Sunday, December 14, 2025

LA CONVERSACIÓN

 Eduardo Jiménez J.

jimenezjeduardod@gmail.com

@ejj2107


En la década del 70, mientras iba rodando El padrino II, Francis Ford Coppola hacía labor de edición de una película que, siendo interesante, hoy se encuentra medio olvidada en su filmografía: La conversación. Carece del aliento a tragedia griega de la saga de El padrino o de ese desborde metafísico en Apocalipsis ahora; más bien es de tono menor, casi opaco y sin hacer ruido como el personaje principal. Un Gene Hackman contenido le otorga volumen y fuerza al personaje principal.

 

Por la fecha de estreno, 1974, el tema de La conversación se encuentra muy relacionado a las escuchas ilegales del caso Watergate que ocasionaron que ese mismo año el presidente Richard Nixon renunciara al cargo de presidente de la nación; aunque en el filme le da un sesgo distinto. No se trata de escuchas de carácter político, sino íntimas, relacionadas con problemas de infidelidad (la película alude a la grabación de la conversación entre dos amantes), aunque al final, en un giro de tuerca forzado, convierte a las supuestas víctimas en victimarios.

 

Harry Caul, el personaje interpretado por Gene Hackman, es un genio de la llamada vigilancia privada, es decir de captar conversaciones y grabar imágenes de alta calidad sin que los involucrados se den cuenta. Por su experiencia y reconocimiento profesional en su actividad es contratado por un magnate que sospecha su esposa lo engaña. Harry es un personaje gris, opaco, habla poco, no tiene relaciones sociales ni amigos, visita una amante de vez en cuando (digamos para ponerse al día y porque por más solitario que sea necesita un poco de calor humano y afecto); pero, como buen católico, tiene un cargo de conciencia: años atrás, por una escucha de manejos opacos del financiamiento de una campaña presidencial, fue asesinada salvajemente toda una familia. Ese cargo de conciencia lo perturba en el encargo de grabar a los amantes, por las consecuencias que puede traer. En el medio, la rivalidad y competencia con otros expertos en el tema que reconocen su talento, pero le tienen una secreta envidia. Todo en un escenario mínimo de avenidas y edificios que parecen desolados y que reflejan muy bien la personalidad del protagonista.

 

Es un filme hecho en tono menor, de ritmo lento, no hay escenas de violencia o acción como en otras películas del realizador. Todo indica que fue un proyecto personal que aprovechó para su financiamiento la fama que había ganado con El padrino, Oscar incluido. Quizás en estos tiempos sería una película que solo se podría ver por streaming, debido a la poca taquilla en cines; aunque parece que en su época de estreno tampoco recaudó mucho, tuvo una relación de 3 a 1 entre los ingresos y lo invertido en la producción.

 

Dicho sea, en la actualidad, con los minúsculos dispositivos digitales que existen, ya no llama la atención las escuchas privadas, cosa que hasta un aficionado lo puede hacer con alta fidelidad de voz e imagen. Pero estamos en los años 70 todavía.

 

A los que les guste el buen cine clásico, buenas actuaciones y una historia sugestiva no tienen pierde con La conversación.

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