Tuesday, January 31, 2012

EL MOVADEF

En esta cuestión de la inscripción partidaria del MOVADEF, voy a ir a contracorriente de lo “políticamente correcto”.

Recuerdo que en una ocasión similar, cuando el MRTA (Movimiento Revolucionario Túpac Amaru) quiso legalizarse como partido político escribí algo al respecto:

“El problema gira en torno a si deben o no ser admitidos en la legalidad, considerando con cautela su pedido, dados sus antecedentes. Es como si un ladrón prontuariado, una vez cumplida su condena, quisiera ser vigilante de una entidad bancaria. Quizás sus antiguos hábitos todavía hagan recelar.

“Es natural la suspicacia, pero el caso no es tanto juzgar a priori, sino que por los actos de sus propios integrantes se conocerá si existe un verdadero sinceramiento democrático. Generalmente los grupos subversivos que pasan a la legalidad atraviesan por una etapa de transición, en la cual si bien realizan una autocrítica de sus actos pasados, todavía reconocen con orgullo el fin noble de sus objetivos (una sociedad más justa). Se desprenden del pasado pero todavía no del todo. Es el caso del MRTA actualmente (y lo fue del APRA en sus orígenes). Superada esa etapa de transición, si logran desprenderse del todo de su pasado, entrarán cien por ciento en las puertas de la legalidad y el sistema democrático, lo cual puede ser coadyuvado con el ingreso de nuevos miembros que no hayan estado comprometidos con los hechos subversivos.

……

“Muchos de los miembros del Movimiento Revolucionario Túpac Amaru han purgado carcelería y están libres. Jurídicamente, como ciudadanos con sus derechos recobrados, pueden ejercer sus derechos políticos irrestrictamente, incluyendo el asociarse y decidir inscribir un partido político. Desde el punto de vista de la variedad partidaria, será una alternativa que oxigenará nuestro enrarecido y atomizado medio. Que convenza o no su programa político, que sus dirigentes sean expresión de la “conversión” democrática que manifiestan, que llegue a cuajar o no como partido político y sea representativo de la sociedad peruana, eso solo el tiempo lo dirá”.
(El MRTA quiere ser partido político, http://elobservador.perublog.net/2009/08/05/el-mrta-quiere-ser-partido-pol-tico/ y http://elobservador.perublog.net/2008/06/11/el-mrta-quiere-ser-partido-pol-tico/).

Claro, el MRTA no generó tantas resistencias en la sociedad peruana cuando intentó ingresar a la legalidad, como las generadas por Sendero Luminoso, quizás porque los tupamaros no fueron tan letales ni asesinos como los seguidores de Guzmán.

Pero, en los dos se cumplen las mismas constantes: inicialmente optaron por la violencia en la variante del terrorismo (llamada alternativamente “guerra popular”, “guerra interna”, “guerra civil”, “conflicto armado interno”), militarmente fueron derrotados, sus principales dirigentes se encuentran purgando carcelería, varios mandos medios ya se encuentran libres y tienen expeditos sus derechos, entre ellos, el formar un partido político y actuar en la escena política oficial.

El asunto con Sendero es la sinceridad en su “conversión democrática”. Todo parece indicar que no es auténtica. Tampoco se percibe la necesaria autocrítica a sus actos pasados.

Están en esa etapa de transición a que aludí con respecto al MRTA. Se quieren desprender de ese pasado, pero todavía hay resistencias internas y externas. Quizás formalmente cumplen con los requisitos legales, pero su accionar y pensamiento sigue arrastrando el lastre de las acciones cometidas.

A ello se debe sumar que, luego de la captura de Abimael Guzmán y la plana dirigente en 1992, “no hay un solo Sendero Luminoso”. A grosso modo, están los del VRAE, que se dedican más al negocio del narcotráfico y los ideales de una “sociedad nueva” les importan un comino. Y están los de acá, con un actuar más político que militar, que siguen la línea del “cese de la lucha armada” decretada desde la cárcel por Guzmán (trasformados ahora en MOVADEF), siguiendo –como ellos mismos lo han reconocido en un acto de sinceridad nada casual y bastante calculado- “el pensamiento Gonzalo”.

