Friday, March 22, 2013

LA REVOCATORIA EN EL FINAL: SUSANA REINA PERO NO GOBIERNA

Una lección imparcial que nos dejó la revocatoria de Marzo pasado fue la pobreza de nuestra clase política: intereses subalternos, nivel paupérrimo, olor a folclorismo político, triquiñuelas legales, ambiciones nada ocultas. Con una clase política así difícilmente vamos a tener las reformas necesarias a fin de adecuar el crecimiento económico a un largo plazo. Y, nos guste o no, toda reforma política pasa por el fortalecimiento de los partidos. Sin partidos sólidos y organizados no tendremos una adecuada clase política y los “robacable”, “comeoro” o los “marcoturbio” serán los operadores a la orden del día.




¿Quiénes fueron los grandes ganadores y perdedores en la jornada del 17 de Marzo?



El gran ganador fue el PPC. Ha salido fortalecido en Lima, su principal bastión, junto a su lideresa, que en una jugada maestra trasformó una inevitable derrota en una victoria. El tender la mano a la rival de antes permitió ser visto como gesto generoso, amplio que, de paso, neutralizó las bajas del PPC en la revocatoria. De confirmarse la tendencia de veinte los regidores revocados, casi todos de Fuerza Social, tendremos elecciones en Noviembre, donde –no sería extraño- la mayoría de elegidos serán social cristianos e inicio de una breve cohabitación liberal-socialista, hecho inédito entre nosotros.



Gracias a esta hábil jugada el PPC se posiciona en la ciudad de Lima, desplaza a su rival en electorado Solidaridad Nacional, llega con buen pie a las elecciones complementarias de Noviembre y a las municipales del 2014 donde, a no dudarlo, arrastrará alcaldías distritales como en los viejos tiempos; y, de paso, acumula fuerzas de abajo hacia arriba para las elecciones generales del 2016.



(Si “el voto cruzado” –No a favor de Villarán, Sí en contra de sus regidores- fue consigna del PPC o no, habrá que investigar. Ahora tenemos solo presunciones; pero ha sido tal la sofisticación del ejercicio del voto preferencial –incluyendo la vendetta muy a la italiana contra Castañeda hijo y el esposo de Patricia Juárez- que parece bastante probable que haya emanado de consigna partidaria).



Susana Villarán no sale fortalecida de la revocatoria como sus acólitos señalan, sino debilitada. El precio que ha pagado por quedarse en el poder ha sido excesivamente oneroso. Sale debilitada de la consulta, al igual que la izquierda. Tengamos presente que casi la mitad de los limeños dijo “sí” a su revocatoria por lo que carece de legitimidad social, con una mitad de la ciudad en contra de ella; y pierde a sus principales colaboradores como Eduardo Zegarra y Marisa Glave, así como a sus regidores partidarios; y al no tener inscripción propia (Fuerza Social la perdió en una de sus tantas miopías políticas pasadas al presentarse en solitario a las elecciones generales del 2011), no podrá participar en las complementarias de Noviembre, salvo que Tierra y Libertad (agrupación de izquierda a la que pertenece Glave) “le preste” el membrete. Con mayoría social cristiana en el concejo limeño, la alcaldesa reinará pero no gobernará.



Esta segunda experiencia de gestión socialista en el municipio limeño difiere mucho de la primera, de la llevada a cabo por el desaparecido Alfonso Barrantes. El arte de la política y el anti sectarismo se encontraban presentes en la recordada gestión del tío Frejolito. Remontar los errores de la gestión Villarán implica una sincera autocrítica y humildad. Depende cómo asimile la izquierda el trauma de la experiencia de haber pasado por una revocatoria donde las mayorías populares, supuestamente la base política de la izquierda, fue quien principalmente votó a favor que se vayan de la alcaldía. Esa asimilación y cómo la procesen será básico si quieren lanzarse en busca de una tercera oportunidad.



Otra lección es que Lima sigue siendo conservadora, alérgica a los extremos de derecha o izquierda; de allí que las posiciones del centro son las que ganan, como la esbozada por Lourdes Flores y por la misma alcaldesa en las últimas semanas, con mensaje de arrepentimiento incluido; y gracias al crecimiento económico muchos distritos nuevos cuentan con clase media como San Martín de Porres y Los Olivos que también se muestran alérgicos a todo radicalismo, y son vitales para decidir una votación. Quien se posiciona en el centro y sintoniza con sus electores, gana.



Por ello, el discurso centrado de las últimas semanas antes de la consulta se ganó a ese electorado, dejando de lado el discurso radical que los corruptos están del lado de los que votan por el sí y los honestos, la reserva moral del país, por el lado del no. Ese discurso maniqueo la llevaba inevitablemente a la derrota a la alcaldesa, cambiándolo por otro más amigable.



Las sorpresas:



Otra ganadora dentro de la derrota es la regidora Marisa Glave. Mejor dicho fue la revelación en esta consulta popular, como se apreció en “la exposición de ideas” que permite perfilar una lideresa a futuro. Tiene agallas y honestidad, cualidades escasas en la política, y poco a poco está decantando su radicalismo inicial. El golpe de la revocatoria y el ejercicio de cargos públicos le han permitido tener otra visión del ejercicio de la política. Puede ser una sorpresa para el 2014 o más adelante. Todo depende de cuánto evolucione.



