Thursday, January 21, 2010

CHILE: LA SEGUNDA PARTE

Si ensayamos la ucronía (aquello que pudo suceder, pero no sucedió) a las recientes elecciones presidenciales chilenas, podemos arriesgar a pensar que si en vez de Eduardo Frei el candidato de la Concertación hubiese sido Marco Enríquez-Ominami, quizás esta alianza política continuaría en el poder. Eduardo Frei (elegido “a dedo” por las cúpulas dirigenciales) no pudo competir con el carismático Piñera. La “llegada” del candidato a sus electores influye bastante en la decisión, y Frei, la verdad, más representaba el cansancio, la repetición de veinte años de gobierno demo-socialista, que una ráfaga de aire renovador, a pesar que Michelle Bachelet quiso endosarle su carisma (es el único mandatario en Sur América que deja el cargo con más de 80% de aprobación).

Pero la elección de Piñera también es signo de “liberación” del miedo a la derecha luego de la sangrienta dictadura de Pinochet. Significa “exorcizar fantasmas”, algo similar a lo que hicieron los españoles cuando eligieron a Aznar y a cuadros de la derecha española “post Franco” luego de años de gobierno socialista (igualmente fatigado en el ejercicio del poder). Eso es importante, enfrentar como sociedad un pasado traumático y signo que para las nuevas generaciones lo de Pinochet es más historia que vivencia real. Son otros tiempos y otras mentalidades, hecho que aquellos que vivieron en carne propia la dictadura obviaron en su estrategia electoral.

También significa una reflexión de la Concertación, ya fuera del poder, de lo que hizo bien (que es bastante), lo que le faltó hacer y lo que hizo mal o regular. Es sincerarse consigo mismo ahora que está lejos del gobierno, iniciar la autocrítica necesaria, “agiornarse” para seguir adelante; incluso evaluar si se mantiene la alianza centro izquierdista entre la Democracia Cristiana y el Partido Socialista, o decidir si cada uno va por caminos distintos. No solo están los reproches de la DC por “el divisionismo” de candidaturas entre los socialistas (en clara alusión a Enríquez-Ominami), sino que Piñera “jalará” por estrategia a muchos cuadros y simpatizantes del ala conservadora de los democristianos que no estaban muy de acuerdo con la continuación de la Concertación, por lo que la alianza necesariamente deberá replantearse.

Por el lado de los socialistas, se dice que preparan un regreso de la Bachelet, precisamente por su alta aprobación, otros hablan de un retorno de Ricardo Lagos, cuyo gobierno fue quizás el mejor en los veinte años de la alianza; aunque es prematuro hablar de nombres y sería bueno que comiencen a pensar en un relevo generacional que en viejos rostros, por más que acrediten una excelente performance.

A nivel internacional significa que el país con mayor estabilidad política y sólidas instituciones en la región gira a la derecha, por lo que en el Pacífico Sur, los tres países más importantes: Colombia, Perú y Chile tendrán gobiernos de centro o centro derecha, ejerciendo un contrapeso político a los países “chavistas”. Eso hará que Chávez propicie una “cuña” en Perú para las presidenciales que se vienen en nuestro país el 2011, subvencionando a un candidato nacionalista títere, sea Ollanta Humala o cualquier otro. La geopolítica se impone como juego.

En las relaciones con Estados Unidos significa una mayor coincidencia con la política externa de Washington, poniendo nuestro vecino del sur un énfasis mayor en el rol de “gendarme” en la región –a lo cual va dirigido su armamentismo-, papel que desde hace algún tiempo practica o aspira a practicar a fin de convertirse en el socio privilegiado de Norteamérica.