Para ser melodramático, diremos que todavía “su pasado los condena”.

No se si llegarán a desprenderse del todo de ese pasado. Para ello ayudaría mucho “gente nueva”, que desee integrar sus filas y que no esté asociada a esos terribles y sanguinarios actos perpetrados (aunque no soy muy optimista escuchando las declaraciones de jóvenes dirigentes del MOVADEF, más bien orgullosos de las acciones acometidas por SL).

Incluso su programa político es minimalista e inviable. Solo la amnistía para los implicados en la muerte y desolación del Perú de hace treinta años, incluyendo a Abimael Guzmán y a los mandos militares que purgan condena. La consigna es “Todos libres”.

Salvando las distancias, se parece un poco al programa que los fujimoristas plantearon en las últimas elecciones: la liberación incondicional de Alberto Fujimori. Un programa que en esencia se reducía a un solo punto.

En sinceridad, el programa político del MOVADEF es inviable y hasta utópico. Ese programa no convence como para ganar una elección. ¿Querrán de verdad eso o hay algo más? ¿Están buscando que el sistema legal “les cierre las puertas” y tener así una justificación para otras acciones legales, como acudir a la propia Corte Interamericana de Derechos Humanos, parte del “orden burgués” que tanto denigraron y menospreciaron en el pasado?

Sería buena propaganda. El mostrarse como “perseguido político” siempre reporta réditos. Pregúntenle al APRA auroral. Además, ya vemos como trata la Corte al estado peruano cada vez que es puesto en el banquillo de los acusados. (Y, como adelanto de lo que se viene, la CIDH podría considerarlos como “insurgentes”, con las implicancias jurídicas que ello significa, tal como lo ha establecido para el MRTA).

Por otra parte, sería recomendable que el estado difunda más la historia de nuestro pasado. Se, por experiencia propia, que los jóvenes no conocen muy bien los años del terror o, en el mejor de los casos, los ven dentro de una bruma lejana, referida muchas veces por sus padres. Allí tiene una gran tarea el estado. No solo por el controvertido Museo de la Memoria (cuya ejecución debe seguir), sino con políticas educativas plasmadas en los textos escolares. Y, eufemismos aparte en el contenido, debería circular una versión resumida del Informe Final de la Comisión de la Verdad. Más allá de la discusión en el número de peruanos caídos en aquellos aciagos años; lo cierto es que Sendero Luminoso tiene por lo menos 25,000 muertos en su haber (siendo modestos en la cifra). Esos hechos de nuestro pasado se deben conocer y no olvidar.

Y, en todo este jaleo, ¿dónde están los partidos políticos “democráticos”? No se nota su presencia en las universidades nacionales, nicho por excelencia de Sendero Luminoso/MOVADEF. Brillan por su ausencia el PPC, AP, la misma APRA. La “guerra ideológica” contra el MOVADEF es responsabilidad principal de los partidos políticos. Si SL ha vuelto a resurgir en las universidades públicas, entre otras razones, es por falta de oposición a sus tesis en la arena del debate político. Con una izquierda pigmea, casi fantasmal, y unos partidos de centro y derecha democrática inexistentes en el campus universitario, amén de autoridades y profesores pusilánimes, le facilitaron enormemente a las huestes de Guzmán la labor de prédica y conseguir nuevos feligreses en las generaciones jóvenes que no vivieron en carne propia el terror.

Para terminar y a modo de “moraleja”, diremos que a veces es mejor no actuar cegados por la furia. No ser “reactivos” como lo está siendo el Ejecutivo y el Congreso con un proyecto de ley para impedir la inscripción del MOVADEF. Eso lo desearían los enemigos de la democracia, que “pisemos el palito”. Es mejor actuar fría y razonadamente; aunque comprendo es difícil por la presión mediática y de la sociedad, con mayor razón si se trata del “movimiento más letal del mundo”.
Eduardo Jiménez J.
ejjlaw@yahoo.es

Wednesday, January 18, 2012

SOBRE LA REVOCATORIA: EL CASO SUSANA VILLARÁN

En el procedimiento de revocatoria del mandato de una autoridad elegida, hay que diferenciar distintos elementos y planos que se encuentran entrelazados y a veces impiden apreciar el problema en su conjunto.

