Esta semana iba a escribir sobre algo más ligero como el caso de la estudiante que se lanzó al parlamento belga prometiendo sexo oral a los que voten por ella. No es que siga el camino de la Cicciolina (y de nuestra connacional Susy Díaz), sino que es una protesta en “plan de joda” contra los “políticos tradicionales” que prometen lo imposible con tal de conseguir un voto. En todas partes se cuecen habas. También pensaba escribir sobre el “calateo” generalizado por la llegada de la primavera en un pueblito de Vermont, Estados Unidos, donde las personas tienen la costumbre de salir como vinieron a este mundo cuando tocan los primeros rayos de sol primaveral; y de yapa sobre el “affaire” de la Bolocco, que -dicho sea de paso- me sirvió como caso para mi clase de derecho. El caso de la Bolocco lo trataré en un siguiente artículo, no tanto en la parte del morbo, que no me interesa, sino en los aspectos jurídicos y los límites a la libertad de información y el derecho a la intimidad.
En fin, tengo que ocuparme de Chávez de nuevo. Más por principios que por placer. Esta vez por cerrar la televisora RCTV (el eufemismo es la “no renovación” de la concesión del espacio radioeléctrico). Es que el tema puede parecer anecdótico o hasta que no nos debe importar, pero es más trascendente de lo que se cree. En el velasquismo sufrimos un atropello similar y no podemos estar con la guardia baja.
Los que argumentan a favor de cancelar la concesión argumentan como el tiranuelo de Caracas que esa televisora fue “golpista” cuando Chávez, en el año 2002, estuvo algunas horas fuera del poder; imputación que nunca fue probada, y de serlo, quienes deben ser sancionados son sus directores o representantes legales, no la televisora. Aparte que otras televisoras sufrieron el mismo calificativo cuando el autócrata regresó luego de la breve deposición, sin recibir sanción alguna, por lo que es un caso discriminatorio a todas luces.
Estamos ante los argumentos justificatorios típicos de una dictadura. La verdad era otra. RCTV se había convertido casi en la única televisora que le hacía oposición al gobierno de Chávez, y al cerrar una televisora está clausurando un medio que no le era adicto, y a los autócratas no les gusta que los contradigan. No les gusta la mosca zumbando en la oreja. Correa en Ecuador está siguiendo el mismo ejemplo.
Debemos recordar que la libertad de expresión e información no solo son derechos fundamentales de la persona, sino que permiten decir lo que no agrada al gobernante de turno, recordándole que es mortal y por tanto infalible, a semejanza del humilde esclavo que le recordaba al César que pese a sus triunfos y conquistas seguía siendo un ser humano como cualquier otro. A los dictadores no les gusta que les recuerden que son mortales. Su intolerancia les hace creer que son infalibles.
Por otro lado, llama la atención que mucha gente de izquierda, “progresista”, calle en siete idiomas la clausura de la televisora y la actitud represiva de Chávez contra los que han salido a protestar a las calles. Conociendo a mis ex compañeros de ruta es muy probable que íntimamente se regodeen de regocijo por el cierre de una televisora “imperialista”; pero si el mismo acto de cerrar un medio de expresión lo hubiera hecho un gobierno democrático, habrían saltado hasta el techo, alegado ultraje a la libertad de expresión, dictadura inminente y grave lesión a la democracia. Es que un sector de la izquierda se quedó congelada en los años 70 y su reconversión fue siempre de la boca para afuera, adentro quedaron igual, amén que muchos de ellos viven de las generosas “donaciones” chavistas y más por conveniencia que por convicción creen en su “socialismo del siglo XXI” (aunque sería injusto generalizar, existe mucha gente de izquierda que hizo una autocrítica y sana reconversión post muro de Berlín).
También llama a lástima el estado deplorable en que se encuentra la justicia venezolana. Un juez inmediatamente atendió una medida cautelar del gobierno para que puedan usar los bienes del canal cerrado en la nueva TV adicta al régimen que apareció a los pocos minutos de clausurada RCTV. En buen romance fue una confiscación de bienes disfrazada. Aparte que la Sala Constitucional del Tribunal Supremo (la Corte Suprema Venezolana) declaró “inadmisible” el recurso de amparo de la TV clausurada por la no renovación de la concesión. Esa obsecuencia judicial me hace recordar a cómo se comportaban nuestros magistrados en la época de Fujimori y Montesinos, típica de las autocracias.
La clausura de un medio de expresión por Chávez (y la sustitución por uno fiel al gobierno a los pocos minutos) marca un punto de inflexión de que el sistema creado a su alrededor está fuerte y que ha llegado a lo máximo de su poder; pero también que es el inicio de un declive gradual, de descomposición progresiva del sistema autocrático creado alrededor del dictador. Al no existir contrapesos y actuar ciegamente la propia dictadura cava su fosa. Ojalá no dure mucho, aunque dependerá de factores intrínsecos y de fuera, entre estos últimos sobretodo del precio del petróleo, fuente de financiamiento de Chávez, y en lo interno de que toda la oposición se una en un solo bloque como se hizo en Perú para derrocar a Fujimori.
Como escribí en un anterior artículo, ¿Venezuela va camino al socialismo?, al terminar sostenía que agotado el modelo nacionalista la nación termina más pobre y endeudada que antes que asumiera el poder el dictador, y que rehacer el tejido social demanda no años sino décadas, dándose cuenta el pueblo que existe más desigualdad e injusticia social terminada la autocracia, a lo que se debe añadir ahora y con menos libertad, salvo la que el dictador autorice.
Eduardo Jiménez J.
ejjlaw@yahoo.es
Tuesday, May 29, 2007
Monday, May 21, 2007
POR QUÉ SOY AGNÓSTICO
1
No pretendo hacer una apología del agnosticismo, el agnóstico dista mucho de ser un evangelizador o propagandizador de lo que cree o piensa; todo lo contrario, difícilmente somos portadores de una fe o de una verdad absoluta, nada más lejos del agnóstico que querer generalizar y dar por absoluta una verdad que es propia de su experiencia y, por tanto, intransferible. Apenas trataré de esbozar las causas personales de lo que considero una forma de vivir y ver el mundo.
Quizás haya influenciado en mí el ser un escéptico por naturaleza. Desde muy niño he dudado y he relativizado todo lo visto y oído, jamás he podido aferrarme con uñas y dientes, como lo hacen muchas personas, a una fe, sea religiosa, política o económica, y considerarla como una verdad incontrovertible y absoluta que sea el eje de mi vida. Me aparté de toda práctica religiosa hacia los dieciséis años, aunque nunca –ni de niño- me compenetré con esa serie de ritos a los que asistía más por compromiso familiar que por verdadera vocación.
Muchas veces me han preguntado si mi familia no hacía nada frente a ese manifiesto decaimiento en la fe. Un poco como inquiriendo si también eran poco creyentes y si el asunto venía por cultura familiar. Siento decepcionarlos, pero todos en mi familia son creyentes practicantes, hasta mi hermano menor. Pero, en mi hogar existió un clima de tolerancia y de libertad que permitía que cada miembro haga con su vida lo mejor que le parezca. Bajo ciertos límites, claro está. Límites que han estado ceñidos a hacer algo “útil” en la vida y no estar ocioso; aunque hubo una excepción en los dos años siguientes ha terminada mi secundaria cuando disfruté del divino ocio y no hice otra cosa que leer y leer y leer, principalmente novelas y cuentos, mañana, tarde y noche. En esa época nació mi afición a la lectura, y la lectura cuando se realiza críticamente trae a su vez el cuestionamiento de todo, incluyendo de las divinidades.
Visto a la distancia de los años, aquel tiempo marcaría mi vida futura y mi forma de ser.
Recuerdo que a los dieciocho era un agnóstico consumado. No sabía propiamente qué significaba el término, pero ya había emprendido un camino sin retorno, a lo que contribuyó mi ingreso, en los veinte, a estudiar Sociología, mi primera profesión y a la que guardo un cariño bastante especial. Ingresar al bullicioso mundo universitario de aquel entonces, donde el marxismo ocupaba un lugar importante en el estudio de las ciencias sociales, debilitó aún más mi ya menguada fe. Pero, si bien el marxismo era ateo y vi que muchos de mis compañeros se convertían fácilmente a esa nueva fe (el ser ateo es una especie de fe), quizás por eso, por tratarse al final de cuentas de una religión laica, una “verdad absoluta”, nunca pude abrazarlo totalmente como ideología que explique en todo su sentido el universo y al ser humano; aunque sí me sirvió (y me sirve) de mucho como herramienta para analizar la realidad. De aquellos “años maravillosos” data mi curiosidad por desentrañar los procesos sociales y políticos del Perú y de cómo van las cosas en el mundo, y que ahora se ven reflejados en mis artículos de El Observador. El marxismo da herramientas de análisis muy valiosas, pero no hay que tomarlas nunca como una “verdad total”, de allí estamos solo a un paso del totalitarismo y de excluir las otras opciones, y nos ocurriría lo mismo que a los que creen ahora, ciegamente, a pie juntillas, que el libre mercado es el gran solucionador de todos los problemas. Los extremos se tocan. Felizmente los agnósticos estamos libres de todo fundamentalismo.
2
Quizás por eso actualmente no milito en ningún partido político, pero sin que ello signifique un desinterés por la política. Todo lo contrario. Desde muy joven me interesó la cosa pública y de una u otra manera he participado activamente, con “mi granito de arena”, en el debate político del Perú.
Políticamente me considero un socialdemócrata liberal. Liberal es una palabra que se ha vilipendiado y devaluado mucho últimamente, confundiendo –unas veces por ignorancia y otras por mala fe- el noble liberalismo político que se desarrolló entre los siglos XVII y XVIII con el neoliberalismo económico actual, que todo lo reduce a un chato economicismo primario. Evidentemente que mi profesión es hacia el primer liberalismo, el “original”, que remonta sus raíces en el humanismo y un poco más atrás en los clásicos griegos (y porque no, hasta en los evangelios como sustento humanista que dio sus mejores frutos dentro y fuera de la Iglesia). El otro, el que reduce toda interpretación económica y solución al mercado es una visión distorsionada, muchas veces creada por los grupos de interés.
Por eso creo que el verdadero cambio en nuestro país no está tanto en las grandes revoluciones apocalípticas, sino en convertir en ciudadanos, en el más extenso y profundo significado que el término implica, a las grandes masas anónimas, con todos sus derechos y responsabilidades que los incluyan como individuos dentro de la sociedad y se sientan partícipes de un proyecto de país, de nación. Y, para ello, el único medio político idóneo es la democracia. No hay otro. Por lo menos no se ha inventado otro que permita la inclusión social respetando las libertades.
En cuanto a lo social, no son necesarias muchas explicaciones. La sociología me hizo tomar conciencia que vivimos en una sociedad en que todos estamos interrelacionados y no podemos ser ciegos a los problemas que suceden. No solo por una cuestión principista, sino porque todos estamos en el mismo barco y lo que le pasa a una persona afecta a los demás.
Solo añadiré que mis decisiones, equivocadas o no, las tomo por mi cuenta y riesgo, asumiendo las responsabilidades sobre las mismas. A veces me costaron la perdida de alguna amistad o de un amor que confundía los sentimientos con pensar igual. Felizmente tampoco tengo espíritu de rebaño como decía El Amauta.
3
Siempre he pensado que para ser creyente de una religión o de una doctrina política o económica es más un acto de fe, “de creencia”, que de frío razonamiento; y, para ser ateo, se requiere “creer” que Dios no existe, se requiere fe, solo que al revés, creer que no existe divinidad alguna. Por eso muchos hombres y mujeres que se educaron en colegios religiosos o que incluso eran monjas o sacerdotes, pudieron transitar sin mucha complicación de la fe en un Dios a la fe en que no existe. Los agnósticos carecemos también de esa fe en sentido contrario.
Pero no se piense que ser agnóstico es fácil. Descontando a los “poseros” o agnósticos “bamba” que asumen el agnosticismo como un medio de “prestigio social” sobretodo en los círculos intelectuales, el agnóstico auténtico debe crear su propia escala de valores más allá de las impuestas por la religión o la sociedad. Esa construcción axiológica es agónica, en el sentido de lucha diaria, de creación dura, a base de sudor y esfuerzo. No hay camino fácil para el verdadero agnóstico, está solo y no puede aferrarse a ninguna divinidad para buscar ayuda; por lo que te das cuenta también que en la vida todo lo que realmente vale la pena, cuesta. El ser agnóstico también forja el carácter.
Mi escala de valores se rige por un axioma: vivir honestamente sobretodo con uno mismo, no hacer el mal a nadie y darle a cada uno lo que le corresponde. Muchos años después, ya como abogado –mi pane lucrando y segunda profesión- descubrí que ese era un viejo precepto romano (honeste vivire, alterum nom laedere, suum cuique tribuere). Las sabias enseñanzas se repiten en la historia y en la vida.
4
Con el correr de los años algunas amistades religiosas también se apartaron de mí lado al enterarse que era agnóstico y algunos amores también. Supongo que no tenían la fe muy firme y pensaban que los iba a “contagiar” con la escasez de la mía. Algunos de esos amores quisieron “reconvertirme”, “regresarme al redil”. Partieron de la premisa equivocada que el amor puede cambiar al ser amado, y que el ser amado está obligado a cambiar a gusto y medida de quien desea el cambio.
Pusieron su mejor empeño, eso me consta, me llevaban a misa los domingos, alguna por ahí me regalaba un librito religioso que yo aceptaba por cortesía, pero no leía. Por su ruego (¿qué le puedes negar a una mujer?) comencé, después de mucho tiempo, a revisitar el templo de Dios, lo que me permitió escuchar algunos sermones interesantes. En la parroquia a la que concurría una ex pareja había un sacerdote que cada sermón dicho contenía una base filosófica que daba a entender que estábamos ante alguien que había tenido variadas y nutridas lecturas y no ante un simple cura rústico. Sin ser creyente seguía con mucha atención sus sermones, me gustaban desde el punto de vista intelectual. Eran estimulantes, sólidos y persuasivos.
Al enterarse mis ex que sus esfuerzos caían en saco roto, desistían. Algunas reaccionaban mal. Imagino que era su frustración, incluso una de ellas me “prohibió” que siga asistiendo a la iglesia, por lo que deje de apreciar aquellos notables sermones (intolerancia que le dicen); olvidando que el propio Cristo fue abierto y tolerante con todos, incluyendo hasta aquellos que lo crucificaron. Solo les pido que no se propongan nada. Al no creer en ninguna verdad absoluta, el agnóstico es abierto y tolerante con todas las religiones y no cree que ninguna sea la “verdadera”.
Reconozco que en algunos momentos de mi vida he buscado la religiosidad. Ese “re-ligare” del que hablan los antiguos. A veces por medio de la filosofía, otras oleteando alguna religión. Pero, esos momentos han sido breves, vanos y fútiles, a la larga siempre regresaba a mi escepticismo congénito.
A estas alturas de mi vida es difícil que vuelva a alguna forma de religiosidad. Tampoco puedo decir de esta agua no beberé. Aunque medio en serio medio en broma digo que de ser así elegiría la religión budista o alguna parecida que no crea en verdades absolutas, sino que sea flexible y libre. Pero, por el momento estoy bien así.
Como les digo a mis amigos creyentes –un poco para incomodarlos adrede-, cuando te encuentres por partir de este mundo y suponiendo Dios exista, no te juzgará por la cantidad de veces que te golpeaste el pecho o fuiste a misa, sino por las acciones que hiciste en este mundo –o lo que dejaste de hacer-. Sería un Dios de pocas luces si solo contabilizara la cantidad de veces que lo reverenciaste y te inclinaste ante su imagen. Y mientras siga en este mundo seguiré con mi máxima romana vivir honestamente, no hacer el mal a nadie y darle a cada uno lo que le corresponde. Hasta ahora me ha dado resultados y vivo tranquilo con mi conciencia. Amén.
Eduardo Jiménez J.
ejjlaw@yahoo.es
No pretendo hacer una apología del agnosticismo, el agnóstico dista mucho de ser un evangelizador o propagandizador de lo que cree o piensa; todo lo contrario, difícilmente somos portadores de una fe o de una verdad absoluta, nada más lejos del agnóstico que querer generalizar y dar por absoluta una verdad que es propia de su experiencia y, por tanto, intransferible. Apenas trataré de esbozar las causas personales de lo que considero una forma de vivir y ver el mundo.
Quizás haya influenciado en mí el ser un escéptico por naturaleza. Desde muy niño he dudado y he relativizado todo lo visto y oído, jamás he podido aferrarme con uñas y dientes, como lo hacen muchas personas, a una fe, sea religiosa, política o económica, y considerarla como una verdad incontrovertible y absoluta que sea el eje de mi vida. Me aparté de toda práctica religiosa hacia los dieciséis años, aunque nunca –ni de niño- me compenetré con esa serie de ritos a los que asistía más por compromiso familiar que por verdadera vocación.
Muchas veces me han preguntado si mi familia no hacía nada frente a ese manifiesto decaimiento en la fe. Un poco como inquiriendo si también eran poco creyentes y si el asunto venía por cultura familiar. Siento decepcionarlos, pero todos en mi familia son creyentes practicantes, hasta mi hermano menor. Pero, en mi hogar existió un clima de tolerancia y de libertad que permitía que cada miembro haga con su vida lo mejor que le parezca. Bajo ciertos límites, claro está. Límites que han estado ceñidos a hacer algo “útil” en la vida y no estar ocioso; aunque hubo una excepción en los dos años siguientes ha terminada mi secundaria cuando disfruté del divino ocio y no hice otra cosa que leer y leer y leer, principalmente novelas y cuentos, mañana, tarde y noche. En esa época nació mi afición a la lectura, y la lectura cuando se realiza críticamente trae a su vez el cuestionamiento de todo, incluyendo de las divinidades.
Visto a la distancia de los años, aquel tiempo marcaría mi vida futura y mi forma de ser.
Recuerdo que a los dieciocho era un agnóstico consumado. No sabía propiamente qué significaba el término, pero ya había emprendido un camino sin retorno, a lo que contribuyó mi ingreso, en los veinte, a estudiar Sociología, mi primera profesión y a la que guardo un cariño bastante especial. Ingresar al bullicioso mundo universitario de aquel entonces, donde el marxismo ocupaba un lugar importante en el estudio de las ciencias sociales, debilitó aún más mi ya menguada fe. Pero, si bien el marxismo era ateo y vi que muchos de mis compañeros se convertían fácilmente a esa nueva fe (el ser ateo es una especie de fe), quizás por eso, por tratarse al final de cuentas de una religión laica, una “verdad absoluta”, nunca pude abrazarlo totalmente como ideología que explique en todo su sentido el universo y al ser humano; aunque sí me sirvió (y me sirve) de mucho como herramienta para analizar la realidad. De aquellos “años maravillosos” data mi curiosidad por desentrañar los procesos sociales y políticos del Perú y de cómo van las cosas en el mundo, y que ahora se ven reflejados en mis artículos de El Observador. El marxismo da herramientas de análisis muy valiosas, pero no hay que tomarlas nunca como una “verdad total”, de allí estamos solo a un paso del totalitarismo y de excluir las otras opciones, y nos ocurriría lo mismo que a los que creen ahora, ciegamente, a pie juntillas, que el libre mercado es el gran solucionador de todos los problemas. Los extremos se tocan. Felizmente los agnósticos estamos libres de todo fundamentalismo.
2
Quizás por eso actualmente no milito en ningún partido político, pero sin que ello signifique un desinterés por la política. Todo lo contrario. Desde muy joven me interesó la cosa pública y de una u otra manera he participado activamente, con “mi granito de arena”, en el debate político del Perú.
Políticamente me considero un socialdemócrata liberal. Liberal es una palabra que se ha vilipendiado y devaluado mucho últimamente, confundiendo –unas veces por ignorancia y otras por mala fe- el noble liberalismo político que se desarrolló entre los siglos XVII y XVIII con el neoliberalismo económico actual, que todo lo reduce a un chato economicismo primario. Evidentemente que mi profesión es hacia el primer liberalismo, el “original”, que remonta sus raíces en el humanismo y un poco más atrás en los clásicos griegos (y porque no, hasta en los evangelios como sustento humanista que dio sus mejores frutos dentro y fuera de la Iglesia). El otro, el que reduce toda interpretación económica y solución al mercado es una visión distorsionada, muchas veces creada por los grupos de interés.
Por eso creo que el verdadero cambio en nuestro país no está tanto en las grandes revoluciones apocalípticas, sino en convertir en ciudadanos, en el más extenso y profundo significado que el término implica, a las grandes masas anónimas, con todos sus derechos y responsabilidades que los incluyan como individuos dentro de la sociedad y se sientan partícipes de un proyecto de país, de nación. Y, para ello, el único medio político idóneo es la democracia. No hay otro. Por lo menos no se ha inventado otro que permita la inclusión social respetando las libertades.
En cuanto a lo social, no son necesarias muchas explicaciones. La sociología me hizo tomar conciencia que vivimos en una sociedad en que todos estamos interrelacionados y no podemos ser ciegos a los problemas que suceden. No solo por una cuestión principista, sino porque todos estamos en el mismo barco y lo que le pasa a una persona afecta a los demás.
Solo añadiré que mis decisiones, equivocadas o no, las tomo por mi cuenta y riesgo, asumiendo las responsabilidades sobre las mismas. A veces me costaron la perdida de alguna amistad o de un amor que confundía los sentimientos con pensar igual. Felizmente tampoco tengo espíritu de rebaño como decía El Amauta.
3
Siempre he pensado que para ser creyente de una religión o de una doctrina política o económica es más un acto de fe, “de creencia”, que de frío razonamiento; y, para ser ateo, se requiere “creer” que Dios no existe, se requiere fe, solo que al revés, creer que no existe divinidad alguna. Por eso muchos hombres y mujeres que se educaron en colegios religiosos o que incluso eran monjas o sacerdotes, pudieron transitar sin mucha complicación de la fe en un Dios a la fe en que no existe. Los agnósticos carecemos también de esa fe en sentido contrario.
Pero no se piense que ser agnóstico es fácil. Descontando a los “poseros” o agnósticos “bamba” que asumen el agnosticismo como un medio de “prestigio social” sobretodo en los círculos intelectuales, el agnóstico auténtico debe crear su propia escala de valores más allá de las impuestas por la religión o la sociedad. Esa construcción axiológica es agónica, en el sentido de lucha diaria, de creación dura, a base de sudor y esfuerzo. No hay camino fácil para el verdadero agnóstico, está solo y no puede aferrarse a ninguna divinidad para buscar ayuda; por lo que te das cuenta también que en la vida todo lo que realmente vale la pena, cuesta. El ser agnóstico también forja el carácter.
Mi escala de valores se rige por un axioma: vivir honestamente sobretodo con uno mismo, no hacer el mal a nadie y darle a cada uno lo que le corresponde. Muchos años después, ya como abogado –mi pane lucrando y segunda profesión- descubrí que ese era un viejo precepto romano (honeste vivire, alterum nom laedere, suum cuique tribuere). Las sabias enseñanzas se repiten en la historia y en la vida.
