Wednesday, April 30, 2008

MONJES BUDISTAS ASESORAN EN FINANZAS

Frente a la incertidumbre de los mercados financieros, del “crack” ocasionado por las “hipotecas basura”, donde las perdidas se estiman en cientos de miles de millones de dólares (un huevo de plata con su yema y cáscara incluida), a los financistas de Wall Street y del viejo continente no les ha quedado más remedio que pedir asesoría a monjes budistas antes de invertir en un nuevo negocio.

Sí, los monjes budistas de Bhutan (ubicado en los Himalayas) están recibiendo la visita de inversionistas que premunidos de laptops, teléfonos satelitales y demás tecnología de punta, con más angustias que certezas, les consultan si la inversión que piensan realizar será rentable o se irá al tacho. Los monjes, muy serios –signo de profesionalidad- consultan un librito llamado “Mopai” para conocer la respuesta. Terminada la sesión, los consultantes depositan los “honorarios” del consultor en un vasito con un Buda. Solo aceptan dinero en efectivo, pero, vista la gran acogida que han tenido, parece que pronto las tarjetas de crédito van a entrar al pequeño reino de Bhutan (lo que no especifica la noticia es si entregan comprobante de pago y si “la consulta” es deducible de impuestos).

El hombre desde que pisó este mundo siempre ha buscado certezas y explicaciones frente a las incertidumbres que lo rodean. Es muy humano. Miles de años atrás se buscaba descifrar el destino en las estrellas o en las vísceras de los animales, ahora que el mercado no funcionó como los manuales decían, en un libro religioso; claro, para quienes pueden pagar la consulta y el viaje hasta el lejano Himalaya.
La repercusión ocasionada por las “hipotecas sub prime” (técnicamente denominadas así las “hipotecas basura”) ha sido tan amplio y fuerte que los inversionistas, generalmente tipos poco creyentes, ante la ineficacia de los asesores de cuello y corbata provenientes de las principales universidades de Europa y Estados Unidos, han tenido que volver los ojos a estos simpáticos monjes y su libro milenario.

No se si los consejos financieros darán resultado, pero por lo menos producen calma y seguridad en medio de la desazón y escepticismo generalizado. Quizás cuando pase toda esta ola de recesión e incertidumbre que ya cubre a los países desarrollados (principalmente a Estados Unidos), los ejecutivos buscarán las respuestas más en las frías cifras de los millones que en textos sagrados, pero mientras tanto seguirán yendo a consultar su destino económico en los “monjes-asesores” que premunidos de sus libritos verán llegar a hombres y mujeres de reinos muy muy lejanos, con trajes de más de tres mil dólares, camisas de seda de cuatrocientos, corbatas de trescientos, zapatos de piel de cocodrilo de quinientos, y cortes de pelo de ciento cincuenta, que con ojos azarosos y angustiados les preguntarán, cual esfinge, sobre el futuro de los mercados financieros.
Eduardo Jiménez J.
ejjlaw@yahoo.es

Wednesday, April 16, 2008

LA INFLACIÓN Y LAS TASAS DE INTERÉS

Así como las decisiones políticas afectan a la economía, cómo anda el mundo económico también repercute en los asuntos de la polis y en lo que haga o deje de hacer el gobierno y la oposición.
Un hecho bastante sensible para la mayoría de ciudadanos es el alza de los precios de los productos de primera necesidad. Inmediatamente las miradas se dirigen al gobierno, buscando un responsable de lo que está pasando, y el gobierno se siente culpable, a pesar que gran parte es “inflación importada” que escapa a nuestro control (la inflación mundial está relacionado con la subida del precio del barril de petróleo y los llamados biocombustibles, combustibles cuya materia prima son productos de consumo humano –maíz, caña de azúcar-).

Pero, como el padre, a quien los hijos le reclaman por comida a pesar que el pobre esté desempleado, igual, algo tiene que hacer “papá gobierno”, más si tiene antecedentes de infidelidad como en el primer mandato, cuando fue el directo responsable de la hiperinflación 1988-90. De allí que a hurtadillas y antes que amanezca esté comenzando a repartir alimentos en los sectores menos favorecidos.

