Antiguamente las cartas nos daban cuenta de lo que sucedía en un lugar remoto. Así nos enterábamos qué sucesos importantes habían ocurrido en un país lejano o con fronteras cerradas, o quién había muerto o caído en desgracia, amén de los chismes que nutren la curiosidad humana. Fue el medio tecnológico por excelencia a lo largo de muchos siglos. Actualmente esa forma de comunicación ha sido sustituida por el correo electrónico y los blogs, que ahora último han crecido geométricamente. Uno de esos blogs es el de la joven cubana Yoani Sánchez.
Desde el portal www.desdecuba.com/generaciony/ nos va noticiando de la vida cotidiana de un cubano de a pie. De sus carencias e ingenio para satisfacerlo, de lo que le ocurre cuando se topa con las barreras burocráticas del sistema y cómo eludirlas, crónicas narradas en pequeñas viñetas de tono confesional y estilo amical, no exento de una cuota de humor, con el cual es necesario pasar los tragos amargos de la vida.
¿Quién es Yoani Sánchez? Ella misma se describe en su blog. Es una madre de familia joven, de poco más de treinta años, filóloga de profesión, que como muchos cubanos debió abandonar su carrera para buscar otro medio más lucrativo con que sobrevivir. Por la fotografía que vemos en su blog apreciamos a una mujer de contextura delgada, con bastante energía y pese a esa confesión cálida con que nos cuenta sus avatares dentro de la isla, con mucho carácter, como que lo debe tener para criticar de esa manera mordaz al régimen. Ya Yoani se ha hecho acreedora al Premio Ortega y Gasset 2008, en la categoría de Periodismo Digital, por su labor de difusión de cómo andan las cosas por allá.
Digamos que en esta coyuntura de “perestroika” del régimen cubano (cada vez con pasos más decisivos hacia el modelo de “socialismo de mercado”), su versión de los hechos es importante. Saber lo que el gobierno quiere ocultar: que hay carestías; que casi todo se encuentra en el mercado de divisas como ellos llaman a los lugares donde solo se compra con dólares; que el gobierno quiere ocultar la pobreza eliminando a los “recicladores”, tipos que buscan algo útil o de valor escudriñando en la basura; que las barreras burocráticas todavía no dejan prosperar a empresarios que se las deben ingeniar en la informalidad; que neurocirujanos brillantes deben trabajar como vendedores detrás de un mostrador a fin de obtener un salario digno; que cada vez es más difícil encontrar bienes elementales, salvo teniendo “dólares gringos”, la moneda “del enemigo”; todo narrado con ese tono libre de amargura y más bien con una gracia y serenidad, haciendo de tripas corazón frente a los infortunios que depara la vida, cumpliendo el viejo adagio “al mal tiempo, buena cara”.
Quizás llame la atención de ciertos intelectuales de izquierda -conservadores del imaginario donde la juventud cubana va cantando feliz construyendo el socialismo- que el joven habanero más preocupado que en construir “la patria socialista” está en conseguir unas zapatillas marca Nike o un polo Adidas, no importa si “de marca” (original) o “bamba” (copia), similar a cualquier joven de una ciudad capitalista. Es que “los hijos de la revolución”, nacidos entre los años 60 y 80, tienen otros desvelos menos el soñado por sus padres. Cambios generacionales que le dicen.
Por cierto, Yoani no es la primera voz crítica de la sociedad cubana. Por citar un caso, ya Tomás Gutiérrez Alea, el querido “Titón”, hombre de la primera hora de la revolución cubana, dejó en su filme póstumo Guantanamera (1995) un testimonio crítico de que algo andaba mal en el paraíso, de que las cosas no eran como los textos explicaban o como los discursos oficiales decían. En uno de los diálogos, un personaje aludiendo a una profesora “cuadriculada” que enseñaba el “socialismo científico”, es decir de cómo sería “el paraíso en la tierra”, a lo que el otro personaje retruca, “a este paso lo que se va a enseñar es el capitalismo científico”. Amarga y descarnada verdad. O el mito del diluvio contenido en la misma película, cuando los hombres no mueren y son inmortales, no dejando espacio vital a las nuevas generaciones (aludiendo claramente a la presencia asfixiante de los “padres fundadores” de la Cuba socialista con Fidel a la cabeza), o el pastiche del personaje que encarna al típico burócrata del partido comunista que trata de acomodar la realidad a lo que piensa y no al revés, al encargarle un servicio funerario que ahorre combustible. Guantanamera fue una voz clarividente de que algo andaba mal en la sociedad cubana, cuando muchos no querían ver lo que estaba pasando.
¿Cuánto durará la labor informativa de Yoani? Los gobiernos totalitarios son de poco “aguantar pulgas” y en una de esas le cortan el acceso a internet a través de los hoteles de turistas donde –hasta ahora- ella puede acudir, como ya le negaron el permiso de salida de la isla para recibir el premio Ortega y Gasset, sin mayores explicaciones, con un lacónico “no viajará por el momento” rubricado por un oscuro funcionario de inmigraciones, que en Cuba todavía “están verdes” para sutilezas de estado de derecho y que todo acto de gobierno hacia los ciudadanos debe tener una motivación jurídica y no arbitraria. Incluso Fidel ya le mandó una “indirecta bien directa”, aludiendo al dichoso premio como "uno de los tantos premios que propicia el imperialismo para mover las aguas de su molino", a lo que la calmada Yoani, a fin de “no pisar el palito”, respondió con una deliciosa crónica titulada “Cosas de hombres”, parodiando la cultura machista, propia de la región, con un hilarante “entiéndase con mi marido” (“…Al sentirme atacada por alguien con un poder infinitamente superior al mío, con más del doble de mi edad y además -como dirían mis vecinas de la infancia- por un “macho-varón-masculino”, he decidido que sea mi esposo, el periodista Reinaldo Escobar, quien le responda”). Así que al pobre cónyuge no le quedó más remedio que enfrentarse al patriarca de la isla.
Imaginamos que ante esta situación, la buena Yoani se las arreglará para seguir mandando sus crónicas desde Cuba o de repente como esos antiguos náufragos a la deriva, tirará una botella al mar con sus cartas noticiándonos, siempre con ese estilo confidencial, de la vida en la isla que hace cincuenta años atrás trató de hacer un paraíso en la tierra y terminaron por convertirla en un infierno.
Eduardo Jiménez J.
ejjlaw@yahoo.es
Tuesday, July 01, 2008
Tuesday, June 24, 2008
DE AQUÍ Y DE ALLÁ EN AMÉRICA LATINA
NO LLORES POR MI ARGENTINA
Hasta hace 15 o 20 años, Argentina le hacía la competencia a Brasil por liderar la región. Era una lucha de colosos y pese a que los argentinos ya no eran los de antaño, luchaban por posicionarse como líder regional. Hoy es un pálido reflejo de mejores tiempos y Brasil se “posicionó” como el líder en América del Sur. Es más, empresarios brasileños están comprando empresas argentinas, visto el amplio mercado gaucho. Actualmente Argentina se debate en una espiral inflacionaria que bordea el 30% mensual, una larga huelga del campo sobre la ciudad que luego de más de cien días acaba de terminar, originada por los impuestos confiscatorios de la Kirchner que desabastecieron a las principales ciudades de productos esenciales, una insatisfacción popular in crescendo y un desequilibrio fiscal que hace temer otra crisis financiera.
Cuando se llega al 30% de inflación mensual –el gobierno quiso “maquillar” cifras- estamos a un paso del 50% y de allí al 100% ya no la para nadie. Entramos a las puertas de la hiperinflación. Nosotros ya pasamos por esa experiencia en los años 80, cuando tuvimos desabastecimiento de productos básicos, inflación galopante y desequilibrio en las cuentas. Si el gobierno argentino no hace algo pronto y urgente (o si Chávez no va rápidamente en su auxilio), con un sinceramiento de precios brutal y una política económica más saludable y equilibrada, entrarán más temprano que tarde a un nuevo ciclo de crisis económica, con el consabido malestar social y la consecuente desestabilización política. La situación en Argentina es bien delicada.
CHÁVEZ LLAMA A LA PAZ A LAS FARC
Resulta paradójico, pero así es. Hugo Chávez, en giro de 180º, llamó a deponer las armas a las FARC y a insertarse en la legalidad. Jugada de ajedrez fina, dado que estamos acostumbrados a las “pachotadas” del émulo de Bolívar. Si se trata de ser suspicaces podemos deducir lo siguiente: Chávez quiere calmar el frente interno y externo –de allí que esté “tranquilo” estas semanas-. Se vienen las elecciones regionales en Venezuela y el pueblo ya está cansado de sus desvaríos megalomaníacos, gastando millones de millones en subsidios y prebendas a “países amigos” y descuidando el propio. Algo así como que la caridad empieza por casa. (Es curioso, pero Venezuela con todo el dinero que tiene por el alto precio del petróleo, no reúne las condiciones para dar el salto al desarrollo sostenido por lo que de acabarse este ciclo expansivo, retornarían a la pobreza original, como les sucedió en anteriores oportunidades). Chávez ha lanzado un “megaplan” para reactivar la economía, pero el escepticismo reinante hace que sea recibido fríamente. Si no quiere perder estas elecciones –como perdió el referéndum- deberá calmar la casa y poner orden en sus filas. Quizás haya una depuración dentro de su partido y algunos “leales” caigan, así como mantenga contenta a la cúpula del ejército, con generales leales bien “aceitados”. Ya el retroceso en la ley de seguridad por la cual todo venezolano podía fungir de delator de su vecino, a la usanza de la existente en Cuba, marca un cambio, por lo menos temporal hasta que pase el proceso eleccionario. Asimismo, la laptop encontrada al “camarada Reyes” y examinada por la INTERPOL, demuestra que existen mensajes comprometedores que involucran al propio Chávez con el financiamiento y apertrechamiento a la guerrilla colombiana. ¿Durará su “reconversión” pacificadora?
RÉGIMEN CUBANO ELIMINA LA IGUALDAD SALARIAL
Como un paso más al modelo de “socialismo de mercado” (condiciones de mercado en lo económico y partido único en lo político), el gobierno de Raúl Castro eliminó el salario único o igual entre los trabajadores, bandera del socialismo tradicional, por lo que a más tardar en Agosto del presente año, las empresas cubanas pagarán por resultados. Cuando Fidel estaba todavía en el gobierno, la Ley de inversiones extranjeras cubana fomentaba la venida de inversiones foráneas, aperturando la economía a formas capitalistas y poniendo los cimientos para el sistema económico-político denominado “socialismo de mercado”. Fidel lo comenzó en sus últimos años de gobierno y Raúl Castro lo está profundizando, por lo que de cimentarse el modelo es muy probable que muerto Fidel –e incluso Raúl- una casta dirigente desde el Partido Comunista (una burocracia gris sin el carisma de los fundadores) maneje las riendas de la sociedad cubana, siendo poco probable un derrumbe “cataclísmico” del régimen político como algunos pensaban, sino una tranquila transición del poder, como en otras sociedades socialistas que han seguido el modelo con buenos resultados: China, Vietnam o Corea del Norte. Matices más, matices menos, el modelo les permite subsistir como clase dirigente.
EL SÍ GANA EN EL REFERÉNDUM DE TARIJA
Con más del 80% ganó el referéndum autonómico en la última provincia del oriente boliviano donde estaba pendiente la consulta popular: Tarija. Con más del 85% del gas la convierte en zona rica en energía –su carta negociadora en la actualidad- y que junto a las provincias de Santa Cruz, Beni y el Pando apuestan por un régimen autonómico en materia legislativa, fiscal, económica y distributiva de ingresos, que podría ocasionar una eventual secesión del gobierno central.
Si reducimos todo el asunto autonómico a “una maniobra del imperialismo”, simplificamos el problema a un maniqueísmo de “buenos y malos”, y el problema boliviano es mucho más complicado que el blanco o el negro a los que se quiere reducir.
Evo y su discurso indigenista, a menos de tres años de gobierno, se encuentra entre Escila y Caribdis, de allí que busque afianzar su legitimidad en el referéndum revocatorio de los mandatos del presidente y de los prefectos de Agosto próximo, donde espera salir bastante holgado de la justa electoral. Con una constitución aprobada dentro de un cuartel militar, una dependencia discursiva, logística y militar de Venezuela, y una ideología política que lo aísla del mundo, es muy probable que su proyecto de socialismo del siglo XXI termine en un desastre más para el pueblo boliviano.
Eduardo Jiménez J.
ejjlaw@yahoo.es
Hasta hace 15 o 20 años, Argentina le hacía la competencia a Brasil por liderar la región. Era una lucha de colosos y pese a que los argentinos ya no eran los de antaño, luchaban por posicionarse como líder regional. Hoy es un pálido reflejo de mejores tiempos y Brasil se “posicionó” como el líder en América del Sur. Es más, empresarios brasileños están comprando empresas argentinas, visto el amplio mercado gaucho. Actualmente Argentina se debate en una espiral inflacionaria que bordea el 30% mensual, una larga huelga del campo sobre la ciudad que luego de más de cien días acaba de terminar, originada por los impuestos confiscatorios de la Kirchner que desabastecieron a las principales ciudades de productos esenciales, una insatisfacción popular in crescendo y un desequilibrio fiscal que hace temer otra crisis financiera.
Cuando se llega al 30% de inflación mensual –el gobierno quiso “maquillar” cifras- estamos a un paso del 50% y de allí al 100% ya no la para nadie. Entramos a las puertas de la hiperinflación. Nosotros ya pasamos por esa experiencia en los años 80, cuando tuvimos desabastecimiento de productos básicos, inflación galopante y desequilibrio en las cuentas. Si el gobierno argentino no hace algo pronto y urgente (o si Chávez no va rápidamente en su auxilio), con un sinceramiento de precios brutal y una política económica más saludable y equilibrada, entrarán más temprano que tarde a un nuevo ciclo de crisis económica, con el consabido malestar social y la consecuente desestabilización política. La situación en Argentina es bien delicada.
CHÁVEZ LLAMA A LA PAZ A LAS FARC
Resulta paradójico, pero así es. Hugo Chávez, en giro de 180º, llamó a deponer las armas a las FARC y a insertarse en la legalidad. Jugada de ajedrez fina, dado que estamos acostumbrados a las “pachotadas” del émulo de Bolívar. Si se trata de ser suspicaces podemos deducir lo siguiente: Chávez quiere calmar el frente interno y externo –de allí que esté “tranquilo” estas semanas-. Se vienen las elecciones regionales en Venezuela y el pueblo ya está cansado de sus desvaríos megalomaníacos, gastando millones de millones en subsidios y prebendas a “países amigos” y descuidando el propio. Algo así como que la caridad empieza por casa. (Es curioso, pero Venezuela con todo el dinero que tiene por el alto precio del petróleo, no reúne las condiciones para dar el salto al desarrollo sostenido por lo que de acabarse este ciclo expansivo, retornarían a la pobreza original, como les sucedió en anteriores oportunidades). Chávez ha lanzado un “megaplan” para reactivar la economía, pero el escepticismo reinante hace que sea recibido fríamente. Si no quiere perder estas elecciones –como perdió el referéndum- deberá calmar la casa y poner orden en sus filas. Quizás haya una depuración dentro de su partido y algunos “leales” caigan, así como mantenga contenta a la cúpula del ejército, con generales leales bien “aceitados”. Ya el retroceso en la ley de seguridad por la cual todo venezolano podía fungir de delator de su vecino, a la usanza de la existente en Cuba, marca un cambio, por lo menos temporal hasta que pase el proceso eleccionario. Asimismo, la laptop encontrada al “camarada Reyes” y examinada por la INTERPOL, demuestra que existen mensajes comprometedores que involucran al propio Chávez con el financiamiento y apertrechamiento a la guerrilla colombiana. ¿Durará su “reconversión” pacificadora?
RÉGIMEN CUBANO ELIMINA LA IGUALDAD SALARIAL
Como un paso más al modelo de “socialismo de mercado” (condiciones de mercado en lo económico y partido único en lo político), el gobierno de Raúl Castro eliminó el salario único o igual entre los trabajadores, bandera del socialismo tradicional, por lo que a más tardar en Agosto del presente año, las empresas cubanas pagarán por resultados. Cuando Fidel estaba todavía en el gobierno, la Ley de inversiones extranjeras cubana fomentaba la venida de inversiones foráneas, aperturando la economía a formas capitalistas y poniendo los cimientos para el sistema económico-político denominado “socialismo de mercado”. Fidel lo comenzó en sus últimos años de gobierno y Raúl Castro lo está profundizando, por lo que de cimentarse el modelo es muy probable que muerto Fidel –e incluso Raúl- una casta dirigente desde el Partido Comunista (una burocracia gris sin el carisma de los fundadores) maneje las riendas de la sociedad cubana, siendo poco probable un derrumbe “cataclísmico” del régimen político como algunos pensaban, sino una tranquila transición del poder, como en otras sociedades socialistas que han seguido el modelo con buenos resultados: China, Vietnam o Corea del Norte. Matices más, matices menos, el modelo les permite subsistir como clase dirigente.
EL SÍ GANA EN EL REFERÉNDUM DE TARIJA
Con más del 80% ganó el referéndum autonómico en la última provincia del oriente boliviano donde estaba pendiente la consulta popular: Tarija. Con más del 85% del gas la convierte en zona rica en energía –su carta negociadora en la actualidad- y que junto a las provincias de Santa Cruz, Beni y el Pando apuestan por un régimen autonómico en materia legislativa, fiscal, económica y distributiva de ingresos, que podría ocasionar una eventual secesión del gobierno central.
Si reducimos todo el asunto autonómico a “una maniobra del imperialismo”, simplificamos el problema a un maniqueísmo de “buenos y malos”, y el problema boliviano es mucho más complicado que el blanco o el negro a los que se quiere reducir.
Evo y su discurso indigenista, a menos de tres años de gobierno, se encuentra entre Escila y Caribdis, de allí que busque afianzar su legitimidad en el referéndum revocatorio de los mandatos del presidente y de los prefectos de Agosto próximo, donde espera salir bastante holgado de la justa electoral. Con una constitución aprobada dentro de un cuartel militar, una dependencia discursiva, logística y militar de Venezuela, y una ideología política que lo aísla del mundo, es muy probable que su proyecto de socialismo del siglo XXI termine en un desastre más para el pueblo boliviano.
Eduardo Jiménez J.
ejjlaw@yahoo.es
Tuesday, June 17, 2008
ANECDOTARIO DE NUESTRO CONGREZOO Y MOQUEGUA INSURGENTE
LA “REFORMA” CONSTITUCIONAL
Sin pena ni gloria, aunque sí con mucho de vergüenza ajena concluyó “el debate” de los padres de la patria sobre la reforma constitucional. Dicho sea, más eran “parches” que reforma propiamente. Semanas atrás había sido archivada y sepultada la iniciativa del voto voluntario y ahora se iba a ver algunos aspectos de la justicia (la discrecionalidad de la Corte Suprema para abocarse a los casos de casación), la bicameralidad, la renuncia de los congresistas, entre otros puntos. El debate se centró en un falso dilema: el retorno a la constitución de 1979 o la reforma de la constitución de 1993.
Como ya apuntamos en anterior artículo (¿Es necesaria una nueva constitución?): La visión de cambio social a través de un texto legal es algo bastante usual en países subdesarrollados. Se cree que así cambiarán las cosas. Lo cual es falso. La situación política, social o económica no cambian por existir un nuevo texto constitucional, eso es poner la carreta por delante de los caballos. Más bien un nuevo texto constitucional se hace imperativo cuando la situación social o política ha cambiado de tal forma que el texto constitucional anterior está tan anquilosado que ya no refleja ni de lejos esa nueva situación social, no al revés. Es lo que pasó en 1978, luego de las reformas del gobierno de Velasco, para bien o para mal, el Perú fue un país diferente.
Por lo tanto, querer “retornar” a la carta del 79 es tan utópico como querer mantener la actual constitución sin cambiarle una coma. Los cambios deben obedecer a la naturaleza de las cosas y previo y amplio debate de la sociedad sobre la necesidad de esos cambios, sino será un debate de entendidos que pretenden pasar por iluminados. Por ejemplo, cuáles son los argumentos a favor de un regreso a la bicameralidad, más allá de la consabida “cámara reflexiva”, si cuando existieron dos cámaras el Congreso igual daba leyes tan torpes e impopulares como el de ahora.
Creo que más urgente que las enmiendas constitucionales es que los partidos políticos seleccionen y recluten gente de nivel para sus listas partidarias. De nada nos sirve una “magnífica” constitución si los usuarios directos de la misma son de una calidad lindante a la de un primate (con el perdón de los primates).
LA GRATUIDAD DE LA EDUCACIÓN UNIVERSITARIA:
Otro tema tabú donde el Congreso decidió más bien postergar el debate para un futuro incierto, quitándose de las manos una “papa caliente”, fue la gratuidad de la enseñanza universitaria. Es cierto que el art. 17º de la carta política contiene parámetros a la misma, pero creo que se debe ir un poco más allá y “tomar al toro por las astas” siendo realista y viendo la calidad de la enseñanza universitaria no solo pública sino privada.
La gratuidad total de la educación universitaria obedeció a un contexto social determinado, cuando la población universitaria era infinitamente menor a la actual y los centros de enseñanza superior contados con los dedos de una mano. Pero, a partir de los años sesenta la educación superior se masifica, crece enormemente el número de estudiantes superiores gracias a la movilidad social, a la explosión demográfica y a la democratización progresiva de la educación, por lo que las viejas universidades públicas no se dan abasto y en complementación comienzan a nacer las privadas, muchas de ellas de muy buen nivel.
La reforma universitaria por ello es más compleja de lo que supone, pero tocando solo la gratuidad, supone cambiar de parámetros que ya no son útiles en los tiempos actuales. Una propuesta que ha sido exitosa en otras latitudes es el crédito educativo, a fin que el estudiante que desee seguir estudios superiores se vea beneficiado con un crédito que deberá pagar cuando comience a trabajar. Es reciprocidad, son derechos a acceder a los estudios, pero también obligación de parte del educando. La fórmula es sencilla y fácil de implementar, aunque estamos seguros que nuestra clase política no se atreverá por el “costo” que supondría ante el electorado en la próxima elección, por lo que seguiremos teniendo una educación universitaria totalmente deficiente y divorciada de los requerimientos contemporáneos.
¿Y LA CIENCIA Y LA TECNOLOGÍA?
Me informo por artículo de Richard Webb que en el gasto comparativo en investigación y tecnología de 69 países, Perú está a la cola, en último lugar, incluso nos superan Uganda en el África y en nuestro continente, Guatemala. No hablemos de Chile (nuestro rival, a quien queremos superar) que gasta ocho veces más que nosotros. Sin gente preparada adecuadamente no daremos el salto al desarrollo que se necesita. El desarrollo no solo consiste en tener las cuentas en azul o en medir crecientemente nuestras exportaciones, sino en la educación de un pueblo, y un pueblo que no esté adecuadamente educado, difícilmente podrá competir en las condiciones que el contexto mundial impone ahora. Así, difícilmente le vamos a ganar a Chile, que, con un fondo proveniente del cobre, ya está becando a sus mejores estudiantes a fin que se perfeccionen en universidades norteamericanas, europeas o australianas, poniendo énfasis en la ingeniería, ciencia y tecnología (como lo hacen China e India). Ya no hablemos ni siquiera de llegar a unas dignas olimpiadas en el 2016 o el 2020.