4
Con el correr de los años algunas amistades religiosas también se apartaron de mí lado al enterarse que era agnóstico y algunos amores también. Supongo que no tenían la fe muy firme y pensaban que los iba a “contagiar” con la escasez de la mía. Algunos de esos amores quisieron “reconvertirme”, “regresarme al redil”. Partieron de la premisa equivocada que el amor puede cambiar al ser amado, y que el ser amado está obligado a cambiar a gusto y medida de quien desea el cambio.
Pusieron su mejor empeño, eso me consta, me llevaban a misa los domingos, alguna por ahí me regalaba un librito religioso que yo aceptaba por cortesía, pero no leía. Por su ruego (¿qué le puedes negar a una mujer?) comencé, después de mucho tiempo, a revisitar el templo de Dios, lo que me permitió escuchar algunos sermones interesantes. En la parroquia a la que concurría una ex pareja había un sacerdote que cada sermón dicho contenía una base filosófica que daba a entender que estábamos ante alguien que había tenido variadas y nutridas lecturas y no ante un simple cura rústico. Sin ser creyente seguía con mucha atención sus sermones, me gustaban desde el punto de vista intelectual. Eran estimulantes, sólidos y persuasivos.
Al enterarse mis ex que sus esfuerzos caían en saco roto, desistían. Algunas reaccionaban mal. Imagino que era su frustración, incluso una de ellas me “prohibió” que siga asistiendo a la iglesia, por lo que deje de apreciar aquellos notables sermones (intolerancia que le dicen); olvidando que el propio Cristo fue abierto y tolerante con todos, incluyendo hasta aquellos que lo crucificaron. Solo les pido que no se propongan nada. Al no creer en ninguna verdad absoluta, el agnóstico es abierto y tolerante con todas las religiones y no cree que ninguna sea la “verdadera”.
Reconozco que en algunos momentos de mi vida he buscado la religiosidad. Ese “re-ligare” del que hablan los antiguos. A veces por medio de la filosofía, otras oleteando alguna religión. Pero, esos momentos han sido breves, vanos y fútiles, a la larga siempre regresaba a mi escepticismo congénito.
A estas alturas de mi vida es difícil que vuelva a alguna forma de religiosidad. Tampoco puedo decir de esta agua no beberé. Aunque medio en serio medio en broma digo que de ser así elegiría la religión budista o alguna parecida que no crea en verdades absolutas, sino que sea flexible y libre. Pero, por el momento estoy bien así.
Como les digo a mis amigos creyentes –un poco para incomodarlos adrede-, cuando te encuentres por partir de este mundo y suponiendo Dios exista, no te juzgará por la cantidad de veces que te golpeaste el pecho o fuiste a misa, sino por las acciones que hiciste en este mundo –o lo que dejaste de hacer-. Sería un Dios de pocas luces si solo contabilizara la cantidad de veces que lo reverenciaste y te inclinaste ante su imagen. Y mientras siga en este mundo seguiré con mi máxima romana vivir honestamente, no hacer el mal a nadie y darle a cada uno lo que le corresponde. Hasta ahora me ha dado resultados y vivo tranquilo con mi conciencia. Amén.
Eduardo Jiménez J.
ejjlaw@yahoo.es
Tuesday, May 15, 2007
FLOR DE JESÚS CAHUAYA, CADETE PNP
El caso de la cadete Flor de Jesús Cahuaya ha llamado la atención por tratarse de una joven que por motivos de su embarazo fue expulsada de la institución donde estudiaba. Para más señas esta institución pertenece a las llamadas “fuerzas tutelares de la nación”, la Policía Nacional del Perú.
El asunto tiene dos aristas desde donde puede ser apreciado. Una es el legítimo derecho que tiene toda mujer ha acceder a la maternidad. Eso es incuestionable, es un derecho consagrado incluso en nuestra Constitución. La otra arista es la de la institución. Es decir el compromiso que firman las cadetes de no quedar embarazadas mientras dure su período de entrenamiento. Supongo que se debe a que el entrenamiento incluye ejercicios físicos y otras pruebas de resistencia que difícilmente puede realizar una mujer en gestación.
Desde el punto de vista contractual es incuestionable que la cadete Flor de Jesús Cahuaya rompió el compromiso firmado. De eso no existe duda alguna. Su embarazo ha sido conciente, deliberado, y las normas del derecho contractual han sido quebradas por ella. Desde el lado del reglamento también ha existido una violación a las normas administrativas de la Escuela de Oficiales de la PNP. De eso tampoco existe duda.
Pero vamos a ir un poco más allá. Vamos hacia el lado de los derechos fundamentales de la persona y de cómo puede afectar a la misma una decisión netamente administrativa.
Como se sabe, los derechos fundamentales de la persona han sido de carácter progresivo en la historia. Lo que antes no era un derecho, luego deviene en tal. Así, por ejemplo, un derecho tan elemental, como el derecho a la vida, en las sociedades esclavistas no existía como tal. La vida del esclavo no valía nada y podía privársele en cualquier momento sin culpa ni delito alguno. Ni que decir de los derechos de la mujer, casi casi no existía como persona. Basta ver las normas del derecho romano para darse cuenta de ello. Hasta bien entrado el siglo XX era considerada como objeto de reproducción de la especie y sujeto de escasa o nula inteligencia (una suerte de animalito que respondía reactivamente a las emociones), por lo que pasaba de la esfera paterna a la marital sin mayor trámite que el matrimonio, razón por la cual (al tratarse de una “carga”) el padre debía otorgar al futuro esposo una dote por la hija que dejaba la casa del pater familia.
Para algunos, los derechos fundamentales son un legado divino, algo así como con lo que nacemos. Son inherentes a la naturaleza humana. Para los más prosaicos y realistas, los derechos fundamentales corresponden a un devenir histórico de conquistas o luchas que realiza un grupo social determinado a fin que sean reconocidos sus derechos. Así, poniendo otro ejemplo, los derechos reconocidos a las mujeres no se dieron porque a algún legislador o soberano le sobrevino un arranque de ternura, compadeciéndose del género femenino, sino a las luchas de las organizaciones feministas a lo largo de los siglos XIX y XX, hasta que se plasmaron en leyes, como el voto femenino, el acceso a cargos públicos, igualdad laboral con el hombre, etc.
Precisamente es el derecho a la igualdad laboral con el hombre lo que ha permitido que las mujeres accedan a las fuerzas armadas y fuerzas policiales, lo que antes era coto exclusivo del varón, considerado milenariamente, desde que existió una división del trabajo entre géneros, como el encargado de la defensa y uso de las armas. Hasta la segunda mitad del siglo XX era impensable que una mujer acceda a cargos militares, salvo que se dedicase a labores subalternas administrativas o de enfermería.
En nuestro país el acceso de la mujer a cargos militares es de reciente data. Poco más de veinticinco años con las mujeres policías; que, recuerdo, fue muy criticado por cierto sector de la prensa que no las consideraba aptas para el puesto. Era un machismo bastante abierto y prejuicioso que tenía como base la supuesta ineptitud del género femenino, mal llamado el “sexo débil”. A la luz de las dos décadas y media que ya han trascurrido, las mujeres policías han demostrado más probidad y eficacia que sus colegas varones. Y así también ya tenemos mujeres mecánicos, mujeres taxistas o en labores de ferretería en las grandes tiendas por departamentos. Premunidas de su casco, wincha, desentornillador, armando y desarmando muebles mejor que un hombre (por lo menos mejor que yo, que soy bastante inútil para las cosas mecánicas).
Sociológica y legalmente las mujeres han avanzado mucho más en el campo laboral que lo que pudieron hacer en su tiempo sus madres, condenadas quizás a un reducido espacio de desempeño en el competitivo mundo de los varones. Pero, existe un hecho natural que es innato a su género: la reproducción. Ciertos empleadores todavía consideran el embarazo como un “estorbo” a las obligaciones laborales, de allí que muchos prefieran todavía contratar mujeres “solteras y sin hijos”. En cierta forma los institutos armados siguen esa tradición, por lo que son obligadas (que otra alternativa tienen) a firmar el compromiso de no engendrar mientras dure su entrenamiento, lo que incluso está plasmado en su reglamento.
El quid del asunto está no tanto en la legalidad o no de ese compromiso o del reglamento, sino en la vulneración o no de derechos reconocidos constitucionalmente. Es que la propia Constitución política (amén de los tratados internacionales) reconoce como un derecho fundamental y de adecuada protección a la maternidad. Por lo que el reglamento y el compromiso firmado colisionan con un derecho constitucional y, de acuerdo a la jerarquía de normas, se aplica la norma constitucional sobre la de menor jerarquía, que es el reglamento.
Otro punto del caso es la proporcionalidad en la aplicación de sanciones en el reglamento. Según este se castiga con la expulsión a la mujer que trasgrede el mismo y viola el compromiso firmado (vale decir se embaraza). Aplicando un test de razonabilidad es oportuno cuestionarse si la sanción no excede al hecho materia de castigo. En principio que no es delito que una mujer quede embarazada. Así que por allí no puede haber castigo. En segundo lugar quizás puede establecerse una justificación como ejemplo de castigo sancionador para futuros casos. O como dijo más crudamente un alto oficial de la PNP “que los cuarteles no se conviertan en conejeras”. Como ejemplo podría justificarse, pero de ser así, colisionaría de nuevo con la norma constitucional.
Por lo que se ve, el castigo (la expulsión de la Escuela de Oficiales) es demasiado elevado entendiendo no solo que va contra un derecho fundamental reconocido constitucionalmente, sino que frustra un proyecto de vida. Quien ingresa a una escuela militar lo hace para hacer carrera, es decir para quedarse por el resto de su vida hasta jubilarse. Nadie piensa estar un año o dos y hacer luego otra cosa distinta. Es un proyecto de vida integral. Desde ese ángulo, a la cadete Flor de Jesús Cahuaya le habrían frustrado su proyecto y merece ser repuesta en su condición anterior a la expulsión, siendo nula de pleno derecho la resolución que la separa de las Fuerzas Policiales.
Por tanto, cabría suponer que pueden existir otras medidas u opciones de quedar embarazada una cadete sin que signifique colisionar con derechos fundamentales o truncar proyectos de vida. Y ahí es donde existe un vacío institucional en nuestras FFAA.
Una salida está en otorgar licencia a la embarazada mientras dure su período de gestación y reincorporarse a su entrenamiento inmediatamente después de terminado. Quizás en la siguiente promoción, reservándole un cupo. No es nada nuevo, hasta donde tengo entendido ya se da en otros países. Otra salida estaría –y esto lo expreso desde el punto de vista contractual- en que la parte infractora (la cadete) pague una multa de romper el compromiso firmado, pero no sea expulsada, reservándole igualmente un cupo en la Escuela luego de terminado su período de gestación. Se que esta última salida no va a gustar a mis amigas feministas, pero repito, es desde el punto de vista contractual y es mejor que ser expulsada.
Aunque desde un punto de vista constitucional y democrático, la primera es la más idónea.
Salidas sin colisionar los derechos fundamentales hay varias. Lo que sucede es que nuestras Fuerzas Armadas y Fuerzas Policiales todavía no están imbuidas de espíritu democrático. Falta que se “constitucionalicen”.
Puedo comprender –pero no excusar- que un oficial de alta jerarquía de la PNP se exprese a través de un medio de comunicación como de “una conejera” en alusión a la cadete, pero que un ministro del interior que proviene de un gobierno democrático y de un partido tan añejo como el APRA diga suelto de huesos que “hay que aplicar el reglamento” así, sin más ni más y sin importarle el nacimiento de un niño, es preocupante. Dice mucho no solo de ese ministro (sería interesante hacerle un análisis sicológico, de repente encontramos una misoginia muy arraigada), sino del partido de gobierno.
Se que la cadete Flor de Jesús Cahuaya va a ganar la acción de amparo que interponga contra la institución que la expulsó, tiene todos los argumentos a su favor (pero, ojo, le recomiendo que no se “salte” las instancias administrativas previas, sino podría ser pasible de una nulidad formal del proceso). Pero, lo que no se debe descuidar más allá de la anécdota personal es la democratización y el respeto a los derechos humanos dentro de las fuerzas armadas y fuerzas auxiliares, hay mucho que hacer allí, sobretodo luego de haber estado muy unidas al poder corruptor del fujimorato durante diez largos años. Y, para comenzar, no estaría mal que cambien ese anacrónico y discriminador reglamento. Darían un buen primer paso.
Eduardo Jiménez J.
ejjlaw@yahoo.es
El asunto tiene dos aristas desde donde puede ser apreciado. Una es el legítimo derecho que tiene toda mujer ha acceder a la maternidad. Eso es incuestionable, es un derecho consagrado incluso en nuestra Constitución. La otra arista es la de la institución. Es decir el compromiso que firman las cadetes de no quedar embarazadas mientras dure su período de entrenamiento. Supongo que se debe a que el entrenamiento incluye ejercicios físicos y otras pruebas de resistencia que difícilmente puede realizar una mujer en gestación.
Desde el punto de vista contractual es incuestionable que la cadete Flor de Jesús Cahuaya rompió el compromiso firmado. De eso no existe duda alguna. Su embarazo ha sido conciente, deliberado, y las normas del derecho contractual han sido quebradas por ella. Desde el lado del reglamento también ha existido una violación a las normas administrativas de la Escuela de Oficiales de la PNP. De eso tampoco existe duda.
Pero vamos a ir un poco más allá. Vamos hacia el lado de los derechos fundamentales de la persona y de cómo puede afectar a la misma una decisión netamente administrativa.
Como se sabe, los derechos fundamentales de la persona han sido de carácter progresivo en la historia. Lo que antes no era un derecho, luego deviene en tal. Así, por ejemplo, un derecho tan elemental, como el derecho a la vida, en las sociedades esclavistas no existía como tal. La vida del esclavo no valía nada y podía privársele en cualquier momento sin culpa ni delito alguno. Ni que decir de los derechos de la mujer, casi casi no existía como persona. Basta ver las normas del derecho romano para darse cuenta de ello. Hasta bien entrado el siglo XX era considerada como objeto de reproducción de la especie y sujeto de escasa o nula inteligencia (una suerte de animalito que respondía reactivamente a las emociones), por lo que pasaba de la esfera paterna a la marital sin mayor trámite que el matrimonio, razón por la cual (al tratarse de una “carga”) el padre debía otorgar al futuro esposo una dote por la hija que dejaba la casa del pater familia.
Para algunos, los derechos fundamentales son un legado divino, algo así como con lo que nacemos. Son inherentes a la naturaleza humana. Para los más prosaicos y realistas, los derechos fundamentales corresponden a un devenir histórico de conquistas o luchas que realiza un grupo social determinado a fin que sean reconocidos sus derechos. Así, poniendo otro ejemplo, los derechos reconocidos a las mujeres no se dieron porque a algún legislador o soberano le sobrevino un arranque de ternura, compadeciéndose del género femenino, sino a las luchas de las organizaciones feministas a lo largo de los siglos XIX y XX, hasta que se plasmaron en leyes, como el voto femenino, el acceso a cargos públicos, igualdad laboral con el hombre, etc.
Precisamente es el derecho a la igualdad laboral con el hombre lo que ha permitido que las mujeres accedan a las fuerzas armadas y fuerzas policiales, lo que antes era coto exclusivo del varón, considerado milenariamente, desde que existió una división del trabajo entre géneros, como el encargado de la defensa y uso de las armas. Hasta la segunda mitad del siglo XX era impensable que una mujer acceda a cargos militares, salvo que se dedicase a labores subalternas administrativas o de enfermería.
En nuestro país el acceso de la mujer a cargos militares es de reciente data. Poco más de veinticinco años con las mujeres policías; que, recuerdo, fue muy criticado por cierto sector de la prensa que no las consideraba aptas para el puesto. Era un machismo bastante abierto y prejuicioso que tenía como base la supuesta ineptitud del género femenino, mal llamado el “sexo débil”. A la luz de las dos décadas y media que ya han trascurrido, las mujeres policías han demostrado más probidad y eficacia que sus colegas varones. Y así también ya tenemos mujeres mecánicos, mujeres taxistas o en labores de ferretería en las grandes tiendas por departamentos. Premunidas de su casco, wincha, desentornillador, armando y desarmando muebles mejor que un hombre (por lo menos mejor que yo, que soy bastante inútil para las cosas mecánicas).
Sociológica y legalmente las mujeres han avanzado mucho más en el campo laboral que lo que pudieron hacer en su tiempo sus madres, condenadas quizás a un reducido espacio de desempeño en el competitivo mundo de los varones. Pero, existe un hecho natural que es innato a su género: la reproducción. Ciertos empleadores todavía consideran el embarazo como un “estorbo” a las obligaciones laborales, de allí que muchos prefieran todavía contratar mujeres “solteras y sin hijos”. En cierta forma los institutos armados siguen esa tradición, por lo que son obligadas (que otra alternativa tienen) a firmar el compromiso de no engendrar mientras dure su entrenamiento, lo que incluso está plasmado en su reglamento.
El quid del asunto está no tanto en la legalidad o no de ese compromiso o del reglamento, sino en la vulneración o no de derechos reconocidos constitucionalmente. Es que la propia Constitución política (amén de los tratados internacionales) reconoce como un derecho fundamental y de adecuada protección a la maternidad. Por lo que el reglamento y el compromiso firmado colisionan con un derecho constitucional y, de acuerdo a la jerarquía de normas, se aplica la norma constitucional sobre la de menor jerarquía, que es el reglamento.
Otro punto del caso es la proporcionalidad en la aplicación de sanciones en el reglamento. Según este se castiga con la expulsión a la mujer que trasgrede el mismo y viola el compromiso firmado (vale decir se embaraza). Aplicando un test de razonabilidad es oportuno cuestionarse si la sanción no excede al hecho materia de castigo. En principio que no es delito que una mujer quede embarazada. Así que por allí no puede haber castigo. En segundo lugar quizás puede establecerse una justificación como ejemplo de castigo sancionador para futuros casos. O como dijo más crudamente un alto oficial de la PNP “que los cuarteles no se conviertan en conejeras”. Como ejemplo podría justificarse, pero de ser así, colisionaría de nuevo con la norma constitucional.
Por lo que se ve, el castigo (la expulsión de la Escuela de Oficiales) es demasiado elevado entendiendo no solo que va contra un derecho fundamental reconocido constitucionalmente, sino que frustra un proyecto de vida. Quien ingresa a una escuela militar lo hace para hacer carrera, es decir para quedarse por el resto de su vida hasta jubilarse. Nadie piensa estar un año o dos y hacer luego otra cosa distinta. Es un proyecto de vida integral. Desde ese ángulo, a la cadete Flor de Jesús Cahuaya le habrían frustrado su proyecto y merece ser repuesta en su condición anterior a la expulsión, siendo nula de pleno derecho la resolución que la separa de las Fuerzas Policiales.
Por tanto, cabría suponer que pueden existir otras medidas u opciones de quedar embarazada una cadete sin que signifique colisionar con derechos fundamentales o truncar proyectos de vida. Y ahí es donde existe un vacío institucional en nuestras FFAA.
Una salida está en otorgar licencia a la embarazada mientras dure su período de gestación y reincorporarse a su entrenamiento inmediatamente después de terminado. Quizás en la siguiente promoción, reservándole un cupo. No es nada nuevo, hasta donde tengo entendido ya se da en otros países. Otra salida estaría –y esto lo expreso desde el punto de vista contractual- en que la parte infractora (la cadete) pague una multa de romper el compromiso firmado, pero no sea expulsada, reservándole igualmente un cupo en la Escuela luego de terminado su período de gestación. Se que esta última salida no va a gustar a mis amigas feministas, pero repito, es desde el punto de vista contractual y es mejor que ser expulsada.
Aunque desde un punto de vista constitucional y democrático, la primera es la más idónea.
Salidas sin colisionar los derechos fundamentales hay varias. Lo que sucede es que nuestras Fuerzas Armadas y Fuerzas Policiales todavía no están imbuidas de espíritu democrático. Falta que se “constitucionalicen”.
Puedo comprender –pero no excusar- que un oficial de alta jerarquía de la PNP se exprese a través de un medio de comunicación como de “una conejera” en alusión a la cadete, pero que un ministro del interior que proviene de un gobierno democrático y de un partido tan añejo como el APRA diga suelto de huesos que “hay que aplicar el reglamento” así, sin más ni más y sin importarle el nacimiento de un niño, es preocupante. Dice mucho no solo de ese ministro (sería interesante hacerle un análisis sicológico, de repente encontramos una misoginia muy arraigada), sino del partido de gobierno.
Se que la cadete Flor de Jesús Cahuaya va a ganar la acción de amparo que interponga contra la institución que la expulsó, tiene todos los argumentos a su favor (pero, ojo, le recomiendo que no se “salte” las instancias administrativas previas, sino podría ser pasible de una nulidad formal del proceso). Pero, lo que no se debe descuidar más allá de la anécdota personal es la democratización y el respeto a los derechos humanos dentro de las fuerzas armadas y fuerzas auxiliares, hay mucho que hacer allí, sobretodo luego de haber estado muy unidas al poder corruptor del fujimorato durante diez largos años. Y, para comenzar, no estaría mal que cambien ese anacrónico y discriminador reglamento. Darían un buen primer paso.
Eduardo Jiménez J.
ejjlaw@yahoo.es
Monday, May 07, 2007
SARKOZY
Pocas veces una elección tan peleada como la presidencial francesa de este año. No solo por los cambios en el espectro político galo, dando paso a una generación “joven” (es decir que frisa la cincuentena) dejando fuera de campaña a los presidenciables tanto de las filas socialistas como de la derecha, sino por el despunte de un centro claramente diferenciado de los extremos políticos usuales. Y, es que la situación no estaba para seguir con la tradición, sino que impone cambios, cambios urgentes que permitan sacar del marasmo en que se encuentra Francia, país que parece perder el paso de los grandes dentro de la Unión Europea, a tal punto que algunos ya pronostican un declive no solo económico sino cultural y político del país que quizás más aportó culturalmente a América Latina, donde gran parte de nuestra intelectualidad la tuvo como referente.
Por eso, el triunfo de Sarkozy (así como el de Ségolène, de haberse producido) es parcial, no pírrico, pero sí que va a conllevar arriar banderas propias y colocar las del rival. Es que es muy difícil un programa monetarista ortodoxo “puro” tal como están las cosas. Ni un estatismo a la manera socialista, ni un liberalismo a ultranza como quiere la derecha (el libreto ya lo conocemos: liberalización de mercados, flexibilización de la mano de obra, recortes presupuestales a los programas sociales, baja de impuestos, privatizaciones, etc.). Nada de eso podrá ser de una manera ni tan sencilla ni tan expeditiva tomando en cuenta la complejidad del tejido social francés, donde los inmigrantes cada vez cobran un peso más significativo en el espectro político, así como los jóvenes que se ven de cara al desempleo terminados sus estudios universitarios y que ocasionó una gran revuelta el año pasado cuando se quiso flexibilizar los contratos laborales.
Por ello Sarkozy no las tendrá fácil. Tendrá que aceptar una “convivencia” si desea tener éxito en sus políticas y, creo que lo sabe muy bien, más si tomamos en cuenta que se vienen las elecciones legislativas en Junio próximo y es probable que no consiga la mayoría suficiente. Conociendo a los franceses (los inventores del “balotage”) es muy probable que voten por la oposición, sea los socialistas o los centristas de Bayrou que obtuvieron una nada despreciable cantidad de votos.
