Por: Eduardo Jiménez J.
@ejj2107
El título no es mío, lo tomé de un artículo
muy interesante publicado en la versión digital del diario argentino La Nación
(http://www.lanacion.com.ar//1725676-el-espejo-de-facebook-cuando-la-vida-ideal-de-otros-trae
frustracion?utm_source=n_hoy_nota2&utm_medium=saberhoy&utm_campaign=NLSoc), que trata el tema de lo que
publican los usuarios en facebook, la principal red social del mundo.
A grosso modo el artículo alude a las fotos
y videos que las personas suben a la
red, donde aparentan un estado de felicidad eterno, o vacaciones a lugares
exóticos que cualquiera no podría tomar, lo cual dista mucho de ser real; pero,
a contrario, quienes ven esas imágenes y están atravesando por un grave
momento, las puede deprimir más de lo que ya se encuentran al ver tanta felicidad de otros, produciendo el
efecto inverso a lo visto, es decir de insatisfacción frente a su propia vida o
envidia hacia la exhibida por los demás.
Si bien el artículo es bastante
genérico en sus apreciaciones; es cierto que –como sucede en la vida real-
muchas personas aparentan un estado de dicha o una situación que no se condice
con la realidad que viven. Ha sido el caso, por ejemplo, de los que aparentan
una felicidad conyugal que no existe con fotos tipo estoy con mi esposo (a) en
un restaurante o en una playa, o regalándome flores y chocolates en el
aniversario de bodas o por San Valentín, cuando en la vida real es probable que
su relación conyugal se encuentre bastante deteriorada. O, también, de aquellos
jóvenes que proclaman “conquistas” de mujeres exuberantes y luego se descubre
que son fotos trucadas. Para no mencionar la de aquellos trabajadores que
simulan en sus vacaciones ir a una playa paradisíaca del Caribe y más bien se
la pasaron en la cabina de internet a la vuelta de su casa.
En cierta forma esas imágenes del
mundo virtual buscan compensar la vida diaria, plagada de momentos grises, tediosos
y frustrantes (que son los mayores en la vida). El ser humano siempre ha
buscado una forma de liberarse de la realidad que lo agobia y limita. En el
pasado era con un buen libro que, incluso, enriquecía su existencia, o también viendo
alguna película interesante; pero en la actualidad, gracias a la tecnología
digital, se ha optado por la manera más pedestre y directa, como son las
imágenes y fotografías que colgamos
en las redes sociales.
Por regla la información de la red
debe tomarse con mucha cautela. Es muy humano querer aparentar una imagen que
no es o de potenciar una que apenas es en la vida real. El juego de las
apariencias se produce casi en todos los seres humanos; difícilmente
encontraremos alguien que se presente ante los demás como es realmente, dado
que existe el deseo de ser aceptado por su entorno social (y virtual), y una
forma sencilla es la de aparentar tener éxito, ser dichoso o mostrarse
sumamente amable y ocurrente.
También se encuentran aquellos que suben fotos acompañados de algún
personaje público e indican más bien estatus. Puede ser un cantante, un
político, un empresario: “aparezco al lado del famoso tal”, ergo me codeo con
“los grandes”. Mientras su face no
sea únicamente un mural de “fotos con los famosos”, pasa.
Y hablando de excesos, como señala el
artículo, están aquellos que cuelgan fotos de todo lo que hacen: comiendo,
manejando, subiendo al bus, paseando al perro o hasta entrando al baño. La
interpretación sicológica de tamaño narcisismo se la dejo a los sicólogos; pero
el efecto en las redes será el contrario al deseado, el aludido comienza a no
gustar, porque como dice el viejo refrán bueno
es culantro, pero no tanto.
Desde el punto de vista sociológico,
el fenómeno se produce por lo que ha venido en denominarse la sociedad del espectáculo, donde la vida
íntima o personal es puesta de manifiesto abiertamente. Algo que se ve
muchísimo en los medios de comunicación y en las redes sociales. El fenómeno es
mundial, pero en algunos países –como el nuestro- se ha extendido ampliamente.
Basta ver la amplia cobertura que tiene el rompimiento amoroso o la “sacada de
vuelta” (infidelidad) entre un cantante o jugador de fútbol y una vedette, o
entre dos jóvenes que saltan a la fama por el simple hecho de participar en
algún reality televisivo (ver nuestro
artículo La tv basura). Este
fenómeno, por emulación, es replicado entre los innumerables jóvenes anónimos
que comienzan a exteriorizar los asuntos más íntimos en el facebook y demás
redes.
Otro grupo sí es peligroso y son los “vengativos”.
Aquellos o aquellas que rompieron bruscamente una relación sentimental y
comienzan a publicitar fotografías comprometedoras de la otra parte o a deslizar
en su muro comentarios muy personales de su comportamiento bajo las sábanas (qué
hacía o qué no hacía en la cama, cuánto duraba, si era real o fingido, gustos,
preferencias, aversiones). Casi siempre son jóvenes (aunque algunos no tan
jóvenes) que se dejan llevar por el despecho o la ira del momento, sin tomar
conciencia que su accionar puede perjudicar a terceros. Hace poco me enteré del
caso de un padre de familia, muy acongojado, cuando vio en el facebook del ex
enamorado de su hija, fotos donde ella aparecía practicándole sexo oral al
muchacho. Imagínense lo que ese padre sentirá en su fuero interno.
Generalmente los “amores eternos
juveniles” duran lo que dura un verano o un ciclo académico de estudios, por lo
que las fotos o videos grabados en pleno romance, no se sabe qué futuro tendrán
terminado este. Gracias al digital, las imágenes tomadas inocentemente con un
celular pueden ser manipuladas o descargadas en otros medios; y fotos
apasionadas en una fiesta pasado(a) de copas o en la intimidad de un hostal, pueden ser utilizadas luego para
fines no muy santos de coerción, chantaje o simple desquite.
Y ya no hablo de aquellos que sí son
concientes de lo que hacen, como muchos adultos que buscan niñas, niños o
adolescentes para sus gustos sexuales. El pederasta sí tiene una conciencia más
clara de lo que está cometiendo con frío cálculo, que la del muchacho o
muchacha que se deja llevar por las emociones del momento fruto del despecho o
de una infidelidad descubierta. (Hace poco, en mi país, se descubrió el
chantaje sexual a cambio de favores académicos que nada menos un director de un
colegio de varones perpetraba contra sus púberes alumnos).
No todo lo que se publica en el facebook
y en general en las redes sociales es felicidad, puede existir también la parte
oscura y dramática del caso. Al final de cuentas, el mundo virtual refleja lo
que somos en la vida real como humanos, ni más ni menos.
No comments:
Post a Comment