En el procedimiento de revocatoria del mandato de una autoridad elegida, hay que diferenciar distintos elementos y planos que se encuentran entrelazados y a veces impiden apreciar el problema en su conjunto.
En primer lugar, la iniciativa para revocar a una autoridad municipal es perfectamente legal y democrática. Se encuentra establecida en la propia Constitución Política (art. 2º, inc. 17, y art. 31º) y en la ley 26300, ley de derechos de participación y control ciudadanos, uno de cuyos derechos es precisamente la revocatoria de autoridades. Conforme a la mencionada norma, la revocatoria alcanza a los alcaldes, regidores, presidentes regionales y magistrados elegidos por elección popular, debe estar fundamentada (es decir, se debe explicar las razones que la originan), pero no requiere ser probada.
Este último extremo (la no necesidad de probanza) obedece a que la revocatoria es un derecho por medio del cual, en un contrabalance de poderes entre el pueblo y quien detenta un cargo público, el primero “le quita el mandato otorgado” a la autoridad cuestionada. Le retira la confianza que le depositó en las urnas. Puede ser por distintas razones, ello la ley no lo señala (es lo que en derecho se denomina numerus apertus). Hipotéticamente podría ser hasta porque a los ciudadanos no les gusta el color de camisas que usa el revocado. Pero, por lo general los procesos de revocatoria han obedecido a ineficiencia absoluta de la autoridad elegida y/o corrupción extrema.
Una institución distinta es la vacancia, la cual sí se encuentra establecida por causal específica en la ley (numerus clausus) y requiere necesariamente ser probada, teniendo derecho el vacado, como medios de defensa, al uso de recursos impugnatorios y a la doble instancia (que su caso sea revisado por una instancia superior, de serle desfavorable la decisión inicial). Por ejemplo, la Ley Orgánica de Municipalidades, ley 27972, en el artículo 22º establece las causales de vacancia del cargo de alcalde o regidor, y el artículo 23º el procedimiento, así como los medios de defensa a que tiene derecho el vacado.
Volviendo a la institución de la revocatoria, para la solicitud se requiere de la adherencia del veinticinco por ciento de los electores de la circunscripción electoral en la cual fue elegida la autoridad cuestionada, hasta un máximo de 400,000 firmas. Para conseguir la revocatoria es necesario la mitad más uno (mayoría absoluta) de electores.
Por la infraestructura demandada para conseguir firmas y revocar a la autoridad edil de una ciudad como Lima, no es fácil, dada la complejidad y dimensiones de la capital. Se requiere gran financiamiento económico, contratación de personal ad hoc que recabe firmas, compra del kit para la revocatoria, alquiler de locales, propaganda en los medios, etc. Tampoco es imposible.
Desde el punto de vista de las Ciencias Políticas, la revocatoria y las demás instituciones de la democracia directa son formas efectivas de “democracia subsidiaria”, es decir de apoyo a la democracia representativa. Tengamos presente que el sistema político dominante en el mundo es el de la democracia representativa, históricamente bastante “joven” (tiene algo así como 500 años de vigencia), el cual cuenta con muchas imperfecciones. Una manera de “equilibrar” un poco esas imperfecciones es recurriendo a instituciones de la llamada democracia directa, forma democrática mucho más antigua y que data de la Grecia clásica. Dentro de las instituciones de la democracia directa moderna encontramos, entre otras, al referéndum, la iniciativa para la formación de leyes, la revocatoria y ahora último la consulta previa.
Claro, como en todas las instituciones, sea de la democracia directa o representativa, los operadores políticos la pueden llevar a niveles de distorsión extrema cuando usan y abusan de estas deviniendo, en especial las instituciones de la democracia directa, en lo que se conoce como “democracia plebiscitaria”: el uso recurrente del mandatario de consultas al pueblo a fin de ganar legitimidad y buscar perpetuarse en el poder. En la actualidad es el caso de las “repúblicas chavistas”, donde el mandatario conocedor que ganará la consulta, la promueve (ejemplo: promueve, en un momento que la aprobación ciudadana lo favorece, “la reforma constitucional” para reelegirse en forma indefinida). Es una variante del viejo argumento “la voz del pueblo es la voz de Dios”.
No obstante los excesos que pueden producirse, la eliminación de las instituciones de democracia directa y, en especial, de la revocatoria, no es la solución. Se dice que es usada como “cargamontón político” por los que perdieron la elección contra el alcalde o presidente regional en ejercicio. Otros, creyendo haber descubierto la pólvora, sostienen que es un mecanismo ajeno a la democracia representativa. (Obvio, como que pertenece más bien a la democracia directa). Lo cierto es que los argumentos de quienes sostienen la eliminación de la institución son bastante débiles. Con la misma lógica podríamos argumentar que también se elimine la elección directa para el cargo de presidente de la república y congresistas, en vista que existen manipuladores y demagogos que distorsionan el voto popular y por eso tenemos congresistas y hasta presidentes francamente impresentables. El asunto va más por perfeccionar la revocatoria que eliminarla.
En Perú, el derecho de este ejercicio ciudadano tiene un amplio expertise, sobretodo contra autoridades municipales. No es nuevo; lo que sucede es que por vez primera acontece con el alcalde nada menos que de la capital. Ya no es una lejana provincia con escasos electores, sino la misma ciudad de Lima.
En el caso concreto de Susana Villarán, el argumento esgrimido por quienes promueven su revocatoria es la ineficiencia de la alcaldesa. No dicen que sea corrupta, ni existen indicios serios de corrupción en su entorno. Sus detractores no denuncian que existan casos tipo Comunicore o de la “vía expresa” en la avenida Faucett, como fueron notorios en gobiernos edilicios pasados tanto de Lima metropolitana como de la provincia constitucional del Callao. Se circunscriben más bien a la ineficiencia y para ello exhiben como “pruebas” desde el vano intento de poner orden en el tránsito de Lima y renovar la flota de transporte público, pasando por iniciativas infelices como la “zona rosa”, el nombramiento en un cargo importante del municipio sin contar con méritos propios de la hija de un conocido congresista de izquierda, hasta la arena que se la llevó el mar en la playa La Herradura.
Si efectuamos un juicio desapasionado del primer año de Villarán, su gestión ha sido regular y libre de sonados casos de corrupción (lo que ya es mucho decir en gobiernos peruanos de distinto tipo, color y tamaño). Es cierto que su equipo de trabajo “no ha prendido fuego”. Con experiencia más a nivel de ONGs y consultorías, difícilmente han podido manejar las riendas de un gobierno tan complejo como el limeño. A ello hay que sumar el muy posible “sabotaje” que la oposición a su gestión (y que aspira a reemplazarla en una eventual revocatoria, no seamos ingenuos) esté haciendo al interior del propio municipio.
De atenernos a los cálculos de tiempo que conlleva este proceso, en el mejor de los casos la consulta ciudadana sería para el segundo semestre del año y de ser positiva recién en el subsiguiente (2013) se podría convocar a una nueva elección para alcalde provincial, completando Villarán de esta manera casi tres de los cuatros años de su mandato como alcaldesa; pero con un déficit serio: ya no tendría iniciativa para las acciones de mejoramiento de la ciudad. Sufriría un proceso de desgaste y paralización que le impediría cualquier iniciativa, contentándose apenas con administrar Lima “tal como está”, con perjuicio obviamente para todos los vecinos.
El otro escenario sería que los promotores de la revocatoria no consigan las firmas necesarias o de conseguirlas no ganen la consulta, dado que se requiere mayoría absoluta de toda la población electoral limeña, algo sumamente difícil. Si fuese así, Villarán sería ratificada y saldría fortalecida políticamente. Un tanto maltrecha, pero fortalecida.
Por otra parte, quizás el descontento que con respecto a su gestión se percibe en el ambiente, como lo demuestran los sondeos que se han realizado, obedece a las grandes expectativas que generó su candidatura. No es solamente “cuatro loquitos conspiradores ayudados por la prensa más reaccionaria” los que están detrás (incluyendo, al parecer, a dos ex alcaldes perdedores en las elecciones pasadas y que desean afanosamente regresar a sus cargos ediles). Si fuese así, jamás prosperaría la revocatoria, por más ayuda financiera y mediática que tuviese.
No es solamente una campaña de desprestigio la que explica su baja aceptación edilicia, existe una base social de descontento hacia la gestión de Villarán y creo que esa base se explica por las grandes expectativas generadas y no cumplidas. Se “respiraba” la esperanza que con ella (luego de subir a los primeros puestos en las elecciones municipales pasadas por tacha de uno de los principales candidatos) podía generarse “un gran cambio” en Lima, acompañado de una gestión más trasparente y “sana”. Salvo lo último, eso no sucedió. Más quedó en promesa que en realidad.
A lo que se debe sumar que la alcaldesa “no ha sintonizado” con sus vecinos. La “sintonía” es más intuitiva, obedece al “olfato político” de la autoridad elegida, algo de lo que Villarán al parecer carece. Puede tener buenas intenciones, pero le falta “olfato político”. De allí sus reiteradas “metidas de pata”.
Susana Villarán tenía un gran reto cuando salió elegida: estar a la altura del cargo conferido. No solo porque era la primera mujer elegida como alcaldesa de la capital por elección popular; sino –y más importante- debido a que por segunda vez, luego de más de veinticinco años, la izquierda regresaba al municipio de Lima, desde que en 1983 el desparecido Alfonso Barrantes ganase la alcaldía al frente del conglomerado Izquierda Unida. Era un gran reto que, en honor a la verdad, Villarán no ha sabido estar a la justa medida. Ni ella ni su equipo. Lo más sensato es que termine su periodo edil, que lo termine bien de ser posible, luego haga sus maletas y se vaya.
Tal como están las cosas no creo que piense en la reelección, porque en esa empresa los dioses no la van a acompañar y va a tener muchas fuerzas en contra. Como dijo un analista político, en estos difíciles meses que se le vienen a Villarán, la mejor actitud que puede tener es seguir trabajando como si el proceso de revocatoria no existiese. Y, yo añadiría, ojalá atine mejor en las propuestas que realiza.
Eduardo Jiménez J.
ejjlaw@yahoo.es
Wednesday, January 18, 2012
Tuesday, January 10, 2012
ITALIANO PARA PRINCIPIANTES
Y terminé el curso básico de italiano¡¡¡ Inimaginable tres meses atrás, cuando me enfrasqué en la azarosa aventura de estudiar cinco ciclos consecutivos de italiano en la modalidad presencial y de forma superintensiva, sin respiro, todos los días, a razón de tres horas por día, de lunes a viernes, en el peor horario para aprender cualquier cosa: la tarde, cuando el alumno (y el profesor también) se encuentran en plena digestión del almuerzo, con la molicie del cansancio matutino y la tentación de una “siestecita” reparadora casi casi imposible de resistir.
Pero lo hice. Bueno, fue más motivado por una necesidad. Para optar el grado de magíster es necesario, entre otros requisitos, conocer un idioma extranjero. Y eso era lo único que me faltaba para que me declaren “expedito” y poder solicitar fecha para la sustentación de mi tesis (que, sinceramente, no es nada del otro mundo).
Ya el año anterior había comenzado a estudiar el curso los fines de semana; pero, los azares de esos meses impidieron que lo acabe. Uno, porque la universidad entró en receso por reorganización (es una universidad estatal donde llevé la maestría), en vista que al Rector saliente le gustó tanto el cargo que no quería convocar elecciones para elegir a su sucesor. Dos, en la U donde laboro (esta sí particular, con clases todos los días, incluyendo sábados, domingos y feriados), en esa época estaba a tiempo completo, tan completo que no me alcanzaba tiempo ni para gozar del padecimiento de mi alergia, que se volvió bastante recurrente (para saber de qué hablo, léase mi crónica anterior titulada Un resfrío). Tres, y no menos importante, porque desaprobé el segundo ciclo con diez. Una humillación para mí, una suerte de derrota personal.
Honestamente ese segundo ciclo del año anterior no había estudiado lo suficiente y había faltado con bastante frecuencia a clases; y, si bien, estuve tentado a usar una vieja táctica de los alumnos más despiadados y sin escrúpulos: “empapelar” al profesor para presionarlo y me apruebe, una vez tranquilizado, respiré hondo, reflexioné y acepté la derrota. Solo me quedaba “sacarme la espina”. Pensé en dar un examen de suficiencia, pero era arriesgar el todo por el todo, y más aún cuando en un anterior examen de clasificación me habían regresionado sin asco al I Ciclo.
Como en toda guerra que quieres ganar, el asunto era cómo, cuando y dónde presentarse a dar la batalla.
Pero, los dioses jugaron a mi favor. Felizmente, después de mucho tiempo, en el segundo semestre del año que terminó (2011) no enseñaba ni en la tarde (salvo los jueves) ni en la noche, por lo que tenía libre para estudiar el idioma, como iniciar mi doctorado que, por razones laborales, lo tenía un tanto postergado. Así que hice “de tripas, corazón” y me matriculé en el dichoso curso.
Recuerdo que el 29 de Setiembre era la primera clase. Ese día no pude asistir ya que era jueves y dictaba en la U, así que me presenté al día siguiente, el 30. Encontré cerrado el local, creo que por elecciones internas en la universidad o algo parecido. Mal presagio me dije. Me di media vuelta y me regresé a casa.
Volví el lunes siguiente, poco antes de las tres, para saber qué se había hecho. Felizmente encontré abierto el instituto de idiomas. Pregunté en administración dónde se encontraba mi aula y me dirigí presto.
Siempre hay un temor inicial a lo nuevo y cuando se trata de enseñanza, al profesor que te va a tocar, que ruegas al cielo sea bueno, más tratándose de un idioma extraño. El segundo es a tus compañeros de aula, con los cuales vas a convivir un período de tiempo.
El primer temor se desvaneció casi al instante. De nuevo los dioses me favorecieron y tuvimos un buen profesor, con estrategias didácticas que hacían entretenida su clase, pese al horario y, mejor aún, se aprendía jugando. Eso nos ayudó enormemente a fin de asimilar los rudimentos de una lengua distinta a la materna que, en el caso del italiano, uno cree que es fácil por la pronunciación (razón por la cual muchos, entre ellos yo, lo eligen como “idioma extranjero” para los trámites curriculares), pero su gramática es tan complicada y enredada como la del español, y si no dominas medianamente tú “idioma mamado”, mucho más difícil será dominar una lengua diferente. La verdad es un idioma que no se termina de aprender, pero si uno le agarra el gusto y las ganas, puede continuar. Y eso fue lo que pasó gracias al profesor que nos tocó en suerte. No hacía pesada la enseñanza, sino todo lo contrario, tomándole cariño a esta cálida lengua mediterránea.
El segundo temor, por arte de magia, también se desvaneció casi enseguida de haber pisado por vez primera el aula de clases. Si bien éramos un grupo bastante heterogéneo en edad y en profesiones: alumnos que iban desde los veintitantos hasta cincuentones y sesentones; así como procedentes de distintas profesiones (desde ingenieros renegados de las letras hasta educadores, sociólogos y abogados renegados de las matemáticas), y con diferentes proyectos de vida (estaban los muchachos que recién empiezan su vida profesional hasta aquellos, como yo, que la tienen bastante avanzada), pudimos convivir todos y hasta desarrollar nuevas amistades “intergeneracionales”. Fue divertida esa convivencia.
Las prácticas son esenciales para aprender un idioma nuevo, para ello es importante con quién puedes practicar. Y, por tercera vez me favorecieron los dioses. Me tocó de compañero para las prácticas un médico que, al igual que este servidor, estaba urgido de obtener el grado pero, a diferencia mía, con gran habilidad para conocer otras lenguas. Sabe el francés, el inglés, un poco de portugués, y ahora la lengua de Manzoni. Hicimos “química” desde la primera clase y a él le preguntaba cuando tenía alguna duda. Igual sucedió con otra compañera, educadora ella, con la cual armamos los equipos de trabajo para las actividades grupales. Recuerdo que la actividad final fue cantar una canción en italiano delante de todos. Elegimos una de Ricos y Pobres “Será porque te amo”, con un quinteto de voces: dos mujeres y tres hombres. (Io canto al ritmo dolce tuo/respiro/ è primavera/sará perché ti amo).
En lo que respecta a mí puedo decir, en honor a la verdad, que el mundo del canto no ha perdido mucho con mi participación. Fue “mi debut y despedida” de las tablas.
Felizmente mi compañera de grupo, la educadora, era bastante responsable y prácticamente tuvo en sus manos la organización de la actividad, incluyendo las coreografías que debíamos hacer “en el escenario”. Gracias a ella pudimos salir airosos de los trabajos en equipo, en una época complicada para mí entre exámenes finales y presentación de trabajos en el doctorado, presentación de monografías de fin de año en un diplomado sobre docencia universitaria que estoy llevando, exámenes finales y cierre de actas en la U donde laboro, así como la redacción final de mi tesis para la maestría, amén de los artículos para El Observador y Lagartocine. Vivía con el tiempo al milímetro, estresado, con la adrenalina al máximo, bastante tenso, pero cumplí con todo, incluyendo el curso de italiano, obteniendo 16 en el examen final. Me “saqué el clavo”.
La pasamos bien y ese curso de cerca de tres meses terminó, como no podía ser de otra manera, con una cena en un restaurante italiano: “Il buon mangiare”. Cena no exenta de emotivos discursos como el de mi compañera de estudios que, como buena educadora, aconsejó a los más jóvenes, con útiles lecciones de vida. O la “revelación pública” de la parejita de jóvenes estudiantes que deciden unir sus vidas en matrimonio para compartirla “hasta que la muerte los separe”. Es hermoso ver como los sueños se nutren de vida. Me hizo recordar mi “juventud biológica”.
Espero también se cumpla el sueño de nuestro querido maestro de regresar algún día a Italia, luego de una ausencia bastante prolongada, de más de quince años. Los trabajos como profesor de idiomas, los asuntos domésticos cotidianos y las tribulaciones de la vida, muchas veces se lo impiden. Yo se en carne propia como es eso. El profesor realmente no tiene “vacaciones fijas” porque te pueden llamar inesperadamente para un curso de verano y te arruinan los planes de ir a la playa con tú familia por una temporada; o también cuando tenías proyectado hacer un viaje o unos estudios, te proponen enseñar en un horario que “choca” con tus proyectos más personales, los que debes postergar una vez más, debiendo muchas veces aceptar las propuestas de enseñanza solo por razones de sustento económico.
Haciendo una analogía podemos decir que con el italiano fue como en esos matrimonios por interés. Te casas sin amor (en el caso por creer que es un idioma fácil), pero en el camino le vas tomando cariño y descubres, como en la mujer con la cual te has casado sin amarla, que es hermosa y tiene otras cualidades más allá de lo crematístico. Tan hermosa que el Dante la eligió como lengua (y no el latín, como era usual en aquella época) para escribir su “Divina Comedia”.