En primer lugar, la iniciativa para revocar a una autoridad municipal es perfectamente legal y democrática. Se encuentra establecida en la propia Constitución Política (art. 2º, inc. 17, y art. 31º) y en la ley 26300, ley de derechos de participación y control ciudadanos, uno de cuyos derechos es precisamente la revocatoria de autoridades. Conforme a la mencionada norma, la revocatoria alcanza a los alcaldes, regidores, presidentes regionales y magistrados elegidos por elección popular, debe estar fundamentada (es decir, se debe explicar las razones que la originan), pero no requiere ser probada.

Este último extremo (la no necesidad de probanza) obedece a que la revocatoria es un derecho por medio del cual, en un contrabalance de poderes entre el pueblo y quien detenta un cargo público, el primero “le quita el mandato otorgado” a la autoridad cuestionada. Le retira la confianza que le depositó en las urnas. Puede ser por distintas razones, ello la ley no lo señala (es lo que en derecho se denomina numerus apertus). Hipotéticamente podría ser hasta porque a los ciudadanos no les gusta el color de camisas que usa el revocado. Pero, por lo general los procesos de revocatoria han obedecido a ineficiencia absoluta de la autoridad elegida y/o corrupción extrema.

Una institución distinta es la vacancia, la cual sí se encuentra establecida por causal específica en la ley (numerus clausus) y requiere necesariamente ser probada, teniendo derecho el vacado, como medios de defensa, al uso de recursos impugnatorios y a la doble instancia (que su caso sea revisado por una instancia superior, de serle desfavorable la decisión inicial). Por ejemplo, la Ley Orgánica de Municipalidades, ley 27972, en el artículo 22º establece las causales de vacancia del cargo de alcalde o regidor, y el artículo 23º el procedimiento, así como los medios de defensa a que tiene derecho el vacado.

Volviendo a la institución de la revocatoria, para la solicitud se requiere de la adherencia del veinticinco por ciento de los electores de la circunscripción electoral en la cual fue elegida la autoridad cuestionada, hasta un máximo de 400,000 firmas. Para conseguir la revocatoria es necesario la mitad más uno (mayoría absoluta) de electores.

Por la infraestructura demandada para conseguir firmas y revocar a la autoridad edil de una ciudad como Lima, no es fácil, dada la complejidad y dimensiones de la capital. Se requiere gran financiamiento económico, contratación de personal ad hoc que recabe firmas, compra del kit para la revocatoria, alquiler de locales, propaganda en los medios, etc. Tampoco es imposible.

Desde el punto de vista de las Ciencias Políticas, la revocatoria y las demás instituciones de la democracia directa son formas efectivas de “democracia subsidiaria”, es decir de apoyo a la democracia representativa. Tengamos presente que el sistema político dominante en el mundo es el de la democracia representativa, históricamente bastante “joven” (tiene algo así como 500 años de vigencia), el cual cuenta con muchas imperfecciones. Una manera de “equilibrar” un poco esas imperfecciones es recurriendo a instituciones de la llamada democracia directa, forma democrática mucho más antigua y que data de la Grecia clásica. Dentro de las instituciones de la democracia directa moderna encontramos, entre otras, al referéndum, la iniciativa para la formación de leyes, la revocatoria y ahora último la consulta previa.

Claro, como en todas las instituciones, sea de la democracia directa o representativa, los operadores políticos la pueden llevar a niveles de distorsión extrema cuando usan y abusan de estas deviniendo, en especial las instituciones de la democracia directa, en lo que se conoce como “democracia plebiscitaria”: el uso recurrente del mandatario de consultas al pueblo a fin de ganar legitimidad y buscar perpetuarse en el poder. En la actualidad es el caso de las “repúblicas chavistas”, donde el mandatario conocedor que ganará la consulta, la promueve (ejemplo: promueve, en un momento que la aprobación ciudadana lo favorece, “la reforma constitucional” para reelegirse en forma indefinida). Es una variante del viejo argumento “la voz del pueblo es la voz de Dios”.