Antes que nuestros queridos congresistas se enfrasquen en discusiones bizantinas, como si retornamos a la carta del 79 o dejamos la actual, deberían preocuparse por fomentar la ciencia y la tecnología. La creación –financiado por medio de un impuesto ad hoc a nuestros commodities que están a buen precio- de un fondo intangible de algunos millones para la educación científica haría mucho más por el país que discutir el retorno o no de cartas políticas. ¿Lo harán?
ADENDA: MOQUEGUA INSURGENTE
Cuando estaba terminado el presente artículo, llega la noticia de “la toma” de la ciudad de Moquegua y captura del jefe policial y efectivos que estaban comisionados precisamente para desbloquear la carretera hacia el sur del país, tomada por lugareños hace una semana. Más allá de los responsables por los actos suscitados, no se trata solo de condenar a los sublevados, como muchos periodistas han esgrimido desde Lima (es verdad de Perogrullo que han existido un conjunto de delitos que deberá investigar el M. Público); sino que merece reflexión cómo un problema aparentemente sencillo de resolver (la separación del canon de Moquegua y Tacna, según la cantidad de mineral extraído en cada región), se complica, desembocando en los sucesos del lunes 16.
En primer lugar, una vez más se nota la poca fluidez en las relaciones entre el gobierno central y los gobiernos regionales por un lado, y por el otro, la poca legitimidad del presidente regional ante sus electores, por lo que “la olla de presión” que son los reclamos regionales se desborda de los cauces institucionales. Pese a los pedidos de calma invocados, ninguno de los sublevados le hizo caso al presidente de la región Moquegua. De haber tenido un gobierno regional legitimado en su autoridad, difícilmente habrían sucedido todos estos hechos lamentables. Algo pasa, que las correas de trasmisión de la representatividad política son poco efectivas, y eso conlleva reforzar las instituciones regionales.
Antes de debatir en el Congreso si regresamos a la constitución del 79 o nos quedamos con la actual, sería mejor reformar la legislación regional, pasando por el porcentaje de votos efectivos para ser presidente de región (similar al “balotage” para presidente de la república) y fortalecer los partidos regionales, democratizándolos, ampliándolos, que no sean solo partidos coyunturales de caciques, sino de masas. Con sólidos y representativos partidos políticos regionales difícilmente habría sucedido todo esto y no estaríamos viendo estupefactos las imágenes de los hechos acaecidos, ni a presidentes regionales impotentes ante el furor de las masas.
Eduardo Jiménez J.
ejjlaw@yahoo.es
Sin pena ni gloria, aunque sí con mucho de vergüenza ajena concluyó “el debate” de los padres de la patria sobre la reforma constitucional. Dicho sea, más eran “parches” que reforma propiamente. Semanas atrás había sido archivada y sepultada la iniciativa del voto voluntario y ahora se iba a ver algunos aspectos de la justicia (la discrecionalidad de la Corte Suprema para abocarse a los casos de casación), la bicameralidad, la renuncia de los congresistas, entre otros puntos. El debate se centró en un falso dilema: el retorno a la constitución de 1979 o la reforma de la constitución de 1993.
Como ya apuntamos en anterior artículo (¿Es necesaria una nueva constitución?): La visión de cambio social a través de un texto legal es algo bastante usual en países subdesarrollados. Se cree que así cambiarán las cosas. Lo cual es falso. La situación política, social o económica no cambian por existir un nuevo texto constitucional, eso es poner la carreta por delante de los caballos. Más bien un nuevo texto constitucional se hace imperativo cuando la situación social o política ha cambiado de tal forma que el texto constitucional anterior está tan anquilosado que ya no refleja ni de lejos esa nueva situación social, no al revés. Es lo que pasó en 1978, luego de las reformas del gobierno de Velasco, para bien o para mal, el Perú fue un país diferente.
Por lo tanto, querer “retornar” a la carta del 79 es tan utópico como querer mantener la actual constitución sin cambiarle una coma. Los cambios deben obedecer a la naturaleza de las cosas y previo y amplio debate de la sociedad sobre la necesidad de esos cambios, sino será un debate de entendidos que pretenden pasar por iluminados. Por ejemplo, cuáles son los argumentos a favor de un regreso a la bicameralidad, más allá de la consabida “cámara reflexiva”, si cuando existieron dos cámaras el Congreso igual daba leyes tan torpes e impopulares como el de ahora.
Creo que más urgente que las enmiendas constitucionales es que los partidos políticos seleccionen y recluten gente de nivel para sus listas partidarias. De nada nos sirve una “magnífica” constitución si los usuarios directos de la misma son de una calidad lindante a la de un primate (con el perdón de los primates).
LA GRATUIDAD DE LA EDUCACIÓN UNIVERSITARIA:
Otro tema tabú donde el Congreso decidió más bien postergar el debate para un futuro incierto, quitándose de las manos una “papa caliente”, fue la gratuidad de la enseñanza universitaria. Es cierto que el art. 17º de la carta política contiene parámetros a la misma, pero creo que se debe ir un poco más allá y “tomar al toro por las astas” siendo realista y viendo la calidad de la enseñanza universitaria no solo pública sino privada.
La gratuidad total de la educación universitaria obedeció a un contexto social determinado, cuando la población universitaria era infinitamente menor a la actual y los centros de enseñanza superior contados con los dedos de una mano. Pero, a partir de los años sesenta la educación superior se masifica, crece enormemente el número de estudiantes superiores gracias a la movilidad social, a la explosión demográfica y a la democratización progresiva de la educación, por lo que las viejas universidades públicas no se dan abasto y en complementación comienzan a nacer las privadas, muchas de ellas de muy buen nivel.
La reforma universitaria por ello es más compleja de lo que supone, pero tocando solo la gratuidad, supone cambiar de parámetros que ya no son útiles en los tiempos actuales. Una propuesta que ha sido exitosa en otras latitudes es el crédito educativo, a fin que el estudiante que desee seguir estudios superiores se vea beneficiado con un crédito que deberá pagar cuando comience a trabajar. Es reciprocidad, son derechos a acceder a los estudios, pero también obligación de parte del educando. La fórmula es sencilla y fácil de implementar, aunque estamos seguros que nuestra clase política no se atreverá por el “costo” que supondría ante el electorado en la próxima elección, por lo que seguiremos teniendo una educación universitaria totalmente deficiente y divorciada de los requerimientos contemporáneos.
¿Y LA CIENCIA Y LA TECNOLOGÍA?
Me informo por artículo de Richard Webb que en el gasto comparativo en investigación y tecnología de 69 países, Perú está a la cola, en último lugar, incluso nos superan Uganda en el África y en nuestro continente, Guatemala. No hablemos de Chile (nuestro rival, a quien queremos superar) que gasta ocho veces más que nosotros. Sin gente preparada adecuadamente no daremos el salto al desarrollo que se necesita. El desarrollo no solo consiste en tener las cuentas en azul o en medir crecientemente nuestras exportaciones, sino en la educación de un pueblo, y un pueblo que no esté adecuadamente educado, difícilmente podrá competir en las condiciones que el contexto mundial impone ahora. Así, difícilmente le vamos a ganar a Chile, que, con un fondo proveniente del cobre, ya está becando a sus mejores estudiantes a fin que se perfeccionen en universidades norteamericanas, europeas o australianas, poniendo énfasis en la ingeniería, ciencia y tecnología (como lo hacen China e India). Ya no hablemos ni siquiera de llegar a unas dignas olimpiadas en el 2016 o el 2020.
Antes que nuestros queridos congresistas se enfrasquen en discusiones bizantinas, como si retornamos a la carta del 79 o dejamos la actual, deberían preocuparse por fomentar la ciencia y la tecnología. La creación –financiado por medio de un impuesto ad hoc a nuestros commodities que están a buen precio- de un fondo intangible de algunos millones para la educación científica haría mucho más por el país que discutir el retorno o no de cartas políticas. ¿Lo harán?
ADENDA: MOQUEGUA INSURGENTE
Cuando estaba terminado el presente artículo, llega la noticia de “la toma” de la ciudad de Moquegua y captura del jefe policial y efectivos que estaban comisionados precisamente para desbloquear la carretera hacia el sur del país, tomada por lugareños hace una semana. Más allá de los responsables por los actos suscitados, no se trata solo de condenar a los sublevados, como muchos periodistas han esgrimido desde Lima (es verdad de Perogrullo que han existido un conjunto de delitos que deberá investigar el M. Público); sino que merece reflexión cómo un problema aparentemente sencillo de resolver (la separación del canon de Moquegua y Tacna, según la cantidad de mineral extraído en cada región), se complica, desembocando en los sucesos del lunes 16.
En primer lugar, una vez más se nota la poca fluidez en las relaciones entre el gobierno central y los gobiernos regionales por un lado, y por el otro, la poca legitimidad del presidente regional ante sus electores, por lo que “la olla de presión” que son los reclamos regionales se desborda de los cauces institucionales. Pese a los pedidos de calma invocados, ninguno de los sublevados le hizo caso al presidente de la región Moquegua. De haber tenido un gobierno regional legitimado en su autoridad, difícilmente habrían sucedido todos estos hechos lamentables. Algo pasa, que las correas de trasmisión de la representatividad política son poco efectivas, y eso conlleva reforzar las instituciones regionales.
Antes de debatir en el Congreso si regresamos a la constitución del 79 o nos quedamos con la actual, sería mejor reformar la legislación regional, pasando por el porcentaje de votos efectivos para ser presidente de región (similar al “balotage” para presidente de la república) y fortalecer los partidos regionales, democratizándolos, ampliándolos, que no sean solo partidos coyunturales de caciques, sino de masas. Con sólidos y representativos partidos políticos regionales difícilmente habría sucedido todo esto y no estaríamos viendo estupefactos las imágenes de los hechos acaecidos, ni a presidentes regionales impotentes ante el furor de las masas.
Eduardo Jiménez J.
ejjlaw@yahoo.es
Wednesday, June 11, 2008
EL MRTA QUIERE SER PARTIDO POLÍTICO
El hecho no debe de extrañarnos, pese a los comentarios recelosos que la noticia ha ocasionado. Los movimientos guerrilleros o insurgentes -sea que hayan empleado actos terroristas o no, lo cual es materia de un análisis distinto-, al fracasar en la lucha armada tienen tres opciones: se auto disuelven insertándose en la sociedad civil, se mantienen en estado larvado sufriendo un proceso de degeneración (deciden dedicarse a los secuestros, a robos lucrativos o al servicio del narcotráfico), o deciden asimilarse a la legalidad y el estado de derecho constituyéndose como partidos políticos. Es lo que sucedió, por ejemplo, con el Frente Sandinista de Liberación Nacional en Nicaragua una vez llegado al poder (el único caso de un movimiento guerrillero que actuando en democracia cede el poder a un partido opositor en justas electorales), el Frente Farabundo Martí en El Salvador, el M-19 en Colombia. El caso más emblemático de grupo insurgente que se mantiene en estado larvado, degenerando en negocios turbios con el narcotráfico o el secuestro de personas son las FARC en Colombia, y en nuestro país, Sendero Luminoso.
El ingreso a la legalidad de los grupos armados se produce por tres causas: primera, por “la conquista del poder”, vale decir la guerrilla resulta triunfante y procede a instaurar “un nuevo orden” desde el estado conquistado (los únicos casos exitosos en la región fueron los de Cuba y Nicaragua); la segunda, por amnistía, cuando existe un “empate” político y/o militar entre las fuerzas del orden y el movimiento armado (caso del M-19 o el F. Martí), en éste caso a veces una organización internacional o un grupo de gobernantes vecinos interponen “sus buenos oficios” a fin de facilitar el diálogo y la subsecuente solución; la tercera causa es cuando el movimiento subversivo ha sido derrotado y sus principales dirigentes encarcelados y aquellos que han purgado su pena, salen libres (generalmente mandos intermedios), recobrando sus derechos ciudadanos, incluso el derecho de elegir y ser elegido (es el caso del MRTA).
El problema gira en torno a si deben o no ser admitidos en la legalidad, considerando con cautela su pedido, dados sus antecedentes. Es como si un ladrón prontuariado, una vez cumplida su condena, quisiera ser vigilante de una entidad bancaria. Quizás sus antiguos hábitos todavía hagan recelar.
Es natural la suspicacia, pero el caso no es tanto juzgar a priori, sino que por los actos de sus propios integrantes se conocerá si existe un verdadero sinceramiento democrático. Generalmente los grupos subversivos que pasan a la legalidad atraviesan por una etapa de transición, en la cual si bien realizan una autocrítica de sus actos pasados, todavía reconocen con orgullo el fin noble de sus objetivos (una sociedad más justa). Se desprenden del pasado pero todavía no del todo. Es el caso del MRTA actualmente (y lo fue del APRA en sus orígenes). Superada esa etapa de transición, si logran desprenderse del todo de su pasado, entrarán cien por ciento en las puertas de la legalidad y el sistema democrático, lo cual puede ser coadyuvado con el ingreso de nuevos miembros que no hayan estado comprometidos con los hechos subversivos.
Sobre este punto una aclaración. La subversión en si misma no es buena o mala. Por citar solo dos ejemplos. Los fundadores de nuestro país como república fueron considerados “subversivos” en su tiempo, al igual que los padres de la naciente república norteamericana. Otra cosa muy distinta es la defensa del sistema democrático contra quienes lo atacan. Obviamente que aquellos que no creen en el sistema no pueden actuar en la legalidad, como sucede en España con los etarras o en Alemania con los nazis. Es un mecanismo de protección que el propio sistema crea para ser inmune a los ataques desde dentro de la sociedad.
Ahora bien, si ciertos cuadros del MRTA quieren actuar en la legalidad, como hemos visto no existiría ningún impedimento, siempre que cumplan con las formalidades de ley (inscripción como partido político, número mínimo de adherentes, locales partidarios, etc.); pero, sobretodo, interioricen sus integrantes los valores democráticos, esta última tarea más larga y compleja que la simple inscripción.
Muchos de los miembros del Movimiento Revolucionario Túpac Amaru han purgado carcelería y están libres. Jurídicamente, como ciudadanos con sus derechos recobrados, pueden ejercer sus derechos políticos irrestrictamente, incluyendo el asociarse y decidir inscribir un partido político. Desde el punto de vista de la variedad partidaria, será una alternativa que oxigenará nuestro enrarecido y atomizado medio. Que convenza o no su programa político, que sus dirigentes sean expresión de la “conversión” democrática que manifiestan, que llegue a cuajar o no como partido político y sea representativo de la sociedad peruana, eso solo el tiempo lo dirá.
Eduardo Jiménez J.
ejjlaw@yahoo.es
El ingreso a la legalidad de los grupos armados se produce por tres causas: primera, por “la conquista del poder”, vale decir la guerrilla resulta triunfante y procede a instaurar “un nuevo orden” desde el estado conquistado (los únicos casos exitosos en la región fueron los de Cuba y Nicaragua); la segunda, por amnistía, cuando existe un “empate” político y/o militar entre las fuerzas del orden y el movimiento armado (caso del M-19 o el F. Martí), en éste caso a veces una organización internacional o un grupo de gobernantes vecinos interponen “sus buenos oficios” a fin de facilitar el diálogo y la subsecuente solución; la tercera causa es cuando el movimiento subversivo ha sido derrotado y sus principales dirigentes encarcelados y aquellos que han purgado su pena, salen libres (generalmente mandos intermedios), recobrando sus derechos ciudadanos, incluso el derecho de elegir y ser elegido (es el caso del MRTA).
El problema gira en torno a si deben o no ser admitidos en la legalidad, considerando con cautela su pedido, dados sus antecedentes. Es como si un ladrón prontuariado, una vez cumplida su condena, quisiera ser vigilante de una entidad bancaria. Quizás sus antiguos hábitos todavía hagan recelar.
Es natural la suspicacia, pero el caso no es tanto juzgar a priori, sino que por los actos de sus propios integrantes se conocerá si existe un verdadero sinceramiento democrático. Generalmente los grupos subversivos que pasan a la legalidad atraviesan por una etapa de transición, en la cual si bien realizan una autocrítica de sus actos pasados, todavía reconocen con orgullo el fin noble de sus objetivos (una sociedad más justa). Se desprenden del pasado pero todavía no del todo. Es el caso del MRTA actualmente (y lo fue del APRA en sus orígenes). Superada esa etapa de transición, si logran desprenderse del todo de su pasado, entrarán cien por ciento en las puertas de la legalidad y el sistema democrático, lo cual puede ser coadyuvado con el ingreso de nuevos miembros que no hayan estado comprometidos con los hechos subversivos.
Sobre este punto una aclaración. La subversión en si misma no es buena o mala. Por citar solo dos ejemplos. Los fundadores de nuestro país como república fueron considerados “subversivos” en su tiempo, al igual que los padres de la naciente república norteamericana. Otra cosa muy distinta es la defensa del sistema democrático contra quienes lo atacan. Obviamente que aquellos que no creen en el sistema no pueden actuar en la legalidad, como sucede en España con los etarras o en Alemania con los nazis. Es un mecanismo de protección que el propio sistema crea para ser inmune a los ataques desde dentro de la sociedad.
Ahora bien, si ciertos cuadros del MRTA quieren actuar en la legalidad, como hemos visto no existiría ningún impedimento, siempre que cumplan con las formalidades de ley (inscripción como partido político, número mínimo de adherentes, locales partidarios, etc.); pero, sobretodo, interioricen sus integrantes los valores democráticos, esta última tarea más larga y compleja que la simple inscripción.
Muchos de los miembros del Movimiento Revolucionario Túpac Amaru han purgado carcelería y están libres. Jurídicamente, como ciudadanos con sus derechos recobrados, pueden ejercer sus derechos políticos irrestrictamente, incluyendo el asociarse y decidir inscribir un partido político. Desde el punto de vista de la variedad partidaria, será una alternativa que oxigenará nuestro enrarecido y atomizado medio. Que convenza o no su programa político, que sus dirigentes sean expresión de la “conversión” democrática que manifiestan, que llegue a cuajar o no como partido político y sea representativo de la sociedad peruana, eso solo el tiempo lo dirá.
Eduardo Jiménez J.
ejjlaw@yahoo.es
Tuesday, June 03, 2008
A 45 AÑOS DE LA INMOLACIÓN DE JAVIER HERAUD
Los 45 años de la muerte del poeta Javier Heraud y el traslado de sus restos de Puerto Maldonado a la ciudad de Lima, son motivo de reflexión sobre el sacrificio de una generación de jóvenes por un ideal, así como el gesto inútil de su inmolación, mirado a distancia.
Los años 60 en Latino América fueron remecidos por la revolución cubana, el primer experimento socialista en la región. La estrategia “del foquismo” (la “guerra de guerrillas”) obedeció a la situación insular de Cuba y a contar con un régimen político totalmente corrupto, lo que permitió que un grupo insurgente pueda desplegar su acción, amparado por la población civil, y facilitado por el terreno como la falta de comunicación entre distintas partes de la isla.
Esa situación inédita quiso ser calcada por distintos grupos de izquierda en el continente que decidieron alzarse en armas por una sociedad más justa. Todos, absolutamente todos, fracasaron, incluyendo a la guerrilla de Javier Heraud, la de Luis de la Puente y Uceda, así como la del “Che” Guevara en Bolivia (la única excepción fue la guerrilla del Frente Sandinista de Liberación Nacional en Nicaragua, que llegada al poder se corrompería en la repartija de “la piñata”). En gran parte, el fracaso se debió al trabajo de contrainsurgencia del ejército norteamericano, adiestrando a sus homólogos latinos para detener los movimientos insurgentes en el continente; pero también que en el caso peruano vivíamos un gobierno democrático de corte reformista, por lo que difícilmente iba a cuajar la insurrección armada en el país, amén de la extensión de nuestro territorio, mucho más grande y complicado que el de Cuba, así como las condiciones para desarrollar un movimiento de esa naturaleza.
La guerrilla estaba condenada al fracaso desde el inicio. Fue puro voluntarismo de un grupo de jóvenes con más corazón que serenidad y análisis frío. Su entusiasmo por la revolución cubana, reafirmado por visitas a la isla y entrevistas con el propio Fidel (que en un principio alentó la propagación de la lucha armada en AL), motivaron que se lancen a la aventura de un cambio social. Heroísmo que solo concede la juventud.
Javier Heraud muere a los 21 años, en la flor de la edad como se estila decir. No sabremos nunca si pudo dar más a la poesía, su verdadero elemento y fuego vital; y, si bien es muy comprensible que la devoción filial haya permitido traer los restos para reposar junto al padre, quizás el homenaje todavía pendiente es la edición crítica de su obra. La cortedad de esta no debe ser óbice para publicar una edición cuidada y pulcra de la misma.
Javier es símbolo de una época y de una generación: la de aquellos jóvenes con ideales que entregaron su vida por lo que creían. Algo difícil de comprender en estos tiempos de frío pragmatismo.
Eduardo Jiménez J.
ejjlaw@yahoo.es
Los años 60 en Latino América fueron remecidos por la revolución cubana, el primer experimento socialista en la región. La estrategia “del foquismo” (la “guerra de guerrillas”) obedeció a la situación insular de Cuba y a contar con un régimen político totalmente corrupto, lo que permitió que un grupo insurgente pueda desplegar su acción, amparado por la población civil, y facilitado por el terreno como la falta de comunicación entre distintas partes de la isla.
Esa situación inédita quiso ser calcada por distintos grupos de izquierda en el continente que decidieron alzarse en armas por una sociedad más justa. Todos, absolutamente todos, fracasaron, incluyendo a la guerrilla de Javier Heraud, la de Luis de la Puente y Uceda, así como la del “Che” Guevara en Bolivia (la única excepción fue la guerrilla del Frente Sandinista de Liberación Nacional en Nicaragua, que llegada al poder se corrompería en la repartija de “la piñata”). En gran parte, el fracaso se debió al trabajo de contrainsurgencia del ejército norteamericano, adiestrando a sus homólogos latinos para detener los movimientos insurgentes en el continente; pero también que en el caso peruano vivíamos un gobierno democrático de corte reformista, por lo que difícilmente iba a cuajar la insurrección armada en el país, amén de la extensión de nuestro territorio, mucho más grande y complicado que el de Cuba, así como las condiciones para desarrollar un movimiento de esa naturaleza.
La guerrilla estaba condenada al fracaso desde el inicio. Fue puro voluntarismo de un grupo de jóvenes con más corazón que serenidad y análisis frío. Su entusiasmo por la revolución cubana, reafirmado por visitas a la isla y entrevistas con el propio Fidel (que en un principio alentó la propagación de la lucha armada en AL), motivaron que se lancen a la aventura de un cambio social. Heroísmo que solo concede la juventud.
Javier Heraud muere a los 21 años, en la flor de la edad como se estila decir. No sabremos nunca si pudo dar más a la poesía, su verdadero elemento y fuego vital; y, si bien es muy comprensible que la devoción filial haya permitido traer los restos para reposar junto al padre, quizás el homenaje todavía pendiente es la edición crítica de su obra. La cortedad de esta no debe ser óbice para publicar una edición cuidada y pulcra de la misma.
Javier es símbolo de una época y de una generación: la de aquellos jóvenes con ideales que entregaron su vida por lo que creían. Algo difícil de comprender en estos tiempos de frío pragmatismo.
