Tuesday, August 23, 2011

LOS INDIGNADOS

Observo con desconcierto que no solo aquí se cuecen habas, en Europa también. El movimiento de protesta contra “los políticos tradicionales” afecta a las democracias más asentadas, como las europeas. Los ciudadanos no se sienten representados ni por sus políticos ni por sus partidos, sean de izquierda o de derecha. Algo está fallando en la representatividad política.

Desde que se “inventó” en Occidente la democracia representativa como que se fue “profesionalizando” el oficio de ser político, es decir un ciudadano podía vivir de un cargo por elección popular, todo consistía en tener la aceptación de sus demás pares a fin de llegar al poder. De allí en adelante han trascurrido muchas crisis que incluso han cuestionado al sistema político: desde la izquierda radical como Sendero Luminoso que consideraba a la democracia representativa “el establo parlamentario” hasta el movimiento de indignación ciudadana que recorre Europa.

Pero, ¿a qué se debe?

Todo parte de la crisis financiera acaecida hace tres años, cuyos coletazos no terminan. Muchos perdieron sus viviendas por las hipotecas, otros se quedaron sin trabajo, algunos gobiernos se han visto en la necesidad imperiosa de efectuar ajustes fiscales que afectan el gasto social como lo hacíamos nosotros veinte años atrás, y muchos jóvenes bien preparados, de buenas universidades, paradójicamente no consiguen trabajo. Amén de ello, la zona euro se tambalea por algunos países miembros que se encuentran en situación delicada, los gobiernos han desembolsado sin condiciones miles de millones a los bancos en problemas financieros dizque para “rescatarlos”, mientras efectúan ajustes en los presupuestos del gasto social con préstamos condicionados draconianamente por la Unión Europea para salir de la situación de falencia en que se encuentran.

Para colmo, los mismos que causaron la crisis ahora están “timbeando” (especulando) con el riesgo de no pago de los créditos de los países con más problemas en Europa, como Grecia, cuyos papeles, a este paso, no van a servir ni como papel higiénico. Como decimos nosotros “tras cuernos, palos”.

En ese contexto, tienen mucha razón los ciudadanos para indignarse. De cierta manera están “pagando los platos rotos” por la crisis desatada debido a la irresponsabilidad de algunos banqueros y agencias de calificación de riesgo, coludidos con políticos al servicio de sus intereses. Como que se ha aplicado la ley del embudo: lo ancho para los bancos, lo angosto para los ciudadanos de a pie.

Pero, para que exista indignación tiene que existir previamente un ciudadano, no nominal sino real, que se sienta ciudadano con todos sus derechos y responsabilidades, cosa que le puede reclamar al estado por los deficientes servicios prestados.

La invención de la democracia representativa y la formación del estado moderno con una impresionante burocracia tecnocrática, trajo como consecuencia que el ciudadano tribute más a fin de costear los gastos de un estado de tal envergadura, por lo que en los países del primer mundo nadie se salva de pagar impuestos, siendo las penas por evasión y elusión tributaria muy severas, incluso hasta la privación de libertad en los casos más graves. El punto es que el ciudadano, sea de rentas pequeñas o rentas grandes, tributa, por tanto “paga” por los servicios que le ofrece el estado y la clase política. No siente que sea “asistencialismo” ni una prestación gratuita. Digamos que esta contraprestación es una suerte de “pacto social” en los países desarrollados.

Consiguientemente si el estado y la clase política no le ofrecen los servicios necesarios como acceso al empleo, o los servicios que presta son deficientes, el ciudadano tiene toda la razón de protestar. Matices más, matices menos, es lo que ha sucedido en Europa ante los drásticos ajustes que trajo la secuela de “los bonos basura”. Lo más irónico es que hasta el momento los bancos y sus representantes causantes de la crisis están libres de toda responsabilidad; es más, han recibido miles de millones de euros y dólares para su “reflotamiento” sin ninguna condición. Es decir, encima que causan la crisis, los premian.

Así cualquiera se indigna.

Posiblemente el movimiento de los indignados termine disolviéndose en el tiempo. Si las cosas se componen en Europa y vuelve a funcionar correctamente el “estado de bienestar”, el movimiento no tendrá razón de ser. Pero, si la crisis continúa, como de hecho parece suceder, significará colocar en la agenda distintos temas que hasta el momento fueron “tabú” para la escena oficial política como la reforma de la ley electoral, la trasparencia de los políticos, el problema de las hipotecas, el medio ambiente y hasta la utilización de la energía nuclear. Temas que están relacionados directamente con el ciudadano y han causado que la palabra “política” entendida en su sentido aristotélico, vuelva a cobrar actualidad. Y, como correlato, un uso más extendido de las instituciones de la democracia directa como la consulta y el referéndum; lo que no está mal, después de todo, la democracia del ágora o la democracia ateniense es mucho más antigua que la democracia representativa. Es hora que los estados democráticos y los políticos usen con más frecuencia las instituciones de la democracia directa y “no tengan temor” de consultar a los ciudadanos que, al final de cuentas, a ellos se deben.

Otra “lección” que trae este movimiento es que no se puede separar democracia de economía. Mientras el sistema económico se sustente en un capitalismo especulativo (“capitalismo de casino” como lo han denominado algunos), sin regulaciones, principios éticos y sin producir bienes o servicios tangibles para el ciudadano, va a afectar notablemente al sistema político de democracia representativa. Es cierto que es poco lo que los políticos o solo los estados nacionales pueden hacer frente a este enorme poder fáctico como es el capitalismo financiero, pero se tiene que hacer algo para establecer un marco regulatorio a fin que no afecte a las economías nacionales, ni a los ciudadanos como ocurrió en la crisis del año 2008.

A este paso, estoy inclinado a pensar que lo más sensato tres años atrás –como opinaban algunos liberales cuando fue lo de la crisis de los “bonos basura”-, era dejar quebrar a los bancos con problemas y que nazcan otros. La “destrucción creativa” del capitalismo que aludía el maestro Schumpeter.

En fin, dependerá cómo se resuelva esta crisis, cuyas repercusiones, de hecho, llegarán a nuestras costas. Espero no nos agarre desprevenidos y en vez de estar discutiendo sobre si la Constitución del 79 o la del 93, o gastando más allá de lo que la prudencia aconseja, nos “vacunemos” contra ya no el “resfrío” de Europa y Norteamérica, sino una verdadera pulmonía que se nos viene del hemisferio norte.
Eduardo Jiménez J.
ejjlaw@yahoo.es

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