Eduardo Jiménez J.
jimenezjeduardod@gmail.com
@ejj2107
Un soldado del ejército norteamericano
es sometido a un experimento de hibernación, despertando 500 años después, en
el año 2505. La característica de las personas en el futuro: todas son
oligofrénicas. Se ha instaurado el gobierno de los idiotas (de allí el título
del filme).
De
la mano de Mike Judge y teniendo como coguionista a Etan Cohen, esta sátira nos
describe un mundo postapocalíptico, no producto de bombas nucleares o
pandemias, sino de la involución intelectual humana por la falta de uso de
nuestras facultades mentales.
El
desaparecido Marco Aurelio Denegri decía que en el mundo cada vez hay más
estúpidos. En otras palabras, las personas inteligentes y racionales están
disminuyendo y tenemos más analfabetos funcionales (aquellos que no pueden
utilizar de manera eficiente sus habilidades de lectura, escritura y cálculo).
La película confirma la hipótesis. De repente no desaparecemos como homo
sapiens (es un decir) producto de guerras o virus, sino porque el ser
humano cada vez es menos inteligente, o, siendo más preciso, se usa menos las
facultades mentales, producto de las facilidades que ofrece la tecnología y el
confort en la civilización occidental.
La
sátira se queda en lo grueso, lo epidérmico, no penetra en capas más sutiles
para hacerla más rica. Faltó el talento de un Billy Wilder en la dirección.
La
película en su estreno (2006) pasó sin pena ni gloria, pero con el tiempo fue
revalorada, contándonos en tono de comedia una verdad muy inquietante y que se
agrava con el tiempo.