Monday, October 29, 2007

RECORDANDO A CIRO ALEGRÍA Y EL MUNDO ES ANCHO Y AJENO

Este año se han cumplido cuarenta años de la desaparición física del escritor Ciro Alegría y pareciera que la historia de la literatura no pasa por su nombre, medio eclipsado entre el indigenismo de José María Arguedas y el modernismo urbano de Mario Vargas Llosa. Sin embargo, Alegría es una figura señera de la literatura latinoamericana.

Mi primera o una de mis primeras novelas nacionales que leí fue El mundo es ancho y ajeno. Tendría unos 17 años, en quinto de secundaria. El profesor del curso de Literatura me encargó como trabajo escolar hacer un resumen de la obra. Por cierto, era un maestro bastante joven, nos llevaría a lo sumo unos diez años, más lo veíamos como un hermano mayor que brindaba consejos a unos adolescentes deseosos de conocer en un instante el mundo en toda su extensión que como un profesor propiamente. Era estudiante de Literatura y escritor a la vez, amaba las letras y ese amor por los grandes autores les contagiaba a sus alumnos, lo que a su vez indujo mi devoción a leer y leer novelas de todo tipo, afición que continuaría –con algunas pausas- hasta el presente. Fue una de esas coincidencias felices que marcan el futuro de una persona.

La novela de Alegría me la prestó un compañero de clase, en una de las ediciones que publicaba su viuda, Dora Varona, en el afán por preservar la memoria del difunto más allá de la muerte (y que a modo de recuerdo conservo todavía el ejemplar). La leí de un tirón. Me impactó desde la primera página, cuando Rosendo Maqui presagia una desgracia al ver deslizarse ágilmente una culebra, signo premonitorio de lo que vendría después. La temática social se entremezclaba con la aventura, el romance, las historias paralelas de distintos personajes; y, ese joven soñador que a los quince ya había leído La guerra de los mundos, luego 20,000 leguas de viaje submarino, y después La vuelta al mundo en 80 días, quedó encantado con la epopeya contada en El mundo es ancho y ajeno, lo que motivó que leyera las dos novelas restantes que, en los hechos, forman una trilogía: Los perros hambrientos y La serpiente de oro.

Ciro Alegría evita caer en el pastiche al plantear la denuncia de la injusticia contra el indio, combinándola hábilmente en la estructura de la novela con las historias de los personajes que van apareciendo: Benito Castro y su conciencia de reivindicación para el indio, la historia del Fiero Vásquez y del bandolero Doroteo Quispe, y por supuesto, la de Rosendo Maqui, figura emblemática, que siendo alcalde de Rumi aplica la justicia con equidad, ganándose el respeto de los comuneros.

Pero, quizás, lo que más resalta mi memoria (desde aquellos ya lejanos 17 años no la he vuelto a leer) es la historia del largo juicio de la Comunidad para exigir su derecho a las tierras frente al hacendado que se las quiere apropiar. Rosendo, irónicamente, sentencia que cuando el poderoso invoca el derecho es que algo está torcido. Inexorablemente perderán todos los procesos judiciales, en esos juicios largos, inextricables y enredados que produce la justicia cuando quiere favorecer a alguna de las partes.

De repente por su estructura, bastante clásica y lineal, sin el alambicamiento de lo que vendría después con el boom de la narrativa latinoamericana, causó, en parte, que Ciro Alegría vaya perdiendo lectores. Novela de estilo decimonónico (admiraba mucho a Balzac, aunque también se nota la influencia de Zola), puede cansar su lectura a los que no están acostumbrados a las descripciones largas, farragosas, complejas. A lo que se debe añadir el abandono de la temática social por las nuevas generaciones (“cosa de viejos”), y sobretodo de la vertiente indigenista, cayendo sus novelas en el desván del olvido y el autor en el limbo de las celebridades que se citan pero no se leen.

Por cierto, siempre me pregunté porqué llegó Alegría a un silencio casi total luego de la publicación de El mundo es ancho y ajeno. Siguió escribiendo, sí, y publicando uno que otro libro desperdigado en el tiempo, pero sin llegar jamás a esa cúspide que significó El mundo… Sólo queda la especulación para dar una respuesta. Posiblemente sintió que ya había llegado a su límite, a ese non plus ultra que los escritores de verdad reconocen en su fuero interno y ser conciente que lo publicado después no estaría a la misma altura. Con El mundo es ancho y ajeno terminado y publicado, su pathos ya estaba agotado, salvo que hubiese repetido fórmulas, lo que un escritor auténtico jamás haría.

