Saturday, March 11, 2023

EL SOMBRERO CON VIDA

Eduardo Jiménez J.

ejimenez2107@gmail.com

@ejj2107

 

El sombrero de Castillo candidato y de los primeros meses como presidente fue parte de su personalidad. Algunos dirán quizás era su personalidad. Podemos decir que el sombrero hizo al personaje.

 

Lo cierto es que el sombrero lo identificó como el profesor rural “limpio”, ajeno a los intereses subalternos de la política y, para algunos, hasta algo ingenuo, conforme a la percepción que todavía se tiene de lo rural. El descontaminado y roussoniano candidato que iba a adecentar la política criolla. Claro, nada fue así, pero el sombrero ayudó mucho a esa imagen.

 

El sombrero le fue bastante útil. Podemos decir que hasta tenía vida propia. De allí que puede considerarse un error político haberlo jubilado y usar trajes más occidentales. Es más, el declive de Castillo comienza cuando deja de usar su típico sombrero.

 

¿Por qué lo hizo? No se sabe a ciencia cierta. Algunos dicen que fue sugerencia de los asesores mexicanos enviados por AMLO. O, de repente, Castillo en un arrebato de alienación cultural quiso parecer más occidental y usar trajes caros y a la medida como sus homólogos de la región.

 

Quizás su historia habría sido otra, de mantener el sombrero. O quizás no. La pendiente declinante ya estaba muy pronunciada cuando se produjeron todas las denuncias en su contra que se fueron acumulando como una bola de nieve (o un huayco); pero, quizás el sombrero habría ayudado a detener un poco la caída.

 

Queda en el terreno de la especulación. Nunca lo sabremos, aunque el sombrero será lo que más recordemos de su efímero gobierno.

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