Con la mentalidad de hacer solo “recortes” en los distintos sectores y generar superávit (típica receta fondomonetarista) no tuvo reflejos suficientes para adaptarse a los nuevos tiempos y “cambiar de receta” de acuerdo al nuevo menú disponible. Si en una economía sin sobresaltos externos se debe cuidar que no se “sobrecaliente” (los precios comiencen a subir por excesiva demanda), en tiempos de crisis se debe cuidar que “no se caiga” el crecimiento o por lo menos mantenerlo a cierto nivel para “no parar en seco”, y para ello lo único que queda es la vieja receta keynesiana del gasto fiscal. La inflación no es tanto el problema número uno, sino “estimular” al sector privado para que se continúe con las inversiones y no se detenga el crecimiento. Es lo que están haciendo matices más matices menos (y miles de millones más o miles de millones menos) EEUU, los países europeos, Japón y la propia China.

Esa es “toda la magia”. No hay más (claro, fiscalizando bien los gastos, no vaya a ser que a rio revuelto…). Lamentablemente Luis “el mago” Valdivieso se perdió en recovecos y en dudas hamletianas que ponían en peligro el plan anti-crisis. Dentro de sus parámetros no lo entendió y no quedó más remedio que su cabeza pase por la guillotina. Por supuesto, de manera elegante, con algún puesto en alguna embajada u organismo internacional. Esos cargos “de relumbrón” que impresionan por el nombre pero que no implican decisión ejecutiva alguna.

Luis “el puma” Carranza estaba en las reservas del equipo como asesor, ante un posible recambio. Las ventajas estriban en que Carranza es un tipo “potable” para los organismos internacionales (léase no es crítico del sistema económico y sigue el credo ortodoxo) y por otro lado tiene ya cierto “expertise” en la cartera. El asumir el portafolio “no lo agarra en frío” como sería a un novato en el cargo. Ha estado en el MEF “en la época de las vacas gordas”, ahora le toca lidiar un panorama distinto. Claro, no todo en su anterior gestión ha sido cien por ciento efectivo y tampoco se le puede dibujar como poco menos que un héroe nacional comparable a Grau o Bolognesi solo por aceptar el encargo en esta época, tal como han calificado ciertos articulistas ditirámbicos sino cuasi franeleros de Carranza (algunos han llevado la franela hasta hablar de “mariscales” con pintura de Napoleón incluida).
Hay cosas que son discutibles de su gestión anterior; pero se requiere en el puesto un tipo práctico y que se olvide de las “recetas de economía”. Y, como le recomendó el propio Pedro Pablo Kuczynski (un tecnócrata que aprendió que la economía requiere sobretodo sentido común más que aplicar recetas, ave raris de combinación de político y tecnócrata, posiblemente en vías de convertirse totalmente lo primero), estar abierto al diálogo. En buen romance, no amurallarse tras su oficina creyendo tener “la verdad en su libro de cocina”.

Un tecnócrata que deberá tener “muñeca” y sintonizar políticas monetarias con políticas fiscales o en otras palabras sintonizar entre el MEF y el Banco Central de Reserva, así como con sus homólogos de las otras carteras, sobretodo las sociales (Salud, Educación, Vivienda, Medio ambiente); además de conversar con todos los sectores económicos, no solo los grandes empresarios, también los pequeños e incluyendo a los siempre vapuleados trabajadores, última rueda del coche económico de este y de otros gobiernos.
Humildad, mucho humildad, virtud que se tiende a olvidar en las alturas.

Post Scriptum: Una contralora de Azángaro.- Cuando cerraba el presente artículo me informo que la aspirante a Contralora General de la República, Sra. Ingrid Suárez, habría presentado un currículo con información inexacta sobre sus estudios académicos, poco menos que profesional con título de jirón Azángaro. Es extraño que no se haya cruzado información de los aspirantes a tal delicado cargo (fiscalizar los dineros públicos), quizás predominó la buena fe de los evaluadores, pero era mejor demorarse un poco más en el proceso de evaluación y verificar si lo expresado en el currículo por el candidato se ajustaba o no a la verdad. He visto casos hasta de magistrados postulando a la Corte o Fiscalía Suprema que copian libros haciéndolos pasar como suyos, que no se verá en otros concursos. Imagínense un Contralor con “rabo de paja”, iba a estar a merced de chantajes y presiones del poder para que no lo saquen de su puesto. Lamentable por no decir otra cosa.
Eduardo Jiménez J.
ejjlaw@yahoo.es

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