Eduardo Jiménez J.
ejjlaw@yahoo.es
Tuesday, May 27, 2008
LA V CUMBRE VISTA POR UN PERUANO DE A PIE
Como las familias que preparan la casa para la gran fiesta que piensan dar, sea por un matrimonio, un aniversario o cualquier otro motivo, las “altas autoridades” peruanas no tuvieron mejor idea que decidir reparar las principales avenidas por donde trajinarán los visitantes a la V Cumbre y el ASPEC después, a fin que, admirados, puedan exclamar al unísono “qué bonitas están estas pistas, parecen de un país desarrollado”. Así como la familia que comienza a pintar su sala apenas días previos al gran aniversario, a cambiar el tapiz de los sillones y hasta la puerta principal si está muy feita, de la misma manera, a las autoridades no se les ocurrió mejor idea, en un frenesí masivo de afiebrada destrucción-reconstrucción, que destrozar y rehabilitar las avenidas por donde pasarán los invitados, “todas al mismo tiempo”; llegando incluso la fruición edil a romper algunas vías por donde nunca jamás, ni siquiera remotamente, pasarán los jefes de estado, así se desvíen ciento ochenta grados de su ruta original. No obstante, los arreglos no se limitaron a romper las calles, sino también a colgar banderitas de papel de los países visitantes en los postes de luz…sin percatarse, en el apuro, que varias de estas se encontraban colocadas al revés.
Nadie discute que se reparen las pistas para las cumbres, es un orgullo nacional que seamos país anfitrión; pero, es “bien peruano” hacerlo todo a último momento. Recién comenzaron con los trabajos de reparación entre los meses de Febrero-Marzo del presente año, cuando por lo menos hace dos años se sabía que el Perú iba a ser país sede de la V Cumbre ALC-UE. La pregunta obvia es ¿por qué las autoridades no previeron esa contingencia y teniendo dos años por delante para reparar pistas no lo hicieron planificadamente y no como ahora que se ha formado un caos vehicular en distintas partes de la ciudad?
Y la otra pregunta que cae por su propio peso es porqué no se reparan otras avenidas importantes como la Universitaria, Tomas Valle o las rutas a los conos. Está bien que por allí no pasen los presidentes que vienen, pero los peruanos que viven por esos lares tienen todo el derecho del mundo de tener adecuadas vías de acceso. No se trata sólo de maquillar las avenidas por donde transitarán nuestros invitados -como la sala de nuestro ejemplo- sino brindar un servicio eficiente a todos los vecinos.
Pero, volviendo al tema de la cumbre, ¿qué resultados se han obtenido?
La percepción que tenemos los latinoamericanos es que Europa se cierra a nosotros cuando de migración se trata y solo se abre cuando concierne a los negocios de sus trasnacionales. Ahí está el ejemplo de la Italia de Silvio Berlusconi tipificando como delito la residencia sin documentos en la península de la bota. Vale decir que serán tratados como criminales muchos de nuestros connacionales que se ganan la vida honradamente por allá. Se dirá que es un caso aislado; pero, en la Europa próspera y comunitaria ya comienza a sentirse un aire enrarecido con sabor a xenofobia contra latinos, africanos, musulmanes y hasta contra los “hermanos pobres” de la Europa del Este.
Sin tener remotamente ánimo chavista, pero la frase que dijo una vez “los presidentes vamos de cumbre en cumbre, mientras los pueblos van de abismo en abismo” es bastante cierta, por lo menos en estas reuniones de países de dos continentes donde -si nos atenemos a los resultados de las otras cuatro cumbres- la ejecución de los acuerdos tomados quedó en el limbo y en declaraciones inoperativas. No se si por desidia o falta de interés, o porqué los europeos tienen problemas distintos a los nuestros, o simplemente por falta de seguimiento a los acuerdos. Supongamos de buena fe que es lo último. Si es así, de repente hace falta una secretaría técnica permanente o un órgano ejecutor que precisamente monitoree y ejecute los acuerdos adoptados, para que estos no queden solo en bonitas palabras.
A los europeos les interesa más el problema del clima y el medio ambiente –de allí que muy hábilmente el presidente juró al primer ministro del novísimo Ministerio del Medio Ambiente a mitad de la cumbre-, mientras a nosotros el problema de la pobreza. Al final parece que ha primado el interés de los europeos y la pobre pobreza ha sido reducida a líricas declaraciones sin plazos ciertos ni metas concretas de cumplimiento.
Sobre los biocombustibles no se dijo nada, como que tener menos tierras para alimento humano no sea una preocupación no solo de AL, África, sino de los propios europeos, que por allá también hay pobreza.
En el asunto del TLC con Europa (en sentido estricto “Acuerdo de asociación” dado que incluye no solo un tratado de comercio, sino también de cooperación económica y diálogo político) nos salvamos por poco que no se avance en el tema. Nosotros deslizamos sutilmente la tesis de las “velocidades diferentes” para iniciar Colombia y Perú las negociaciones del TLC europeo, y si bien al final parecía que iba a prevalecer la tesis “bloquista”, tesis europea –compartida por Ecuador y Bolivia- que propone negociar en bloque con los cuatro países de la CAN, al parecer se escuchó los reclamos del país anfitrión y ya se habla de un “acuerdo marco flexible” que permita comenzar a negociar con los países que quieran suscribir el TLC. En ese punto ha sido positivo para nosotros. Recordemos que en los países integrantes de la Comunidad Andina, Perú y Colombia tienen economías abiertas y por tanto están más dispuestos a negociar tratados de comercio, mientras Ecuador y Bolivia van por el rumbo de economías cerradas (aunque con matices) y consiguientemente más reacios a negociar tratados de comercio; sin embargo, recién será en junio, cuando se produzca la siguiente ronda de negociaciones donde se determinarán las reglas y el marco para la negociación.
Aunque si de convocar a curiosidad se trata, la encontramos en las reuniones bilaterales a puertas cerradas de los jefes de estado. Las “minicumbres” son más sustanciosas y expeditivas y caben todo tipo de especulaciones sobre “qué hablaron”. Por ejemplo, la reunión “in portas” entre Evo y la Bachelet. No es necesario ser muy zahorí para deducir que trataron dos temas caros a ambos países: a Chile le interesa el gas de Bolivia, y a Bolivia la sempiterna salida al mar. O entre Zapatero y Evo sobre la estatización de empresas españolas bajo el gobierno del MAS. Igual entre la Bachelet y Alan García. Es probable que hayan limado asperezas luego de la “pataleta” de nuestro vecino por lo de la demanda peruana en La Haya y vean los negocios juntos que se pueden hacer, incluyendo la suscripción del TLC chileno-peruano que quedó en la “congeladora” del parlamento mapocho a raíz de la demanda.
Parece que también la minicumbre entre García y Lula ha dado buenos resultados con la firma de distintos convenios de cooperación, si bien los empresarios brasileños todavía tienen la percepción de considerarnos un “país chico”, no muy rentable para hacer negocios. Para contrarrestar esa visión se ha propuesto “cumbres empresariales”, una semana en Sao Paulo y otra en Lima; pero lo más concreto e interesante fue la suscripción del convenio entre Petroperú y Petrobrás para el desarrollo de un proyecto petroquímico con una inversión de 2,500 millones de dólares.
En la parte logística, que la cumbre estuvo bien organizada y con seguridad extrema, nadie lo duda. Tan extrema que los propios vecinos allende al auditorio donde se desarrolló no pudieron entrar a sus casas. Incluso nuestro presidente en la euforia “pos cumbre” deslizó la idea que Perú sea sede de las Olimpiadas 2016, aunque después el encargado de los deportes tuvo que rectificar, “aclarando” que se trataba más bien de los juegos panamericanos, meta más modesta y realista. (Imagínense a nuestro “valor nacional” Tongo cantando “La pituca” en el día inaugural de los juegos olímpicos).
A contrapelo de la cumbre presidencial, y como un evento paralelo, más pintoresca y festiva fue la Cumbre de los pueblos o “Anticumbre”. Con bombos, proclamas, marchas, manifestaciones, venta de fritanguitas, libros y cd’s piratas, y hasta brujos y chamanes, sin faltar los muchachos de Alfa y Omega (los que sostienen que Cristo vino en un ovni de un planeta lejano, muy muy lejano), contrasta con la sobriedad y encriptamiento de la cumbre oficial; hasta tuvimos una “sentencia” del Tribunal de los Pueblos contra las empresas trasnacionales que contaminan el medio ambiente o matan con sus productos químicos a personas, animales y plantas. Por supuesto, no podía faltar en la condena las empresas mineras. Si bien este tribunal no tiene carácter vinculante, sus sentencias son morales, parecido al Tribunal Russell en los años 60, que condenaba los crímenes de guerra en Vietnam. Pero, lo más llamativo fue la “pichanguita” entre la selección peruana México 70 y el “combinado” boliviano con Evo Morales a la cabeza. La gente fue con la ilusión de ver a Maradona que iba a reforzar el equipo del altiplano, pero el Diego jamás llegó. A lo lejos, si hablamos de colorinches y ambiente festivo, sin duda alguna estuvo en la UNI. Y, como tampoco podía ser de otro modo, la anticumbre culminó con el “mítin de los pueblos” en la tradicional Plaza Dos de Mayo, donde el orador central fue Evo de nuevo, dado que Hugo Chávez prefirió abstenerse de ir, quien, dicho sea de paso, estuvo de lo más tranquilo y besucón en la cumbre oficial, sería que como dentro de esta no había cámaras de televisión, no se podía hacer show.
Como era de esperarse, en su alocución Evo recomendó más estatizaciones de empresas extranjeras para luchar contra el imperialismo y para que las riquezas sean del pueblo y así sea más feliz, mientras un Ollanta Humala embelesado escuchaba en éxtasis “la receta” de Evo (de quien había sido su “telonero”*), aplaudiendo con frenesí cada frase del presidente boliviano.
Una cumbre más, que de no ejecutarse los acuerdos, quedará para la historia solo la foto ya descolorida de los mandatarios, que como aquella familia que pintó su casa, terminada la fiesta despertará de la resaca; mientras nosotros, los residentes de la ciudad de Lima, volvemos a la normalidad de nuestras labores, en vista que las autoridades ya nos permiten pasar por nuestras propias calles, y podremos ver que las obras de reparación de las avenidas por donde iban a pasar los presidentes quedó a medio hacer, entre desmontes, basura, baños portátiles, grúas y volquetes, misma ciudad del tercer mundo, ni más ni menos.
*Telonero: Dícese del orador o cantante secundario, de “relleno”, que antecede al principal en un mitin o en un concierto.
Eduardo Jiménez J.
ejjlaw@yahoo.es
Nadie discute que se reparen las pistas para las cumbres, es un orgullo nacional que seamos país anfitrión; pero, es “bien peruano” hacerlo todo a último momento. Recién comenzaron con los trabajos de reparación entre los meses de Febrero-Marzo del presente año, cuando por lo menos hace dos años se sabía que el Perú iba a ser país sede de la V Cumbre ALC-UE. La pregunta obvia es ¿por qué las autoridades no previeron esa contingencia y teniendo dos años por delante para reparar pistas no lo hicieron planificadamente y no como ahora que se ha formado un caos vehicular en distintas partes de la ciudad?
Y la otra pregunta que cae por su propio peso es porqué no se reparan otras avenidas importantes como la Universitaria, Tomas Valle o las rutas a los conos. Está bien que por allí no pasen los presidentes que vienen, pero los peruanos que viven por esos lares tienen todo el derecho del mundo de tener adecuadas vías de acceso. No se trata sólo de maquillar las avenidas por donde transitarán nuestros invitados -como la sala de nuestro ejemplo- sino brindar un servicio eficiente a todos los vecinos.
Pero, volviendo al tema de la cumbre, ¿qué resultados se han obtenido?
La percepción que tenemos los latinoamericanos es que Europa se cierra a nosotros cuando de migración se trata y solo se abre cuando concierne a los negocios de sus trasnacionales. Ahí está el ejemplo de la Italia de Silvio Berlusconi tipificando como delito la residencia sin documentos en la península de la bota. Vale decir que serán tratados como criminales muchos de nuestros connacionales que se ganan la vida honradamente por allá. Se dirá que es un caso aislado; pero, en la Europa próspera y comunitaria ya comienza a sentirse un aire enrarecido con sabor a xenofobia contra latinos, africanos, musulmanes y hasta contra los “hermanos pobres” de la Europa del Este.
Sin tener remotamente ánimo chavista, pero la frase que dijo una vez “los presidentes vamos de cumbre en cumbre, mientras los pueblos van de abismo en abismo” es bastante cierta, por lo menos en estas reuniones de países de dos continentes donde -si nos atenemos a los resultados de las otras cuatro cumbres- la ejecución de los acuerdos tomados quedó en el limbo y en declaraciones inoperativas. No se si por desidia o falta de interés, o porqué los europeos tienen problemas distintos a los nuestros, o simplemente por falta de seguimiento a los acuerdos. Supongamos de buena fe que es lo último. Si es así, de repente hace falta una secretaría técnica permanente o un órgano ejecutor que precisamente monitoree y ejecute los acuerdos adoptados, para que estos no queden solo en bonitas palabras.
A los europeos les interesa más el problema del clima y el medio ambiente –de allí que muy hábilmente el presidente juró al primer ministro del novísimo Ministerio del Medio Ambiente a mitad de la cumbre-, mientras a nosotros el problema de la pobreza. Al final parece que ha primado el interés de los europeos y la pobre pobreza ha sido reducida a líricas declaraciones sin plazos ciertos ni metas concretas de cumplimiento.
Sobre los biocombustibles no se dijo nada, como que tener menos tierras para alimento humano no sea una preocupación no solo de AL, África, sino de los propios europeos, que por allá también hay pobreza.
En el asunto del TLC con Europa (en sentido estricto “Acuerdo de asociación” dado que incluye no solo un tratado de comercio, sino también de cooperación económica y diálogo político) nos salvamos por poco que no se avance en el tema. Nosotros deslizamos sutilmente la tesis de las “velocidades diferentes” para iniciar Colombia y Perú las negociaciones del TLC europeo, y si bien al final parecía que iba a prevalecer la tesis “bloquista”, tesis europea –compartida por Ecuador y Bolivia- que propone negociar en bloque con los cuatro países de la CAN, al parecer se escuchó los reclamos del país anfitrión y ya se habla de un “acuerdo marco flexible” que permita comenzar a negociar con los países que quieran suscribir el TLC. En ese punto ha sido positivo para nosotros. Recordemos que en los países integrantes de la Comunidad Andina, Perú y Colombia tienen economías abiertas y por tanto están más dispuestos a negociar tratados de comercio, mientras Ecuador y Bolivia van por el rumbo de economías cerradas (aunque con matices) y consiguientemente más reacios a negociar tratados de comercio; sin embargo, recién será en junio, cuando se produzca la siguiente ronda de negociaciones donde se determinarán las reglas y el marco para la negociación.
Aunque si de convocar a curiosidad se trata, la encontramos en las reuniones bilaterales a puertas cerradas de los jefes de estado. Las “minicumbres” son más sustanciosas y expeditivas y caben todo tipo de especulaciones sobre “qué hablaron”. Por ejemplo, la reunión “in portas” entre Evo y la Bachelet. No es necesario ser muy zahorí para deducir que trataron dos temas caros a ambos países: a Chile le interesa el gas de Bolivia, y a Bolivia la sempiterna salida al mar. O entre Zapatero y Evo sobre la estatización de empresas españolas bajo el gobierno del MAS. Igual entre la Bachelet y Alan García. Es probable que hayan limado asperezas luego de la “pataleta” de nuestro vecino por lo de la demanda peruana en La Haya y vean los negocios juntos que se pueden hacer, incluyendo la suscripción del TLC chileno-peruano que quedó en la “congeladora” del parlamento mapocho a raíz de la demanda.
Parece que también la minicumbre entre García y Lula ha dado buenos resultados con la firma de distintos convenios de cooperación, si bien los empresarios brasileños todavía tienen la percepción de considerarnos un “país chico”, no muy rentable para hacer negocios. Para contrarrestar esa visión se ha propuesto “cumbres empresariales”, una semana en Sao Paulo y otra en Lima; pero lo más concreto e interesante fue la suscripción del convenio entre Petroperú y Petrobrás para el desarrollo de un proyecto petroquímico con una inversión de 2,500 millones de dólares.
En la parte logística, que la cumbre estuvo bien organizada y con seguridad extrema, nadie lo duda. Tan extrema que los propios vecinos allende al auditorio donde se desarrolló no pudieron entrar a sus casas. Incluso nuestro presidente en la euforia “pos cumbre” deslizó la idea que Perú sea sede de las Olimpiadas 2016, aunque después el encargado de los deportes tuvo que rectificar, “aclarando” que se trataba más bien de los juegos panamericanos, meta más modesta y realista. (Imagínense a nuestro “valor nacional” Tongo cantando “La pituca” en el día inaugural de los juegos olímpicos).
A contrapelo de la cumbre presidencial, y como un evento paralelo, más pintoresca y festiva fue la Cumbre de los pueblos o “Anticumbre”. Con bombos, proclamas, marchas, manifestaciones, venta de fritanguitas, libros y cd’s piratas, y hasta brujos y chamanes, sin faltar los muchachos de Alfa y Omega (los que sostienen que Cristo vino en un ovni de un planeta lejano, muy muy lejano), contrasta con la sobriedad y encriptamiento de la cumbre oficial; hasta tuvimos una “sentencia” del Tribunal de los Pueblos contra las empresas trasnacionales que contaminan el medio ambiente o matan con sus productos químicos a personas, animales y plantas. Por supuesto, no podía faltar en la condena las empresas mineras. Si bien este tribunal no tiene carácter vinculante, sus sentencias son morales, parecido al Tribunal Russell en los años 60, que condenaba los crímenes de guerra en Vietnam. Pero, lo más llamativo fue la “pichanguita” entre la selección peruana México 70 y el “combinado” boliviano con Evo Morales a la cabeza. La gente fue con la ilusión de ver a Maradona que iba a reforzar el equipo del altiplano, pero el Diego jamás llegó. A lo lejos, si hablamos de colorinches y ambiente festivo, sin duda alguna estuvo en la UNI. Y, como tampoco podía ser de otro modo, la anticumbre culminó con el “mítin de los pueblos” en la tradicional Plaza Dos de Mayo, donde el orador central fue Evo de nuevo, dado que Hugo Chávez prefirió abstenerse de ir, quien, dicho sea de paso, estuvo de lo más tranquilo y besucón en la cumbre oficial, sería que como dentro de esta no había cámaras de televisión, no se podía hacer show.
Como era de esperarse, en su alocución Evo recomendó más estatizaciones de empresas extranjeras para luchar contra el imperialismo y para que las riquezas sean del pueblo y así sea más feliz, mientras un Ollanta Humala embelesado escuchaba en éxtasis “la receta” de Evo (de quien había sido su “telonero”*), aplaudiendo con frenesí cada frase del presidente boliviano.
Una cumbre más, que de no ejecutarse los acuerdos, quedará para la historia solo la foto ya descolorida de los mandatarios, que como aquella familia que pintó su casa, terminada la fiesta despertará de la resaca; mientras nosotros, los residentes de la ciudad de Lima, volvemos a la normalidad de nuestras labores, en vista que las autoridades ya nos permiten pasar por nuestras propias calles, y podremos ver que las obras de reparación de las avenidas por donde iban a pasar los presidentes quedó a medio hacer, entre desmontes, basura, baños portátiles, grúas y volquetes, misma ciudad del tercer mundo, ni más ni menos.
*Telonero: Dícese del orador o cantante secundario, de “relleno”, que antecede al principal en un mitin o en un concierto.
Eduardo Jiménez J.
ejjlaw@yahoo.es
Tuesday, May 20, 2008
MIS CINES DE BARRIO
Para mi pequeña, en su día
Desde muy niño fui aficionado al cine. En una época donde no existían el Vhs o el Dvd, y cuando la televisión recién ingresaba tímidamente a los hogares, ir al cine era ingresar al lugar de entretención por excelencia. Naturalmente, mis primeros cines fueron los de mi barrio, los más cercanos a mi casa: el Western ubicado en el Jirón Risso, justo a la vuelta de donde vivía, con su fachada sobria, convertido hoy en iglesia evangélica, sitio de preferencia para la Peña Ferrando cuando venía a Lince, con sus categorías de platea baja, laterales, platea alta y la popular cazuela. Era curiosa esa división de platea baja y laterales, división en base a un tenue cordón fácil de eludir al momento de proyectar la película. (Sería que en aquella época todavía se respetaban las normas, por más tenues que fuesen, como esos cordones). Allí presencié El expreso de Von Ryan, ambientada en la II Guerra Mundial, con Frank Sinatra, que ayudaba a escapar a un grupo de prisioneros de guerra y, pobrecito, al final los nazis lo mataban. Buena película de acción que hace algún tiempo la volví a ver en dvd. Igual Zulú, que hice “pataleta” para verla, hasta que por cansancio mi madre accedió. Eran los tiempos del racismo desenfadado, de tufillo colonial, así que los negritos, bien brutos, se dejaban matar como moscas por unos cuantos blancos más inteligentes y hábiles que ellos. También me acuerdo de Vendaval en Jamaica, con Anthony Quinn, que sale bien librado del juzgamiento como pirata que urde alguien que no lo quiere mucho, terminando con una atronadora sonrisa cachosa del actor. Y sobretodo me acuerdo de El planeta de los simios, la versión con Charlton Heston, que desde la primera vez me fascinó. Sigue siendo la mejor, a pesar de sus gorilas de goma y piedras de cartón, superior a la que hizo Tim Burton años después y que contó con presupuesto millonario y efectos digitales por doquier.
En los cines existían los lunes femeninos, ese día las mujeres no pagaban entrada si iban acompañadas de un caballero (resabios de la cultura machista). Solo contaban tres funciones: matiné, vermú y noche, que obedecían al ambiente todavía calmo de la capital, donde se regresaba a almorzar a casa y de paso tomar una breve siesta. Los hombres iban en terno al cine, muchos con pañuelo en el bolsillo superior del saco o una flor en el ojal, rematando la indumentaria el clásico sombrero cubriendo la cabeza. Se fumaba mucho antes, durante y después de la proyección (fumar todavía no era dañino para la salud) y en las funciones largas existía el intermedio para ir a comprar una gaseosa o un chocolate, o por lo menos estirar las piernas. Como ya tomaba el cine con mucha seriedad, quedando absorto con la película, no era un buen cliente de la chocolatería, pero a veces, cuando iba con mi mamá o íbamos con algún compañero de su trabajo (era bastante joven y atractiva cuando se separó de mi padre, yo tenía apenas cuatro años y un poco se adelantó a una época que todavía condenaba a las mujeres divorciadas) me “ganaba” con algún chocolate o gaseosa a mitad de función. Era la época de la ingenuidad y la ensoñación, de los maravillosos años sesenta, del rock and roll, la liberación sexual y los movimientos sociales, cuando tenías el corazón contento y lleno de alegría, y el amor estaba en el aire, y los vientos no presagiaban ni por asomo lo que vendría después.
