Thursday, February 23, 2023

LA TOMA DE LIMA

Eduardo Jiménez J.

ejimenez2107@gmail.com

@ejj2107

   

Si bien no se puede decir que todo ya pasó, pero sí extraer algunas conclusiones del fracaso de la “toma de Lima”.

 

En principio, el financiamiento. Hay indicios claros que las marchas no fueron espontáneas, sino que existió un financiamiento y coordinación para movilizar a la gente de provincias a la capital. Una bolsa negra cuyo origen se puede rastrear en el narcoterrorismo y la minería ilegal. Incluso las huellas pueden llegar hasta Barbadillo.

 

Ese financiamiento se fue desinflando conforme se constató que los objetivos propuestos (cierre del Congreso, renuncia de Dina Boluarte y convocatoria a Asamblea Constituyente) no se concretaban.

 

Otro aspecto importante fue que el “activo Castillo” fue perdiendo valor en el tiempo. Sus propios aliados lo fueron dejando de lado, ya no era un reclamo presencial en las marchas, salvo en algunos lugares.

 

Haciendo comparaciones con Chile en 2019, el financiamiento entre nosotros fue módico, así como la intensidad de las protestas. Allá fueron mucho más intensas, mantuvieron en jaque al gobierno de Piñera que presionado se vio obligado a convocar a una Asamblea Constituyente. Quienes sufrieron allá las protestas y actos vandálicos, estiman que acá fue el 50% de intensidad de lo sufrido en Chile.

 

¿Qué pasó? Imagino que hubo poco financiamiento, bastante franciscano, por los documentos incautados a algunos organizadores. Por las sumas, podemos decir marxistamente que eran el lumpenproletariado, aquel que se vende por unos soles

 

Aparte que los organizadores estaban muy dispersos en todo el Perú, muchas veces con agendas propias y algo muy peruano: parte del dinero con el que debía pagarse a los manifestantes se “perdió” entre los intermediarios que debían cancelar por los servicios prestados.

 

Las manifestaciones y violencia desatada han puesto a Puno en los reflectores con datos económicos bastante interesantes. Más allá de la imagen de pobreza y atraso con la cual todavía se le ve y que algunos desempolvaron la tesis de “buscando un inca” para explicar lo que sucedió estas semanas, lo cierto es que Puno está creciendo económicamente. Lo malo es que mucho se debe a la economía informal y delictiva (contrabando, trata de personas, minería ilegal); y, cosa insólita, la Sunat está recaudando más impuestos en Puno que en otros años, signo que la economía del sur está creciendo.

 

La pregunta es porqué entonces protestan. Pareciera que no son todos. Son piquetes de grupos organizados que persuaden o intimidan a las mayorías para unirse a las protestas. Incluso los atentados, incluyendo piscigranjas, hacen recordar los viejos métodos de Sendero Luminoso. No se puede obviar el resurgimiento de la organización terrorista. No todo fue “inocentes manifestaciones sociales”.

 

Es la primera vez que ha saltado pública y notoriamente las tendencias sociales y económicas informales y delictivas al mundo político oficial. No será la última tampoco. Es probable que los financistas busquen otro activo nuevo y mejor posicionado para las elecciones que se vienen. Un nuevo Castillo con sombrero o sin sombrero. Aparte que seguirán financiando candidatos al Congreso en distintas bancadas.

 

Quizás debilitadas las protestas por cansancio, tendremos ya una opción más dialogante del gobierno con líderes regionales, lo cual era imposible cuando estas se encontraban en la cima de la exacerbación. Por otra parte, el Congreso respira más tranquilo y postergará para más adelante (¿2024, 2025?) el adelanto de elecciones. Aunque es preferible no cante victoria, sino puede terminar con las barbas en remojo.

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