Parece que en los años siguientes intentó buscar nuevos rumbos en la narrativa de ambiente costeño (algo similar le ocurrió a Arguedas con El zorro de arriba…). Es probable que, conociendo sus exigencias como escritor, haya sufrido un proceso de duda y decantación interna; pero, nada está dicho hasta que no se escriba la biografía que merece, desbrozando detrás de la estatua de papel que se ha erigido en torno a su figura para conocer al hombre tal como fue, en toda su complejidad y contradicciones.

Asimismo, no debe pasar inadvertido, sobretodo a los jóvenes escritores que sueñan con la fama desde la primera obra publicada, en el olvido que cayó el escritor después de muerto. En vida fue aclamado y considerado un ícono viviente, paradigma de la literatura, profesor visitante en varias universidades extranjeras, conferencista celebrado; pero, al poco de su muerte, se fue eclipsando, hasta el punto que era difícil conseguir una edición contemporánea de sus novelas en su propio país (solamente el diario El Comercio publicó, hace pocos años, una edición de bolsillo masiva de su famosa novela).

El eclipse se debió en parte al irresistible ascenso de los escritores del boom, entre ellos el celebrado y también loado en vida Mario Vargas Llosa, quienes despectivamente trataban de “provincianos” a los de la generación anterior, y en parte a que el indigenismo ya no era un tema social vigente como lo fue en la generación de José Carlos Mariátegui. Luego de la reforma agraria, las reformas militares de los años 70, la migración a las grandes ciudades, el que ahora somos mayormente un país mestizo y no indio, la posibilidad de movilidad social de las clases emergentes, causó que los temas relacionados al indigenismo pierdan vigencia. Pero, el punto es que ni Alegría ni ninguno de los verdaderos grandes piensan en escribir solo por la fama o el dinero. La fama es algo accesorio y hasta molesto para un escritor de verdad, el que escribe es porque le gusta escribir, es su pasión, no por codiciar un premio o un espacio en la prensa. Sic transit gloria mundi.

Otro detalle llamativo de atención es que ningún cineasta nacional se haya animado a adaptar al cine su más importante novela. Desconozco si es por derechos de autor (la viuda e hijos los tienen), por cuestiones de presupuesto (filmar la saga demanda una fuerte inversión) o sencillamente desaliento o trabas de alguna índole. El mundo es ancho…. es “filmable”. Como buen aficionado que ya era a las imágenes en movimiento, cuando la leí me dije esta novela es para llevarla al cine, tiene todos los ingredientes necesarios: acción, aventuras, drama y romance. Sin embargo, ningún cineasta se ha animado hasta ahora a adaptarla. Quizás hayan existido proyectos, pero ninguno se materializó.

Pese a las décadas trascurridas, aún resuena en mis oídos la inquietante oración final con que cierra su gran epopeya: Más cerca, cada vez más cerca, el estampido de los máusares continúa sonando. Pocos finales son tan impactantes como el trágico epílogo de los comuneros alzados en armas. Todavía me conmueve el recordar aquellas estremecedoras líneas con que termina.

Felizmente ya he visto en la última Feria del Libro una nueva edición de sus tres novelas, junto a El mundo…, Los perros hambrientos y La serpiente de oro. Sería bueno que también reediten sus memorias, Mucha suerte con harto palo, y su restante narrativa. Es más, hace mucho tiempo se requiere una edición crítica de sus obras completas, con estudios incluidos.

Ojalá se comience a desempolvar sus libros, que no sean solo parte del curso de Literatura que los alumnos cumplen apenas para obtener una nota, buscando el encargo escolar en google o en los libritos de resúmenes de texto, y comiencen a leerlo con el amor y devoción que lo hacíamos nosotros hace mucho tiempo y que visto a la distancia nos marcó para siempre.
Eduardo Jiménez J.
ejjlaw@yahoo.es

Saturday, October 20, 2007

LA ETERNA DERROTA DEL FÚTBOL PERUANO

El miasma, la estolidez, la mediocridad, la ineptitud, en pocas palabras, el fin de las ilusiones perdidas, representa la derrota de la selección peruana, 2-0, frente a un Chile que no tuvo que hacer mayor esfuerzo para vencer. Son las 32 batallas perdidas del fútbol peruano. Hundieron al Huáscar de nuevo, esta vez perpetrado por la dirigencia de Burga y la mediocridad entronizada en la Federación Peruana de Fútbol. Significa el triste final de una balada que sepulta la ilusión (si alguien la tuvo) de ir a un Mundial luego de cerca de treinta años.