El cine Western era mi preferido, proyectaba casi todas las películas que habían estado en las salas de estreno, más lujosas y caras. Una de esas salas era el Roma. Impresionaba entrar. Sus pisos alfombrados, los controladores (los tradicionales “boleteros”) correctamente uniformados, con gorra, corbata y saco incluido, la chocolatería con finos chocolates importados -aunque el sabroso y nacional Sublime no tenía competencia-. Entrando, debajo del écran, existía un invernadero con plantas naturales que le daba un toque especial al ambiente. Era como estar en una sala de cine y un vivero a la vez. Las butacas comodísimas, mullidas, suaves, que daban ganas de dormir ahí mismo. Estaba a unas diez cuadras de mi casa, así que debíamos tomar un colectivo (un carro grandazo de seis cilindros que hacía el recorrido por toda la avenida Arequipa) para llegar hasta allá. He visto varias películas en el Roma, pero la que guardo con especial afecto en mi memoria es 2001: odisea del espacio de Stanley Kubrick, aunque como en algunos amores, la primera impresión no fue la mejor. Mi madre me llevó a su estreno, en función de vermú, luego del trabajo. Debo confesar que aquella vez la película no me impresionó, es más, me aburrió de cabo a rabo y en algunos tramos me preguntaba cuándo terminaba ya. Un niño de doce años nutrido con los comics, las películas de ciencia ficción y seriales que pasaban en la tele o las vistas en el cine, se preguntaba a qué hora salen los marcianos y los platillos voladores, y en cambio veía una computadora que “se rayó”, un astronauta que en pocos minutos pasa de la adultez a la vejez para luego renacer y un monolito impertinente que a cada rato aparecía. Debí esperar diez años más, ya crecido y con una cinefilia más sólida, para comprenderla y tomarle cariño y considerarla como una de mis películas favoritas de todos los tiempos. De allí en adelante debo haberla visto infinidad de veces y me la conozco de memoria. “La catedral de la ciencia ficción”.
Años después y ya en la década de los ochenta, los administradores del Roma tuvieron buen olfato con algunas cintas que, con el retorno de la democracia y el fin de la censura, pudieron ser exhibidas. Calígula o El imperio de los sentidos causaron llenos totales de sala por semanas enteras. Ver a Malcolm McDowell (el de La naranja mecánica) gesticular como loco mientras tenía sexo con su hermana Drusilla o a Sada amputando el pene a su difunto amante, impactó a los todavía pacatos limeños. Los revendedores hicieron su agosto, ofreciendo las entradas al doble del precio; pero, en los noventa el Roma ya estaba golpeado por la fuerte crisis que sufrieron los grandes cines. Recuerdo que una de las últimas películas que visioné allí fue El silencio de los inocentes, acompañado de una ex que era un poco rayada y que se completó de rayar al ver cómo el doctor Hannibal Lecter se comía vivos a sus víctimas (por cierto, y dicho sea de paso, siempre me han tocado parejas “rayadas”, hasta la actual). El cine no era el de antes. Las butacas estaban descuidadas, algunas habían perdido el asiento o el respaldar, los boleteros ya no se encontraban correctamente uniformados, sino en camisa y sin corbata, las señoras que atendían estaban con las medias de nylon corridas que evidenciaban unas piernas hinchadas y con várices, mientras que la chocolatería lucía deslucida con apenas unos dulces desperdigados por aquí y allá. El Roma abriría sus puertas de nuevo algunos años después como una gris oficina de jubilaciones del estado (la eufemística Oficina de Normalización Previsional).
Otro cine de lujo cercano al Roma era el cine Azul, llamado precisamente así por el color predominante de su fachada y su interior. No pertenecía a Lince propiamente, sino a Santa Beatriz (como el Roma), inaugurado en la década del cuarenta cuando dicha urbanización estaba poblada por una clase media pujante con automóvil propio, chalecitos y hasta castillo incluido (el famoso castillo Rospigliosi). Estaba más cerca de mi casa, así que podía ir a pie. La primera vez debe haber sido de niño, con una de mis tías. Lo que más me llamó la atención fueron los palcos. Nunca he visto otro cine con palcos como a la usanza de los teatros (dicen que el antiguo cine Excelsior también los tenía). Todavía llegué a subirme a uno de ellos y hasta inicios de la década del setenta estuvieron habilitados. Después parece que los cerraron en vista que las parejas lo usaban para otros fines menos el ver tranquilamente una película. La que más guardo en la memoria fue El Decameron, que supuse la vería por fin (eso pensaba) cuando se abolió la censura. Resulta que cuando los militares gobernaban el país, el Roma la quiso proyectar, la sala estaba repleta y faltando pocos minutos un teniente del ejército “incautó” la cinta por “órdenes superiores”. Como en esa época no había recurso de amparo que nos ampare y sí más bien armas al ristre que salían de un camión portatropas como si los espectadores fuéramos un grupo de terroristas armados, tuvimos que salir resignados de la sala. Ya restaurada la democracia, el Azul la iba a exhibir, pero faltando también pocos minutos para la proyección, con sala igualmente a full, la película no venía. Era la época en que un muchacho en motocicleta, cuál chasqui motorizado, iba de cine en cine con los rollos de la película, sin embargo al Azul nunca llegó por algún extraño motivo que hasta el día de hoy no ha sido descubierto y se ha convertido en un misterio sin resolver, mismos “Expedientes X”, así que otra vez entre resignados y fastidiados debimos abandonar la sala. Algún tiempo después podría ver por fin tranquilamente la primera película de la “trilogía de la vida” de Pasolini y hasta ahora la conservo en mi memoria: vital, fresca y hermosa.
Dentro de los cines de barrio estaba también el Independencia. Se ubicada en la avenida Militar, cerca a la Municipalidad de Lince y frente a mi colegio de primaria “Las Américas”. Era un cine reciclador de películas de estreno, convirtiéndome en un caserito habitual. Allí pude ver la continuación de El planeta de los simios –Bajo el planeta de los simios- con James Franciscus y Charlton Heston en aparición breve. El epílogo era oscuro, con el fin de la Tierra en plena época de la amenaza atómica; pero la taquilla fue tan persuasiva que los productores hicieron tres partes más, la última con sabor a “new age” y onda hippie, muy acorde con la época que vivíamos. Las butacas del Independencia no eran nada cómodas y la proyección muchas veces pecaba de defectuosa, pero a los chicos de entonces más les gustaba saltar y jugar por la sala y encima de los asientos, así que las comodidades no nos preocupaban demasiado, aparte que la entrada era bastante barata y se encontraba al alcance de nuestras propinas. Actualmente está cerrado y me llama la atención que ninguna iglesia o bingo lo haya adquirido, a pesar de estar a media cuadra de la Plaza de Armas de Lince.
Un poco más arriba estaba el cine Alianza, en la avenida José Gálvez, ese sí era un cine de barrio barrio. Se le llamaba Alianza por qué estaba lindante al barrio de La Victoria, barrio grone y fiel seguidor del club Alianza Lima, aparte que en la cuadra donde estaba ubicado predominaban los morenos, gente sencilla, trabajadora y que naturalmente el equipo de fútbol de sus amores era el de la blanquiazul (en esa cuadra de José Gálvez ningún “blanquiñoso” podía gritar “y dale U” bajo pena de ser linchado y si quería “entrarle” a una de las preciosas morenas que vivían por allí tenía que convertirse de grado o fuerza al club grone, con exhibición obligada de camiseta y asistir religiosamente a los partidos del clásico dando vivas a la blanquiazul). La verdad que nunca entré al cine Alianza, aunque pasaba por allí cerca. Sólo entré una vez en mi vida, cuando ya no funcionaba como sala de cine. Me invitó un grupo místico que adquirió el local para sede principal de sus eventos, a fin de dar una conferencia sobre un tema filosófico-esotérico-metafísico que la verdad no recuerdo el título. Pasaba que un colega donde yo enseñaba pertenecía a esa asociación que creía en las revelaciones del divino cordero y en los ovnis al mismo tiempo. Un poco en la onda de la era de acuario y la película 2001. Era alucinante esa combinación que habían hecho, donde Cristo habría venido en un platillo volador de un planeta lejano muy lejano, proveniente de una civilización más avanzada que la nuestra, a fin que la humanidad progrese gracias a su mensaje, dado que nosotros estábamos en el universo más atrasados que escolar de colegio público. Solo faltaba el monolito de 2001 para completar el cuadro, pero realmente eran tipos simpáticos, medio locos, pero simpáticos.
En aquellos años estaba en mi última –e infructuosa- búsqueda de una razón divina para mi existencia y la esperanza de creer en un ser superior. (De veras que le puse empeño a esa última búsqueda). Como ya había salido hacía mucho tiempo de mi iglesia nodriza, la iglesia católica, y los evangélicos no me llamaban demasiado la atención (había asistido en algunas ocasiones a sus reuniones gracias a una chica, alumna mía, con la cual pese a la diferencia de años nos llevábamos bastante bien), comencé a buscar otros caminos más bien místicos-esotéricos y recalé en un grupo con cierta antigüedad en el país y con una sede a la usanza de los castillos medievales ubicada en pleno corazón del distrito de Breña. Nueva Acrópolis fue una estación de mi vida y si bien de las enseñanzas místicas-filosóficas-esotéricas no queda nada luego de mi breve paso por allí, ni llegué a ser un “caballero Jedi”, sí aprendí la disciplina en el trabajo y a organizar mejor mi tiempo, así como el esfuerzo que se debe poner en todo lo que se hace. Eso se lo debo a ellos.
Otro cine también de barrio barrio era el Ollanta, con nombre incásico y en pleno corazón de Lince. Pasaban películas “de romanos” y de gladiadores. Allí conocí a Maciste, Ulises, Hércules, Simbad y a la reina de Saba, casi todas películas italianas en blanco y negro. Pasaban también los spaghetti western, con un joven Clint Eastwood, aunque en esa época no me llamaban mucho la atención. Luego el Ollanta pasó a ser también iglesia evangélica. Solo asistí una vez como tal, debido a la ordenación como teólogo del hermano mayor de esta muchacha (que de evangélica tenía bastante poco). La sala conservaba su arquitectura original, salvo que en la dulcería ahora se vendían Biblias, casettes religiosos y otros libros de lectura piadosa. Preferí no volver nunca más y conservarlo en la memoria tal como fue en mi niñez.
Un cine cercano, donde iba regularmente, era el Alhambra. Impresionante por sus murales moriscos, presencié algunos filmes, sobretodo los sábados por la tarde, cuando me había desocupado de las tareas escolares. Estaba en la zona “pituca” de Lince, lindante con el distrito de San Isidro. Recuerdo haber visto allí María Estuardo, reina de Escocia, con una imponente y todavía joven Vanessa Redgrave como la reina católica y, en contraposición, Glenda Jackson como la reina Elizabeth que debía cimentar un imperio. Choque de caracteres. Ahora está convertido en un bingo, aunque han respetado su fachada. Igual pasaba con otro cine ubicado en la actual avenida César Vallejo, el Country. El Country tenía una deliciosa confitería, quedaba a pocas cuadras del edificio El Dorado. Había sido un cine de gala en otros tiempos, pero en los últimos años, antes de su cierre definitivo, lucía ya una decadencia imparable. También se convirtió en iglesia evangélica.
En cambio el Ambassador quedaba un poco más abajo, cerca al mercado Nº 2 de Lince; pero, a diferencia del Country, fue demolido para construir un complejo multifamiliar de Mi Vivienda. Para sobrevivir en los últimos años se convirtió también en reciclador de películas. Una de ellas fue quizás la primera o una de las primeras cintas que usaron efectos digitales. Creo que se titulaba Tron, película de ciencia ficción y aventuras. Si bien el filme fue recibido con frialdad en su momento, hay que reconocer que se adelantó a su época y como sucede con infinidad de casos similares, al inicio ni el público ni los productores comprendieron lo que tenían delante.
Otros cines de estreno y que propiamente quedaban en San Isidro, pero cerca a mi casa, eran el Orrantia, donde presencié por primera vez Woodstock: 3 días de paz, música y amor, memorable documental sobre el concierto de rock que cerró toda una gran época: la de los prodigiosos años 60. Tenía tres niveles como los viejos cines: platea baja, platea alta y la popular cazuela, con precios diferenciados por nivel y si estabas corto de fondos te ibas arriba, a la cazuela, cerca al techo pero más entretenida y bullanguera. En cambio, el cine San Isidro, solo con platea baja y mezanine, más circunspecto, trató de conservar su antigua prosapia. Recuerdo que todavía funcionaba hasta bien entrados los años noventa y con su infraestructura en buen estado. Era como esas familias de antigua estirpe que tratan de conservar el decoro y la dignidad hasta el último momento, pero tanto el San Isidro como el Orrantia correrían la misma suerte: convertirse en iglesias evangélicas donde Dios sana, salva y santifica.
El cine Petit Thouars –rebautizado como Concorde en homenaje al famoso avión de los años setenta- corrió la misma suerte. Un cine considerado de “estreno” en sus mejores épocas, en los últimos años tuvo que sobrevivir con películas piratas que pasaba con total impunidad. Como dice el viejo dicho “la necesidad tiene cara de hereje”. Y, al Petit Thouars no le quedó más remedio para sobrevivir. Igual que otras salas, ahora Cristo vive en sus otrora cómodas butacas donde visioné en estreno la estremecedora La profecía.
Pero, fueron dos cines que calcando el formato de las salas gemelas dentro de una galería comercial, los que sobrevivieron incluso hasta el presente siglo. El antecedente que tuvimos de las multisalas actuales fueron las salas gemelas incrustadas en un centro comercial. Casi siempre les ponían nombres que relacionaban a parejas famosas de la historia. Así tuvimos en el corazón de Lima a los cines Adán y Eva -actualmente acondicionadas como multisalas-; en Miraflores al Romeo y Julieta, convertido el último hoy en un teatrín; y en Lince al Arenales Ámbar y Arenales Jade. Funcionaban en los altos del Centro Comercial Arenales, un complejo de galerías de cuatro niveles, con estacionamiento en los altos y ascensor con lunas trasparentes -creo que el primero de su tipo que funcionó en Lima-. El complejo estaba proyectado para ser el “hot center” de Lince; pero la idea nunca funcionó y los cines ubicados en el último piso comenzaron a languidecer. Sin embargo le hicieron la lucha y pese a que en los últimos años las proyecciones eran harto defectuosas (las imágenes borrosas y el sonido deforme daban la impresión de presenciar una película de ensayo vanguardista), y si bien a veces no cumplían con lo programado, sus precios eran bastante competitivos (recuerdo haber visto allí con mi hermano Los Otros de Alejandro Amenábar). En una época en la cual el dvd todavía no se había masificado, una entrada a precio razonable hacía atractiva la oferta y la sala se colmaba sobretodo de escolares, universitarios y parejas que buscaban un lugar oscuro para estar juntas. Hace dos o tres años tuvo que cerrar irreductiblemente, justo cuando el dvd se convierte en asequible a todos los bolsillos, pero se defendió hasta el final. Murió de pie como los grandes.
*****
Ya adulto, sin la tutela familiar y con dinero en el bolsillo, comencé a aventurarme por mi cuenta, costo y riesgo a los cines de barrio de otros distritos. Entraba a cines como el Primavera en Surquillo a función de noche. Salir a la medianoche del cine y presenciar la fauna que pululaba en la avenida era un espectáculo mejor que la película vista: prostitutas, paseros, fumones y arrebatacarteras. El Susy en San Juan de Miraflores también lo visité (me parece que ahora es un bingo). En la Mutual donde trabajaba de cajero, cuando era estudiante de derecho, me destacaron a la agencia de San Juan que quedaba frente al cine, así que saliendo del trabajo, cruzaba la avenida Los Héroes para visitarlo; y, aunque las butacas eran bastante incómodas, me gustaba ese ambiente informal, más laxo que existía en aquellas salas. Siempre salí ileso en esas andanzas, quizás suerte o debo tener un ángel guardián que cuida mis espaldas, y más bien era fascinante espectar esa fauna andante y sobretodo ver a las chicas de la noche que exhibían sus atributos cuando comenzaba a oscurecer.
Sin embargo, fue en los años ochenta, cuando se liberaliza el porno, que comienzo a ir a las funciones de medianoche en los cines de barrio. El cine Brasil quedaba a pocas cuadras de mi nueva casa –me había mudado de Lince a Pueblo Libre, un distrito de clase media bastante tranquilo en aquellos años, con casitas de dos pisos y parques por doquier-, así que iba a las funciones de porno duro a la medianoche.
La medida ordenada por el segundo gobierno de Fernando Belaunde –proyectar el hard core o porno duro a partir de las doce de la noche- era disuasiva, a fin que por la hora asistan pocos parroquianos; pero, cual aquelarre congregatorio, lo que se generó a partir de la medianoche fue todo un festival de distintos tipos de personas: desde los habituales asistentes a la función, casi siempre hombres solos que esperaban a que se abra la boletería, pasando por los sangucheros con su popular pan con hot dog encebollado o para los más misios pan con huevo frito, sánguches que habían sobrado de las funciones diurnas, los emolienteros con su rica linaza calientita señor para el frío, acompañada de algunos extractos de siete raíces, los chiquillos que vendían los consabidos chicles, chocolates y cigarrillos, hasta las chicas de la noche que pululaban alrededor del cine para cargar con algún parroquiano excitado con la proyección. La medida del arquitecto restaurador fue un claro ejemplo que de buenas intenciones se encuentra empedrado el camino al infierno.
Algunas chicas, con la complicidad del administrador o del boletero, entraban a la sala y comenzaban a ir de asiento en asiento ofreciendo sus servicios, y donde veían un tipo urgido por las premuras de la naturaleza lo levantaban en vilo sin mayores contemplaciones. Primero se sentaban al lado del “target”, le comenzaban a acariciar ya se imaginan que, le metían floro hablándole suavecito cerca de la oreja, con mordidita incluida, y si el tipo aceptaba cargaban con él. Algunas se lo llevaban al baño, donde lo despachaban en un dos por tres y luego volvían a entrar a la sala en busca de otro cliente, otras le hacían una fellatio en plena butaca, con lo que teníamos un doble espectáculo: la película y la escena en el asiento de al lado. Era como estar en una orgía virtual. Había algunos que excitados con lo que veían comenzaban a masturbarse en la misma sala, así que la función terminaba con olor a semen por todos lados.
Pero también aparecieron los travestis, que comenzaron a rivalizar y hacer fuerte competencia a las chicas. La verdad no tenían nada que envidiarles, andaban escotados, enseñando sus atributos, “marketeándose”. Solo una vez en mi vida cargué con uno. Fue mi primera y única experiencia con un travesti (“para probar” como se dice). Para ser franco, al momento de la verdad no se me puso duro duro, pese a los esfuerzos, arte y mañas que puso “Margot” (lo llamaremos así). Quizás el nerviosismo o la impresión de la primera vez. Al final Margot tuvo que usar su boca para sacarlo todo, que, dicho sea de paso, la usó hábilmente. Solo he conocido una mujer con una maestría de esa naturaleza para hacerlo.
El Broadway era otro cine cercano a mi nueva casa. Sala enorme, una sola platea. Se notaba que había conocido mejores épocas, como aquellas mujeres de esplendores pasados que brilla un atisbo de sus mejores tiempos, pero cuando lo visité estaba en plena decadencia. Me gustaba el color de sus butacas: rojo. Allí presencié algunas películas de terror, un género favorito, como Cuentos de la cripta, Shocker: 100,000 voltios de terror y Cementerio de mascotas. El Broadway nunca se animó a pasar películas porno en trasnoche, y ahora –junto con el cine Brasil- fueron derruidos para dar paso a los edificios multifamiliares de Mi Vivienda; así que las apacibles y pequeño burguesas familias que habitan en esos pequeños departamentos no saben que reposan sobre entretenidas y olorosas historias de otras épocas.
En los años noventa, con la apertura neoliberal y los cambios que ocurrieron en el país, amén del terrorismo que golpeó duramente al país la década anterior, los cines de barrio desaparecieron. Cerraron, otros hasta fueron tapiados para evitar que los invadan o entren los fumones, como pasó con el cine Porvenir en La Victoria, y convertidos gradualmente en iglesias evangélicas, bingos o destruidos para levantar los edificios de Mi Vivienda que vemos por distintos lados.
Los cines de barrio marcaron todo una época. Son parte del recuerdo de cuando los caballeros salían a la calle con saco, corbata y una flor en el ojal, y ofrecían un blanco pañuelo con olor a colonia a su acompañante por si quería secarse el rostro o sonarse la nariz. Cuando las damas para ir al cine usaban traje de vestir, zapatos de taco y medias de nylon, y los niños iban con pantalón corto y corbata michi. Cuando los hombres cedían el asiento a las féminas sin importar la edad y se tenía que pedir permiso al papá o mamá para salir con la muchacha de tus sueños y hasta cierta hora, nada más. Donde para caer a una chica debías preparar y ensayar un discurso más inflamado y largo que de político tradicional, y si te daba el sí, la mayor osadía era agarrarle la mano amparado en la oscuridad de la sala. De una clase media que se iría extinguiendo poco a poco entre las sucesivas crisis económicas que vivió el país. De cuando todavía se respiraba un aire a ingenuidad y no a cinismo despiadado. Cuando todavía existían ciertos valores y no el frío pragmatismo de ahora. Y los guardamos en lo más querido de nuestro corazón: de aquellos años felices de nuestra infancia y juventud.
Eduardo Jiménez J.
ejjlaw@yahoo.es
Desde muy niño fui aficionado al cine. En una época donde no existían el Vhs o el Dvd, y cuando la televisión recién ingresaba tímidamente a los hogares, ir al cine era ingresar al lugar de entretención por excelencia. Naturalmente, mis primeros cines fueron los de mi barrio, los más cercanos a mi casa: el Western ubicado en el Jirón Risso, justo a la vuelta de donde vivía, con su fachada sobria, convertido hoy en iglesia evangélica, sitio de preferencia para la Peña Ferrando cuando venía a Lince, con sus categorías de platea baja, laterales, platea alta y la popular cazuela. Era curiosa esa división de platea baja y laterales, división en base a un tenue cordón fácil de eludir al momento de proyectar la película. (Sería que en aquella época todavía se respetaban las normas, por más tenues que fuesen, como esos cordones). Allí presencié El expreso de Von Ryan, ambientada en la II Guerra Mundial, con Frank Sinatra, que ayudaba a escapar a un grupo de prisioneros de guerra y, pobrecito, al final los nazis lo mataban. Buena película de acción que hace algún tiempo la volví a ver en dvd. Igual Zulú, que hice “pataleta” para verla, hasta que por cansancio mi madre accedió. Eran los tiempos del racismo desenfadado, de tufillo colonial, así que los negritos, bien brutos, se dejaban matar como moscas por unos cuantos blancos más inteligentes y hábiles que ellos. También me acuerdo de Vendaval en Jamaica, con Anthony Quinn, que sale bien librado del juzgamiento como pirata que urde alguien que no lo quiere mucho, terminando con una atronadora sonrisa cachosa del actor. Y sobretodo me acuerdo de El planeta de los simios, la versión con Charlton Heston, que desde la primera vez me fascinó. Sigue siendo la mejor, a pesar de sus gorilas de goma y piedras de cartón, superior a la que hizo Tim Burton años después y que contó con presupuesto millonario y efectos digitales por doquier.