Sarkozy deberá hilar fino si quiere sacar adelante sus reformas, las que –si desea tener éxito- tendrán que tener un tinte “social” muy a su pesar. Ojalá lo consiga. Francia, esa Francia abierta, de la ilustración y los valores republicanos, se merece un mejor futuro.
Eduardo Jiménez J.
ejjlaw@yahoo.es
Por eso, el triunfo de Sarkozy (así como el de Ségolène, de haberse producido) es parcial, no pírrico, pero sí que va a conllevar arriar banderas propias y colocar las del rival. Es que es muy difícil un programa monetarista ortodoxo “puro” tal como están las cosas. Ni un estatismo a la manera socialista, ni un liberalismo a ultranza como quiere la derecha (el libreto ya lo conocemos: liberalización de mercados, flexibilización de la mano de obra, recortes presupuestales a los programas sociales, baja de impuestos, privatizaciones, etc.). Nada de eso podrá ser de una manera ni tan sencilla ni tan expeditiva tomando en cuenta la complejidad del tejido social francés, donde los inmigrantes cada vez cobran un peso más significativo en el espectro político, así como los jóvenes que se ven de cara al desempleo terminados sus estudios universitarios y que ocasionó una gran revuelta el año pasado cuando se quiso flexibilizar los contratos laborales.
Por ello Sarkozy no las tendrá fácil. Tendrá que aceptar una “convivencia” si desea tener éxito en sus políticas y, creo que lo sabe muy bien, más si tomamos en cuenta que se vienen las elecciones legislativas en Junio próximo y es probable que no consiga la mayoría suficiente. Conociendo a los franceses (los inventores del “balotage”) es muy probable que voten por la oposición, sea los socialistas o los centristas de Bayrou que obtuvieron una nada despreciable cantidad de votos.
Sarkozy deberá hilar fino si quiere sacar adelante sus reformas, las que –si desea tener éxito- tendrán que tener un tinte “social” muy a su pesar. Ojalá lo consiga. Francia, esa Francia abierta, de la ilustración y los valores republicanos, se merece un mejor futuro.
Eduardo Jiménez J.
ejjlaw@yahoo.es
Thursday, May 03, 2007
APAGANDO EL COMPUTADOR
I
Esa noche Mili se disponía a apagar el computador pensando en Marcos. Hacía tres días que no aparecía ni contestaba sus correos. Sobresaltada quiso llamarlo, pero a último momento se arrepintió: quizás su mujer estaría cerca y podría escuchar lo que hablaban.
Una noche más y no aparecía por los foros.
Había perdido muchos amigos por defenderlo en los debates que se realizaban en los foros virtuales de entretenidos.com. Jorge fue uno de ellos. Casi un hermano, el que estaba siempre a su lado, defendiéndola y apoyándola en las buenas y en las malas. Tenía una mala espina con Marcos, no le cayó bien desde que Mili se lo presentó, y cometió la imprudencia de decírselo. Mili se puso como una fiera, que lo decía porque nunca le cayó bien, que lo calumniaba por envidia, porque Marcos era un tipo inteligentísimo, un genio en potencia, y él no pasaba de un simple picapleitos. Acto seguido borró a Jorge de su lista del messenger, lo excluyó de su círculo de amigos y, peor aún, comenzó a difamarlo a sus espaldas. Cuando decían algo contra Marcos parecía otra: como que le hubieran lavado el cerebro.
Mili había llegado a cometer hasta infidencias con tal de defenderlo de sus adversarios en los debates (las más de las veces bastante apasionados), a fin de darle armas para atacarlos por el lado más débil, revelando los secretos más íntimos que como terapeuta le confiaban algunos foristas. Así todos se enteraron que un muchacho de veinticinco años era impotente y que era puro “bluff” sus “levantes” amorosos; que una señora casada era lesbiana y salía con distintas chicas del foro, incluyendo menores de edad; y, la de más allá, que quiso suicidarse de joven por una decepción amorosa y que hace poco lo había intentado de nuevo. Todo por defenderlo. Perdió pacientes y perdió amigos.
Por lo demás a Marcos le importaba muy poco lo que dijeran los otros de él, en sus intervenciones se comportaba siempre de una manera arrogante y fría, no dialogaba ni debatía, más bien quería imponer sus “ideas” (si se puede llamar ideas a las frases entrecortadas que sobre un nacionalismo indigesto y trasnochado balbuceaba) al más puro estilo estalinista. Las más de las veces sus “ideas” rozaban con lo ridículo al querer aparentar que conocía de todos los temas tratados en los foros, lo que junto a ese estilo autoritario y la estolidez demostrada, le granjeó antipatías en los demás participantes. Marcos parecía despreciar al género humano.
II
Mili no era una mujer muy agraciada propiamente: gordita, baja de estatura y de cara casi fea y redonda adornada con unos anteojos cuadrados que la hacían más fea aun. Era muy difícil que un hombre volteara a mirarla en la calle. Era bastante servicial y amable, pero no una mujer atractiva, menos sensual (cosa que no sucedía con Carla, su mejor amiga, a quien también perdería). Mili a los ojos de los hombres era siempre vista más como una buena amiga que como una mujer, lo cual se acentuaba por su natural ingenuidad.
Ella había hecho de los foros virtuales de entretenidos.com su segundo hogar, un lugar donde refugiarse de la indiferencia y hasta la hostilidad del mundo “real” y de su propia familia, así como de la hipocresía amable y del dulce cinismo que practicaban sus amigas de ese mundo fashion en que le tocó nacer, de bellezas anoréxicas y cosméticas, que a base de implacables ejercicios diarios, dietas no menos rigurosas, visitas por lo menos una vez al año al cirujano plástico, y cerros de cerros de cremas de todo tipo con que –literalmente- embadurnaban su cuerpo de pies a cabeza querían parecer más jóvenes y bellas que sus propias hijas, y para hacer más soportable esas sesiones diarias se acompañaban de la revista Hola como material insustituible de lectura, que les servía de base para sus conversaciones cada vez que se encontraban en la peluquería, el spa o el gimnasio de moda. Definitivamente, Mili no encajaba en ese mundo.
Por tal razón, hizo de entretenidos.com su verdadero mundo, donde el anonimato de un nick o el guiño de un emoticón la hacía sentir más cómoda y segura, y le permitía expresar los sentimientos más ocultos sin caer en la vergüenza o en la condena social que las mujeres de su clase esgrimirían de inmediato contra ella de sólo abrir la boca.
III
Cuando Marcos comenzó a cortejarla, los amigos más cercanos de Mili se sorprendieron, sobretodo porque él podía conseguir mejores mujeres que estaban disponibles en los foros, desde jóvenes universitarias hasta maduras y atractivas señoras (ese era uno de los encantos de entretenidos). Su porte atlético, estatura, ojos azules y cabello rubio, acompañado de ese aire de hombre de mundo enloquecían a las muchachas y a las no tan muchachas cada vez que se reunían a fin de mes en algún café miraflorino.
Desde que Marcos empezó a mostrar interés, Mili comenzó a preocuparse más por su aspecto. Le pidió a Carla que la aconsejara sobre el tipo de peinado, fue a un estilista, se metió a un gimnasio, hizo dietas estrictas, eliminó los dulces (su principal debilidad), se compró zapatos de tacos bien altos, cambió su fea armazón de anteojos por unos discretos lentes cosméticos de contacto, se levantó el “derrier” con la técnica de los hilos rusos y hasta casi se pone siliconas en los senos (a decir verdad, bastante pequeños), pero Carla le aconsejó que mejor no exagere.
Su familia comenzó a importarle cada vez menos, apenas si se fijaba que sus hijos no llegaran tarde al colegio por las mañanas y, Pepe, su esposo (casado con ella por ser la hija del dueño de la fábrica), estaba tan ocupado en la empresa del suegro que poco le importó los cambios operados en su mujer.
Pero, el cambio fue sustantivo. De la mujer enana y regordeta salió una bella, elegante y esbelta dama. Milagros de la cirugía moderna.
La parte intelectual tampoco la descuidó. Marcos era un tipo al que le apasionaba las ciencias sociales. Mili devoró todos los libros y revistas que encontró sobre realidad nacional y política, para eso su amigo Jorge (poco antes de perder su amistad) fue de gran utilidad, debido a que poseía un fino olfato para diagnosticar el “contexto social” como él decía, adquirido en su época juvenil de simpatizante marxista (convertido ahora a la socialdemocracia, notable jurista y gran cinéfilo, era el moderador de los foros de cine y realidad nacional en entretenidos.com), y que lo había capacitado para percibir los cambios sociales y políticos en la escena mundial y nacional en donde otros no se daban cuenta (fue quizás el único que con seguridad -cuando Humala estaba en la cúspide de las encuestas y parecía inminente que iba a ser el próximo presidente del Perú- vaticinó que no iba a ganar y que su partido se iba a desintegrar en mil pedazos, como así fue), por lo que también le pudo ofrecer variados temas de conversación, tanto en cine como en política, a fin de no caer en los lugares comunes o los silencios incómodos.
Pulió su francés para conversar por el chat en otro idioma con Marcos (como furioso comunista de los antiguos, despreciaba todo lo que viniera de Estados Unidos, incluyendo su idioma) y –cosa insólita- criticaba a sus viejas amigas a quienes calificaba de “burguesas mantenidas con el trabajo explotador del capitalismo” y que, por condición de clase, habían estudiado con ella en un exclusivo colegio católico, incluyendo a Carla, a quien, con ocasión de un debate donde ella se opuso acaloradamente a las ideas materialistas y ateas de Mario sobre religión (Carla era una mujer muy devota y militante del Opus Dei), la tachó de “frívola y superficial” y hasta insinuó que conocía muy bien a todos los hombres del foro de la cintura para abajo (hecho, que en honor a la verdad, era bastante cierto). Carla jamás le perdonó esa humillación pública, le retiró el saludo y cortó violentamente una amistad de más de cuarenta años. Fue la última amiga que perdió.
IV
La siguiente cita entre Mili y Marcos fue en un café árabe de Miraflores, ya no en grupo como siempre iban, sino ellos dos solos. Para hacerlo más intrigante y darle un aire “intelectual” a la reunión, ella llevaría bajo el brazo las Memorias de Simone de Beuvoir y él “Crítica a la razón dialéctica” de Sartre (un pequeño homenaje al maestro por el centenario de su nacimiento). Ella estaba nerviosa, era la primera vez que hacía cita con un hombre que no fuera su esposo. Él más suelto y ducho en estos menesteres se presentó y luego de los saludos protocolares, inició la conversación.
Fue una conversación aparentemente banal, donde sacó a relucir su estilo “progre” pero sin asustarla, casi parecía un “yuppie” que va al gimnasio todos los días y con la cabeza solo para afeites y ponerse los audífonos del ipod, si no fuera por la jerga socialista con que matizaba su charla (“desigualdad de clases”, “burguesía nacional vendida”, “no al TLC”), jerga que Mili no entendía muy bien, pero quedó fascinada y pensó que así debía ser un gran intelectual, su tipo ideal de hombre; aunque Mili no conocía a ningún intelectual, todos los hombres de su clase social se dedicaban a los negocios, abrían y cerraban empresas a cada rato, hacían lobby en la antesala de algún ministro del gobierno de turno a fin de ganar una licitación y difícilmente abrían un libro en toda su vida.
Marcos aprovechó esa imagen de hombre de mundo que proyectaba para sacarle algunos datos como dónde vivía y en qué zona de La Molina estaba su casa (Mili vivía en una urbanización muy exclusiva de ese distrito, con rejas y vigilante a la entrada e identificación antes de ingresar). Ella en cambio no le pudo sacar nada, él era muy hábil para eludir las respuestas, a veces con un gesto o una frase intrascendente cambiaba la conversación.
Esa primera cita fue el inicio de otras. De los cafés pasaron a ir al cine juntos (nunca una película norteamericana por la anglofobia de Marcos) o al teatro. A ella le encantaba, se sentía como renacer, como volver a vivir los años de noviazgo con su esposo: Mili a los cincuenta y tres vivía una segunda juventud, con toda la ilusión y el candor que ello significa.
Se veían por lo menos una vez a la semana, a veces en algún hostal discreto de Lince que fue su refugio el tiempo que duró el romance, luego él se iba y no regresaba por varios días (decía que se iba de viaje por venta de enciclopedias para colegios de provincias), pero siempre se comunicaban por el chat o el correo electrónico, y era infaltable su presencia por las noches en los debates virtuales de los foros, así que Mili no notaba la ausencia. Pero esta vez sí la sintió realmente. Tres días eran bastante para ella. Recordó que la última vez que lo vio cara a cara fue hace una semana. Marcos le había preguntado sin querer, como quien pregunta la hora, sobre los horarios y rutas que tomaba su esposo para ir a la fábrica. Ella, ingenua como siempre, no se imaginó ni por asomo porqué le preguntaba eso hasta que antes de apagar el computador, luego de una noche vacía más sin su presencia en entretenidos.com, sonó el teléfono y escuchó la voz temblorosa y entrecortada de Pepe: había sido secuestrado por un grupo que se decía del MRTA y le pedían como rescate por su vida un cuarto de millón de dólares. Recién allí Mili perdió su ingenuidad.
Eduardo Jiménez J.
ejjlaw@yahoo.es
Esa noche Mili se disponía a apagar el computador pensando en Marcos. Hacía tres días que no aparecía ni contestaba sus correos. Sobresaltada quiso llamarlo, pero a último momento se arrepintió: quizás su mujer estaría cerca y podría escuchar lo que hablaban.
Una noche más y no aparecía por los foros.
Había perdido muchos amigos por defenderlo en los debates que se realizaban en los foros virtuales de entretenidos.com. Jorge fue uno de ellos. Casi un hermano, el que estaba siempre a su lado, defendiéndola y apoyándola en las buenas y en las malas. Tenía una mala espina con Marcos, no le cayó bien desde que Mili se lo presentó, y cometió la imprudencia de decírselo. Mili se puso como una fiera, que lo decía porque nunca le cayó bien, que lo calumniaba por envidia, porque Marcos era un tipo inteligentísimo, un genio en potencia, y él no pasaba de un simple picapleitos. Acto seguido borró a Jorge de su lista del messenger, lo excluyó de su círculo de amigos y, peor aún, comenzó a difamarlo a sus espaldas. Cuando decían algo contra Marcos parecía otra: como que le hubieran lavado el cerebro.
Mili había llegado a cometer hasta infidencias con tal de defenderlo de sus adversarios en los debates (las más de las veces bastante apasionados), a fin de darle armas para atacarlos por el lado más débil, revelando los secretos más íntimos que como terapeuta le confiaban algunos foristas. Así todos se enteraron que un muchacho de veinticinco años era impotente y que era puro “bluff” sus “levantes” amorosos; que una señora casada era lesbiana y salía con distintas chicas del foro, incluyendo menores de edad; y, la de más allá, que quiso suicidarse de joven por una decepción amorosa y que hace poco lo había intentado de nuevo. Todo por defenderlo. Perdió pacientes y perdió amigos.
Por lo demás a Marcos le importaba muy poco lo que dijeran los otros de él, en sus intervenciones se comportaba siempre de una manera arrogante y fría, no dialogaba ni debatía, más bien quería imponer sus “ideas” (si se puede llamar ideas a las frases entrecortadas que sobre un nacionalismo indigesto y trasnochado balbuceaba) al más puro estilo estalinista. Las más de las veces sus “ideas” rozaban con lo ridículo al querer aparentar que conocía de todos los temas tratados en los foros, lo que junto a ese estilo autoritario y la estolidez demostrada, le granjeó antipatías en los demás participantes. Marcos parecía despreciar al género humano.
II
Mili no era una mujer muy agraciada propiamente: gordita, baja de estatura y de cara casi fea y redonda adornada con unos anteojos cuadrados que la hacían más fea aun. Era muy difícil que un hombre volteara a mirarla en la calle. Era bastante servicial y amable, pero no una mujer atractiva, menos sensual (cosa que no sucedía con Carla, su mejor amiga, a quien también perdería). Mili a los ojos de los hombres era siempre vista más como una buena amiga que como una mujer, lo cual se acentuaba por su natural ingenuidad.
Ella había hecho de los foros virtuales de entretenidos.com su segundo hogar, un lugar donde refugiarse de la indiferencia y hasta la hostilidad del mundo “real” y de su propia familia, así como de la hipocresía amable y del dulce cinismo que practicaban sus amigas de ese mundo fashion en que le tocó nacer, de bellezas anoréxicas y cosméticas, que a base de implacables ejercicios diarios, dietas no menos rigurosas, visitas por lo menos una vez al año al cirujano plástico, y cerros de cerros de cremas de todo tipo con que –literalmente- embadurnaban su cuerpo de pies a cabeza querían parecer más jóvenes y bellas que sus propias hijas, y para hacer más soportable esas sesiones diarias se acompañaban de la revista Hola como material insustituible de lectura, que les servía de base para sus conversaciones cada vez que se encontraban en la peluquería, el spa o el gimnasio de moda. Definitivamente, Mili no encajaba en ese mundo.
Por tal razón, hizo de entretenidos.com su verdadero mundo, donde el anonimato de un nick o el guiño de un emoticón la hacía sentir más cómoda y segura, y le permitía expresar los sentimientos más ocultos sin caer en la vergüenza o en la condena social que las mujeres de su clase esgrimirían de inmediato contra ella de sólo abrir la boca.
III
Cuando Marcos comenzó a cortejarla, los amigos más cercanos de Mili se sorprendieron, sobretodo porque él podía conseguir mejores mujeres que estaban disponibles en los foros, desde jóvenes universitarias hasta maduras y atractivas señoras (ese era uno de los encantos de entretenidos). Su porte atlético, estatura, ojos azules y cabello rubio, acompañado de ese aire de hombre de mundo enloquecían a las muchachas y a las no tan muchachas cada vez que se reunían a fin de mes en algún café miraflorino.
Desde que Marcos empezó a mostrar interés, Mili comenzó a preocuparse más por su aspecto. Le pidió a Carla que la aconsejara sobre el tipo de peinado, fue a un estilista, se metió a un gimnasio, hizo dietas estrictas, eliminó los dulces (su principal debilidad), se compró zapatos de tacos bien altos, cambió su fea armazón de anteojos por unos discretos lentes cosméticos de contacto, se levantó el “derrier” con la técnica de los hilos rusos y hasta casi se pone siliconas en los senos (a decir verdad, bastante pequeños), pero Carla le aconsejó que mejor no exagere.
Su familia comenzó a importarle cada vez menos, apenas si se fijaba que sus hijos no llegaran tarde al colegio por las mañanas y, Pepe, su esposo (casado con ella por ser la hija del dueño de la fábrica), estaba tan ocupado en la empresa del suegro que poco le importó los cambios operados en su mujer.
Pero, el cambio fue sustantivo. De la mujer enana y regordeta salió una bella, elegante y esbelta dama. Milagros de la cirugía moderna.
La parte intelectual tampoco la descuidó. Marcos era un tipo al que le apasionaba las ciencias sociales. Mili devoró todos los libros y revistas que encontró sobre realidad nacional y política, para eso su amigo Jorge (poco antes de perder su amistad) fue de gran utilidad, debido a que poseía un fino olfato para diagnosticar el “contexto social” como él decía, adquirido en su época juvenil de simpatizante marxista (convertido ahora a la socialdemocracia, notable jurista y gran cinéfilo, era el moderador de los foros de cine y realidad nacional en entretenidos.com), y que lo había capacitado para percibir los cambios sociales y políticos en la escena mundial y nacional en donde otros no se daban cuenta (fue quizás el único que con seguridad -cuando Humala estaba en la cúspide de las encuestas y parecía inminente que iba a ser el próximo presidente del Perú- vaticinó que no iba a ganar y que su partido se iba a desintegrar en mil pedazos, como así fue), por lo que también le pudo ofrecer variados temas de conversación, tanto en cine como en política, a fin de no caer en los lugares comunes o los silencios incómodos.
Pulió su francés para conversar por el chat en otro idioma con Marcos (como furioso comunista de los antiguos, despreciaba todo lo que viniera de Estados Unidos, incluyendo su idioma) y –cosa insólita- criticaba a sus viejas amigas a quienes calificaba de “burguesas mantenidas con el trabajo explotador del capitalismo” y que, por condición de clase, habían estudiado con ella en un exclusivo colegio católico, incluyendo a Carla, a quien, con ocasión de un debate donde ella se opuso acaloradamente a las ideas materialistas y ateas de Mario sobre religión (Carla era una mujer muy devota y militante del Opus Dei), la tachó de “frívola y superficial” y hasta insinuó que conocía muy bien a todos los hombres del foro de la cintura para abajo (hecho, que en honor a la verdad, era bastante cierto). Carla jamás le perdonó esa humillación pública, le retiró el saludo y cortó violentamente una amistad de más de cuarenta años. Fue la última amiga que perdió.
IV
La siguiente cita entre Mili y Marcos fue en un café árabe de Miraflores, ya no en grupo como siempre iban, sino ellos dos solos. Para hacerlo más intrigante y darle un aire “intelectual” a la reunión, ella llevaría bajo el brazo las Memorias de Simone de Beuvoir y él “Crítica a la razón dialéctica” de Sartre (un pequeño homenaje al maestro por el centenario de su nacimiento). Ella estaba nerviosa, era la primera vez que hacía cita con un hombre que no fuera su esposo. Él más suelto y ducho en estos menesteres se presentó y luego de los saludos protocolares, inició la conversación.
Fue una conversación aparentemente banal, donde sacó a relucir su estilo “progre” pero sin asustarla, casi parecía un “yuppie” que va al gimnasio todos los días y con la cabeza solo para afeites y ponerse los audífonos del ipod, si no fuera por la jerga socialista con que matizaba su charla (“desigualdad de clases”, “burguesía nacional vendida”, “no al TLC”), jerga que Mili no entendía muy bien, pero quedó fascinada y pensó que así debía ser un gran intelectual, su tipo ideal de hombre; aunque Mili no conocía a ningún intelectual, todos los hombres de su clase social se dedicaban a los negocios, abrían y cerraban empresas a cada rato, hacían lobby en la antesala de algún ministro del gobierno de turno a fin de ganar una licitación y difícilmente abrían un libro en toda su vida.
Marcos aprovechó esa imagen de hombre de mundo que proyectaba para sacarle algunos datos como dónde vivía y en qué zona de La Molina estaba su casa (Mili vivía en una urbanización muy exclusiva de ese distrito, con rejas y vigilante a la entrada e identificación antes de ingresar). Ella en cambio no le pudo sacar nada, él era muy hábil para eludir las respuestas, a veces con un gesto o una frase intrascendente cambiaba la conversación.
Esa primera cita fue el inicio de otras. De los cafés pasaron a ir al cine juntos (nunca una película norteamericana por la anglofobia de Marcos) o al teatro. A ella le encantaba, se sentía como renacer, como volver a vivir los años de noviazgo con su esposo: Mili a los cincuenta y tres vivía una segunda juventud, con toda la ilusión y el candor que ello significa.