En fin, no me arrepiento de haber llevado el curso de “italiano para principiantes”. Tanto por las amistades hechas como por las entretenidas clases. Solo espero que se cumplan los buenos deseos de mis queridos compañeros, que sus sueños se cristalicen. Total, el ser humano es eso: un ser que vive de sueños, mirando siempre al futuro. O, como diría Woody Allen en una de sus últimas películas, un ser que no solo vive de realidad, sino también de ilusiones.
Eduardo Jiménez J.
ejjlaw@yahoo.es
Pero lo hice. Bueno, fue más motivado por una necesidad. Para optar el grado de magíster es necesario, entre otros requisitos, conocer un idioma extranjero. Y eso era lo único que me faltaba para que me declaren “expedito” y poder solicitar fecha para la sustentación de mi tesis (que, sinceramente, no es nada del otro mundo).
Ya el año anterior había comenzado a estudiar el curso los fines de semana; pero, los azares de esos meses impidieron que lo acabe. Uno, porque la universidad entró en receso por reorganización (es una universidad estatal donde llevé la maestría), en vista que al Rector saliente le gustó tanto el cargo que no quería convocar elecciones para elegir a su sucesor. Dos, en la U donde laboro (esta sí particular, con clases todos los días, incluyendo sábados, domingos y feriados), en esa época estaba a tiempo completo, tan completo que no me alcanzaba tiempo ni para gozar del padecimiento de mi alergia, que se volvió bastante recurrente (para saber de qué hablo, léase mi crónica anterior titulada Un resfrío). Tres, y no menos importante, porque desaprobé el segundo ciclo con diez. Una humillación para mí, una suerte de derrota personal.
Honestamente ese segundo ciclo del año anterior no había estudiado lo suficiente y había faltado con bastante frecuencia a clases; y, si bien, estuve tentado a usar una vieja táctica de los alumnos más despiadados y sin escrúpulos: “empapelar” al profesor para presionarlo y me apruebe, una vez tranquilizado, respiré hondo, reflexioné y acepté la derrota. Solo me quedaba “sacarme la espina”. Pensé en dar un examen de suficiencia, pero era arriesgar el todo por el todo, y más aún cuando en un anterior examen de clasificación me habían regresionado sin asco al I Ciclo.
Como en toda guerra que quieres ganar, el asunto era cómo, cuando y dónde presentarse a dar la batalla.
Pero, los dioses jugaron a mi favor. Felizmente, después de mucho tiempo, en el segundo semestre del año que terminó (2011) no enseñaba ni en la tarde (salvo los jueves) ni en la noche, por lo que tenía libre para estudiar el idioma, como iniciar mi doctorado que, por razones laborales, lo tenía un tanto postergado. Así que hice “de tripas, corazón” y me matriculé en el dichoso curso.
Recuerdo que el 29 de Setiembre era la primera clase. Ese día no pude asistir ya que era jueves y dictaba en la U, así que me presenté al día siguiente, el 30. Encontré cerrado el local, creo que por elecciones internas en la universidad o algo parecido. Mal presagio me dije. Me di media vuelta y me regresé a casa.
Volví el lunes siguiente, poco antes de las tres, para saber qué se había hecho. Felizmente encontré abierto el instituto de idiomas. Pregunté en administración dónde se encontraba mi aula y me dirigí presto.
Siempre hay un temor inicial a lo nuevo y cuando se trata de enseñanza, al profesor que te va a tocar, que ruegas al cielo sea bueno, más tratándose de un idioma extraño. El segundo es a tus compañeros de aula, con los cuales vas a convivir un período de tiempo.
El primer temor se desvaneció casi al instante. De nuevo los dioses me favorecieron y tuvimos un buen profesor, con estrategias didácticas que hacían entretenida su clase, pese al horario y, mejor aún, se aprendía jugando. Eso nos ayudó enormemente a fin de asimilar los rudimentos de una lengua distinta a la materna que, en el caso del italiano, uno cree que es fácil por la pronunciación (razón por la cual muchos, entre ellos yo, lo eligen como “idioma extranjero” para los trámites curriculares), pero su gramática es tan complicada y enredada como la del español, y si no dominas medianamente tú “idioma mamado”, mucho más difícil será dominar una lengua diferente. La verdad es un idioma que no se termina de aprender, pero si uno le agarra el gusto y las ganas, puede continuar. Y eso fue lo que pasó gracias al profesor que nos tocó en suerte. No hacía pesada la enseñanza, sino todo lo contrario, tomándole cariño a esta cálida lengua mediterránea.
El segundo temor, por arte de magia, también se desvaneció casi enseguida de haber pisado por vez primera el aula de clases. Si bien éramos un grupo bastante heterogéneo en edad y en profesiones: alumnos que iban desde los veintitantos hasta cincuentones y sesentones; así como procedentes de distintas profesiones (desde ingenieros renegados de las letras hasta educadores, sociólogos y abogados renegados de las matemáticas), y con diferentes proyectos de vida (estaban los muchachos que recién empiezan su vida profesional hasta aquellos, como yo, que la tienen bastante avanzada), pudimos convivir todos y hasta desarrollar nuevas amistades “intergeneracionales”. Fue divertida esa convivencia.
Las prácticas son esenciales para aprender un idioma nuevo, para ello es importante con quién puedes practicar. Y, por tercera vez me favorecieron los dioses. Me tocó de compañero para las prácticas un médico que, al igual que este servidor, estaba urgido de obtener el grado pero, a diferencia mía, con gran habilidad para conocer otras lenguas. Sabe el francés, el inglés, un poco de portugués, y ahora la lengua de Manzoni. Hicimos “química” desde la primera clase y a él le preguntaba cuando tenía alguna duda. Igual sucedió con otra compañera, educadora ella, con la cual armamos los equipos de trabajo para las actividades grupales. Recuerdo que la actividad final fue cantar una canción en italiano delante de todos. Elegimos una de Ricos y Pobres “Será porque te amo”, con un quinteto de voces: dos mujeres y tres hombres. (Io canto al ritmo dolce tuo/respiro/ è primavera/sará perché ti amo).
En lo que respecta a mí puedo decir, en honor a la verdad, que el mundo del canto no ha perdido mucho con mi participación. Fue “mi debut y despedida” de las tablas.
Felizmente mi compañera de grupo, la educadora, era bastante responsable y prácticamente tuvo en sus manos la organización de la actividad, incluyendo las coreografías que debíamos hacer “en el escenario”. Gracias a ella pudimos salir airosos de los trabajos en equipo, en una época complicada para mí entre exámenes finales y presentación de trabajos en el doctorado, presentación de monografías de fin de año en un diplomado sobre docencia universitaria que estoy llevando, exámenes finales y cierre de actas en la U donde laboro, así como la redacción final de mi tesis para la maestría, amén de los artículos para El Observador y Lagartocine. Vivía con el tiempo al milímetro, estresado, con la adrenalina al máximo, bastante tenso, pero cumplí con todo, incluyendo el curso de italiano, obteniendo 16 en el examen final. Me “saqué el clavo”.
La pasamos bien y ese curso de cerca de tres meses terminó, como no podía ser de otra manera, con una cena en un restaurante italiano: “Il buon mangiare”. Cena no exenta de emotivos discursos como el de mi compañera de estudios que, como buena educadora, aconsejó a los más jóvenes, con útiles lecciones de vida. O la “revelación pública” de la parejita de jóvenes estudiantes que deciden unir sus vidas en matrimonio para compartirla “hasta que la muerte los separe”. Es hermoso ver como los sueños se nutren de vida. Me hizo recordar mi “juventud biológica”.
Espero también se cumpla el sueño de nuestro querido maestro de regresar algún día a Italia, luego de una ausencia bastante prolongada, de más de quince años. Los trabajos como profesor de idiomas, los asuntos domésticos cotidianos y las tribulaciones de la vida, muchas veces se lo impiden. Yo se en carne propia como es eso. El profesor realmente no tiene “vacaciones fijas” porque te pueden llamar inesperadamente para un curso de verano y te arruinan los planes de ir a la playa con tú familia por una temporada; o también cuando tenías proyectado hacer un viaje o unos estudios, te proponen enseñar en un horario que “choca” con tus proyectos más personales, los que debes postergar una vez más, debiendo muchas veces aceptar las propuestas de enseñanza solo por razones de sustento económico.
Haciendo una analogía podemos decir que con el italiano fue como en esos matrimonios por interés. Te casas sin amor (en el caso por creer que es un idioma fácil), pero en el camino le vas tomando cariño y descubres, como en la mujer con la cual te has casado sin amarla, que es hermosa y tiene otras cualidades más allá de lo crematístico. Tan hermosa que el Dante la eligió como lengua (y no el latín, como era usual en aquella época) para escribir su “Divina Comedia”.
En fin, no me arrepiento de haber llevado el curso de “italiano para principiantes”. Tanto por las amistades hechas como por las entretenidas clases. Solo espero que se cumplan los buenos deseos de mis queridos compañeros, que sus sueños se cristalicen. Total, el ser humano es eso: un ser que vive de sueños, mirando siempre al futuro. O, como diría Woody Allen en una de sus últimas películas, un ser que no solo vive de realidad, sino también de ilusiones.
Eduardo Jiménez J.
ejjlaw@yahoo.es
Saturday, December 10, 2011
UN RESFRÍO
Esta crónica la escribí en vísperas del feriado patrio, nunca la publiqué. Aprovecho que se vienen las fiestas navideñas para cederle espacio y dejar por unas semanas los temas “más serios” de economía, política o derecho.
EJJ
Es un día brillante en el nubloso mes de Julio limeño, el mes de mi cumpleaños. Mi familia cuenta que el día que nací salió el sol, luego de varios días oscuros y húmedos. Bueno, hoy miércoles 27, vísperas de fiestas patrias parece uno de esos días: cálido, amigable, conversador. Esta tarde es como para ir donde Rosita y tener un encuentro “conforme a ley”, como Dios manda, que es mujer que no se amilana ante los desafíos, además que “me debe mi regalo” y yo a ella, que los dos somos del mismo mes, del mismo año y del mismo signo: Cáncer, el más lindo del zodíaco. El día se presta para eso.
O, más culturoso, ir a la Feria del Libro, que está a un paso de mi oficina, a cinco minutos apenas, y sumergirme en un mar de libros impresos, que evocan mi infancia, cuando aprendí a leer y a amar los libros; y si bien el libro electrónico es el futuro, la verdad, el libro impreso me conmueve hasta las vísceras, me produce un sentimiento de cariño, nostalgia y nobleza. La sensación de tocar las hojas de un libro no es lo mismo que estar frente a una fría pantalla de computadora. Hasta de puro gusto he pensado varias veces imprimir una antología de mis artículos de El Observador en formato de libro impreso. Solo para sacarme el clavo.
También tenía el cumpleaños de un colega muy preciado, lo conozco de hace muchos años. Casi siempre voy a su casa en la noche de su onomástico a saludarlo, pero me temo que esta vez no podré. Lo saludaré por teléfono y otro día, ya más recuperado, haré el ritual de la visita.
En fin, pensaba hacer una cosa u otra el día de hoy, “día cheleable” para muchos de mis connacionales que, imagino, ya deben haber empezado a homenajear a la Madre Patria con un frío vaso repleto hasta el borde de “la rica rubia”, pero un puto resfrío me lo impide.
Ya estaba mal desde ayer, cuando salí temprano al Alzamora Váldez, el edificio donde funcionan, entre otros, los juzgados civiles y de familia de Lima. Amanecí estornudando, tomé un anti-histamínico suave y con las mismas salí, que tenía varios asuntos pendientes por allá. Sin embargo, en la tarde me sentí un poco mal, con escalofríos y decaimiento, por lo que preferí regresar temprano a mi casa. Hoy, ya no amanecí muy bien. Desde la mañana me sentí un poco mal. Así y todo me fui al mercado cercano a mi casa a comprar mi rico hígado, que hace tiempo no lo preparo (cocinar me relaja, generalmente entro a la cocina a primera hora de la mañana, apenas me levanto), para el 28 saborear un delicioso hígado frito acompañado con su arroz blanco bien graneado (ahora estoy comprando arroz nacional, ya que estamos bajo un “gobierno nacionalista”, aunque la verdad no granea también como el uruguayo) y sus lentejas ricas en hierro, guarnecido con unas hojas de lechuga fresca. Plato full nutritivo. Hasta allí me sentía cosi cosi como dicen los italianos, más o menos; pero llegando a mi oficina, a eso de las diez de la mañana, comenzaron los estornudos. Primero uno que otro aislado y luego más seguidos, hasta convertirse en una letal ametralladora. Para colmo dejé mis anti-histamínicos en casa, confiado en que no los iba a necesitar. En la tarde tuve que comprar uno de emergencia en una farmacia cercana. Mismo AOE.
Esto ya lo venía venir hace tiempo. Tantos madrugones, salidas a las seis de la mañana en plena lluvia, cuando todavía está oscuro y los faroles de la avenida prendidos, pisando charcos de agua aquí y allá, rumbo a la Universidad a dictar mis clases. Conociendo mi alergia, tarde o temprano iba a desatarse. Tuve conatos aislados, pero con la loratadina (el anti-histamínico que uso) los calmaba. Soporté estoicamente todo el mes de Julio, hasta terminar el ciclo con los exámenes finales, de aplazados y cierre de actas. Ahora, con vacaciones y descanso, y algunos planes de distracción en mente, me viene la alergia con todo el temporal.
Aunque esta vez no me ha tumbado tan feo como otros años. Será que mi organismo se ha habituado a estas crisis. El hecho es que no he padecido de bronquitis como en épocas pasadas, ni degeneró en asma como les sucede a algunos que sufren lo mismo que yo (incluso hace muchos años ha, también en esta época de fiestas patrias, me tuvieron que inyectar cortisona para poder respirar, lo cual, felizmente, no se ha vuelto a repetir). Tampoco se ha vuelto crónico, como en mi infancia y juventud, donde casi todos los meses sufría de la bendita alergia, un mes sí y el otro también. Ahora es de cuando en cuando, una o dos veces al año. Eso sí, cuando estoy estresado me viene más seguido. Eso lo noté el año anterior, cuando estuve como profesor a tiempo completo, metido en la U casi todo el día, con seis salones a mi cargo y más de trescientos alumnos a evaluar. Me vino un cuadro seguido de alergias, no se si al trabajo diario o al clima de la zona, lo cierto es que ahora, ya sin la carga de tiempo completo, no tuve ese malestar continuo del año anterior.
Será motivo para quedarme en casa el 28 y 29 (la verdad no pensaba salir). Escucharé el primer discurso de nuestro presidente ya juramentado por “la constitución de 1979”, a fin de comentarlo en El Observador los siguientes días. Terminaré de revisar un artículo que he escrito sobre Los indignados, el movimiento cívico que sacude Europa, y llamaré a Rosita para concertar nuestro pendiente encuentro cercano del tercer tipo. Felizmente es comprensible en estas cosas. El descanso, una dieta suave acompañada de mucho líquido, harán el resto.
Eduardo Jiménez J.
ejjlaw@yahoo.es
EJJ
Es un día brillante en el nubloso mes de Julio limeño, el mes de mi cumpleaños. Mi familia cuenta que el día que nací salió el sol, luego de varios días oscuros y húmedos. Bueno, hoy miércoles 27, vísperas de fiestas patrias parece uno de esos días: cálido, amigable, conversador. Esta tarde es como para ir donde Rosita y tener un encuentro “conforme a ley”, como Dios manda, que es mujer que no se amilana ante los desafíos, además que “me debe mi regalo” y yo a ella, que los dos somos del mismo mes, del mismo año y del mismo signo: Cáncer, el más lindo del zodíaco. El día se presta para eso.
O, más culturoso, ir a la Feria del Libro, que está a un paso de mi oficina, a cinco minutos apenas, y sumergirme en un mar de libros impresos, que evocan mi infancia, cuando aprendí a leer y a amar los libros; y si bien el libro electrónico es el futuro, la verdad, el libro impreso me conmueve hasta las vísceras, me produce un sentimiento de cariño, nostalgia y nobleza. La sensación de tocar las hojas de un libro no es lo mismo que estar frente a una fría pantalla de computadora. Hasta de puro gusto he pensado varias veces imprimir una antología de mis artículos de El Observador en formato de libro impreso. Solo para sacarme el clavo.
También tenía el cumpleaños de un colega muy preciado, lo conozco de hace muchos años. Casi siempre voy a su casa en la noche de su onomástico a saludarlo, pero me temo que esta vez no podré. Lo saludaré por teléfono y otro día, ya más recuperado, haré el ritual de la visita.
En fin, pensaba hacer una cosa u otra el día de hoy, “día cheleable” para muchos de mis connacionales que, imagino, ya deben haber empezado a homenajear a la Madre Patria con un frío vaso repleto hasta el borde de “la rica rubia”, pero un puto resfrío me lo impide.
Ya estaba mal desde ayer, cuando salí temprano al Alzamora Váldez, el edificio donde funcionan, entre otros, los juzgados civiles y de familia de Lima. Amanecí estornudando, tomé un anti-histamínico suave y con las mismas salí, que tenía varios asuntos pendientes por allá. Sin embargo, en la tarde me sentí un poco mal, con escalofríos y decaimiento, por lo que preferí regresar temprano a mi casa. Hoy, ya no amanecí muy bien. Desde la mañana me sentí un poco mal. Así y todo me fui al mercado cercano a mi casa a comprar mi rico hígado, que hace tiempo no lo preparo (cocinar me relaja, generalmente entro a la cocina a primera hora de la mañana, apenas me levanto), para el 28 saborear un delicioso hígado frito acompañado con su arroz blanco bien graneado (ahora estoy comprando arroz nacional, ya que estamos bajo un “gobierno nacionalista”, aunque la verdad no granea también como el uruguayo) y sus lentejas ricas en hierro, guarnecido con unas hojas de lechuga fresca. Plato full nutritivo. Hasta allí me sentía cosi cosi como dicen los italianos, más o menos; pero llegando a mi oficina, a eso de las diez de la mañana, comenzaron los estornudos. Primero uno que otro aislado y luego más seguidos, hasta convertirse en una letal ametralladora. Para colmo dejé mis anti-histamínicos en casa, confiado en que no los iba a necesitar. En la tarde tuve que comprar uno de emergencia en una farmacia cercana. Mismo AOE.
Esto ya lo venía venir hace tiempo. Tantos madrugones, salidas a las seis de la mañana en plena lluvia, cuando todavía está oscuro y los faroles de la avenida prendidos, pisando charcos de agua aquí y allá, rumbo a la Universidad a dictar mis clases. Conociendo mi alergia, tarde o temprano iba a desatarse. Tuve conatos aislados, pero con la loratadina (el anti-histamínico que uso) los calmaba. Soporté estoicamente todo el mes de Julio, hasta terminar el ciclo con los exámenes finales, de aplazados y cierre de actas. Ahora, con vacaciones y descanso, y algunos planes de distracción en mente, me viene la alergia con todo el temporal.
