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Sunday, August 03, 2025

LAS CONSECUENCIAS DE REGALAR LAS NOTAS

 Eduardo Jiménez J.

jimenezjeduardod@gmail.com

@ejj2107


Es el título del artículo de un catedrático español, Francisco Tapiador, sobre un hecho que se está volviendo sintomático tanto en Europa como en este lado del mundo: el otorgar inmerecidamente las notas a estudiantes que no cumplen con los requisitos académicos para obtenerlas (Las consecuencias de regalar las notas. Francisco Tapiador. En: https://www.lavozdegalicia.es/noticia/opinion/2025/06/04/consecuencias-regalar-notas/0003_202506G4P16991.htm)

 

En principio, el fenómeno no es exclusivo de acá, sino que se replica también en España y, hasta donde tengo entendido, algo similar sucede en universidades de Francia e Italia. El facilismo de “regalar notas” sin las exigencias académicas necesarias.

 

Como señala Tapiador, el hecho se produce en primer lugar por el temor del docente a las evaluaciones de los estudiantes, quienes “le pondrán una cruz” al docente que cumple con los requisitos académicos, que es exigente, es decir lo evaluarán mal, por lo que decide no hacerse problemas y aprobar a todos. Asimismo, indica, esas evaluaciones sirven para dar bonificaciones extras al profesor y hasta para subir en el escalafón universitario, por lo que es un incentivo maligno que produce a su vez una lógica perversa: Los profesores exigentes con el cumplimiento de los requisitos académicos serán relegados y los profesores regalones, apruebatodos, serán premiados, generando una enseñanza mediocre en la universidad, lo cual se agrava si el propio “centro de estudios” fomenta esa cultura facilista.

 

Igual sucede en el lado del estudiante. Se desincentiva la exigencia académica en el estudiante y más bien se promueve la medianía, lo cual, a su vez, produce profesionales poco preparados para los requerimientos que demanda el mundo moderno, por lo que posiblemente estos no serán contratados en cargos bien pagados que requieren mucha presión, responsabilidad y creatividad para resolver problemas. (El problema de regalar la nota en la universidad no es solo que sea injusto con los mejores estudiantes, con los que se esfuerzan y trabajan, sino que mina la base económica de un país moderno como España. La competitividad de nuestra economía se basa en tener una mano de obra muy cualificada. Ninguna empresa puntera se instala donde no puede garantizar un flujo constante de ingenieros y técnicos. Pero, además de tener muchos donde elegir, tienen que ser buenos. Tienen que estar bien formados, y tiene que ser gente que haya demostrado que es capaz de resolver problemas que nunca haya visto antes, porque ese es el día a día de las empresas que innovan, las competitivas: responder gracias a unos conocimientos sólidos a los desafíos que aparecen cuando se crea lo que nadie ha hecho antes. (Op. Cit., en cursiva y negrita nuestro).

 

Lo cual se va a agravar con el uso intensivo de Inteligencia Artificial que hará desaparecer muchos puestos de trabajo y el profesional que no se encuentre adecuadamente preparado será relegado a puestos poco competitivos, con menores ingresos o, peor aún, en el desempleo absoluto. Al final de cuentas, se le hace un flaco servicio al propio estudiante al regalarle las notas en su formación académica.

 

Tapiador también indica que existe la creencia que el simple hecho de ingresar a una universidad da derecho al título profesional sin esforzarse demasiado. Si bien los estudios universitarios, señala, son parte del ascenso social meritorio de una persona, no por ello inmerecidamente se les va a regalar el título sin el necesario esfuerzo académico, por lo que las universidades que fomentan estas políticas facilistas serán las que estén en un menor ranking de excelencia académica. Es un círculo vicioso que se retroalimenta.

 

Tapiador lo contextualiza en el mundo competitivo de los profesionales en la Unión Europea; pero el problema también se observa en esta parte del mundo, donde el facilismo académico, el terror de los docentes a las encuestas estudiantiles (las que el autor recomienda deben ser atenuadas) y, en el caso de las universidades de paga, el temor a “perder clientes” (estudiantes), y, en las públicas, “razones sociales” (es madre soltera, tiene cinco hijos, estudia y trabaja a la vez, etc.), producen profesionales poco aptos para el exigente mundo contemporáneo, propiciando que al momento de la contratación, como vimos en anterior artículo, los empleadores prefieran a estudiantes de ciertas universidades y excluyan a las de poca exigencia en la preparación universitaria, perjudicándose así el propio estudiante que dentro de la universidad se le permitió el facilismo de pasar de un ciclo a otro, u obtener el título, sin las necesarias exigencias que requiere su calificación profesional.

 

Al final, la colocación en una empresa de cierto prestigio será menor para un estudiante versus otro al que sí se le considere mejor preparado por la universidad de procedencia. Al poco preparado le quedará empleos de baja calidad, el desempleo, o, dedicarse a trabajos ajenos a lo que estudió.

 

Sería interesante un estudio integral que haga el seguimiento a los estudiantes que egresaron de universidades con y sin excelencia académica, públicas o privadas, dónde se encuentran ahora, qué carrera estudiaron y qué trabajo desempeñan, cuánto perciben de ingresos, son o no líderes e innovadores en su especialidad. Creo que daría más de una sorpresa.