Se veían por lo menos una vez a la semana, a veces en algún hostal discreto de Lince que fue su refugio el tiempo que duró el romance, luego él se iba y no regresaba por varios días (decía que se iba de viaje por venta de enciclopedias para colegios de provincias), pero siempre se comunicaban por el chat o el correo electrónico, y era infaltable su presencia por las noches en los debates virtuales de los foros, así que Mili no notaba la ausencia. Pero esta vez sí la sintió realmente. Tres días eran bastante para ella. Recordó que la última vez que lo vio cara a cara fue hace una semana. Marcos le había preguntado sin querer, como quien pregunta la hora, sobre los horarios y rutas que tomaba su esposo para ir a la fábrica. Ella, ingenua como siempre, no se imaginó ni por asomo porqué le preguntaba eso hasta que antes de apagar el computador, luego de una noche vacía más sin su presencia en entretenidos.com, sonó el teléfono y escuchó la voz temblorosa y entrecortada de Pepe: había sido secuestrado por un grupo que se decía del MRTA y le pedían como rescate por su vida un cuarto de millón de dólares. Recién allí Mili perdió su ingenuidad.
Eduardo Jiménez J.
ejjlaw@yahoo.es
Monday, April 23, 2007
CHINA LEGALIZA LA PROPIEDAD PRIVADA
El proyecto de ley aprobado en Marzo pasado por la Asamblea Popular Nacional (el legislativo chino) concede igual trato jurídico a la propiedad del estado (pública), la colectiva (de las comunidades campesinas) y a la privada. En el fondo, políticamente, es un reconocimiento a que la mitad de la riqueza nacional proviene del sector privado y, por tanto, una necesaria elevación del estatus jurídico de la propiedad privada, limitando a su vez a la propiedad pública que gozaba de privilegios universales.
La ley de la propiedad entrará en vigencia el 1º de Octubre de 2007 y establece que “todo tipo de propiedad, desde la estatal a la colectiva, individual [es decir la particular o privada, nota del autor] o de otro tipo, está protegida por la ley y nadie puede atentar contra ella”.
Lo cual no tiene nada de raro en el Occidente capitalista, pero sí de un país todavía autodenominado “socialista”, en el cual la propiedad pública ha sido la predominante. El gran giro que se dio en la economía china hace treinta años tenía que terminar, tarde o temprano, en el reconocimiento legal de la propiedad privada sobre los medios de producción.
El punto de discusión es que conforme a los planteamientos marxistas-leninistas, la propiedad privada debe ser abolida, o por lo menos reducirse a su mínima expresión en la etapa de transición al comunismo que es el socialismo. No al revés. Así, llegados al “paraíso comunista” ya no existiría propiedad privada, tampoco estado ni familia como las entendemos actualmente. Sería un mundo sin guerras, ni problemas económicos ni sociales, conflictos originados en gran parte por la tenencia de la propiedad.
De allí que sea un contrasentido ideológico que el propio Partido Comunista Chino reconozca igual estatus jurídico a la propiedad privada. Es como –por citar un ejemplo- un liberal ortodoxo reconozca la necesidad de subsidios en una economía de libre mercado.
Pero, no se crea que el asunto solo queda en el mero reconocimiento –lo cual, con tiras y aflojas, se venía trabajando desde años atrás-, sino que una meta del PC Chino es que en el año 2021, cuando se cumpla el centenario de la fundación del partido fundado por Mao Tse Tung, cada familia china vaya a las celebraciones en su carro propio, consolidando la “construcción de un país socialista próspero, poderoso, democrático y civilizado”; conllevando a la creación de una enorme clase media, quizás la más grande del planeta; pero, también a que China se convierta en uno de los principales contaminantes del mundo. Ya actualmente, debido a su acelerado proceso de industrialización, ocupa el segundo lugar en contaminación ambiental luego de EEUU; a este paso es probable que fácilmente le quite el primer lugar.
******
Hasta hace algunos años atrás gente de izquierda que milita o había militado en algún partido de origen marxista creía que China era la “salvación” luego del derrumbe de la Unión Soviética y el mundo socialista. Veían al modelo chino como un modelo sui generis para ir al socialismo. No creo que ahora abriguen muchas esperanzas, habría que ser muy ingenuo o muy cínico para decir que China va al socialismo. Las reformas iniciadas hace treinta años por Deng Xio Ping tras el agotamiento del modelo maoísta giró inexorablemente al capitalismo, en un modelo híbrido conocido como “socialismo de mercado”, debido a que mantiene la forma única y totalitaria del control del poder político por el Partido Comunista y el libre mercado en lo económico.
La tenencia de la propiedad en manos privadas, la transferencia de muchas empresas del Estado Chino a sectores particulares, la creación de una clase social de nuevos ricos (conocidos como “los millonarios rojos”) y el surgimiento de una poco a poco acomodada e inmensa clase media, apunta a una sociedad que descansa en el libre mercado como forma económica con todas las consecuencias que ello trae.
Las “lacras capitalistas” abolidas en los primeros años de la revolución han vuelto a aparecer, como la prostitución y el consumo de drogas. La prostitución está dando lugar a que se incremente alarmantemente los niveles de SIDA en la sociedad china, así como la distribución de revistas para hombres (tipo Playboy) con modelos semidesnudas, insinuantes y con rasgos occidentales; así como la ropa de moda o lo último en tecnología que los jóvenes disfrutan en las grandes ciudades.
Otro problema que trae el enriquecimiento es la corrupción, la cual ha aumentado considerablemente entre los funcionarios chinos, muchos afiliados al Partido Comunista y en cargos importantes. Pese a la drástica penalización que existe, los funcionarios en puestos clave no pueden contra la tentación de favorecer una licitación o a un consorcio a cambio de una “comisión”. La dirigencia del PC ya no sabe cómo controlar este cáncer que se ha enquistado en la burocracia.
Un segmento social que se ha enriquecido igualmente con el tráfico de influencias son los hijos de los grandes líderes de la revolución, los que no han hecho mucho honor a los nombres que llevan y más bien se han aprovechado de ello para influenciar en decisiones gubernamentales a favor de grupos de poder económico.
*****
Pero algo que trae esta ola renovadora de inspiración occidental repercute también en el campo jurídico. Ahora se valoriza más a la Constitución como la ley suprema de la nación y el Estado Chino. Asimismo, los derechos fundamentales –considerados “burgueses” en otra época- se están incorporando en la carta política, aunque por el momento sean más letra que realidad viva. Precisamente dentro de esos derechos se elevó a rango constitucional el derecho a la propiedad, por lo que la ley aprobada es una consecuencia directa de ese reconocimiento constitucional a la propiedad privada.
Igualmente están mejorando su legislación en materia civil. Eso ha motivado que muchos juristas chinos estén estudiando los principales códigos civiles del mundo para adaptarlos a su realidad. Incluso tengo entendido que nuestro querido Código Civil de 1984 ha sido objeto de estudio, junto con el Código Civil argentino y el chileno, estos dos últimos los más antiguos de la región.
Se viven muchos cambios en la sociedad china. La pregunta es hasta dónde llegarán. Alguien comentó irónicamente si al año 2021 (el centenario) llegará el PC Chino. Yo creo que sí. La pregunta es cómo llegará. Se convertirá en un partido democrático, habrá elecciones universales y secretas para elegir a sus dirigentes, China se abrirá aún más a Occidente o se quedarán sólo en la reforma económica, manteniendo la rigidez del partido.
Algo que enseña la historia es que cuando se inicia una reforma profunda sea política, religiosa, económica o social, tarde o temprano repercute a toda la sociedad, cubriendo ámbitos sociales inimaginables, que los gestores iniciales de la reforma jamás pensaron. Algo de eso puede suceder en la China de las siguientes décadas.
Eduardo Jiménez J.
ejjlaw@yahoo.es
La ley de la propiedad entrará en vigencia el 1º de Octubre de 2007 y establece que “todo tipo de propiedad, desde la estatal a la colectiva, individual [es decir la particular o privada, nota del autor] o de otro tipo, está protegida por la ley y nadie puede atentar contra ella”.
Lo cual no tiene nada de raro en el Occidente capitalista, pero sí de un país todavía autodenominado “socialista”, en el cual la propiedad pública ha sido la predominante. El gran giro que se dio en la economía china hace treinta años tenía que terminar, tarde o temprano, en el reconocimiento legal de la propiedad privada sobre los medios de producción.
El punto de discusión es que conforme a los planteamientos marxistas-leninistas, la propiedad privada debe ser abolida, o por lo menos reducirse a su mínima expresión en la etapa de transición al comunismo que es el socialismo. No al revés. Así, llegados al “paraíso comunista” ya no existiría propiedad privada, tampoco estado ni familia como las entendemos actualmente. Sería un mundo sin guerras, ni problemas económicos ni sociales, conflictos originados en gran parte por la tenencia de la propiedad.
De allí que sea un contrasentido ideológico que el propio Partido Comunista Chino reconozca igual estatus jurídico a la propiedad privada. Es como –por citar un ejemplo- un liberal ortodoxo reconozca la necesidad de subsidios en una economía de libre mercado.
Pero, no se crea que el asunto solo queda en el mero reconocimiento –lo cual, con tiras y aflojas, se venía trabajando desde años atrás-, sino que una meta del PC Chino es que en el año 2021, cuando se cumpla el centenario de la fundación del partido fundado por Mao Tse Tung, cada familia china vaya a las celebraciones en su carro propio, consolidando la “construcción de un país socialista próspero, poderoso, democrático y civilizado”; conllevando a la creación de una enorme clase media, quizás la más grande del planeta; pero, también a que China se convierta en uno de los principales contaminantes del mundo. Ya actualmente, debido a su acelerado proceso de industrialización, ocupa el segundo lugar en contaminación ambiental luego de EEUU; a este paso es probable que fácilmente le quite el primer lugar.
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Hasta hace algunos años atrás gente de izquierda que milita o había militado en algún partido de origen marxista creía que China era la “salvación” luego del derrumbe de la Unión Soviética y el mundo socialista. Veían al modelo chino como un modelo sui generis para ir al socialismo. No creo que ahora abriguen muchas esperanzas, habría que ser muy ingenuo o muy cínico para decir que China va al socialismo. Las reformas iniciadas hace treinta años por Deng Xio Ping tras el agotamiento del modelo maoísta giró inexorablemente al capitalismo, en un modelo híbrido conocido como “socialismo de mercado”, debido a que mantiene la forma única y totalitaria del control del poder político por el Partido Comunista y el libre mercado en lo económico.
La tenencia de la propiedad en manos privadas, la transferencia de muchas empresas del Estado Chino a sectores particulares, la creación de una clase social de nuevos ricos (conocidos como “los millonarios rojos”) y el surgimiento de una poco a poco acomodada e inmensa clase media, apunta a una sociedad que descansa en el libre mercado como forma económica con todas las consecuencias que ello trae.
Las “lacras capitalistas” abolidas en los primeros años de la revolución han vuelto a aparecer, como la prostitución y el consumo de drogas. La prostitución está dando lugar a que se incremente alarmantemente los niveles de SIDA en la sociedad china, así como la distribución de revistas para hombres (tipo Playboy) con modelos semidesnudas, insinuantes y con rasgos occidentales; así como la ropa de moda o lo último en tecnología que los jóvenes disfrutan en las grandes ciudades.
Otro problema que trae el enriquecimiento es la corrupción, la cual ha aumentado considerablemente entre los funcionarios chinos, muchos afiliados al Partido Comunista y en cargos importantes. Pese a la drástica penalización que existe, los funcionarios en puestos clave no pueden contra la tentación de favorecer una licitación o a un consorcio a cambio de una “comisión”. La dirigencia del PC ya no sabe cómo controlar este cáncer que se ha enquistado en la burocracia.
Un segmento social que se ha enriquecido igualmente con el tráfico de influencias son los hijos de los grandes líderes de la revolución, los que no han hecho mucho honor a los nombres que llevan y más bien se han aprovechado de ello para influenciar en decisiones gubernamentales a favor de grupos de poder económico.
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Pero algo que trae esta ola renovadora de inspiración occidental repercute también en el campo jurídico. Ahora se valoriza más a la Constitución como la ley suprema de la nación y el Estado Chino. Asimismo, los derechos fundamentales –considerados “burgueses” en otra época- se están incorporando en la carta política, aunque por el momento sean más letra que realidad viva. Precisamente dentro de esos derechos se elevó a rango constitucional el derecho a la propiedad, por lo que la ley aprobada es una consecuencia directa de ese reconocimiento constitucional a la propiedad privada.
Igualmente están mejorando su legislación en materia civil. Eso ha motivado que muchos juristas chinos estén estudiando los principales códigos civiles del mundo para adaptarlos a su realidad. Incluso tengo entendido que nuestro querido Código Civil de 1984 ha sido objeto de estudio, junto con el Código Civil argentino y el chileno, estos dos últimos los más antiguos de la región.
Se viven muchos cambios en la sociedad china. La pregunta es hasta dónde llegarán. Alguien comentó irónicamente si al año 2021 (el centenario) llegará el PC Chino. Yo creo que sí. La pregunta es cómo llegará. Se convertirá en un partido democrático, habrá elecciones universales y secretas para elegir a sus dirigentes, China se abrirá aún más a Occidente o se quedarán sólo en la reforma económica, manteniendo la rigidez del partido.
Algo que enseña la historia es que cuando se inicia una reforma profunda sea política, religiosa, económica o social, tarde o temprano repercute a toda la sociedad, cubriendo ámbitos sociales inimaginables, que los gestores iniciales de la reforma jamás pensaron. Algo de eso puede suceder en la China de las siguientes décadas.
Eduardo Jiménez J.
ejjlaw@yahoo.es
Thursday, April 19, 2007
DE TRAGEDIAS Y ELECCIONES… Y UN POCO DE LO NUESTRO
MASACRE EN USA
Semana fatídica. Otro asesinato masivo en un centro universitario norteamericano. Más de treinta muertos, entre ellos un connacional. Creo que Estados Unidos es el único país del mundo donde ocurren estas tragedias y no se requiere ser muy perspicaz para darse cuenta que la facilidad con que se mata allá está en directa relación con la facilidad para adquirir un arma de fuego. El ser humano es violento por naturaleza, es parte de nuestra animalidad que no hemos podido superar hasta ahora en nuestro proceso evolutivo, así que si se le da facilidades para matar, lo hará. Y con un arma de fuego es la forma más fácil y directa. No creo que ni siquiera esta última matanza (superó largamente a la de Columbine) modifique las leyes para comprar armas de fuego. Aunque algo deben hacer, la sociedad norteamericana, con toda la opulencia y riqueza que tiene, es anómala y está enferma. Si los políticos no se ponen fuertes y ceden a la industria de las armas y grupos de interés, es poco lo que se puede hacer para cambiar el actual estado de las cosas. Tendrán que pasar cien masacres similares para que se sensibilicen y se den cuenta que ya no están en el lejano oeste.
ECUADOR
Más cerca de nosotros, en Ecuador, como se suponía, ganó ampliamente la convocatoria para la asamblea constituyente promovida por el presidente Correa. Se la jugó y sabía que iba a ganar por el enorme desprestigio que tiene la clase política ecuatoriana. Con un preámbulo de destitución de congresistas por parte del órgano electoral, campaña proselitista activa del presidente ecuatoriano por el Sí a la constituyente, el mito fundacional de una nueva república a través de una nueva carta política se vuelve a repetir en la región, como en Bolivia y anteriormente Venezuela. Si bien actualmente quienes han propuesto una nueva constitución son los países donde su clase política oficial propugna un “socialismo para el siglo XXI”, lo cierto es que hace quince años atrás ya Alberto Fujimori en Perú proponía lo mismo, solo que en una vertiente neoliberal: disolución de los poderes, asumir todo el poder en la presidencia, vaciamiento de las instituciones democráticas, silenciamiento de la oposición y “compra” de las masas con dádivas desde el gobierno, amén de una soterrada corrupción interna, son aspectos del autoritarismo que a los peruanos ya nos son conocidos. En eso, al parecer, nosotros vamos ya por otro camino, el de las “aburridas” democracias. No hay nada espectacular ni melodramático a la vista, felizmente, aunque a veces tenemos nuestras “recaídas”.
FIRMÉ PERO NO ME ACUERDO QUÉ
Quizás se le podría poner un título así a las declaraciones del Ministro de Vivienda y Construcción del gobierno aprista con relación a la contratación de “publireportajes” con un conocido periódico de la era fuji-montesinista. Y, es que habría que ser muy estúpido para firmar un acuerdo de esa naturaleza y demasiado ingenuo para no leer lo que se estaba contratando. Lamentablemente el Ministro no ha dado explicaciones suficientes al respecto y lo único que queda es que renuncie o sea censurado en el congreso. Sea que haya actuado por torpeza o por ingenuidad no merece quedarse en el cargo. En cualquier país democrático ya ese ministro habría renunciado hace mucho tiempo, sin esperar siquiera a que el Presidente le pida la renuncia. Más cuando ya tenemos antecedentes de “errores” similares en el presente gobierno que aconseja mejor cortar por lo sano. El “caso Pandolfi” fue otro “error” de ese tipo. Esperemos que el presente caso no sea la excepción, sería un serio precedente de no hacerlo.
Eduardo Jiménez J.
ejjlaw@yahoo.es
Semana fatídica. Otro asesinato masivo en un centro universitario norteamericano. Más de treinta muertos, entre ellos un connacional. Creo que Estados Unidos es el único país del mundo donde ocurren estas tragedias y no se requiere ser muy perspicaz para darse cuenta que la facilidad con que se mata allá está en directa relación con la facilidad para adquirir un arma de fuego. El ser humano es violento por naturaleza, es parte de nuestra animalidad que no hemos podido superar hasta ahora en nuestro proceso evolutivo, así que si se le da facilidades para matar, lo hará. Y con un arma de fuego es la forma más fácil y directa. No creo que ni siquiera esta última matanza (superó largamente a la de Columbine) modifique las leyes para comprar armas de fuego. Aunque algo deben hacer, la sociedad norteamericana, con toda la opulencia y riqueza que tiene, es anómala y está enferma. Si los políticos no se ponen fuertes y ceden a la industria de las armas y grupos de interés, es poco lo que se puede hacer para cambiar el actual estado de las cosas. Tendrán que pasar cien masacres similares para que se sensibilicen y se den cuenta que ya no están en el lejano oeste.
ECUADOR
Más cerca de nosotros, en Ecuador, como se suponía, ganó ampliamente la convocatoria para la asamblea constituyente promovida por el presidente Correa. Se la jugó y sabía que iba a ganar por el enorme desprestigio que tiene la clase política ecuatoriana. Con un preámbulo de destitución de congresistas por parte del órgano electoral, campaña proselitista activa del presidente ecuatoriano por el Sí a la constituyente, el mito fundacional de una nueva república a través de una nueva carta política se vuelve a repetir en la región, como en Bolivia y anteriormente Venezuela. Si bien actualmente quienes han propuesto una nueva constitución son los países donde su clase política oficial propugna un “socialismo para el siglo XXI”, lo cierto es que hace quince años atrás ya Alberto Fujimori en Perú proponía lo mismo, solo que en una vertiente neoliberal: disolución de los poderes, asumir todo el poder en la presidencia, vaciamiento de las instituciones democráticas, silenciamiento de la oposición y “compra” de las masas con dádivas desde el gobierno, amén de una soterrada corrupción interna, son aspectos del autoritarismo que a los peruanos ya nos son conocidos. En eso, al parecer, nosotros vamos ya por otro camino, el de las “aburridas” democracias. No hay nada espectacular ni melodramático a la vista, felizmente, aunque a veces tenemos nuestras “recaídas”.
FIRMÉ PERO NO ME ACUERDO QUÉ
Quizás se le podría poner un título así a las declaraciones del Ministro de Vivienda y Construcción del gobierno aprista con relación a la contratación de “publireportajes” con un conocido periódico de la era fuji-montesinista. Y, es que habría que ser muy estúpido para firmar un acuerdo de esa naturaleza y demasiado ingenuo para no leer lo que se estaba contratando. Lamentablemente el Ministro no ha dado explicaciones suficientes al respecto y lo único que queda es que renuncie o sea censurado en el congreso. Sea que haya actuado por torpeza o por ingenuidad no merece quedarse en el cargo. En cualquier país democrático ya ese ministro habría renunciado hace mucho tiempo, sin esperar siquiera a que el Presidente le pida la renuncia. Más cuando ya tenemos antecedentes de “errores” similares en el presente gobierno que aconseja mejor cortar por lo sano. El “caso Pandolfi” fue otro “error” de ese tipo. Esperemos que el presente caso no sea la excepción, sería un serio precedente de no hacerlo.
Eduardo Jiménez J.
ejjlaw@yahoo.es
Tuesday, April 17, 2007
COREA DEL NORTE Y EL “SOCIALISMO DE MERCADO”
Todo parece indicar que uno de los últimos bastiones del comunismo “puro y duro” va camino a lo que se ha venido en llamar el “socialismo de mercado”.
El término socialismo de mercado no proviene de la Ciencia Política, sino del periodismo, y es usado para referirse a aquellos procesos socialistas de viraje en lo económico a fin de “saltar” a una economía de mercado capitalista, reconocimiento y protección jurídica a la propiedad privada y admisión de capital extranjero. Todo lo contrario a los postulados socialistas ortodoxos de propiedad estatal, planificación milimétrica y autarquía económica.
El ejemplo por antonomasia de socialismo de mercado es China. Desde la muerte de Mao Tse Tung hace treinta años, se inició un viraje del rumbo económico bajo la dirección de Deng Xia Ping. Utilizando una idea-guía expresada en metáfora, no importa de qué color sea el gato con tal que caze a los ratones, daba a entender que la apertura económica y la introducción de los principios y valores capitalistas tenían por finalidad el desarrollo.
Las consecuencias de la propuesta de Deng Xia Ping están en pleno proceso de evolución. Quizás ni él ni los dirigentes chinos de aquella época imaginaron jamás las consecuencias profundas del viraje realizado a fines de los años setenta; pero, no es necesario ser muy zahorí para darse cuenta que si introduces principios y valores de un sistema determinado –el capitalismo-, más temprano que tarde la sociedad que los aplica se convierte al capitalismo. Es una paradoja que el propio Carlos Marx jamás se lo habría imaginado.
El ejemplo de prácticas de socialismo de mercado lo han seguido otros países de la órbita socialista como Vietnam que vivió aislada luego del triunfo de los vietcongs; es el camino que probablemente siga la Cuba post Fidel, y es el camino que al parecer está siguiendo Corea del Norte. Tímidamente, como un ensayo, permitiendo que el conglomerado Hyundai erija un fastuoso complejo turístico en el monte Kumgang y que popularmente ya se le conoce como Hyundailandia.
Hay que reconocer que la Hyundai ha tenido mucha paciencia y tenacidad para lograr plasmar su ambicioso proyecto. Ayuda mucho el idioma y la cultura común de una nación que se dividió en dos, muy similar a lo que pasó con la Alemania de la post guerra. Incluso, ahora que ya están haciendo negocios en común ambas Coreas, se habla de firmar un Tratado de Paz que zanje el diferendo de 1953 definitivamente (técnicamente las dos Coreas solo tienen un cese de las hostilidades, debido a que en aquella época se suscribió únicamente un armisticio o alto al fuego).
