Sunday, December 07, 2025

TRAVESURAS DE LA NIÑA MALA: ENTRE EL DESEO Y EL SOMETIMIENTO

 Eduardo Jiménez J.

jimenezjeduardod@gmail.com

@ejj2107


Mario Vargas Llosa (MVLL) incursionó sin mucho éxito en el género erótico. Elogio de la madrastra (1988), su mejor tentativa, a la que siguieron Los cuadernos de don Rigoberto (1997) y Travesuras de la niña mala (2006).

 

Travesuras… se encuentra entre las novelas menores del escritor. Una novela fallida que incursiona en la variante erótica de la dominación-sometimiento en las relaciones sado-masoquistas entre una muchacha de origen humilde que se inserta de adolescente en la pituquería miraflorina y un apocado y caballeroso joven clasemediero. La historia los va a seguir por más de cuarenta años entre distintas ciudades europeas, con períodos de encuentros y desencuentros a lo largo de décadas, donde uno lo busca al otro, se necesitan y complementan para mantener viva esta extraña relación.

 

Los “encuentros casuales” de los protagonistas ya son producto del deus ex machina, es decir de los malabares que hace el escritor para que se encuentren a lo largo de los años. Se abusa con exceso del azar. Las “casualidades del destino” van apareciendo por arte de magia. Pero, donde más se resiente es en crear ese clima erótico necesario que envuelva a los personajes, con sus conflictos y debilidades. MVLL es un escritor realista y la relación entre la chilenita y Ricardo requerían un internamiento en sus subjetividades, en lo más profundo de su ser. Siempre los conocemos y vemos desde afuera, epidérmicamente, a pesar que es Ricardo quien cuenta la historia.

 

Cada capítulo puede leerse como una narración independiente. Son historias autónomas que les suceden a los protagonistas, sirviendo de telón de fondo distintas ciudades de Europa y personajes secundarios que los acompañan. Por la extensión de cada capítulo bien pueden funcionar como cuentos largos.

 

Lo más interesante de la novela es la descripción del Miraflores de los años 50 en el capítulo I, donde se produce el encuentro de adolescentes entre Ricardo y la niña mala, y el chispazo del primero hacia la segunda que lo tendrá sojuzgado a lo largo de toda su vida. La descripción de ese barrio de clase media, todavía con casitas de adobe y donde todas las familias se conocen, respira nostalgia y lirismo por un mundo ido, muy similar a lo que nos trasmite la descripción del Miraflores de La tía Julia y el escribidor.

 

Luego está el Paris enfebrecido de los años 60, lugar de todas las revoluciones y revolucionarios que pretenden cambiar el mundo. Es la parte donde la novela destila más emoción social de estos jóvenes idealistas, como su amigo Paul que, al calor de la revolución cubana, entregarán su vida por una causa que consideran justa. A diferencia de las otras ciudades que aparecen luego, ese París de los 60 es el más vívido, por los recuerdos entrañables que guarda el autor.

 

La corriente contracultural del hippismo del Londres de los años 70, al igual que el Madrid de la movida de los 80, se quedan a medio camino, del tópico común de las drogas y el sexo desenfrenado que se vivió en aquellos años. Tokio es solo una postal con yakuzas incluidos. En una suerte de cosmopolitismo, es la primera novela del Nobel (y creo que la única) que trascurre en distintas ciudades del mundo, sobre todo europeas, que conoce bien el autor. Curiosamente, si hubiera descrito mejor el espíritu que en una época se vivió en ellas, como buen escritor realista, la novela habría sido más interesante.

 

El apelativo de niña mala se encuentra relacionado con la trasgresión de todo convencionalismo de la época, al que escapa la protagonista. Se aleja de los estereotipos y cánones morales y ejerce los suyos, por más discutibles que parezcan. Vive a su manera, libre de prejuicios. De cierta manera es una arpía, una perfecta villana, pero ha sido delineada para que el lector tenga empatía por ella y hasta nos conmueva su triste final, a pesar que no muestra arrepentimiento.

 

Travesuras de la niña mala fue su último intento de incursionar en el género erótico. Posteriormente solo haría un esbozo secundario de homo erotismo entre dos señoras de la clase alta limeña en Cinco esquinas. Quizás él mismo se dio cuenta de los pobres resultados obtenidos y dio punto final a las tentativas.


*Mario Vargas Llosa: Travesuras de la niña mala. Edición consultada: Debolsillo, 2025, 418 pp.

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