Es curioso, pero un gobierno que se dice socialdemócrata siente vergüenza que le endilguen el epíteto de “populista” y medio avergonzado, como para que no lo vean o piensen repite actos del pasado, reparte bolsas de alimentos a la complicidad de la noche y con la ayuda de camiones portatropas del ejército. Todo “a media luz” como dice la letra del conocido tango*. De repente –pienso yo- será por que nuestro presidente ha sido elegido hombre del año por una conocida revista estadounidense de temas financieros y, con el nuevo nombramiento, “se ve feo” dicte medidas populistas como repartir alimentos entre los pobres, a la usanza de su primer gobierno, cuando se decía “anti-imperialista”.

*****

Un fantasma recorre el mundo: es el fantasma de la inflación que sacude a países ricos y países pobres por igual. Venezuela, el paradigma del “socialismo del siglo XXI””, la tiene; Chile, el país “que inició el modelo”, también; y, el Perú no podía ser la excepción.

¿Qué puede hacer el gobierno frente al panorama externo? Francamente poco.
El problema está en que si no hace nada, la economía devorará a la política. Es decir a las aspiraciones presidenciales de “pasar a la historia” (que lo veo difícil, el Larousse le dedicará de aquí a veinte años apenas dos líneas en su enciclopedia, y si no estás en el Larousse no eres nadie). Pero más grave que las veleidades del presidente por pasar a la historia es que la inflación se desboque, pase a los dos dígitos y nos devore a nosotros. Eso sí es para no dormir y tener dólares o euros bajo tú colchón, porqué los bancos de repente cierran sus puertas. Y allí sí el presidente mejor se prepara como para que el Larousse no le dedique ni un renglón de su prestigiosa enciclopedia.

El problema es que si se “dispara” la inflación afecta la gobernabilidad y azuza a la oposición que usa el fácil y eficaz expediente de echarle la culpa al gobierno de la subida de precios. Gana rédito político y el gobierno se encuentra jaqueado, frente a lo cual tratará desesperadamente de “bajar los precios”, comenzará a subsidiar alimentos directa o indirectamente y se iniciarán las protestas populares contra “el costo de vida” (sobretodo si se recorta el presupuesto en gastos sociales), y si es un gobierno con poca “muñeca política” usará el recurso de la represión contra quien proteste, con lo que la situación se empeora.

Frente a ese panorama, el gobierno tiene a la mano una salida también “represiva” en materia económica: control de precios. Pero, lo malo es que el control de precios a largo plazo conlleva más perjuicios que beneficios, generando carestía y especulación (se encuentran los productos en el mercado negro a un precio más alto) y el gobierno tiene que intervenir más y más. La experiencia la tuvimos en el primer gobierno de García y los que pasan los treinta años recuerdan los tristes resultados. Y los que no pintan canas todavía pueden mirar en el espejo del caso venezolano de control de precios que ha traído solo más inflación y carestía de los productos básicos (por cierto, la izquierda local y regional no dice mucho de este “logro” del socialismo del siglo XXI). Por desgracia, debemos otorgar la razón a los monetaristas (y eso que lo dice un keynesiano como quien escribe): No existe otra salida que una férrea disciplina fiscal y “enfriar” la economía elevando las tasas de interés y los niveles de encaje bancario, a fin de aquietar la demanda y el crédito de consumo que se ha disparado a niveles astronómicos.