Sin embargo, las oportunidades económicas no estarán exentas de problemas. Uno de ellos tiene que ver con el costo laboral. La mano de obra en Corea del Norte cuesta poco más de US$ 50.00 mensuales, mientras que sus hermanos del Sur reciben alrededor de US$ 2,500.00. La diferencia es abismal, por lo que de abrirse totalmente las puertas “al capital hermano del Sur” se produciría un masivo traslado de las fábricas hacia el Norte, aparte que la mano de obra “socialista” es mucho más disciplinada (léase no hacen huelgas).
En este clima de distensión, a ninguna de las Coreas le conviene una guerra, como tampoco a sus vecinos, sobretodo al Japón, que hace poco su mar recibió un misil con ojiva nuclear de Corea del Norte, que más pareció una demostración de fuerza para ganar posiciones en una eventual negociación de desarme que un acto netamente bélico.
Pero esta gradual apertura va a distar mucho de una fusión por absorción como fue el caso alemán, donde la Alemania del Oeste “se comió” a la extinta RDA, sino que tendremos por un buen tiempo el régimen de partido único y las casi nulas libertades políticas, que es la contraparte del socialismo de mercado; y, de ganar los inversionistas occidentales nuevos mercados con la apertura económica de Corea del Norte, lo más probable es que se hagan de la vista gorda frente a la nula apertura política. Total, para ellos business son business.
Eduardo Jiménez J.
ejjlaw@yahoo.es
El término socialismo de mercado no proviene de la Ciencia Política, sino del periodismo, y es usado para referirse a aquellos procesos socialistas de viraje en lo económico a fin de “saltar” a una economía de mercado capitalista, reconocimiento y protección jurídica a la propiedad privada y admisión de capital extranjero. Todo lo contrario a los postulados socialistas ortodoxos de propiedad estatal, planificación milimétrica y autarquía económica.
El ejemplo por antonomasia de socialismo de mercado es China. Desde la muerte de Mao Tse Tung hace treinta años, se inició un viraje del rumbo económico bajo la dirección de Deng Xia Ping. Utilizando una idea-guía expresada en metáfora, no importa de qué color sea el gato con tal que caze a los ratones, daba a entender que la apertura económica y la introducción de los principios y valores capitalistas tenían por finalidad el desarrollo.
Las consecuencias de la propuesta de Deng Xia Ping están en pleno proceso de evolución. Quizás ni él ni los dirigentes chinos de aquella época imaginaron jamás las consecuencias profundas del viraje realizado a fines de los años setenta; pero, no es necesario ser muy zahorí para darse cuenta que si introduces principios y valores de un sistema determinado –el capitalismo-, más temprano que tarde la sociedad que los aplica se convierte al capitalismo. Es una paradoja que el propio Carlos Marx jamás se lo habría imaginado.
El ejemplo de prácticas de socialismo de mercado lo han seguido otros países de la órbita socialista como Vietnam que vivió aislada luego del triunfo de los vietcongs; es el camino que probablemente siga la Cuba post Fidel, y es el camino que al parecer está siguiendo Corea del Norte. Tímidamente, como un ensayo, permitiendo que el conglomerado Hyundai erija un fastuoso complejo turístico en el monte Kumgang y que popularmente ya se le conoce como Hyundailandia.
Hay que reconocer que la Hyundai ha tenido mucha paciencia y tenacidad para lograr plasmar su ambicioso proyecto. Ayuda mucho el idioma y la cultura común de una nación que se dividió en dos, muy similar a lo que pasó con la Alemania de la post guerra. Incluso, ahora que ya están haciendo negocios en común ambas Coreas, se habla de firmar un Tratado de Paz que zanje el diferendo de 1953 definitivamente (técnicamente las dos Coreas solo tienen un cese de las hostilidades, debido a que en aquella época se suscribió únicamente un armisticio o alto al fuego).
Sin embargo, las oportunidades económicas no estarán exentas de problemas. Uno de ellos tiene que ver con el costo laboral. La mano de obra en Corea del Norte cuesta poco más de US$ 50.00 mensuales, mientras que sus hermanos del Sur reciben alrededor de US$ 2,500.00. La diferencia es abismal, por lo que de abrirse totalmente las puertas “al capital hermano del Sur” se produciría un masivo traslado de las fábricas hacia el Norte, aparte que la mano de obra “socialista” es mucho más disciplinada (léase no hacen huelgas).
En este clima de distensión, a ninguna de las Coreas le conviene una guerra, como tampoco a sus vecinos, sobretodo al Japón, que hace poco su mar recibió un misil con ojiva nuclear de Corea del Norte, que más pareció una demostración de fuerza para ganar posiciones en una eventual negociación de desarme que un acto netamente bélico.
Pero esta gradual apertura va a distar mucho de una fusión por absorción como fue el caso alemán, donde la Alemania del Oeste “se comió” a la extinta RDA, sino que tendremos por un buen tiempo el régimen de partido único y las casi nulas libertades políticas, que es la contraparte del socialismo de mercado; y, de ganar los inversionistas occidentales nuevos mercados con la apertura económica de Corea del Norte, lo más probable es que se hagan de la vista gorda frente a la nula apertura política. Total, para ellos business son business.
Eduardo Jiménez J.
ejjlaw@yahoo.es
Tuesday, April 03, 2007
5.4.92: 15 AÑOS DESPUÉS
Recuerdo que la noticia del golpe de estado de Alberto Fujimori la escuché en la radio del taxi que me llevaba a la estación del bus con el que retornaba a Lima. Había estado en la ciudad de Huancayo el fin de semana y ese domingo por la noche regresaba a Lima. No lo podía creer. Pensé que era una noticia errónea de la prensa, que un presidente constitucional de un golpe contra los otros dos poderes del estado era retrotraernos a una etapa que “parecía” superada, pero que estaba también muy fresca en nuestra memoria.
Para que se produzca un golpe de estado tiene que existir cierto consenso político y social, además de las condiciones que permitan perpetrarlo. El éxito de un golpe no depende solo de la voluntad de quien lo intenta, sino del grado de aceptabilidad que el mismo puede tener entre la sociedad y los grupos representativos. Y, en 1992 se daban las condiciones para perpetrar el golpe: una clase política que mostraba miopía frente a la realidad, desprestigio acelerado de la misma, un poder judicial nada confiable, dieron el pretexto justificatorio, amén de la campaña sistemática que ya había comenzado meses atrás. Lo cual demostró que más allá de un puñado de intelectuales y políticos, el resto de la sociedad “justificó” el golpe. Empresarios, parte del clero conservador, profesionales y gente del pueblo avalaron la decisión de Fujimori de cerrar el congreso. Estoy seguro que si hoy se hiciera lo mismo, el ciudadano común lo volvería a avalar y tendría tanto consenso como en aquel año, donde la aprobación de Fujimori fácilmente sobrepasaba los ochenta puntos.
Y creo que el asunto tiene que ver no solo con la carencia de sólidas instituciones, sino también con nuestra cultura. Hay algo dentro de nosotros que nos hace aspirar a creer todavía en “el hombre fuerte”, “la mano dura”, “el mesías salvador”. Una suerte de dios protector, pero también castigador, síntoma que nos dice que la democracia todavía está en pañales entre nosotros. Y a ese ciudadano común no le importa ni se escandaliza demasiado con la corrupción, como la de aquellos diez años, lo que nos dice de una acentuada y generalizada anomia y de una escala de valores bastante laxa y pragmática.
¿Qué nos enseña el 5.4.92? Que no debemos bajar la guardia, que la historia se podría repetir, no ahora, pero si en un futuro mediato. Lo que enseña la historia peruana es que andamos en un péndulo y que –a contrapelo del valse- toda repetición no es una ofensa. El estar alertas y buscar consolidar los logros políticos es parte del proceso de cambio, pero no lo único; mientras sigan enormes sectores segregados, excluidos de toda oportunidad es poco lo que se puede hacer. Las tendencias autoritarias están allí, para aprovechar cualquier oportunidad que se les presente, con o sin Fujimori.
Eduardo Jiménez J.
ejjlaw@yahoo.es
Para que se produzca un golpe de estado tiene que existir cierto consenso político y social, además de las condiciones que permitan perpetrarlo. El éxito de un golpe no depende solo de la voluntad de quien lo intenta, sino del grado de aceptabilidad que el mismo puede tener entre la sociedad y los grupos representativos. Y, en 1992 se daban las condiciones para perpetrar el golpe: una clase política que mostraba miopía frente a la realidad, desprestigio acelerado de la misma, un poder judicial nada confiable, dieron el pretexto justificatorio, amén de la campaña sistemática que ya había comenzado meses atrás. Lo cual demostró que más allá de un puñado de intelectuales y políticos, el resto de la sociedad “justificó” el golpe. Empresarios, parte del clero conservador, profesionales y gente del pueblo avalaron la decisión de Fujimori de cerrar el congreso. Estoy seguro que si hoy se hiciera lo mismo, el ciudadano común lo volvería a avalar y tendría tanto consenso como en aquel año, donde la aprobación de Fujimori fácilmente sobrepasaba los ochenta puntos.
Y creo que el asunto tiene que ver no solo con la carencia de sólidas instituciones, sino también con nuestra cultura. Hay algo dentro de nosotros que nos hace aspirar a creer todavía en “el hombre fuerte”, “la mano dura”, “el mesías salvador”. Una suerte de dios protector, pero también castigador, síntoma que nos dice que la democracia todavía está en pañales entre nosotros. Y a ese ciudadano común no le importa ni se escandaliza demasiado con la corrupción, como la de aquellos diez años, lo que nos dice de una acentuada y generalizada anomia y de una escala de valores bastante laxa y pragmática.
¿Qué nos enseña el 5.4.92? Que no debemos bajar la guardia, que la historia se podría repetir, no ahora, pero si en un futuro mediato. Lo que enseña la historia peruana es que andamos en un péndulo y que –a contrapelo del valse- toda repetición no es una ofensa. El estar alertas y buscar consolidar los logros políticos es parte del proceso de cambio, pero no lo único; mientras sigan enormes sectores segregados, excluidos de toda oportunidad es poco lo que se puede hacer. Las tendencias autoritarias están allí, para aprovechar cualquier oportunidad que se les presente, con o sin Fujimori.
Eduardo Jiménez J.
ejjlaw@yahoo.es
Thursday, March 29, 2007
TANTAS VECES PLAGIO: EL CASO ALFREDO BRYCE
En mis años como moderador de dos foros virtuales me di con una práctica bastante usual: el transcribir artículos enteros de otros autores y hacerlos pasar como propios, lo que comúnmente se conoce como plagio. Así, por ejemplo, una sicóloga (¡) en la vida real, quería pasar como entendida en cine (el suscrito era el moderador de los foros de cine y realidad nacional) copiando comentarios íntegros que aparecían en las páginas webs o blogs personales sobre algún estreno de interés. Otro, un autotitulado “científico” –que al parecer no había concluido siquiera su bachillerato- nos quería encandilar como descubridor de una nueva teoría social que revolucionaría la ciencia, lo que hurgando un poco en la red nos percatábamos que era copia fiel de investigaciones ya existentes. Curiosamente la vida real de ambos –llegué a conocerlos personalmente y fueron mis amigos- era bastante opaca y frustrante.
Generalmente ese querer pasar por “autoridad” en un tema determinado utilizando los recursos intelectuales de otros, obedece a un mecanismo de compensación ante la cruda realidad que –según ellos- no los gratificó como se merecían, entonces utilizan una vía alternativa de ficción o ensueño que les permita “compensar” esa frustración existente. De esa manera se sienten “gratificados”, gratificación que al final resulta una droga, al necesitarla cada vez más y más frente a la poca bella realidad. En cierta forma existe un candor en estas personas que plagian y un juego al filo de la navaja. Un “atrápame si puedes” (parafraseando el título de una conocida película de Spielberg) o un más llano y criollo “no me chapas”.
En el fondo hay algo insano también en esa conducta sistemática de actuar en riesgo constante. Riesgo que lleva consigo todo “plagero”, que ayudado ahora gracias a la tecnología puede “copiar y pegar” impunemente todo lo que se le ocurra y hacerse pasar por una “autoridad” en bellas artes, música, literatura o física cuántica. Pero ahora el riesgo a ser descubiertos es también mayor gracias a esa misma tecnología y a los poderosos buscadores que existen fácilmente se puede detectar los plagios, por más escondidas o remotas que se encuentren las fuentes donde hurgó.
Cuando se trata de estos pobres seres marginales que momentáneamente buscan salir del anonimato, “tener su cuarto de hora de fama”, como que llama más a compasión que a condena. Pero, cuando se trata de un escritor famoso, una de nuestras poquísimas figuras literarias nacionales vivas reconocidas a nivel mundial el asunto se torna más vergonzoso, peor aún cuando trata de excusar la falta cometida con argumentos tan ridículos como echarle la culpa a la secretaria. No me imagino, por ejemplo, a Mario Vargas Llosa jamás plagiando un artículo para hacerlo aparecer como suyo (algo que modestamente este humilde “pechito” sigue como regla). Mario se documenta concienzudamente antes de escribir sobre un tema y si es necesario citar pasajes de una obra ajena menciona la fuente, sin atribuirse méritos ajenos. Es la diferencia entre un plagiador y un intelectual honesto. El primero carece de escrúpulos y luces propias para hacer algo interesante por si mismo, por lo que recurre a la apropiación de los méritos de terceros. El segundo suda y consigue con talento crear algo por él mismo. Es la diferencia entre la mediocridad y la originalidad.
Por eso es doblemente condenable lo perpetrado por Alfredo Bryce y agravante al conocer que su conducta de acometer plagio ha sido reiterada y que lo ha querido negar ridículamente. Yo recuerdo que hace algún tiempo atrás, en una de sus colaboraciones habituales en El Comercio, escribió un extenso y documentado artículo sobre la educación en el Perú. Caray, me decía, que bien documentado está¡ Aunque algo no me convencía del todo, precisamente por la excesiva documentación, a lo que Bryce no es muy afecto, como poner fechas exactas, etapas precisas de la evolución educativa, presidentes que estaban en ejercicio en ese entonces. Me olvidé del asunto hasta que un tiempo después el verdadero autor denunció el plagio que había acometido Bryce. Como sucede con los “plageros famosos” (es decir personajes célebres o muy conocidos) respondió airadamente y creo que incluso trató de resentido al denunciante, hasta que no le quedó más remedio que disculparse públicamente frente a la evidencia de los hechos.
Pensé que era un incidente aislado, un “resbalón” como decimos los peruanos, hasta que se hizo a luz pública que Bryce sistemáticamente plagiaba principalmente a periodistas españoles (según las informaciones periodísticas), no salvándose siquiera nuestro querido embajador Oswaldo de Rivero, a quien plagió en un reciente artículo. Por eso sostengo que el plagero debe ser muy ingenuo para no darse cuenta que era relativamente sencillo atraparlo “con las manos en la masa”. Quizás inconcientemente busca que lo descubran en ese juego riesgoso del “atrápame si puedes”. La mente humana es muy compleja.
*****
Si bien el plagero es un ser abominable por tratarse de la apropiación del trabajo intelectual de otra persona, en nuestra sociedad existe una tolerancia bastante permisible al plagio. Desde los estudiantes que para hacer sus tareas escolares o universitarias se apropian ilegalmente del trabajo de otros hasta el caso de celebridades como Bryce. Viveza criolla que le dicen.
No se como andará la cosa en otras latitudes, sobretodo en las sociedades nórdicas, pero presumo que google y el Internet han facilitado también la “tentación” por buscar el camino fácil del plagio, aunque la condena social debe ser más severa que entre nosotros. En las universidades ya es cosa común el “copiar y pegar” para las tareas académicas. Algunas instituciones responsables se preocupan por el tema, otras se hacen de la vista gorda, lo que trasciende a las instituciones y el ejercicio profesional.
Precisamente, hace algunos años un conocido jurista local fue “ampayado” con el plagio de un libro entero (Luis Pásara habla de un artículo, yo tengo la otra versión) que no era suyo. Le pusieron como “chapa” (apodo) el “Doctor Xerox”, y eso que no existía internet todavía. A nuestro personaje no le pasó nada y llegó incluso a ser decano del colegio profesional más antiguo del país (el Colegio de Abogados de Lima), congresista de la república, decano de alguna facultad de derecho si lo memoria no me falla; y, actualmente es considerado uno de nuestros juristas más respetables y estoy seguro que llegará a ser tarde o temprano Presidente del Tribunal Constitucional y juez de la Corte Interamericana de Derechos Humanos.
Otro caso que salió a la luz pública recientemente y está relacionada con mi gremio sucedió hace dos o tres años. Asistí a la entrevista pública del único candidato a Fiscal Supremo que había quedado en el proceso de selección que somete a sus postulantes el Consejo Nacional de la Magistratura. Una hora antes de comenzar la entrevista la sala ya estaba llena y muchas personas (principalmente abogados) se quedaron sin ingresar. Había asistido también la señora madre del candidato, una señora de avanzada edad. Pensábamos que estábamos ante una eminencia del derecho, el único que había “sobrevivido” al riguroso examen a que somete el CNM a los candidatos. La decepción fue grande.
Como siempre sucede en estas entrevistas, lo primero son las frases de rigor, los saludos protocolares, un breve comentario del currículo vital del candidato, donde como siempre este trata de mostrar una falsa modestia y presentarse poco menos que como estampita de santo laico, amante y firme defensor de la democracia, de los valores que la sustentan, creyente y temeroso de Dios, gran vecino y amigo, amante de los animales y la naturaleza, etc., etc.
En un momento determinado uno de los consejeros rompió fuegos. Llamaba mucho la atención la cantidad de publicaciones jurídicas acumuladas por el candidato en tan corto tiempo (los libros y publicaciones dan más puntaje). El consejero comenzó a “meter” el filo del cuchillo suavemente. Había una denuncia de plagio contra el candidato por uno de sus libros. Al inicio lo negó airadamente y luego, ante la evidencia de los hechos, terminó por admitirlo y reconocer lo que era obvio a todas luces. Como sucede en estos casos la excusa fue pueril, ridícula (el candidato manifestó que no pudo citar la fuente ya que la fotocopia donde estaba la publicación tenía el nombre del autor demasiado borroso y no sabía quién era). Nunca llegó a acceder a vocalía o fiscalía alguna, pero la que más llamaba a compasión era su señora y anciana madre, que a cada estocada contra su hijo se retorcía las manos de dolor en aquellas largas y agónicas dos horas que duró el interrogatorio. Pero acá no acaba la historia. No supe de este oscuro candidato hasta que hace pocos meses me enteré por el diario oficial que ocupaba un alto cargo en el actual gobierno y una de sus “tareas” era acusar constitucionalmente a altos dignatarios del anterior gobierno, incluyendo al ex presidente de la república. ¿Venganza, revancha por no haber sido nombrado en aquella oportunidad o se trata más bien de un tipo que se deja manipular fácilmente por el poder y por esa razón ha sido nombrado en ese alto cargo? Razones misteriosas hay que me hacen dudar seriamente de las “reservas morales” en este país a que alude Lucho Pásara.
Ya no hablemos del plagio de comerciales y programas concursos enteros. Gracias al cable podemos descubrir ahora que nuestros “creativos” locales copian todo al milímetro, hasta los escenarios y los parlamentos de los actores.
¿Qué hacer para detener esta ola? Yo creo que es imposible, pero lo que sí debe seguir ejercitándose es denunciar cuanto plagio se presente. El “affaire” Bryce es solo un punto en que se han centrado los reflectores por la notoriedad del personaje, pero quedan en la oscuridad miles, millones de casos de plagio que quedan impunes, como el de aquellos dos foristas del inicio de mi relato (cuya amistad perdí justamente cuando censuré su proceder y me gané más bien su animadversión) que, creyendo que nadie se daba cuenta, se apropiaban impunemente del trabajo de otros. El juego del “atrápame si puedes” empieza todos los días.
Eduardo Jiménez J.
ejjlaw@yahoo.es
Generalmente ese querer pasar por “autoridad” en un tema determinado utilizando los recursos intelectuales de otros, obedece a un mecanismo de compensación ante la cruda realidad que –según ellos- no los gratificó como se merecían, entonces utilizan una vía alternativa de ficción o ensueño que les permita “compensar” esa frustración existente. De esa manera se sienten “gratificados”, gratificación que al final resulta una droga, al necesitarla cada vez más y más frente a la poca bella realidad. En cierta forma existe un candor en estas personas que plagian y un juego al filo de la navaja. Un “atrápame si puedes” (parafraseando el título de una conocida película de Spielberg) o un más llano y criollo “no me chapas”.
En el fondo hay algo insano también en esa conducta sistemática de actuar en riesgo constante. Riesgo que lleva consigo todo “plagero”, que ayudado ahora gracias a la tecnología puede “copiar y pegar” impunemente todo lo que se le ocurra y hacerse pasar por una “autoridad” en bellas artes, música, literatura o física cuántica. Pero ahora el riesgo a ser descubiertos es también mayor gracias a esa misma tecnología y a los poderosos buscadores que existen fácilmente se puede detectar los plagios, por más escondidas o remotas que se encuentren las fuentes donde hurgó.
Cuando se trata de estos pobres seres marginales que momentáneamente buscan salir del anonimato, “tener su cuarto de hora de fama”, como que llama más a compasión que a condena. Pero, cuando se trata de un escritor famoso, una de nuestras poquísimas figuras literarias nacionales vivas reconocidas a nivel mundial el asunto se torna más vergonzoso, peor aún cuando trata de excusar la falta cometida con argumentos tan ridículos como echarle la culpa a la secretaria. No me imagino, por ejemplo, a Mario Vargas Llosa jamás plagiando un artículo para hacerlo aparecer como suyo (algo que modestamente este humilde “pechito” sigue como regla). Mario se documenta concienzudamente antes de escribir sobre un tema y si es necesario citar pasajes de una obra ajena menciona la fuente, sin atribuirse méritos ajenos. Es la diferencia entre un plagiador y un intelectual honesto. El primero carece de escrúpulos y luces propias para hacer algo interesante por si mismo, por lo que recurre a la apropiación de los méritos de terceros. El segundo suda y consigue con talento crear algo por él mismo. Es la diferencia entre la mediocridad y la originalidad.
Por eso es doblemente condenable lo perpetrado por Alfredo Bryce y agravante al conocer que su conducta de acometer plagio ha sido reiterada y que lo ha querido negar ridículamente. Yo recuerdo que hace algún tiempo atrás, en una de sus colaboraciones habituales en El Comercio, escribió un extenso y documentado artículo sobre la educación en el Perú. Caray, me decía, que bien documentado está¡ Aunque algo no me convencía del todo, precisamente por la excesiva documentación, a lo que Bryce no es muy afecto, como poner fechas exactas, etapas precisas de la evolución educativa, presidentes que estaban en ejercicio en ese entonces. Me olvidé del asunto hasta que un tiempo después el verdadero autor denunció el plagio que había acometido Bryce. Como sucede con los “plageros famosos” (es decir personajes célebres o muy conocidos) respondió airadamente y creo que incluso trató de resentido al denunciante, hasta que no le quedó más remedio que disculparse públicamente frente a la evidencia de los hechos.
