Tuesday, November 17, 2009

BOLON - PAOLA VARGAS

La amplia atención mediática que ha causado el homicidio de la joven Paola Vargas por parte de un integrante de la “barra brava” del club Universitario de Deportes apodado “Bolon”, invita a reflexionar no únicamente sobre las soluciones para controlar a las “barras bravas”, o las reformas legales a los clubes deportivos convirtiéndolos en sociedades anónimas como simplistamente se ha esbozado por allí, para ya no mencionar las reiteradas declaraciones de ministros, congresistas o del propio presidente de la república –un ministro hasta sugirió que saldrían las fuerzas armadas a patrullar las calles-, sino de las razones para tan amplia cobertura mediática. Para decirlo en otros palabras, ¿habría merecido la misma atención de la prensa, radio y televisión, así como de políticos del oficialismo y la oposición, o el celo de la policía para ubicar y capturar al sospechoso si la víctima hubiese sido una humilde vendedora ambulante de rasgos andinos o una joven madre soltera de un asentamiento humano que circunstancialmente subió al microbús a vender sus caramelos?

Todos en nuestro interior sabemos que no. Sabemos que la atención mediática obedece a que la víctima pertenecía a una familia de clase media acomodada, de rasgos blancos y que por añadidura contaba con estudios en una de las universidades del medio llamadas “de prestigio”, así como trabajar en una empresa de “primer nivel”. Es decir –por ponerlo en esos términos- la joven víctima pertenecía al pequeño grupo social de los “afortunados” en este país de notables contrastes. Quizás, de haber continuado con vida, se habría convertido en una Mercedes Araoz de algún futuro gabinete o en una importante funcionaria de algún banco o AFP.

Paola era una chica angelical, pero también promesa de “las fuerzas vivas” del país, mientras que su victimario pertenece al sector “lumpen” de la sociedad peruana, de aquellos que comienzan a robar y a inhalar drogas desde niños, los sin futuro, los sicarios que matan por unos cuantos billetes, los que terminan sus días en la cárcel o el cementerio como dice el conocido bolero. “Bolon” pertenece a los “excrementos” de la sociedad, a la hez, a los desechos, a los que les espera un largo prontuario judicial por violaciones, asaltos a mano armada y homicidios.

Ese contraste evidente entre víctima y victimario es el que llama la atención de los medios, del público y de los políticos que tienen una riquísima veta para figuretear con sus pomposas y huecas declaraciones. Es el contraste perfecto entre la buena y el malo, y no dudamos que capturado “Bolon” y terminado el proceso en su contra, los jueces le impongan la más alta pena privativa de libertad, así se cerrará el círculo con “el castigo” al malvado y nosotros nos sentiremos aliviados y podremos dormir tranquilos.

Pero, vuelvo a hacer la pregunta inicial: ¿habría merecido igual atención de los medios, la justicia y el público si la víctima hubiese pertenecido al mismo grupo social que el victimario? Todos tenemos en nuestro interior la respuesta, solo que no nos atrevemos a expresarla.
Eduardo Jiménez J.
ejjlaw@yahoo.es

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