En los cines existían los lunes femeninos, ese día las mujeres no pagaban entrada si iban acompañadas de un caballero (resabios de la cultura machista). Solo contaban tres funciones: matiné, vermú y noche, que obedecían al ambiente todavía calmo de la capital, donde se regresaba a almorzar a casa y de paso tomar una breve siesta. Los hombres iban en terno al cine, muchos con pañuelo en el bolsillo superior del saco o una flor en el ojal, rematando la indumentaria el clásico sombrero cubriendo la cabeza. Se fumaba mucho antes, durante y después de la proyección (fumar todavía no era dañino para la salud) y en las funciones largas existía el intermedio para ir a comprar una gaseosa o un chocolate, o por lo menos estirar las piernas. Como ya tomaba el cine con mucha seriedad, quedando absorto con la película, no era un buen cliente de la chocolatería, pero a veces, cuando iba con mi mamá o íbamos con algún compañero de su trabajo (era bastante joven y atractiva cuando se separó de mi padre, yo tenía apenas cuatro años y un poco se adelantó a una época que todavía condenaba a las mujeres divorciadas) me “ganaba” con algún chocolate o gaseosa a mitad de función. Era la época de la ingenuidad y la ensoñación, de los maravillosos años sesenta, del rock and roll, la liberación sexual y los movimientos sociales, cuando tenías el corazón contento y lleno de alegría, y el amor estaba en el aire, y los vientos no presagiaban ni por asomo lo que vendría después.
El cine Western era mi preferido, proyectaba casi todas las películas que habían estado en las salas de estreno, más lujosas y caras. Una de esas salas era el Roma. Impresionaba entrar. Sus pisos alfombrados, los controladores (los tradicionales “boleteros”) correctamente uniformados, con gorra, corbata y saco incluido, la chocolatería con finos chocolates importados -aunque el sabroso y nacional Sublime no tenía competencia-. Entrando, debajo del écran, existía un invernadero con plantas naturales que le daba un toque especial al ambiente. Era como estar en una sala de cine y un vivero a la vez. Las butacas comodísimas, mullidas, suaves, que daban ganas de dormir ahí mismo. Estaba a unas diez cuadras de mi casa, así que debíamos tomar un colectivo (un carro grandazo de seis cilindros que hacía el recorrido por toda la avenida Arequipa) para llegar hasta allá. He visto varias películas en el Roma, pero la que guardo con especial afecto en mi memoria es 2001: odisea del espacio de Stanley Kubrick, aunque como en algunos amores, la primera impresión no fue la mejor. Mi madre me llevó a su estreno, en función de vermú, luego del trabajo. Debo confesar que aquella vez la película no me impresionó, es más, me aburrió de cabo a rabo y en algunos tramos me preguntaba cuándo terminaba ya. Un niño de doce años nutrido con los comics, las películas de ciencia ficción y seriales que pasaban en la tele o las vistas en el cine, se preguntaba a qué hora salen los marcianos y los platillos voladores, y en cambio veía una computadora que “se rayó”, un astronauta que en pocos minutos pasa de la adultez a la vejez para luego renacer y un monolito impertinente que a cada rato aparecía. Debí esperar diez años más, ya crecido y con una cinefilia más sólida, para comprenderla y tomarle cariño y considerarla como una de mis películas favoritas de todos los tiempos. De allí en adelante debo haberla visto infinidad de veces y me la conozco de memoria. “La catedral de la ciencia ficción”.
Años después y ya en la década de los ochenta, los administradores del Roma tuvieron buen olfato con algunas cintas que, con el retorno de la democracia y el fin de la censura, pudieron ser exhibidas. Calígula o El imperio de los sentidos causaron llenos totales de sala por semanas enteras. Ver a Malcolm McDowell (el de La naranja mecánica) gesticular como loco mientras tenía sexo con su hermana Drusilla o a Sada amputando el pene a su difunto amante, impactó a los todavía pacatos limeños. Los revendedores hicieron su agosto, ofreciendo las entradas al doble del precio; pero, en los noventa el Roma ya estaba golpeado por la fuerte crisis que sufrieron los grandes cines. Recuerdo que una de las últimas películas que visioné allí fue El silencio de los inocentes, acompañado de una ex que era un poco rayada y que se completó de rayar al ver cómo el doctor Hannibal Lecter se comía vivos a sus víctimas (por cierto, y dicho sea de paso, siempre me han tocado parejas “rayadas”, hasta la actual). El cine no era el de antes. Las butacas estaban descuidadas, algunas habían perdido el asiento o el respaldar, los boleteros ya no se encontraban correctamente uniformados, sino en camisa y sin corbata, las señoras que atendían estaban con las medias de nylon corridas que evidenciaban unas piernas hinchadas y con várices, mientras que la chocolatería lucía deslucida con apenas unos dulces desperdigados por aquí y allá. El Roma abriría sus puertas de nuevo algunos años después como una gris oficina de jubilaciones del estado (la eufemística Oficina de Normalización Previsional).
Otro cine de lujo cercano al Roma era el cine Azul, llamado precisamente así por el color predominante de su fachada y su interior. No pertenecía a Lince propiamente, sino a Santa Beatriz (como el Roma), inaugurado en la década del cuarenta cuando dicha urbanización estaba poblada por una clase media pujante con automóvil propio, chalecitos y hasta castillo incluido (el famoso castillo Rospigliosi). Estaba más cerca de mi casa, así que podía ir a pie. La primera vez debe haber sido de niño, con una de mis tías. Lo que más me llamó la atención fueron los palcos. Nunca he visto otro cine con palcos como a la usanza de los teatros (dicen que el antiguo cine Excelsior también los tenía). Todavía llegué a subirme a uno de ellos y hasta inicios de la década del setenta estuvieron habilitados. Después parece que los cerraron en vista que las parejas lo usaban para otros fines menos el ver tranquilamente una película. La que más guardo en la memoria fue El Decameron, que supuse la vería por fin (eso pensaba) cuando se abolió la censura. Resulta que cuando los militares gobernaban el país, el Roma la quiso proyectar, la sala estaba repleta y faltando pocos minutos un teniente del ejército “incautó” la cinta por “órdenes superiores”. Como en esa época no había recurso de amparo que nos ampare y sí más bien armas al ristre que salían de un camión portatropas como si los espectadores fuéramos un grupo de terroristas armados, tuvimos que salir resignados de la sala. Ya restaurada la democracia, el Azul la iba a exhibir, pero faltando también pocos minutos para la proyección, con sala igualmente a full, la película no venía. Era la época en que un muchacho en motocicleta, cuál chasqui motorizado, iba de cine en cine con los rollos de la película, sin embargo al Azul nunca llegó por algún extraño motivo que hasta el día de hoy no ha sido descubierto y se ha convertido en un misterio sin resolver, mismos “Expedientes X”, así que otra vez entre resignados y fastidiados debimos abandonar la sala. Algún tiempo después podría ver por fin tranquilamente la primera película de la “trilogía de la vida” de Pasolini y hasta ahora la conservo en mi memoria: vital, fresca y hermosa.
Dentro de los cines de barrio estaba también el Independencia. Se ubicada en la avenida Militar, cerca a la Municipalidad de Lince y frente a mi colegio de primaria “Las Américas”. Era un cine reciclador de películas de estreno, convirtiéndome en un caserito habitual. Allí pude ver la continuación de El planeta de los simios –Bajo el planeta de los simios- con James Franciscus y Charlton Heston en aparición breve. El epílogo era oscuro, con el fin de la Tierra en plena época de la amenaza atómica; pero la taquilla fue tan persuasiva que los productores hicieron tres partes más, la última con sabor a “new age” y onda hippie, muy acorde con la época que vivíamos. Las butacas del Independencia no eran nada cómodas y la proyección muchas veces pecaba de defectuosa, pero a los chicos de entonces más les gustaba saltar y jugar por la sala y encima de los asientos, así que las comodidades no nos preocupaban demasiado, aparte que la entrada era bastante barata y se encontraba al alcance de nuestras propinas. Actualmente está cerrado y me llama la atención que ninguna iglesia o bingo lo haya adquirido, a pesar de estar a media cuadra de la Plaza de Armas de Lince.
Un poco más arriba estaba el cine Alianza, en la avenida José Gálvez, ese sí era un cine de barrio barrio. Se le llamaba Alianza por qué estaba lindante al barrio de La Victoria, barrio grone y fiel seguidor del club Alianza Lima, aparte que en la cuadra donde estaba ubicado predominaban los morenos, gente sencilla, trabajadora y que naturalmente el equipo de fútbol de sus amores era el de la blanquiazul (en esa cuadra de José Gálvez ningún “blanquiñoso” podía gritar “y dale U” bajo pena de ser linchado y si quería “entrarle” a una de las preciosas morenas que vivían por allí tenía que convertirse de grado o fuerza al club grone, con exhibición obligada de camiseta y asistir religiosamente a los partidos del clásico dando vivas a la blanquiazul). La verdad que nunca entré al cine Alianza, aunque pasaba por allí cerca. Sólo entré una vez en mi vida, cuando ya no funcionaba como sala de cine. Me invitó un grupo místico que adquirió el local para sede principal de sus eventos, a fin de dar una conferencia sobre un tema filosófico-esotérico-metafísico que la verdad no recuerdo el título. Pasaba que un colega donde yo enseñaba pertenecía a esa asociación que creía en las revelaciones del divino cordero y en los ovnis al mismo tiempo. Un poco en la onda de la era de acuario y la película 2001. Era alucinante esa combinación que habían hecho, donde Cristo habría venido en un platillo volador de un planeta lejano muy lejano, proveniente de una civilización más avanzada que la nuestra, a fin que la humanidad progrese gracias a su mensaje, dado que nosotros estábamos en el universo más atrasados que escolar de colegio público. Solo faltaba el monolito de 2001 para completar el cuadro, pero realmente eran tipos simpáticos, medio locos, pero simpáticos.
En aquellos años estaba en mi última –e infructuosa- búsqueda de una razón divina para mi existencia y la esperanza de creer en un ser superior. (De veras que le puse empeño a esa última búsqueda). Como ya había salido hacía mucho tiempo de mi iglesia nodriza, la iglesia católica, y los evangélicos no me llamaban demasiado la atención (había asistido en algunas ocasiones a sus reuniones gracias a una chica, alumna mía, con la cual pese a la diferencia de años nos llevábamos bastante bien), comencé a buscar otros caminos más bien místicos-esotéricos y recalé en un grupo con cierta antigüedad en el país y con una sede a la usanza de los castillos medievales ubicada en pleno corazón del distrito de Breña. Nueva Acrópolis fue una estación de mi vida y si bien de las enseñanzas místicas-filosóficas-esotéricas no queda nada luego de mi breve paso por allí, ni llegué a ser un “caballero Jedi”, sí aprendí la disciplina en el trabajo y a organizar mejor mi tiempo, así como el esfuerzo que se debe poner en todo lo que se hace. Eso se lo debo a ellos.
Otro cine también de barrio barrio era el Ollanta, con nombre incásico y en pleno corazón de Lince. Pasaban películas “de romanos” y de gladiadores. Allí conocí a Maciste, Ulises, Hércules, Simbad y a la reina de Saba, casi todas películas italianas en blanco y negro. Pasaban también los spaghetti western, con un joven Clint Eastwood, aunque en esa época no me llamaban mucho la atención. Luego el Ollanta pasó a ser también iglesia evangélica. Solo asistí una vez como tal, debido a la ordenación como teólogo del hermano mayor de esta muchacha (que de evangélica tenía bastante poco). La sala conservaba su arquitectura original, salvo que en la dulcería ahora se vendían Biblias, casettes religiosos y otros libros de lectura piadosa. Preferí no volver nunca más y conservarlo en la memoria tal como fue en mi niñez.
Un cine cercano, donde iba regularmente, era el Alhambra. Impresionante por sus murales moriscos, presencié algunos filmes, sobretodo los sábados por la tarde, cuando me había desocupado de las tareas escolares. Estaba en la zona “pituca” de Lince, lindante con el distrito de San Isidro. Recuerdo haber visto allí María Estuardo, reina de Escocia, con una imponente y todavía joven Vanessa Redgrave como la reina católica y, en contraposición, Glenda Jackson como la reina Elizabeth que debía cimentar un imperio. Choque de caracteres. Ahora está convertido en un bingo, aunque han respetado su fachada. Igual pasaba con otro cine ubicado en la actual avenida César Vallejo, el Country. El Country tenía una deliciosa confitería, quedaba a pocas cuadras del edificio El Dorado. Había sido un cine de gala en otros tiempos, pero en los últimos años, antes de su cierre definitivo, lucía ya una decadencia imparable. También se convirtió en iglesia evangélica.
En cambio el Ambassador quedaba un poco más abajo, cerca al mercado Nº 2 de Lince; pero, a diferencia del Country, fue demolido para construir un complejo multifamiliar de Mi Vivienda. Para sobrevivir en los últimos años se convirtió también en reciclador de películas. Una de ellas fue quizás la primera o una de las primeras cintas que usaron efectos digitales. Creo que se titulaba Tron, película de ciencia ficción y aventuras. Si bien el filme fue recibido con frialdad en su momento, hay que reconocer que se adelantó a su época y como sucede con infinidad de casos similares, al inicio ni el público ni los productores comprendieron lo que tenían delante.
Otros cines de estreno y que propiamente quedaban en San Isidro, pero cerca a mi casa, eran el Orrantia, donde presencié por primera vez Woodstock: 3 días de paz, música y amor, memorable documental sobre el concierto de rock que cerró toda una gran época: la de los prodigiosos años 60. Tenía tres niveles como los viejos cines: platea baja, platea alta y la popular cazuela, con precios diferenciados por nivel y si estabas corto de fondos te ibas arriba, a la cazuela, cerca al techo pero más entretenida y bullanguera. En cambio, el cine San Isidro, solo con platea baja y mezanine, más circunspecto, trató de conservar su antigua prosapia. Recuerdo que todavía funcionaba hasta bien entrados los años noventa y con su infraestructura en buen estado. Era como esas familias de antigua estirpe que tratan de conservar el decoro y la dignidad hasta el último momento, pero tanto el San Isidro como el Orrantia correrían la misma suerte: convertirse en iglesias evangélicas donde Dios sana, salva y santifica.
El cine Petit Thouars –rebautizado como Concorde en homenaje al famoso avión de los años setenta- corrió la misma suerte. Un cine considerado de “estreno” en sus mejores épocas, en los últimos años tuvo que sobrevivir con películas piratas que pasaba con total impunidad. Como dice el viejo dicho “la necesidad tiene cara de hereje”. Y, al Petit Thouars no le quedó más remedio para sobrevivir. Igual que otras salas, ahora Cristo vive en sus otrora cómodas butacas donde visioné en estreno la estremecedora La profecía.
Pero, fueron dos cines que calcando el formato de las salas gemelas dentro de una galería comercial, los que sobrevivieron incluso hasta el presente siglo. El antecedente que tuvimos de las multisalas actuales fueron las salas gemelas incrustadas en un centro comercial. Casi siempre les ponían nombres que relacionaban a parejas famosas de la historia. Así tuvimos en el corazón de Lima a los cines Adán y Eva -actualmente acondicionadas como multisalas-; en Miraflores al Romeo y Julieta, convertido el último hoy en un teatrín; y en Lince al Arenales Ámbar y Arenales Jade. Funcionaban en los altos del Centro Comercial Arenales, un complejo de galerías de cuatro niveles, con estacionamiento en los altos y ascensor con lunas trasparentes -creo que el primero de su tipo que funcionó en Lima-. El complejo estaba proyectado para ser el “hot center” de Lince; pero la idea nunca funcionó y los cines ubicados en el último piso comenzaron a languidecer. Sin embargo le hicieron la lucha y pese a que en los últimos años las proyecciones eran harto defectuosas (las imágenes borrosas y el sonido deforme daban la impresión de presenciar una película de ensayo vanguardista), y si bien a veces no cumplían con lo programado, sus precios eran bastante competitivos (recuerdo haber visto allí con mi hermano Los Otros de Alejandro Amenábar). En una época en la cual el dvd todavía no se había masificado, una entrada a precio razonable hacía atractiva la oferta y la sala se colmaba sobretodo de escolares, universitarios y parejas que buscaban un lugar oscuro para estar juntas. Hace dos o tres años tuvo que cerrar irreductiblemente, justo cuando el dvd se convierte en asequible a todos los bolsillos, pero se defendió hasta el final. Murió de pie como los grandes.
*****
Ya adulto, sin la tutela familiar y con dinero en el bolsillo, comencé a aventurarme por mi cuenta, costo y riesgo a los cines de barrio de otros distritos. Entraba a cines como el Primavera en Surquillo a función de noche. Salir a la medianoche del cine y presenciar la fauna que pululaba en la avenida era un espectáculo mejor que la película vista: prostitutas, paseros, fumones y arrebatacarteras. El Susy en San Juan de Miraflores también lo visité (me parece que ahora es un bingo). En la Mutual donde trabajaba de cajero, cuando era estudiante de derecho, me destacaron a la agencia de San Juan que quedaba frente al cine, así que saliendo del trabajo, cruzaba la avenida Los Héroes para visitarlo; y, aunque las butacas eran bastante incómodas, me gustaba ese ambiente informal, más laxo que existía en aquellas salas. Siempre salí ileso en esas andanzas, quizás suerte o debo tener un ángel guardián que cuida mis espaldas, y más bien era fascinante espectar esa fauna andante y sobretodo ver a las chicas de la noche que exhibían sus atributos cuando comenzaba a oscurecer.
Sin embargo, fue en los años ochenta, cuando se liberaliza el porno, que comienzo a ir a las funciones de medianoche en los cines de barrio. El cine Brasil quedaba a pocas cuadras de mi nueva casa –me había mudado de Lince a Pueblo Libre, un distrito de clase media bastante tranquilo en aquellos años, con casitas de dos pisos y parques por doquier-, así que iba a las funciones de porno duro a la medianoche.
La medida ordenada por el segundo gobierno de Fernando Belaunde –proyectar el hard core o porno duro a partir de las doce de la noche- era disuasiva, a fin que por la hora asistan pocos parroquianos; pero, cual aquelarre congregatorio, lo que se generó a partir de la medianoche fue todo un festival de distintos tipos de personas: desde los habituales asistentes a la función, casi siempre hombres solos que esperaban a que se abra la boletería, pasando por los sangucheros con su popular pan con hot dog encebollado o para los más misios pan con huevo frito, sánguches que habían sobrado de las funciones diurnas, los emolienteros con su rica linaza calientita señor para el frío, acompañada de algunos extractos de siete raíces, los chiquillos que vendían los consabidos chicles, chocolates y cigarrillos, hasta las chicas de la noche que pululaban alrededor del cine para cargar con algún parroquiano excitado con la proyección. La medida del arquitecto restaurador fue un claro ejemplo que de buenas intenciones se encuentra empedrado el camino al infierno.
Algunas chicas, con la complicidad del administrador o del boletero, entraban a la sala y comenzaban a ir de asiento en asiento ofreciendo sus servicios, y donde veían un tipo urgido por las premuras de la naturaleza lo levantaban en vilo sin mayores contemplaciones. Primero se sentaban al lado del “target”, le comenzaban a acariciar ya se imaginan que, le metían floro hablándole suavecito cerca de la oreja, con mordidita incluida, y si el tipo aceptaba cargaban con él. Algunas se lo llevaban al baño, donde lo despachaban en un dos por tres y luego volvían a entrar a la sala en busca de otro cliente, otras le hacían una fellatio en plena butaca, con lo que teníamos un doble espectáculo: la película y la escena en el asiento de al lado. Era como estar en una orgía virtual. Había algunos que excitados con lo que veían comenzaban a masturbarse en la misma sala, así que la función terminaba con olor a semen por todos lados.
Pero también aparecieron los travestis, que comenzaron a rivalizar y hacer fuerte competencia a las chicas. La verdad no tenían nada que envidiarles, andaban escotados, enseñando sus atributos, “marketeándose”. Solo una vez en mi vida cargué con uno. Fue mi primera y única experiencia con un travesti (“para probar” como se dice). Para ser franco, al momento de la verdad no se me puso duro duro, pese a los esfuerzos, arte y mañas que puso “Margot” (lo llamaremos así). Quizás el nerviosismo o la impresión de la primera vez. Al final Margot tuvo que usar su boca para sacarlo todo, que, dicho sea de paso, la usó hábilmente. Solo he conocido una mujer con una maestría de esa naturaleza para hacerlo.
El Broadway era otro cine cercano a mi nueva casa. Sala enorme, una sola platea. Se notaba que había conocido mejores épocas, como aquellas mujeres de esplendores pasados que brilla un atisbo de sus mejores tiempos, pero cuando lo visité estaba en plena decadencia. Me gustaba el color de sus butacas: rojo. Allí presencié algunas películas de terror, un género favorito, como Cuentos de la cripta, Shocker: 100,000 voltios de terror y Cementerio de mascotas. El Broadway nunca se animó a pasar películas porno en trasnoche, y ahora –junto con el cine Brasil- fueron derruidos para dar paso a los edificios multifamiliares de Mi Vivienda; así que las apacibles y pequeño burguesas familias que habitan en esos pequeños departamentos no saben que reposan sobre entretenidas y olorosas historias de otras épocas.
En los años noventa, con la apertura neoliberal y los cambios que ocurrieron en el país, amén del terrorismo que golpeó duramente al país la década anterior, los cines de barrio desaparecieron. Cerraron, otros hasta fueron tapiados para evitar que los invadan o entren los fumones, como pasó con el cine Porvenir en La Victoria, y convertidos gradualmente en iglesias evangélicas, bingos o destruidos para levantar los edificios de Mi Vivienda que vemos por distintos lados.
Los cines de barrio marcaron todo una época. Son parte del recuerdo de cuando los caballeros salían a la calle con saco, corbata y una flor en el ojal, y ofrecían un blanco pañuelo con olor a colonia a su acompañante por si quería secarse el rostro o sonarse la nariz. Cuando las damas para ir al cine usaban traje de vestir, zapatos de taco y medias de nylon, y los niños iban con pantalón corto y corbata michi. Cuando los hombres cedían el asiento a las féminas sin importar la edad y se tenía que pedir permiso al papá o mamá para salir con la muchacha de tus sueños y hasta cierta hora, nada más. Donde para caer a una chica debías preparar y ensayar un discurso más inflamado y largo que de político tradicional, y si te daba el sí, la mayor osadía era agarrarle la mano amparado en la oscuridad de la sala. De una clase media que se iría extinguiendo poco a poco entre las sucesivas crisis económicas que vivió el país. De cuando todavía se respiraba un aire a ingenuidad y no a cinismo despiadado. Cuando todavía existían ciertos valores y no el frío pragmatismo de ahora. Y los guardamos en lo más querido de nuestro corazón: de aquellos años felices de nuestra infancia y juventud.
Eduardo Jiménez J.
ejjlaw@yahoo.es
Tuesday, May 13, 2008
QUÉ ES LA MÍSTICA
Según el DRAE, Mística es Parte de la teología que trata de la vida espiritual y contemplativa y del conocimiento y dirección de los espíritus, por lo que la voz conlleva a una actitud espiritual, de carácter elevado, no material. De allí que comúnmente se entienda por mística a la entrega que una persona hace a alguna actividad o trabajo. El sudar la camiseta entre los jugadores es tener mística; el que se entrega a su trabajo, también. El alma, corazón y vida que cantaba el viejo valse.
La mística, por tanto, no está relacionada ni con la retribución económica que se pueda recibir, ni con algún otro aspecto de carácter material. Una persona puede ganar bien en un trabajo que desempeñe, pero no necesariamente va a tener mística en su desempeño. Tendrá amor al dinero o a la paga mensual que reciba, pero nada más. Más bien alguien con mística no tiene como norte la retribución económica, sino la entrega y dedicación a lo que hace. Por eso todas las reformas que se basan solo en mejorar el sueldo de los trabajadores fracasan irremediablemente. Lo hemos visto en las reformas del sector educativo y judicial, donde el aumento de las remuneraciones no significó una mejora en la calidad del servicio, sino todo lo contrario.
