Friday, November 30, 2007

SENTENCIA CONTRA LOS GOLPISTAS

Coincidentemente este año se rememora los quince del “autogolpe” del ex presidente Alberto Fujimori, los también quince del intento de restablecer la institucionalidad del general Jaime Salinas Sedó; y, este 2007 ha sido también el año en que Fujimori fue extraditado y en que han sido sentenciados sus ministros que avalaron el golpe.

Sin embargo, cabría preguntarse si tiene algún efecto dentro de la sociedad la sentencia recientemente dictada, o en la institucionalidad democrática. ¿Es un aviso para que futuros golpistas lo piensen dos veces?

Creo que se exagera en cuanto a la importancia social y política de la sentencia emitida por la Corte Suprema. Si bien en esta coyuntura estamos muy lejos de una aventura militar como en el pasado y mal que bien estamos andando en democracia, eso no nos cura en salud para lo que pueda venir después (que ojalá nunca vuelva a suceder). Nada nos garantiza que no se vuelva a repetir escenas sacando a un presidente constitucional en pijamas de Palacio de Gobierno, cerrar el Congreso –por más desprestigiado que esté- a patadas y golpes contra sus eventuales inquilinos, suprimir garantías o vivir bajo una bota de nuevo. Nada nos garantiza ese oscuro futuro, salvo el fortalecimiento de las instituciones democráticas. Recordemos que hace poco más de año y medio estuvimos por elegir a un militar disfrazado de demócrata como Ollanta Humala. Aventuras así solo podrán ser inmunizadas con una fuerte institucionalidad y fortalecimiento de los valores democráticos, inclusión social y distribución de la riqueza, porqué democracia que no distribuye y hace más horizontales a los ciudadanos no funciona.

Por eso, la sentencia reciente –que a la mayoría de los ministros que avalaron el golpe condena con penas benignas- es más un gesto simbólico de reparación que el efecto grandilocuente que se le quiere atribuir. O como dice el viejo dicho “una golondrina no hace el verano”. Falta mucho trecho por recorrer para llegar a ese punto de inflexión donde sea irreversible y seguro que la democracia no esté en peligro y sea tan natural pasar de un gobierno civil a otro como respirar. Mientras tanto deberemos seguir construyéndola día a día, que no resolverá todos nuestros problemas, eso es cierto, pero la otra opción, la autocracia, que como canto de sirena algunos la deslizan sibilinamente, es mucho, mucho peor.
Eduardo Jiménez J.
ejjlaw@yahoo.es

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