Pensé que era un incidente aislado, un “resbalón” como decimos los peruanos, hasta que se hizo a luz pública que Bryce sistemáticamente plagiaba principalmente a periodistas españoles (según las informaciones periodísticas), no salvándose siquiera nuestro querido embajador Oswaldo de Rivero, a quien plagió en un reciente artículo. Por eso sostengo que el plagero debe ser muy ingenuo para no darse cuenta que era relativamente sencillo atraparlo “con las manos en la masa”. Quizás inconcientemente busca que lo descubran en ese juego riesgoso del “atrápame si puedes”. La mente humana es muy compleja.
*****
Si bien el plagero es un ser abominable por tratarse de la apropiación del trabajo intelectual de otra persona, en nuestra sociedad existe una tolerancia bastante permisible al plagio. Desde los estudiantes que para hacer sus tareas escolares o universitarias se apropian ilegalmente del trabajo de otros hasta el caso de celebridades como Bryce. Viveza criolla que le dicen.
No se como andará la cosa en otras latitudes, sobretodo en las sociedades nórdicas, pero presumo que google y el Internet han facilitado también la “tentación” por buscar el camino fácil del plagio, aunque la condena social debe ser más severa que entre nosotros. En las universidades ya es cosa común el “copiar y pegar” para las tareas académicas. Algunas instituciones responsables se preocupan por el tema, otras se hacen de la vista gorda, lo que trasciende a las instituciones y el ejercicio profesional.
Precisamente, hace algunos años un conocido jurista local fue “ampayado” con el plagio de un libro entero (Luis Pásara habla de un artículo, yo tengo la otra versión) que no era suyo. Le pusieron como “chapa” (apodo) el “Doctor Xerox”, y eso que no existía internet todavía. A nuestro personaje no le pasó nada y llegó incluso a ser decano del colegio profesional más antiguo del país (el Colegio de Abogados de Lima), congresista de la república, decano de alguna facultad de derecho si lo memoria no me falla; y, actualmente es considerado uno de nuestros juristas más respetables y estoy seguro que llegará a ser tarde o temprano Presidente del Tribunal Constitucional y juez de la Corte Interamericana de Derechos Humanos.
Otro caso que salió a la luz pública recientemente y está relacionada con mi gremio sucedió hace dos o tres años. Asistí a la entrevista pública del único candidato a Fiscal Supremo que había quedado en el proceso de selección que somete a sus postulantes el Consejo Nacional de la Magistratura. Una hora antes de comenzar la entrevista la sala ya estaba llena y muchas personas (principalmente abogados) se quedaron sin ingresar. Había asistido también la señora madre del candidato, una señora de avanzada edad. Pensábamos que estábamos ante una eminencia del derecho, el único que había “sobrevivido” al riguroso examen a que somete el CNM a los candidatos. La decepción fue grande.
Como siempre sucede en estas entrevistas, lo primero son las frases de rigor, los saludos protocolares, un breve comentario del currículo vital del candidato, donde como siempre este trata de mostrar una falsa modestia y presentarse poco menos que como estampita de santo laico, amante y firme defensor de la democracia, de los valores que la sustentan, creyente y temeroso de Dios, gran vecino y amigo, amante de los animales y la naturaleza, etc., etc.
En un momento determinado uno de los consejeros rompió fuegos. Llamaba mucho la atención la cantidad de publicaciones jurídicas acumuladas por el candidato en tan corto tiempo (los libros y publicaciones dan más puntaje). El consejero comenzó a “meter” el filo del cuchillo suavemente. Había una denuncia de plagio contra el candidato por uno de sus libros. Al inicio lo negó airadamente y luego, ante la evidencia de los hechos, terminó por admitirlo y reconocer lo que era obvio a todas luces. Como sucede en estos casos la excusa fue pueril, ridícula (el candidato manifestó que no pudo citar la fuente ya que la fotocopia donde estaba la publicación tenía el nombre del autor demasiado borroso y no sabía quién era). Nunca llegó a acceder a vocalía o fiscalía alguna, pero la que más llamaba a compasión era su señora y anciana madre, que a cada estocada contra su hijo se retorcía las manos de dolor en aquellas largas y agónicas dos horas que duró el interrogatorio. Pero acá no acaba la historia. No supe de este oscuro candidato hasta que hace pocos meses me enteré por el diario oficial que ocupaba un alto cargo en el actual gobierno y una de sus “tareas” era acusar constitucionalmente a altos dignatarios del anterior gobierno, incluyendo al ex presidente de la república. ¿Venganza, revancha por no haber sido nombrado en aquella oportunidad o se trata más bien de un tipo que se deja manipular fácilmente por el poder y por esa razón ha sido nombrado en ese alto cargo? Razones misteriosas hay que me hacen dudar seriamente de las “reservas morales” en este país a que alude Lucho Pásara.
Ya no hablemos del plagio de comerciales y programas concursos enteros. Gracias al cable podemos descubrir ahora que nuestros “creativos” locales copian todo al milímetro, hasta los escenarios y los parlamentos de los actores.
¿Qué hacer para detener esta ola? Yo creo que es imposible, pero lo que sí debe seguir ejercitándose es denunciar cuanto plagio se presente. El “affaire” Bryce es solo un punto en que se han centrado los reflectores por la notoriedad del personaje, pero quedan en la oscuridad miles, millones de casos de plagio que quedan impunes, como el de aquellos dos foristas del inicio de mi relato (cuya amistad perdí justamente cuando censuré su proceder y me gané más bien su animadversión) que, creyendo que nadie se daba cuenta, se apropiaban impunemente del trabajo de otros. El juego del “atrápame si puedes” empieza todos los días.
Eduardo Jiménez J.
ejjlaw@yahoo.es
Tuesday, March 27, 2007
GABO CUMPLE 80 AÑOS
La primera experiencia directa con la obra de GGM fue Cien años de soledad. La leí hacia los veinte de un tirón y debo haberla releído dos o tres veces más después. La historia de los Buendía atrapa desde el primer y célebre párrafo que muchos ya repiten de memoria: Muchos años después frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo.
Recuerdo que hice un diagrama en papel oficio a doble hoja de la Familia Buendía y sus principales personajes, debido a que por la repetición de los nombres uno se confundía. Entrar a Macondo era como entrar a una Babel del caribe: tierra ignota, laberíntica, barroca.
Después de la experiencia de Cien años de soledad no fue difícil leer el resto de la obra de García Márquez, aunque ninguna me atrapó tanto como Cien años… , ni El amor en los tiempos del cólera, quizás una novela estilísticamente superior a la celebratoria de la saga de los Buendía.
Es que a GGM le pasó lo que ha muchos escritores y artistas: ser reconocidos por una obra que los hizo famosos, pese a que después hicieron mejores novelas o cuentos (y en el caso de los cineastas, mejores películas). Sin embargo, el colombiano tiene esa facilidad para usar el idioma, volverlo flexible, amoldarlo a sus requerimientos, elevarlo a la categoría de sublime, cima a la que pocos llegan. Es cierto que su última producción de ficción no tiene los niveles de antaño y más bien el público está esperando con impaciencia la continuación de sus memorias. Quien haya leído el primer tomo se dará cuenta que parecen una novela.
Este año que cabalísticamente termina en siete y que coincide con su octogenario natalicio y los primeros cuarenta años de Cien de soledad, solo nos resta a los millones de lectores que tiene Gabo en todo el mundo desearle Feliz 80 aniversario¡¡¡
Eduardo Jiménez J.
ejjlaw@yahoo.es
Recuerdo que hice un diagrama en papel oficio a doble hoja de la Familia Buendía y sus principales personajes, debido a que por la repetición de los nombres uno se confundía. Entrar a Macondo era como entrar a una Babel del caribe: tierra ignota, laberíntica, barroca.
Después de la experiencia de Cien años de soledad no fue difícil leer el resto de la obra de García Márquez, aunque ninguna me atrapó tanto como Cien años… , ni El amor en los tiempos del cólera, quizás una novela estilísticamente superior a la celebratoria de la saga de los Buendía.
Es que a GGM le pasó lo que ha muchos escritores y artistas: ser reconocidos por una obra que los hizo famosos, pese a que después hicieron mejores novelas o cuentos (y en el caso de los cineastas, mejores películas). Sin embargo, el colombiano tiene esa facilidad para usar el idioma, volverlo flexible, amoldarlo a sus requerimientos, elevarlo a la categoría de sublime, cima a la que pocos llegan. Es cierto que su última producción de ficción no tiene los niveles de antaño y más bien el público está esperando con impaciencia la continuación de sus memorias. Quien haya leído el primer tomo se dará cuenta que parecen una novela.
Este año que cabalísticamente termina en siete y que coincide con su octogenario natalicio y los primeros cuarenta años de Cien de soledad, solo nos resta a los millones de lectores que tiene Gabo en todo el mundo desearle Feliz 80 aniversario¡¡¡
Eduardo Jiménez J.
ejjlaw@yahoo.es
Thursday, March 22, 2007
LA EPOPEYA QUE SE SUSPENDIÓ: LA VISIÓN DE LOS VENCEDORES (LA GUERRA CON CHILE DE NUEVO)
El revuelo que ha causado en tierras mapochas la suspensión del documental Epopeya denota las distintas percepciones que en relación a la guerra del Pacífico tenemos vencedores y vencidos.
Mientras para los chilenos es algo natural que se realice y se trasmita un documental sobre la guerra con dos países vecinos hace más de ciento veinte años; para nosotros todavía tiene un sentimiento con sabor a herida abierta que se propale la visión de los vencedores a costa de nosotros y para añadidura el documental se titule Epopeya.
Pero, lo que ha llamado la atención es la reacción de las autoridades de Santiago. Rápida y dispuesta a no reabrir heridas. Lo que en otro momento habría sido propalado sin ningún tipo de delicadezas diplomáticas ni consideraciones a países vecinos, ahora ha merecido la reacción condescendiente frente al vencido y se hablado solo de una suspensión.
Quizás el asunto pasa más por las relaciones comerciales entre ambos países, sobretodo por la inversión que Chile ha efectuado en nuestro país, en el sector servicios principalmente. Ni el affaire Luchetti ha enturbiado las buenas relaciones comerciales que tenemos. Y, es que cuando dos países comienzan a comerciar difícilmente van a la guerra, ambos tienen mucho que perder en un conflicto armado; salvo que las rivalidades y diferencias sean tan insalvables y de la rivalidad económica pasemos a la militar. Y, si bien nuestro vecino se apertrecha militarmente, renovando su equipo militar a un ritmo que llama la atención no solo del Perú sino también de otros países de la región, las probabilidades de una conflagración a corto plazo son mínimas, pese a los raspetones que de vez en cuando se suscitan (tenemos pendiente la delimitación marítima y la renovación de un acuerdo aéreo, por lo que la coyuntura explica también la condescendencia santiaguina).
El interés de nuestro embajador en Santiago por la propalación del documental ha demostrado también reflejos rápidos de la Cancillería peruana. Pareciera que su labor central fuera que las buenas relaciones entre Chile y Perú no se enturbien por nada. Algunos hablan que se debe a la buena relación entre los mandatarios de ambas naciones (química que le dicen), pero parece que obedece también a razones geopolíticas más trascendentes que la buena amistad y a un eje de intereses comunes de los tres únicos países con TLC (presuponiendo la aprobación del TLC de Perú y Colombia) en América del Sur.
Para el completo zanjamiento del conflicto de hace ciento veinte años falta mucho, pero en ese camino vamos y quizás, tarde o temprano, se plasme (recordemos que con Ecuador era imposible hace apenas algunos años). Otros países más castigados que nosotros lo hicieron. Francia y Alemania son el corazón de la Unión Europea, y a los alemanes no se les pasó por la mente “la revancha” luego del desastre de la Segunda Guerra Mundial. Signo de la maduración de una nación.
Ambos países y estados tendrán que poner su cuota de sacrificio. Nosotros dejando de lado “la revancha” como algunos sectores chauvinistas proponen, y nuestros vecinos del sur bajando el tono y siendo más modestos en el vecindario. Al final, ambos saldremos ganando.
Eduardo Jiménez J.
ejjlaw@yahoo.es
Mientras para los chilenos es algo natural que se realice y se trasmita un documental sobre la guerra con dos países vecinos hace más de ciento veinte años; para nosotros todavía tiene un sentimiento con sabor a herida abierta que se propale la visión de los vencedores a costa de nosotros y para añadidura el documental se titule Epopeya.
Pero, lo que ha llamado la atención es la reacción de las autoridades de Santiago. Rápida y dispuesta a no reabrir heridas. Lo que en otro momento habría sido propalado sin ningún tipo de delicadezas diplomáticas ni consideraciones a países vecinos, ahora ha merecido la reacción condescendiente frente al vencido y se hablado solo de una suspensión.
Quizás el asunto pasa más por las relaciones comerciales entre ambos países, sobretodo por la inversión que Chile ha efectuado en nuestro país, en el sector servicios principalmente. Ni el affaire Luchetti ha enturbiado las buenas relaciones comerciales que tenemos. Y, es que cuando dos países comienzan a comerciar difícilmente van a la guerra, ambos tienen mucho que perder en un conflicto armado; salvo que las rivalidades y diferencias sean tan insalvables y de la rivalidad económica pasemos a la militar. Y, si bien nuestro vecino se apertrecha militarmente, renovando su equipo militar a un ritmo que llama la atención no solo del Perú sino también de otros países de la región, las probabilidades de una conflagración a corto plazo son mínimas, pese a los raspetones que de vez en cuando se suscitan (tenemos pendiente la delimitación marítima y la renovación de un acuerdo aéreo, por lo que la coyuntura explica también la condescendencia santiaguina).
El interés de nuestro embajador en Santiago por la propalación del documental ha demostrado también reflejos rápidos de la Cancillería peruana. Pareciera que su labor central fuera que las buenas relaciones entre Chile y Perú no se enturbien por nada. Algunos hablan que se debe a la buena relación entre los mandatarios de ambas naciones (química que le dicen), pero parece que obedece también a razones geopolíticas más trascendentes que la buena amistad y a un eje de intereses comunes de los tres únicos países con TLC (presuponiendo la aprobación del TLC de Perú y Colombia) en América del Sur.
Para el completo zanjamiento del conflicto de hace ciento veinte años falta mucho, pero en ese camino vamos y quizás, tarde o temprano, se plasme (recordemos que con Ecuador era imposible hace apenas algunos años). Otros países más castigados que nosotros lo hicieron. Francia y Alemania son el corazón de la Unión Europea, y a los alemanes no se les pasó por la mente “la revancha” luego del desastre de la Segunda Guerra Mundial. Signo de la maduración de una nación.
Ambos países y estados tendrán que poner su cuota de sacrificio. Nosotros dejando de lado “la revancha” como algunos sectores chauvinistas proponen, y nuestros vecinos del sur bajando el tono y siendo más modestos en el vecindario. Al final, ambos saldremos ganando.
Eduardo Jiménez J.
ejjlaw@yahoo.es
Monday, March 19, 2007
BUSH ESTUVO EN TIERRAS LATINAS
Sin muchos logros que exhibir, el presidente George Bush culminó su pequeño periplo por América Latina.
El hecho diplomático que ha marcado la gira es “fortalecer los lazos en la región”, lo malo es que la gira la realiza casi terminando su mandato y en momentos que no goza de mucha popularidad al interior de su país y con un partido republicano que perdería las próximas elecciones presidenciales.
Por eso, las visitas “a los homólogos latinoamericanos” no han pasado de visitas protocolares más para las fotos que de tangibles realidades. A los colombianos les ha prometido el TLC, a los mexicanos flexibilidad en las leyes de inmigración, y al Brasil trabajar juntos en el etanol como fuente sustituta de energía.
Quizás lo más concreto sea lo del etanol (combustible en base a vegetales). Hay intentos serios por buscar un combustible barato y que no signifique problemas su extracción. Pero, el proyecto es a largo plazo y va a demandar esfuerzos mancomunados y mucho gasto en investigación.
Para desgracia de Bush, Chávez realizó una suerte de “anti-gira”, recalando en Argentina, donde –para variar- se despachó a su gusto contra Mister danger Bush como lo llama jocosamente; aunque a Bush no le importa tanto lo que diga de él, con tal que Mr. Chávez cumpla con las cuotas de petróleo para Estados Unidos.
No creo que a Bush se le haya ocurrido buscar apoyo en L.A. para su guerra en Iraq, sea político vía la ONU o con refuerzos de tropas latinas. Y menos que lo haya conseguido por algún lado (cruzamos los dedos). Habría que ser muy obsecuente o muy corto de luces para comprometerse a enviar tropas a un país remoto y en el escenario de una guerra injusta (aunque habría que reflexionar si existen las guerras justas).
En fin, ha pasado sin pena ni gloria su periplo latinoamericano. Hay cosas que si no se hacen a tiempo difícilmente se pueden hacer después. Para Bush es demasiado tarde el gesto de buena vecindad que ha querido demostrar. “Huele” a rey muerto.
Eduardo Jiménez J.
ejjlaw@yahoo.es
El hecho diplomático que ha marcado la gira es “fortalecer los lazos en la región”, lo malo es que la gira la realiza casi terminando su mandato y en momentos que no goza de mucha popularidad al interior de su país y con un partido republicano que perdería las próximas elecciones presidenciales.
Por eso, las visitas “a los homólogos latinoamericanos” no han pasado de visitas protocolares más para las fotos que de tangibles realidades. A los colombianos les ha prometido el TLC, a los mexicanos flexibilidad en las leyes de inmigración, y al Brasil trabajar juntos en el etanol como fuente sustituta de energía.
Quizás lo más concreto sea lo del etanol (combustible en base a vegetales). Hay intentos serios por buscar un combustible barato y que no signifique problemas su extracción. Pero, el proyecto es a largo plazo y va a demandar esfuerzos mancomunados y mucho gasto en investigación.
Para desgracia de Bush, Chávez realizó una suerte de “anti-gira”, recalando en Argentina, donde –para variar- se despachó a su gusto contra Mister danger Bush como lo llama jocosamente; aunque a Bush no le importa tanto lo que diga de él, con tal que Mr. Chávez cumpla con las cuotas de petróleo para Estados Unidos.
No creo que a Bush se le haya ocurrido buscar apoyo en L.A. para su guerra en Iraq, sea político vía la ONU o con refuerzos de tropas latinas. Y menos que lo haya conseguido por algún lado (cruzamos los dedos). Habría que ser muy obsecuente o muy corto de luces para comprometerse a enviar tropas a un país remoto y en el escenario de una guerra injusta (aunque habría que reflexionar si existen las guerras justas).
En fin, ha pasado sin pena ni gloria su periplo latinoamericano. Hay cosas que si no se hacen a tiempo difícilmente se pueden hacer después. Para Bush es demasiado tarde el gesto de buena vecindad que ha querido demostrar. “Huele” a rey muerto.
Eduardo Jiménez J.
ejjlaw@yahoo.es
Monday, March 12, 2007
CONGRESISTAS JUERGUEROS
Creo que el tema ha sido exageradamente ampliado y gran parte por los propios implicados.
Lo que no pasaba de una anécdota risueña de un par de congresistas que aprovechando una visita oficial al Brasil deciden pasar una “noche loca” en un club nocturno de los miles que existen allá, se ha convertido en el martirologio de los dos congresistas involucrados en el asunto, cuyas fotos han aparecido en los periódicos chica de cincuenta céntimos y en una conocida revista de la capital (en una de las fotos uno de los congresistas fotografiados miraba con ojos lujuriosos los senos de un travesti y en otra, al segundo de ellos se lo “cargaba” un moreno bien fornido en plena danza).
Cuando un hombre público es sorprendido in fraganti en escenas similares lo peor que puede hacer es negar el hecho o culpar a otros. Es una reacción muy humana, pero ese hombre público olvida que una imagen vale más que mil palabras, por lo que es muy difícil negar los hechos mostrados a través de una fotografía. Por ello las imágenes contundentes de la corrupción de la década de los noventa a través de los “vladivideos” era una prueba evidente que la sociedad peruana estaba (y está) corrompida hasta el tuétano, desde el más grande hasta el chico.
La única forma de refutar una imagen es demostrando el trucaje fotográfico. Y así y todo siempre queda una sospecha que recae contra el hombre público. Por eso, negar la imagen le da involuntariamente resonancia a un hecho que desearía la persona cuestionada enterrar y olvidar lo antes posible, retroalimentando el suceso y dándole eco para “estirarlo” a regocijo de los demás.
La “magalización” de la política es un fenómeno que tiene ya algunos años. Ahora no importan tanto las políticas nacionales o los proyectos a largo plazo, sino la chismografía, la anécdota barata, a lo cual ayuda mucho la tecnología moderna, que convierte a todo bípedo humano en “chacal” de la política, como aquel que tomó las fotos comprometedoras, probablemente para meterles una zancadilla a sus colegas involucrados en las fotos.
Dentro de algunos días el hecho quedará olvidado, aunque no se han salvado del “jalón de orejas” de la mesa directiva del Congreso (aparte del de sus esposas), preocupada por elevar el nivel de confianza y la “majestad” del primer poder del Estado, razón por la cual ha elevado el affaire a un “asunto de Estado”.
Como dijo muy bien un conocido periodista radial, dando una receta para curarse en salud, es preferible no tomarse fotos con cualquier persona, uno no sabe quién será o que finalidad se le puede dar a la imagen. En estos tiempos es mejor actuar con cautela o como dijo hace mucho tiempo AGP, en política no se puede ser ingenuo. Los “congresistas juergueros” lo han experimentado en carne propia.
Eduardo Jiménez J.
ejjlaw@yahoo.es
Lo que no pasaba de una anécdota risueña de un par de congresistas que aprovechando una visita oficial al Brasil deciden pasar una “noche loca” en un club nocturno de los miles que existen allá, se ha convertido en el martirologio de los dos congresistas involucrados en el asunto, cuyas fotos han aparecido en los periódicos chica de cincuenta céntimos y en una conocida revista de la capital (en una de las fotos uno de los congresistas fotografiados miraba con ojos lujuriosos los senos de un travesti y en otra, al segundo de ellos se lo “cargaba” un moreno bien fornido en plena danza).
Cuando un hombre público es sorprendido in fraganti en escenas similares lo peor que puede hacer es negar el hecho o culpar a otros. Es una reacción muy humana, pero ese hombre público olvida que una imagen vale más que mil palabras, por lo que es muy difícil negar los hechos mostrados a través de una fotografía. Por ello las imágenes contundentes de la corrupción de la década de los noventa a través de los “vladivideos” era una prueba evidente que la sociedad peruana estaba (y está) corrompida hasta el tuétano, desde el más grande hasta el chico.
La única forma de refutar una imagen es demostrando el trucaje fotográfico. Y así y todo siempre queda una sospecha que recae contra el hombre público. Por eso, negar la imagen le da involuntariamente resonancia a un hecho que desearía la persona cuestionada enterrar y olvidar lo antes posible, retroalimentando el suceso y dándole eco para “estirarlo” a regocijo de los demás.
La “magalización” de la política es un fenómeno que tiene ya algunos años. Ahora no importan tanto las políticas nacionales o los proyectos a largo plazo, sino la chismografía, la anécdota barata, a lo cual ayuda mucho la tecnología moderna, que convierte a todo bípedo humano en “chacal” de la política, como aquel que tomó las fotos comprometedoras, probablemente para meterles una zancadilla a sus colegas involucrados en las fotos.
