Thursday, September 03, 2015

CUADROS JÓVENES, IDEAS VIEJAS



Por: Eduardo Jiménez J.
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       @ejj2107


Veo difícil que la izquierda logre política y electoralmente algo interesante el 2016. No es necesario ser zahorí para darse cuenta de ello. Como alguien dijo sarcásticamente, quizás sea  el 2021… o el 2026.

Si bien la consigna los viejos a la tumba, los jóvenes a la obra, ha generado un movimiento juvenil a fin de licenciar a la “vieja guardia” de la zurda, aquellos que ocuparon la escena oficial de la izquierda por cincuenta años y que fueron directos responsables de la debacle del movimiento popular socialista; de aquellos que vacilaron en desmarcarse en su debido momento de Sendero Luminoso y el terrror asesino; de los que corrieron tras los petrodólares de Hugo  Chávez, del “comandante” y el seudo “socialismo del siglo XXI”; de los que ahora callan la violación sistemática de los derechos humanos en Venezuela; lo cierto es que los cuadros jóvenes que desean reemplazar a la vieja guardia conservan las viejas ideas que dieron con el fin de la izquierda como alternativa democrática-electoral hace veinticinco años atrás.

Hasta donde conocemos, el término cuadro proviene de la terminología militar y aludía a aquellos mandos intermedios del ejército que podían movilizar tropas inmediatamente en caso de guerra. En la jerga de la izquierda la voz alude al operador político por excelencia y que en los tiempos de las catacumbas e ilegalidad de los partidos socialistas, era el mando intermedio entre la dirigencia –casi siempre en la clandestinidad- y la base partidaria.

Por consiguiente, un cuadro era alguien preparado ideológica y políticamente, con don de mando, sentido crítico, pero que acataba –cual fiel soldado- las directivas de los mandos partidarios superiores, perteneciente por convicción y fe a un partido político determinado. Y, al tomar el poder, el cuadro era pieza clave en la reforma del estado y la administración pública, por la convicción y mesianismo del trabajo realizado. No se trataba de un tipo rentado, sin fe ni convicción, como suele ocurrir actualmente en los partidos caudillistas y los partidos empresa, y que bien puede operar a favor de un partido hoy y mañana por otro. El cuadro nacía y moría en su partido.
Cuadros a ese nivel son poquísimos y algunos dicen que son una especie en extinción, lo que explica que les cueste desmarcarse del pasado. Nadie duda de la integridad moral o ética de Verónika Mendoza o Sergio Tejada; pero son cultores de las viejas ideas estatistas-autoritarias que torcieron una voluntad de cambio democrático en la izquierda peruana, de convertirla en una izquierda moderna, como las que existen en Chile o Uruguay. Parafraseando a Lenin, podríamos decir que se encuentran en una fase de infantilismo de izquierda, de puro voluntarismo más que de realismo político.

Electoralmente, así solo consiguen la adherencia y fervor del gueto, de los que sienten y viven la autocracia y el desdén de los valores democráticos. De los que ven la democracia como medio y no como fin.

Y cada vez me convenzo más que para dirigir las riendas del estado, y sobretodo de un país complicado como el nuestro, se requiere mucha experiencia; más que diplomas y doctorados de Harvard o La Sorbona, haber comenzado en los puestos más sencillos de la administración pública y conocer como es “el monstruo por dentro”; así como tener carrera por el partido que postula, haber ascendido de los puestos más bajos del escalafón hasta arriba, algo que ahora es casi imposible por la crisis de los partidos y cambios frecuentes de camiseta.  Como dirían nuestros abuelos, Verónika y Sergio están muy “pichones” para tamaña empresa.

Hay que matar al padre, es cierto (aludiendo al dictum de licenciar a la vieja dirigencia partidaria de izquierda); pero también hay que matar ciertas ideas y símbolos que no corresponden a los tiempos actuales. Necesitamos una izquierda moderna y democrática, así como una derecha liberal. Verdad de Perogrullo, pero lo evidente es que no contamos ni con la una ni con la otra.

Tal como va, difícilmente la izquierda será una alternativa política seria. Ni el 2016, ni el 2021, ni el 2026.

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