En el plano local, la elección de Piñera no significa que la política exterior chilena cambie con respecto a nosotros. No nos hagamos ilusiones, la política mapocha es una sola al margen del gobierno de turno. Lo que sí es probable es el mayor acento en las inversiones y lazos empresariales, apurar tratados de comercio y un pragmatismo económico que no se vea alterado por eventos políticos o judiciales, como el juicio en La Haya que correrá en paralelo y que posiblemente concluya cuando Piñera esté dejando el Palacio de la Moneda. Chile seguirá armándose y Perú deberá abrir bien los ojos, sin caer en chauvinismos pero tampoco en ingenuidades.
Eduardo Jiménez J.
ejjlaw@yahoo.es

Monday, January 18, 2010

DEVALUACIÓN CHAVISTA: LOS LÍMITES DEL MODELO

Es paradójica la situación de Venezuela: teniendo un mar de petróleo, la pobreza y la carencia de servicios básicos es notoria. O, de repente, por “la maldición” del petróleo viene todo lo demás, incluyendo el proyecto autoritario de Hugo Chávez.

La devaluación del bolívar no solo significa la necesaria liquidez a la que debe recurrir el autócrata del Caribe para afrontar un año electoral difícil, sino también los límites de su modelo, “el socialismo del siglo XXI” (que un candidato en Perú quiso emular en el 2006). La crisis económica, la crisis energética, la inflación galopante, aunado a la creciente corrupción gubernamental (con una casta de nuevos ricos denominados los “boliburgueses”), demuestra que el proyecto chavista se basa en una sola palabra: populismo, traducido en control de precios y tipo de cambio, así como subsidios económicos que le reportan una clientela política leal, cuyo interés no es que salgan de la pobreza, sino se mantengan en ella con un asistencialismo masivo, mero paliativo a su situación. Por eso los índices de pobreza en Venezuela ni siquiera se han mantenido, sino han empeorado; lo que aunado al clima político represivo a toda oposición, la delincuencia, inseguridad y violencia generalizada que se vive en las urbes, y el control de los medios de comunicación (algo que la OEA no ve tan bien como otras cosas), está generando una caldera que tarde o temprano explotará.

Y, el clima político, social y económico se seguirá enrareciendo. No es necesario ser adivino para augurar que tarde o temprano estallará en una crisis. Nosotros, en Perú, conocemos el libreto: hace veinte años atrás Alan García, en su primer gobierno, aplicó la misma receta: control de precios, “dólar MUC”, mercantilismo y corrupción generalizada, receta gracias a la cual casi desaparecemos como nación y por lo que su primer quinquenio es considerado el peor de la historia republicana o por lo menos la del siglo XX. Por eso los peruanos conocemos en carne propia como termina “la magia” del populismo ahora chavista: más pobreza, más ricos que ganan a río revuelto y más corrupción.
Eduardo Jiménez J.
ejjlaw@yahoo.es

Tuesday, January 12, 2010

CRISTINA FERNÁNDEZ CESÓ POR DECRETO AL PRESIDENTE DEL BANCO CENTRAL ARGENTINO

(Como telón de fondo el tango “Mi Buenos Aires querido” interpretado por el gran Carlitos)

Digno de “una república bananera”, la presidenta argentina Cristina Fernández de Kirchner destituyó por decreto al presidente del Banco Central argentino por negarse a entregar parte de las reservas al Ejecutivo, “préstamo” ascendente a la suma de US$ 6,500 millones de dólares para pagar deudas contraídas (eufemísticamente se le puso el nombre de “Fondo del Bicentenario para el desendeudamiento –sic- y la estabilidad”). Como si se tratase de “su chacra”, al negarse el presidente del Banco Central, Hernán Martín Pérez Redrado, a entregar la suma exigida lo destituyó “muy a su pesar”.

Las reservas monetarias de un país son como el ahorro de una familia. Imagine usted, amigo lector, comience a echar mano a sus ahorros o al “chanchito” familiar para pagar los recibos de agua, luz o teléfono, y cuando se acaben recurre a las alhajas y hasta la bacinica de plata que dejó la abuela. Algo anda mal en su economía, ¿no? Igual sucede en una nación que comienza a recurrir desesperadamente a las reservas solo para pagar deudas.

