Por: Eduardo Jiménez J.
ejj39@hotmail.com
Estamos a poco de
sufragar en Lima y en las regiones. De las regiones, muchas elegirán a corruptos
y oportunistas. Entre la ineficiencia y la corrupción, quizás vayan de mal en
peor, y justifiquen a aquellos que ya están clamando con disolverlas, con que
solo son una fuente de latrocinio al mejor postor. Y para completar el
panorama, por allá las diferencias políticas se zanjan matando al contrario y,
al parecer, es barato. Algo hay que hacer al respecto, porque el proceso
regional se está matando él mismo.
En la ciudad de Lima
el favorito es un alcalde seriamente cuestionado, con gente de su entera
confianza investigada por malos manejos, con megaproyectos de su anterior
gestión inflados seis veces el presupuesto inicial, con ninguna “visión” de la ciudad
de Lima a futuro, y con la mitad de los electores que votarán por él a
sabiendas que es un ladrón (“roba, pero hace obra”).
*****
Se equivocan mis
amigos de izquierda cuando polarizan la elección entre la derecha y la
izquierda, entre “el malo y la buena”. Es maniqueo y no refleja un buen
análisis. Los que van a votar a favor del “roba pero hace obra” no
necesariamente pertenecen a la DBA
(derecha bruta y achorada). Tampoco la izquierda es un “gran enemigo político” que
justifique extinguirla. Eso es victimizarse. Si no se han dado cuenta, como
fuerza política ya está extinguida hace mucho.
Es cierto que existe
cierto macartismo que explica una fobia a todo lo que provenga de izquierda;
pero de allí a autoconsiderarse una “gran fuerza política” a la que quieren
derrotar a toda costa, existe mucho trecho. Lo que puede existir más bien son
intereses creados porque las cosas en la ciudad de Lima no cambien. Eso es una
cosa muy distinta.
Los poderes fácticos
que desean mantener el statu quo van a oponerse siempre a cualquier reforma,
sea de izquierda o sea liberal; pero la fuerza electoral de la izquierda ya
pasó hace más de veinte años, cuando tenía “el cinturón rojo” alrededor de Lima
(cinturón que ahora es castañedista y fujimorista); y hoy las izquierdas,
políticamente, son “microbios” que se arriman a cualquier gobierno
aparentemente progresista. Villarán tenía un enorme reto: ser un buen gobierno
de izquierda como el del desaparecido Alfonso Barrantes. Lo intentó, pero la
valla fue muy alta para ella y su gente. Esa es la sencilla verdad.
Una sugerencia final
para mis ex compañeros de ruta: Sería bueno que de vez en cuando salgan de sus
oficinas climatizadas y de las redes sociales, y se ensucien un poco los
zapatos visitando los inmensos bolsones de pobreza que rodean la ciudad de Lima
y pregunten a la gente por qué votó a favor del candidato del “roba pero hace
obra”. No son “el electarado” que define la derecha dura, pero tampoco “los
pobrecitos ignorantes” que supone la izquierda samaritana. Se llevarán más de
una sorpresa.
*****
Difícilmente los que ya
decidieron su voto por el candidato del “roba pero hace obra” cambien de
opinión. No es cierto que solo votarán por él los necesitados, los que no les
importa de dónde vengan las obras con tal de tenerlas y no pagar por ellas. No
es sólo ese inmenso bolsón de votos de los sectores D y E que le concederán el
retorno al sillón edil. Existen muchos votantes de los sectores medios
ilustrados, con cierto grado de cultura y educación, que concientemente votarán
por dicho candidato. Es gente informada, que lee diarios “serios”, se encuentra
al tanto de las noticias y no carece de criterio propio. Tengo muchos amigos y
colegas que votarán por el “roba pero hace obra” pese a los graves cuestionamientos
que pesan contra el ex alcalde; y estoy seguro que muchos de esos amigos y
colegas no buscan un beneficio directo, algunos quizás sí, pero no son todos;
otros lo hacen por digamos “convicción” o, como diría el sicoanalista Max
Hernández en una reciente entrevista, porque a la gente no le gustan los
cambios. Quizás algo de cierto hay, el ser humano es un animal de costumbres, y
después de tantos años ya nos acostumbramos a los atropellos y muertes de las
combis, al caos del trasporte y a la
inseguridad ciudadana.
En fin, el hecho está
consumado, pero eso no significa que todo esté perdido. Pertenecemos a esa
“inmensa minoría” que sí le preocupa que regrese al poder un político
seriamente cuestionado en sus anteriores gestiones y que, de nuevo al frente de
la alcaldía de la capital, se desinterese de las reformas emprendidas para él y
su camarilla aplicar a forro el “roba pero hace obra”. Tenemos opciones, no
solo fiscalización constante desde este 1 de Enero, no bajar la guardia, como
no se bajó cuando Humala fue elegido presidente en otro contexto muy distinto.
Los reflectores deben estar constantemente sobre ellos.
No bajar la guardia
significa estar alertas, ser un ciudadano conciente de sus derechos así como de
sus deberes, estar interesado en “la cosa pública”; pero también el saber
elegir. Los que son apáticos, que no les interesa “la política”, no se quejen después
si las cosas se ponen peor. Y como la decisión de alcalde ya está tomada,
hagamos un contrabalance de poderes, elijamos –como sugiere Rosa María
Palacios- a las listas de oposición a fin que entren sus mejores cuadros y
fiscalicen. No va a entrar el candidato a alcalde, pero sí sus regidores. Es
una forma sensata de no desperdiciar el voto.
Por eso no todo está
perdido. Elijan en las listas de oposición (realmente
de oposición). Somos un tercio de ciudadanos que sí nos importa quién entre
al gobierno. Como ciudadanos y parte de esa “inmensa minoría” tenemos ese
derecho. No lo desperdicien.
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