Otra opción es la “disuasiva y concertada”. En estos casos, el gobierno baja aranceles (impuestos) a fin que el precio final al consumidor no suba. El estado sacrifica ingresos a fin de beneficiar al público. Otra medida es subsidiando la gasolina mediante un fondo, a fin que en el precio final tampoco pase al consumidor, en vista que la gasolina es un componente base en la estructura de muchos precios. Ambas medidas ya las ha ejecutado el gobierno. Pero como en nuestro país las empresas importadoras de alimentos son pocas, se produce el fenómeno denominado oligopolio (pocas empresas que controlan la oferta de productos básicos), teniendo el gobierno igualmente tres salidas: interviene las empresas oligopólicas, crea empresas estatales a fin de establecer una cadena paralela de producción-distribución de alimentos (bastante improbable por los “candados” constitucionales que existen) o concerta con los grupos oligopólicos. Hablando en forma realista y sensata, el gobierno tiene como más viable la última salida. Concertar con los grupos oligopólicos dominantes. Así no nos guste. Basta que negocie con el grupo Romero para lograr un efecto positivo. No es lo ideal, pero es la salida pragmática más rápida y eficaz, y cuando se trata de inflación no nos podemos andar con rodeos ni probando recetas. Además que al presidente, desde su incorporación como socio del club Regatas, le será más fácil “la llegada” a los líderes de los grupos empresariales. Suficiente con una conversación el fin de semana cuando se encuentren en el club. De repente nuestro presidente, en su infinita sabiduría y previendo lo que se venía, se hizo miembro del selecto club solo por eso; quien sabe, intrincados son los renglones de Dios.

La inflación es controlable. Dudo que lleguemos a los niveles de los años 88-90 como anunció un ex presidente a fin de ganar rédito político; pero, si llega a los dos dígitos se debe tomar medidas más severas, incluyendo la siempre desagradable intervención directa del estado en el mercado en forma temporal.

Y, por mientras, ¿qué hacemos con el dólar?
Igual que con los alimentos, el origen del problema es más externo que interno. Los avatares del pobre billete verde más están relacionados con los problemas económicos y financieros en la principal economía del mundo que por cuestiones internas. Los problemas financieros originados por las “hipotecas basura” son tan graves en Estados Unidos y Europa que incluso los bancos centrales han tenido que rescatar bancos privados para que no se produzca una crisis en cadena de todo el sistema bancario (nuestros neoliberales criollos callan en siete idiomas las intervenciones de la FED y el Banco de Inglaterra para “salvar” bancos privados). La crisis va a continuar y algunos pronostican una fuerte recesión a la vista, lo que “de taquito” nos traerá problemas a nosotros. Habrá menos demanda de afuera y se necesitará buscar otros mercados para nuestros productos, aparte del norteamericano y el europeo (de allí la reciente gira de AGP a China y “la franelada” reciente en el asunto del Tíbet), debiendo acostumbrarnos a un dólar bajo por largo tiempo y unas tasas de interés que encarecerán el crédito, y mientras tanto “aguantar” el impacto de la recesión hasta que pase, aunque no nos afectará demasiado gracias al “colchón” de reservas internacionales que tenemos (algo así como nuestros ahorros para las épocas de “vacas flacas”). Esta vez el resfrío de los grandes no nos producirá neumonía, pero sí una bronquitis si descuidamos la disciplina fiscal (Friedman de nuevo), y no colocamos nuestros productos en otros mercados, incluyendo los mercados “chiquitos”, que por ser pequeños no hay que desdeñarlos. Total, plata es plata.

Mientras tanto estimado lector(a) consuma moderadamente, no se endeude demasiado, no abuse de sus tarjetas de crédito y consuma más de lo nuestro: la rica papa, el rico camote, el rico cuy y la rica quinua, amén de una política definida en cuanto a los biocombustibles que están encareciendo los alimentos importados (trigo, maíz, soya). A la larga es un suicidio la generación de energía en base a alimentos básicos. Y no lo dicen los comunistas, ni los socialistas, ni “los perros del hortelano”. Lo dice un capitalista convicto y confeso como el presidente de la trasnacional Nestlé. Vamos a tener escasez de alimentos en el mundo que aunado a la escasez de agua por el calentamiento global, generará problemas no solo de hambruna, sino de gobernabilidad en democracia y conflictos entre las naciones en el mediano y largo plazo. Espero no verlo.
Eduardo Jiménez J.
ejjlaw@yahoo.es

*Este artículo fue escrito cuando la prensa puso al descubierto que el gobierno, ayudado con los camiones del ejército, estaba repartiendo bolsas de alimentos a altas horas de la madrugada. El gobierno adujo que era porque a esa hora encontraba a los moradores. Descubierto el reparto, no le quedó más remedio que oficializar el subsidio directo a los sectores menos favorecidos.

