Por: Eduardo Jiménez J.
@ejj2107
A diferencia de la literatura, donde
el autor está solo frente a la obra que quiere escribir y las palabras que debe
elegir (“la palabra justa” como diría Flaubert), el cine es un oficio en
equipo. No basta tener un buen director que, como resultado, de un buen filme,
sino se cuenta también con un buen equipo técnico y de producción, así como
actores versátiles que “encajen” en el papel. En ese sentido, Alien tuvo la suerte de recibir una
serie de influencias positivas en su gestación.
El antecedente más remoto es Dark star (1974), primer largo de John
Carpenter. Dan O'Bannon, compañero de estudios de Carpenter en la Universidad
del Sur de California, lo ayudó en la redacción del guion, suerte de comedia de
situaciones absurdas con ribetes de humor negro al interior de una nave
espacial. A O'Bannon se le quedó la idea de hacer una película de ciencia
ficción, pero en clave de terror. Luego recibió una propuesta del bizarro
Alejandro Jodorowski para participar en la adaptación de la novela futurista Dune, y si bien el proyecto no se
concretó, a O’Bannon le permitió conocer en Paris a escritores y artistas de
ciencia ficción, sobretodo a H. R. Giger, diseñador gráfico, quien en sus
ilustraciones le pareció “perturbador”, en especial su Necronomicon que contiene el prototipo de lo que sería el monstruo.
Luego se unió a colaborar en el guión
Ronald Shusett, quien se inspiró en varias novelas y películas de sci-fi de los
años 50 para darle el toque final a la trama (lo que les valió más de una vez
problemas por derechos de autor). Inicialmente iba a llevar por título Star beast (la bestia estelar), pero lo
dejaron sencillamente en Alien.
Si bien faltaba redondear algunas
ideas al guion, lo fueron presentando a distintas productoras, promocionando el
proyecto como “el tiburón del espacio”, aprovechando la amplia acogida que tuvo
Tiburón pocos años atrás. Alguien por
ahí les recomendó presentarlo a Walter Hill, cineasta de películas de acción de
magnífica factura, quien se interesó enormemente por el proyecto.
En el contexto de fines de los años
70, gracias a Star wars, el género de
la ciencia ficción volvió a interesar a las productoras. Hill con contactos en
la 20th Century Fox (que había distribuido hacía poco la película de Lucas), presentó
el proyecto a la productora para obtener financiamiento. La idea era más que
todo una película de serie B, de presupuesto modesto (inicialmente no pasó de
los 5 millones de dólares, luego fueron duplicados) y que recupere la inversión
y genere algo de ganancias. La Fox, aprovechando la onda generada por Star wars, decidió apostar por Alien.
Lo bueno de los presupuestos modestos
es que permite dejar “carta blanca” al realizador y equipo de producción para
elegir a los protagonistas. Naturalmente con 5 millones no se puede elegir
protagónicos de primer nivel, pero sí profesionales de la actuación. En Alien casi todos los artistas pasaban
los 40 años y con amplia experiencia actoral, y las más jóvenes eran Sigourney Weaver
y Veronica Cartwright, que frisaban los 29.
Inicialmente el protagónico de la
teniente Ripley lo iba a tener Cartwright, pero luego de ver la prueba de
actuación de Sigourney Weaver, los productores optaron por ella, que si bien
venía del teatro (su única y corta aparición en cine había sido en Manhattan de Woody Allen), demostró que
encajaba en la tenaz teniente Ripley que aniquila al alienígena. Aparte que al
ser “nueva” en el cine, cobraba menos que otros artistas más rankeados.
Igual sucedió con el director. O'Bannon
quería dirigir la película en base al guion que había escrito, pero los
productores prefirieron alguien con oficio. Luego de descartar algunos nombres,
sea por lo que pedían para hacerse cargo de la dirección o porque no se tomaban
en serio el proyecto, se optó por el inglés Ridley Scott, quien había hecho
solo un filme, Los duelistas, de
impecable factura estética, y naturalmente al ser nuevo, iba a cobrar menos. El
tiempo demostró que tanto la elección de Weaver como de Scott fueron las más idóneas.