No obstante los excesos que pueden producirse, la eliminación de las instituciones de democracia directa y, en especial, de la revocatoria, no es la solución. Se dice que es usada como “cargamontón político” por los que perdieron la elección contra el alcalde o presidente regional en ejercicio. Otros, creyendo haber descubierto la pólvora, sostienen que es un mecanismo ajeno a la democracia representativa. (Obvio, como que pertenece más bien a la democracia directa). Lo cierto es que los argumentos de quienes sostienen la eliminación de la institución son bastante débiles. Con la misma lógica podríamos argumentar que también se elimine la elección directa para el cargo de presidente de la república y congresistas, en vista que existen manipuladores y demagogos que distorsionan el voto popular y por eso tenemos congresistas y hasta presidentes francamente impresentables. El asunto va más por perfeccionar la revocatoria que eliminarla.

En Perú, el derecho de este ejercicio ciudadano tiene un amplio expertise, sobretodo contra autoridades municipales. No es nuevo; lo que sucede es que por vez primera acontece con el alcalde nada menos que de la capital. Ya no es una lejana provincia con escasos electores, sino la misma ciudad de Lima.

En el caso concreto de Susana Villarán, el argumento esgrimido por quienes promueven su revocatoria es la ineficiencia de la alcaldesa. No dicen que sea corrupta, ni existen indicios serios de corrupción en su entorno. Sus detractores no denuncian que existan casos tipo Comunicore o de la “vía expresa” en la avenida Faucett, como fueron notorios en gobiernos edilicios pasados tanto de Lima metropolitana como de la provincia constitucional del Callao. Se circunscriben más bien a la ineficiencia y para ello exhiben como “pruebas” desde el vano intento de poner orden en el tránsito de Lima y renovar la flota de transporte público, pasando por iniciativas infelices como la “zona rosa”, el nombramiento en un cargo importante del municipio sin contar con méritos propios de la hija de un conocido congresista de izquierda, hasta la arena que se la llevó el mar en la playa La Herradura.

Si efectuamos un juicio desapasionado del primer año de Villarán, su gestión ha sido regular y libre de sonados casos de corrupción (lo que ya es mucho decir en gobiernos peruanos de distinto tipo, color y tamaño). Es cierto que su equipo de trabajo “no ha prendido fuego”. Con experiencia más a nivel de ONGs y consultorías, difícilmente han podido manejar las riendas de un gobierno tan complejo como el limeño. A ello hay que sumar el muy posible “sabotaje” que la oposición a su gestión (y que aspira a reemplazarla en una eventual revocatoria, no seamos ingenuos) esté haciendo al interior del propio municipio.

De atenernos a los cálculos de tiempo que conlleva este proceso, en el mejor de los casos la consulta ciudadana sería para el segundo semestre del año y de ser positiva recién en el subsiguiente (2013) se podría convocar a una nueva elección para alcalde provincial, completando Villarán de esta manera casi tres de los cuatros años de su mandato como alcaldesa; pero con un déficit serio: ya no tendría iniciativa para las acciones de mejoramiento de la ciudad. Sufriría un proceso de desgaste y paralización que le impediría cualquier iniciativa, contentándose apenas con administrar Lima “tal como está”, con perjuicio obviamente para todos los vecinos.

El otro escenario sería que los promotores de la revocatoria no consigan las firmas necesarias o de conseguirlas no ganen la consulta, dado que se requiere mayoría absoluta de toda la población electoral limeña, algo sumamente difícil. Si fuese así, Villarán sería ratificada y saldría fortalecida políticamente. Un tanto maltrecha, pero fortalecida.

