Tuesday, March 17, 2009

RECORDANDO A STANLEY KUBRICK: A DIEZ AÑOS DE SU MUERTE

Stanley Kubrick fue uno de los pocos realizadores que impuso un sello especial en sus filmes y que navegó, con bastante fluidez, en distintos géneros: la ciencia ficción (“2001”, quizás su mejor película), el erótico-pasional (“Lolita”, “Ojos bien cerrados”), el bélico (“La patrulla infernal”, “Nacido para matar”), el histórico (“Espartaco”), el terror (“El resplandor”), la violencia futurista (“La naranja mecánica”), la parodia bélica (“Dr. Insólito”), o el drama histórico (“Barry Lyndon”). A cada uno le puso ese toque especial que tenía: distanciamiento de lo narrado, antihéroes que no llegan a alcanzar lo tan deseado, encontrando la muerte o la destrucción personal en su vana búsqueda, cuidadosa fotografía (cualidad proveniente de su oficio de juventud, la fotografía) y, como buen ajedrecista, la disposición “geométrica” de los cuadros escénicos, haciendo uso bastante frecuente con la cámara de “travellings” (fue uno de los pioneros de la “steadycam” precisamente en El Resplandor); así como un cada vez más cuidadoso diseño de la producción (él mismo era el productor de sus filmes) demorando años en sus últimos proyectos antes de plasmarse en la pantalla; prácticamente era el “hombre orquesta” detrás de cámara. Era muy minucioso, muy cuidadoso en sus filmes, rayano en la obsesión. Repetía la toma de una escena decenas de veces, nunca quedaba satisfecho con el trabajo final y sus rodajes duraban muchos meses (“Barry Lyndon” duró, sólo el rodaje, nueve meses); y, en la pos producción él en persona supervisaba hasta las copias de sus películas a ser exhibidas. Tampoco era un tipo al cual le gustase la publicidad, tenía algo de misántropo; de allí que no era mucho de declarar ante la prensa como otros directores, y vivía apartado en su mansión de Inglaterra, donde radicó desde los años 60 (Estados Unidos, su país de origen, no le gustaba mucho). Murió en pleno proceso de edición de su obra póstuma “Ojos bien cerrados” cuando no había llegado todavía a los 72 años.

Se ha dicho que sus películas en el fondo eran alegorías sobre el capitalismo, afirmación que Kubrick jamás desmintió, pero tampoco lo confirmó; en todo caso es una forma de verlas. Generalmente las buenas películas admiten varias lecturas y a veces ni el realizador es conciente de ello. Ahí está Espartaco, que si bien fue una película “de encargo” y a la medida de Kirk Douglas, no deja de “leerse” como la lucha de clases entre los ricos patricios y los desposeídos; o la genial sátira contra el militarismo en plena guerra fría que fue Doctor Strangelove.

A quien le guste el buen cine tiene una veta inagotable en las películas de Kubrick. Ahora, cumplidos los diez años de su partida, vale la pena verlas de nuevo.
Eduardo Jiménez J.
ejjlaw@yahoo.es

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