Scott tuvo libertad para modificar
algunas cosas. Comenzando por el sexo de la tripulación. En el guion original
todos eran hombres, por lo que el componente femenino tuvo dos participantes
(Weaver y Cartwright) siendo, a diferencia de otras sagas, el héroe una mujer y
no un hombre. Igual sucedió con la concepción visual. Scott, un esteta por
naturaleza y excelente narrador de historias, compartía la idea de hacer una
película de ciencia ficción y terror, por lo que definió a Alien como “la masacre de Texas de la ciencia ficción”, aludiendo a
la célebre película de culto gore de Tobe Hooper, The Texas Chain Saw Massacre.
La idea también era, como en Star wars, que existiese un pasado, vale
decir que el universo no pareciera “nuevo”, ni la tripulación fuese
“asépticamente limpia y con altos valores éticos”. Scott los vio como
“camioneros del espacio”, que la nave espacial tuviera la apariencia de una
nave carguera destartalada, y los tripulantes más que en ayudar al prójimo
priorizaran sus ganancias e intereses, explotando sus personalidades
contradictorias. Gracias a esa concepción visual nació lo que se conoce como el
“universo sucio” que, en honor a la verdad, le debe mucho a la que tuvo del
oeste Sergio Leone: un oeste polvoriento, sin valores y plagado de antihéroes. (La
acción muy bien pudo ocurrir en un barco carguero perdido en los mares del
sur).
Otro detalle que es olvidado es quien
se puso el traje de látex del alien. Cuando no existían las imágenes digitales,
todo era por medio de trucajes (el alienígena también tiene partes mecánicas y
otras movidas con marionetas). Al equipo de producción se les terminaban las
esperanzas de encontrar el tipo ideal (debía ser sumamente alto), cuando encontraron
de casualidad en un pub a un joven nigeriano con más de dos metros de estatura,
Bolaji Badejo, que había llegado a Londres para estudiar diseño gráfico. Fue
quien se disfrazó del alien para varias escenas, traje –como los trajes
espaciales de los demás actores- bastante pesado y asfixiante, a tal punto que
el rodaje, comenzado en pleno verano europeo, en Julio de 1978, tuvo que contar
con una unidad de primeros auxilios por si los actores se desmayaban por el
calor. Parece que la experiencia no le fue muy grata a Bolaji Badejo y nunca
más se animó a aparecer en alguna otra película.
Igual de importante fue el aporte de
la banda sonora. No se usó una música épica al estilo de Star wars, sino más bien inquietante, muchas veces en tonos poco
audibles, que vayan creando la atmósfera adecuada, por lo que el encargo recayó
en Jerry Goldsmith, quien había trabajado la banda sonora de El planeta de los simios en 1968, una
película de ciencia ficción distópica bastante interesante.
Eso le permitió a Scott crear un clima
adecuado, con un suspenso in crescendo, hasta el ritmo galopante en que el alien
va comiéndose a los tripulantes uno por uno, rematando con la escena final. (El
filme tiene “tiempos muertos” y un ritmo lento que van preparando la acción que
viene después).
Otro detalle no menos importante fue
que jamás se veía al monstruo en su totalidad, como hizo Spielberg en Tiburon, manteniendo así un interés
creciente en el espectador (aunque en Spielberg se debió a que el tiburón
mecánico se malograba constantemente, por lo que optaron por enseñar solo
partes de él).
La escena final en el guion original era
con la destrucción de la nave espacial, el Nostromo
(bautizada así en homenaje a una novela de Joseph Conrad), por parte de
Ripley. La gran explosión cerraba la película; pero, en el camino decidieron
rematar con la escena de la lucha “cuerpo a cuerpo” en el trasbordador entre el
alien y ella. Incluso, en esa escena, por el clásico humor negro inglés,
optaron en un primer momento que el alien se coma de un bocado su cabeza,
terminando allí el filme, muy al estilo gore. Después decidieron la escena que
vemos al final: Ripley mata al monstruo y junto a su gato Jonesy son los únicos
sobrevivientes, lo que dará pie para la segunda parte, algunos años
después.