Aunque esta vez no me ha tumbado tan feo como otros años. Será que mi organismo se ha habituado a estas crisis. El hecho es que no he padecido de bronquitis como en épocas pasadas, ni degeneró en asma como les sucede a algunos que sufren lo mismo que yo (incluso hace muchos años ha, también en esta época de fiestas patrias, me tuvieron que inyectar cortisona para poder respirar, lo cual, felizmente, no se ha vuelto a repetir). Tampoco se ha vuelto crónico, como en mi infancia y juventud, donde casi todos los meses sufría de la bendita alergia, un mes sí y el otro también. Ahora es de cuando en cuando, una o dos veces al año. Eso sí, cuando estoy estresado me viene más seguido. Eso lo noté el año anterior, cuando estuve como profesor a tiempo completo, metido en la U casi todo el día, con seis salones a mi cargo y más de trescientos alumnos a evaluar. Me vino un cuadro seguido de alergias, no se si al trabajo diario o al clima de la zona, lo cierto es que ahora, ya sin la carga de tiempo completo, no tuve ese malestar continuo del año anterior.
Será motivo para quedarme en casa el 28 y 29 (la verdad no pensaba salir). Escucharé el primer discurso de nuestro presidente ya juramentado por “la constitución de 1979”, a fin de comentarlo en El Observador los siguientes días. Terminaré de revisar un artículo que he escrito sobre Los indignados, el movimiento cívico que sacude Europa, y llamaré a Rosita para concertar nuestro pendiente encuentro cercano del tercer tipo. Felizmente es comprensible en estas cosas. El descanso, una dieta suave acompañada de mucho líquido, harán el resto.
Eduardo Jiménez J.
ejjlaw@yahoo.es
Wednesday, November 23, 2011
ELECCIONES EN EL CAL
Se viene dentro de poco nuevas elecciones en el muy ilustre e histórico Colegio de Abogados de Lima. Compiten doce postulantes para un cargo que es ad honorem. Entre ellos se encuentra un querido maestro que ha comprometido mi voto.
No diré como Alfredo Bullard que no iré a votar. Tengo que ir, no solo por mi querido maestro, sino porque, como la gran mayoría de mis colegas, de no sufragar nos imponen una multa. El voto sigue siendo obligatorio en la institución emblemática del derecho. Quizás Bullard se puede dar “el lujo” de pagarla, pero yo no. Sin embargo, más allá de lo anecdótico, estas elecciones se presentan en una coyuntura especial: el CAL ha perdido la fuerza de antaño, si alguna vez la tuvo, y conserva solo el prestigio que su nombradía reconoce como institución bicentenaria. Es decir, conserva el oropel y poco más.
En los últimos años mi colegio profesional se ha limitado a repartir medallitas y condecoraciones a colegas ilustres y no tan ilustres: una suerte de premiación recíproca. “Yo te premio y tú me premias” o me contratas en la universidad donde eres decano, que la parte crematística también entra a tallar, seamos sinceros. Ceremonias, la verdad, pomposas, huecas y aburridas; y gastos en una impresionante burocracia para un colegio profesional que en los últimos tiempos solo se ha dedicado a repartir medallitas.
El CAL se ha convertido en una “agencia de empleos” para colegas que no han encontrado otra ocupación en el mercado profesional y no tuvieron mejor oportunidad que “hacerle la campaña” al decano que salió electo, quien, obviamente, debe pagar los favores. Mismo ministerio. Así tenemos hasta ujieres con el grado de doctor trabajando en la tradicional institución. Obvio que la impresionante burocracia consigue mermar los recursos del Colegio y este tiene que buscar ingresos gracias a los diplomados, incorporaciones, cursos de ética profesional para los futuros colegas y otros “recurseos” similares. Felizmente –para el CAL- la carrera de derecho sigue siendo una de las más buscadas y una de las más pauperizadas. (Extraoficialmente me informaron que a mediados de año el CAL sufrió una severa crisis de liquidez que dejó impagos a sus trabajadores, por lo que, a fin de conseguir recursos frescos, ofertó los tradicionales descuentos por pago anual adelantado de las cuotas, “oferta” que usualmente solo la participa a inicios de año. Sea como fuese, sería bueno que la nueva junta electa realice una auditoria externa a fin de determinar cómo anda la parte financiera del Colegio).
Tenemos también a un decano saliente que de la verborrea indigesta no ha pasado. Un decano que postuló sin éxito a la presidencia de la república y a cuanto cargo público ha tenido oportunidad de presentarse gracias a ostentar la designación de decano de una institución bicentenaria. Reconozco que voté por él en la última elección y reconozco que me equivoqué. Por lo menos debí votar en blanco (o viciado). Y también se presenta en esta contienda un ex decano que, “por amor al CAL”, y luego de haber postulado igualmente sin éxito a sendos cargos públicos, tienta la re-reelección, que no faltaba más, la institución lo necesita y él está dispuesto “a sacrificarse”.
Todas estas reflexiones me llevan (y acá sí coincido con Bullard) a la pregunta de si no es hora que termine la obligatoriedad de colegiarse, no solo en el CAL, sino en cualquier colegio profesional. Si no es hora que la colegiación se convierta en facultativa, que no sea obligatorio estar afiliado a un colegio profesional para ejercer la profesión, como que la libertad de asociación es un derecho y no una obligación. Y los derechos, como nos enseñan en el primer año de la carrera, se ejercen a voluntad del individuo, no se imponen (lo que no se puede hacer es conculcarlos o violarlos, pero eso es otra cosa). Yo puedo ejercer mi derecho a la libertad de opinión y expresión, como lo ejerzo con este artículo, pero si quiero no lo hago. La democracia y el estado de derecho que le dicen.
Hace pocos meses estuve de miembro en un tribunal de ética del CAL (no sería raro que acabe de compareciente luego de escribir esta nota) y me tocó ver el caso de un colega denunciado por “portarse malcriado” con un juez. Es cierto que el temperamento del colega daba la impresión de ser “colérico” (al tenor de la tradicional clasificación) como lo demostró cuando frente al Tribunal de Ética manifestó que el solo venía al CAL “una vez al año” para pagar sus cuotas y nada más.
Claro, el colega daba a entender que no le debía nada al Colegio, que solo venía para pagar sus cuotas y poder litigar, y allí se terminaba la relación; pero, uno de los miembros del tribunal lo entendió de otra manera y le llamó severamente la atención. Si hubiéramos estado en la época de la inquisición es probable que mi denunciado colega hubiese terminado en el potro de los tormentos hasta arrancarle una confesión de culpabilidad y perdón a todos, al juez que gritó, que las autoridades se respetan, al tribunal de ética, a la integrante del tribunal en particular que se sintió ofendida y hasta al portero de la entrada del Colegio.
En fin, no creo que las cosas cambien en esta nueva elección. Ningún candidato propone una reforma profunda del histórico Colegio y el que honestamente alguna vez la proponga nunca ganaría una elección en el CAL.
Eduardo Jiménez J.
ejjlaw@yahoo.es
No diré como Alfredo Bullard que no iré a votar. Tengo que ir, no solo por mi querido maestro, sino porque, como la gran mayoría de mis colegas, de no sufragar nos imponen una multa. El voto sigue siendo obligatorio en la institución emblemática del derecho. Quizás Bullard se puede dar “el lujo” de pagarla, pero yo no. Sin embargo, más allá de lo anecdótico, estas elecciones se presentan en una coyuntura especial: el CAL ha perdido la fuerza de antaño, si alguna vez la tuvo, y conserva solo el prestigio que su nombradía reconoce como institución bicentenaria. Es decir, conserva el oropel y poco más.
En los últimos años mi colegio profesional se ha limitado a repartir medallitas y condecoraciones a colegas ilustres y no tan ilustres: una suerte de premiación recíproca. “Yo te premio y tú me premias” o me contratas en la universidad donde eres decano, que la parte crematística también entra a tallar, seamos sinceros. Ceremonias, la verdad, pomposas, huecas y aburridas; y gastos en una impresionante burocracia para un colegio profesional que en los últimos tiempos solo se ha dedicado a repartir medallitas.
El CAL se ha convertido en una “agencia de empleos” para colegas que no han encontrado otra ocupación en el mercado profesional y no tuvieron mejor oportunidad que “hacerle la campaña” al decano que salió electo, quien, obviamente, debe pagar los favores. Mismo ministerio. Así tenemos hasta ujieres con el grado de doctor trabajando en la tradicional institución. Obvio que la impresionante burocracia consigue mermar los recursos del Colegio y este tiene que buscar ingresos gracias a los diplomados, incorporaciones, cursos de ética profesional para los futuros colegas y otros “recurseos” similares. Felizmente –para el CAL- la carrera de derecho sigue siendo una de las más buscadas y una de las más pauperizadas. (Extraoficialmente me informaron que a mediados de año el CAL sufrió una severa crisis de liquidez que dejó impagos a sus trabajadores, por lo que, a fin de conseguir recursos frescos, ofertó los tradicionales descuentos por pago anual adelantado de las cuotas, “oferta” que usualmente solo la participa a inicios de año. Sea como fuese, sería bueno que la nueva junta electa realice una auditoria externa a fin de determinar cómo anda la parte financiera del Colegio).
Tenemos también a un decano saliente que de la verborrea indigesta no ha pasado. Un decano que postuló sin éxito a la presidencia de la república y a cuanto cargo público ha tenido oportunidad de presentarse gracias a ostentar la designación de decano de una institución bicentenaria. Reconozco que voté por él en la última elección y reconozco que me equivoqué. Por lo menos debí votar en blanco (o viciado). Y también se presenta en esta contienda un ex decano que, “por amor al CAL”, y luego de haber postulado igualmente sin éxito a sendos cargos públicos, tienta la re-reelección, que no faltaba más, la institución lo necesita y él está dispuesto “a sacrificarse”.
Todas estas reflexiones me llevan (y acá sí coincido con Bullard) a la pregunta de si no es hora que termine la obligatoriedad de colegiarse, no solo en el CAL, sino en cualquier colegio profesional. Si no es hora que la colegiación se convierta en facultativa, que no sea obligatorio estar afiliado a un colegio profesional para ejercer la profesión, como que la libertad de asociación es un derecho y no una obligación. Y los derechos, como nos enseñan en el primer año de la carrera, se ejercen a voluntad del individuo, no se imponen (lo que no se puede hacer es conculcarlos o violarlos, pero eso es otra cosa). Yo puedo ejercer mi derecho a la libertad de opinión y expresión, como lo ejerzo con este artículo, pero si quiero no lo hago. La democracia y el estado de derecho que le dicen.
Hace pocos meses estuve de miembro en un tribunal de ética del CAL (no sería raro que acabe de compareciente luego de escribir esta nota) y me tocó ver el caso de un colega denunciado por “portarse malcriado” con un juez. Es cierto que el temperamento del colega daba la impresión de ser “colérico” (al tenor de la tradicional clasificación) como lo demostró cuando frente al Tribunal de Ética manifestó que el solo venía al CAL “una vez al año” para pagar sus cuotas y nada más.
Claro, el colega daba a entender que no le debía nada al Colegio, que solo venía para pagar sus cuotas y poder litigar, y allí se terminaba la relación; pero, uno de los miembros del tribunal lo entendió de otra manera y le llamó severamente la atención. Si hubiéramos estado en la época de la inquisición es probable que mi denunciado colega hubiese terminado en el potro de los tormentos hasta arrancarle una confesión de culpabilidad y perdón a todos, al juez que gritó, que las autoridades se respetan, al tribunal de ética, a la integrante del tribunal en particular que se sintió ofendida y hasta al portero de la entrada del Colegio.
En fin, no creo que las cosas cambien en esta nueva elección. Ningún candidato propone una reforma profunda del histórico Colegio y el que honestamente alguna vez la proponga nunca ganaría una elección en el CAL.
Eduardo Jiménez J.
ejjlaw@yahoo.es
Saturday, November 19, 2011
PAROS ANTIMINEROS
Los recientes paros contra la gran minería formal mueven a reflexión sobre los resortes que impulsan las protestas. ¿Es deseo mayoritario de la población “que se vaya la gran minería” o solo de pequeños grupos refugiados al amparo del discurso ambientalista?, ¿es solo manifestación política de grupos radicalizados y ciertas ONG o el tema del medio ambiente y la distribución del canon también se encuentran en juego?, ¿únicamente es responsabilidad del gobierno central o les quepa también responsabilidad a los gobiernos regionales? Y, por último, ¿el Perú puede “darse el lujo” de vivir sin los ingresos de la explotación minera?
Es cierto que la historia del Perú tiene “un lado oscuro” en los execrables abusos de la gran minería, ampliamente documentados y que son la justificación histórica de la oposición a las inversiones en este sector. Desde la época colonial existe una “maldición” de las condiciones mineras; pero, también es cierto que en la actualidad las grandes empresas en minería mayormente se comprometen a cuidar el medio ambiente –salvo excepciones, claro-, siendo más bien la pequeña minería informal la que depreda la naturaleza, volviendo yermos otrora bosques florecientes y envenenando ríos donde antes existía vida.
Pero, la focalización del problema se encuentra sobretodo en la gran minería, en cambio la pequeña e informal pasa desapercibida: contamina, no tributa ni es fiscalizada. Curiosamente uno de sus representantes, conocido con el alias de “Comeoro” y tenedor de vastas concesiones mineras, es nada menos que representante ante el Congreso por el partido de gobierno. Un “padre de la patria”.
Paradójicamente, el “discurso antiminero” es desarrollado por los mismos actores que reclaman del estado la concreción de derechos sociales y económicos que implican gastos, obviando el aspecto fundamental de cómo se financian los derechos reclamados si se oponen con tenacidad a las inversiones que generarían ingresos. Los derechos se encuentran presentes en la agenda de reclamos, pero las obligaciones brillan por su ausencia.
Y, para completar el panorama, por esas ironías de la historia, a los funcionarios del estado en el presente gobierno que les corresponde directamente solucionar los conflictos mineros son las mismas personas que apenas pocos meses atrás se encontraban “al otro lado del mostrador”, oponiéndose como ONG a las grandes inversiones mineras. Ahora deben ya no “azuzar el conflicto”, sino solucionarlo. De “incendiarios pasan a bomberos” y tendrán que demostrar que se encuentran a la altura de los problemas que deben resolver como representantes del estado.
Pero, ¿nos podemos dar “el lujo” de vivir sin los ingresos de la explotación minera? La respuesta obvia es no. Los ingresos de la explotación minera le pertenecen a todos los peruanos; pero, detrás del tema en debate existe toda una problemática que no solo está relacionada con la contaminación, sino también con el proyecto de desarrollo que queremos, la distribución más equitativa de los ingresos y la labor del estado en este aspecto.
Dentro del discurso antiminero de los grupos que se oponen a las grandes inversiones se encuentra la oposición al desarrollo “primario-exportador”, a la mera extracción de los recursos naturales, lo cual, por si solo, no genera desarrollo, ni beneficia a los lugareños que siguen siendo tan pobres como al momento que comenzó la explotación minera en sus tierras. Lo cual es cierto; pero, precisamente allí entra a tallar la labor del estado, no solo atrayendo las inversiones o buscando la fórmula para que los porcentajes de ingreso por canon y regalías sean los más beneficiosos para el país, sino también distribuyendo equitativamente esa riqueza y procurando que los recursos naturales sean “el primer piso” de un modelo de desarrollo sostenible. Es posible, otros países lo han hecho, pero tampoco se consigue de la noche a la mañana, ni en un solo gobierno. Esa es justamente la labor del estado.
Una primera fisura del problema se encuentra en la gestión de los gobiernos regionales. No son buenos administradores de los recursos. Dinero hay, pero no proyectos viables de inversión a favor de los pobladores, salvo alguna que otra honrosa excepción. Y es lógico que si los lugareños ven que nada de esa riqueza “se queda para ellos” fácilmente encaminen su cólera contra las grandes empresas mineras; dándose perfecta cuenta los grupos políticos regionales que el discurso antiminero “vende”, concede réditos políticos para llegar al poder regional en la siguiente elección o “vacar” al que se encuentra como presidente regional (a quien, muchas veces, no le queda más alternativa que ponerse al frente de la oposición minera a fin de salvar su cargo). Es relativamente fácil encolerizar a la gente y buscar “un chivo expiatorio” de todos los males. Parte de eso también existe en la problemática minera.
Además falta diálogo y falta prevención de conflictos. Mayor horizontalidad, con la participación de todos los actores en conflicto. No solo abandonar la tesis “del perro del hortelano”, como de hecho ya ocurrió, sino una participación más activa y práctica en la solución de los conflictos. Por lo general el gobierno central interviene cuando el conflicto estalló y las carreteras fueron tomadas. El libreto casi siempre es el mismo: el gobierno central cede a las demandas de los actores en conflicto, luego que estos realizan medidas de fuerza, se firma un acta de acuerdos, al poco tiempo se incumple el acta y el conflicto se repite, quizás con más fuerza por “las mecidas” del gobierno, entonces se vuelve a firmar otra acta, y así.
Frente a ello una salida audaz pero necesaria, previa reforma legal, es darle a cada poblador un porcentaje en efectivo de los ingresos mineros por canon. “Un cheque” por las ganancias mineras. A mayor ganancia de la minera que opera en la zona, mayor será su porcentaje de participación. Algo así como una especie de accionista de empresa. Si la empresa tiene utilidades, el accionista también.
No es “la solución última, ni definitiva”, pero ayudaría a paliar los conflictos. Claro, los que se oponen interesadamente a cualquier solución dirán que “se están comprando conciencias”, que eso no beneficia a la comunidad en su conjunto o, más paternalistamente, que ese dinero será dilapidado por los lugareños en juergas, sexo y alcohol. Lo cual puede ser cierto; pero, ¿dónde está la responsabilidad que cada uno de nosotros, como seres humanos, tenemos sobre nuestro destino?
La idea no es nueva. En otros países ha funcionado con éxito y nada fundamenta que acá sea lo contrario. Los agitadores de siempre se opondrán, las ONG ambientalistas también. “Se les quita la chamba” de la cual viven. Usarán algunos de los argumentos que hemos mencionado y otros más; pero, frente a los problemas que se presentan y a la ineficacia del gobierno central y de los gobiernos regionales “mineros” permite una solución oportuna.
El gobierno de Humala se ha dado perfecta cuenta que sin inversión el Perú no desarrolla. El candidato Humala era profundamente antiminero, el ahora presidente busca desesperadamente inversiones. Sabe que la inclusión social requiere recursos y estos no caen solos del cielo. Si es pragmático, como parece ser, tiene que buscar salidas efectivas, por más que vayan contra sus antiguos aliados. Tiene que ver los intereses del país en su conjunto y no sólo de pequeños grupúsculos de interés. Lo que haga o deje de hacer su administración en los próximos años, en lo que a inversiones se refiere, estará marcado por el cómo soluciona los conflictos mineros.