Por otra parte, quizás el descontento que con respecto a su gestión se percibe en el ambiente, como lo demuestran los sondeos que se han realizado, obedece a las grandes expectativas que generó su candidatura. No es solamente “cuatro loquitos conspiradores ayudados por la prensa más reaccionaria” los que están detrás (incluyendo, al parecer, a dos ex alcaldes perdedores en las elecciones pasadas y que desean afanosamente regresar a sus cargos ediles). Si fuese así, jamás prosperaría la revocatoria, por más ayuda financiera y mediática que tuviese.

No es solamente una campaña de desprestigio la que explica su baja aceptación edilicia, existe una base social de descontento hacia la gestión de Villarán y creo que esa base se explica por las grandes expectativas generadas y no cumplidas. Se “respiraba” la esperanza que con ella (luego de subir a los primeros puestos en las elecciones municipales pasadas por tacha de uno de los principales candidatos) podía generarse “un gran cambio” en Lima, acompañado de una gestión más trasparente y “sana”. Salvo lo último, eso no sucedió. Más quedó en promesa que en realidad.

A lo que se debe sumar que la alcaldesa “no ha sintonizado” con sus vecinos. La “sintonía” es más intuitiva, obedece al “olfato político” de la autoridad elegida, algo de lo que Villarán al parecer carece. Puede tener buenas intenciones, pero le falta “olfato político”. De allí sus reiteradas “metidas de pata”.

Susana Villarán tenía un gran reto cuando salió elegida: estar a la altura del cargo conferido. No solo porque era la primera mujer elegida como alcaldesa de la capital por elección popular; sino –y más importante- debido a que por segunda vez, luego de más de veinticinco años, la izquierda regresaba al municipio de Lima, desde que en 1983 el desparecido Alfonso Barrantes ganase la alcaldía al frente del conglomerado Izquierda Unida. Era un gran reto que, en honor a la verdad, Villarán no ha sabido estar a la justa medida. Ni ella ni su equipo. Lo más sensato es que termine su periodo edil, que lo termine bien de ser posible, luego haga sus maletas y se vaya.

Tal como están las cosas no creo que piense en la reelección, porque en esa empresa los dioses no la van a acompañar y va a tener muchas fuerzas en contra. Como dijo un analista político, en estos difíciles meses que se le vienen a Villarán, la mejor actitud que puede tener es seguir trabajando como si el proceso de revocatoria no existiese. Y, yo añadiría, ojalá atine mejor en las propuestas que realiza.
Eduardo Jiménez J.
ejjlaw@yahoo.es

Tuesday, January 10, 2012

ITALIANO PARA PRINCIPIANTES

Y terminé el curso básico de italiano¡¡¡ Inimaginable tres meses atrás, cuando me enfrasqué en la azarosa aventura de estudiar cinco ciclos consecutivos de italiano en la modalidad presencial y de forma superintensiva, sin respiro, todos los días, a razón de tres horas por día, de lunes a viernes, en el peor horario para aprender cualquier cosa: la tarde, cuando el alumno (y el profesor también) se encuentran en plena digestión del almuerzo, con la molicie del cansancio matutino y la tentación de una “siestecita” reparadora casi casi imposible de resistir.

Pero lo hice. Bueno, fue más motivado por una necesidad. Para optar el grado de magíster es necesario, entre otros requisitos, conocer un idioma extranjero. Y eso era lo único que me faltaba para que me declaren “expedito” y poder solicitar fecha para la sustentación de mi tesis (que, sinceramente, no es nada del otro mundo).

Ya el año anterior había comenzado a estudiar el curso los fines de semana; pero, los azares de esos meses impidieron que lo acabe. Uno, porque la universidad entró en receso por reorganización (es una universidad estatal donde llevé la maestría), en vista que al Rector saliente le gustó tanto el cargo que no quería convocar elecciones para elegir a su sucesor. Dos, en la U donde laboro (esta sí particular, con clases todos los días, incluyendo sábados, domingos y feriados), en esa época estaba a tiempo completo, tan completo que no me alcanzaba tiempo ni para gozar del padecimiento de mi alergia, que se volvió bastante recurrente (para saber de qué hablo, léase mi crónica anterior titulada Un resfrío). Tres, y no menos importante, porque desaprobé el segundo ciclo con diez. Una humillación para mí, una suerte de derrota personal.