Otra sorpresa fue el regidor socialcristiano Pablo Secada, quien tuvo una destacada performance por el no. Y en el bando contrario, de parte de los solidarios, sería mezquino negar la participación de Patricia Juárez.



Ellos, junto a Eduardo Zegarra, el ex teniente alcalde, es posible se perfilen para las municipales del 2014.



¿Quiénes pierden? Marco Tulio el primero, como cabeza visible de los revocadores. Está tan quemado y desprestigiado que difícilmente algún partido lo querrá tener en su lista de regidores, ni siquiera los solidarios querrán cargar con un pasivo enorme.



En cambio, Luis Castañeda pese a todo –incluyendo los “revoca audios”- tiene posibilidades de tentar el sillón de Ribera el viejo el 2014; aunque se tendrá que enfrentar a su antiguo aliado el PPC que estará mejor posicionado. Castañeda sufrió de un “exceso de mudez” –virtud o defecto, dependiendo como se mire-. Muchos creen, y yo también, que de presentarse públicamente por lo menos en la última semana previa a la revocatoria apoyando abiertamente el sí, el resultado hubiese sido distinto. El exceso de cálculo político lo perjudicó; y de pasó perjudicó a su hijo, Castañeda Jr., quien perderá su cargo de regidor. Justicia poética que le dicen.



Las campañas del sí y del no.



La del sí totalmente descoordinada, poco convincente, frases infelices, aparte que no aprovecharon el espacio del debate. Parece que la coordinación entre el Comité revocador, Solidaridad y el APRA no fue muy fluida, Los revocadores cambiaban de speaker a cada momento, su propaganda más allá del “maleteo” a la gestión Villarán no planteaba propuestas constructivas que interesen al elector indeciso.



En cambio la campaña del no fue más coordinada y propositiva; utilizaron hábilmente el marketing político con los “memes”, los muñequitos como súper no, aparición de deportistas y artistas apoyando la opción, la neutralización de periodistas de opinión enemigos acérrimos de Villarán como Aldo Mariátegui. El no hizo una campaña más amigable y –seamos sinceros- su gasto en publicidad fue mucho mayor. Parece que los honorarios de Favre se justificaron.



En cuanto a las intenciones de los revocadores. De los de Solidaridad Nacional es indiscutible el camino que prepararon para el regreso de Luis Castañeda. Como dice la conocida sentencia los dioses ciegan a quienes quieren perder. No se explica de otra manera la falta absoluta de cálculo político y la exagerada ambición de Castañeda. Son esas decisiones sin sentido y absolutamente desastrosas a futuro que a veces cometen los políticos, hasta los más experimentados. En fin, tendrá que remontar fuerte y parejo para llegar con alguna posibilidad el 2014. (Imagino que pensar en las presidenciales del 2016 como declaró recientemente, será una boutade, parte de su recientemente descubierto humor negro).



Pero llama la atención el apoyo del APRA de Alan García, teniendo en cuenta que la ciudad de Lima es, sino hostil, por lo menos poco afecta al partido de la estrella. A veces creo que no es falta de olfato –como cuando designó a su ministra Mercedes Araoz de candidata a la presidencia- sino de querer enterrar toda autonomía partidaria de fracaso en fracaso para así controlar mejor a su partido. Por lo menos la cúpula partidaria se encuentra sujeta a sus designios. Se ha convertido en la locomotora que jala los vagones del partido del pueblo y, por supuesto, los dirigentes que acatan los designios de García ven la conveniencia de estar bien ubicados para las elecciones del 2016.



Parece que ambos –Castañeda y Alan- buscan una alianza para las elecciones municipales del 14 y las generales del 16; y si bien debido a los errores políticos acometidos han salido magullados (más el primero que el segundo), no es un fracaso total como sus detractores señalan. Nos guste o no, tanto Castañeda como García tienen posibilidades en el futuro inmediato. Uno en la alcaldía, el otro ya sabemos donde.



Por otro lado, la revocatoria como institución de la democracia directa no debería desaparecer, pero sí debe ser mejor regulada, incluyendo requisitos más estrictos. Quizás debamos incluir causales de revocatoria o medios probatorios para ejercer el derecho, a fin de evitar el abuso en su ejercicio; así como mayorías más altas para que prospere.



Unas palabras finales sobre el caso Villarán. Siendo una alcaldesa de izquierda, paradójicamente es rechazada por las mayorías populares (el sí se impuso en los distritos más populares), mientras los segmentos altos y medios la avalaban, incluyendo a instituciones de la gran empresa, como la Confiep.



Es cierto que Susana Villarán no es muy hábil como política. Sus declaraciones muchas veces son desafortunadas, como la expresión “las lavanderas de San Juan de Lurigancho”, refiriéndose a las mujeres del populoso distrito. Era un evidente acto fallido que reflejaba una visión clasista y segmentada de la realidad, como que se quedó en la Lima de hace cuarenta años atrás.



Pero no solo es una lectura equivocada de la Lima actual; sino carencia absoluta de olfato político, cualidad que, por ejemplo, sí tenía Ricardo Belmont, de origen social similar al de la burgomaestra, aunque de repente sin tanto linaje. Esa carencia de olfato político quizás es su principal déficit y cuando reacciona suele ser demasiado tarde. De repente le falta la malicia que un político debe tener. Como decíamos en un artículo anterior, tiene vocación de servicio, pero carece de ese olfato para navegar por las aguas turbias de la política.

Eduardo Jiménez J.
ejjlaw@yahoo.es

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