Eduardo Jiménez J.
ejjlaw@yahoo.es
Es cierto que la historia del Perú tiene “un lado oscuro” en los execrables abusos de la gran minería, ampliamente documentados y que son la justificación histórica de la oposición a las inversiones en este sector. Desde la época colonial existe una “maldición” de las condiciones mineras; pero, también es cierto que en la actualidad las grandes empresas en minería mayormente se comprometen a cuidar el medio ambiente –salvo excepciones, claro-, siendo más bien la pequeña minería informal la que depreda la naturaleza, volviendo yermos otrora bosques florecientes y envenenando ríos donde antes existía vida.
Pero, la focalización del problema se encuentra sobretodo en la gran minería, en cambio la pequeña e informal pasa desapercibida: contamina, no tributa ni es fiscalizada. Curiosamente uno de sus representantes, conocido con el alias de “Comeoro” y tenedor de vastas concesiones mineras, es nada menos que representante ante el Congreso por el partido de gobierno. Un “padre de la patria”.
Paradójicamente, el “discurso antiminero” es desarrollado por los mismos actores que reclaman del estado la concreción de derechos sociales y económicos que implican gastos, obviando el aspecto fundamental de cómo se financian los derechos reclamados si se oponen con tenacidad a las inversiones que generarían ingresos. Los derechos se encuentran presentes en la agenda de reclamos, pero las obligaciones brillan por su ausencia.
Y, para completar el panorama, por esas ironías de la historia, a los funcionarios del estado en el presente gobierno que les corresponde directamente solucionar los conflictos mineros son las mismas personas que apenas pocos meses atrás se encontraban “al otro lado del mostrador”, oponiéndose como ONG a las grandes inversiones mineras. Ahora deben ya no “azuzar el conflicto”, sino solucionarlo. De “incendiarios pasan a bomberos” y tendrán que demostrar que se encuentran a la altura de los problemas que deben resolver como representantes del estado.
Pero, ¿nos podemos dar “el lujo” de vivir sin los ingresos de la explotación minera? La respuesta obvia es no. Los ingresos de la explotación minera le pertenecen a todos los peruanos; pero, detrás del tema en debate existe toda una problemática que no solo está relacionada con la contaminación, sino también con el proyecto de desarrollo que queremos, la distribución más equitativa de los ingresos y la labor del estado en este aspecto.
Dentro del discurso antiminero de los grupos que se oponen a las grandes inversiones se encuentra la oposición al desarrollo “primario-exportador”, a la mera extracción de los recursos naturales, lo cual, por si solo, no genera desarrollo, ni beneficia a los lugareños que siguen siendo tan pobres como al momento que comenzó la explotación minera en sus tierras. Lo cual es cierto; pero, precisamente allí entra a tallar la labor del estado, no solo atrayendo las inversiones o buscando la fórmula para que los porcentajes de ingreso por canon y regalías sean los más beneficiosos para el país, sino también distribuyendo equitativamente esa riqueza y procurando que los recursos naturales sean “el primer piso” de un modelo de desarrollo sostenible. Es posible, otros países lo han hecho, pero tampoco se consigue de la noche a la mañana, ni en un solo gobierno. Esa es justamente la labor del estado.
Una primera fisura del problema se encuentra en la gestión de los gobiernos regionales. No son buenos administradores de los recursos. Dinero hay, pero no proyectos viables de inversión a favor de los pobladores, salvo alguna que otra honrosa excepción. Y es lógico que si los lugareños ven que nada de esa riqueza “se queda para ellos” fácilmente encaminen su cólera contra las grandes empresas mineras; dándose perfecta cuenta los grupos políticos regionales que el discurso antiminero “vende”, concede réditos políticos para llegar al poder regional en la siguiente elección o “vacar” al que se encuentra como presidente regional (a quien, muchas veces, no le queda más alternativa que ponerse al frente de la oposición minera a fin de salvar su cargo). Es relativamente fácil encolerizar a la gente y buscar “un chivo expiatorio” de todos los males. Parte de eso también existe en la problemática minera.
Además falta diálogo y falta prevención de conflictos. Mayor horizontalidad, con la participación de todos los actores en conflicto. No solo abandonar la tesis “del perro del hortelano”, como de hecho ya ocurrió, sino una participación más activa y práctica en la solución de los conflictos. Por lo general el gobierno central interviene cuando el conflicto estalló y las carreteras fueron tomadas. El libreto casi siempre es el mismo: el gobierno central cede a las demandas de los actores en conflicto, luego que estos realizan medidas de fuerza, se firma un acta de acuerdos, al poco tiempo se incumple el acta y el conflicto se repite, quizás con más fuerza por “las mecidas” del gobierno, entonces se vuelve a firmar otra acta, y así.
Frente a ello una salida audaz pero necesaria, previa reforma legal, es darle a cada poblador un porcentaje en efectivo de los ingresos mineros por canon. “Un cheque” por las ganancias mineras. A mayor ganancia de la minera que opera en la zona, mayor será su porcentaje de participación. Algo así como una especie de accionista de empresa. Si la empresa tiene utilidades, el accionista también.
No es “la solución última, ni definitiva”, pero ayudaría a paliar los conflictos. Claro, los que se oponen interesadamente a cualquier solución dirán que “se están comprando conciencias”, que eso no beneficia a la comunidad en su conjunto o, más paternalistamente, que ese dinero será dilapidado por los lugareños en juergas, sexo y alcohol. Lo cual puede ser cierto; pero, ¿dónde está la responsabilidad que cada uno de nosotros, como seres humanos, tenemos sobre nuestro destino?
La idea no es nueva. En otros países ha funcionado con éxito y nada fundamenta que acá sea lo contrario. Los agitadores de siempre se opondrán, las ONG ambientalistas también. “Se les quita la chamba” de la cual viven. Usarán algunos de los argumentos que hemos mencionado y otros más; pero, frente a los problemas que se presentan y a la ineficacia del gobierno central y de los gobiernos regionales “mineros” permite una solución oportuna.
El gobierno de Humala se ha dado perfecta cuenta que sin inversión el Perú no desarrolla. El candidato Humala era profundamente antiminero, el ahora presidente busca desesperadamente inversiones. Sabe que la inclusión social requiere recursos y estos no caen solos del cielo. Si es pragmático, como parece ser, tiene que buscar salidas efectivas, por más que vayan contra sus antiguos aliados. Tiene que ver los intereses del país en su conjunto y no sólo de pequeños grupúsculos de interés. Lo que haga o deje de hacer su administración en los próximos años, en lo que a inversiones se refiere, estará marcado por el cómo soluciona los conflictos mineros.
Eduardo Jiménez J.
ejjlaw@yahoo.es
Saturday, November 05, 2011
LOS CIEN DÍAS DE HUMALA
Los balances de los cien primeros días implican una evaluación preliminar de cómo anda la nueva administración. Obviamente no es definitivo, pero indica “el perfil” de hacia dónde va. Para la evaluación se puede tomar como parámetros de referencia lo que prometió en campaña o lo declarado en el plan de gobierno, a fin de contrastar lo dicho con lo que está haciendo, lo que falta por hacer o los necesarios cambios en el camino.
El primer inconveniente es qué plan de gobierno contrastamos, si “la gran trasformación”, furibundamente estatista, o la más flexible “hoja de ruta”, aparecida cuando el candidato Humala pasa a la segunda vuelta. Evidentemente que es la hoja de ruta el instrumento eje que delimita actualmente la política del gobierno.
Pero, ¿ello significaría que estamos ante un “aggiornamento nacionalista” y aquellos que no votamos por Humala en ninguna de las dos vueltas podemos respirar aliviados?
Creo que no. Las cosas no son tan diáfanas como algunos sostienen. No todo es blanco o negro en la administración humalista, más imperan las ambigüedades o los tenues grises.
Si bien existe un continuismo de la política económica, dado que cambiarla significaría trastocar todo un sistema que se ha ido decantando en los últimos veinte años, ello no implica que no existan al interior del gobierno tendencias radicales que exigen la ejecución del programa de “la gran trasformación” y no hacer tantas “concesiones” a la derecha.
Son las mismas tendencias que tratan de limitar la libertad de expresión y de prensa con leyes draconianas, ejecutar una política económica intervencionista, crear el clima necesario para “el retorno” a la Constitución de 1979 o negarse a una política no tan dialogante, sino más bien impositiva, en representación, según ellos, de “los sectores populares”. Son los que claman por una mayor radicalización del gobierno nacionalista, “más a lo Chávez que a lo Lula”.
Entre esas dos tendencias, los “moderados” y los “radicales”, se mueve el gobierno de Humala. Por el momento son los moderados los que priman, pero todo dependerá cómo marche la correlación de fuerzas y los factores externos (como la recesión internacional que nos podría afectar) para que cambie el panorama.
Puede parecer “burgués” o poco importante; pero, los derechos políticos son consustanciales al ciudadano y piedra angular de los derechos sociales y económicos. Por ello es que “no se puede bajar la guardia” ante cualquier indicio, por más leve que sea, de esas “pulsiones totalitarias” que alberga el humalismo en su seno, así se diga que es “histerismo de derecha”.
LA INCLUSIÓN SOCIAL
Es una definición que por su constante uso va perdiendo sentido e inclusión social puede significar desde otorgar subsidios directos hasta cambiar las estructuras sociales. La pregunta no es tanto si se está de acuerdo o no, sino qué se entiende por esta y cómo se pueden implementar las políticas necesarias para favorecerla.
Para que sea permanente la inclusión social (entendida como que todos los peruanos seamos iguales ante la ley –igualdad formal- y tengamos oportunidades similares de ascenso social, así como de tener una vida digna –igualdad material-) requiere de cambios profundos y estructurales, principalmente en sectores como salud, educación y calidad de empleo, igual que en las condiciones para generar riqueza y distribuirla adecuadamente. No se produce de la noche a la mañana, ni en un solo gobierno. Requiere de políticas públicas a largo plazo y en concertación con el sector privado. Por ejemplo, cómo hacemos para mejorar la educación inicial, a fin que los niños de los colegios estatales terminen primaria manejando con suficiencia las operaciones matemáticas elementales y comprendiendo lo que leen, aparte de conocer el inglés y manejar las tecnologías de la información. Solo para llegar a ese objetivo requeriría años de esfuerzo e incluso que el gobierno colisione con la dirigencia del Sutep, uno de sus principales aliados. ¿Lo hará? Todos sabemos que no.
O, cómo hacemos para corregir las desigualdades sociales en, por ejemplo, Puno. Aplicar políticas correctivas en la región del altiplano significaría “colisionar” con aliados del gobierno como los cocaleros o luchar frontalmente contra el contrabando. ¿Lo hará? Igualmente sabemos que no. Ya no hablemos de políticas redistributivas o de generación de riqueza que implicarían un “choque frontal” con “aliados naturales” del humalismo que lo ayudaron a llegar a la presidencia de la república.
Precisamente esas enormes expectativas que generó su candidatura como sinónimo de “gran cambio” o justicia para los más pobres, así como las alianzas que estableció con sectores sociales disímiles, se pueden trasformar en una enorme desilusión de no cumplir mínimamente lo ofrecido. De quedarse en “el discurso revolucionario” disociado de la realidad. O también puede suceder lo contrario: que para cumplir sus promesas electorales desequilibre el presupuesto público en un contexto de coyuntura internacional bastante delicada. Lo primero sería un drama, lo segundo una tragedia.
Humala se alió “con Dios y con el Diablo” para llegar al poder, con sectores sociales, políticos y económicos contradictorios entre si, por lo que tiene un límite para la ejecución de su programa, límite impuesto por los mismos sectores que lo apoyaron, bajo pena que en caso de “una traición” del presidente hacia ellos, le hagan la vida difícil; como a su vecino Evo en Bolivia.
Mas bien el gobierno de Humala ha elegido el camino fácil del asistencialismo, sea en dinero o en bienes, pero cuyos frutos a largo plazo no se traducen en una mejora significativa de calidad de vida, sino en dádivas que vuelven dependientes a los beneficiados (similar en esencia a “la caridad” que la derecha ejercía con los más pobres), lo cual los convierte en un bolsón político de votos, así como en “portátiles” útiles para las movilizaciones a favor del “caudillo”. Es lo que siempre ha sido, por ejemplo, el Pronaa, y una de las razones de la resistencia a la renuncia de la cuestionada ministra de la mujer, es el manejo político del programa.
LA CORRUPCIÓN
A cien días de gobierno, la administración Humala muestra casos de presunta corrupción que afecta hasta a su segundo vicepresidente, acusado de tráfico de influencias a favor de un conocido grupo económico (y, hasta hace poco, integrante de la “megacomisión” que investigará al APRA por el quinquenio anterior).
Para un gobierno que recién comienza, estos casos afectan seriamente la credibilidad y legitimidad del régimen. El asunto es cómo va a enfrentar los casos de corrupción en sus propias filas y, en particular, el delicado caso de tráfico de influencias en que se encuentra implicado su segundo vicepresidente. ¿El gobierno será trasparente y actuará conforme a su credo en campaña (lucha frontal contra la corrupción) o “montará un show mediático” para la platea y al final todo quedará en nada?
De no manejar adecuadamente los casos de corrupción dentro de sus propias filas, puede ser su talón de Aquiles y sería irónico que el gobierno, una de cuyas banderas durante la campaña electoral fue la lucha contra la corrupción y la inmoralidad, termine sumido en variopintos casos de corrupción.
¿REELECCIÓN DEL HUMALISMO EL 2016?
Todavía es prematuro afirmar si Ollanta Humala buscará la reelección inmediata o la sucesión a través de su esposa. Ganas no les faltan y con partidos políticos débiles en la oposición, es un manjar delicioso relativamente fácil de disponer; pero dependerá mucho de la correlación de fuerzas que aludíamos en la primera parte de este artículo. Es evidente que Humala, a falta de un partido orgánico y con muestras de notoria indisciplina en el suyo en apenas cien días de gobierno, se está asentando sobre el ejército como poder fáctico, algo similar a lo que hizo Fujimori en los noventa. Pero, el otro poder sobre el que se asentó el fujimorismo fue el gran empresariado. Teniendo contento a los grandes empresarios y a la cúpula militar, Fujimori marcó un derrotero populista que le otorgó “oxígeno” al proyecto autoritario por diez largos años. ¿Humala podrá hacer lo mismo?
Creo que de hecho ya está “coqueteando” con los grandes empresarios, imitando más a Fujimori que a Chávez, en una suerte de “populismo de izquierda”, pero sin afectar la propiedad de los poderosos (debemos recordar que a la derecha nunca le importó la democracia ni los derechos humanos, con tal que la dejen hacer sus grandes negociados). Dudo que veamos nacionalizaciones masivas o controles de precios.
Sería una genial “boutade” de la historia (estoy pensando en la célebre frase de Marx que sobre la historia decía que se repite como comedia lo que otrora fue drama) termine su quinquenio no “al ritmo del chino”, sino “al ritmo del cholo”.
Eduardo Jiménez J.
ejjlaw@yahoo.es
El primer inconveniente es qué plan de gobierno contrastamos, si “la gran trasformación”, furibundamente estatista, o la más flexible “hoja de ruta”, aparecida cuando el candidato Humala pasa a la segunda vuelta. Evidentemente que es la hoja de ruta el instrumento eje que delimita actualmente la política del gobierno.
Pero, ¿ello significaría que estamos ante un “aggiornamento nacionalista” y aquellos que no votamos por Humala en ninguna de las dos vueltas podemos respirar aliviados?
Creo que no. Las cosas no son tan diáfanas como algunos sostienen. No todo es blanco o negro en la administración humalista, más imperan las ambigüedades o los tenues grises.
Si bien existe un continuismo de la política económica, dado que cambiarla significaría trastocar todo un sistema que se ha ido decantando en los últimos veinte años, ello no implica que no existan al interior del gobierno tendencias radicales que exigen la ejecución del programa de “la gran trasformación” y no hacer tantas “concesiones” a la derecha.
Son las mismas tendencias que tratan de limitar la libertad de expresión y de prensa con leyes draconianas, ejecutar una política económica intervencionista, crear el clima necesario para “el retorno” a la Constitución de 1979 o negarse a una política no tan dialogante, sino más bien impositiva, en representación, según ellos, de “los sectores populares”. Son los que claman por una mayor radicalización del gobierno nacionalista, “más a lo Chávez que a lo Lula”.
Entre esas dos tendencias, los “moderados” y los “radicales”, se mueve el gobierno de Humala. Por el momento son los moderados los que priman, pero todo dependerá cómo marche la correlación de fuerzas y los factores externos (como la recesión internacional que nos podría afectar) para que cambie el panorama.
Puede parecer “burgués” o poco importante; pero, los derechos políticos son consustanciales al ciudadano y piedra angular de los derechos sociales y económicos. Por ello es que “no se puede bajar la guardia” ante cualquier indicio, por más leve que sea, de esas “pulsiones totalitarias” que alberga el humalismo en su seno, así se diga que es “histerismo de derecha”.
LA INCLUSIÓN SOCIAL
Es una definición que por su constante uso va perdiendo sentido e inclusión social puede significar desde otorgar subsidios directos hasta cambiar las estructuras sociales. La pregunta no es tanto si se está de acuerdo o no, sino qué se entiende por esta y cómo se pueden implementar las políticas necesarias para favorecerla.
Para que sea permanente la inclusión social (entendida como que todos los peruanos seamos iguales ante la ley –igualdad formal- y tengamos oportunidades similares de ascenso social, así como de tener una vida digna –igualdad material-) requiere de cambios profundos y estructurales, principalmente en sectores como salud, educación y calidad de empleo, igual que en las condiciones para generar riqueza y distribuirla adecuadamente. No se produce de la noche a la mañana, ni en un solo gobierno. Requiere de políticas públicas a largo plazo y en concertación con el sector privado. Por ejemplo, cómo hacemos para mejorar la educación inicial, a fin que los niños de los colegios estatales terminen primaria manejando con suficiencia las operaciones matemáticas elementales y comprendiendo lo que leen, aparte de conocer el inglés y manejar las tecnologías de la información. Solo para llegar a ese objetivo requeriría años de esfuerzo e incluso que el gobierno colisione con la dirigencia del Sutep, uno de sus principales aliados. ¿Lo hará? Todos sabemos que no.
O, cómo hacemos para corregir las desigualdades sociales en, por ejemplo, Puno. Aplicar políticas correctivas en la región del altiplano significaría “colisionar” con aliados del gobierno como los cocaleros o luchar frontalmente contra el contrabando. ¿Lo hará? Igualmente sabemos que no. Ya no hablemos de políticas redistributivas o de generación de riqueza que implicarían un “choque frontal” con “aliados naturales” del humalismo que lo ayudaron a llegar a la presidencia de la república.
Precisamente esas enormes expectativas que generó su candidatura como sinónimo de “gran cambio” o justicia para los más pobres, así como las alianzas que estableció con sectores sociales disímiles, se pueden trasformar en una enorme desilusión de no cumplir mínimamente lo ofrecido. De quedarse en “el discurso revolucionario” disociado de la realidad. O también puede suceder lo contrario: que para cumplir sus promesas electorales desequilibre el presupuesto público en un contexto de coyuntura internacional bastante delicada. Lo primero sería un drama, lo segundo una tragedia.