Por eso es muy raro encontrar a personas con mística en las organizaciones sean públicas o privadas. Las hay, pero son muy pocas, son el alma de estas, o como dirían los viejos teólogos, son la vida espiritual.
Eduardo Jiménez J.
ejjlaw@yahoo.es
La mística, por tanto, no está relacionada ni con la retribución económica que se pueda recibir, ni con algún otro aspecto de carácter material. Una persona puede ganar bien en un trabajo que desempeñe, pero no necesariamente va a tener mística en su desempeño. Tendrá amor al dinero o a la paga mensual que reciba, pero nada más. Más bien alguien con mística no tiene como norte la retribución económica, sino la entrega y dedicación a lo que hace. Por eso todas las reformas que se basan solo en mejorar el sueldo de los trabajadores fracasan irremediablemente. Lo hemos visto en las reformas del sector educativo y judicial, donde el aumento de las remuneraciones no significó una mejora en la calidad del servicio, sino todo lo contrario.
Por eso es muy raro encontrar a personas con mística en las organizaciones sean públicas o privadas. Las hay, pero son muy pocas, son el alma de estas, o como dirían los viejos teólogos, son la vida espiritual.
Eduardo Jiménez J.
ejjlaw@yahoo.es
Monday, May 05, 2008
QUÉ HACÍAS EN MAYO 68
Una manera de enlazar “la gran historia” con la historia particular, en minúsculas, es asociando el gran acontecimiento celebratorio (en este caso los cuarenta años de Mayo 68) con lo que uno hacía en aquella época (claro, de haber nacido). O, como diría Balzac, el indagar en “la historia privada de las naciones”.
Personalmente yo me encontraba en los doce años, comenzando el primer año de secundaria, por lo que la noticia de lo que aconteció en aquellos días en Francia no me llamó la atención. Sin embargo, mi generación (la generación posterior a la que agito las calles en el encendido Mayo) es tributaria de lo que pasó en esos días. Fuimos herederos de la tradición contestataria y liberal de aquel ambiente que se vivió en los maravillosos años 60.
Porque Mayo 68 fue solo un hito de aquella década, quizás la más brillante del siglo XX. Fue un sentimiento de contracultura, con mucha libertad y sin credos que nos sojuzguen. Mayo fue el espíritu, así como lo fue Woodstock y el movimiento hippie, o Vietnam y las reivindicaciones nacionalistas de los pueblos. Por eso Mayo 68 no trajo un cambio radical en las formas políticas ni intentó tomar el poder en Francia, pese a que lo tenía servido en bandeja. Como bien señaló uno de los principales líderes del movimiento, Daniel Cohn-Bendit, "Danny El Rojo": "(…) Hay que evitar crear de inmediato una organización, hay que evitar crear un programa pues eso sería paralizante. La única oportunidad para el movimiento es justamente mantener este desorden que permite a la gente hablar libremente". Anarquismo puro.
Los movimientos iconoclastas se agotan en si mismos, como le pasó al movimiento hippie. Agotada la ola de protestas, poco a poco el movimiento se fue apagando.
Sin embargo, eso no quita que, como dice la derecha representada por Sarkozy y la política del “bling bling”, Mayo 68 esté enterrado. No lo está. Por más paradójico que parezca, Sarkozy le debe a Mayo 68 haber llegado a la presidencia, así como que su actual esposa, Carla Bruni, sea la primera dama de Francia. Ironías de la historia.
Es que el Mayo francés quedó impregnado en la cultura actual. Eso sucede con los movimientos sociales cuando calan hondo, así como sucedió con el rock and roll y el movimiento contracultural en Estados Unidos, lo “absorbe” el sistema y se fija en el imaginario cultural “oficial”. Por eso, mi generación es tributaria de aquel ya lejano Mayo; y, si bien en su momento no nos llamó la atención, le debemos nuestro modo de pensar, nuestra descreencia en los grandes dogmas, la libertad con que pensamos y decimos lo que pensamos, y sobretodo creer que lo imposible se puede convertir en realidad.
Eduardo Jiménez J.
ejjlaw@yahoo.es
Personalmente yo me encontraba en los doce años, comenzando el primer año de secundaria, por lo que la noticia de lo que aconteció en aquellos días en Francia no me llamó la atención. Sin embargo, mi generación (la generación posterior a la que agito las calles en el encendido Mayo) es tributaria de lo que pasó en esos días. Fuimos herederos de la tradición contestataria y liberal de aquel ambiente que se vivió en los maravillosos años 60.
Porque Mayo 68 fue solo un hito de aquella década, quizás la más brillante del siglo XX. Fue un sentimiento de contracultura, con mucha libertad y sin credos que nos sojuzguen. Mayo fue el espíritu, así como lo fue Woodstock y el movimiento hippie, o Vietnam y las reivindicaciones nacionalistas de los pueblos. Por eso Mayo 68 no trajo un cambio radical en las formas políticas ni intentó tomar el poder en Francia, pese a que lo tenía servido en bandeja. Como bien señaló uno de los principales líderes del movimiento, Daniel Cohn-Bendit, "Danny El Rojo": "(…) Hay que evitar crear de inmediato una organización, hay que evitar crear un programa pues eso sería paralizante. La única oportunidad para el movimiento es justamente mantener este desorden que permite a la gente hablar libremente". Anarquismo puro.
Los movimientos iconoclastas se agotan en si mismos, como le pasó al movimiento hippie. Agotada la ola de protestas, poco a poco el movimiento se fue apagando.
Sin embargo, eso no quita que, como dice la derecha representada por Sarkozy y la política del “bling bling”, Mayo 68 esté enterrado. No lo está. Por más paradójico que parezca, Sarkozy le debe a Mayo 68 haber llegado a la presidencia, así como que su actual esposa, Carla Bruni, sea la primera dama de Francia. Ironías de la historia.
Es que el Mayo francés quedó impregnado en la cultura actual. Eso sucede con los movimientos sociales cuando calan hondo, así como sucedió con el rock and roll y el movimiento contracultural en Estados Unidos, lo “absorbe” el sistema y se fija en el imaginario cultural “oficial”. Por eso, mi generación es tributaria de aquel ya lejano Mayo; y, si bien en su momento no nos llamó la atención, le debemos nuestro modo de pensar, nuestra descreencia en los grandes dogmas, la libertad con que pensamos y decimos lo que pensamos, y sobretodo creer que lo imposible se puede convertir en realidad.
Eduardo Jiménez J.
ejjlaw@yahoo.es
Wednesday, April 30, 2008
MONJES BUDISTAS ASESORAN EN FINANZAS
Frente a la incertidumbre de los mercados financieros, del “crack” ocasionado por las “hipotecas basura”, donde las perdidas se estiman en cientos de miles de millones de dólares (un huevo de plata con su yema y cáscara incluida), a los financistas de Wall Street y del viejo continente no les ha quedado más remedio que pedir asesoría a monjes budistas antes de invertir en un nuevo negocio.
Sí, los monjes budistas de Bhutan (ubicado en los Himalayas) están recibiendo la visita de inversionistas que premunidos de laptops, teléfonos satelitales y demás tecnología de punta, con más angustias que certezas, les consultan si la inversión que piensan realizar será rentable o se irá al tacho. Los monjes, muy serios –signo de profesionalidad- consultan un librito llamado “Mopai” para conocer la respuesta. Terminada la sesión, los consultantes depositan los “honorarios” del consultor en un vasito con un Buda. Solo aceptan dinero en efectivo, pero, vista la gran acogida que han tenido, parece que pronto las tarjetas de crédito van a entrar al pequeño reino de Bhutan (lo que no especifica la noticia es si entregan comprobante de pago y si “la consulta” es deducible de impuestos).
El hombre desde que pisó este mundo siempre ha buscado certezas y explicaciones frente a las incertidumbres que lo rodean. Es muy humano. Miles de años atrás se buscaba descifrar el destino en las estrellas o en las vísceras de los animales, ahora que el mercado no funcionó como los manuales decían, en un libro religioso; claro, para quienes pueden pagar la consulta y el viaje hasta el lejano Himalaya.
La repercusión ocasionada por las “hipotecas sub prime” (técnicamente denominadas así las “hipotecas basura”) ha sido tan amplio y fuerte que los inversionistas, generalmente tipos poco creyentes, ante la ineficacia de los asesores de cuello y corbata provenientes de las principales universidades de Europa y Estados Unidos, han tenido que volver los ojos a estos simpáticos monjes y su libro milenario.
No se si los consejos financieros darán resultado, pero por lo menos producen calma y seguridad en medio de la desazón y escepticismo generalizado. Quizás cuando pase toda esta ola de recesión e incertidumbre que ya cubre a los países desarrollados (principalmente a Estados Unidos), los ejecutivos buscarán las respuestas más en las frías cifras de los millones que en textos sagrados, pero mientras tanto seguirán yendo a consultar su destino económico en los “monjes-asesores” que premunidos de sus libritos verán llegar a hombres y mujeres de reinos muy muy lejanos, con trajes de más de tres mil dólares, camisas de seda de cuatrocientos, corbatas de trescientos, zapatos de piel de cocodrilo de quinientos, y cortes de pelo de ciento cincuenta, que con ojos azarosos y angustiados les preguntarán, cual esfinge, sobre el futuro de los mercados financieros.
Eduardo Jiménez J.
ejjlaw@yahoo.es
Sí, los monjes budistas de Bhutan (ubicado en los Himalayas) están recibiendo la visita de inversionistas que premunidos de laptops, teléfonos satelitales y demás tecnología de punta, con más angustias que certezas, les consultan si la inversión que piensan realizar será rentable o se irá al tacho. Los monjes, muy serios –signo de profesionalidad- consultan un librito llamado “Mopai” para conocer la respuesta. Terminada la sesión, los consultantes depositan los “honorarios” del consultor en un vasito con un Buda. Solo aceptan dinero en efectivo, pero, vista la gran acogida que han tenido, parece que pronto las tarjetas de crédito van a entrar al pequeño reino de Bhutan (lo que no especifica la noticia es si entregan comprobante de pago y si “la consulta” es deducible de impuestos).
El hombre desde que pisó este mundo siempre ha buscado certezas y explicaciones frente a las incertidumbres que lo rodean. Es muy humano. Miles de años atrás se buscaba descifrar el destino en las estrellas o en las vísceras de los animales, ahora que el mercado no funcionó como los manuales decían, en un libro religioso; claro, para quienes pueden pagar la consulta y el viaje hasta el lejano Himalaya.
La repercusión ocasionada por las “hipotecas sub prime” (técnicamente denominadas así las “hipotecas basura”) ha sido tan amplio y fuerte que los inversionistas, generalmente tipos poco creyentes, ante la ineficacia de los asesores de cuello y corbata provenientes de las principales universidades de Europa y Estados Unidos, han tenido que volver los ojos a estos simpáticos monjes y su libro milenario.
No se si los consejos financieros darán resultado, pero por lo menos producen calma y seguridad en medio de la desazón y escepticismo generalizado. Quizás cuando pase toda esta ola de recesión e incertidumbre que ya cubre a los países desarrollados (principalmente a Estados Unidos), los ejecutivos buscarán las respuestas más en las frías cifras de los millones que en textos sagrados, pero mientras tanto seguirán yendo a consultar su destino económico en los “monjes-asesores” que premunidos de sus libritos verán llegar a hombres y mujeres de reinos muy muy lejanos, con trajes de más de tres mil dólares, camisas de seda de cuatrocientos, corbatas de trescientos, zapatos de piel de cocodrilo de quinientos, y cortes de pelo de ciento cincuenta, que con ojos azarosos y angustiados les preguntarán, cual esfinge, sobre el futuro de los mercados financieros.
Eduardo Jiménez J.
ejjlaw@yahoo.es
Wednesday, April 16, 2008
LA INFLACIÓN Y LAS TASAS DE INTERÉS
Así como las decisiones políticas afectan a la economía, cómo anda el mundo económico también repercute en los asuntos de la polis y en lo que haga o deje de hacer el gobierno y la oposición.
Un hecho bastante sensible para la mayoría de ciudadanos es el alza de los precios de los productos de primera necesidad. Inmediatamente las miradas se dirigen al gobierno, buscando un responsable de lo que está pasando, y el gobierno se siente culpable, a pesar que gran parte es “inflación importada” que escapa a nuestro control (la inflación mundial está relacionado con la subida del precio del barril de petróleo y los llamados biocombustibles, combustibles cuya materia prima son productos de consumo humano –maíz, caña de azúcar-).
Pero, como el padre, a quien los hijos le reclaman por comida a pesar que el pobre esté desempleado, igual, algo tiene que hacer “papá gobierno”, más si tiene antecedentes de infidelidad como en el primer mandato, cuando fue el directo responsable de la hiperinflación 1988-90. De allí que a hurtadillas y antes que amanezca esté comenzando a repartir alimentos en los sectores menos favorecidos.
Es curioso, pero un gobierno que se dice socialdemócrata siente vergüenza que le endilguen el epíteto de “populista” y medio avergonzado, como para que no lo vean o piensen repite actos del pasado, reparte bolsas de alimentos a la complicidad de la noche y con la ayuda de camiones portatropas del ejército. Todo “a media luz” como dice la letra del conocido tango*. De repente –pienso yo- será por que nuestro presidente ha sido elegido hombre del año por una conocida revista estadounidense de temas financieros y, con el nuevo nombramiento, “se ve feo” dicte medidas populistas como repartir alimentos entre los pobres, a la usanza de su primer gobierno, cuando se decía “anti-imperialista”.
*****
Un fantasma recorre el mundo: es el fantasma de la inflación que sacude a países ricos y países pobres por igual. Venezuela, el paradigma del “socialismo del siglo XXI””, la tiene; Chile, el país “que inició el modelo”, también; y, el Perú no podía ser la excepción.
¿Qué puede hacer el gobierno frente al panorama externo? Francamente poco.
El problema está en que si no hace nada, la economía devorará a la política. Es decir a las aspiraciones presidenciales de “pasar a la historia” (que lo veo difícil, el Larousse le dedicará de aquí a veinte años apenas dos líneas en su enciclopedia, y si no estás en el Larousse no eres nadie). Pero más grave que las veleidades del presidente por pasar a la historia es que la inflación se desboque, pase a los dos dígitos y nos devore a nosotros. Eso sí es para no dormir y tener dólares o euros bajo tú colchón, porqué los bancos de repente cierran sus puertas. Y allí sí el presidente mejor se prepara como para que el Larousse no le dedique ni un renglón de su prestigiosa enciclopedia.
El problema es que si se “dispara” la inflación afecta la gobernabilidad y azuza a la oposición que usa el fácil y eficaz expediente de echarle la culpa al gobierno de la subida de precios. Gana rédito político y el gobierno se encuentra jaqueado, frente a lo cual tratará desesperadamente de “bajar los precios”, comenzará a subsidiar alimentos directa o indirectamente y se iniciarán las protestas populares contra “el costo de vida” (sobretodo si se recorta el presupuesto en gastos sociales), y si es un gobierno con poca “muñeca política” usará el recurso de la represión contra quien proteste, con lo que la situación se empeora.
Frente a ese panorama, el gobierno tiene a la mano una salida también “represiva” en materia económica: control de precios. Pero, lo malo es que el control de precios a largo plazo conlleva más perjuicios que beneficios, generando carestía y especulación (se encuentran los productos en el mercado negro a un precio más alto) y el gobierno tiene que intervenir más y más. La experiencia la tuvimos en el primer gobierno de García y los que pasan los treinta años recuerdan los tristes resultados. Y los que no pintan canas todavía pueden mirar en el espejo del caso venezolano de control de precios que ha traído solo más inflación y carestía de los productos básicos (por cierto, la izquierda local y regional no dice mucho de este “logro” del socialismo del siglo XXI). Por desgracia, debemos otorgar la razón a los monetaristas (y eso que lo dice un keynesiano como quien escribe): No existe otra salida que una férrea disciplina fiscal y “enfriar” la economía elevando las tasas de interés y los niveles de encaje bancario, a fin de aquietar la demanda y el crédito de consumo que se ha disparado a niveles astronómicos.
Otra opción es la “disuasiva y concertada”. En estos casos, el gobierno baja aranceles (impuestos) a fin que el precio final al consumidor no suba. El estado sacrifica ingresos a fin de beneficiar al público. Otra medida es subsidiando la gasolina mediante un fondo, a fin que en el precio final tampoco pase al consumidor, en vista que la gasolina es un componente base en la estructura de muchos precios. Ambas medidas ya las ha ejecutado el gobierno. Pero como en nuestro país las empresas importadoras de alimentos son pocas, se produce el fenómeno denominado oligopolio (pocas empresas que controlan la oferta de productos básicos), teniendo el gobierno igualmente tres salidas: interviene las empresas oligopólicas, crea empresas estatales a fin de establecer una cadena paralela de producción-distribución de alimentos (bastante improbable por los “candados” constitucionales que existen) o concerta con los grupos oligopólicos. Hablando en forma realista y sensata, el gobierno tiene como más viable la última salida. Concertar con los grupos oligopólicos dominantes. Así no nos guste. Basta que negocie con el grupo Romero para lograr un efecto positivo. No es lo ideal, pero es la salida pragmática más rápida y eficaz, y cuando se trata de inflación no nos podemos andar con rodeos ni probando recetas. Además que al presidente, desde su incorporación como socio del club Regatas, le será más fácil “la llegada” a los líderes de los grupos empresariales. Suficiente con una conversación el fin de semana cuando se encuentren en el club. De repente nuestro presidente, en su infinita sabiduría y previendo lo que se venía, se hizo miembro del selecto club solo por eso; quien sabe, intrincados son los renglones de Dios.
La inflación es controlable. Dudo que lleguemos a los niveles de los años 88-90 como anunció un ex presidente a fin de ganar rédito político; pero, si llega a los dos dígitos se debe tomar medidas más severas, incluyendo la siempre desagradable intervención directa del estado en el mercado en forma temporal.
Y, por mientras, ¿qué hacemos con el dólar?
Igual que con los alimentos, el origen del problema es más externo que interno. Los avatares del pobre billete verde más están relacionados con los problemas económicos y financieros en la principal economía del mundo que por cuestiones internas. Los problemas financieros originados por las “hipotecas basura” son tan graves en Estados Unidos y Europa que incluso los bancos centrales han tenido que rescatar bancos privados para que no se produzca una crisis en cadena de todo el sistema bancario (nuestros neoliberales criollos callan en siete idiomas las intervenciones de la FED y el Banco de Inglaterra para “salvar” bancos privados). La crisis va a continuar y algunos pronostican una fuerte recesión a la vista, lo que “de taquito” nos traerá problemas a nosotros. Habrá menos demanda de afuera y se necesitará buscar otros mercados para nuestros productos, aparte del norteamericano y el europeo (de allí la reciente gira de AGP a China y “la franelada” reciente en el asunto del Tíbet), debiendo acostumbrarnos a un dólar bajo por largo tiempo y unas tasas de interés que encarecerán el crédito, y mientras tanto “aguantar” el impacto de la recesión hasta que pase, aunque no nos afectará demasiado gracias al “colchón” de reservas internacionales que tenemos (algo así como nuestros ahorros para las épocas de “vacas flacas”). Esta vez el resfrío de los grandes no nos producirá neumonía, pero sí una bronquitis si descuidamos la disciplina fiscal (Friedman de nuevo), y no colocamos nuestros productos en otros mercados, incluyendo los mercados “chiquitos”, que por ser pequeños no hay que desdeñarlos. Total, plata es plata.
Mientras tanto estimado lector(a) consuma moderadamente, no se endeude demasiado, no abuse de sus tarjetas de crédito y consuma más de lo nuestro: la rica papa, el rico camote, el rico cuy y la rica quinua, amén de una política definida en cuanto a los biocombustibles que están encareciendo los alimentos importados (trigo, maíz, soya). A la larga es un suicidio la generación de energía en base a alimentos básicos. Y no lo dicen los comunistas, ni los socialistas, ni “los perros del hortelano”. Lo dice un capitalista convicto y confeso como el presidente de la trasnacional Nestlé. Vamos a tener escasez de alimentos en el mundo que aunado a la escasez de agua por el calentamiento global, generará problemas no solo de hambruna, sino de gobernabilidad en democracia y conflictos entre las naciones en el mediano y largo plazo. Espero no verlo.
Eduardo Jiménez J.
ejjlaw@yahoo.es
*Este artículo fue escrito cuando la prensa puso al descubierto que el gobierno, ayudado con los camiones del ejército, estaba repartiendo bolsas de alimentos a altas horas de la madrugada. El gobierno adujo que era porque a esa hora encontraba a los moradores. Descubierto el reparto, no le quedó más remedio que oficializar el subsidio directo a los sectores menos favorecidos.
Un hecho bastante sensible para la mayoría de ciudadanos es el alza de los precios de los productos de primera necesidad. Inmediatamente las miradas se dirigen al gobierno, buscando un responsable de lo que está pasando, y el gobierno se siente culpable, a pesar que gran parte es “inflación importada” que escapa a nuestro control (la inflación mundial está relacionado con la subida del precio del barril de petróleo y los llamados biocombustibles, combustibles cuya materia prima son productos de consumo humano –maíz, caña de azúcar-).
Pero, como el padre, a quien los hijos le reclaman por comida a pesar que el pobre esté desempleado, igual, algo tiene que hacer “papá gobierno”, más si tiene antecedentes de infidelidad como en el primer mandato, cuando fue el directo responsable de la hiperinflación 1988-90. De allí que a hurtadillas y antes que amanezca esté comenzando a repartir alimentos en los sectores menos favorecidos.
Es curioso, pero un gobierno que se dice socialdemócrata siente vergüenza que le endilguen el epíteto de “populista” y medio avergonzado, como para que no lo vean o piensen repite actos del pasado, reparte bolsas de alimentos a la complicidad de la noche y con la ayuda de camiones portatropas del ejército. Todo “a media luz” como dice la letra del conocido tango*. De repente –pienso yo- será por que nuestro presidente ha sido elegido hombre del año por una conocida revista estadounidense de temas financieros y, con el nuevo nombramiento, “se ve feo” dicte medidas populistas como repartir alimentos entre los pobres, a la usanza de su primer gobierno, cuando se decía “anti-imperialista”.
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Un fantasma recorre el mundo: es el fantasma de la inflación que sacude a países ricos y países pobres por igual. Venezuela, el paradigma del “socialismo del siglo XXI””, la tiene; Chile, el país “que inició el modelo”, también; y, el Perú no podía ser la excepción.
¿Qué puede hacer el gobierno frente al panorama externo? Francamente poco.
El problema está en que si no hace nada, la economía devorará a la política. Es decir a las aspiraciones presidenciales de “pasar a la historia” (que lo veo difícil, el Larousse le dedicará de aquí a veinte años apenas dos líneas en su enciclopedia, y si no estás en el Larousse no eres nadie). Pero más grave que las veleidades del presidente por pasar a la historia es que la inflación se desboque, pase a los dos dígitos y nos devore a nosotros. Eso sí es para no dormir y tener dólares o euros bajo tú colchón, porqué los bancos de repente cierran sus puertas. Y allí sí el presidente mejor se prepara como para que el Larousse no le dedique ni un renglón de su prestigiosa enciclopedia.