La película fue recibida con críticas
contradictorias. A algunos les gustó, a otros no. Con el tiempo esta fue
unánime en recocer a Alien como una
de las mejores películas de sci-fi y en volverse filme de culto; a tal punto
que el American Film Institute la
eligió como la séptima mejor película de ciencia ficción de todos los tiempos y
el National Film Registry de la
Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos la ha incluido para su
preservación histórica junto con otras películas de 1979, como All That Jazz, Apocalypse Now y Manhattan.
Hay aspectos de Alien que permitieron “atacar” la sique del espectador. La forma de
la cabeza del alienígena es la de un falo y este metafóricamente “viola” a la
víctima, que casi siempre es un hombre, penetrándola y a quien usa de
incubadora para poner sus huevos. A tal punto era chocante para los varones, que
en los focus groups previos al
estreno, los hombres cerraban las piernas en las escenas de terror. Los
productores señalan que quisieron hacer algo original, dado que generalmente la
víctima en este tipo de películas era una mujer.
Igual sucede con el “modo de
producción” dominante en la época del filme (inicios del siglo XXII): es un “capitalismo
espacial”, donde la nave trae minerales a la tierra para la elaboración de
mercancías y la tripulación habla de bonos y pagas. Todo se compra, todo se
vende. A la compañía (una suerte de trasnacional del espacio) no le interesa la
vida de la tripulación con tal de traer el espécimen vivo a la tierra para
usarlo como posible arma. Debemos entender que el capitalismo ya no solo se ha
mundializado, sino “universalizado”. Esta idea de un capitalismo universal la
explotó muy bien James Cameron en la continuación de la saga, Aliens, donde los marines espaciales defienden los intereses de las grandes
corporaciones en el universo como hicieron sus antecesores en las repúblicas
bananeras, y la idea de lucro está presente en los representantes de la
corporación. (Ese lado social y político de las dos primeras entregas de la
saga está poco estudiado por la crítica).
A inicios del presente siglo, Ridley
Scott realizó un director cut, una
edición del director, para dvd’s y blue ray, pero ni le quita ni le pone nada
nuevo al filme original. Hay apenas la diferencia de un minuto menos en su
edición, aparte de los consabidos bonus.
Como el propio Scott manifestó, Alien
es perfecta. Y tiene razón. Si se le quita o se le agrega más cosas, la
película perdería esa armonía interna que posee.
Fue hecha por un Ridley Scott joven
(frisaba los cuarenta años), con menos experiencia fílmica que la tenida luego
del éxito que le significó, pero es una de sus mejores películas. Solo Blade runner, el filme que vino luego,
la supera. Son quizás sus dos mejores películas.
Alien muy bien pudo acabar con la secuela
de Cameron (que privilegia la acción), pero frente al éxito decidieron alargar
la saga con una tercera entrega, más de toque pesimista y donde la teniente
Ripley, harta de luchar con el alienígena, se inmola; y una cuarta (Alien
resurrección), donde literalmente “resucitan” a Ripley y es bastante olvidable.
Se especuló mucho de una quinta
entrega que comenzaría donde termina la segunda que pertenece a Cameron y que
sería algo así como la “versión oficial” del fin de la saga (frente a la
decepción de la tercera y cuarta partes), con la Weaver en el reparto. No
obstante el interés de la propia Sigourney Weaver en el proyecto, parece que la
idea ha quedado allí y se ha privilegiado más bien las precuelas, así como la posibilidad de explotación de un par de
series para tv en un spin-off. Aparte
que la Weaver frisa los 70 años y sustituirla por otra actriz más joven no
sería muy convincente: “ella es” por siempre la teniente Ripley.
Precisamente, frente a esta mina de
oro que representó la saga (se abrió una franquicia de alien vs predator, aparte de video juegos y merchandising), Scott, tentado por el éxito de su filme, se le
ocurrió crear una precuela que lleva
dos de tres películas y que explica el origen del monstruo y, no obstante estar
bien dirigida por él mismo, no merecía alargar la historia con explicaciones
seudo científicas que aclaren la génesis, argumentos bastante rocambolescos.
Mejor hubiese sido dejar Alien allí,
para el recuerdo de los cinéfilos; but
money it’s money.
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