Sunday, June 19, 2022

DE FÚTBOL Y POLÍTICA

 

Eduardo Jiménez J.

ejimenez2107@gmail.com

@ejj2107

 

Para nadie es secreto que el fútbol profesional peruano es un desastre. No hay semilleros, no existen escuelas de fútbol ni infraestructura decente, al primer roce internacional nos dan con palo y, por añadidura, una dirigencia que ha visto la oportunidad de vivir del más popular deporte. Es cierto que haber clasificado a Qatar nos habría mantenido en una ilusión por cinco meses. Nada más. Igual que en Rusia 2018 a la semana nos tendríamos que haber regresado. Quizás con un penal mal ejecutado que serviría de chivo expiatorio.

 

En resumen, el fútbol peruano se parece mucho a la sociedad peruana. No es una isla. Tiene sus taras y regresiones. Igual que en nuestra política, si no, de dónde provienen los dirigentes deportivos y dirigentes políticos. Sus nombres son perfectamente intercambiables.

 

Y el fútbol da respiro a los que están en el poder. Como en otros países, es casi una religión, mueve la economía y se vive con fe cada partido. El llamado hincha israelita es buen ejemplo de esa fe con que se vive por la bicolor. Y el triunfo o derrota de la selección pasa factura a quienes usufructúan el poder. Da respiro o se acortan plazos. Fútbol y política tienen vasos comunicantes bastante directos, y los que están en el poder político lo saben muy bien.

 

Si bien un triunfo de la selección hubiese aumentado en algo el PBI, los más optimistas no creen que habría pasado del 1% adicional. El rubro textil habría sido el más beneficiado, seguido de restaurantes, y ventas de televisores y celulares.

 

Tal como están las cosas, veo difícil que se haga una reforma del fútbol. No existe voluntad política, sino mantener las cosas como están. Los seleccionados que representaron a la bicolor hasta Qatar tenían roce internacional, y algo más, dejaron todo en la cancha. Los escándalos con vedettes en las concentraciones un día antes de un partido como sucedía antaño no se han repetido. Incluso otrora había entrenadores que apañaban esto y hasta les conseguían “hembritas y trago” a los jugadores. Hasta en eso se parecen al peruano común: juergueros, borrachos y putañeros.

 

Gareca les puso un orden, una estrategia y una visión que otros entrenadores carecían o no quisieron hacer. Con recursos limitados hizo bastante. Marca un antes y un después. Si se va y viene otro que continúe con las cosas como están, congraciándose con las dirigencias deportivas, al fútbol peruano le espera una larga noche, similar a la que pasó entre España 82 y Rusia 2018: mediocridad, derrotas y frustración.

 

Saturday, June 11, 2022

HABLEMOS DE EVA

 

Eduardo Jiménez J.

ejimenez2107@gmail.com

@ejj2107

 

Pocas películas dejan huella y se mantienen tan vigentes como Hablemos de Eva (All About Eve) de Joseph Leo Mankiewicz.

 

Más allá de la anécdota del guion (una anónima actriz arribista que por todos los medios trata de posicionare en primer plano), Hablemos de Eva toca un tema esencial a la condición humana: ¿serías capaz de vender tú alma al diablo por lo que más deseas? En cierta manera es el argumento del mito de Fausto, solo que en personajes más corrientes que el célebre sabio medioeval.

 

Todos tenemos algo de Eva, de allí que nos identificamos con el personaje. En algún momento de nuestras vidas hemos ido más allá del bien y del mal por algo o alguien que deseamos. Ha sido parte de la sobrevivencia humana, usando la astucia y la inteligencia. Todos hemos sido Eva en algún momento de nuestras vidas.

 

Pero el éxito de la película y esa vigencia que tiene a pesar de los 70 años que acaba de cumplir obedece también a la puesta en escena de Mankiewicz, guionista y director, muy sensible al alma femenina y a las rivalidades entre mujeres, más sofisticadas que las existentes entre hombres.

 

Confluyó un magnífica guion, actores que encajaron en el papel y un productor, Darryl Zanuck, que ponía pies a tierra a Mankiewicz cada vez que tenía excesivos “vuelos literarios” que harían la trama compleja para el espectador común (la escena inicial donde Eva recibe el premio iba a tener distintos puntos de vista); no obstante se las arregló para contar la historia desde diferentes personajes que conocieron a Eva en distintos períodos de su meteórico ascenso.

 

Y, a diferencia del cuento en que basó su guion (The Wisdom of Eve de Mary Orr, aparecido en la revista Cosmopolitan algunos años antes), lo enriqueció con personajes secundarios inolvidables. El primero, el crítico teatral Addison DeWitt, magistralmente interpretado por el actor inglés George Sanders, suerte de Mefistófeles moderno que le pone el precio a Eva para ascender en su carrera: tendrá que hacer todo lo que él le diga si quiere surgir en ese mundo. Hasta un pequeño toque de humor con una rubia despistada, interpretado por Marilyn Monroe, muy en caja con los papeles que haría después. O el productor Max Fabian, como todo productor preocupado por los costos que se incrementan y no se ve ganancia todavía.

 

La escena final es memorable. La joven estudiante Phoebe que se ha introducido subrepticiamente en el cuarto de Eva, una vez que esta le da el trofeo ganado por su performance teatral, se la ve agradeciendo la entrega del premio y haciendo reverencias frente a un espejo que multiplica su imagen: las Evas se repiten al infinito. No es un solo caso de arribismo, son miles o millones, quizás tantos como seres humanos existen sobre el planeta.

 

Pero la película trae también otros temas que al ambientarlos en el mundo de los actores (que también conocía en sus egos Mankiewicz) lo potencia: el envejecimiento versus la juventud. Margo Channing, interpretado por Bette Davis, sabe que los papeles de dama joven debe ir abandonándolos por su edad. Actriz consagrada, ya en los cuarenta, sabe bien que los papeles de jovencita ya pasaron para ella y debe abocarse a otros más acordes con su edad física. En cierta forma era lo que ya le estaba sucediendo a Bette Davis en la vida real.

 

Y una reflexión final. ¿Vale la pena tanto esfuerzo de alcanzar el poder o la cima “como sea” como le sucede a Eva?

 

A Eva se le nota cansada de tanto esfuerzo. Consiguió lo que quería. Tiene las puertas abiertas para escoger papeles y pronto se va a Hollywood a filmar su primera película. Pero no es feliz. Se le nota no solo cansada, sino hasta aburrida, harta de todo. Quizás como Fausto se da cuenta que al final tanto esfuerzo no valió la pena.