Dentro de algunos días el hecho quedará olvidado, aunque no se han salvado del “jalón de orejas” de la mesa directiva del Congreso (aparte del de sus esposas), preocupada por elevar el nivel de confianza y la “majestad” del primer poder del Estado, razón por la cual ha elevado el affaire a un “asunto de Estado”.
Como dijo muy bien un conocido periodista radial, dando una receta para curarse en salud, es preferible no tomarse fotos con cualquier persona, uno no sabe quién será o que finalidad se le puede dar a la imagen. En estos tiempos es mejor actuar con cautela o como dijo hace mucho tiempo AGP, en política no se puede ser ingenuo. Los “congresistas juergueros” lo han experimentado en carne propia.
Eduardo Jiménez J.
ejjlaw@yahoo.es
Monday, March 05, 2007
LOS TIPOS DE FORISTAS
Por circunstancias que me tocaron vivir, caí en un oficio que nunca imaginé iba a ejercer jamás: ser moderador en un foro electrónico. Por tres años consecutivos estuve a cargo de dos foros de una página web local muy concurrida. Así pude conocer virtualmente a una serie de personas de diverso tipo e índole, que escondidos bajo un nick o seudónimo daban sus opiniones, ocurrencias y a veces confesiones de manera tan desenfadada que difícilmente lo harían de esa manera en la vida real. La verdad que conocí de todo.
Si bien nunca los llegué a conocer a todos personalmente (conocí algunos –y sobretodo algunas- con quienes salí un par de veces) pero, a manera de un entomólogo y sin quererlo concientemente, comencé a clasificar a los foristas que caían por los foros que administraba. La tarea por cierto no era nada desagradable y si bien no se ganaba nada en la labor (era un trabajo ad honoren) se gozaba mucho. Conocer esa variedad de fauna fue una experiencia irrepetible de apreciar el comportamiento humano en toda su dimensión, tanto hacia arriba como hacia abajo. Sin pretender ser exhaustivo, creo que una tipología de foristas podría ser como a continuación sigue.
1. EL FORISTA MALDITO: Le gusta hacerse el interesante mediante el insulto, el agravio o cayendo antipático. Es una forma de figuretismo que oculta una gran inseguridad. Hace mucho tiempo tuve que lidiar con un forista así. Imagino que debe estar en algún otro foro haciendo sus maromas de payaso.
2. EL FORISTA FIGURETI: Es el que opina de todo y está en todos los foros. Pretende ser el “Leonardo Da Vinci” de la era electrónica. Es fácil reconocerlo por el número de mensajes posteados que tiene (generalmente pasa fácilmente los mil), casi todos desechables. Es también otra forma de figuretismo, aparentando ser una persona que “conoce de todo” usa frasecitas intrascendentes o misteriosas y cree que los demás no se darán cuenta, a fin de satisfacer su ego: hacerse pasar por una autoridad “culta y entendida”, cuando en realidad no pasa de un vulgar copista.
3. EL FORISTA PATERO: Es el que por lo general entra a un foro para conocer amigos o a ver si le liga un plan. Nada más. No le interesan los temas que se tratan en los foros. Generalmente para más tiempo en sitios como “Tiempo libre”, “Pica pica”, “Guía del ocio” o algún otro de similar naturaleza.
4. EL FORISTA NEURÓTICO: A este forista se le conoce fácilmente porqué vive agazapado a ver si los demás hacen un comentario sobre él. Incluso si se opina de algo que no le alude, él lo toma como algo muy personal y responde como si lo hubieran agraviado. Se le conoce porqué no duerme sin revisar antes los foros para saber que dijeron de él (o de ella). Favor consulte un psiquiatra urgente.
5. EL FORISTA MESURADO: Es el equilibrado. Generalmente sus opiniones son moderadas, no va a los extremos. Opina en los temas que conoce y donde sabe que puede aportar algo. Antes de opinar sobre un tema o postear un mensaje, se documenta previamente. Modestia aparte, en ese tipo de forista se ubicaba éste humilde servidor (ejem....).
6. EL FORISTA TÍMIDO: Se caracteriza por qué no interviene mucho, a pesar que puede conocer el tema tratado. Le cuesta trabajo hacer amigos en el foro. Casi siempre busca pasar desapercibido.
7. EL FORISTA HIPÓCRITA: Te das cuenta porqué cuando te escribe o responde a un mensaje tuyo en el foro, te dice que eres lo máximo, que cuentas con él (o ella) para lo que sea; y, por el privado o el correo de otros, “te maletea” sin misericordia. Ese tipo es bastante común en los foros.
8. EL FORISTA CHISMOSO: Es el típico “correveidile”. Busca información para revelarla ante los otros foristas. Es el de la “primicia chocherita”. En el fondo busca satisfacer una vocación frustrada por el periodismo. Ideal para un programa tipo Magaly TV. Cuidado con que le cuenten un secreto, a los pocos minutos lo sabrán todos.
9. EL FORISTA CON PERSONALIDADES MÚLTIPLES: Se le conoce porque en los foros usa varios nicks o sobrenombres siendo la misma persona y, cosa rara, cuando cambia de nick cambia de personalidad, algo así como el “Doctor Jeckill y Mister Hyde” de la era electrónica. Incluso a veces usa nicks de mujer si es hombre o viceversa, lo cual refleja también un deseo inconciente de cambiar de identidad. Favor ir también urgente a un psiquiatra.
10. EL FORISTA “MACHO”: A diferencia del forista patero, el forista “macho” (de los que huelen a licor, a humo de cigarrillo, sudor en las axilas y con voz ronca de voceador de micros) desde el saque quiere dejar en claro que él es el “men”, que eso está fuera de discusión y que las mujeres se le “deben echar” sólo por ese mérito. No es un seductor, sólo busca intimidar. Los psicólogos han descubierto que estos personajes tienen un lado oculto muy “femenino”. Como dice el viejo adagio “los extremos se tocan”.
11. EL FORISTA “DELICADO”: Es el típico “gay”. Casi siempre usa nicks de mujer y coloca la foto de su hermana (la más rica) para que crean que es ella. Parece mentira, pero consigue “jales” entre hombres muy hombres (y felizmente casados). En el foro que moderaba cayeron varios. Guardad el secreto de la serie rosa.
12. LA FORISTA INTELECTUAL: No le gusta que la miren como objeto, sino como sujeto “de pensamiento”. Dice detestar las tareas del hogar, pero bien en el fondo que desea casarse y ser una diligente ama de casa. Solapa te va deslizando que sabe cocinar, bordar y que adoraaaa a los niños. Se autopromociona. Escribe cuentos o poemas, asiste a las reuniones literarias para pasar el rato y vive en rivalidad permanente con los hombres. Freud diría que tiene envidia del pene.
13. EL FORISTA PLAGERO: Es el inescrupuloso. No tiene valores. Le gusta aparentar ante los demás que es un “intelectual” con muchos “pergaminos” (cada vez que puede se llena la boca de “todos” los diplomas que ha sacado, hasta el de cómo bañar a su perrito en diez fáciles lecciones) y sin mayores prejuicios, sin hacerse paltas, usa los ensayos o artículos de otros y los hace pasar como suyos. Casi siempre dice estar escribiendo la “novela perfecta” o el “poema perfecto” que revolucionará la literatura, o si se dice “científico”, del invento que cambiará la vida del hombre, y, más bien, está a la caza de lo que los demás escriben para hacerlo pasar como suyo. ¡Cuidado con que le entreguen un trabajo que les haya costado sudor realizarlo, después aparecerá publicado con el nombre de éste tipejo inescrupuloso que muy ufano dirá que es “fruto de su trabajo creador”¡¡¡¡
14. EL FORISTA SEUDO INTELECTUAL: Se le reconoce porqué casi siempre coloca citas extensísimas de libros en sus mensajes y casi nada de él; pero a diferencia del forista plagero, es honesto en citar la fuente. Lo que pasa es que no tiene creatividad propia y se resigna a colocar citas de otros -por lo general de libros de filosofía, de derecho o de alguna ciencia social- y en el colmo de la audacia cita hasta canciones de Arjona (agh...).
15. EL FORISTA CITADOR DE OTROS: A diferencia del forista seudo intelectual, éste forista cita innecesariamente lo que otro forista dijo (“fulano de tal dijo: bla bla bla”), pero no aporta nada nuevo. Generalmente es una persona carente de ideas propias. Lástima.
16. EL FORISTA “CONTRERAS”: Se caracteriza porqué va en contra de lo que los demás opinan. Para él será negro, si los otros dicen blanco, y, blanco si los otros dicen negro. Es una variante del figuretismo. Se recomienda no hacerle caso.
17. EL FORISTA BÍBLICO: Se caracteriza por citar a cada rato pasajes de La Biblia. Menciona a Dios a cada momento, para él Satanás ya domina al hombre y el fin del mundo es inminente; y, de paso, si es evangélico, te invita a su iglesia para que encuentres la salvación. Vade retro¡¡¡
18. EL FORISTA “POSITIVO”: Se caracteriza por ser un devorador de libros de autoayuda. Para él todo es “súper”, “bonito”, “la vida es rosa”, y otras huachafadas que saca de sus libros de actitud positiva (lo supera a Belmont). Por desgracia éste tipo de forista ya perdió el poco sentido común que podía tener.
19. LA FORISTA BARBIE: Es todo lo contrario a la forista intelectual. Ella declara expresamente que la autorrealización de una mujer está en casarse y tener una bonita familia –y aunque no lo dice de forma explícita, de preferencia el hombre de sus sueños debe tener “billete”-, le gustaría que su hija sea una muñeca igual a ella y su cómoda está repleta de cremas “rejuvenecedoras” de toda clase. No se crea que solo entre las jóvenes se da la forista Barbie, también existen maduras señoras que se quedaron mentalmente en la base dos, aunque ya ostentan notoriamente los años a espaldas, las arruguitas y patas de gallo en el rostro, las manos agrietadas y otros detallitos más que dicen lo contrario. Para conversar con ella se requiere no profundizar mucho en los temas. La pobre se marea.
20. EL FORISTA FANFARRÓN: Todo es sexo para él. Hasta agarrar el “mouse” tiene un significado sexual. Aparenta proezas sexuales que ni él mismo se las cree (¿han escuchado hablar del “tres al hilo”?). Para sus amigos dice que “todas” las foristas de la página han pasado por él; pero cuando cae de verdad alguna incauta, el toro se vuelve un manso cordero, no sabe siquiera por donde empezar. Qué pasa matador¡¡¡
21. EL FORISTA ONANISTA: A diferencia del forista fanfarrón, no saca a relucir supuestas proezas sexuales, sino que se resigna a su mano. Si alguna vez, en una cabina, notan a una persona sólo con una mano visible cuando está frente a la computadora, se darán cuenta porqué.
Y paramos acá.
No se lo tomen tan a pecho los que se sientan aludidos con alguna clase de forista. Total, un poco de humor siempre es bueno en la vida o como diría Susy Díaz “vive la vida y no dejes que la vida te viva”.
Eduardo Jiménez J.
ejjlaw@yahoo.es
Si bien nunca los llegué a conocer a todos personalmente (conocí algunos –y sobretodo algunas- con quienes salí un par de veces) pero, a manera de un entomólogo y sin quererlo concientemente, comencé a clasificar a los foristas que caían por los foros que administraba. La tarea por cierto no era nada desagradable y si bien no se ganaba nada en la labor (era un trabajo ad honoren) se gozaba mucho. Conocer esa variedad de fauna fue una experiencia irrepetible de apreciar el comportamiento humano en toda su dimensión, tanto hacia arriba como hacia abajo. Sin pretender ser exhaustivo, creo que una tipología de foristas podría ser como a continuación sigue.
1. EL FORISTA MALDITO: Le gusta hacerse el interesante mediante el insulto, el agravio o cayendo antipático. Es una forma de figuretismo que oculta una gran inseguridad. Hace mucho tiempo tuve que lidiar con un forista así. Imagino que debe estar en algún otro foro haciendo sus maromas de payaso.
2. EL FORISTA FIGURETI: Es el que opina de todo y está en todos los foros. Pretende ser el “Leonardo Da Vinci” de la era electrónica. Es fácil reconocerlo por el número de mensajes posteados que tiene (generalmente pasa fácilmente los mil), casi todos desechables. Es también otra forma de figuretismo, aparentando ser una persona que “conoce de todo” usa frasecitas intrascendentes o misteriosas y cree que los demás no se darán cuenta, a fin de satisfacer su ego: hacerse pasar por una autoridad “culta y entendida”, cuando en realidad no pasa de un vulgar copista.
3. EL FORISTA PATERO: Es el que por lo general entra a un foro para conocer amigos o a ver si le liga un plan. Nada más. No le interesan los temas que se tratan en los foros. Generalmente para más tiempo en sitios como “Tiempo libre”, “Pica pica”, “Guía del ocio” o algún otro de similar naturaleza.
4. EL FORISTA NEURÓTICO: A este forista se le conoce fácilmente porqué vive agazapado a ver si los demás hacen un comentario sobre él. Incluso si se opina de algo que no le alude, él lo toma como algo muy personal y responde como si lo hubieran agraviado. Se le conoce porqué no duerme sin revisar antes los foros para saber que dijeron de él (o de ella). Favor consulte un psiquiatra urgente.
5. EL FORISTA MESURADO: Es el equilibrado. Generalmente sus opiniones son moderadas, no va a los extremos. Opina en los temas que conoce y donde sabe que puede aportar algo. Antes de opinar sobre un tema o postear un mensaje, se documenta previamente. Modestia aparte, en ese tipo de forista se ubicaba éste humilde servidor (ejem....).
6. EL FORISTA TÍMIDO: Se caracteriza por qué no interviene mucho, a pesar que puede conocer el tema tratado. Le cuesta trabajo hacer amigos en el foro. Casi siempre busca pasar desapercibido.
7. EL FORISTA HIPÓCRITA: Te das cuenta porqué cuando te escribe o responde a un mensaje tuyo en el foro, te dice que eres lo máximo, que cuentas con él (o ella) para lo que sea; y, por el privado o el correo de otros, “te maletea” sin misericordia. Ese tipo es bastante común en los foros.
8. EL FORISTA CHISMOSO: Es el típico “correveidile”. Busca información para revelarla ante los otros foristas. Es el de la “primicia chocherita”. En el fondo busca satisfacer una vocación frustrada por el periodismo. Ideal para un programa tipo Magaly TV. Cuidado con que le cuenten un secreto, a los pocos minutos lo sabrán todos.
9. EL FORISTA CON PERSONALIDADES MÚLTIPLES: Se le conoce porque en los foros usa varios nicks o sobrenombres siendo la misma persona y, cosa rara, cuando cambia de nick cambia de personalidad, algo así como el “Doctor Jeckill y Mister Hyde” de la era electrónica. Incluso a veces usa nicks de mujer si es hombre o viceversa, lo cual refleja también un deseo inconciente de cambiar de identidad. Favor ir también urgente a un psiquiatra.
10. EL FORISTA “MACHO”: A diferencia del forista patero, el forista “macho” (de los que huelen a licor, a humo de cigarrillo, sudor en las axilas y con voz ronca de voceador de micros) desde el saque quiere dejar en claro que él es el “men”, que eso está fuera de discusión y que las mujeres se le “deben echar” sólo por ese mérito. No es un seductor, sólo busca intimidar. Los psicólogos han descubierto que estos personajes tienen un lado oculto muy “femenino”. Como dice el viejo adagio “los extremos se tocan”.
11. EL FORISTA “DELICADO”: Es el típico “gay”. Casi siempre usa nicks de mujer y coloca la foto de su hermana (la más rica) para que crean que es ella. Parece mentira, pero consigue “jales” entre hombres muy hombres (y felizmente casados). En el foro que moderaba cayeron varios. Guardad el secreto de la serie rosa.
12. LA FORISTA INTELECTUAL: No le gusta que la miren como objeto, sino como sujeto “de pensamiento”. Dice detestar las tareas del hogar, pero bien en el fondo que desea casarse y ser una diligente ama de casa. Solapa te va deslizando que sabe cocinar, bordar y que adoraaaa a los niños. Se autopromociona. Escribe cuentos o poemas, asiste a las reuniones literarias para pasar el rato y vive en rivalidad permanente con los hombres. Freud diría que tiene envidia del pene.
13. EL FORISTA PLAGERO: Es el inescrupuloso. No tiene valores. Le gusta aparentar ante los demás que es un “intelectual” con muchos “pergaminos” (cada vez que puede se llena la boca de “todos” los diplomas que ha sacado, hasta el de cómo bañar a su perrito en diez fáciles lecciones) y sin mayores prejuicios, sin hacerse paltas, usa los ensayos o artículos de otros y los hace pasar como suyos. Casi siempre dice estar escribiendo la “novela perfecta” o el “poema perfecto” que revolucionará la literatura, o si se dice “científico”, del invento que cambiará la vida del hombre, y, más bien, está a la caza de lo que los demás escriben para hacerlo pasar como suyo. ¡Cuidado con que le entreguen un trabajo que les haya costado sudor realizarlo, después aparecerá publicado con el nombre de éste tipejo inescrupuloso que muy ufano dirá que es “fruto de su trabajo creador”¡¡¡¡
14. EL FORISTA SEUDO INTELECTUAL: Se le reconoce porqué casi siempre coloca citas extensísimas de libros en sus mensajes y casi nada de él; pero a diferencia del forista plagero, es honesto en citar la fuente. Lo que pasa es que no tiene creatividad propia y se resigna a colocar citas de otros -por lo general de libros de filosofía, de derecho o de alguna ciencia social- y en el colmo de la audacia cita hasta canciones de Arjona (agh...).
15. EL FORISTA CITADOR DE OTROS: A diferencia del forista seudo intelectual, éste forista cita innecesariamente lo que otro forista dijo (“fulano de tal dijo: bla bla bla”), pero no aporta nada nuevo. Generalmente es una persona carente de ideas propias. Lástima.
16. EL FORISTA “CONTRERAS”: Se caracteriza porqué va en contra de lo que los demás opinan. Para él será negro, si los otros dicen blanco, y, blanco si los otros dicen negro. Es una variante del figuretismo. Se recomienda no hacerle caso.
17. EL FORISTA BÍBLICO: Se caracteriza por citar a cada rato pasajes de La Biblia. Menciona a Dios a cada momento, para él Satanás ya domina al hombre y el fin del mundo es inminente; y, de paso, si es evangélico, te invita a su iglesia para que encuentres la salvación. Vade retro¡¡¡
18. EL FORISTA “POSITIVO”: Se caracteriza por ser un devorador de libros de autoayuda. Para él todo es “súper”, “bonito”, “la vida es rosa”, y otras huachafadas que saca de sus libros de actitud positiva (lo supera a Belmont). Por desgracia éste tipo de forista ya perdió el poco sentido común que podía tener.
19. LA FORISTA BARBIE: Es todo lo contrario a la forista intelectual. Ella declara expresamente que la autorrealización de una mujer está en casarse y tener una bonita familia –y aunque no lo dice de forma explícita, de preferencia el hombre de sus sueños debe tener “billete”-, le gustaría que su hija sea una muñeca igual a ella y su cómoda está repleta de cremas “rejuvenecedoras” de toda clase. No se crea que solo entre las jóvenes se da la forista Barbie, también existen maduras señoras que se quedaron mentalmente en la base dos, aunque ya ostentan notoriamente los años a espaldas, las arruguitas y patas de gallo en el rostro, las manos agrietadas y otros detallitos más que dicen lo contrario. Para conversar con ella se requiere no profundizar mucho en los temas. La pobre se marea.
20. EL FORISTA FANFARRÓN: Todo es sexo para él. Hasta agarrar el “mouse” tiene un significado sexual. Aparenta proezas sexuales que ni él mismo se las cree (¿han escuchado hablar del “tres al hilo”?). Para sus amigos dice que “todas” las foristas de la página han pasado por él; pero cuando cae de verdad alguna incauta, el toro se vuelve un manso cordero, no sabe siquiera por donde empezar. Qué pasa matador¡¡¡
21. EL FORISTA ONANISTA: A diferencia del forista fanfarrón, no saca a relucir supuestas proezas sexuales, sino que se resigna a su mano. Si alguna vez, en una cabina, notan a una persona sólo con una mano visible cuando está frente a la computadora, se darán cuenta porqué.
Y paramos acá.
No se lo tomen tan a pecho los que se sientan aludidos con alguna clase de forista. Total, un poco de humor siempre es bueno en la vida o como diría Susy Díaz “vive la vida y no dejes que la vida te viva”.
Eduardo Jiménez J.
ejjlaw@yahoo.es
Tuesday, February 27, 2007
LA REFORMA DEL ESTADO
Hablar o escribir acerca de la reforma del estado implica establecer una posición ideológica previa de quien habla o escribe sobre el tema, salvo que se quiera pasar desapercibido, asépticamente puro, como ha sucedido con algunos que han opinado sobre el tema. Es así que para los neoliberales, la reforma del estado solo pasa por una mejor eficiencia de la administración pública (uso de la informática, simplificación administrativa, mejor atención al usuario) y una sensible reducción del personal (despidos); mientras que para los estatistas, una reforma no necesariamente pasa por un estado más elástico y con reacciones más prontas, sino por la creación de empresas públicas o de más ministerios a fin de atender las demandas sociales.
Sin embargo, la reforma del estado pasa necesariamente por saber qué tipo de estado queremos. Y allí es donde surgen las divergencias abismales.
Ya Fujimori había planteado una reforma del aparato estatal en los años iniciales de su primer gobierno que significó una disminución de la planilla burocrática y una reducción de ministerios, así como la creación de “islotes de eficiencia” dentro del aparato burocrático: oficinas descentralizadas funcionales, personal técnico muy calificado e infraestructura moderna (Indecopi, Sunat, Sunarp). Lamentablemente la búsqueda de la re-reelección dejó “congelado” el proyecto donde intervinieron jóvenes tecnócratas neoliberales (una de ellas fue la conocida periodista y abogada Rosa María Palacios).
Pero, una reforma más amplia y profunda abarca temas como la reforma institucional, el acceso a un estado más democrático, inclusivo y moderno, que satisfaga las demandas sociales de la sociedad, de un estado más ágil y flexible, y, pasa también por una necesaria reconversión de las fuerzas armadas y fuerzas policiales; en fin, de un estado más hacia el siglo XXI y hacia un país más moderno. Una reforma del estado igualmente implica una reforma judicial profunda y un sistema que permita la redistribución de los beneficios a todos (“el chorreo”). Y para todo eso es necesario tener objetivos previos claros y bien definidos. Se trata de un proyecto a largo plazo y que demora más de un gobierno, por lo que requiere continuidad institucional.
Pero, considerando que el ejecutivo prefiere no arriesgar demasiado en cada paso que da (costo político bajo), lo más probable es que una “reforma del estado” pase por un camino más modesto que será lanzado con bombos y platillos en el más optimista de los panoramas para después caer en el olvido cuando el tema haya perdido su encanto mediático. No esperemos más.
Post scriptum: Luego de la crisis ministerial y desafección de Pilar Mazzetti en el Ministerio del Interior, ha asumido funciones Luis Alva Castro, el mismo que fue gran responsable de la hiperinflación de 1988-90, al permitir en los años previos de su premierato y mando en el MEF, durante el primer gobierno de Alan García, la emisión inorgánica de papel moneda. Ahora no está en esa sensible cartera (felizmente), pero es de temer que el Mininter se cope de “compañeros” y que la moralización quede en un bonito anuncio inaugural. Ojalá me equivoqué, pero no le veo condiciones de asumir un liderazgo de reforma en un ministerio donde salta la pus apenas se aprieta un poco.
