Monday, May 13, 2013

ASU MARE O EL INTENTO DE HACER CINE COMERCIAL EN EL PERÚ


El éxito obtenido por el filme peruano Asu mare ha permitido retomar la vieja polémica entre liberales y proteccionistas sobre la mejor forma de ayudar a que se consolide y despegue el cine peruano.

Los primeros sostienen que debe ser el mercado el que -a través de su “mano invisible”- determine que películas se deben hacer y ver, y cuáles no, sin necesidad de la intervención estatal vía premios o subsidios a proyectos de filmes nacionales, exhibiendo como el ejemplo por antonomasia el filme Asu mare, con más de dos millones de espectadores en las primeras semanas de su proyección, habiendo destronado nada menos que a temidos blockbusters como La era del hielo.

Los segundos, en cambio, creen que el estado de todas maneras debe intervenir dado que existen filmes cuya temática o estilo no se condice con un público mayoritario, por lo que de no existir apoyo estatal difícilmente se podrían realizar. Sustentan fácticamente su posición en los diversos premios obtenidos en el extranjero por películas peruanas cuya convocatoria de público no necesariamente es amplia.

De cierta manera, esta vieja polémica se puede reducir a que los librecambistas afirman que para hacer películas rating manda, mientras los segundos sostienen incentivos estatales primero. No es necesario ser demasiado zahorí para saber cómo quedó la televisión nacional de señal abierta que abrazó ardorosamente el dictum rating manda. Algo similar pasaría con el cine. Tendríamos un espectro de comedias chabacanas, calatas por doquier o dramones insufribles. Pero los proteccionistas que llevan al extremo su posición igualmente se confunden con el mercantilismo llano y puro, con una suerte de lobismo cultural donde un pequeño y cerrado grupo de elegidos determinaría vía premios, cuotas de pantalla, subsidios estatales y otras sinecuras adicionales sufragadas con dinero de todos nosotros qué películas merecen apoyo del gobierno y qué películas no, teniendo a “papá Estado” como el garante que evite la competencia de fuera. Esta posición llevada a la radicalidad también nos traería perjuicio.

En principio que el éxito de Asu mare es atípico, por lo que no se presta a ser un ejemplo emblemático de la producción del cine nacional. Su éxito se debe a causas extraordinarias como el carisma del actor principal, el ser este ampliamente conocido y el costumbrismo limeño reflejado en el écran. Es más, hasta donde sabemos, los productores hicieron un trabajo previo de marketing a fin de asegurar la concurrencia a las salas. Es muy difícil que ese mismo éxito se repita en otras cintas peruanas por más que intenten ser comerciales, como ya ha sucedido en el pasado. (O lo que es peor: copien el estilo y la temática de Asu mare).

Incluso su temática explica gran parte del éxito obtenido, al tocar el delicado tema de la mujer sola que debe sacar adelante un hogar, hecho muy evidente de nuestra realidad y que, estoy seguro, ha tocado las fibras íntimas de más de un espectador. Si bien la madre soltera es más evidente en los sectores populares, se repite también en las otras capas sociales. El tomar a broma hechos que son de naturaleza dramática como que produce una catarsis colectiva. Luego de visionar la película el espectador se siente más aliviado de una carga emotiva que lleva muy adentro. Y si la madre del protagonista es el objeto de sus bromas, es también un homenaje indirecto a quien lo ayudó a formarse como hombre, quizás con mano de hierro como lo cuenta, pero necesaria al fin y al cabo.

Con el fenómeno de Asu mare bien se aplica el adagio una golondrina no hace el verano. No obstante, su producción puede servir de inspiración para otras películas nacionales que intenten apostar por el cine comercial. Un estudio previo de marketing, un buen guión, el contar con estrellas conocidas en el medio o no descuidar la labor técnica-profesional son elementos indispensables. Lo ideal sería que se replique su éxito a fin de consolidar una industria nacional del cine con mayor producción de filmes que los seis u ocho al año que se ruedan usualmente y que -como señalamos en otro artículo- permitiría continuidad y ejercicio en el oficio, así como fuentes de trabajo estables, con personas que se podrían dedicar íntegramente al cine.

Pero, para que exista un mercado del cine peruano requiere de la presencia del estado. Nos guste o no, la mano del mercado por si sola no va a consolidar un cine nacional; hacen falta políticas culturales claras y precisas, voluntad política e incentivos llevados con prudencia y efectividad, por lo menos en los inicios, así como apoyar “el otro cine”, el que no congrega grandes multitudes pero que es parte de nuestra realidad.
Eduardo Jiménez J.

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