Friday, August 26, 2016

LA POBREZA EN VENEZUELA

Por: Eduardo Jiménez J.
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Cuando hace poco más de diez años perdí a mis últimos amigos de izquierda en el “debate” de si el populismo practicado por Hugo Chávez (en su cenit en ese momento) era el socialismo del siglo XXI, una suerte de Lenin tercermundista, y si el “comandante” Humala (como lo solían llamar) era el fiel heraldo de esa buena nueva que se esparciría como reguero de pólvora por todo el continente. Medio en serio, medio en broma, les decía que esperemos unos veinte años (nada en la historia) para ver quién tenía razón y si iba a perdurar para aquel tiempo el “socialismo chavista” o la Alianza del Pacífico, recién en sus años de creación.

Nunca pensé que el descalabro del “socialismo del siglo XXI” iba a ser tan pronto y de esa magnitud. Un país rico en petróleo pasando hambre, sin medicinas, sin servicios básicos, con  una violencia extrema que ha convertido a la ciudad de Caracas en un lugar peligroso para vivir, y un gobierno que ha devenido de autocrático a tirano.

Claro que de socialismo no tenía nada como les explicaba a mis ex compañeros de ruta. Era solo populismo, uno de los tantos que se han practicado en el contienente, con mayor o menor fortuna. Repartición de dádivas desde el estado, personificado en Chávez, y en paralelo debilitamiento de los partidos políticos considerados “traidores” al pueblo. Como les explicaba también, Chávez aprendió muy bien el manejo autocrático de las riendas del estado del mismo Fujimori. Su gobierno fue inspiración del peruano, solo que con un sesgo de “izquierda continental” y un discurso ideológico “incendiario” contra los Estados Unidos.

A diferencia de los populismos de Perón en Argentina o Velasco en Perú (los otros dos populismos más notorios del siglo XX), el populismo chavista se sustentó en la región gracias al precio del petróleo, en una suerte de nacionalismo panlatinoamericano, formando así una coalición de gobiernos amigos desde aquellos de izquierda moderada como el Brasil de Lula, la Argentina de los Kirchner o el Uruguay del Frente Amplio, hasta los más incondicionales como Bolivia, Ecuador, Nicaragua o Cuba; así como la creación o penetración de organismos internacionales para tener presencia política externa como fueron el Alba o el Mercosur. El modelo político entró en crisis cuando el recurso de la renta petrolera bajó a niveles alarmantes, incluso para mantener los programas sociales y precios subsidiados en la misma Venezuela.

En este contexto, la “ideología chavista” ha sido poco analizada. Curiosamente tanto Chávez, como Perón y Velasco, pertenecieron al ejército de sus respectivos países. Cada uno con cierta idea del desarrollo y extremadamente politizados, y que entran en la escena política cuando los civiles se muestran incapaces de resolver los problemas sociales. De allí que aparecen como “salvadores de la patria” y su impronta o legado queda más allá de su existencia física. En el caso del justicialismo argentino todavía sobrevive a nivel político y se recuerda a Perón como uno de los más grandes presidentes, el velasquismo es más una presencia ideológica y su herencia social en el Perú emergente no admite dudas, y en el caso del chavismo es bastante seguro que sobrevivirá a pesar que eventualmente ya no sean gobierno. Hay penetrado fibras muy sensibles de la sociedad venezolana como para desaparecer fácilmente.

En Venezuela se está cumpliendo con furia la “maldición de los recursos naturales”, es decir aquellos países que viven solo de los recursos que la naturaleza proporcionó y no se esmeran por crear productos elaborados. Esto no es broma: hasta el pan importaban de Miami y los más exquisitos compraban aire en lata de los alpes suizos. El rentismo genera un gobierno y un pueblo dependientes y poco creativos; y las rentas traen corrupción. Primero con los gobiernos democráticos de Venezuela que terminaron sepultados en el descrédito y ahora con el chavismo, que parece como gobierno terminará igual.

Por la vocación megalómana de Chávez, gran parte de ese dinero se fue en las “ayudas” a gobiernos amigos y comprar así lealtades en el escenario internacional. Otro tanto en financiar elecciones de protegidos afines (fue el caso de Humala en el 2006). Ahora que el dinero escasea, muchos de esos gobiernos que se beneficiaron del petróleo chavista, ya con administraciones de otro sesgo, le dan la espalda a Venezuela, por lo que internacionalmente está más aislada.

Aunque todavía no se puede decir que es el fin del chavismo. Lo que la historia nos enseña es que gobiernos autoritarios pueden perdurar en el poder si logran superar o resistir las crisis. Como es necesario “maquillar” los actos de estado con gestos democráticos, recurren a vaciar de contenido las instituciones, “le sacan la vuelta” a las leyes que ellos mismos promulgaron, colocan gente de su confianza en los puestos claves del estado, hacen remedos de elecciones cada cierto tiempo, y recurren a la entrega de prebendas a sectores sociales para así mantener leal a la sociedad. Fue lo practicado en el gobierno de Fujimori de los noventa, en la Rusia de Putín o la Venezuela de Chávez y Maduro.

Cuando definitivamente caiga el gobierno chavista (que algún día va a caer, eso también lo enseña la historia) y se reinstaure la democracia, se podrá estimar los miles de millones de dólares que solo en corrupción se apropiaron del erario público. Haciendo un estimado comparativo y considerando los ingentes recursos del petróleo, creo que la cantidad es muy superior a la que se llevaron Fujimori y Montesinos en sus mejores momentos. Mientras tanto, el pueblo venezolano se muere de hambre y no hay medicinas ni para aliviar lo más elemental.


Una prueba más que el robo y la corrupción no tienen nacionalidad ni ideología ni sesgo político.

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