Eduardo Jiménez J.
ejjlaw@yahoo.es
Sin embargo, la reforma del estado pasa necesariamente por saber qué tipo de estado queremos. Y allí es donde surgen las divergencias abismales.
Ya Fujimori había planteado una reforma del aparato estatal en los años iniciales de su primer gobierno que significó una disminución de la planilla burocrática y una reducción de ministerios, así como la creación de “islotes de eficiencia” dentro del aparato burocrático: oficinas descentralizadas funcionales, personal técnico muy calificado e infraestructura moderna (Indecopi, Sunat, Sunarp). Lamentablemente la búsqueda de la re-reelección dejó “congelado” el proyecto donde intervinieron jóvenes tecnócratas neoliberales (una de ellas fue la conocida periodista y abogada Rosa María Palacios).
Pero, una reforma más amplia y profunda abarca temas como la reforma institucional, el acceso a un estado más democrático, inclusivo y moderno, que satisfaga las demandas sociales de la sociedad, de un estado más ágil y flexible, y, pasa también por una necesaria reconversión de las fuerzas armadas y fuerzas policiales; en fin, de un estado más hacia el siglo XXI y hacia un país más moderno. Una reforma del estado igualmente implica una reforma judicial profunda y un sistema que permita la redistribución de los beneficios a todos (“el chorreo”). Y para todo eso es necesario tener objetivos previos claros y bien definidos. Se trata de un proyecto a largo plazo y que demora más de un gobierno, por lo que requiere continuidad institucional.
Pero, considerando que el ejecutivo prefiere no arriesgar demasiado en cada paso que da (costo político bajo), lo más probable es que una “reforma del estado” pase por un camino más modesto que será lanzado con bombos y platillos en el más optimista de los panoramas para después caer en el olvido cuando el tema haya perdido su encanto mediático. No esperemos más.
Post scriptum: Luego de la crisis ministerial y desafección de Pilar Mazzetti en el Ministerio del Interior, ha asumido funciones Luis Alva Castro, el mismo que fue gran responsable de la hiperinflación de 1988-90, al permitir en los años previos de su premierato y mando en el MEF, durante el primer gobierno de Alan García, la emisión inorgánica de papel moneda. Ahora no está en esa sensible cartera (felizmente), pero es de temer que el Mininter se cope de “compañeros” y que la moralización quede en un bonito anuncio inaugural. Ojalá me equivoqué, pero no le veo condiciones de asumir un liderazgo de reforma en un ministerio donde salta la pus apenas se aprieta un poco.
Eduardo Jiménez J.
ejjlaw@yahoo.es
Thursday, February 22, 2007
¿CONSTITUCIÓN DE 1979 O DE 1993?
Cada cierto tiempo, y por las más distintas razones, emerge el debate constitucional que se reduce a dos opciones: o regresar a la Carta Política de 1979 o mantener la vigente. Ambas posiciones sostienen la idea que son necesarias reformas previas, se trate de retornar a la carta derogada o de continuar con la actual.
Si bien cada posición es muy respetable, sin embargo sus argumentos más que jurídicos o sociales, son de carácter retórico. Así, por ejemplo, los “retornistas” a la Constitución del 79, sostienen que es la carta prístina, constitucionalmente “pura”, “legítima en sus orígenes”, mientras que la otra es una carta espuria (algo así como antaño era procrear un hijo fuera del matrimonio), un hijo “bastardo” concebido para satisfacer las bajas pasiones de la reelección del autócrata a fin de perpetuarse en el poder, por lo que al ser promulgada por un dictador sería nula desde sus orígenes; en cambio, para los “vigentistas”, la carta del 79 está desfasada y no podemos regresar al pasado debido a que traería inestabilidad jurídica y económica, espantaría a las inversiones, además que la carta del 93 trae consigo instituciones nuevas que no tenía la anterior y su régimen económico está más acorde con los nuevos tiempos.
Sin embargo, el debate es bizantino. El asunto no es tanto retornar a una carta o mantener la actual (o incluso elaborar una nueva carta “desde cero” como proponen algunos). La cuestión reside más en la necesidad o no de cambiar la carta y de ser necesario en qué cambiarla, así como de la coyuntura o del momento para realizarlo.
Y no es tan fácil como parece.
En primer lugar, cabe la pregunta ¿quién realiza las reformas, el actual congreso o una asamblea constituyente ex profeso?
Los legalistas y apegados a la literalidad del texto de la carta política vigente sostendrán que el actual congreso está facultado para realizar el cambio, toda vez que el mismo texto constitucional los faculta; en cambio los que sostienen que debe ser una asamblea constituyente convocada ex profeso sostienen que el actual congreso no ha recibido mandato alguno del pueblo para realizar semejantes cambios, que deben ser hechos más bien por una asamblea convocada para tal finalidad.
Desde el inicio existe un problema de legitimidad, ¿quién se encargará de la reforma, el congreso en funciones o una asamblea constituyente constituida para tal fin?
La legitimidad se verá afectada de tomar cualquiera de los dos caminos, además que la composición de una eventual Asamblea Constituyente sería muy distinta al parlamento actual, lo que va a provocar evidentemente ciertas rencillas y algún que otro gesto de folclorismo político, dependiendo de la calidad de los recursos humanos que la conformen; aparte que el presente congreso no se caracteriza por tener constitucionalistas de primer nivel, salvo una que otra honrosa excepción.
Pero supongamos (ceteris paribus como dirían los economistas) que el problema queda resuelto y que por razones pragmáticas y de presupuesto, se decide que sea el congreso en funciones el encargado de la reforma de la carta.
Si el punto es cambiar el texto constitucional, no podría ser realizado sin proponer el Legislativo un amplio debate en la sociedad y sobretodo que la constitución aprobada no quede en un cambio meramente retórico, sino que los cambios sean sustanciales, vale decir, sentar un pacto fundacional que tenga comprometida a la sociedad, y para ello es necesario que el mismo Congreso legisle críticamente.
Una constitución no es solo “la ley de leyes” (como huachafamente dicen algunos - con el perdón de Hans Kelsen-), sino que una constitución es el acuerdo social, político y económico que toma una nación en un momento determinado de su historia. Es el compromiso que realiza un grupo social para decidir cómo y hacia dónde vamos y, sobretodo, cuáles son las herramientas, garantías y limitaciones de ese pacto. En pocas palabras, una constitución es un proyecto nacional de bien común.
Veamos algunos problemas que deberían ser tratados honesta y seriamente al momento de reformar la carta.
Por ejemplo, si reformamos la estructura del Estado (la parte orgánica de la constitución), vamos a tener que muchas instituciones deben ser puestas al día, acorde con la época, entre ellas el vetusto y criticado Poder Legislativo y su par el Poder Judicial.
¿Introduciremos como reforma la renovación por tercios o por mitades del congreso como tantas veces se ha planteado? O, ¿seguimos con el régimen unicameral, perfeccionándolo, o regresamos al bicameral? Las respuestas a estas preguntas plantean un desafío para el Poder Legislativo, no sólo intelectual, sino de desprendimiento en aras del interés nacional. ¿Se sacrificarán los actuales congresistas a fin de favorecer un mayor perfeccionamiento institucional que ponga de nuevo en el nivel que le corresponde al primer poder del estado? O, para decirlo de otra manera, ¿renunciarán los actuales congresistas a sus cinco años de mandato y se someterán a una fiscalización y mayor transparencia crítica de la sociedad? ¿Promoverán las causales de vacancia del congresista? ¿Renunciarán a la inmunidad parlamentaria absoluta?
O, analicemos el Poder Judicial. ¿Seguiremos designando al Presidente de este importante poder del estado como hasta ahora (sólo un puñado de vocales, que entre ellos reunidos, designan al presidente de la Corte Suprema) o iremos a la elección por votación universal y secreta de todos los magistrados de la república para que elijan a su más alto representante nacional? O, ¿seguiremos con una Corte Suprema centralizada y burocrática, o vamos a la descentralización de la máxima instancia judicial? Y, si vamos a las instancias inferiores, ¿implementaremos el sistema de jurados para los casos penales, a fin que sea la propia sociedad quien decida sobre la pena que impone al autor de un delito?
Sobre el Poder Ejecutivo, en un país que cuenta más con caudillos que con instituciones sólidas, seguiremos con la reelección del presidente de la república pasado un período o vamos a un mandato corto de cuatro años con posibilidades de una sola reelección inmediata y de allí nunca más vuelve a postular a cargo público alguno. ¿Se atreverá algún líder de partido político con aspiraciones presidenciales ha proponer algo así?
En cuanto a la descentralización política, ¿iremos hacia un gobierno federal con autonomías regionales plenas o nos quedaremos con el gobierno unitario y centralista? La decisión no es sencilla y requiere de mucho coraje político, porque de tomarse el primer camino significará el ocaso de los grandes caudillos nacionales y el inicio de otra forma de hacer y entender la política.
O, vayamos a los organismos electorales. Desde la vigencia de la actual constitución ha existido un debate entre los que sostienen que se debe regresar a la antigua forma donde el Jurado Nacional de Elecciones era quien elaboraba el padrón electoral, convocaba a elecciones, llevaba a cabo el sufragio y resolvía las controversias; es decir, era órgano administrativo, ejecutor y dirimente. Todo a la vez. Y los que prefieren mantener la actual conformación, por considerarla más moderna y eficaz administrativa y jurisdiccionalmente.
Los que quieren regresar a la usanza antigua aportan solo argumentos trillados, como el consabido “fraude”, olvidando que ya llevamos dos elecciones generales (la de 2001 y la de 2006) con el sistema electoral tripartito sin que nadie haya denunciado seriamente fraude alguno. ¿Nos quedamos con el actual sistema perfeccionándolo o regresamos al antiguo? Pregunta difícil de responder sin dejar de lado el apasionamiento político y sobretodo si no se cuenta con conocimientos técnicos para absolverla, lo que muy pocos políticos tienen.
Existen más preguntas que se pueden hacer si se trata de una verdadera reforma constitucional. Creo que con las expuestas es suficiente como para reflexionar que el asunto no es simplemente “cambiar la carta”, sino porqué cambiarla.
Examinemos ahora la constitución económica o el régimen económico constitucional.
El régimen económico de la Carta del 79 es totalmente distinto al de la Carta del 93.
Obedecen a concepciones económicas totalmente diferentes, mientras la carta del 79 tiene un esquema keynesiano, en el cual se le otorga al Estado un papel bastante activo, de un dirigismo estatal muy marcado; la actual se encuentra dentro de la concepción económica neoliberal, de laissez faire absoluto y con una participación secundaria y bastante tímida del Estado. Las explicaciones de uno y otro modelo obedecen a la ideología que los sustenta y al contexto socio-económico mundial en que fueron promulgadas ambas cartas y cuya repercusión se sintió también en nuestro país.
¿Con cuál nos quedamos? Algunos, sin pestañear, proponen retornar al régimen económico de la Constitución del 79, como si en el Perú y el mundo no habría pasado nada en los últimos treinta años. Otros, inclinados al liberalismo mercantil, proponen no tocar ni una coma del contenido económico de la Carta del 93. Personalmente estoy inclinado a una mixtura de ambos regímenes. Los dos contienen instituciones útiles y merecen rescatarse, no podemos a rajatabla condenar uno para imponer el otro, aunque la “combinación” requiere una delicada operación quirúrgica que armonice las instituciones de ambas concepciones, en un marco que le permita una participación regulatoria y empresarial activa al Estado, pero respetando las reglas del mercado y sin caer en un controlismo o dirigismo absoluto, donde debe primar el interés público pero sin descuidar los micro intereses particulares que se mueven en la sociedad y que son el motor de la riqueza. (En lo particular me inclino por tomar como base para la reforma del régimen económico a la carta del 93, debido a que la del 79 es excesivamente reglamentarista y controlista, pero eso sí, rescatando de esta última ciertas instituciones importantes que contiene).
Y, para terminar, en la parte dogmática de la constitución, la referente a los derechos fundamentales de la persona, ¿seguiremos con la costumbre de seguir incorporando más derechos constitucionales que quedan en el papel o nos esforzaremos por hacer realidad siquiera alguno de ellos? Hasta ahora, por ejemplo, la universalidad del seguro social sigue siendo un buen deseo más que una tangible realidad. Si cada gobierno democrático desde 1980 en adelante se hubiera propuesto en serio hacer realidad siquiera un derecho social durante su mandato, hoy la situación de millones de peruanos sería muy distinta.
Como vemos, la discusión tal como está planteada a fin de decidir con cuál constitución política nos quedamos es más retórica que real, con un discurso bastante pobre, repetitivo, carente de ideas originales y más bien repleto de clichés, que no afectará para nada la vida de los millones de peruanos de a pie; y, quizás nos encontremos que de aquí a algunos años, cuando se presente alguna crisis política bastante seria, estaremos de nuevo hablando de “una nueva constitución”. La sociedad va por un lado, mientras que los promotores de la discusión bizantina viven encerrados en su torre de marfil o de sus propios intereses.
Eduardo Jiménez J.
ejjlaw@yahoo.es
Si bien cada posición es muy respetable, sin embargo sus argumentos más que jurídicos o sociales, son de carácter retórico. Así, por ejemplo, los “retornistas” a la Constitución del 79, sostienen que es la carta prístina, constitucionalmente “pura”, “legítima en sus orígenes”, mientras que la otra es una carta espuria (algo así como antaño era procrear un hijo fuera del matrimonio), un hijo “bastardo” concebido para satisfacer las bajas pasiones de la reelección del autócrata a fin de perpetuarse en el poder, por lo que al ser promulgada por un dictador sería nula desde sus orígenes; en cambio, para los “vigentistas”, la carta del 79 está desfasada y no podemos regresar al pasado debido a que traería inestabilidad jurídica y económica, espantaría a las inversiones, además que la carta del 93 trae consigo instituciones nuevas que no tenía la anterior y su régimen económico está más acorde con los nuevos tiempos.
Sin embargo, el debate es bizantino. El asunto no es tanto retornar a una carta o mantener la actual (o incluso elaborar una nueva carta “desde cero” como proponen algunos). La cuestión reside más en la necesidad o no de cambiar la carta y de ser necesario en qué cambiarla, así como de la coyuntura o del momento para realizarlo.
Y no es tan fácil como parece.
En primer lugar, cabe la pregunta ¿quién realiza las reformas, el actual congreso o una asamblea constituyente ex profeso?
Los legalistas y apegados a la literalidad del texto de la carta política vigente sostendrán que el actual congreso está facultado para realizar el cambio, toda vez que el mismo texto constitucional los faculta; en cambio los que sostienen que debe ser una asamblea constituyente convocada ex profeso sostienen que el actual congreso no ha recibido mandato alguno del pueblo para realizar semejantes cambios, que deben ser hechos más bien por una asamblea convocada para tal finalidad.
Desde el inicio existe un problema de legitimidad, ¿quién se encargará de la reforma, el congreso en funciones o una asamblea constituyente constituida para tal fin?
La legitimidad se verá afectada de tomar cualquiera de los dos caminos, además que la composición de una eventual Asamblea Constituyente sería muy distinta al parlamento actual, lo que va a provocar evidentemente ciertas rencillas y algún que otro gesto de folclorismo político, dependiendo de la calidad de los recursos humanos que la conformen; aparte que el presente congreso no se caracteriza por tener constitucionalistas de primer nivel, salvo una que otra honrosa excepción.
Pero supongamos (ceteris paribus como dirían los economistas) que el problema queda resuelto y que por razones pragmáticas y de presupuesto, se decide que sea el congreso en funciones el encargado de la reforma de la carta.
Si el punto es cambiar el texto constitucional, no podría ser realizado sin proponer el Legislativo un amplio debate en la sociedad y sobretodo que la constitución aprobada no quede en un cambio meramente retórico, sino que los cambios sean sustanciales, vale decir, sentar un pacto fundacional que tenga comprometida a la sociedad, y para ello es necesario que el mismo Congreso legisle críticamente.
Una constitución no es solo “la ley de leyes” (como huachafamente dicen algunos - con el perdón de Hans Kelsen-), sino que una constitución es el acuerdo social, político y económico que toma una nación en un momento determinado de su historia. Es el compromiso que realiza un grupo social para decidir cómo y hacia dónde vamos y, sobretodo, cuáles son las herramientas, garantías y limitaciones de ese pacto. En pocas palabras, una constitución es un proyecto nacional de bien común.
Veamos algunos problemas que deberían ser tratados honesta y seriamente al momento de reformar la carta.
Por ejemplo, si reformamos la estructura del Estado (la parte orgánica de la constitución), vamos a tener que muchas instituciones deben ser puestas al día, acorde con la época, entre ellas el vetusto y criticado Poder Legislativo y su par el Poder Judicial.
¿Introduciremos como reforma la renovación por tercios o por mitades del congreso como tantas veces se ha planteado? O, ¿seguimos con el régimen unicameral, perfeccionándolo, o regresamos al bicameral? Las respuestas a estas preguntas plantean un desafío para el Poder Legislativo, no sólo intelectual, sino de desprendimiento en aras del interés nacional. ¿Se sacrificarán los actuales congresistas a fin de favorecer un mayor perfeccionamiento institucional que ponga de nuevo en el nivel que le corresponde al primer poder del estado? O, para decirlo de otra manera, ¿renunciarán los actuales congresistas a sus cinco años de mandato y se someterán a una fiscalización y mayor transparencia crítica de la sociedad? ¿Promoverán las causales de vacancia del congresista? ¿Renunciarán a la inmunidad parlamentaria absoluta?
O, analicemos el Poder Judicial. ¿Seguiremos designando al Presidente de este importante poder del estado como hasta ahora (sólo un puñado de vocales, que entre ellos reunidos, designan al presidente de la Corte Suprema) o iremos a la elección por votación universal y secreta de todos los magistrados de la república para que elijan a su más alto representante nacional? O, ¿seguiremos con una Corte Suprema centralizada y burocrática, o vamos a la descentralización de la máxima instancia judicial? Y, si vamos a las instancias inferiores, ¿implementaremos el sistema de jurados para los casos penales, a fin que sea la propia sociedad quien decida sobre la pena que impone al autor de un delito?
Sobre el Poder Ejecutivo, en un país que cuenta más con caudillos que con instituciones sólidas, seguiremos con la reelección del presidente de la república pasado un período o vamos a un mandato corto de cuatro años con posibilidades de una sola reelección inmediata y de allí nunca más vuelve a postular a cargo público alguno. ¿Se atreverá algún líder de partido político con aspiraciones presidenciales ha proponer algo así?
En cuanto a la descentralización política, ¿iremos hacia un gobierno federal con autonomías regionales plenas o nos quedaremos con el gobierno unitario y centralista? La decisión no es sencilla y requiere de mucho coraje político, porque de tomarse el primer camino significará el ocaso de los grandes caudillos nacionales y el inicio de otra forma de hacer y entender la política.
O, vayamos a los organismos electorales. Desde la vigencia de la actual constitución ha existido un debate entre los que sostienen que se debe regresar a la antigua forma donde el Jurado Nacional de Elecciones era quien elaboraba el padrón electoral, convocaba a elecciones, llevaba a cabo el sufragio y resolvía las controversias; es decir, era órgano administrativo, ejecutor y dirimente. Todo a la vez. Y los que prefieren mantener la actual conformación, por considerarla más moderna y eficaz administrativa y jurisdiccionalmente.
Los que quieren regresar a la usanza antigua aportan solo argumentos trillados, como el consabido “fraude”, olvidando que ya llevamos dos elecciones generales (la de 2001 y la de 2006) con el sistema electoral tripartito sin que nadie haya denunciado seriamente fraude alguno. ¿Nos quedamos con el actual sistema perfeccionándolo o regresamos al antiguo? Pregunta difícil de responder sin dejar de lado el apasionamiento político y sobretodo si no se cuenta con conocimientos técnicos para absolverla, lo que muy pocos políticos tienen.
Existen más preguntas que se pueden hacer si se trata de una verdadera reforma constitucional. Creo que con las expuestas es suficiente como para reflexionar que el asunto no es simplemente “cambiar la carta”, sino porqué cambiarla.
Examinemos ahora la constitución económica o el régimen económico constitucional.
El régimen económico de la Carta del 79 es totalmente distinto al de la Carta del 93.
Obedecen a concepciones económicas totalmente diferentes, mientras la carta del 79 tiene un esquema keynesiano, en el cual se le otorga al Estado un papel bastante activo, de un dirigismo estatal muy marcado; la actual se encuentra dentro de la concepción económica neoliberal, de laissez faire absoluto y con una participación secundaria y bastante tímida del Estado. Las explicaciones de uno y otro modelo obedecen a la ideología que los sustenta y al contexto socio-económico mundial en que fueron promulgadas ambas cartas y cuya repercusión se sintió también en nuestro país.
¿Con cuál nos quedamos? Algunos, sin pestañear, proponen retornar al régimen económico de la Constitución del 79, como si en el Perú y el mundo no habría pasado nada en los últimos treinta años. Otros, inclinados al liberalismo mercantil, proponen no tocar ni una coma del contenido económico de la Carta del 93. Personalmente estoy inclinado a una mixtura de ambos regímenes. Los dos contienen instituciones útiles y merecen rescatarse, no podemos a rajatabla condenar uno para imponer el otro, aunque la “combinación” requiere una delicada operación quirúrgica que armonice las instituciones de ambas concepciones, en un marco que le permita una participación regulatoria y empresarial activa al Estado, pero respetando las reglas del mercado y sin caer en un controlismo o dirigismo absoluto, donde debe primar el interés público pero sin descuidar los micro intereses particulares que se mueven en la sociedad y que son el motor de la riqueza. (En lo particular me inclino por tomar como base para la reforma del régimen económico a la carta del 93, debido a que la del 79 es excesivamente reglamentarista y controlista, pero eso sí, rescatando de esta última ciertas instituciones importantes que contiene).
Y, para terminar, en la parte dogmática de la constitución, la referente a los derechos fundamentales de la persona, ¿seguiremos con la costumbre de seguir incorporando más derechos constitucionales que quedan en el papel o nos esforzaremos por hacer realidad siquiera alguno de ellos? Hasta ahora, por ejemplo, la universalidad del seguro social sigue siendo un buen deseo más que una tangible realidad. Si cada gobierno democrático desde 1980 en adelante se hubiera propuesto en serio hacer realidad siquiera un derecho social durante su mandato, hoy la situación de millones de peruanos sería muy distinta.
Como vemos, la discusión tal como está planteada a fin de decidir con cuál constitución política nos quedamos es más retórica que real, con un discurso bastante pobre, repetitivo, carente de ideas originales y más bien repleto de clichés, que no afectará para nada la vida de los millones de peruanos de a pie; y, quizás nos encontremos que de aquí a algunos años, cuando se presente alguna crisis política bastante seria, estaremos de nuevo hablando de “una nueva constitución”. La sociedad va por un lado, mientras que los promotores de la discusión bizantina viven encerrados en su torre de marfil o de sus propios intereses.
Eduardo Jiménez J.
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