El hecho ha suscitado secuelas y roces políticos y judiciales, dado que la oposición por un lado ha encontrado un buen pretexto para atacar al oficialismo y, posiblemente, derogar el decreto en el Congreso; mientras que el destituido ex presidente recurrió al Poder Judicial interponiendo una acción de nulidad contra la norma que lo destituye por su manifiesta inconstitucionalidad, habiendo conseguido una medida cautelar a fin que quede en suspenso sus efectos hasta que se resuelva la cuestión principal; lo que motivó que el jefe del gabinete de la presidenta Kirchner califique como “payasada” la resolución admisoria de la medida y, en franca actitud prepotente e intimidatoria, típica del matón de barrio, ordene a efectivos policiales el seguimiento de la magistrada que se aboca al caso (el Jefe de Gabinete, Aníbal Fernández, es el mismo que se jactaba hace poco de dar instrucciones a la Policía Federal para desobedecer una orden impartida por un Juez Nacional).

Es cierto que los gobiernos tratan de “atar” corto a los bancos centrales a fin que no vayan en camino distinto a la política económica trazada; pero, por lo general, cuando existe una sólida institucionalidad se coordinan las políticas entre el gobierno de turno y el ente emisor en un plano horizontal, respetando la autonomía y legalidad de este último, y con un trato digno a quien lo representa. Cuando no existe esta institucionalidad o se encuentra muy deteriorada, se le trata autoritariamente, en una relación vertical de amo a sirviente, y de no ser complacido el amo propina un puntapié a quien se le oponga. Es lo que sucedió en la Argentina con la destitución al presidente del Banco Central por negarse a la entrega de parte de las reservas monetarias al gobierno de Cristina Fernández que, dicho sea de paso, hace algunos meses se apropió también del dinero de los pensionistas de las AFP, retornándolos obligatoriamente al sistema estatal.

Más allá de la anécdota política o judicial, lo sucedido en la república de Sarmiento y San Martín dice mucho de cómo se encuentra el estado de derecho por allá y de los niveles a que sigue bajando la cultura política gaucha, signo de su imparable involución. Si lo acaecido hubiese ocurrido en un típico país tercermundista autoritario (o en el Perú del primer gobierno de Alan García o el decenio de Fujimori) no llamaría tanto la atención, más allá de una escueta nota de prensa; pero, se trata de Argentina, uno de los países que a inicios del siglo XX parecía “saltar” hacia el primer mundo y que se jactaba de mirar más a Europa que a sus vecinos de Latinoamérica. No se trata de un “paísucho” cualquiera, aunque ya hace algún tiempo se comporta como tal.

Es una pena realmente. Y hechos lamentables como el comentado seguirán sucediendo en el país del sur, sea que estén los peronistas o cualquier otro grupo político, porque es parte de una involución indetenible. De seguir así, no sería extraño que de aquí a algunos años la migración entre Perú y Argentina sea al revés. Hasta hace poco tiempo, masivos grupos de connacionales iban a trabajar al país austral, generalmente en oficios como mozos, vigilantes o empleadas del hogar; y, en reciprocidad, los argentinos nos mandaban entrenadores de fútbol, “peloteros parrilleros” (como acertadamente los calificó un conocido comentarista deportivo), animadores y vedettes (o “puti vedettes” como dicen algunas tías). Tienen labia. El ser “palabreadores” es su principal fortaleza, hay que reconocerlo; pero, de empeorar las cosas por allá, no sería raro que comiencen a venir trabajadores gauchos para todo servicio, incluyendo el doméstico, y veamos en las casas a “Natachas” (como se les denomina en nuestro país a las empleadas del hogar) altas, blancas y bien plantadas, atendiendo los quehaceres domésticos o gasfiteros “palabreadores” impresionando con su labia a potenciales clientes. Como están las cosas en Argentina, no sería raro.
Eduardo Jiménez J.
ejjlaw@yahoo.es