Humala se alió “con Dios y con el Diablo” para llegar al poder, con sectores sociales, políticos y económicos contradictorios entre si, por lo que tiene un límite para la ejecución de su programa, límite impuesto por los mismos sectores que lo apoyaron, bajo pena que en caso de “una traición” del presidente hacia ellos, le hagan la vida difícil; como a su vecino Evo en Bolivia.
Mas bien el gobierno de Humala ha elegido el camino fácil del asistencialismo, sea en dinero o en bienes, pero cuyos frutos a largo plazo no se traducen en una mejora significativa de calidad de vida, sino en dádivas que vuelven dependientes a los beneficiados (similar en esencia a “la caridad” que la derecha ejercía con los más pobres), lo cual los convierte en un bolsón político de votos, así como en “portátiles” útiles para las movilizaciones a favor del “caudillo”. Es lo que siempre ha sido, por ejemplo, el Pronaa, y una de las razones de la resistencia a la renuncia de la cuestionada ministra de la mujer, es el manejo político del programa.
LA CORRUPCIÓN
A cien días de gobierno, la administración Humala muestra casos de presunta corrupción que afecta hasta a su segundo vicepresidente, acusado de tráfico de influencias a favor de un conocido grupo económico (y, hasta hace poco, integrante de la “megacomisión” que investigará al APRA por el quinquenio anterior).
Para un gobierno que recién comienza, estos casos afectan seriamente la credibilidad y legitimidad del régimen. El asunto es cómo va a enfrentar los casos de corrupción en sus propias filas y, en particular, el delicado caso de tráfico de influencias en que se encuentra implicado su segundo vicepresidente. ¿El gobierno será trasparente y actuará conforme a su credo en campaña (lucha frontal contra la corrupción) o “montará un show mediático” para la platea y al final todo quedará en nada?
De no manejar adecuadamente los casos de corrupción dentro de sus propias filas, puede ser su talón de Aquiles y sería irónico que el gobierno, una de cuyas banderas durante la campaña electoral fue la lucha contra la corrupción y la inmoralidad, termine sumido en variopintos casos de corrupción.
¿REELECCIÓN DEL HUMALISMO EL 2016?
Todavía es prematuro afirmar si Ollanta Humala buscará la reelección inmediata o la sucesión a través de su esposa. Ganas no les faltan y con partidos políticos débiles en la oposición, es un manjar delicioso relativamente fácil de disponer; pero dependerá mucho de la correlación de fuerzas que aludíamos en la primera parte de este artículo. Es evidente que Humala, a falta de un partido orgánico y con muestras de notoria indisciplina en el suyo en apenas cien días de gobierno, se está asentando sobre el ejército como poder fáctico, algo similar a lo que hizo Fujimori en los noventa. Pero, el otro poder sobre el que se asentó el fujimorismo fue el gran empresariado. Teniendo contento a los grandes empresarios y a la cúpula militar, Fujimori marcó un derrotero populista que le otorgó “oxígeno” al proyecto autoritario por diez largos años. ¿Humala podrá hacer lo mismo?
Creo que de hecho ya está “coqueteando” con los grandes empresarios, imitando más a Fujimori que a Chávez, en una suerte de “populismo de izquierda”, pero sin afectar la propiedad de los poderosos (debemos recordar que a la derecha nunca le importó la democracia ni los derechos humanos, con tal que la dejen hacer sus grandes negociados). Dudo que veamos nacionalizaciones masivas o controles de precios.
Sería una genial “boutade” de la historia (estoy pensando en la célebre frase de Marx que sobre la historia decía que se repite como comedia lo que otrora fue drama) termine su quinquenio no “al ritmo del chino”, sino “al ritmo del cholo”.
Eduardo Jiménez J.
ejjlaw@yahoo.es
Monday, October 10, 2011
PROTESTAS ESTUDIANTILES EN CHILE
A la par que los indignados en Europa, Estados Unidos o Israel, en Chile también protestan como no se veía hace mucho tiempo. Si bien al inicio fueron solo estudiantes de secundaria y universidad; luego se sumaron las centrales sindicales, en una suerte de efecto “bola de nieve”, con paros, marchas de protesta y violencia en las calles santiaguinas, muy distinto a las imágenes de la “Suiza Latinoamérica” a la que nuestros vecinos del sur nos tienen acostumbrados. A tal punto que han obligado al gobierno de Sebastián Piñera a invitarlos a negociar en el propio Palacio de La Moneda.
Pero, ¿qué reclaman estos muchachos? Algo que para nosotros no nos es ajeno: educación gratuita y de calidad.
El gobierno de Piñera les ha querido conceder algunas peticiones, pero los estudiantes se mantienen en sus trece: todo o nada. Recorren calles, realizan protestas, algunas veces pacíficas, otras en colisión con la policía. No ceden en sus planteamientos, ni temen perder el año escolar, quieren una verdadera reforma que nivele el acceso a la educación, puerta clave para el ascenso social.
Una de las herencias del gobierno de Pinochet fue el costo de la educación, vale decir no existe, como entre nosotros, la educación totalmente gratuita, sino un sistema de pagos por el servicio educativo y, aquellos que no disponen de ingresos propios que les permitan sostener una carrera a largo plazo, deben recurrir al crédito estudiantil, pagado cuando el estudiante sea un profesional.
La educación en Chile, dicho sea de paso, no está mal. Es más, sus universidades se han ganado un merecido prestigio (aunque Jorge Edwards en reciente artículo se quejaba de la incuria de los jóvenes chilenos en los estudios). En comparación con las nuestras, no padecen, por ejemplo, de “las universidades chicha”, centros de estudios que funcionan en ambientes precarios y sin las mínimas condiciones de solvencia académica. Lo que aspiran los estudiantes chilenos es a una “democratización” del acceso educativo, vía la gratuidad de la enseñanza. No terminar los estudios universitarios con deudas, que ahora se hacen más difíciles de pagar por la crisis y el aumento en las tasas de interés, sino que la educación sea un derecho social pleno.
Contrastando con nuestra realidad, me preguntaba hasta qué punto es posible conciliar gratuidad con calidad. Y, me parece, es un tanto inviable, sobretodo si no se cuenta con un gran presupuesto que permita un gasto sostenido y enorme en educación.
Uno de los efectos sociales del proceso de democratización que vivimos en Perú desde hace treinta años fue la necesidad de atender la veloz y amplia demanda educativa. Las ciudades fueron creciendo, principalmente Lima, lo que obligó a los gobiernos de entonces a multiplicar el número de escuelas y también de universidades (amén de “improvisar” profesores reclutados para prestar el servicio); participando activamente el sector privado que, en pocos años, de actor secundario pasó a ser protagonista de la educación en sus distintos niveles, con todos los problemas que ya conocemos: La calidad fue vencida por la cantidad.
Por ello, es un poco difícil conciliar calidad con gratuidad y esta con cantidad (dado que se deberá atender a una amplia demanda). Quizás lo más sensato es ir gradualmente a un modelo que permita acceder a la educación para todos o créditos educativos a tasas de interés blandas; aunque como están las cosas entre el gobierno chileno y los jóvenes protestantes, es algo difícil de consensuar.
Eduardo Jiménez J.
ejjlaw@yahoo.es
Pero, ¿qué reclaman estos muchachos? Algo que para nosotros no nos es ajeno: educación gratuita y de calidad.
El gobierno de Piñera les ha querido conceder algunas peticiones, pero los estudiantes se mantienen en sus trece: todo o nada. Recorren calles, realizan protestas, algunas veces pacíficas, otras en colisión con la policía. No ceden en sus planteamientos, ni temen perder el año escolar, quieren una verdadera reforma que nivele el acceso a la educación, puerta clave para el ascenso social.
Una de las herencias del gobierno de Pinochet fue el costo de la educación, vale decir no existe, como entre nosotros, la educación totalmente gratuita, sino un sistema de pagos por el servicio educativo y, aquellos que no disponen de ingresos propios que les permitan sostener una carrera a largo plazo, deben recurrir al crédito estudiantil, pagado cuando el estudiante sea un profesional.
La educación en Chile, dicho sea de paso, no está mal. Es más, sus universidades se han ganado un merecido prestigio (aunque Jorge Edwards en reciente artículo se quejaba de la incuria de los jóvenes chilenos en los estudios). En comparación con las nuestras, no padecen, por ejemplo, de “las universidades chicha”, centros de estudios que funcionan en ambientes precarios y sin las mínimas condiciones de solvencia académica. Lo que aspiran los estudiantes chilenos es a una “democratización” del acceso educativo, vía la gratuidad de la enseñanza. No terminar los estudios universitarios con deudas, que ahora se hacen más difíciles de pagar por la crisis y el aumento en las tasas de interés, sino que la educación sea un derecho social pleno.
Contrastando con nuestra realidad, me preguntaba hasta qué punto es posible conciliar gratuidad con calidad. Y, me parece, es un tanto inviable, sobretodo si no se cuenta con un gran presupuesto que permita un gasto sostenido y enorme en educación.
Uno de los efectos sociales del proceso de democratización que vivimos en Perú desde hace treinta años fue la necesidad de atender la veloz y amplia demanda educativa. Las ciudades fueron creciendo, principalmente Lima, lo que obligó a los gobiernos de entonces a multiplicar el número de escuelas y también de universidades (amén de “improvisar” profesores reclutados para prestar el servicio); participando activamente el sector privado que, en pocos años, de actor secundario pasó a ser protagonista de la educación en sus distintos niveles, con todos los problemas que ya conocemos: La calidad fue vencida por la cantidad.
Por ello, es un poco difícil conciliar calidad con gratuidad y esta con cantidad (dado que se deberá atender a una amplia demanda). Quizás lo más sensato es ir gradualmente a un modelo que permita acceder a la educación para todos o créditos educativos a tasas de interés blandas; aunque como están las cosas entre el gobierno chileno y los jóvenes protestantes, es algo difícil de consensuar.
Eduardo Jiménez J.
ejjlaw@yahoo.es
Monday, September 26, 2011
EL ESTADO COMO TRIBU
Una de las taras de la política local, y del nacionalismo en particular, es ver el estado como botín para los iguales, los que profesan la misma fe. Es el espíritu de manada de la jauría hambrienta. Y si las normas prohíben o hacen imposible que los amigos ingresan a mamar de la ubre fiscal, se cambian las normas. No faltaba más.
El gobierno de Ollanta Humala está ofreciendo con mucho entusiasmo enormes pruebas al respecto: flexibilización de los requisitos para ingresar a la carrera pública, sin título profesional ni experiencia de por medio, que eso es un estorbo; nombramiento de asesores sin los estándares mínimos requeridos, tanto en el ejecutivo como en el legislativo; designación o promoción descarada de familiares de la pareja presidencial y de sus ministros para cargos de confianza; licenciamiento forzoso de diplomáticos de carrera para dar cabida a los otros; viajes de la pareja presidencial y de su familia por todo el mundo, pagados naturalmente por todos los peruanos. Son solo algunas perlas de “la gran trasformación” en los primeros sesenta días de gobierno “nacionalista”.
Mientras continúa la repartija de cargos, los profesores del sector público no tendrán aumento ni carrera pública. La ministra del sector ya advirtió que no habrá aumento para los docentes y la carrera pública queda en suspenso hasta nuevo aviso. Total, la educación siempre fue la última rueda del coche y los maestros los habituales sirvientes de sexta; salvo ser parte de la dirigencia del Sutep, como algunos “izquierdistas”, que gozan de los privilegios del poder como cualquier cacique de derecha, mientras los agremiados del magisterio que dicen representar solo ven el banquete desde la calle.
El “estado como tribu”. Como derecho del vencedor y el grupo de incondicionales del jefe de la jauría. Y para entretenimiento de las masas el circo de la “megacomisión contra los corruptos” o, mejor aún, la gran payasada del reality show llamado “Consejo Nacional de Seguridad Ciudadana”, donde el señor presidente de la república en vivo y en directo ordena a sus ministros, convertidos en ujieres, hacer esto o deshacer aquello. Hasta el presidente de la Corte Suprema ha decidido protagonizar entusiastamente siquiera un papel secundario en la farsa de marras, manteniendo así el gobierno una cortina de humo, mientras la manada sigue repartiéndose las mejores presas de eso que se llamaba estado.
Este gobierno tiene por delante 58 meses de gestión. No quiero imaginar cómo quedará el estado terminado (en el mejor de los casos) el mandato presidencial en el por ahora lejano 28 de Julio de 2016. Pero, lo que la historia demuestra es que, nos guste o no, parafraseando al recordado cantante, “todo tiene su final”.
Eduardo Jiménez J.
ejjlaw@yahoo.es
El gobierno de Ollanta Humala está ofreciendo con mucho entusiasmo enormes pruebas al respecto: flexibilización de los requisitos para ingresar a la carrera pública, sin título profesional ni experiencia de por medio, que eso es un estorbo; nombramiento de asesores sin los estándares mínimos requeridos, tanto en el ejecutivo como en el legislativo; designación o promoción descarada de familiares de la pareja presidencial y de sus ministros para cargos de confianza; licenciamiento forzoso de diplomáticos de carrera para dar cabida a los otros; viajes de la pareja presidencial y de su familia por todo el mundo, pagados naturalmente por todos los peruanos. Son solo algunas perlas de “la gran trasformación” en los primeros sesenta días de gobierno “nacionalista”.
Mientras continúa la repartija de cargos, los profesores del sector público no tendrán aumento ni carrera pública. La ministra del sector ya advirtió que no habrá aumento para los docentes y la carrera pública queda en suspenso hasta nuevo aviso. Total, la educación siempre fue la última rueda del coche y los maestros los habituales sirvientes de sexta; salvo ser parte de la dirigencia del Sutep, como algunos “izquierdistas”, que gozan de los privilegios del poder como cualquier cacique de derecha, mientras los agremiados del magisterio que dicen representar solo ven el banquete desde la calle.
El “estado como tribu”. Como derecho del vencedor y el grupo de incondicionales del jefe de la jauría. Y para entretenimiento de las masas el circo de la “megacomisión contra los corruptos” o, mejor aún, la gran payasada del reality show llamado “Consejo Nacional de Seguridad Ciudadana”, donde el señor presidente de la república en vivo y en directo ordena a sus ministros, convertidos en ujieres, hacer esto o deshacer aquello. Hasta el presidente de la Corte Suprema ha decidido protagonizar entusiastamente siquiera un papel secundario en la farsa de marras, manteniendo así el gobierno una cortina de humo, mientras la manada sigue repartiéndose las mejores presas de eso que se llamaba estado.
Este gobierno tiene por delante 58 meses de gestión. No quiero imaginar cómo quedará el estado terminado (en el mejor de los casos) el mandato presidencial en el por ahora lejano 28 de Julio de 2016. Pero, lo que la historia demuestra es que, nos guste o no, parafraseando al recordado cantante, “todo tiene su final”.
Eduardo Jiménez J.
ejjlaw@yahoo.es
Monday, September 19, 2011
Ministerio de ciencia y tecnología
Si en algo es necesario otro ministerio, es en la ciencia y tecnología. Tener un enfoque miope de ver “solo burocracia” es no tener conciencia de la importancia de estas dos ramas del saber. Como dice el doctor Modesto Montoya, estamos perdiendo competitividad en innovaciones, ya no frente a los grandes colosos, sino ante nuestros propios vecinos, y ello significa que en un futuro no muy lejano como país nos iremos rezagando, seremos “el último vagón” en el tren de la historia; porque el futuro, nos guste o no, lo marca la ciencia y la tecnología.
EJJ
El tipo de ministerio para ciencia y tecnología que necesita el Perú Por: Modesto Montoya Físico nuclear
Las actividades de ciencia, tecnología e innovación (CTI) dan lugar a productos y servicios que mejoran el nivel de vida de la población y la competitividad de los países. No obstante ello, históricamente en el Perú el Estado las ha desdeñado. Sin embargo, algunos analistas señalan que el país ha tenido programas exitosos de promoción de ciencia, tecnología e innovación. En un año, el Perú ha bajado del puesto 110 al 113 en el ránking de la innovación elaborado por el World Economic Forum (WEF). Por rubros, el Perú ha pasado del 95 al 99 en capacidad para innovar; del 113 al 118 en gasto empresarial en investigación y desarrollo; y del 101 al 102 en disponibilidad de científicos e ingenieros. El tema es cada vez más preocupante porque de esos indicadores depende la sostenibilidad del crecimiento de todo país. Por ello, este año ha sido abundante en encuentros entre científicos, ingenieros, empresarios y políticos, en busca de políticas para impulsar la ciencia, la tecnología y la innovación.
En el Encuentro Científico Internacional 2011 de verano, Ollanta Humala, líder de Gana Perú, propuso la creación del ministerio de ciencia y tecnología (MCT) para desarrollar la ciencia, tecnología e innovación (7/1/11). Luego de su triunfo, el primer ministro Salomón Lerner ratificó esa propuesta en el Encuentro Científico Internacional 2011 de invierno (5/8/2011) y en su primera presentación en el Congreso (25/8/2011).
Entre los temas que, según los agentes de la ciencia, tecnología e innovación, debe abordar el futuro ministerio de ciencia y tecnología mencionaremos cuatro:
Primero, el nuevo ministerio debe lograr la articulación y optimización de los esfuerzos en ciencia y tecnología que realizan instituciones y empresas nacionales, con las cuales en consenso se prioricen las líneas de investigación en las que contemos con mayores ventajas competitivas.
En segundo lugar, el nuevo sector debe crear y gestionar la carrera de ciencia, tecnología e innovación en el Estado, la que promueva la formación, retención y atracción de investigadores científicos y gestores talentosos, de modo que las empresas tengan la garantía de contar con personal de probada calidad para ejecutar proyectos en colaboración con universidades o centros de investigación del Estado.
Además, el órgano rector de la ciencia y la tecnología tiene que potenciar y gestionar el fondo para ciencia, tecnología e innovación, el mismo que otorgará recursos por concurso para proyectos en las líneas priorizadas.
El cuarto tema se refiere a la formación desde la niñez de científicos e ingenieros y a la promoción de la ciencia y la tecnología en todos los ámbitos de la sociedad y el Estado.
Lo que falta ahora es definir la organización del nuevo ministerio para tener mayores probabilidades de éxito en la aplicación de las políticas para impulsar la ciencia, la tecnología y la innovación. Se trata de abordar, entre otras, las siguientes interrogantes: ¿qué tipo de ministerio de ciencia y tecnología necesitamos para el Perú?, ¿debe adscribir algunos institutos del Estado?
Además, ¿se debe crear un centro interdisciplinario de investigación?, ¿debe absorber algunas de las actividades del Concytec?, ¿debe existir una carrera de ciencia y tecnología a la que se ingrese por méritos y se retire cuando deje de producir?, ¿debe gestionar uno o varios fondos?