El problema es que si se “dispara” la inflación afecta la gobernabilidad y azuza a la oposición que usa el fácil y eficaz expediente de echarle la culpa al gobierno de la subida de precios. Gana rédito político y el gobierno se encuentra jaqueado, frente a lo cual tratará desesperadamente de “bajar los precios”, comenzará a subsidiar alimentos directa o indirectamente y se iniciarán las protestas populares contra “el costo de vida” (sobretodo si se recorta el presupuesto en gastos sociales), y si es un gobierno con poca “muñeca política” usará el recurso de la represión contra quien proteste, con lo que la situación se empeora.
Frente a ese panorama, el gobierno tiene a la mano una salida también “represiva” en materia económica: control de precios. Pero, lo malo es que el control de precios a largo plazo conlleva más perjuicios que beneficios, generando carestía y especulación (se encuentran los productos en el mercado negro a un precio más alto) y el gobierno tiene que intervenir más y más. La experiencia la tuvimos en el primer gobierno de García y los que pasan los treinta años recuerdan los tristes resultados. Y los que no pintan canas todavía pueden mirar en el espejo del caso venezolano de control de precios que ha traído solo más inflación y carestía de los productos básicos (por cierto, la izquierda local y regional no dice mucho de este “logro” del socialismo del siglo XXI). Por desgracia, debemos otorgar la razón a los monetaristas (y eso que lo dice un keynesiano como quien escribe): No existe otra salida que una férrea disciplina fiscal y “enfriar” la economía elevando las tasas de interés y los niveles de encaje bancario, a fin de aquietar la demanda y el crédito de consumo que se ha disparado a niveles astronómicos.
Otra opción es la “disuasiva y concertada”. En estos casos, el gobierno baja aranceles (impuestos) a fin que el precio final al consumidor no suba. El estado sacrifica ingresos a fin de beneficiar al público. Otra medida es subsidiando la gasolina mediante un fondo, a fin que en el precio final tampoco pase al consumidor, en vista que la gasolina es un componente base en la estructura de muchos precios. Ambas medidas ya las ha ejecutado el gobierno. Pero como en nuestro país las empresas importadoras de alimentos son pocas, se produce el fenómeno denominado oligopolio (pocas empresas que controlan la oferta de productos básicos), teniendo el gobierno igualmente tres salidas: interviene las empresas oligopólicas, crea empresas estatales a fin de establecer una cadena paralela de producción-distribución de alimentos (bastante improbable por los “candados” constitucionales que existen) o concerta con los grupos oligopólicos. Hablando en forma realista y sensata, el gobierno tiene como más viable la última salida. Concertar con los grupos oligopólicos dominantes. Así no nos guste. Basta que negocie con el grupo Romero para lograr un efecto positivo. No es lo ideal, pero es la salida pragmática más rápida y eficaz, y cuando se trata de inflación no nos podemos andar con rodeos ni probando recetas. Además que al presidente, desde su incorporación como socio del club Regatas, le será más fácil “la llegada” a los líderes de los grupos empresariales. Suficiente con una conversación el fin de semana cuando se encuentren en el club. De repente nuestro presidente, en su infinita sabiduría y previendo lo que se venía, se hizo miembro del selecto club solo por eso; quien sabe, intrincados son los renglones de Dios.
La inflación es controlable. Dudo que lleguemos a los niveles de los años 88-90 como anunció un ex presidente a fin de ganar rédito político; pero, si llega a los dos dígitos se debe tomar medidas más severas, incluyendo la siempre desagradable intervención directa del estado en el mercado en forma temporal.
Y, por mientras, ¿qué hacemos con el dólar?
Igual que con los alimentos, el origen del problema es más externo que interno. Los avatares del pobre billete verde más están relacionados con los problemas económicos y financieros en la principal economía del mundo que por cuestiones internas. Los problemas financieros originados por las “hipotecas basura” son tan graves en Estados Unidos y Europa que incluso los bancos centrales han tenido que rescatar bancos privados para que no se produzca una crisis en cadena de todo el sistema bancario (nuestros neoliberales criollos callan en siete idiomas las intervenciones de la FED y el Banco de Inglaterra para “salvar” bancos privados). La crisis va a continuar y algunos pronostican una fuerte recesión a la vista, lo que “de taquito” nos traerá problemas a nosotros. Habrá menos demanda de afuera y se necesitará buscar otros mercados para nuestros productos, aparte del norteamericano y el europeo (de allí la reciente gira de AGP a China y “la franelada” reciente en el asunto del Tíbet), debiendo acostumbrarnos a un dólar bajo por largo tiempo y unas tasas de interés que encarecerán el crédito, y mientras tanto “aguantar” el impacto de la recesión hasta que pase, aunque no nos afectará demasiado gracias al “colchón” de reservas internacionales que tenemos (algo así como nuestros ahorros para las épocas de “vacas flacas”). Esta vez el resfrío de los grandes no nos producirá neumonía, pero sí una bronquitis si descuidamos la disciplina fiscal (Friedman de nuevo), y no colocamos nuestros productos en otros mercados, incluyendo los mercados “chiquitos”, que por ser pequeños no hay que desdeñarlos. Total, plata es plata.
Mientras tanto estimado lector(a) consuma moderadamente, no se endeude demasiado, no abuse de sus tarjetas de crédito y consuma más de lo nuestro: la rica papa, el rico camote, el rico cuy y la rica quinua, amén de una política definida en cuanto a los biocombustibles que están encareciendo los alimentos importados (trigo, maíz, soya). A la larga es un suicidio la generación de energía en base a alimentos básicos. Y no lo dicen los comunistas, ni los socialistas, ni “los perros del hortelano”. Lo dice un capitalista convicto y confeso como el presidente de la trasnacional Nestlé. Vamos a tener escasez de alimentos en el mundo que aunado a la escasez de agua por el calentamiento global, generará problemas no solo de hambruna, sino de gobernabilidad en democracia y conflictos entre las naciones en el mediano y largo plazo. Espero no verlo.
Eduardo Jiménez J.
ejjlaw@yahoo.es
*Este artículo fue escrito cuando la prensa puso al descubierto que el gobierno, ayudado con los camiones del ejército, estaba repartiendo bolsas de alimentos a altas horas de la madrugada. El gobierno adujo que era porque a esa hora encontraba a los moradores. Descubierto el reparto, no le quedó más remedio que oficializar el subsidio directo a los sectores menos favorecidos.
Wednesday, April 09, 2008
DÍA DEL ABOGADO
Voy a aprovechar la fecha para acometer algunas reflexiones sobre como anda mi oficio. Seré aguafiestas de mi propia celebración.
Generalmente en las ceremonias rituales por nuestro día tendemos a considerar como muy noble y abnegada nuestra actividad, y a nuestro ejercicio poco menos que un sacerdocio laico abocado a la justicia. Nos “golpeamos el pecho”, miramos por sobre el hombro a las demás profesiones y nos sentimos con ciertos privilegios que no poseen el común de los mortales. Si bien esa mirada narcisista nos hace sentir bien (es como mirarse al espejo y decirse que bello soy); sin embargo, externamente no nos ven así. Y la culpa no la tienen los otros. Nuestra profesión, posiblemente, es una de las más desprestigiadas junto al periodismo, a la docencia pública, al oficio de político –que casi siempre son abogados- y de juez –que siempre son abogados-, lo que está directamente relacionado con la poca confianza que inspira un “doctor”, sujeto visto como un tipo aprovechador, taimado y carente de escrúpulos. Esta percepción negativa tiene como origen la mala práctica profesional que se ha generalizado en las distintas instancias y que no es sancionada debidamente ni por los colegios profesionales ni por los órganos jurisdiccionales cuando un letrado interpone recursos temerarios, “fabrica pruebas” o miente descaradamente en el proceso.
Esa conducta no es sancionada por los jueces, pese a que en más de un caso las evidencias saltan a la vista. Será que se cumple trágicamente el dicho que “otorongo no come otorongo” o que los lobbies de antaño –conformado por abogados- han regresado de nuevo, presionando a los magistrados a fin de obtener sentencias favorables para sus patrocinados. Tanto el Poder Judicial como los propios Colegios profesionales tienen una gran responsabilidad al respecto. Mientras solo existan “apercibimientos” para mejorar la conducta del letrado incurso en faltas, apenas será un saludo a la bandera justificativo que algo se hace.
Como estatus o símbolo de ascenso social la abogacía hace mucho tiempo dejó de serlo. Más estimable y cotizable es el oficio de vedette, chófer de combi, cantante de cumbia o futbolista. La desvalorización de la profesión guarda correspondencia con la masificación de la carrera. La proliferación de facultades de derecho en todo el país, la creación de “filiales” y los “cursos a distancia” para obtener el título profesional han generado dos problemas evidentes: una excesiva oferta de abogados mal preparados y una lucrativa veta de muchas universidades sin invertir demasiado.
El primer problema (la excesiva oferta de letrados mal preparados) ha traído como consecuencia la pauperización de la profesión, la poca o nula preparación de los abogados que egresan en los últimos años, abogados que incluso están ingresando al Ministerio Público y al Poder Judicial careciendo de una base jurídica sólida (algo así como que un médico comience a operar con la sola preparación de cursos por internet), y los dedicados a patrocinar causas las pierden clamorosamente –después de haber jurado a su cliente que iban a ganar el caso-, que ante su incapacidad deciden “coimear” a fin de obtener una sentencia favorable. La mediocridad de la profesión es notoria. Algunos “doctores” no pueden redactar un simple escrito sin tener a la vista “un modelito” o plantilla que los guíe, menos redactar decentemente una demanda. Muchos colegas confunden en forma evidente los tipos de procesos, plazos e interposición de recursos, que llegan a reclamarle al juez o presentar una queja ante el órgano de control –la ignorancia es atrevida- cuando les declaran improcedente algún pedido. Y algunos abogados (y jueces también) invocan leyes derogadas, no dándose siquiera la molestia de revisar las normas publicadas en el diario oficial.
El segundo problema (proliferación de facultades de derecho) obedece a que la carrera no requiere demasiada inversión. Es de las carreras conocidas como “de tiza y saliva”, por lo que no solamente aumentaron las facultades de derecho a escala geométrica en los últimos veinticinco años, sino que las universidades comenzaron a actuar con “filiales” fuera de la jurisdicción de su sede principal, operando algunas en casi todo el país, u ofreciendo “cursos a distancia” para obtener el título profesional (como una conocida universidad que hasta orgullosa trasmite spots publicitarios de sus cursos por correspondencia).
Ese fenómeno trajo la pauperización y masificación de la profesión, lo que conllevó a su vez a la mala calidad en la enseñanza y preparación del futuro letrado. Pero, el problema no es solo de las “facultades-fábrica” –como simplistamente mi decano arguye-, sino es un problema más complejo, que incluye responsabilidades de los organismos que autorizaron la creación de estas nuevas facultades, vale decir responsabilidad del estado, y también de los colegios profesionales que admiten en el gremio abogados mediocres sin la mínima preparación (siempre y cuando paguen su derecho de ingreso).
Y no se diga que los gremios de abogados no pueden hacer nada. Para muestra un botón: los colegios profesionales pueden publicar el currículo actualizado de sus agremiados. Estudios, especialización, publicaciones, casos ganados (y perdidos también). ¿Porqué no lo hacen?, ¿porqué no publican la relación de abogados sancionados, si es que los hay?
Y, si usted no encuentra nada de eso en la web del colegio profesional donde está inscrito su abogado defensor, puede salir de la duda con un fácil recurso para darse cuenta si quien tiene delante es un buen abogado, con experiencia en el tema consultado, o se trata de un “especialista en todo” y con un título obtenido dudosamente: la tarifa por los servicios prestados. Difícilmente un buen abogado cobrará barato por sus servicios, porqué posee el know-how para resolver adecuadamente el asunto legal puesto en sus manos. Haciendo un símil es como decir hay médicos y médicos. Un médico con amplia experiencia en operaciones al corazón no cobrará “un sencillo” por sus servicios. Y recuerde también el viejo dicho: “lo barato sale caro”. He conocido casos de litigantes que por ahorrarse unos soles vieron naufragar el juicio promovido por uno de estos letrados poco escrupulosos o incluso perder su única propiedad luego de un largo proceso en el que invirtieron todos sus ahorros y desvelos.
Para solucionar el problema no bastaría con “cerrar” las facultades de derecho por diez o quince años como se ha sugerido con las facultades de educación. En principio que traería problemas legales, incluso de índole constitucional. Pero sí se puede concertar, fijar “cuotas de ingreso” entre las propias facultades. Requiere buena fe y no mirar la profesión como un negocio de los dueños de las universidades.
También requiere que el Estado –vía sus organismos competentes- regule la carrera y la admisión a esta, fijando estándares mínimos de calidad y una fiscalización activa de las universidades a fin de constatar si cumplen o no con los requisitos de una adecuada preparación para sus alumnos.
También es necesario que los colegios profesionales sancionen más severamente al abogado que tiene mala praxis profesional y se llegue a la cancelación del título en los casos más graves o cuando el abogado tenga una conducta maliciosa reiterada.
Y se requiere mayor participación de los organismos jurisdiccionales a fin de sancionar a los abogados maliciosos con prácticas “tinterillescas”. No les debe “temblar la mano” a los jueces, temerosos del chantaje con una queja ante el órgano de control si llama la atención a un abogado con praxis contraria a la ética. Sino caemos en un eterno ciclo vicioso de ocultamiento y lavada de manos.
Y también que se tome evaluaciones periódicas a todos los letrados a fin de determinar su capacidad para el desempeño profesional. Estoy seguro que muchos no pasarían el examen y se encontrarían como los profesores del magisterio público en la última prueba: más del noventa por ciento desaprobados.
En fin, requiere mayor presencia y papel activo del estado, de sus órganos jurisdiccionales, de los propios colegios profesionales y de nosotros mismos, que limpiando el estiércol y barro que cubre nuestra profesión pueda decirse con orgullo y sin las frases huecas y retóricas de ahora que ser abogado es la más noble y bella profesión.
Eduardo Jiménez J.
ejjlaw@yahoo.es
Generalmente en las ceremonias rituales por nuestro día tendemos a considerar como muy noble y abnegada nuestra actividad, y a nuestro ejercicio poco menos que un sacerdocio laico abocado a la justicia. Nos “golpeamos el pecho”, miramos por sobre el hombro a las demás profesiones y nos sentimos con ciertos privilegios que no poseen el común de los mortales. Si bien esa mirada narcisista nos hace sentir bien (es como mirarse al espejo y decirse que bello soy); sin embargo, externamente no nos ven así. Y la culpa no la tienen los otros. Nuestra profesión, posiblemente, es una de las más desprestigiadas junto al periodismo, a la docencia pública, al oficio de político –que casi siempre son abogados- y de juez –que siempre son abogados-, lo que está directamente relacionado con la poca confianza que inspira un “doctor”, sujeto visto como un tipo aprovechador, taimado y carente de escrúpulos. Esta percepción negativa tiene como origen la mala práctica profesional que se ha generalizado en las distintas instancias y que no es sancionada debidamente ni por los colegios profesionales ni por los órganos jurisdiccionales cuando un letrado interpone recursos temerarios, “fabrica pruebas” o miente descaradamente en el proceso.
Esa conducta no es sancionada por los jueces, pese a que en más de un caso las evidencias saltan a la vista. Será que se cumple trágicamente el dicho que “otorongo no come otorongo” o que los lobbies de antaño –conformado por abogados- han regresado de nuevo, presionando a los magistrados a fin de obtener sentencias favorables para sus patrocinados. Tanto el Poder Judicial como los propios Colegios profesionales tienen una gran responsabilidad al respecto. Mientras solo existan “apercibimientos” para mejorar la conducta del letrado incurso en faltas, apenas será un saludo a la bandera justificativo que algo se hace.
Como estatus o símbolo de ascenso social la abogacía hace mucho tiempo dejó de serlo. Más estimable y cotizable es el oficio de vedette, chófer de combi, cantante de cumbia o futbolista. La desvalorización de la profesión guarda correspondencia con la masificación de la carrera. La proliferación de facultades de derecho en todo el país, la creación de “filiales” y los “cursos a distancia” para obtener el título profesional han generado dos problemas evidentes: una excesiva oferta de abogados mal preparados y una lucrativa veta de muchas universidades sin invertir demasiado.
El primer problema (la excesiva oferta de letrados mal preparados) ha traído como consecuencia la pauperización de la profesión, la poca o nula preparación de los abogados que egresan en los últimos años, abogados que incluso están ingresando al Ministerio Público y al Poder Judicial careciendo de una base jurídica sólida (algo así como que un médico comience a operar con la sola preparación de cursos por internet), y los dedicados a patrocinar causas las pierden clamorosamente –después de haber jurado a su cliente que iban a ganar el caso-, que ante su incapacidad deciden “coimear” a fin de obtener una sentencia favorable. La mediocridad de la profesión es notoria. Algunos “doctores” no pueden redactar un simple escrito sin tener a la vista “un modelito” o plantilla que los guíe, menos redactar decentemente una demanda. Muchos colegas confunden en forma evidente los tipos de procesos, plazos e interposición de recursos, que llegan a reclamarle al juez o presentar una queja ante el órgano de control –la ignorancia es atrevida- cuando les declaran improcedente algún pedido. Y algunos abogados (y jueces también) invocan leyes derogadas, no dándose siquiera la molestia de revisar las normas publicadas en el diario oficial.
El segundo problema (proliferación de facultades de derecho) obedece a que la carrera no requiere demasiada inversión. Es de las carreras conocidas como “de tiza y saliva”, por lo que no solamente aumentaron las facultades de derecho a escala geométrica en los últimos veinticinco años, sino que las universidades comenzaron a actuar con “filiales” fuera de la jurisdicción de su sede principal, operando algunas en casi todo el país, u ofreciendo “cursos a distancia” para obtener el título profesional (como una conocida universidad que hasta orgullosa trasmite spots publicitarios de sus cursos por correspondencia).
Ese fenómeno trajo la pauperización y masificación de la profesión, lo que conllevó a su vez a la mala calidad en la enseñanza y preparación del futuro letrado. Pero, el problema no es solo de las “facultades-fábrica” –como simplistamente mi decano arguye-, sino es un problema más complejo, que incluye responsabilidades de los organismos que autorizaron la creación de estas nuevas facultades, vale decir responsabilidad del estado, y también de los colegios profesionales que admiten en el gremio abogados mediocres sin la mínima preparación (siempre y cuando paguen su derecho de ingreso).
Y no se diga que los gremios de abogados no pueden hacer nada. Para muestra un botón: los colegios profesionales pueden publicar el currículo actualizado de sus agremiados. Estudios, especialización, publicaciones, casos ganados (y perdidos también). ¿Porqué no lo hacen?, ¿porqué no publican la relación de abogados sancionados, si es que los hay?
Y, si usted no encuentra nada de eso en la web del colegio profesional donde está inscrito su abogado defensor, puede salir de la duda con un fácil recurso para darse cuenta si quien tiene delante es un buen abogado, con experiencia en el tema consultado, o se trata de un “especialista en todo” y con un título obtenido dudosamente: la tarifa por los servicios prestados. Difícilmente un buen abogado cobrará barato por sus servicios, porqué posee el know-how para resolver adecuadamente el asunto legal puesto en sus manos. Haciendo un símil es como decir hay médicos y médicos. Un médico con amplia experiencia en operaciones al corazón no cobrará “un sencillo” por sus servicios. Y recuerde también el viejo dicho: “lo barato sale caro”. He conocido casos de litigantes que por ahorrarse unos soles vieron naufragar el juicio promovido por uno de estos letrados poco escrupulosos o incluso perder su única propiedad luego de un largo proceso en el que invirtieron todos sus ahorros y desvelos.
Para solucionar el problema no bastaría con “cerrar” las facultades de derecho por diez o quince años como se ha sugerido con las facultades de educación. En principio que traería problemas legales, incluso de índole constitucional. Pero sí se puede concertar, fijar “cuotas de ingreso” entre las propias facultades. Requiere buena fe y no mirar la profesión como un negocio de los dueños de las universidades.
También requiere que el Estado –vía sus organismos competentes- regule la carrera y la admisión a esta, fijando estándares mínimos de calidad y una fiscalización activa de las universidades a fin de constatar si cumplen o no con los requisitos de una adecuada preparación para sus alumnos.
También es necesario que los colegios profesionales sancionen más severamente al abogado que tiene mala praxis profesional y se llegue a la cancelación del título en los casos más graves o cuando el abogado tenga una conducta maliciosa reiterada.
Y se requiere mayor participación de los organismos jurisdiccionales a fin de sancionar a los abogados maliciosos con prácticas “tinterillescas”. No les debe “temblar la mano” a los jueces, temerosos del chantaje con una queja ante el órgano de control si llama la atención a un abogado con praxis contraria a la ética. Sino caemos en un eterno ciclo vicioso de ocultamiento y lavada de manos.
Y también que se tome evaluaciones periódicas a todos los letrados a fin de determinar su capacidad para el desempeño profesional. Estoy seguro que muchos no pasarían el examen y se encontrarían como los profesores del magisterio público en la última prueba: más del noventa por ciento desaprobados.
En fin, requiere mayor presencia y papel activo del estado, de sus órganos jurisdiccionales, de los propios colegios profesionales y de nosotros mismos, que limpiando el estiércol y barro que cubre nuestra profesión pueda decirse con orgullo y sin las frases huecas y retóricas de ahora que ser abogado es la más noble y bella profesión.
Eduardo Jiménez J.
ejjlaw@yahoo.es
Tuesday, April 01, 2008
DIVORCIO ADMINISTRATIVO
El proyecto de ley que permite el divorcio por mutuo acuerdo –separación convencional- a través de los municipios y las notarías ha traído –como era de prever- bastante polvareda, a pesar que no se trata de un divorcio express como el que sí existe en España (impropiamente el periodismo no especializado de estas tierras le motejó un calificativo que no le corresponde). El proyecto apenas amplía la competencia de los divorcios por separación convencional a que pueda ser visto también en la administración pública (las municipalidades) o bajo la competencia de un notario, y siempre y cuando los cónyuges se encuentren de acuerdo con la tenencia de los hijos menores, el régimen de alimentos y de visitas, y la liquidación de la sociedad de gananciales. Esa modalidad de divorcio administrativo se da en otros países debido a que los cónyuges que desean divorciarse están de acuerdo en todo, así que no existe controversia, por lo que el proceso puede llevarse en sede administrativa.
Sin embargo, las voces de ciertos sectores de la Iglesia y hasta del propio decano del Colegio de Abogados de Lima se han opuesto. Comprendo la posición de mi decano, debido a que tiene que defender a su gremio (los abogados) y la puesta en ejecución del divorcio administrativo nos quitaría clientes, lo cual es cierto. Es una actitud gremialista y comprensible desde ese punto de vista. Eso sí, el costo será mayor que en el Poder Judicial, por lo menos en el caso de los notarios. Será más rápido, libre de huelgas, pero para quien pueda pagar. En cuanto a los Municipios, si bien no existe personal capacitado –salvo uno que otro municipio- se podría entrenar a abogados con experiencia en derecho familiar; pero también se debe resolver cuánto cobrarán los gobiernos locales en “derechos de trámite”. Se les puede pasar la mano. Los Municipios siempre están a la caza de ingresos y esté podría ser un filón muy importante. Sería bueno que en la propia ley se señale que el costo en los Municipios no podrá ser mayor al costo regular en la vía judicial, sino la ley apenas beneficiaría a los que posean mayores ingresos.