Wednesday, April 09, 2008

DÍA DEL ABOGADO

Voy a aprovechar la fecha para acometer algunas reflexiones sobre como anda mi oficio. Seré aguafiestas de mi propia celebración.

Generalmente en las ceremonias rituales por nuestro día tendemos a considerar como muy noble y abnegada nuestra actividad, y a nuestro ejercicio poco menos que un sacerdocio laico abocado a la justicia. Nos “golpeamos el pecho”, miramos por sobre el hombro a las demás profesiones y nos sentimos con ciertos privilegios que no poseen el común de los mortales. Si bien esa mirada narcisista nos hace sentir bien (es como mirarse al espejo y decirse que bello soy); sin embargo, externamente no nos ven así. Y la culpa no la tienen los otros. Nuestra profesión, posiblemente, es una de las más desprestigiadas junto al periodismo, a la docencia pública, al oficio de político –que casi siempre son abogados- y de juez –que siempre son abogados-, lo que está directamente relacionado con la poca confianza que inspira un “doctor”, sujeto visto como un tipo aprovechador, taimado y carente de escrúpulos. Esta percepción negativa tiene como origen la mala práctica profesional que se ha generalizado en las distintas instancias y que no es sancionada debidamente ni por los colegios profesionales ni por los órganos jurisdiccionales cuando un letrado interpone recursos temerarios, “fabrica pruebas” o miente descaradamente en el proceso.

Esa conducta no es sancionada por los jueces, pese a que en más de un caso las evidencias saltan a la vista. Será que se cumple trágicamente el dicho que “otorongo no come otorongo” o que los lobbies de antaño –conformado por abogados- han regresado de nuevo, presionando a los magistrados a fin de obtener sentencias favorables para sus patrocinados. Tanto el Poder Judicial como los propios Colegios profesionales tienen una gran responsabilidad al respecto. Mientras solo existan “apercibimientos” para mejorar la conducta del letrado incurso en faltas, apenas será un saludo a la bandera justificativo que algo se hace.

Como estatus o símbolo de ascenso social la abogacía hace mucho tiempo dejó de serlo. Más estimable y cotizable es el oficio de vedette, chófer de combi, cantante de cumbia o futbolista. La desvalorización de la profesión guarda correspondencia con la masificación de la carrera. La proliferación de facultades de derecho en todo el país, la creación de “filiales” y los “cursos a distancia” para obtener el título profesional han generado dos problemas evidentes: una excesiva oferta de abogados mal preparados y una lucrativa veta de muchas universidades sin invertir demasiado.

El primer problema (la excesiva oferta de letrados mal preparados) ha traído como consecuencia la pauperización de la profesión, la poca o nula preparación de los abogados que egresan en los últimos años, abogados que incluso están ingresando al Ministerio Público y al Poder Judicial careciendo de una base jurídica sólida (algo así como que un médico comience a operar con la sola preparación de cursos por internet), y los dedicados a patrocinar causas las pierden clamorosamente –después de haber jurado a su cliente que iban a ganar el caso-, que ante su incapacidad deciden “coimear” a fin de obtener una sentencia favorable. La mediocridad de la profesión es notoria. Algunos “doctores” no pueden redactar un simple escrito sin tener a la vista “un modelito” o plantilla que los guíe, menos redactar decentemente una demanda. Muchos colegas confunden en forma evidente los tipos de procesos, plazos e interposición de recursos, que llegan a reclamarle al juez o presentar una queja ante el órgano de control –la ignorancia es atrevida- cuando les declaran improcedente algún pedido. Y algunos abogados (y jueces también) invocan leyes derogadas, no dándose siquiera la molestia de revisar las normas publicadas en el diario oficial.

