Wednesday, June 08, 2016

EL DÍA DESPUÉS DE MAÑANA (REFLEXIONES POS 5 DE JUNIO)

Por: Eduardo Jiménez J.
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       @ejj2107

Parece que la suerte está echada y –por estrecho margen- PPK sería el nuevo presidente de la república. Entre la virtud y la fortuna (o si se quiere entre los méritos propios del candidato y el azar), prevaleció la segunda. Más influyó la campaña de demolición contra Keiko y los sentimientos adversos que todavía despierta el fujimorismo, colocando de presidente a un partido y un personaje bastante débiles políticamente.

Uno de los problemas que se va a presentar cuando asuma funciones y termine “la luna de miel” es la gobernabilidad. Su partido político es bastante precario, suerte de independientes reunidos al calor de la campaña. Los votos obtenidos no obedecen a mérito propio, como sí ocurre en Fuerza Popular (la virtud de ampliar su base electoral), sino a la suma de los anti Fujimori que fue recogiendo (la fortuna de encarnar en ese momento el sentimiento de animadversión).

Mitad del país votó por Keiko Fujimori y su herencia política. No es poco y evidencia que estamos ante la emergencia de un partido auténticamente popular, al cual, como al Apra en el pasado, se le están cerrando las puertas del cauce democrático, lo que a su vez puede llevar a un sectarismo político o a una radicalización autoritaria, mezcla de emociones entreveradas.

Como bien señala Víctor Andrés Ponce, el fujimorismo requerirá desprendimiento para colaborar con el gobierno de PPK y liderar al mismo tiempo la oposición, solo así podrá salir del entrampamiento en que se encuentra y dejar sin argumentos a los que viven con miedos, fobias e intereses creados, viendo en espejo retrovisor los años noventa y no el futuro. Tendrá que desprenderse también de varios indeseables, de esos “nuevos ricos” con fortuna dudosa. Menuda responsabilidad le corresponde al partido naranja.

Para gobernar PPK necesitará del consenso, sea de la izquierda o de Fuerza Popular. Dudo que en ambos casos quieran hacer cogobierno con él. A  ninguna de las dos fuerzas le conviene; por lo que deberá recurrir a más independientes para ministerios clave y personal de confianza en la burocracia del estado. Cualquier vaivén o escándalo que surja y su gobierno puede terminar en la anarquía, como el de Toledo.

Otro escenario es que el gobierno de PPK termine “reo” de Fuerza Popular. Necesita sus votos para aprobar muchas iniciativas legislativas y propuestas de su plan de gobierno –como el Banco Minero, por ejemplo-, por lo que podría terminar como una marioneta de FP. “Reina, pero no gobierna”.  Imagino que algunas iniciativas van a ser aprobadas por el Congreso naranja, pero otras lo veo difícil.

Temas que van a causar polémica serán: la renegociación del contrato del gas de Camisea –a lo que PPK se mostraba renuente-, la reforma del sistema pensionario –de lo que no dijo gran cosa-, seguridad ciudadana -con propuestas interesantes, pero poco viables a corto plazo-, la continuidad de la reforma educativa y los programas sociales que deja el actual gobierno. Cuidado con el desmantelamiento progresivo de los mismos, la izquierda deberá estar alerta.

Un asunto que requiere atención es también “el piloto automático” en que ha devenido la economía por 25 años. Requiere reformas y urgentes. En ello, la verdad, ninguno de los dos grupos finalistas se mostraba muy entusiasta de cambios radicales. Si no se reforma el sistema, la probabilidad que emerja un outsider en la siguiente elección es bastante alta. El mito antisistema y el desprecio a la clase política, pueden conjugarse de nuevo para darnos una sorpresa el año del bicentenario de la república.

No quiero ser pesimista, pero le veo pocas probabilidades de gobernanza eficaz a PPK. Va a ser acosado y tironeado por una oposición naranja por un lado y una zurda por el otro. De allí que los fujimoristas van a tener que “sostener” un precario gobierno y ser al mismo tiempo la oposición llamada a sucederlo en el bicentenario. Medio complicado de ejecutar, dado que por lo general quien apoya tácita o explícitamente a un gobierno, termina “quemándose” con este.

Por el lado de Fuerza Popular evaluará los aciertos y errores en la campaña de cara al 2021. Quizás los “albertistas” ganen preeminencia al interior del partido; mientras los “keikistas” –el sector más democrático- se vea reducido. Por ejemplo, ya no parecería descabellada una candidatura presidencial de Kenyi Fujimori, en una suerte de “sucesión dinástica” y con ello quizás el fin de un partido de raigambre popular, dadas las escasas luces del benjamín del clan Fujimori. Se quiera reconocer o no, con Keiko –mucho más política que PPK- el partido se amplió, se modernizó y, sobre la base de la herencia política de Alberto Fujimori, pudo construir no sin esfuerzo un partido auténticamente popular, de derecha popular para mayores señas. 

Hechos que iremos viendo en el futuro.

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