Honestamente ese segundo ciclo del año anterior no había estudiado lo suficiente y había faltado con bastante frecuencia a clases; y, si bien, estuve tentado a usar una vieja táctica de los alumnos más despiadados y sin escrúpulos: “empapelar” al profesor para presionarlo y me apruebe, una vez tranquilizado, respiré hondo, reflexioné y acepté la derrota. Solo me quedaba “sacarme la espina”. Pensé en dar un examen de suficiencia, pero era arriesgar el todo por el todo, y más aún cuando en un anterior examen de clasificación me habían regresionado sin asco al I Ciclo.

Como en toda guerra que quieres ganar, el asunto era cómo, cuando y dónde presentarse a dar la batalla.

Pero, los dioses jugaron a mi favor. Felizmente, después de mucho tiempo, en el segundo semestre del año que terminó (2011) no enseñaba ni en la tarde (salvo los jueves) ni en la noche, por lo que tenía libre para estudiar el idioma, como iniciar mi doctorado que, por razones laborales, lo tenía un tanto postergado. Así que hice “de tripas, corazón” y me matriculé en el dichoso curso.

Recuerdo que el 29 de Setiembre era la primera clase. Ese día no pude asistir ya que era jueves y dictaba en la U, así que me presenté al día siguiente, el 30. Encontré cerrado el local, creo que por elecciones internas en la universidad o algo parecido. Mal presagio me dije. Me di media vuelta y me regresé a casa.

Volví el lunes siguiente, poco antes de las tres, para saber qué se había hecho. Felizmente encontré abierto el instituto de idiomas. Pregunté en administración dónde se encontraba mi aula y me dirigí presto.

Siempre hay un temor inicial a lo nuevo y cuando se trata de enseñanza, al profesor que te va a tocar, que ruegas al cielo sea bueno, más tratándose de un idioma extraño. El segundo es a tus compañeros de aula, con los cuales vas a convivir un período de tiempo.

El primer temor se desvaneció casi al instante. De nuevo los dioses me favorecieron y tuvimos un buen profesor, con estrategias didácticas que hacían entretenida su clase, pese al horario y, mejor aún, se aprendía jugando. Eso nos ayudó enormemente a fin de asimilar los rudimentos de una lengua distinta a la materna que, en el caso del italiano, uno cree que es fácil por la pronunciación (razón por la cual muchos, entre ellos yo, lo eligen como “idioma extranjero” para los trámites curriculares), pero su gramática es tan complicada y enredada como la del español, y si no dominas medianamente tú “idioma mamado”, mucho más difícil será dominar una lengua diferente. La verdad es un idioma que no se termina de aprender, pero si uno le agarra el gusto y las ganas, puede continuar. Y eso fue lo que pasó gracias al profesor que nos tocó en suerte. No hacía pesada la enseñanza, sino todo lo contrario, tomándole cariño a esta cálida lengua mediterránea.

El segundo temor, por arte de magia, también se desvaneció casi enseguida de haber pisado por vez primera el aula de clases. Si bien éramos un grupo bastante heterogéneo en edad y en profesiones: alumnos que iban desde los veintitantos hasta cincuentones y sesentones; así como procedentes de distintas profesiones (desde ingenieros renegados de las letras hasta educadores, sociólogos y abogados renegados de las matemáticas), y con diferentes proyectos de vida (estaban los muchachos que recién empiezan su vida profesional hasta aquellos, como yo, que la tienen bastante avanzada), pudimos convivir todos y hasta desarrollar nuevas amistades “intergeneracionales”. Fue divertida esa convivencia.