Existe toda una generación que frisa la treintena sin conocer lo que es una selección de fútbol peruana en un mundial. Y, tal como están las cosas, es poco probable que en vida vean alguna jugando con arte y maestría en campos foráneos. Deberán contentarse con los viejos videos del mundial México 70 y “los goles de Cubillas”. Vivir del pasado, por que el presente y menos el futuro tienen alguna esperanza. Significa la frustración perpetua que acompaña a la hinchada peruana por tres décadas consecutivas. Y significa también que seguiremos viviendo los rancios mendrugos a los que nos tienen acostumbrados Burga y sus secuaces, autotitulados “dirigentes del fútbol peruano”.

Nadie quiere un cambio. Ni los futbolistas que viven de las argollas y compadrazgos, cumpliendo apenas, con la ayuda de un balón de oxígeno, para seguir jugando los noventa minutos reglamentarios (Maestri ya se va a jubilar por la ONP). Menos los que están arriba manejando los hilos de las marionetas, ni tampoco los periodistas “mermeleros”, sostenedores de los de arriba, oliendo contentos sus efluvios corporales más penetrantes a cambio de un “sencillo” y de algunas prebendas como viajecitos pagados acompañados de una anfitriona “amigable” o publicidad engañosa para el medio donde exuda sus venalidades.

El problema no es de entrenadores o de jugadores como generalmente se piensa. Ellos son apenas la punta del iceberg de la mediocridad y estulticia. El problema es estructural y requiere una reforma radical, de raíz y sin anestesia. Ya no me extrañan las expresiones de ciertos “expertos” en el fútbol que temerosos, casi asustadizos, aconsejan la protección de Burga y compañía, que las sanciones de la FIFA serán severas de tocarle apenas un pelo, que hay que continuar así nomás, que se va a hacer, el destino lo quiso. Si pues, es como sostener que a un gangrenoso no se le ampute la pierna porque puede quedar cojo. Mientras Burga y su gavilla sigan medrando de la Federación difícil que las cosas cambien. Más bien seguirán cambiando entrenadores para aparentar un cambio. Cuando el Chemo esté “quemado” frente a tantas derrotas lo reemplazarán como hicieron con Uribe (el pobre hasta ahora no se explica porqué lo sacaron si bailaba tan bien). Y después vendrá otro, de repente un extranjero que prometa el sueño de la clasificación (“vale la pena soñar”), y como unos mentecatos le creeremos a la pandilla que se dice dirigentes y así ad infinitum, hasta la náusea y el último vómito. Son los “entrenadores-fusibles”, una vez quemados, se les descarta como papel higiénico usado por Burga y su banda, colocando un nuevo rollo en el w.c. como si nada hubiera pasado. Es el gatopardismo llevado al fútbol peruano: las cosas deben cambiar para que sigan igual.

Y mientras no se den los cambios urgentes que demanda el fútbol nacional, mientras no se airee la Federación Peruana y se deje de lado el clientelismo mediocre y se mire a lo alto, al largo plazo antes que medrar con los pases de los jugadores y las prebendas de la argolla, las posibilidades para el fútbol peruano seguirán muertas y mejor sería colocar en la FPF la advertencia de Dante a la entrada del infierno: “el que entre aquí pierda toda esperanza”.
Eduardo Jiménez J.
ejjlaw@yahoo.es

Monday, October 08, 2007

A CUARENTA AÑOS DEL CHE

El ícono por excelencia del marxismo latinoamericano es y será el “Che” Guevara. Su muerte, en 1967, lo cubrió del aura romántica necesaria para convertirlo en leyenda y símbolo de los anhelos de un mundo mejor de toda una generación, traspasando fronteras, épocas y siendo parte del imaginario social más allá del contexto en que le toco vivir: los apasionantes años sesenta.

Goethe, a propósito de Napoleón, decía que uno debe morir en la edad exacta. El Che cumplió con ese cometido; cosa distinta hubiera sido de haber sobrevivido y muerto de viejo. Nadie lo recordaría. Es más, de repente –de continuar viviendo- hasta habría variado de posición política. Pero, murió en la edad exacta y con ese mito de aventurero e idealista con que remontó a la muerte. Polos, afiches y ahora películas dan cuenta del Che. El Mayo francés de 1968 lo tuvo como símbolo. Muchos no saben quien fue, pero tienen su imagen en la ropa o en su computadora. Incluso Hollywood ya se apropió de su imagen, lo cual tarde o temprano iba a suceder. El Che es “filmable”, así como lo ha sido el personaje creado en torno a Eva Perón. (Al personaje histórico se le conoce más por la ópera rock y película Evita y por la recordada canción Don’t cry for me Argentina que por los hechos propios que marcaron su vida, algo similar ha sucedido con el Che).

