Por: Eduardo Jiménez J.
ejimenez2107@gmail.com
@ejjj2107
En el 2009, por los 40 años del concierto de Woodstock,
Ang Lee (Cabalgata con el diablo, El
tigre y el dragón, Secreto en la montaña, etc.), uno de los principales realizadores
contemporáneos, quiso rendirle un homenaje al concierto que marcó una etapa en
la historia de Occidente.
No buscĂł reproducir el concierto en si (no vamos a
apreciar ninguno de los temas ni cantantes y grupos que se presentaron), sino
reflejar la cultura de aquella época a través de personajes que estuvieron en
un segundo plano.
Comenzando con Elliot Tiber (Elliot Teichberg en la
pelĂcula) dirigente de la Cámara de Comercio de Bethel que autoriza el festival
en el condado, cuando fue rechazado por la comunidad del condado vecino de
Woodstock. Podemos decir que Elliot salvĂł el festival, dado que ya se habĂan
vendido entradas y el fracaso iba a ser inminente de no encontrar un lugar
apropiado. Realmente se la jugĂł contra viento y marea para que el condado aloje
a los melenudos y desarrapados hippies. Si bien en el filme solo se insinĂşa, lo
cierto es que Tiber ya era un activista de los derechos gay desde esa época,
con una vida secreta en la ciudad de Nueva York y un conservador administrador
del motel de sus tĂos y dirigente de la comunidad en el condado agrĂcola de
Bethel.
Otro personaje que aparece fue Max Yasgur. PrĂłspero
empresario agrĂcola que con fino olfato comercial ofreciĂł en alquiler sus
campos para el concierto. Claro, fueron 75,000 dĂłlares los que lo convencieron
para alquilar su granja, una pequeña fortuna en la época.
Y, no podĂa faltar Michael Lang, la cabeza del conjunto
de organizadores del festival. Como declarĂł posteriormente, no sabĂa que
estaban haciendo historia. La forma relajada de Lang de enfrentar los problemas
y el carisma personal que tiene, como se aprecia en la pelĂcula, es bastante
cierto. Hasta en los momentos más difĂciles era un hombre que no perdĂa la
calma y mostraba una simpatĂa difĂcil en momentos crĂticos. Sin Lang quizás el
festival hubiese naufragado.
Taking Woodstock narra todos esos pequeños detalles
que no vemos en el célebre documental de 1969. Tiene solo algunos puntos de
contacto como referencias que nos van a retrotraer hacia aquellos años. Ang Lee
fue bastante cuidadoso en la recreación de la época y sobretodo en el ambiente
que se respiraba, donde tres dĂas fueron Ăşnicamente de paz y mĂşsica. Ahora que
se cumplen los 50 años del festival merece revisarse de nuevo Taking Woodstock.