Estamos perdiendo la competencia por el conocimiento. No podemos seguir en esa dirección. El consenso de los agentes de la ciencia, tecnología e innovación en torno a esas interrogantes será muy útil para que en el Poder Ejecutivo y en el Congreso se tomen las decisiones de políticas que nos saquen de la cola en el ránking de la innovación.
Fuente: Diario El Comercio
EJJ
El tipo de ministerio para ciencia y tecnología que necesita el Perú Por: Modesto Montoya Físico nuclear
Las actividades de ciencia, tecnología e innovación (CTI) dan lugar a productos y servicios que mejoran el nivel de vida de la población y la competitividad de los países. No obstante ello, históricamente en el Perú el Estado las ha desdeñado. Sin embargo, algunos analistas señalan que el país ha tenido programas exitosos de promoción de ciencia, tecnología e innovación. En un año, el Perú ha bajado del puesto 110 al 113 en el ránking de la innovación elaborado por el World Economic Forum (WEF). Por rubros, el Perú ha pasado del 95 al 99 en capacidad para innovar; del 113 al 118 en gasto empresarial en investigación y desarrollo; y del 101 al 102 en disponibilidad de científicos e ingenieros. El tema es cada vez más preocupante porque de esos indicadores depende la sostenibilidad del crecimiento de todo país. Por ello, este año ha sido abundante en encuentros entre científicos, ingenieros, empresarios y políticos, en busca de políticas para impulsar la ciencia, la tecnología y la innovación.
En el Encuentro Científico Internacional 2011 de verano, Ollanta Humala, líder de Gana Perú, propuso la creación del ministerio de ciencia y tecnología (MCT) para desarrollar la ciencia, tecnología e innovación (7/1/11). Luego de su triunfo, el primer ministro Salomón Lerner ratificó esa propuesta en el Encuentro Científico Internacional 2011 de invierno (5/8/2011) y en su primera presentación en el Congreso (25/8/2011).
Entre los temas que, según los agentes de la ciencia, tecnología e innovación, debe abordar el futuro ministerio de ciencia y tecnología mencionaremos cuatro:
Primero, el nuevo ministerio debe lograr la articulación y optimización de los esfuerzos en ciencia y tecnología que realizan instituciones y empresas nacionales, con las cuales en consenso se prioricen las líneas de investigación en las que contemos con mayores ventajas competitivas.
En segundo lugar, el nuevo sector debe crear y gestionar la carrera de ciencia, tecnología e innovación en el Estado, la que promueva la formación, retención y atracción de investigadores científicos y gestores talentosos, de modo que las empresas tengan la garantía de contar con personal de probada calidad para ejecutar proyectos en colaboración con universidades o centros de investigación del Estado.
Además, el órgano rector de la ciencia y la tecnología tiene que potenciar y gestionar el fondo para ciencia, tecnología e innovación, el mismo que otorgará recursos por concurso para proyectos en las líneas priorizadas.
El cuarto tema se refiere a la formación desde la niñez de científicos e ingenieros y a la promoción de la ciencia y la tecnología en todos los ámbitos de la sociedad y el Estado.
Lo que falta ahora es definir la organización del nuevo ministerio para tener mayores probabilidades de éxito en la aplicación de las políticas para impulsar la ciencia, la tecnología y la innovación. Se trata de abordar, entre otras, las siguientes interrogantes: ¿qué tipo de ministerio de ciencia y tecnología necesitamos para el Perú?, ¿debe adscribir algunos institutos del Estado?
Además, ¿se debe crear un centro interdisciplinario de investigación?, ¿debe absorber algunas de las actividades del Concytec?, ¿debe existir una carrera de ciencia y tecnología a la que se ingrese por méritos y se retire cuando deje de producir?, ¿debe gestionar uno o varios fondos?
Estamos perdiendo la competencia por el conocimiento. No podemos seguir en esa dirección. El consenso de los agentes de la ciencia, tecnología e innovación en torno a esas interrogantes será muy útil para que en el Poder Ejecutivo y en el Congreso se tomen las decisiones de políticas que nos saquen de la cola en el ránking de la innovación.
Fuente: Diario El Comercio
Monday, September 12, 2011
11 S: DIEZ AÑOS DESPUÉS
Existen hechos que cambian la vida de las personas y las naciones. Ni Norteamérica ni el mundo fueron iguales luego del atentado contra las Torres Gemelas del 11 de Setiembre de 2001, comenzando apenas el nuevo milenio.
No solo es un extremo de medidas de seguridad que uno aprecia desde que desembarca en suelo yanqui, sino también una suerte de paranoia vivida al interior de Estados Unidos, quizás sin comparación desde los aciagos días de la II Guerra Mundial.
A nivel ideológico, el 11-S posibilitó la justificación para la aplicación de las llamadas “guerras preventivas”. Es decir no era necesaria la existencia de un acto de agresión externo, sino bastaba la sospecha que un país albergaba terroristas o “armas de destrucción masiva” que ponían en riesgo la seguridad de Norteamérica para justificar una invasión. Fue la justificación para invadir Iraq y Afganistán, y también para pasar por alto los derechos humanos de “presuntos terroristas”, detenciones sin orden judicial en cualquier parte del mundo e internamiento en prisiones especiales sin juicio previo, como las de Guantánamo. (Si analizamos la relación del arte con la realidad, ese clima fue descrito muy bien en una serie de tv sumamente popular en aquellos años: 24).
Se vivió una paranoia, es cierto, pero sobretodo la comprobación que la política de la nación más poderosa se encuentra por encima de los procedimientos democráticos, y el objetivo en ese entonces era capturar vivo o muerto (creo que más muerto que vivo) a Osama Bin Laden, el autor intelectual del 11-S.
Aunque también esa paranoia puede servir de reflexión a una tesis riesgosa, pero realista: que en ciertos momentos excepcionales de la historia se hace necesario “violar” o restringir ciertos derechos de la persona a fin de lograr un objetivo político o de seguridad nacional. Se que los “puristas” en derechos humanos, “políticamente correctos”, pegarán el grito en el cielo y calificarán tal tesis como aberrante; pero desde la “real politik” es perfectamente aplicable, como en los hechos ocurre así.
Pero también se comprobó que la economía norteamericana se mueve por la guerra. Es decir que la compra de armamentos para ser usados en un conflicto externo “aceita” los engranajes de la economía yanqui. La II Guerra Mundial lo comprobó, Corea y Vietnam también, y luego las “guerras preventivas” en Iraq y Afganistán. Ellos tienen la mitad del presupuesto bélico mundial. (Amén del negocio de “la reconstrucción” del país luego de ser destruido por los bombardeos).
Osama Bin Laden ha muerto y Al Qaeda, al parecer, ya no tiene la misma fuerza de hace diez años atrás. Curiosamente la implacable persecución y aniquilamiento de uno y otra ha originado gran parte del déficit fiscal norteamericano. Gastos militares en una década de “guerras preventivas”. Una “venganza” un tanto cara, dicho sea de paso; aunque, en su lógica de “real politik”, el petróleo (fin geopolítico último) las justifica.
Eduardo Jiménez J.
ejjlaw@yahoo.es
No solo es un extremo de medidas de seguridad que uno aprecia desde que desembarca en suelo yanqui, sino también una suerte de paranoia vivida al interior de Estados Unidos, quizás sin comparación desde los aciagos días de la II Guerra Mundial.
A nivel ideológico, el 11-S posibilitó la justificación para la aplicación de las llamadas “guerras preventivas”. Es decir no era necesaria la existencia de un acto de agresión externo, sino bastaba la sospecha que un país albergaba terroristas o “armas de destrucción masiva” que ponían en riesgo la seguridad de Norteamérica para justificar una invasión. Fue la justificación para invadir Iraq y Afganistán, y también para pasar por alto los derechos humanos de “presuntos terroristas”, detenciones sin orden judicial en cualquier parte del mundo e internamiento en prisiones especiales sin juicio previo, como las de Guantánamo. (Si analizamos la relación del arte con la realidad, ese clima fue descrito muy bien en una serie de tv sumamente popular en aquellos años: 24).
Se vivió una paranoia, es cierto, pero sobretodo la comprobación que la política de la nación más poderosa se encuentra por encima de los procedimientos democráticos, y el objetivo en ese entonces era capturar vivo o muerto (creo que más muerto que vivo) a Osama Bin Laden, el autor intelectual del 11-S.
Aunque también esa paranoia puede servir de reflexión a una tesis riesgosa, pero realista: que en ciertos momentos excepcionales de la historia se hace necesario “violar” o restringir ciertos derechos de la persona a fin de lograr un objetivo político o de seguridad nacional. Se que los “puristas” en derechos humanos, “políticamente correctos”, pegarán el grito en el cielo y calificarán tal tesis como aberrante; pero desde la “real politik” es perfectamente aplicable, como en los hechos ocurre así.
Pero también se comprobó que la economía norteamericana se mueve por la guerra. Es decir que la compra de armamentos para ser usados en un conflicto externo “aceita” los engranajes de la economía yanqui. La II Guerra Mundial lo comprobó, Corea y Vietnam también, y luego las “guerras preventivas” en Iraq y Afganistán. Ellos tienen la mitad del presupuesto bélico mundial. (Amén del negocio de “la reconstrucción” del país luego de ser destruido por los bombardeos).
Osama Bin Laden ha muerto y Al Qaeda, al parecer, ya no tiene la misma fuerza de hace diez años atrás. Curiosamente la implacable persecución y aniquilamiento de uno y otra ha originado gran parte del déficit fiscal norteamericano. Gastos militares en una década de “guerras preventivas”. Una “venganza” un tanto cara, dicho sea de paso; aunque, en su lógica de “real politik”, el petróleo (fin geopolítico último) las justifica.
Eduardo Jiménez J.
ejjlaw@yahoo.es
Wednesday, August 31, 2011
LA PUCP
Voy a meterme en “un lío de blancos”, donde no tengo ni vela ni entierro; pero el caso de la Pontificia Universidad Católica del Perú trasciende a las partes en conflicto y puede ser enfocado desde distintos ángulos. Para analizarlo, lo he separado en cinco partes. Haré un apretado resumen de cada una de ellas, tomando en cuenta sobretodo el derecho y la razón, más allá de los argumentos retóricos de las partes en disputa que, en más de una ocasión, solo sirven para impresionar “a la platea”:
1) Su nacimiento,
2) La cuestión eclesiástica,
3) La voluntad de José de la Riva Agüero de donar sus bienes a la PUCP y la sentencia del Tribunal Constitucional,
4) Los grupos en pugna,
5) El futuro de la PUCP.
1) SU NACIMIENTO:
Es evidente que el nacimiento de la universidad se debe a instancias de la jerarquía católica limeña de aquel entonces (1917) en consonancia con laicos confesionales, preocupados por el desinterés que la juventud mostraba por la religión frente al ambiente positivista y de “progreso” que se respiraba en aquellos años, a tal punto que es el arzobispo de Lima quien aprueba sus primeros estatutos y el primer rector fue un sacerdote, el padre Jorge Dintilhac.
2) LA CUESTIÓN ECLESIÁSTICA:
Al ser una universidad nacida al amparo de la Iglesia Católica, es más que natural los fuertes vínculos con esta, principalmente con su jerarquía. Existe un hecho que quisiera subrayar y conste que, por mi agnosticismo, no me anima ninguna voluntad religiosa o subalterna: cuando la Iglesia funda una universidad o le autoriza el nombre de “Católica” y le concede el título de “Pontificia”, es obvio que estará sujeta a los mandatos imperativos de la Iglesia, principalmente en la “orientación católica” y en la designación de sus autoridades y docentes que profesen esa fe. Es como, supongamos, una iglesia evangélica o un grupo de evangélicos en acuerdo con sus autoridades religiosas, crea una universidad y, “al calor de la reforma luterana”, deciden difundir sus valores. Sus principales autoridades tendrán que “hacer profesión de fe evangélica”, al igual que los profesores. Pero, sigamos suponiendo: digamos que a futuro esa universidad se convierte en laica o, peor aún, en atea, argumentando sus autoridades y docentes que en dicha universidad existe plena libertad de pensamiento y palabra conforme lo establece la constitución política y las leyes nacionales, y más allá de los dogmas protestantes fundacionales. Evidentemente que a los fundadores de dicha universidad no les va a gustar “el cambio ideológico” sufrido, y encima que la universidad en cuestión siga llevando el nombre de “evangélica”, aduciendo sus autoridades que se encuentra inscrito en INDECOPI.
Algo similar sucede con la PUCP. Más si tenemos en cuenta que la Iglesia Católica es jerárquica por naturaleza, sustentada en un derecho, el derecho canónico, donde la última palabra la tiene Roma. Por eso los obispos peruanos, por más que no comulguen con monseñor Cipriani, han respaldado a su Cardenal en el diferendo con las autoridades de la PUCP, como el representante de Roma en el Perú.
3) LA VOLUNTAD DE JOSÉ DE LA RIVA AGÜERO DE DONAR SUS BIENES A LA PUCP Y LA SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL:
Es historia conocida que la Universidad Católica crece patrimonialmente cuando José de la Riva Agüero (de joven anti-clerical, católico militante al morir) dona sus cuantiosos bienes a dicha universidad, entre los cuales se encuentra lo que ahora es Plaza San Miguel, el famoso “Fundo Pando”, donde la universidad alberga su campus. Actualmente existen procesos judiciales entre las autoridades de la PUCP y el Arzobispado referentes a la interpretación de los testamentos.
Pero, existe otro hecho importante: el tribunal constitucional ya se pronunció al respecto indicando que la voluntad del testador (Riva Agüero) era dejar a perpetuidad una junta de administración conformada por el Rector de la PUCP y un representante del arzobispado, a fin que se encargase de la correcta disposición de los bienes legados por el testador.
El Tribunal Constitucional mediante sentencia le dio la razón al arzobispo, en el sentido que debería existir la Junta encargada de administrar los bienes donados por José de la Riva Agüero.
Los que apoyan a las actuales autoridades de la PUCP señalan que es “una sentencia irregular”, dado que el TC “se excedió en el fallo” al ir más allá de lo peticionado (que era un amparo presentado por las propios autoridades de la PUCP contra el arzobispo).
Ese argumento no tiene sustento, por una razón. A diferencia del derecho civil, donde el magistrado no puede pronunciarse más allá de lo peticionado por el demandante (“ultra petita”); en derecho procesal constitucional sí es posible que “el guardián de la constitucionalidad” (como se autotitula el TC) pueda pronunciarse más allá de lo peticionado por el accionante. Es lo que sucedió en este caso. El TC estaba facultado para ello.
4) LOS GRUPOS EN PUGNA:
Existen claramente dos grupos en pugna: el de las actuales autoridades de la PUCP y el liderado por el arzobispo. Esta pugna se produce en distintos niveles: judicial, político, eclesiástico y por los medios de comunicación. Ambos grupos buscan sumar fuerzas, sea al interior de la propia PUCP, en el gobierno, en las instituciones, los poderes fácticos o en la opinión pública. En esta pugna no hay buenos ni malos, no existen diablos ni menos ángeles, solo dos grupos que defienden sus intereses. El de las autoridades de la PUCP, perpetuarse en el poder, gozando de los privilegios inherentes al mismo; el del Cardenal, por someter a su fuero una importante universidad que nació como Católica y tiene el título de Pontificia.
5) EL FUTURO DE LA PUCP:
Es cierto que antes del arzobispado de Monseñor Cipriani, sus antecesores no hicieron “cuestión de estado” con respecto a la conducción de la PUCP. Más o menos que se manejó como una institución laica, creciendo consiguientemente en su interior el poder de los llamados “caviares”, siendo reconocida la Católica como su “fortín”. Es en ese momento que se produce la colisión con Monseñor Cipriani, quien se encuentra en las antípodas de las concepciones ideológicas de las actuales autoridades y sectores dominantes de la universidad, y los subsecuentes líos judiciales y extrajudiciales que existen.
En lo personal –repito, sin tener parte ni interés en este pleito- creo que le asiste la razón y el derecho al arzobispo, tanto desde el derecho nacional como del eclesiástico. La PUCP al ser una universidad católica se encuentra sujeta a los mandatos de Roma, nos guste o no. Por eso se llama católica y es pontificia. Y seamos realistas. Tampoco es necesario ser muy zahorí para darse cuenta que bajo la égida de Monseñor Cipriani como “Gran Canciller”, con plenas facultades sobre la PUCP, mucho del ambiente liberal de la universidad desaparecerá.
Creo que el actual rector de la Universidad, Marcial Rubio, es un hombre decente. Personalmente no lo conozco, pero me da esa impresión. Le ha tocado el rectorado en un momento difícil, tenso, con -de repente- muchos intereses subalternos a su alrededor, donde quizás él mismo no se encuentra cómodo ni contento en el cargo y me parece que si cree que el prestigio y el futuro de la PUCP peligran en esta pugna con el arzobispo no dudará en renunciar. Con la frente en alto como es propio de la gente decente. Muchas veces un desprendimiento enaltece más que aferrarse tontamente a un cargo, lo que, me parece, Marcial no hará.
Esta pugna entre el arzobispo y las actuales autoridades de la PUCP todavía tiene para algunos capítulos más.
Eduardo Jiménez J.
ejjlaw@yahoo.es
1) Su nacimiento,
2) La cuestión eclesiástica,
3) La voluntad de José de la Riva Agüero de donar sus bienes a la PUCP y la sentencia del Tribunal Constitucional,
4) Los grupos en pugna,
5) El futuro de la PUCP.
1) SU NACIMIENTO:
Es evidente que el nacimiento de la universidad se debe a instancias de la jerarquía católica limeña de aquel entonces (1917) en consonancia con laicos confesionales, preocupados por el desinterés que la juventud mostraba por la religión frente al ambiente positivista y de “progreso” que se respiraba en aquellos años, a tal punto que es el arzobispo de Lima quien aprueba sus primeros estatutos y el primer rector fue un sacerdote, el padre Jorge Dintilhac.
2) LA CUESTIÓN ECLESIÁSTICA:
Al ser una universidad nacida al amparo de la Iglesia Católica, es más que natural los fuertes vínculos con esta, principalmente con su jerarquía. Existe un hecho que quisiera subrayar y conste que, por mi agnosticismo, no me anima ninguna voluntad religiosa o subalterna: cuando la Iglesia funda una universidad o le autoriza el nombre de “Católica” y le concede el título de “Pontificia”, es obvio que estará sujeta a los mandatos imperativos de la Iglesia, principalmente en la “orientación católica” y en la designación de sus autoridades y docentes que profesen esa fe. Es como, supongamos, una iglesia evangélica o un grupo de evangélicos en acuerdo con sus autoridades religiosas, crea una universidad y, “al calor de la reforma luterana”, deciden difundir sus valores. Sus principales autoridades tendrán que “hacer profesión de fe evangélica”, al igual que los profesores. Pero, sigamos suponiendo: digamos que a futuro esa universidad se convierte en laica o, peor aún, en atea, argumentando sus autoridades y docentes que en dicha universidad existe plena libertad de pensamiento y palabra conforme lo establece la constitución política y las leyes nacionales, y más allá de los dogmas protestantes fundacionales. Evidentemente que a los fundadores de dicha universidad no les va a gustar “el cambio ideológico” sufrido, y encima que la universidad en cuestión siga llevando el nombre de “evangélica”, aduciendo sus autoridades que se encuentra inscrito en INDECOPI.
