Por: Eduardo Jiménez J.
@ejj2107
Por el momento, el colectivo de evangélicos
y católicos conservadores tienen la iniciativa en la polémica por la mal
llamada “ideología de género”. Cuentan con una muy buena organización, bastante
eficiente en el rol publicitario. Comenzaron con las banderolas colgadas en
puentes con el eslógan “Con mis hijos no te metas”, carteles en parques y
lugares públicos, continuaron con opiniones diversas en los medios y llegaron
al cenit con la marcha del 4 de Marzo último, muy bien organizada.
No hay que obviar tampoco el nombre
del colectivo, que hace mención a lo más sagrado que un padre o madre de
familia puede defender: los hijos. Hay que reconocer que escogieron
acertadamente el eslógan de batalla.
Aparte de ello, cuentan con feligreses
que creen ciegamente lo que sus pastores les dicen (que la “ideología de género”
fomenta la homosexualidad en las escuelas), creyentes que contribuyen financieramente
a la causa con los diezmos y óvolos voluntarios; y, están alertas para defender
su postura en las redes sociales. No falta allí por lo menos uno que defienda
la posición del grupo.
Y si esto no fuese poco, cuentan con líderes
de opinión a favor de su causa y una holgada mayoría de congresistas que los
apoyan desde el poder político. No solo entre los fujimoristas, también en
otras bancadas.
Más allá de quien tenga la razón
(personalmente no creo que el nuevo currículo escolar fomente el homosexualismo
en las escuelas), en todo movimiento, la propaganda es básica. Exteriorizar las
ideas, hacerse escuchar en los medios y en la sociedad, tener efectivos grupos
de presión, “loby” en el Congreso. Dicho sea, así funcionan los grupos de
presión en los Estados Unidos.
Ya presentaron una acción popular
contra la resolución ministerial que aprueba la currícula y se preparan a
presentar una o más acciones de amparo en distintos juzgados del país, donde
algún juez solícito y conservador, le dará trámite.
Si a ello sumamos un gobierno débil
como el actual, que se deja acorralar fácilmente y con temor a ser “vacado”
como amenazó una de las voceras del colectivo, de no acatar sus requerimientos,
tendremos que muy pronto el gobierno retrocederá en los avances que traía la
nueva currícula.
Por el lado de los liberales y de
aquellos que defienden la “identidad de género” (vale decir lo que la persona
por motivos sociales, personales o culturales se siente identificada más allá
de su sexo biológico), es poco lo que tienen a su favor. La defensa de su
posición es bastante inconexa y amorfa. En primer lugar, no todos salen a las
calles a defender lo que creen como lo hacen los conservadores. Por lo general
la defensa de los liberales se ha limitado a las redes y artículos de opinión.
Principalmente están saliendo a
defender en las calles la identidad de género los grupos gays y lesbianas, así
como los movimientos feministas (a los que se les descalifica como “machonas”);
por lo que desde el otro lado, y con razón, van a sostener, que la defensa es
porque la curricula fomenta el homosexualismo. Punto en contra para los que
defienden un cambio en la educación.
Asimismo, por el lado del gobierno
tenemos a una ministra de educación que se le nota acorralada, cuya defensa son
apenas balbuceos. Ese es el costo que se está pagando por tener solo ministros
técnicos “de lujo”, más no políticos, “que se compren el pleito”. Haciendo uso
de la infeliz metáfora de PPK en los Estados Unidos: del lado de acá no
necesitamos un perrito faldero y glamoroso, sino un perro chusco y agresivo.
Faltó alguien al frente del portafolio de
educación que defienda convincentemente su trabajo. Y eso solo lo puede hacer
un político, no un técnico.
Pero, no todo está a favor de los
evangélicos y católicos conservadores. Tienen un grave talón de Aquiles: su
intolerancia. Se les nota vocingleros, prepotentes, desafiantes. Y el que osa
contradecirlos inmediatamente sufre todo tipo de escarnios. La amenaza de vacar
al presidente y de levantar una insurgencia si no les hacen caso es apenas un
síntoma de su intolerancia, como lo es también la deplorable declaración de
aquel líder de una de las principales iglesias evangélicas exhortando a sus
feligreses a matar a los homosexuales.
Una de las más graves y peligrosas
intolerancias es la religiosa. Cuando se cree que Dios está de un lado se
pueden cometer los crímenes más execrables “en nombre de Dios”. Nosotros ya
vivimos una intolerancia política en los 80 y 90 con Sendero Luminoso y sabemos
a lo que se puede llegar cuando un grupo de fanáticos creen tener la verdad,
sea porque citan las Obras Escogidas de Mao o citan la Biblia. Y cuando hay
intolerancia, hay peligro para las libertades de los demás. Ese es su talón de
Aquiles. Su fortaleza, pero también su debilidad.
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