Una ideología, sea política o religiosa, necesita mitos, leyendas, íconos, eso fortalece a las masas, eleva su moral y fe en el sistema ideológico y cohesiona a los cuadros con una esperanza a futuro. La emoción que produce el mito y el reforzamiento doctrinal apoyado en este, es superior a mil argumentos racionales. El “hombre-mito” sirve de guía para la acción, se convierte en leyenda y es por tanto indestructible, sobretodo si ya está muerto. Un ejemplo en el ámbito religioso es Jesús, en el socialismo marxista es el Che.

Por eso, más allá de las conmemoraciones que se realizan en varios países por los cuarenta años de la muerte del Che, con Cuba, Venezuela y Bolivia a la cabeza, y de la imagen mítica que se tiene del personaje, sería bueno saber si su idealización corresponde a la realidad o es una exageración. Parece que como sucede con otros personajes de la historia, la leyenda cubre a la realidad, el mito al hombre, lo que origina más una religión laica en torno al personaje que un acercamiento crítico constructivo y desmontaje del mismo tal como fue.

¿Fue necesario el viaje a Bolivia a hacer la revolución o fue una “trampa” para deshacerse de él urdida por Fidel Castro como dicen sus detractores?

Ambas hipótesis son creíbles. A favor de la primera abona su irreprimible sed de aventura, su idealismo, y que el “foquismo” era todavía una teoría que los grupos alzados en armas pensaban se podía repetir en otros países fuera de Cuba. Por lo que no sería extraño que conociendo el carácter del Che y sus ideales socialistas, haya dejado su cómoda posición de alto funcionario del régimen cubano y se internara en la selva boliviana. El argumento en contra estriba en que el “foquismo” (iniciar la revolución en un lugar determinado y de allí irradiarlo a todo un país) ya había demostrado su fracaso en Venezuela y Perú. Entre nosotros, el poeta Javier Heraud entregó su vida en las selvas peruanas, y otros, como de la Puente y Uceda (escindido con otros jóvenes más del Partido Aprista y conformantes del APRA Rebelde) pagaron con la cárcel su alzamiento armado. Sin embargo, en los grupos intelectuales de izquierda de la América Latina de los sesenta el “foquismo” todavía era considerado viable para llegar al poder por medio de la lucha armada. Considerando esos argumentos, y que el Che posiblemente se “estaba aburriendo” detrás de un escritorio, así como que su carácter más lo inclinaba a la acción, es creíble que haya abandonado Cuba para comenzar la revolución en otros países, a semejanza de lo que hizo junto a otros jóvenes en los años cincuenta en la Cuba de Batista. La idea “de iniciar la revolución” en otras latitudes no era tan descabellada, por lo menos en el papel.

La hipótesis de la “traición” de Fidel enviándolo maquiavélicamente a las selvas bolivianas a que muera en una acción suicida, es menos sostenible debido a que no existen medios probatorios idóneos que la refuercen. En el plano hipotético es factible, si tomamos en cuenta cómo terminaron muchos de los que acompañaron a Fidel en la primera hora de la revolución. Las “purgas revolucionarias” siempre han sido bastante frecuentes para deshacerse de los rivales políticos, que son eliminados, encarcelados o desterrados. La revolución se come a sus propios hijos en las despiadadas luchas por el poder, sucedió en la revolución francesa, en la revolución rusa, en la revolución china e indudablemente también en la revolución cubana. Así que la hipótesis de “deshacerse” de un rival político incómodo tiene cierta credibilidad. El punto débil de la hipótesis está en que no existen documentos o declaraciones testimoniales altamente fiables que la refuercen y no solo las declaraciones de los anticastristas, que por su posición política no gozan de mucha credibilidad. Por ejemplo, se cita que el Partido Comunista Boliviano no lo ayudó al Che y lo dejo a su suerte, sin apoyo logístico, por lo cual –se deduce- Fidel estaría detrás de esta falta de colaboración del PC local. Los que se amparan en la nula colaboración del PC hay que tomar en cuenta que los Partidos Comunistas de la época no estaban muy convencidos con la teoría del foquismo, al pensar que no estaban dadas todavía las “condiciones” para la lucha armada, por lo que se apostaba por agudizar las “contradicciones” entre la burguesía y el proletariado que el alzamiento armado propiamente. Tampoco Heraud, ni de la Puente y Uceda recibieron ayuda del PC peruano, la lucha armada fue la decisión bastante voluntarista de un grupo de jóvenes idealistas. Por ello, va a ser necesario esperar pacientemente a que se abran los archivos en Cuba una vez muerto Fidel o derrumbado el régimen para saber la verdad y comprobar si la hipótesis de la traición tiene sustento.