Las prácticas son esenciales para aprender un idioma nuevo, para ello es importante con quién puedes practicar. Y, por tercera vez me favorecieron los dioses. Me tocó de compañero para las prácticas un médico que, al igual que este servidor, estaba urgido de obtener el grado pero, a diferencia mía, con gran habilidad para conocer otras lenguas. Sabe el francés, el inglés, un poco de portugués, y ahora la lengua de Manzoni. Hicimos “química” desde la primera clase y a él le preguntaba cuando tenía alguna duda. Igual sucedió con otra compañera, educadora ella, con la cual armamos los equipos de trabajo para las actividades grupales. Recuerdo que la actividad final fue cantar una canción en italiano delante de todos. Elegimos una de Ricos y Pobres “Será porque te amo”, con un quinteto de voces: dos mujeres y tres hombres. (Io canto al ritmo dolce tuo/respiro/ è primavera/sará perché ti amo).

En lo que respecta a mí puedo decir, en honor a la verdad, que el mundo del canto no ha perdido mucho con mi participación. Fue “mi debut y despedida” de las tablas.

Felizmente mi compañera de grupo, la educadora, era bastante responsable y prácticamente tuvo en sus manos la organización de la actividad, incluyendo las coreografías que debíamos hacer “en el escenario”. Gracias a ella pudimos salir airosos de los trabajos en equipo, en una época complicada para mí entre exámenes finales y presentación de trabajos en el doctorado, presentación de monografías de fin de año en un diplomado sobre docencia universitaria que estoy llevando, exámenes finales y cierre de actas en la U donde laboro, así como la redacción final de mi tesis para la maestría, amén de los artículos para El Observador y Lagartocine. Vivía con el tiempo al milímetro, estresado, con la adrenalina al máximo, bastante tenso, pero cumplí con todo, incluyendo el curso de italiano, obteniendo 16 en el examen final. Me “saqué el clavo”.

La pasamos bien y ese curso de cerca de tres meses terminó, como no podía ser de otra manera, con una cena en un restaurante italiano: “Il buon mangiare”. Cena no exenta de emotivos discursos como el de mi compañera de estudios que, como buena educadora, aconsejó a los más jóvenes, con útiles lecciones de vida. O la “revelación pública” de la parejita de jóvenes estudiantes que deciden unir sus vidas en matrimonio para compartirla “hasta que la muerte los separe”. Es hermoso ver como los sueños se nutren de vida. Me hizo recordar mi “juventud biológica”.

Espero también se cumpla el sueño de nuestro querido maestro de regresar algún día a Italia, luego de una ausencia bastante prolongada, de más de quince años. Los trabajos como profesor de idiomas, los asuntos domésticos cotidianos y las tribulaciones de la vida, muchas veces se lo impiden. Yo se en carne propia como es eso. El profesor realmente no tiene “vacaciones fijas” porque te pueden llamar inesperadamente para un curso de verano y te arruinan los planes de ir a la playa con tú familia por una temporada; o también cuando tenías proyectado hacer un viaje o unos estudios, te proponen enseñar en un horario que “choca” con tus proyectos más personales, los que debes postergar una vez más, debiendo muchas veces aceptar las propuestas de enseñanza solo por razones de sustento económico.

Haciendo una analogía podemos decir que con el italiano fue como en esos matrimonios por interés. Te casas sin amor (en el caso por creer que es un idioma fácil), pero en el camino le vas tomando cariño y descubres, como en la mujer con la cual te has casado sin amarla, que es hermosa y tiene otras cualidades más allá de lo crematístico. Tan hermosa que el Dante la eligió como lengua (y no el latín, como era usual en aquella época) para escribir su “Divina Comedia”.

En fin, no me arrepiento de haber llevado el curso de “italiano para principiantes”. Tanto por las amistades hechas como por las entretenidas clases. Solo espero que se cumplan los buenos deseos de mis queridos compañeros, que sus sueños se cristalicen. Total, el ser humano es eso: un ser que vive de sueños, mirando siempre al futuro. O, como diría Woody Allen en una de sus últimas películas, un ser que no solo vive de realidad, sino también de ilusiones.
Eduardo Jiménez J.
ejjlaw@yahoo.es