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Sunday, December 21, 2025

LA DOCTRINA MONROE REGRESA

 Eduardo Jiménez J.

jimenezjeduardod@gmail.com

@ejj2107


Recientemente ha sido publicada la Estrategia de seguridad nacional de los EEUU, documento que resume las consideraciones geopolíticas en la Era Trump, resucitando la doctrina Monroe.

 

La doctrina Monroe data de 1823 y establecía el principio “América para los americanos” ante la intención de las potencias europeas de recuperar sus colonias en el continente, recientemente independizadas. Esta doctrina se actualizó en el siglo XX bajo la presidencia de Theodore Roosevelt en el sentido que, si se afectaba algún interés norteamericano en el extranjero, era ir contra los propios EEUU.  Fue la época del “gran garrote” y las invasiones a países centroamericanos, colocando aquí y allá dictadores afines a los intereses de las empresas estadounidenses en el exterior. Luego del fin de la guerra fría y la implosión de la URSS, la doctrina Monroe pasó al desván de los recuerdos … hasta el 2025 que el gobierno de Trump la actualizó.

 

La Estrategia de seguridad publicada divide el mundo en zonas de interés para EEUU de más a menos: 1.- América, 2.- Asia, 3.- Europa, 4.- Medio Oriente, 5.- África.

 

 América es su principal zona de interés o de influencia (lo que antes se denominaba su patio trasero). De allí que va a observar detenidamente el movimiento político en cada país y si se alinea o no con los intereses de los EEUU. De preferencia se va a apoyar a gobiernos que tengan sintonía con Trump, aunque teniendo como eje lo que denominan la diplomacia comercial. Lo que nosotros negociemos con el país del norte y lo que negociemos con otros países considerados como “hostiles” a los intereses de EEUU (léase China y Rusia). Se buscaría contar con un “mercado natural” para los productos y servicios de EEUU.

 

Si bien el informe no lo dice textualmente por obvias razones, tampoco se puede descartar a futuro que se interrumpa la continuidad de un gobierno democrático en AL si se le considera “hostil” a los intereses norteamericanos. Ya sucedió con Guatemala en los años 50, con Chile en los 70 y con otros países de la región. Ahora ya no son necesarios los golpes de estado como antaño, existen mecanismos más sutiles para conseguirlo.

 

En pocas palabras, en América Latina vamos a tener una suerte de democracia tutelada, a fin de no salirnos del guion que nos impone los EEUU. Volvemos a ser su “patio trasero”.

 

La segunda zona de interés va a estar en Asia, sobre todo para la contención de China. Ello implica que se aumenta la seguridad en Taiwán y en Japón. A China se le ve como el gran rival en el siglo XXI al cual hay que atajar cueste lo que cueste. En ese sentido, no es casual que Japón hable de tener un ejército ofensivo (actualmente cuenta con uno, pero de carácter defensivo).

 

La tercera zona es Europa. El antiguo socio y aliado de los EEUU se encuentra bastante relegado. Se critica incluso que su civilización ya estaría en decadencia (el informe alude a un “declive civilizatorio”) y que sus problemas deben solucionarlos ellos mismos. Lo que anticipa que no habrá ayuda militar significativa a Europa (aumento en los gastos de defensa por medio de la OTAN) y en lo inmediato que el problema de Ucrania y de posibles otras anexiones rusas en el continente deben ser resueltas por los propios europeos. Al parecer, en esta política transaccional, está dejando a Rusia en bandeja de plata para que se sirva Ucrania y los países bálticos.

 

La cuarta zona, el Medio Oriente, enfatiza que debe ser más una zona de negocios que de conflictos. Al tener EEUU autonomía energética, el petróleo de Medio Oriente no es tan prioritario como en el pasado. Más interesado se encuentra en establecer lazos comerciales de empresas norteamericanas con los países árabes.

 

Y la última zona es el África. No le interesa mucho lo que suceda en el continente, salvo aspectos muy puntuales. Es muy probable que ya no se repitan más las intervenciones humanitarias en África, y las ayudas de todo tipo sean recortadas significativamente.

 

El plan de Estrategia nacional de 2025 colisiona con los principios más extremos del movimiento MAGA, de donde Trump proviene, que propone solo preocuparse por los asuntos internos de Norteamérica y dejar de lado todo lo que son relaciones internacionales, algo que, como gobierno, los EEUU es imposible lo soslayen, dada la trascendencia del país del norte. Significa también usar no solo la herramienta de los aranceles como fue en los primeros meses de la segunda administración Trump, sino un abanico más amplio que comprende herramientas políticas, diplomáticas, económicas, comerciales y hasta militares.

 

En lo que sí sigue siendo consecuente con el ideario de MAGA es en el bloqueo de toda inmigración, principalmente latina y africana. Se privilegia la migración altamente calificada y la de ciudadanos extranjeros que quieran invertir en EEUU. Se considera también prioritario no perder la delantera en Inteligencia Artificial y tecnología de punta frente a China.

 

Esta estrategia suena a un déjà vu de la guerra fría. Obliga a alinearse en algún bando, si con los “buenos” (EEUU) o con los “malos” (China, Rusia, Corea del Norte).

 

Más parece un amor tardío, fuera de época y de lugar, anacrónico en los modales y vetusto en las actitudes, como si el tiempo no habría pasado en vano desde que EEUU dejó de invertir y de interesarse en América Latina.

 

En ese contexto “geopolítico-comercial”, la designación de Perú como “aliado principal no OTAN” debe ser tomado con pinzas. Todas las inversiones son bienvenidas en igualdad de oportunidades, sin discriminar una sobre otra. Va a ser necesario que la cancillería peruana hile muy fino cualquier impasse que en ese sentido se pueda presentar, sin hipotecarnos a ninguna superpotencia. Difícil, pero no imposible.

 

La finalidad última expresada en esta Estrategia de seguridad nacional es que los EEUU está luchando con uñas y dientes para no perder frente a China la hegemonía en el siglo XXI. Como decimos entre nosotros, como gato panza arriba. ¿Lo lograrán? Es una incógnita todavía no despejada.