Todavía falta escribir una historia objetiva sobre tan rico personaje como el Che. Habrá que esperar un poco más, por el momento solo veremos en la conmemoración de los cuarenta años de su muerte el reforzamiento del “hombre mito” para un fin político: desfiles, discursos oficiales, estatuas y toda la parafernalia que más dice de una leyenda que de un hombre de carne y hueso. Esa asignatura está pendiente por el momento, pero creo que cuando se lleve a cabo mucho del mito quedará resentido, mucho de la leyenda caerá en el olvido y surgirá el hombre desnudo tal como fue.
Eduardo Jiménez J.
ejjlaw@yahoo.es

Monday, October 01, 2007

MAJAZ

Con el “affaire” Fujimori medio que nos olvidamos de Majaz y de otros acontecimientos que, quizás, son más importantes para el desarrollo de nuestro país.

El nerviosismo causado en el gobierno y en ciertos medios de la derecha por la consulta popular originó que la noticia se “levantase” más allá de todo atisbo razonable, beneficiando a los organizadores de la consulta y al hecho mismo de esta, que de otro modo hubiera pasado más o menos desapercibido o en el mejor de los casos como noticia de segundo orden.

En primer lugar, la derecha –tan reacia a las iniciativas populares y portándose para variar en forma prepotente- exacerbó los ánimos innecesariamente a través de ciertos medios de comunicación, lo que contagió al propio Presidente de la República, tan receptivo últimamente a escuchar a los poderosos.

La argumentación esta vez fue legal. La consulta popular tenía visos de ilegalidad al efectuarse salteándose los formalismos que la ley establece, confundiendo así legalidad con legitimidad.

Es un principio reconocido en toda democracia moderna que el poder viene del pueblo. Es el tenedor del poder y por lo tanto puede consultar por cualquier tema que estime necesario e incluso revocar a las autoridades elegidas, incluyendo al propio presidente de la república que solo tiene un mandato concedido por el pueblo (recordemos que democracia, literalmente, es el gobierno del pueblo); y, si bien la consulta no era válida desde el punto de vista vinculante, sí lo era como termómetro de un sector de la población a fin de conocer lo que siente o piensa, al ser su opinión tan legítima como la de cualquier peruano.

Por otra parte, la cuestión de la minería no se puede tratar como un tema netamente técnico, frío, de solo inversión, sin involucrar directamente a los vecinos de la zona. Y ese es el problema de los que actúan como “patrones” en el Perú de hoy. Su comportamiento es el de un gamonal del siglo XIX, más que el de un empresario moderno, comportamiento muy similar al de ciertas autoridades políticas que confunden autoridad con autoritarismo.

Si se va a construir un gran complejo minero que funcionará no unos cuantos años sino décadas enteras (según declaraciones de un experto en medioambiente neutral al asunto, parece que Majaz es un proyecto que no dañará el medioambiente), se debe hacer participar a todos los vecinos directamente involucrados, con proyectos sociales viables y efectivos, donde la propia minera debe participar activamente. No se trata solo de inversión, de poner millones de dólares, sino de hacer entender a los vecinos que esa inversión será provechosa para ellos mismos. Dentro de una economía social de mercado tienen voz y participación todos los actores del proceso económico, incluyendo -en el presente caso- a los directamente implicados con la explotación minera. El diálogo antes que las poses autoritarias es básico.

La demonización de ciertas ONG’s ambientalistas y radios de “curas rojos” como cierta prensa de derecha las tildó no hizo más que exacerbar los ánimos, de por si ya alterados. Es probable que las ONG’s y las radios locales tengan su propio discurso antiglobalización y hasta pro chavista, y “jalen agua para su molino”, pero el lugareño no ha encontrado otro lugar donde ser escuchado. Si no existe un estado eficaz que llegue hasta allá, ni tampoco las mineras ni la Sociedad de Minería se han preocupado de difundir los beneficios de las inversiones, alguien ocupa ese vacío, y ese vacío hace mucho tiempo que lo han ocupado las ONG’s y los “curitas rojos”, por más que le disguste al presidente y a los poderosos.

Pero, lo más importante que trajo el “affaire” Majaz fue la consulta popular. Es un antecedente que puede ser repetido en otros lugares. Una forma de democracia directa que es necesario si queremos que el sistema funcione y se perfeccione. Es bueno debatir, es bueno que se opine y es bueno que se vea el futuro nuestro y de nuestros hijos más allá de los beneficios económicos del presente. En ese sentido Majaz es todo un precedente.
Eduardo Jiménez J.
ejjlaw@yahoo.es