Algo similar sucede con la PUCP. Más si tenemos en cuenta que la Iglesia Católica es jerárquica por naturaleza, sustentada en un derecho, el derecho canónico, donde la última palabra la tiene Roma. Por eso los obispos peruanos, por más que no comulguen con monseñor Cipriani, han respaldado a su Cardenal en el diferendo con las autoridades de la PUCP, como el representante de Roma en el Perú.
3) LA VOLUNTAD DE JOSÉ DE LA RIVA AGÜERO DE DONAR SUS BIENES A LA PUCP Y LA SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL:
Es historia conocida que la Universidad Católica crece patrimonialmente cuando José de la Riva Agüero (de joven anti-clerical, católico militante al morir) dona sus cuantiosos bienes a dicha universidad, entre los cuales se encuentra lo que ahora es Plaza San Miguel, el famoso “Fundo Pando”, donde la universidad alberga su campus. Actualmente existen procesos judiciales entre las autoridades de la PUCP y el Arzobispado referentes a la interpretación de los testamentos.
Pero, existe otro hecho importante: el tribunal constitucional ya se pronunció al respecto indicando que la voluntad del testador (Riva Agüero) era dejar a perpetuidad una junta de administración conformada por el Rector de la PUCP y un representante del arzobispado, a fin que se encargase de la correcta disposición de los bienes legados por el testador.
El Tribunal Constitucional mediante sentencia le dio la razón al arzobispo, en el sentido que debería existir la Junta encargada de administrar los bienes donados por José de la Riva Agüero.
Los que apoyan a las actuales autoridades de la PUCP señalan que es “una sentencia irregular”, dado que el TC “se excedió en el fallo” al ir más allá de lo peticionado (que era un amparo presentado por las propios autoridades de la PUCP contra el arzobispo).
Ese argumento no tiene sustento, por una razón. A diferencia del derecho civil, donde el magistrado no puede pronunciarse más allá de lo peticionado por el demandante (“ultra petita”); en derecho procesal constitucional sí es posible que “el guardián de la constitucionalidad” (como se autotitula el TC) pueda pronunciarse más allá de lo peticionado por el accionante. Es lo que sucedió en este caso. El TC estaba facultado para ello.
4) LOS GRUPOS EN PUGNA:
Existen claramente dos grupos en pugna: el de las actuales autoridades de la PUCP y el liderado por el arzobispo. Esta pugna se produce en distintos niveles: judicial, político, eclesiástico y por los medios de comunicación. Ambos grupos buscan sumar fuerzas, sea al interior de la propia PUCP, en el gobierno, en las instituciones, los poderes fácticos o en la opinión pública. En esta pugna no hay buenos ni malos, no existen diablos ni menos ángeles, solo dos grupos que defienden sus intereses. El de las autoridades de la PUCP, perpetuarse en el poder, gozando de los privilegios inherentes al mismo; el del Cardenal, por someter a su fuero una importante universidad que nació como Católica y tiene el título de Pontificia.
5) EL FUTURO DE LA PUCP:
Es cierto que antes del arzobispado de Monseñor Cipriani, sus antecesores no hicieron “cuestión de estado” con respecto a la conducción de la PUCP. Más o menos que se manejó como una institución laica, creciendo consiguientemente en su interior el poder de los llamados “caviares”, siendo reconocida la Católica como su “fortín”. Es en ese momento que se produce la colisión con Monseñor Cipriani, quien se encuentra en las antípodas de las concepciones ideológicas de las actuales autoridades y sectores dominantes de la universidad, y los subsecuentes líos judiciales y extrajudiciales que existen.
En lo personal –repito, sin tener parte ni interés en este pleito- creo que le asiste la razón y el derecho al arzobispo, tanto desde el derecho nacional como del eclesiástico. La PUCP al ser una universidad católica se encuentra sujeta a los mandatos de Roma, nos guste o no. Por eso se llama católica y es pontificia. Y seamos realistas. Tampoco es necesario ser muy zahorí para darse cuenta que bajo la égida de Monseñor Cipriani como “Gran Canciller”, con plenas facultades sobre la PUCP, mucho del ambiente liberal de la universidad desaparecerá.
Creo que el actual rector de la Universidad, Marcial Rubio, es un hombre decente. Personalmente no lo conozco, pero me da esa impresión. Le ha tocado el rectorado en un momento difícil, tenso, con -de repente- muchos intereses subalternos a su alrededor, donde quizás él mismo no se encuentra cómodo ni contento en el cargo y me parece que si cree que el prestigio y el futuro de la PUCP peligran en esta pugna con el arzobispo no dudará en renunciar. Con la frente en alto como es propio de la gente decente. Muchas veces un desprendimiento enaltece más que aferrarse tontamente a un cargo, lo que, me parece, Marcial no hará.
Esta pugna entre el arzobispo y las actuales autoridades de la PUCP todavía tiene para algunos capítulos más.
Eduardo Jiménez J.
ejjlaw@yahoo.es
Tuesday, August 23, 2011
LOS INDIGNADOS
Observo con desconcierto que no solo aquí se cuecen habas, en Europa también. El movimiento de protesta contra “los políticos tradicionales” afecta a las democracias más asentadas, como las europeas. Los ciudadanos no se sienten representados ni por sus políticos ni por sus partidos, sean de izquierda o de derecha. Algo está fallando en la representatividad política.
Desde que se “inventó” en Occidente la democracia representativa como que se fue “profesionalizando” el oficio de ser político, es decir un ciudadano podía vivir de un cargo por elección popular, todo consistía en tener la aceptación de sus demás pares a fin de llegar al poder. De allí en adelante han trascurrido muchas crisis que incluso han cuestionado al sistema político: desde la izquierda radical como Sendero Luminoso que consideraba a la democracia representativa “el establo parlamentario” hasta el movimiento de indignación ciudadana que recorre Europa.
Pero, ¿a qué se debe?
Todo parte de la crisis financiera acaecida hace tres años, cuyos coletazos no terminan. Muchos perdieron sus viviendas por las hipotecas, otros se quedaron sin trabajo, algunos gobiernos se han visto en la necesidad imperiosa de efectuar ajustes fiscales que afectan el gasto social como lo hacíamos nosotros veinte años atrás, y muchos jóvenes bien preparados, de buenas universidades, paradójicamente no consiguen trabajo. Amén de ello, la zona euro se tambalea por algunos países miembros que se encuentran en situación delicada, los gobiernos han desembolsado sin condiciones miles de millones a los bancos en problemas financieros dizque para “rescatarlos”, mientras efectúan ajustes en los presupuestos del gasto social con préstamos condicionados draconianamente por la Unión Europea para salir de la situación de falencia en que se encuentran.
Para colmo, los mismos que causaron la crisis ahora están “timbeando” (especulando) con el riesgo de no pago de los créditos de los países con más problemas en Europa, como Grecia, cuyos papeles, a este paso, no van a servir ni como papel higiénico. Como decimos nosotros “tras cuernos, palos”.
En ese contexto, tienen mucha razón los ciudadanos para indignarse. De cierta manera están “pagando los platos rotos” por la crisis desatada debido a la irresponsabilidad de algunos banqueros y agencias de calificación de riesgo, coludidos con políticos al servicio de sus intereses. Como que se ha aplicado la ley del embudo: lo ancho para los bancos, lo angosto para los ciudadanos de a pie.
Pero, para que exista indignación tiene que existir previamente un ciudadano, no nominal sino real, que se sienta ciudadano con todos sus derechos y responsabilidades, cosa que le puede reclamar al estado por los deficientes servicios prestados.
La invención de la democracia representativa y la formación del estado moderno con una impresionante burocracia tecnocrática, trajo como consecuencia que el ciudadano tribute más a fin de costear los gastos de un estado de tal envergadura, por lo que en los países del primer mundo nadie se salva de pagar impuestos, siendo las penas por evasión y elusión tributaria muy severas, incluso hasta la privación de libertad en los casos más graves. El punto es que el ciudadano, sea de rentas pequeñas o rentas grandes, tributa, por tanto “paga” por los servicios que le ofrece el estado y la clase política. No siente que sea “asistencialismo” ni una prestación gratuita. Digamos que esta contraprestación es una suerte de “pacto social” en los países desarrollados.
Consiguientemente si el estado y la clase política no le ofrecen los servicios necesarios como acceso al empleo, o los servicios que presta son deficientes, el ciudadano tiene toda la razón de protestar. Matices más, matices menos, es lo que ha sucedido en Europa ante los drásticos ajustes que trajo la secuela de “los bonos basura”. Lo más irónico es que hasta el momento los bancos y sus representantes causantes de la crisis están libres de toda responsabilidad; es más, han recibido miles de millones de euros y dólares para su “reflotamiento” sin ninguna condición. Es decir, encima que causan la crisis, los premian.
Así cualquiera se indigna.
Posiblemente el movimiento de los indignados termine disolviéndose en el tiempo. Si las cosas se componen en Europa y vuelve a funcionar correctamente el “estado de bienestar”, el movimiento no tendrá razón de ser. Pero, si la crisis continúa, como de hecho parece suceder, significará colocar en la agenda distintos temas que hasta el momento fueron “tabú” para la escena oficial política como la reforma de la ley electoral, la trasparencia de los políticos, el problema de las hipotecas, el medio ambiente y hasta la utilización de la energía nuclear. Temas que están relacionados directamente con el ciudadano y han causado que la palabra “política” entendida en su sentido aristotélico, vuelva a cobrar actualidad. Y, como correlato, un uso más extendido de las instituciones de la democracia directa como la consulta y el referéndum; lo que no está mal, después de todo, la democracia del ágora o la democracia ateniense es mucho más antigua que la democracia representativa. Es hora que los estados democráticos y los políticos usen con más frecuencia las instituciones de la democracia directa y “no tengan temor” de consultar a los ciudadanos que, al final de cuentas, a ellos se deben.
Otra “lección” que trae este movimiento es que no se puede separar democracia de economía. Mientras el sistema económico se sustente en un capitalismo especulativo (“capitalismo de casino” como lo han denominado algunos), sin regulaciones, principios éticos y sin producir bienes o servicios tangibles para el ciudadano, va a afectar notablemente al sistema político de democracia representativa. Es cierto que es poco lo que los políticos o solo los estados nacionales pueden hacer frente a este enorme poder fáctico como es el capitalismo financiero, pero se tiene que hacer algo para establecer un marco regulatorio a fin que no afecte a las economías nacionales, ni a los ciudadanos como ocurrió en la crisis del año 2008.
A este paso, estoy inclinado a pensar que lo más sensato tres años atrás –como opinaban algunos liberales cuando fue lo de la crisis de los “bonos basura”-, era dejar quebrar a los bancos con problemas y que nazcan otros. La “destrucción creativa” del capitalismo que aludía el maestro Schumpeter.
En fin, dependerá cómo se resuelva esta crisis, cuyas repercusiones, de hecho, llegarán a nuestras costas. Espero no nos agarre desprevenidos y en vez de estar discutiendo sobre si la Constitución del 79 o la del 93, o gastando más allá de lo que la prudencia aconseja, nos “vacunemos” contra ya no el “resfrío” de Europa y Norteamérica, sino una verdadera pulmonía que se nos viene del hemisferio norte.
Eduardo Jiménez J.
ejjlaw@yahoo.es
Desde que se “inventó” en Occidente la democracia representativa como que se fue “profesionalizando” el oficio de ser político, es decir un ciudadano podía vivir de un cargo por elección popular, todo consistía en tener la aceptación de sus demás pares a fin de llegar al poder. De allí en adelante han trascurrido muchas crisis que incluso han cuestionado al sistema político: desde la izquierda radical como Sendero Luminoso que consideraba a la democracia representativa “el establo parlamentario” hasta el movimiento de indignación ciudadana que recorre Europa.
Pero, ¿a qué se debe?
Todo parte de la crisis financiera acaecida hace tres años, cuyos coletazos no terminan. Muchos perdieron sus viviendas por las hipotecas, otros se quedaron sin trabajo, algunos gobiernos se han visto en la necesidad imperiosa de efectuar ajustes fiscales que afectan el gasto social como lo hacíamos nosotros veinte años atrás, y muchos jóvenes bien preparados, de buenas universidades, paradójicamente no consiguen trabajo. Amén de ello, la zona euro se tambalea por algunos países miembros que se encuentran en situación delicada, los gobiernos han desembolsado sin condiciones miles de millones a los bancos en problemas financieros dizque para “rescatarlos”, mientras efectúan ajustes en los presupuestos del gasto social con préstamos condicionados draconianamente por la Unión Europea para salir de la situación de falencia en que se encuentran.
Para colmo, los mismos que causaron la crisis ahora están “timbeando” (especulando) con el riesgo de no pago de los créditos de los países con más problemas en Europa, como Grecia, cuyos papeles, a este paso, no van a servir ni como papel higiénico. Como decimos nosotros “tras cuernos, palos”.
En ese contexto, tienen mucha razón los ciudadanos para indignarse. De cierta manera están “pagando los platos rotos” por la crisis desatada debido a la irresponsabilidad de algunos banqueros y agencias de calificación de riesgo, coludidos con políticos al servicio de sus intereses. Como que se ha aplicado la ley del embudo: lo ancho para los bancos, lo angosto para los ciudadanos de a pie.
Pero, para que exista indignación tiene que existir previamente un ciudadano, no nominal sino real, que se sienta ciudadano con todos sus derechos y responsabilidades, cosa que le puede reclamar al estado por los deficientes servicios prestados.
La invención de la democracia representativa y la formación del estado moderno con una impresionante burocracia tecnocrática, trajo como consecuencia que el ciudadano tribute más a fin de costear los gastos de un estado de tal envergadura, por lo que en los países del primer mundo nadie se salva de pagar impuestos, siendo las penas por evasión y elusión tributaria muy severas, incluso hasta la privación de libertad en los casos más graves. El punto es que el ciudadano, sea de rentas pequeñas o rentas grandes, tributa, por tanto “paga” por los servicios que le ofrece el estado y la clase política. No siente que sea “asistencialismo” ni una prestación gratuita. Digamos que esta contraprestación es una suerte de “pacto social” en los países desarrollados.
Consiguientemente si el estado y la clase política no le ofrecen los servicios necesarios como acceso al empleo, o los servicios que presta son deficientes, el ciudadano tiene toda la razón de protestar. Matices más, matices menos, es lo que ha sucedido en Europa ante los drásticos ajustes que trajo la secuela de “los bonos basura”. Lo más irónico es que hasta el momento los bancos y sus representantes causantes de la crisis están libres de toda responsabilidad; es más, han recibido miles de millones de euros y dólares para su “reflotamiento” sin ninguna condición. Es decir, encima que causan la crisis, los premian.
Así cualquiera se indigna.
Posiblemente el movimiento de los indignados termine disolviéndose en el tiempo. Si las cosas se componen en Europa y vuelve a funcionar correctamente el “estado de bienestar”, el movimiento no tendrá razón de ser. Pero, si la crisis continúa, como de hecho parece suceder, significará colocar en la agenda distintos temas que hasta el momento fueron “tabú” para la escena oficial política como la reforma de la ley electoral, la trasparencia de los políticos, el problema de las hipotecas, el medio ambiente y hasta la utilización de la energía nuclear. Temas que están relacionados directamente con el ciudadano y han causado que la palabra “política” entendida en su sentido aristotélico, vuelva a cobrar actualidad. Y, como correlato, un uso más extendido de las instituciones de la democracia directa como la consulta y el referéndum; lo que no está mal, después de todo, la democracia del ágora o la democracia ateniense es mucho más antigua que la democracia representativa. Es hora que los estados democráticos y los políticos usen con más frecuencia las instituciones de la democracia directa y “no tengan temor” de consultar a los ciudadanos que, al final de cuentas, a ellos se deben.
Otra “lección” que trae este movimiento es que no se puede separar democracia de economía. Mientras el sistema económico se sustente en un capitalismo especulativo (“capitalismo de casino” como lo han denominado algunos), sin regulaciones, principios éticos y sin producir bienes o servicios tangibles para el ciudadano, va a afectar notablemente al sistema político de democracia representativa. Es cierto que es poco lo que los políticos o solo los estados nacionales pueden hacer frente a este enorme poder fáctico como es el capitalismo financiero, pero se tiene que hacer algo para establecer un marco regulatorio a fin que no afecte a las economías nacionales, ni a los ciudadanos como ocurrió en la crisis del año 2008.
A este paso, estoy inclinado a pensar que lo más sensato tres años atrás –como opinaban algunos liberales cuando fue lo de la crisis de los “bonos basura”-, era dejar quebrar a los bancos con problemas y que nazcan otros. La “destrucción creativa” del capitalismo que aludía el maestro Schumpeter.
En fin, dependerá cómo se resuelva esta crisis, cuyas repercusiones, de hecho, llegarán a nuestras costas. Espero no nos agarre desprevenidos y en vez de estar discutiendo sobre si la Constitución del 79 o la del 93, o gastando más allá de lo que la prudencia aconseja, nos “vacunemos” contra ya no el “resfrío” de Europa y Norteamérica, sino una verdadera pulmonía que se nos viene del hemisferio norte.
Eduardo Jiménez J.
ejjlaw@yahoo.es
Tuesday, August 09, 2011
EXTRAÑOS NOMBRAMIENTOS EN EL GOBIERNO DE HUMALA
El viejo dicho “la mujer del César no solo debe ser honrada, sino también debe parecerlo” cobra actualidad con los últimos nombramientos en el gobierno de Ollanta Humala.
Tan importante como precisar y aclarar qué plan de gobierno utilizará en los próximos cinco años (dado que tiene por lo menos dos totalmente distintos), es determinar los funcionarios y asesores designados para la buena marcha del estado.
Lo ideal es una designación acorde con el puesto a desempeñar: Meritocracia pura. Pero, lo usual es la designación por cercanía, presión, favores o identificación partidaria. Lo malo de esta última forma de elección es que no siempre los mejores ocupan los puestos clave en la administración pública, sino todo lo contrario y varios, incluso, con pasado un tanto tormentoso.
El recién iniciado gobierno del comandante Humala no fue la excepción y acaba de estrenarse con nombramientos bastante extraños, que dejan amplio espacio para las conjeturas. Vamos a mencionar solo “tres perlitas”.