El segundo problema (proliferación de facultades de derecho) obedece a que la carrera no requiere demasiada inversión. Es de las carreras conocidas como “de tiza y saliva”, por lo que no solamente aumentaron las facultades de derecho a escala geométrica en los últimos veinticinco años, sino que las universidades comenzaron a actuar con “filiales” fuera de la jurisdicción de su sede principal, operando algunas en casi todo el país, u ofreciendo “cursos a distancia” para obtener el título profesional (como una conocida universidad que hasta orgullosa trasmite spots publicitarios de sus cursos por correspondencia).
Ese fenómeno trajo la pauperización y masificación de la profesión, lo que conllevó a su vez a la mala calidad en la enseñanza y preparación del futuro letrado. Pero, el problema no es solo de las “facultades-fábrica” –como simplistamente mi decano arguye-, sino es un problema más complejo, que incluye responsabilidades de los organismos que autorizaron la creación de estas nuevas facultades, vale decir responsabilidad del estado, y también de los colegios profesionales que admiten en el gremio abogados mediocres sin la mínima preparación (siempre y cuando paguen su derecho de ingreso).

Y no se diga que los gremios de abogados no pueden hacer nada. Para muestra un botón: los colegios profesionales pueden publicar el currículo actualizado de sus agremiados. Estudios, especialización, publicaciones, casos ganados (y perdidos también). ¿Porqué no lo hacen?, ¿porqué no publican la relación de abogados sancionados, si es que los hay?
Y, si usted no encuentra nada de eso en la web del colegio profesional donde está inscrito su abogado defensor, puede salir de la duda con un fácil recurso para darse cuenta si quien tiene delante es un buen abogado, con experiencia en el tema consultado, o se trata de un “especialista en todo” y con un título obtenido dudosamente: la tarifa por los servicios prestados. Difícilmente un buen abogado cobrará barato por sus servicios, porqué posee el know-how para resolver adecuadamente el asunto legal puesto en sus manos. Haciendo un símil es como decir hay médicos y médicos. Un médico con amplia experiencia en operaciones al corazón no cobrará “un sencillo” por sus servicios. Y recuerde también el viejo dicho: “lo barato sale caro”. He conocido casos de litigantes que por ahorrarse unos soles vieron naufragar el juicio promovido por uno de estos letrados poco escrupulosos o incluso perder su única propiedad luego de un largo proceso en el que invirtieron todos sus ahorros y desvelos.

Para solucionar el problema no bastaría con “cerrar” las facultades de derecho por diez o quince años como se ha sugerido con las facultades de educación. En principio que traería problemas legales, incluso de índole constitucional. Pero sí se puede concertar, fijar “cuotas de ingreso” entre las propias facultades. Requiere buena fe y no mirar la profesión como un negocio de los dueños de las universidades.
También requiere que el Estado –vía sus organismos competentes- regule la carrera y la admisión a esta, fijando estándares mínimos de calidad y una fiscalización activa de las universidades a fin de constatar si cumplen o no con los requisitos de una adecuada preparación para sus alumnos.
También es necesario que los colegios profesionales sancionen más severamente al abogado que tiene mala praxis profesional y se llegue a la cancelación del título en los casos más graves o cuando el abogado tenga una conducta maliciosa reiterada.
Y se requiere mayor participación de los organismos jurisdiccionales a fin de sancionar a los abogados maliciosos con prácticas “tinterillescas”. No les debe “temblar la mano” a los jueces, temerosos del chantaje con una queja ante el órgano de control si llama la atención a un abogado con praxis contraria a la ética. Sino caemos en un eterno ciclo vicioso de ocultamiento y lavada de manos.
Y también que se tome evaluaciones periódicas a todos los letrados a fin de determinar su capacidad para el desempeño profesional. Estoy seguro que muchos no pasarían el examen y se encontrarían como los profesores del magisterio público en la última prueba: más del noventa por ciento desaprobados.

