Por: Eduardo Jiménez J.
@ejj2107
En los Estados Unidos
la película ha recibido críticas del sector liberal (lo que acá vendrían a ser
los caviares), por considerarla
patriotera y belicista. Pero, una buena película como El francotirador (y, por extensión, cualquier obra de arte de
calidad) puede contener más de una interpretación.
Si uno observa
atentamente el filme se dará cuenta que cabe tanto la interpretación belicista;
pero, por oposición, también la antibélica, la que se acentúa por acumulación:
son tantos los asesinatos selectivos que infligió Chris Kyle (se estiman en más
de doscientos), sean hombres, mujeres o niños, como el trauma de postguerra
sufrido por el protagonista, que vamos a tener una sensación que el director
más bien ha querido realizar una película de contenido pacifista.
En efecto, la
interpretación belicista opera a nivel epidérmico: los fríos asesinatos a la
distancia apretando un gatillo, el sentido patriota del pueblo norteamericano y
del propio personaje luego de los sucesos del 11 de Setiembre, el tratamiento
de “salvajes” de los iraquíes vs el afán “civilizatorio” que traen las fuerzas
norteamericanas (pacificación, democratización del país, libertad del “pueblo
oprimido”, etc.).
Dicho sea de paso, la
justificación civilizatoria siempre
ha sido el argumento central de toda guerra e invasión de un pueblo a otro,
desde los romanos, pasando por los españoles, hasta los ingleses y
norteamericanos. El pueblo invasor trata de “salvaje” al pueblo invadido y, por
tanto, lo que busca es “civilizarlo”.
Y la “cereza de la
torta” es la evidencia no cuestionada de las ideas conservadoras del propio Eastwood
y su simpatía por el Partido Republicano, partido político que hoy más que
nunca se encuentra muy cerca de las ideas fundamentalistas de derecha, de esa
noción de patria muy enraizada en los sectores conservadores de la sociedad
yanqui y de los grupos económicos de poder en Estados Unidos.
Desde ese ángulo
sería incuestionable la postura pro bélica de la película; pero insisto que
puede dársele otra interpretación “por debajo de la piel”, en el sentido que
son tantas las atrocidades presentadas, que la reacción por oposición es
distinta a lo visto, produciéndose por rechazo un sentimiento “no bélico” en el
espectador, así como de toda la parafernalia patriotera que exhibe las escenas
finales del filme, donde se muestra las exequias como héroe nacional de Chris
Kyle.
Por lo demás, la
construcción del personaje es una ficción. Muy aparte que se halla basado en
sus memorias el guión del filme, la construcción de un personaje en base a un
modelo “real” tendrá los acentos que el guionista y luego el realizador quieran
darle; muy aparte que al tratarse de memorias, quien escribe tiende a “mentir”
sobre si mismo o a justificar o atenuar algunos hechos de su accionar. De allí
que se acentúa la arista del tipo convencido de lo que hace para defender a su
país y a los más débiles luego del 11-S, que el lado oscuro de su personalidad,
la que tiene facetas poco amables al personaje real, según testimonios de
quienes lo conocieron.
Una obra de arte que
trasciende tiene interpretaciones que van más allá de lo que su autor quiso
decir o hacer. Ejemplos abundan en clásicos de la literatura, la pintura o el
cine. Por ello interpretaciones en uno y otro sentido van a coexistir, lo que
no quita que estemos ante una de las mejores películas de Clint Eastwood, que
prueba el buen estado del realizador en su octava década de vida.
EL
FRANCOTIRADOR [American Sniper]
Dir: Clint Eastwood
Guión: Jason Hall,
basado en el libro de Chris Kyle
c/ Bradley Cooper (Chris Kyle), Keir O'Donnell (Jeff
Kyle), Sienna Miller (Taya)
EEUU/2014/Drama****/Estrenos
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