En cuanto a la oposición de la Iglesia es tradicional. Se opone secularmente a todo lo que signifique la disolución del vínculo matrimonial y por ende de lo que conocemos como familia tradicional, no tomando en cuenta que cuando una familia está fracturada seriamente no existe solución posible. Peor es que los hijos vean las peleas constantes de los padres o que uno le saca la vuelta al otro (y a veces los dos al mismo tiempo). Espectáculo deprimente para un menor y que repercute en toda su vida.
Es cierto que las facilidades (bastante relativas en nuestra legislación) para divorciarse ha permitido que crezca la tasa de divorcios en comparación a otras épocas cuando la institución del divorcio no existía o estaba sumamente restringida o condenada socialmente; pero oponiéndose a la medida del divorcio administrativo nada se consigue, salvo que la tasa de separaciones de hecho y hogares irregulares (convivencias de todo tipo) siga en aumento. Se confunde las causas con los efectos. La culpa de la crisis de la familia no es de la legislación divorcista sino de la misma institución familiar. Es crisis de instituciones no de legislación.
La crisis de la familia y la institución legal que le ha dado soporte por largos siglos es inoperativa en esta época. La culpa no la tienen las leyes, estas apenas tratan de dar salidas a las parejas frente a la crisis.
La crisis es más seria, más profunda y está dando lugar poco a poco a una nueva forma de entender a la familia, nueva forma que el derecho debe encauzar como las 'Living apart together' (que parece producir buenos resultados), las familias con parejas del mismo sexo, las familias reconstituidas y el divorcio express, el cual es más radical que esta tímida medida de divorcio administrativo, pero saludable en cuanto avance en nuestra anquilosada legislación en materia familiar. Esperemos que los legisladores y el presidente de la república estén a la altura de las circunstancias y no se dejen presionar por los sectores más retrógrados de nuestra todavía en algunos aspectos conservadora y pacata sociedad.
Eduardo Jiménez J.
ejjlaw@yahoo.es
Sin embargo, las voces de ciertos sectores de la Iglesia y hasta del propio decano del Colegio de Abogados de Lima se han opuesto. Comprendo la posición de mi decano, debido a que tiene que defender a su gremio (los abogados) y la puesta en ejecución del divorcio administrativo nos quitaría clientes, lo cual es cierto. Es una actitud gremialista y comprensible desde ese punto de vista. Eso sí, el costo será mayor que en el Poder Judicial, por lo menos en el caso de los notarios. Será más rápido, libre de huelgas, pero para quien pueda pagar. En cuanto a los Municipios, si bien no existe personal capacitado –salvo uno que otro municipio- se podría entrenar a abogados con experiencia en derecho familiar; pero también se debe resolver cuánto cobrarán los gobiernos locales en “derechos de trámite”. Se les puede pasar la mano. Los Municipios siempre están a la caza de ingresos y esté podría ser un filón muy importante. Sería bueno que en la propia ley se señale que el costo en los Municipios no podrá ser mayor al costo regular en la vía judicial, sino la ley apenas beneficiaría a los que posean mayores ingresos.
En cuanto a la oposición de la Iglesia es tradicional. Se opone secularmente a todo lo que signifique la disolución del vínculo matrimonial y por ende de lo que conocemos como familia tradicional, no tomando en cuenta que cuando una familia está fracturada seriamente no existe solución posible. Peor es que los hijos vean las peleas constantes de los padres o que uno le saca la vuelta al otro (y a veces los dos al mismo tiempo). Espectáculo deprimente para un menor y que repercute en toda su vida.
Es cierto que las facilidades (bastante relativas en nuestra legislación) para divorciarse ha permitido que crezca la tasa de divorcios en comparación a otras épocas cuando la institución del divorcio no existía o estaba sumamente restringida o condenada socialmente; pero oponiéndose a la medida del divorcio administrativo nada se consigue, salvo que la tasa de separaciones de hecho y hogares irregulares (convivencias de todo tipo) siga en aumento. Se confunde las causas con los efectos. La culpa de la crisis de la familia no es de la legislación divorcista sino de la misma institución familiar. Es crisis de instituciones no de legislación.
La crisis de la familia y la institución legal que le ha dado soporte por largos siglos es inoperativa en esta época. La culpa no la tienen las leyes, estas apenas tratan de dar salidas a las parejas frente a la crisis.
La crisis es más seria, más profunda y está dando lugar poco a poco a una nueva forma de entender a la familia, nueva forma que el derecho debe encauzar como las 'Living apart together' (que parece producir buenos resultados), las familias con parejas del mismo sexo, las familias reconstituidas y el divorcio express, el cual es más radical que esta tímida medida de divorcio administrativo, pero saludable en cuanto avance en nuestra anquilosada legislación en materia familiar. Esperemos que los legisladores y el presidente de la república estén a la altura de las circunstancias y no se dejen presionar por los sectores más retrógrados de nuestra todavía en algunos aspectos conservadora y pacata sociedad.
Eduardo Jiménez J.
ejjlaw@yahoo.es
Monday, March 24, 2008
PROFESORES JALADOS EN EXAMEN
Entre los docentes de cualquier nivel existe una regla según la cual si salen desaprobados unos cuantos alumnos la responsabilidad es enteramente del propio educando, a su dejadez, falta de atención, de esmero en sus deberes escolares, etc; pero si salen desaprobados casi todos los alumnos de un profesor, la culpa es del docente, algo pasa que “no llega” al alumno.
La regla se basa en las probabilidades. Es casi improbable que a un profesor le toque un aula con alumnos enteramente deficientes, con escaso nivel de retención y poco proclives a esforzarse en los estudios; entonces la responsabilidad es del docente, del método que está empleando o de la forma para comunicarse con el educando. Igual se puede decir cuando en una prueba el nivel de desaprobados es total o casi total. Algo pasa con la forma en que está evaluando al educando.
Justamente, cuando me inicie en estas lides de la docencia, al poco de obtener mi título de abogado, un headhunter me reclutó como capacitador para la formación de los futuros vendedores de las AFP’s. El sistema privado de pensiones estaba comenzando a implementarse en nuestro país pese a las resistencias que existían por aquellos años –inicios de los noventa-. Quien escribe tenía a su cargo la capacitación legal de la fuerza de ventas de una conocida AFP que debía convencer al trabajador a trasladarse al sistema privado. Me llamó la atención que ese Ingeniero Industrial metido a reclutador de personal me convocase (me había presentado a una clase modelo, dejando mi currículo sin muchas esperanzas) debido a que mi experiencia docente en aquella época era casi nula -y no ingresé por tarjeta o recomendación-, así que un día, aprovechando un encuentro informal le pregunté para salir de la duda porqué me había escogido. “Tienes llegada al alumno. Y a veces más importa la llegada al alumno que poseer un océano de conocimientos y no poderlos trasmitir. De qué sirve un profesor así, por más diplomas y pergaminos que pueda tener”. Esa fue su respuesta concluyente y la razón que haya persistido tantos años en una actividad que me gusta, que la he ejercido en lugares tan disímiles –algunas veces ad honorem y “por amor al arte”- y que he observado es difícil de percibir desde fuera cuando se trata de considerar a un buen docente.
Un examen, por ejemplo. Si el docente sale desaprobado, la primera conclusión que se deduce es que se trata de un mal profesor. Entonces las personas, en coro, dirán que efectivamente por eso anda tan mal la educación, que los profesores no saben ni lo que enseñan, que solo se dedican a hacer huelgas y pedir aumentos sin hacer nada, y todo lo demás.
Pero, creo es una conclusión un tanto apresurada. En primer lugar porqué depende qué tipo de examen se haya tomado.
Para nadie dedicado a la docencia es un secreto que se puede hacer un examen extremadamente difícil donde el nivel de desaprobados sea superior al ochenta por ciento, y que ese examen necesariamente no reflejará la capacidad o suficiencia del examinado. Y en el caso concreto de la última evaluación a los profesores, al ser un examen de solo conocimientos y aptitudes difícilmente reflejará si es un buen o mal profesor, a lo sumo que tiene buena memoria para las respuestas.
Es lo que sucedió también cuando el Consejo Nacional de la Magistratura comenzó a tomar las primeras pruebas para el nombramiento de jueces y fiscales luego del fin de la autocracia fujimorista. Casi no existían magistrados nombrados, muchos eran suplentes o provisionales y gran parte estaban comprometidos con la Mafia que gobernó el Perú en los noventa, así que las pruebas iniciales que tomaba masivamente el Consejo de la Magistratura eran de conocimientos, los que tenían buena memoria aprobaban y pasaban a una entrevista personal, los que no se acordaban, por ejemplo, cuál era la causal de divorcio señalada en el artículo 333, inciso 8, del Código Civil, salían desaprobados (claro, estoy exagerando el ejemplo, pero las pruebas eran netamente memorísticas). La pregunta era: ¿se estaba escogiendo así a los mejores abogados para ser jueces? Evidentemente que no.
Si bien es la manera más rápida y fácil de eliminación, quedando fuera el noventa por ciento de examinados y efectuando la selección para el nombramiento de la pequeña porción restante; pero el problema es que los mejores abogados, como los mejores docentes, no son memoristas, y los resultados los vimos algunos años después cuando se colaron algunas “perlitas” en los nombramientos definitivos, así que el Consejo tuvo que cambiar el contenido de sus pruebas y no darle tanta importancia a la memorización de conocimientos, habida cuenta que el futuro magistrado al resolver un caso trabajará con un criterio de conciencia y un grado de racionalización, conforme al marco legal existente, para lo cual tendrá a la mano sus Códigos y demás leyes que no necesita memorizar.
Algo similar pasó con esta prueba a los maestros. Y no lo digo basado en la simple presunción, sino en la opinión de especialistas en materia educativa que han opinado negativamente sobre la prueba tomada. No importa que haya sido una institución de “prestigio” quien la diseñó. El problema se repetirá si lo hace alguna otra institución, si la forma en que se toma el examen sigue igual de defectuosa, porqué de esa forma no están entrando a la carrera magisterial los mejores o aquellos con vocación definida por la docencia, sino los mediocres, aquellos que basan su rendimiento en la memorización de conocimientos.
Como alguien dijo una vez el saber enseñar es un arte, donde entran no solo criterios objetivos, sino también subjetivos, intuitivos, por lo que si se trata de evaluar a un docente no basta una prueba de conocimientos, sino por lo menos una clase modelo para conocer la “llegada” de ese profesor al alumno y la experiencia previa que haya tenido. Un docente no se forma de la noche a la mañana, es un proceso lento, difícil, donde se conjuga experiencia con capacitación, y más que todo vocación por enseñar. Como en todo trabajo, al docente le debe gustar lo que hace, y la verdad que no siempre se produce esa feliz conjunción.
Por eso los principales reclutadores de docentes en institutos y universidades serias comprenden en la prueba a un aspirante a profesor no solo los conocimientos, sino la clase modelo, para saber justamente la “llegada” del maestro, su capacidad didáctica. Más que presentar sillabus, plan de trabajo y otros papeles que pueden engrosar su currículo, la clase demostrativa es vital, a lo que va acompañado el test sicológico. ¿Sabemos realmente cuántos profesores con tendencias pedófilas, autoritarias o desequilibrados emocionalmente existen?
Y esta prueba tomada era para nombrar y contratar profesores. Así que el asunto no era nada fácil. Precisamente los nombramientos como parte del sistema administrativo estatal debe ser reelaborado. Hasta donde tengo entendido los nombramientos de docentes –como los de la carrera pública- son casi perpetuos, salvo que cometa una falta grave o renuncie se queda de por vida o hasta que le llegue la edad de jubilarse; existiendo así un error de apreciación. Los nombramientos no pueden significar perpetuidad en el cargo. Los nombramientos –como sucede con los jueces y fiscales- deben estar sujetos periódicamente a una ratificación, previa evaluación integral del docente y conforme a las reglas del debido proceso (derecho a ser escuchado, a defenderse, a saber los motivos de su no ratificación, etc.). La ratificación de los nombrados es vital para que “no se duerman en sus cargos” y más bien se capaciten constantemente, superen los problemas que tienen a nivel de docencia o metodología, y se evalúe caso por caso las denuncias que pesan en contra del docente (casos de violación, tocamientos indebidos, venta de notas, cometimiento de arbitrariedades, etc.), nombrando comisiones técnicas evaluadoras ad hoc (no de sesgo político), con entrevista personal incluida, sea para contratar, nombrar, ascender o ratificar en el cargo, facilitando también, con la modificación de la legislación estatal, la remoción de los profesores incompetentes y una flexibilización en las causales de cese.
Es cierto que gran parte de la responsabilidad por la mediocridad de la educación peruana la tiene el Sutep, pero no es el único responsable. Los sucesivos gobiernos que no hicieron nada para corregir los problemas tienen también parte de culpa, así como la politización en el ingreso al magisterio. Si no se tenía el carné del partido de gobierno o si no era miembro de Patria Roja –que manipula el Sutep- difícilmente el aspirante a docente ingresaba al magisterio. El APRA puede dar razón de los miles de profesores mediocres –pero con carné- que entraron en el primer gobierno de Alan García.
El problema también está relacionado con la precaria formación del futuro docente. Es tarde para descubrir que existen facultades e institutos que “fabrican” docentes con títulos a nombre de la nación como si se tratase de salchichas, y es que ese problema no sólo ocurre en las facultades de educación, sino también en las facultades de derecho, administración, contabilidad y otras profesiones conocidas como “de tiza y saliva”. Cerrar facultades de educación por diez o quince años no es la única solución, también es necesario que los organismos competentes realicen una fiscalización efectiva de estas “facultades-fábrica” y constatar si cumplen o no con los requisitos mínimos de una adecuada preparación. Si el Estado otorga los títulos (“a nombre de la Nación”), el mismo Estado debe fiscalizar activamente que se cumplan las normas mínimas de una buena enseñanza, con los apercibimientos para aquellas instituciones que incumplan las normas técnicas correspondientes, sino vamos a seguir lamentándonos con los mismos resultados que estamos viendo ahora.
Calificar a un buen docente es tarea ardua, harto difícil en vista que entran factores objetivos y subjetivos, por eso las evaluaciones que se reducen a un simple examen escrito producen resultados incompletos y muchas veces equivocados como ha sucedido con el último examen tomado.
El problema no es sencillo de resolver, quizás demore décadas en percibir los cambios positivos, pero debemos comenzar, en vista que la educación es clave para el desarrollo de un pueblo y tal como está la educación peruana (en todos sus niveles) el paciente se encuentra en cuidados intensivos.
Eduardo Jiménez J.
ejjlaw@yahoo.es
La regla se basa en las probabilidades. Es casi improbable que a un profesor le toque un aula con alumnos enteramente deficientes, con escaso nivel de retención y poco proclives a esforzarse en los estudios; entonces la responsabilidad es del docente, del método que está empleando o de la forma para comunicarse con el educando. Igual se puede decir cuando en una prueba el nivel de desaprobados es total o casi total. Algo pasa con la forma en que está evaluando al educando.
Justamente, cuando me inicie en estas lides de la docencia, al poco de obtener mi título de abogado, un headhunter me reclutó como capacitador para la formación de los futuros vendedores de las AFP’s. El sistema privado de pensiones estaba comenzando a implementarse en nuestro país pese a las resistencias que existían por aquellos años –inicios de los noventa-. Quien escribe tenía a su cargo la capacitación legal de la fuerza de ventas de una conocida AFP que debía convencer al trabajador a trasladarse al sistema privado. Me llamó la atención que ese Ingeniero Industrial metido a reclutador de personal me convocase (me había presentado a una clase modelo, dejando mi currículo sin muchas esperanzas) debido a que mi experiencia docente en aquella época era casi nula -y no ingresé por tarjeta o recomendación-, así que un día, aprovechando un encuentro informal le pregunté para salir de la duda porqué me había escogido. “Tienes llegada al alumno. Y a veces más importa la llegada al alumno que poseer un océano de conocimientos y no poderlos trasmitir. De qué sirve un profesor así, por más diplomas y pergaminos que pueda tener”. Esa fue su respuesta concluyente y la razón que haya persistido tantos años en una actividad que me gusta, que la he ejercido en lugares tan disímiles –algunas veces ad honorem y “por amor al arte”- y que he observado es difícil de percibir desde fuera cuando se trata de considerar a un buen docente.
Un examen, por ejemplo. Si el docente sale desaprobado, la primera conclusión que se deduce es que se trata de un mal profesor. Entonces las personas, en coro, dirán que efectivamente por eso anda tan mal la educación, que los profesores no saben ni lo que enseñan, que solo se dedican a hacer huelgas y pedir aumentos sin hacer nada, y todo lo demás.
Pero, creo es una conclusión un tanto apresurada. En primer lugar porqué depende qué tipo de examen se haya tomado.
Para nadie dedicado a la docencia es un secreto que se puede hacer un examen extremadamente difícil donde el nivel de desaprobados sea superior al ochenta por ciento, y que ese examen necesariamente no reflejará la capacidad o suficiencia del examinado. Y en el caso concreto de la última evaluación a los profesores, al ser un examen de solo conocimientos y aptitudes difícilmente reflejará si es un buen o mal profesor, a lo sumo que tiene buena memoria para las respuestas.
Es lo que sucedió también cuando el Consejo Nacional de la Magistratura comenzó a tomar las primeras pruebas para el nombramiento de jueces y fiscales luego del fin de la autocracia fujimorista. Casi no existían magistrados nombrados, muchos eran suplentes o provisionales y gran parte estaban comprometidos con la Mafia que gobernó el Perú en los noventa, así que las pruebas iniciales que tomaba masivamente el Consejo de la Magistratura eran de conocimientos, los que tenían buena memoria aprobaban y pasaban a una entrevista personal, los que no se acordaban, por ejemplo, cuál era la causal de divorcio señalada en el artículo 333, inciso 8, del Código Civil, salían desaprobados (claro, estoy exagerando el ejemplo, pero las pruebas eran netamente memorísticas). La pregunta era: ¿se estaba escogiendo así a los mejores abogados para ser jueces? Evidentemente que no.
Si bien es la manera más rápida y fácil de eliminación, quedando fuera el noventa por ciento de examinados y efectuando la selección para el nombramiento de la pequeña porción restante; pero el problema es que los mejores abogados, como los mejores docentes, no son memoristas, y los resultados los vimos algunos años después cuando se colaron algunas “perlitas” en los nombramientos definitivos, así que el Consejo tuvo que cambiar el contenido de sus pruebas y no darle tanta importancia a la memorización de conocimientos, habida cuenta que el futuro magistrado al resolver un caso trabajará con un criterio de conciencia y un grado de racionalización, conforme al marco legal existente, para lo cual tendrá a la mano sus Códigos y demás leyes que no necesita memorizar.
Algo similar pasó con esta prueba a los maestros. Y no lo digo basado en la simple presunción, sino en la opinión de especialistas en materia educativa que han opinado negativamente sobre la prueba tomada. No importa que haya sido una institución de “prestigio” quien la diseñó. El problema se repetirá si lo hace alguna otra institución, si la forma en que se toma el examen sigue igual de defectuosa, porqué de esa forma no están entrando a la carrera magisterial los mejores o aquellos con vocación definida por la docencia, sino los mediocres, aquellos que basan su rendimiento en la memorización de conocimientos.
Como alguien dijo una vez el saber enseñar es un arte, donde entran no solo criterios objetivos, sino también subjetivos, intuitivos, por lo que si se trata de evaluar a un docente no basta una prueba de conocimientos, sino por lo menos una clase modelo para conocer la “llegada” de ese profesor al alumno y la experiencia previa que haya tenido. Un docente no se forma de la noche a la mañana, es un proceso lento, difícil, donde se conjuga experiencia con capacitación, y más que todo vocación por enseñar. Como en todo trabajo, al docente le debe gustar lo que hace, y la verdad que no siempre se produce esa feliz conjunción.
Por eso los principales reclutadores de docentes en institutos y universidades serias comprenden en la prueba a un aspirante a profesor no solo los conocimientos, sino la clase modelo, para saber justamente la “llegada” del maestro, su capacidad didáctica. Más que presentar sillabus, plan de trabajo y otros papeles que pueden engrosar su currículo, la clase demostrativa es vital, a lo que va acompañado el test sicológico. ¿Sabemos realmente cuántos profesores con tendencias pedófilas, autoritarias o desequilibrados emocionalmente existen?
Y esta prueba tomada era para nombrar y contratar profesores. Así que el asunto no era nada fácil. Precisamente los nombramientos como parte del sistema administrativo estatal debe ser reelaborado. Hasta donde tengo entendido los nombramientos de docentes –como los de la carrera pública- son casi perpetuos, salvo que cometa una falta grave o renuncie se queda de por vida o hasta que le llegue la edad de jubilarse; existiendo así un error de apreciación. Los nombramientos no pueden significar perpetuidad en el cargo. Los nombramientos –como sucede con los jueces y fiscales- deben estar sujetos periódicamente a una ratificación, previa evaluación integral del docente y conforme a las reglas del debido proceso (derecho a ser escuchado, a defenderse, a saber los motivos de su no ratificación, etc.). La ratificación de los nombrados es vital para que “no se duerman en sus cargos” y más bien se capaciten constantemente, superen los problemas que tienen a nivel de docencia o metodología, y se evalúe caso por caso las denuncias que pesan en contra del docente (casos de violación, tocamientos indebidos, venta de notas, cometimiento de arbitrariedades, etc.), nombrando comisiones técnicas evaluadoras ad hoc (no de sesgo político), con entrevista personal incluida, sea para contratar, nombrar, ascender o ratificar en el cargo, facilitando también, con la modificación de la legislación estatal, la remoción de los profesores incompetentes y una flexibilización en las causales de cese.
Es cierto que gran parte de la responsabilidad por la mediocridad de la educación peruana la tiene el Sutep, pero no es el único responsable. Los sucesivos gobiernos que no hicieron nada para corregir los problemas tienen también parte de culpa, así como la politización en el ingreso al magisterio. Si no se tenía el carné del partido de gobierno o si no era miembro de Patria Roja –que manipula el Sutep- difícilmente el aspirante a docente ingresaba al magisterio. El APRA puede dar razón de los miles de profesores mediocres –pero con carné- que entraron en el primer gobierno de Alan García.
El problema también está relacionado con la precaria formación del futuro docente. Es tarde para descubrir que existen facultades e institutos que “fabrican” docentes con títulos a nombre de la nación como si se tratase de salchichas, y es que ese problema no sólo ocurre en las facultades de educación, sino también en las facultades de derecho, administración, contabilidad y otras profesiones conocidas como “de tiza y saliva”. Cerrar facultades de educación por diez o quince años no es la única solución, también es necesario que los organismos competentes realicen una fiscalización efectiva de estas “facultades-fábrica” y constatar si cumplen o no con los requisitos mínimos de una adecuada preparación. Si el Estado otorga los títulos (“a nombre de la Nación”), el mismo Estado debe fiscalizar activamente que se cumplan las normas mínimas de una buena enseñanza, con los apercibimientos para aquellas instituciones que incumplan las normas técnicas correspondientes, sino vamos a seguir lamentándonos con los mismos resultados que estamos viendo ahora.
Calificar a un buen docente es tarea ardua, harto difícil en vista que entran factores objetivos y subjetivos, por eso las evaluaciones que se reducen a un simple examen escrito producen resultados incompletos y muchas veces equivocados como ha sucedido con el último examen tomado.
El problema no es sencillo de resolver, quizás demore décadas en percibir los cambios positivos, pero debemos comenzar, en vista que la educación es clave para el desarrollo de un pueblo y tal como está la educación peruana (en todos sus niveles) el paciente se encuentra en cuidados intensivos.
Eduardo Jiménez J.
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