En fin, requiere mayor presencia y papel activo del estado, de sus órganos jurisdiccionales, de los propios colegios profesionales y de nosotros mismos, que limpiando el estiércol y barro que cubre nuestra profesión pueda decirse con orgullo y sin las frases huecas y retóricas de ahora que ser abogado es la más noble y bella profesión.
Eduardo Jiménez J.
ejjlaw@yahoo.es

Tuesday, April 01, 2008

DIVORCIO ADMINISTRATIVO

El proyecto de ley que permite el divorcio por mutuo acuerdo –separación convencional- a través de los municipios y las notarías ha traído –como era de prever- bastante polvareda, a pesar que no se trata de un divorcio express como el que sí existe en España (impropiamente el periodismo no especializado de estas tierras le motejó un calificativo que no le corresponde). El proyecto apenas amplía la competencia de los divorcios por separación convencional a que pueda ser visto también en la administración pública (las municipalidades) o bajo la competencia de un notario, y siempre y cuando los cónyuges se encuentren de acuerdo con la tenencia de los hijos menores, el régimen de alimentos y de visitas, y la liquidación de la sociedad de gananciales. Esa modalidad de divorcio administrativo se da en otros países debido a que los cónyuges que desean divorciarse están de acuerdo en todo, así que no existe controversia, por lo que el proceso puede llevarse en sede administrativa.

Sin embargo, las voces de ciertos sectores de la Iglesia y hasta del propio decano del Colegio de Abogados de Lima se han opuesto. Comprendo la posición de mi decano, debido a que tiene que defender a su gremio (los abogados) y la puesta en ejecución del divorcio administrativo nos quitaría clientes, lo cual es cierto. Es una actitud gremialista y comprensible desde ese punto de vista. Eso sí, el costo será mayor que en el Poder Judicial, por lo menos en el caso de los notarios. Será más rápido, libre de huelgas, pero para quien pueda pagar. En cuanto a los Municipios, si bien no existe personal capacitado –salvo uno que otro municipio- se podría entrenar a abogados con experiencia en derecho familiar; pero también se debe resolver cuánto cobrarán los gobiernos locales en “derechos de trámite”. Se les puede pasar la mano. Los Municipios siempre están a la caza de ingresos y esté podría ser un filón muy importante. Sería bueno que en la propia ley se señale que el costo en los Municipios no podrá ser mayor al costo regular en la vía judicial, sino la ley apenas beneficiaría a los que posean mayores ingresos.

En cuanto a la oposición de la Iglesia es tradicional. Se opone secularmente a todo lo que signifique la disolución del vínculo matrimonial y por ende de lo que conocemos como familia tradicional, no tomando en cuenta que cuando una familia está fracturada seriamente no existe solución posible. Peor es que los hijos vean las peleas constantes de los padres o que uno le saca la vuelta al otro (y a veces los dos al mismo tiempo). Espectáculo deprimente para un menor y que repercute en toda su vida.

Es cierto que las facilidades (bastante relativas en nuestra legislación) para divorciarse ha permitido que crezca la tasa de divorcios en comparación a otras épocas cuando la institución del divorcio no existía o estaba sumamente restringida o condenada socialmente; pero oponiéndose a la medida del divorcio administrativo nada se consigue, salvo que la tasa de separaciones de hecho y hogares irregulares (convivencias de todo tipo) siga en aumento. Se confunde las causas con los efectos. La culpa de la crisis de la familia no es de la legislación divorcista sino de la misma institución familiar. Es crisis de instituciones no de legislación.

La crisis de la familia y la institución legal que le ha dado soporte por largos siglos es inoperativa en esta época. La culpa no la tienen las leyes, estas apenas tratan de dar salidas a las parejas frente a la crisis.
La crisis es más seria, más profunda y está dando lugar poco a poco a una nueva forma de entender a la familia, nueva forma que el derecho debe encauzar como las 'Living apart together' (que parece producir buenos resultados), las familias con parejas del mismo sexo, las familias reconstituidas y el divorcio express, el cual es más radical que esta tímida medida de divorcio administrativo, pero saludable en cuanto avance en nuestra anquilosada legislación en materia familiar. Esperemos que los legisladores y el presidente de la república estén a la altura de las circunstancias y no se dejen presionar por los sectores más retrógrados de nuestra todavía en algunos aspectos conservadora y pacata sociedad.
Eduardo Jiménez J.
ejjlaw@yahoo.es