Eduardo Jiménez J.
jimenezjeduardod@gmail.com
@ejj2107
Recientemente ha sido publicada la
Estrategia de seguridad nacional de los EEUU, documento que resume las
consideraciones geopolíticas en la Era Trump, resucitando la doctrina
Monroe.
La
doctrina Monroe data de 1823 y establecía el principio “América para los
americanos” ante la intención de las potencias europeas de recuperar sus
colonias en el continente, recientemente independizadas. Esta doctrina se
actualizó en el siglo XX bajo la presidencia de Theodore Roosevelt en el
sentido que, si se afectaba algún interés norteamericano en el extranjero, era
ir contra los propios EEUU. Fue la época
del “gran garrote” y las invasiones a países centroamericanos, colocando aquí y
allá dictadores afines a los intereses de las empresas estadounidenses en el
exterior. Luego del fin de la guerra fría y la implosión de la URSS, la
doctrina Monroe pasó al desván de los recuerdos … hasta el 2025 que el gobierno
de Trump la actualizó.
La
Estrategia de seguridad publicada divide el mundo en zonas de interés para EEUU
de más a menos: 1.- América, 2.- Asia, 3.- Europa, 4.- Medio Oriente, 5.-
África.
América es su principal zona de interés o de influencia
(lo que antes se denominaba su patio trasero). De allí que va a observar
detenidamente el movimiento político en cada país y si se alinea o no con los
intereses de los EEUU. De preferencia se va a apoyar a gobiernos que tengan
sintonía con Trump, aunque teniendo como eje lo que denominan la diplomacia
comercial. Lo que nosotros negociemos con el país del norte y lo que negociemos
con otros países considerados como “hostiles” a los intereses de EEUU (léase
China y Rusia). Se buscaría contar con un “mercado natural” para los productos
y servicios de EEUU.
Si
bien el informe no lo dice textualmente por obvias razones, tampoco se puede
descartar a futuro que se interrumpa la continuidad de un gobierno democrático
en AL si se le considera “hostil” a los intereses norteamericanos. Ya sucedió
con Guatemala en los años 50, con Chile en los 70 y con otros países de la
región. Ahora ya no son necesarios los golpes de estado como antaño, existen
mecanismos más sutiles para conseguirlo.
En
pocas palabras, en América Latina vamos a tener una suerte de democracia
tutelada, a fin de no salirnos del guion que nos impone los EEUU. Volvemos a
ser su “patio trasero”.
La
segunda zona de interés va a estar en Asia, sobre todo para la contención de
China. Ello implica que se aumenta la seguridad en Taiwán y en Japón. A China
se le ve como el gran rival en el siglo XXI al cual hay que atajar cueste lo
que cueste. En ese sentido, no es casual que Japón hable de tener un ejército
ofensivo (actualmente cuenta con uno, pero de carácter defensivo).
La
tercera zona es Europa. El antiguo socio y aliado de los EEUU se encuentra
bastante relegado. Se critica incluso que su civilización ya estaría en
decadencia (el informe alude a un “declive civilizatorio”) y que sus problemas
deben solucionarlos ellos mismos. Lo que anticipa que no habrá ayuda militar
significativa a Europa (aumento en los gastos de defensa por medio de la OTAN)
y en lo inmediato que el problema de Ucrania y de posibles otras anexiones
rusas en el continente deben ser resueltas por los propios europeos. Al
parecer, en esta política transaccional, está dejando a Rusia en bandeja de
plata para que se sirva Ucrania y los países bálticos.
La
cuarta zona, el Medio Oriente, enfatiza que debe ser más una zona de negocios
que de conflictos. Al tener EEUU autonomía energética, el petróleo de Medio
Oriente no es tan prioritario como en el pasado. Más interesado se encuentra en
establecer lazos comerciales de empresas norteamericanas con los países árabes.
Y
la última zona es el África. No le interesa mucho lo que suceda en el
continente, salvo aspectos muy puntuales. Es muy probable que ya no se repitan
más las intervenciones humanitarias en África, y las ayudas de todo tipo sean
recortadas significativamente.
El
plan de Estrategia nacional de 2025 colisiona con los principios más extremos
del movimiento MAGA, de donde Trump proviene, que propone solo preocuparse por
los asuntos internos de Norteamérica y dejar de lado todo lo que son relaciones
internacionales, algo que, como gobierno, los EEUU es imposible lo soslayen,
dada la trascendencia del país del norte. Significa también usar no solo la
herramienta de los aranceles como fue en los primeros meses de la segunda
administración Trump, sino un abanico más amplio que comprende herramientas políticas,
diplomáticas, económicas, comerciales y hasta militares.
En
lo que sí sigue siendo consecuente con el ideario de MAGA es en el bloqueo de
toda inmigración, principalmente latina y africana. Se privilegia la migración
altamente calificada y la de ciudadanos extranjeros que quieran invertir en
EEUU. Se considera también prioritario no perder la delantera en Inteligencia
Artificial y tecnología de punta frente a China.
Esta
estrategia suena a un déjà vu de la guerra fría. Obliga a alinearse en algún
bando, si con los “buenos” (EEUU) o con los “malos” (China, Rusia, Corea del
Norte).
Más
parece un amor tardío, fuera de época y de lugar, anacrónico en los modales y
vetusto en las actitudes, como si el tiempo no habría pasado en vano desde que
EEUU dejó de invertir y de interesarse en América Latina.
En
ese contexto “geopolítico-comercial”, la designación de Perú como “aliado
principal no OTAN” debe ser tomado con pinzas. Todas las inversiones son
bienvenidas en igualdad de oportunidades, sin discriminar una sobre otra. Va a
ser necesario que la cancillería peruana hile muy fino cualquier impasse que en
ese sentido se pueda presentar, sin hipotecarnos a ninguna superpotencia.
Difícil, pero no imposible.
La
finalidad última expresada en esta Estrategia de seguridad nacional es que los
EEUU está luchando con uñas y dientes para no perder frente a China la hegemonía
en el siglo XXI. Como decimos entre nosotros, como gato panza arriba. ¿Lo
lograrán? Es una incógnita todavía no despejada.