Tuesday, March 14, 2017

CON MIS HIJOS NO TE METAS

Por: Eduardo Jiménez J.
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       @ejj2107

Por el momento, el colectivo de evangélicos y católicos conservadores tienen la iniciativa en la polémica por la mal llamada “ideología de género”. Cuentan con una muy buena organización, bastante eficiente en el rol publicitario. Comenzaron con las banderolas colgadas en puentes con el eslógan “Con mis hijos no te metas”, carteles en parques y lugares públicos, continuaron con opiniones diversas en los medios y llegaron al cenit con la marcha del 4 de Marzo último, muy bien organizada.

No hay que obviar tampoco el nombre del colectivo, que hace mención a lo más sagrado que un padre o madre de familia puede defender: los hijos. Hay que reconocer que escogieron acertadamente el eslógan de batalla.

Aparte de ello, cuentan con feligreses que creen ciegamente lo que sus pastores les dicen (que la “ideología de género” fomenta la homosexualidad en las escuelas), creyentes que contribuyen financieramente a la causa con los diezmos y óvolos voluntarios; y, están alertas para defender su postura en las redes sociales. No falta allí por lo menos uno que defienda la posición del grupo.

Y si esto no fuese poco, cuentan con líderes de opinión a favor de su causa y una holgada mayoría de congresistas que los apoyan desde el poder político. No solo entre los fujimoristas, también en otras bancadas.

Más allá de quien tenga la razón (personalmente no creo que el nuevo currículo escolar fomente el homosexualismo en las escuelas), en todo movimiento, la propaganda es básica. Exteriorizar las ideas, hacerse escuchar en los medios y en la sociedad, tener efectivos grupos de presión, “loby” en el Congreso. Dicho sea, así funcionan los grupos de presión en los Estados Unidos.

Ya presentaron una acción popular contra la resolución ministerial que aprueba la currícula y se preparan a presentar una o más acciones de amparo en distintos juzgados del país, donde algún juez solícito y conservador, le dará trámite.

Si a ello sumamos un gobierno débil como el actual, que se deja acorralar fácilmente y con temor a ser “vacado” como amenazó una de las voceras del colectivo, de no acatar sus requerimientos, tendremos que muy pronto el gobierno retrocederá en los avances que traía la nueva currícula.

Por el lado de los liberales y de aquellos que defienden la “identidad de género” (vale decir lo que la persona por motivos sociales, personales o culturales se siente identificada más allá de su sexo biológico), es poco lo que tienen a su favor. La defensa de su posición es bastante inconexa y amorfa. En primer lugar, no todos salen a las calles a defender lo que creen como lo hacen los conservadores. Por lo general la defensa de los liberales se ha limitado a las redes y artículos de opinión.

Principalmente están saliendo a defender en las calles la identidad de género los grupos gays y lesbianas, así como los movimientos feministas (a los que se les descalifica como “machonas”); por lo que desde el otro lado, y con razón, van a sostener, que la defensa es porque la curricula fomenta el homosexualismo. Punto en contra para los que defienden un cambio en la educación.

Asimismo, por el lado del gobierno tenemos a una ministra de educación que se le nota acorralada, cuya defensa son apenas balbuceos. Ese es el costo que se está pagando por tener solo ministros técnicos “de lujo”, más no políticos, “que se compren el pleito”. Haciendo uso de la infeliz metáfora de PPK en los Estados Unidos: del lado de acá no necesitamos un perrito faldero y glamoroso, sino un perro chusco y agresivo.

 Faltó alguien al frente del portafolio de educación que defienda convincentemente su trabajo. Y eso solo lo puede hacer un político, no un técnico.

Pero, no todo está a favor de los evangélicos y católicos conservadores. Tienen un grave talón de Aquiles: su intolerancia. Se les nota vocingleros, prepotentes, desafiantes. Y el que osa contradecirlos inmediatamente sufre todo tipo de escarnios. La amenaza de vacar al presidente y de levantar una insurgencia si no les hacen caso es apenas un síntoma de su intolerancia, como lo es también la deplorable declaración de aquel líder de una de las principales iglesias evangélicas exhortando a sus feligreses a matar a los homosexuales.

Una de las más graves y peligrosas intolerancias es la religiosa. Cuando se cree que Dios está de un lado se pueden cometer los crímenes más execrables “en nombre de Dios”. Nosotros ya vivimos una intolerancia política en los 80 y 90 con Sendero Luminoso y sabemos a lo que se puede llegar cuando un grupo de fanáticos creen tener la verdad, sea porque citan las Obras Escogidas de Mao o citan la Biblia. Y cuando hay intolerancia, hay peligro para las libertades de los demás. Ese es su talón de Aquiles. Su fortaleza, pero también su debilidad.

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