Eduardo Jiménez J.
jimenezjeduardod@gmail.com
@ejj2107
El acrónimo inicial BRIC, aludía al gran
potencial que a inicios de siglo se veía en Brasil, Rusia, India y China, a los
que luego se incorporó Sudáfrica, y recientemente otros estados, constituyendo
ahora los BRICS+. Algunos han comentado que estaríamos ante un nuevo polo
económico de desarrollo por las cifras que en conjunto representan estos
países: un tercio de la superficie del planeta, el 50% de la población mundial
y el 30% del PBI. Llegando a asegurar que más pronto que tarde los BRICS+
alcanzarían y superarían a las naciones del G7, las más ricas del mundo.
Creo
que el entusiasmo es exagerado.
Más
allá de las declaraciones líricas, desde su primera cumbre en 2009, el logro de
los Brics+ no ha sido significativo. El principal es el Nuevo Banco de
Desarrollo que busca sustituir al FMI y al Banco Mundial, pero el alcance de
préstamos colocados por este banco es bastante pequeño, a pesar de contar en su
directorio a naciones poderosas como China.
Luego
está la sustitución del dólar norteamericano como moneda de pago y de reserva
en las transacciones económicas. Hasta ahora no existe un proyecto de moneda
común para los Brics+ porque sus economías son bastante asimétricas y porque
China quisiera que el yuan sea la moneda de curso oficial, algo a lo cual
muchos de los estados miembros se oponen, debido a que el país asiático ganaría
preeminencia política y económica, siendo el proyecto más un deseo que una
realidad en ciernes.
También
conspira en contra los modelos económico y político de los países integrantes.
No estamos como en la UE, con modelos integrados, sino que en los Brics+
tenemos desde economías de mercado abiertas hasta economías centralmente
planificadas, con PBI igualmente desiguales. Y en cuanto al modelo político,
desde democracias representativas, pasando por regímenes autoritarios o
francamente dictatoriales.
De
allí que, en 15 años de constituido, los Brics+ no hayan alcanzado logros
importantes que mostrar.
Por
ello da la impresión que vista la escasez de logros económicos o de
integración, los Brics+ han decidido girar a la gravitación política mundial e
inclinar (siquiera un poco) el fiel de la balanza, incorporando países pequeños
como Bolivia o Cuba, a fin que “hagan volumen”, pero a costa de tergiversar el
proyecto inicial de constitución.
Me
hace recordar lo que sucedió en la segunda mitad del siglo pasado con los
llamados países No Alineados, surgidos a raíz de la guerra fría entre EEUU y la
extinta URSS, que querían guardar una equidistancia con respecto a las grandes
potencias en ese entonces. Se reunían, como los Brics+, cada cierto tiempo,
había declaraciones inflamadas y entusiasmos desbordados como ahora, pero de escasos
resultados concretos. Curiosamente los No Alineados todavía existen y abarcan
cerca de 120 estados, pero ya nadie se acuerda de ellos y su presencia a nivel
mundial no es ni siquiera simbólica. Ojalá no le pase lo mismo a los Brics+,
más allá del bonito acrónimo.
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