Por: Eduardo Jiménez J.
ejimenez2107@gmail.com
@ejj2107
Los controles de precios demostraron en el pasado ser totalmente ineficaces. Alan García lo intentó en su primer gobierno teniendo como resultado hiperinflación, mercado negro y especulación. No funcionan porque al controlar un precio se debe controlar el precio de costo del producto controlado y este a su vez reflejado en otro precio. Es una cadena sin fin que concluye en un estatismo de toda la economía al estilo soviético y control absoluto de los precios desde un alfiler hasta una máquina industrial o en un despelote monumental.
¿Por qué el gobierno de Castillo o en propiedad la bancada de Perú Libre se enfrasca en una aventura sin final feliz? En parte por inexperiencia, desconocimiento de la historia económica reciente y porque, en consonancia con su ideología, un control de precios populistamente siempre da réditos políticos a corto plazo, que tanto lo necesitan, a pesar que el costo será elevado en el mediano plazo. Son aplausos bastante caros.
Todo indica que la subida de precios obedece a temas coyunturales del mercado internacional por un lado y a expectativas negativas sobre el gobierno de Castillo por el otro. Es lo que sucedió con el tipo de cambio del dólar que aumentó sensiblemente ante la incertidumbre y falta de acciones concretas en los primeros días del gobierno o las patinadas políticas de las dos primeras semanas, como el nombramiento del primer ministro y la conformación del “gabinete de choque”.
Si Castillo y Perú Libre quieren encontrar culpables, sería bueno se miren a si mismos, los encontrarán más rápido.
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