Monday, February 18, 2008

EL TERCIO SUPERIOR Y CUZCO INSURGENTE

A veces se juntan varios temas en menos de una semana, lo cual demuestra que no somos un país nada aburrido y sí uno todavía algo folclórico como lo ha demostrado la reacción de nuestros hermanos cusqueños ante la ley de promoción de inversión privada en sitios históricos (que de “privatizadora” no tenía nada). No todos claro; pero existen grupos políticos que usan la misma estrategia de hace treinta, cuarenta años atrás, como si el Perú y sus gentes no hubiesen cambiado nada, con un esquema conceptual propio de los años setenta. No se quejen después que en las urnas queden huérfanos de apoyo. Los electores no son tan tontos como piensan y si ven que están matando a la gallina de los huevos de oro (el turismo), mejor le quitan el cuchillo a quien perpetra el crimen, que quedar huérfanos de ingresos, que de eso viven. La política puede matar a la economía si es usada irresponsablemente.
En fin, cuando algún día no pase nada y ni siquiera sepamos quién es el presidente de la república o de una región, cuando la población joven sea minoría y hayamos perdido el “alma” de ser peruanos para ser unos tipos fríos emocionalmente e indiferentes ante el prójimo, que planificamos nuestras vacaciones con dos años de anticipación y más puntuales que un suizo, estaremos dentro del grupo de las democracias maduras y aburridas, donde ya no pasa nada, con un nivel per capita elevado y camino a la extinción como sociedad. Felizmente esa época yo no la veré.

EL TERCIO SUPERIOR
Ha traído cola la propuesta del ejecutivo de contratar solo a profesores pertenecientes al tercio superior y no era para menos. La propuesta parece sensata. Contratar a los mejores egresados, es decir los ubicados en el llamado “tercio superior” de las universidades e institutos no está mal. Pero, la pregunta que nadie se hace por obvia es si los alumnos ubicados en dicho tercio son realmente los mejores como profesionales.
El presidente de la república dudo que haya estado en el tercio superior de estudiante. Según dicen los que lo conocieron de joven más se dedicaba al canto y la guitarra, y a dar discursos hasta a los mosquitos de la universidad que a estudiar aplicadamente los códigos y la jurisprudencia; y sin embargo como político es muy bueno (aunque los maledicientes dirán que por los resultados de su primer gobierno más bien debió estar en el tercio inferior). En todo caso, hubiera sido un buen cantante del “tercio superior”. ¿Cuántos ministros de su gabinete pertenecieron de estudiantes al tercio superior? Dudo que muchos. No hablemos ya de los congresistas, quizás más de uno pertenezca al “tercio inferior”. Pero, el asunto es más complejo que simples tercios.

La medición del tercio superior (puede ser también el quinto superior, el décimo superior, etc.) es por el promedio de notas que tiene el alumno en su desempeño estudiantil. Pero, ¿las notas reflejan realmente la capacidad de un alumno y el potencial como futuro profesional? Los que se dedican a la docencia saben que no. Las notas no reflejan que el alumno sea a futuro un buen o mal profesional o las capacidades intrínsecas para la profesión que ha abrazado, lo único que reflejan es que es un alumno aplicado, “chanconcito”, cumplidor con sus deberes y que incluso a veces puede obtener buenas notas por medios no muy santos. Y cuidado con la satanización que una parte de la opinión mediática hace. El fenómeno no se da solo en las universidades de “medio pelo” o en las nacionales como desdeñosamente se ha repetido más de una vez –curiosamente por comentaristas que estudiaron en una universidad nacional-, sino también en las autodenominadas universidades “de prestigio”. En todas partes se cuecen habas.

Así es. Las notas no dicen mucho sobre si ese alumno será un buen profesional a futuro. Conozco varios colegas que en la universidad no pasaban de regular y son excelentes profesionales; y otros que de estudiantes eran los primeros en la clase y no han pasado de una práctica mediocre. Los factores que determinarán si ese estudiante será un buen o mal profesional son más variados que las simples notas.

Esta vez tengo que darle la razón al Sutep. El gremio magisterial no es santo de mi devoción (los que lo duden pueden leer mi artículo Profesores no quieren que los ebaluen), es responsable de gran parte de culpa en la mediocridad de la calidad de enseñanza pública; pero hay que reconocer que acierta cuando señala que la norma es discriminadora.
Discriminar, según el DRAE, es excluir o dar un trato de inferioridad a una persona o un colectivo de personas. La discriminación puede ser objetiva, como es el caso de obedecer al sexo, raza, edad, idioma, etc. Es subjetiva cuando excluye en razón del pensamiento, credo religioso u opción sexual. En los concursos laborales cuando existe una barrera desde la convocatoria misma (pertenecer al tercio superior en el presente caso) se está discriminando o excluyendo desde el comienzo a un grupo de profesionales que no se encuentran en ese rango. Entonces, la otra pregunta es, si el Estado es el primero en discriminar, no habría entonces necesidad de que el propio Estado conceda la licenciatura “a nombre de la Nación” a los excluidos del tercio, ya que de nada les valdría el título otorgado, salvo para colgarlo en la pared de su casa. Mejor que les den solo a los del tercio de arriba. Y así con todas las demás profesiones. Si no lograste estar en el tercio o no estudiaste en una universidad “de prestigio”, piña, dedícate a otra cosa. Para qué gastar tinta, cartón y dinero. Ese es el mensaje implícito, no cerremos los ojos.

Pero, el problema no es tan sencillo. Cuando se trata de medir las cualidades de un profesional estamos en el campo de la “meritocracia”, pero para que exista debe ser el concurso abierto, objetivo y no discriminador; vale decir abierto a todos y estableciendo puntajes de acuerdo a su trayectoria profesional, incluyendo los estudios, notas obtenidas, etc. Ejemplo: aquel que tiene tesis publicadas o trabajos de investigación tendrá más puntaje que otro que carece de ello. O, si ya cuenta con experiencia docente, de igual manera. Pero, per se, los concursos deben ser abiertos y selectivos en el filtro que las bases del concurso y los puntajes impongan, y siempre con criterio objetivo de ponderación.

Como han opinado varios especialistas, el estar ubicado en el tercio superior debe ser apenas un “plus” para un concurso público de docentes y no el requisito sine qua non para ser contratado por el Estado, y estar enmarcado dentro de un Plan Nacional de Educación. Estamos ante otra medida aislada del gobierno, como la tan promocionada una computadora por niño. Esperemos esta vez recapacite y de marcha atrás, y deje de lado medidas efectistas que sirven políticamente solo para ganar puntos en la aceptación general –que, en aprobación, del tercio inferior no pasa hace muchos meses- y no para reformar de veras la educación, que eso es lo que falta.
Eduardo Jiménez J.
ejjlaw@yahoo.es

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