Monday, February 09, 2015

PERÚ, PAÍS DE LAS POLLADAS

Por: Eduardo Jiménez J.
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       @ejj2107

Un reciente estudio del Banco Mundial ha concluido que la forma más ingeniosa de conseguir dinero entre los países pobres es la popular pollada, al parecer originaria de nuestro país.

Los peruanos somos ingeniosos y esta forma de recursearse (agenciarse dinero) debe tener por lo menos 35 años. Posiblemente se originó  a fines del gobierno militar o inicios de la democracia, cuando la crisis económica golpeaba fuerte en nuestro país (frente a la pobreza galopante de aquellos años, hay evidencias que en los sectores más desfavorecidos se comía nicovita, alimento irónicamente para pollos). Comenzó a gestarse en los sectores populares, de donde es tributaria, para trascender a las clases medias, duramente golpeadas en aquellos años; y algunos dicen que incluso llegó hasta los sectores sociales altos, a fin de costearse su tren de vida y pasajes a Miami.

¿Por qué el pollo?

En sus inicios el pollo era barato y estaba al alcance de todo presupuesto. A tal punto se popularizó en pocos años (se estima que la difusión masiva del pollo debe tener menos de cuatro décadas) que se hizo infaltable en las mesas familiares y los restaurantes: arroz con pollo, guiso de pollo, sopa de pollo, tallarín con pollo, salpicón de pollo, etc., etc.

Y aunque Evo Morales le echó la culpa a la noble ave del aumento de homosexuales –por esto de las hormonas que le aplican al emplumado para que engorde rápido-, no hay evidencias que demuestren, luego de cuarenta años de consumo masivo, que el número de gays o lesbianas haya aumentado dramáticamente. De repente el re reelecto presidente descubrió que las hormonas del pollo combinado con la altura en la que se encuentra Bolivia, producía esos extraños cambios. Habrá que preguntarle.

Si bien una pollada tiene una finalidad recaudativa para un fin específico (pagar cuentas, una operación, los estudios escolares o universitarios de un hijo, un viaje de promoción), trasciende los profondos para convertirse en un evento social, de reunión de viejos amigos o conocer nuevos. Incluso tener un choque y fuga con un desconocido (a) (relación sexual esporádica y breve, sin necesidad de volverse a encontrar de nuevo),  culminando el conocimiento mutuo y a calzón quitado en un telo (hostal que se utiliza usualmente para lances sexuales); o si la urgencia era incontrolable y los recursos escasos, en algún lugar más o menos oscuro y contra la pared. Son las famosísimas polladas salvajes.

Pero, se debe reconocer que en otras ocasiones una pollada sirvió para iniciar una relación más estable que proseguía en un noviazgo formal, con pedida de mano de por medio, y finalizaba en matrimonio. (¡Cuántos niños le deben su nacimiento a una pollada¡).

Necesariamente quien organiza una pollada debe tener una red social amplia, a fin que colabore la mayor cantidad de conocidos. Lucila Campos, cantante que ostenta el título de  la reina de las polladas, se jacta de haber convocado a más de mil personas en una sola actividad; y ahora, gracias a las redes sociales, y en especial al facebook, se puede convocar virtualmente, indicando fecha y lugar del evento.

Una pollada debe estar bien organizada, desde comprar el pollo, macerarlo bien y freírlo adecuadamente, contar con un lugar amplio y acogedor (puede ser una canchita de fútbol, una sala grande de casa, un parque o incluso la vía pública si no existe otro espacio disponible), hasta la música, el equipo de sonido y la venta de cerveza (la famosa rubia), rubro importante de ingresos y que no tiene pierde en una pollada.

Una variante es la pollada delivery. Sucede cuando el organizador no tiene muchos recursos o espacio disponible, y opta por entregar los platos en el domicilio de los que se apuntaron con una tarjeta. Es cierto que quita el encanto primigenio, pero no cabe duda que es una salida para contar con unos soles demás.

 Un sustituto del pollo en estos eventos, ha sido la cuyada (a base de cuy), la parrillada (a base de carne) y la chanchada (a base de chancho); o, como me decía una amiga de lengua bastante florida, hasta la huevada (a base de huevo), si no se cuenta con mucho dinero; pero indiscutiblemente la pollada sigue siendo la reina de los encuentros.

Otra característica de las polladas es la reciprocidad. Hoy por ti, mañana por mí. El colaborar con una pollada, implica que a futuro el colaborante puede pasar a ser organizador de su propia actividad y, el que antaño organizó, pasa a colaborar por lo menos con una tarjeta; caso contrario, si demuestra ingratitud, se le aplica la ley, es decir jamás se vuelve a apoyar a esa persona si realiza otra actividad.

Y debido a la diáspora de peruanos en el exterior, acaecido por la crisis económica de los años ochenta, el terrorismo y el terrible fujishock (los cálculos más recientes estiman unos tres millones de peruanos que radican en otro país), la pollada se ha universalizado y se rinde pleitesía también en otras latitudes (los anglosajones la conocen como chicken party); aunque imagino que por allá habrá que pedir permisos y todo el papeleo necesario, cosa que entre nosotros –informales todavía- obviamos; y si viene la policía o el serenazgo llamados por algún descontento, se le invita a los custodios del orden una sabrosa pollada con una cerveza bien al polo (helada) y asunto arreglado.

Así que si alguna vez se encuentra escaso de fondos, anímese y haga su pollada bailable, con el clásico lema de la tarjeta hasta las últimas consecuencias.

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