La “primera perla” fue la designación del coronel (r) Adrían Villafuerte como asesor en temas militares del presidente Humala. El hecho es que el coronel Villafuerte fue secretario personal del general César Saucedo, uno de los más conspicuos generales montesinistas en los años 90. Suerte de “eminencia gris” en la sombra, sería “el hombre bisagra” entre el presidente y el ejército, poder fáctico en el cual a todas luces Humala se estaría apoyando para gobernar, como lo demuestra el nombramiento del también coronel (r) Luis Pereyra Briceño como jefe del INDECI, cuyos méritos consistirían en “desaparecer” el legajo personal del presidente en lo referente a las acusaciones por violación de derechos humanos en el caso Madre Mía, hecho que se le atribuye a Pereyra Briceño. A ello se debe sumar el nombramiento como Jefe de Inteligencia de otro ex militar, así como la designación en las carteras de Interior y Defensa de otros dos ex militares, pese a que el por entonces candidato Humala juró, Biblia en mano (en la especie de “misa laica” que se celebró en la Casona de San Marcos), que esas carteras la ocuparían civiles.
Luego tenemos el nombramiento de Ricardo Soberón como jefe de Devida, una suerte de “zar antidrogas”. Lo curioso es que Soberón se opone a la erradicación de los cultivos de hojas de coca, lo que ha manifestado en repetidas oportunidades, habiendo sido también asesor de dirigentes cocaleros como la controvertida ex congresista Nancy Obregón.
Para muestra uno de los encendidos discursos de Soberón antes de ser designado en tan importante cargo, dirigiéndose a los dirigentes cocaleros:
“Si Ollanta me confía un cargo, esperaré la propuesta de los cocaleros, cuya madurez es notable, para sacarlos adelante y para que la Conpaccp [Confederación Nacional de Productores Agropecuarios de las Cuencas Cocaleras del Perú] sea grande. Deseo suerte en la redacción de las propuestas para el Gobierno. Yo los apoyaré desde cualquier campo”.
Evidentemente que una persona con una ideología “pro cocalera” no calza en un organismo que debe luchar precisamente contra la erradicación de la hoja de coca, ni tampoco se condice con la política trazada en este aspecto por Humala en su primer discurso como presidente en ejercicio donde se comprometió a “una guerra frontal” contra las drogas. Trazando una metáfora, es como si se designara en el portafolio de economía a un derrochador nato de recursos, o en salud alguien que por motivos religiosos se opone a las trasfusiones de sangre.
Y la “tercera perlita” de la semana fue la designación del abogado Eduardo Roy Gates nada menos que como asesor jurídico del presidente de la república. Uno se preguntará quién es Roy Gates. Es un joven abogado, penalista para mayores señas, bastante ambicioso, que en su corta trayectoria (tiene pocos años de ejercicio profesional) ha patrocinado a controvertidos personajes como César Cataño por blanqueo de activos, al clan Sánchez Paredes igualmente por blanqueo de activos, y a Miguel Sánchez Alayo también por blanqueo de activos, así como al celebérrimo Rómulo León por el delito de corrupción y, oh sorpresa, patrocinó al presidente Ollanta Humala en el caso Madre Mía.
El abogado Roy Gates fue quien mayormente tuvo en sus manos el caso donde se le imputa a Humala violación de derechos humanos cometidos bajo el seudónimo de “Capitán Carlos”, cediendo la posta hacia el final al abogado Omar Chehade, actual segundo vicepresidente.
Ahora bien, uno trata de no ser suspicaz y dice de repente el abogado Roy Gates tiene otros méritos profesionales que le permitan ocupar encargo de tan alto nivel, donde no se requiere tanto un abogado penalista, por más eficaz que pueda ser en su campo de ejercicio, sino un jurista con trayectoria y conocedor sobretodo del derecho constitucional y administrativo. Sin embargo, la trayectoria profesional del abogado Roy Gates se limita al patrocinio de tan ilustres personajes y, por supuesto, incluyendo en la lista de sus clientes al por entonces candidato Ollanta Humala. No conocemos de él ninguna obra jurídica publicada, ni tampoco ningún aporte sustancial que haya efectuado digamos a, por ejemplo, la reforma del estado o, por lo menos, algún enjundioso estudio de la problemática de la administración pública en el Perú; salvo que sea mérito personal ser hijo de otro abogado penalista, el conocidísimo abogado y maestro universitario Luis Roy Freyre. Pero, más allá de esos hechos su curriculum vitae es bastante pobre para el puesto nombrado, que si bien es de confianza, requiere un profesional con una mayor experiencia jurídica y, por añadidura, de un profesional que, sin perjuicio del derecho a la legítima defensa que todos tenemos, no haya defendido a personajes tan controversiales como los antes mencionados, pasando inmediatamente a defender luego los intereses del estado. Dibujando otra metáfora y sin herir la honra ni la susceptibilidad de nadie, es como si a “la mami” de un burdel se le confía luego la administración de un colegio de núbiles niñas. Como que la “madama” no es la persona apropiada para ese puesto, por más que tenga experiencia en lo otro.
Uno de los lemas de la campaña de Ollanta Humala fue la honestidad y la trasparencia. Es bueno tanto para él como para la gobernabilidad del país que siendo presidente en ejercicio la practique en todo momento y a todo nivel, incluyendo los nombramientos de funcionarios y asesores, más si estos son de confianza absoluta del presidente. Recuerde señor Humala la famosa sentencia latina. Los que votaron a favor de usted y en general todos los peruanos (dado que es el presidente de la república) esperan un comportamiento en ese sentido. Por el bien del país, ojalá no defraude y luego, para justificar los desaguisados cometidos, diga que todo es culpa de la derecha y del imperialismo yanqui y sus lacayos, cuando ustedes son los primeros que se disparan al pie.
P.D.: Cuando este artículo se encontraba listo para ser publicado, nos enteramos que la señorita Tania Quispe ha sido designada nada menos que como Jefa de la SUNAT. El hecho es que la Srta. Quispe es prima de la Sra. Nadine Heredia, la esposa del presidente de la república. Claro, se dirá que no existe incompatibilidad legal dado que la designada no es familiar directo ni cercano del presidente Humala. Pero, sin poner en duda los méritos personales y profesionales de la Srta. Quispe, “colocar familiares” en puestos claves de la administración pública, a pesar que el vínculo familiar es lejano, no es lo más recomendable desde el punto de vista ético. Se argumentará que en estos casos la ética no importa, y parece que es así.
Eduardo Jiménez J.
ejjlaw@yahoo.es
Tan importante como precisar y aclarar qué plan de gobierno utilizará en los próximos cinco años (dado que tiene por lo menos dos totalmente distintos), es determinar los funcionarios y asesores designados para la buena marcha del estado.
Lo ideal es una designación acorde con el puesto a desempeñar: Meritocracia pura. Pero, lo usual es la designación por cercanía, presión, favores o identificación partidaria. Lo malo de esta última forma de elección es que no siempre los mejores ocupan los puestos clave en la administración pública, sino todo lo contrario y varios, incluso, con pasado un tanto tormentoso.
El recién iniciado gobierno del comandante Humala no fue la excepción y acaba de estrenarse con nombramientos bastante extraños, que dejan amplio espacio para las conjeturas. Vamos a mencionar solo “tres perlitas”.
La “primera perla” fue la designación del coronel (r) Adrían Villafuerte como asesor en temas militares del presidente Humala. El hecho es que el coronel Villafuerte fue secretario personal del general César Saucedo, uno de los más conspicuos generales montesinistas en los años 90. Suerte de “eminencia gris” en la sombra, sería “el hombre bisagra” entre el presidente y el ejército, poder fáctico en el cual a todas luces Humala se estaría apoyando para gobernar, como lo demuestra el nombramiento del también coronel (r) Luis Pereyra Briceño como jefe del INDECI, cuyos méritos consistirían en “desaparecer” el legajo personal del presidente en lo referente a las acusaciones por violación de derechos humanos en el caso Madre Mía, hecho que se le atribuye a Pereyra Briceño. A ello se debe sumar el nombramiento como Jefe de Inteligencia de otro ex militar, así como la designación en las carteras de Interior y Defensa de otros dos ex militares, pese a que el por entonces candidato Humala juró, Biblia en mano (en la especie de “misa laica” que se celebró en la Casona de San Marcos), que esas carteras la ocuparían civiles.
Luego tenemos el nombramiento de Ricardo Soberón como jefe de Devida, una suerte de “zar antidrogas”. Lo curioso es que Soberón se opone a la erradicación de los cultivos de hojas de coca, lo que ha manifestado en repetidas oportunidades, habiendo sido también asesor de dirigentes cocaleros como la controvertida ex congresista Nancy Obregón.
Para muestra uno de los encendidos discursos de Soberón antes de ser designado en tan importante cargo, dirigiéndose a los dirigentes cocaleros:
“Si Ollanta me confía un cargo, esperaré la propuesta de los cocaleros, cuya madurez es notable, para sacarlos adelante y para que la Conpaccp [Confederación Nacional de Productores Agropecuarios de las Cuencas Cocaleras del Perú] sea grande. Deseo suerte en la redacción de las propuestas para el Gobierno. Yo los apoyaré desde cualquier campo”.
Evidentemente que una persona con una ideología “pro cocalera” no calza en un organismo que debe luchar precisamente contra la erradicación de la hoja de coca, ni tampoco se condice con la política trazada en este aspecto por Humala en su primer discurso como presidente en ejercicio donde se comprometió a “una guerra frontal” contra las drogas. Trazando una metáfora, es como si se designara en el portafolio de economía a un derrochador nato de recursos, o en salud alguien que por motivos religiosos se opone a las trasfusiones de sangre.
Y la “tercera perlita” de la semana fue la designación del abogado Eduardo Roy Gates nada menos que como asesor jurídico del presidente de la república. Uno se preguntará quién es Roy Gates. Es un joven abogado, penalista para mayores señas, bastante ambicioso, que en su corta trayectoria (tiene pocos años de ejercicio profesional) ha patrocinado a controvertidos personajes como César Cataño por blanqueo de activos, al clan Sánchez Paredes igualmente por blanqueo de activos, y a Miguel Sánchez Alayo también por blanqueo de activos, así como al celebérrimo Rómulo León por el delito de corrupción y, oh sorpresa, patrocinó al presidente Ollanta Humala en el caso Madre Mía.
El abogado Roy Gates fue quien mayormente tuvo en sus manos el caso donde se le imputa a Humala violación de derechos humanos cometidos bajo el seudónimo de “Capitán Carlos”, cediendo la posta hacia el final al abogado Omar Chehade, actual segundo vicepresidente.
Ahora bien, uno trata de no ser suspicaz y dice de repente el abogado Roy Gates tiene otros méritos profesionales que le permitan ocupar encargo de tan alto nivel, donde no se requiere tanto un abogado penalista, por más eficaz que pueda ser en su campo de ejercicio, sino un jurista con trayectoria y conocedor sobretodo del derecho constitucional y administrativo. Sin embargo, la trayectoria profesional del abogado Roy Gates se limita al patrocinio de tan ilustres personajes y, por supuesto, incluyendo en la lista de sus clientes al por entonces candidato Ollanta Humala. No conocemos de él ninguna obra jurídica publicada, ni tampoco ningún aporte sustancial que haya efectuado digamos a, por ejemplo, la reforma del estado o, por lo menos, algún enjundioso estudio de la problemática de la administración pública en el Perú; salvo que sea mérito personal ser hijo de otro abogado penalista, el conocidísimo abogado y maestro universitario Luis Roy Freyre. Pero, más allá de esos hechos su curriculum vitae es bastante pobre para el puesto nombrado, que si bien es de confianza, requiere un profesional con una mayor experiencia jurídica y, por añadidura, de un profesional que, sin perjuicio del derecho a la legítima defensa que todos tenemos, no haya defendido a personajes tan controversiales como los antes mencionados, pasando inmediatamente a defender luego los intereses del estado. Dibujando otra metáfora y sin herir la honra ni la susceptibilidad de nadie, es como si a “la mami” de un burdel se le confía luego la administración de un colegio de núbiles niñas. Como que la “madama” no es la persona apropiada para ese puesto, por más que tenga experiencia en lo otro.
Uno de los lemas de la campaña de Ollanta Humala fue la honestidad y la trasparencia. Es bueno tanto para él como para la gobernabilidad del país que siendo presidente en ejercicio la practique en todo momento y a todo nivel, incluyendo los nombramientos de funcionarios y asesores, más si estos son de confianza absoluta del presidente. Recuerde señor Humala la famosa sentencia latina. Los que votaron a favor de usted y en general todos los peruanos (dado que es el presidente de la república) esperan un comportamiento en ese sentido. Por el bien del país, ojalá no defraude y luego, para justificar los desaguisados cometidos, diga que todo es culpa de la derecha y del imperialismo yanqui y sus lacayos, cuando ustedes son los primeros que se disparan al pie.
P.D.: Cuando este artículo se encontraba listo para ser publicado, nos enteramos que la señorita Tania Quispe ha sido designada nada menos que como Jefa de la SUNAT. El hecho es que la Srta. Quispe es prima de la Sra. Nadine Heredia, la esposa del presidente de la república. Claro, se dirá que no existe incompatibilidad legal dado que la designada no es familiar directo ni cercano del presidente Humala. Pero, sin poner en duda los méritos personales y profesionales de la Srta. Quispe, “colocar familiares” en puestos claves de la administración pública, a pesar que el vínculo familiar es lejano, no es lo más recomendable desde el punto de vista ético. Se argumentará que en estos casos la ética no importa, y parece que es así.
Eduardo Jiménez J.
ejjlaw@yahoo.es
Tuesday, August 02, 2011
HUMALA: SU PRIMER MENSAJE A LA NACIÓN
Podemos analizar el primer discurso oficial de Ollanta Humala como presidente en ejercicio de dos maneras. La primera interpretando literalmente lo que dijo: así tenemos aparentemente un discurso gris, con guiños a distintos sectores políticos (una suerte de “sancochado” homenaje a distintos hombres ilustres del pasado), reiterando las promesas de campaña y el planteamiento de la “Hoja de ruta”. La verdad que para todo lo prometido le va a faltar tiempo (excede el plazo de un mandato presidencial) y dinero (la caja fiscal “volaría” de implementarse todo de una sola vez). Quizás por ello reiteró constantemente que los cambios de “la gran trasformación” serían progresivos. En resumidas cuentas, su primer mensaje a la Nación osciló entre el crecimiento económico y la distribución e inclusión social. La fórmula no es sencilla, dado que la distribución no debe afectar al crecimiento, y el crecimiento no debe ser excluyente de la inclusión. Es difícil, pero no imposible. Suponemos que los detalles de la ejecución de los programas sociales los delimitará el primer ministro cuando se presente al Congreso.
En esta lectura “prima facie” supuestamente el modelo económico continuará, aunque tendremos algunos matices de intervención estatal en materia económica, así como una serie de cambios a nivel del marco jurídico, incluyendo a la Constitución vigente.
La segunda lectura del discurso de Humala se puede hacer por contraste de “lo que no dijo”, lo que insinuó apenas, lo mantuvo en sombras o lo manejó en el terreno de la ambigüedad. Esta lectura es mucho más significativa.
Es notable que dentro de lo que no dijo, no hizo mención expresa de dos temas quizás más importantes que una eventual reforma constitucional: la educación escolar y la ciencia y la tecnología. En educación escolar fue extremadamente parco. Salvo lo de las ocho horas de clases no hizo mención expresa ni a la carrera pública magisterial, ni a las reformas necesarias en materia educativa. Educación estuvo en las sombras del discurso. Mal síntoma para un presidente que de candidato preconizó “la inclusión social” obviar una de las maneras por excelencia de conseguirla. Tampoco hizo mención a la investigación, ciencia y tecnología. Si queremos entrar de lleno al siglo XXI es imprescindible fomentar, sobretodo en los jóvenes, estas disciplinas. En ciencia y tecnología se justifica plenamente la creación de un Ministerio, no tanto por la burocracia, que siempre es inevitable en el estado, sino porque con estatus de ministerio se podrán concretar mejor las políticas en este sector. Es necesaria en estos momentos la creación de un Ministerio de Ciencia y Tecnología. Omisión en el discurso, otro mal síntoma, pese a que también fue una de las tantas promesas de su campaña.
Otro aspecto que apenas insinuó, pero sumamente relevante, fue la reforma constitucional. Más allá del juramento por “los principios” de la Constitución de 1979 no aludió al tema, pese a que el juramento hacía presagiar una de sus más caras ambiciones: el cambio constitucional. Ambición que no está encarpetada ni “dormida” como parece, sino que goza de buena salud.
Creo que no fue un error el mencionar a la carta del 79 en su juramento. Ni únicamente un “guiño” a la platea o solo un mensaje provocador a la oposición para que “pise el palito”. Creo que fue un “globo de ensayo” para medir las repercusiones de un eventual cambio constitucional que va a comenzar por el rol subsidiario del estado en materia económica. Será “la piedra de toque” que justifique una serie de reformas a “la constitución neoliberal y delincuencial” y, de ser posible, hasta un cambio total de la carta política como lo anunció un representante del ala radical de Gana Perú, incluyendo probablemente “de contrabando” la reelección inmediata del presidente, al estilo de “las constituciones chavistas”.
No sería extraño que en las próximas semanas la bancada de Gana Perú comience a presentar iniciativas de reforma constitucional. La intensidad de esas reformas legislativas y el sentido que tomen dependerá de la correlación de fuerzas tanto al interior de Gana Perú, como de este con las demás fuerzas políticas y los poderes fácticos, incluyendo a los aliados que estuvieron al lado de Humala desde la primera hora.
Tampoco creo que fue un “lapsus” la mención en su discurso a la “Economía Nacional de Mercado” como se encuentra establecida en su primer plan de gobierno, el estatista e interventor del mercado y la sociedad. Más bien abre “una puerta” para posibles cambios que se verían reflejados en la eventual reforma constitucional.
También los aliados en la campaña demostrarán su poder, como es el caso de los cocaleros. Si ha prometido una “guerra frontal” contra las drogas y su legalización y ello se trasforma en voluntad política y hechos concretos, tendrá aliados que se convertirán en enemigos. Igual sucederá con los profesores del SUTEP y Patria Roja, actualmente a su lado y que han votado mayoritariamente por él y su promesa del “ingreso automático” (sin evaluaciones) a la Carrera Pública Magisterial. Si continúa manteniendo los requisitos para el ingreso a la Carrera Pública Magisterial los tendrá en contra; quizás por eso no ha hecho mención a la CPM en su discurso inaugural y ha preferido soslayarlo, dejando la tarea a su ministra de educación.
Tomar distancias de los aliados y actuar contra sus intereses requiere mucha muñeca política y, además, sustituirlos por otros de igual o superior fuerza. Es lo que va a suceder tarde o temprano al tener una cantidad variopinta y con intereses contrapuestos de “compañeros de ruta”. Igual sucede con los movimientos populares y regionales que votaron por él. Qué pasaría si, por ejemplo, decide como jefe de estado poner freno al contrabando en Puno. Cómo reaccionarían sus hasta ahora incondicionales votantes puneños si toma una decisión política contra sus intereses.
O, en materia económica, si decide, supongamos, subsidiar indiscriminadamente precios o, peor aún, controlarlos. Por ejemplo, qué sucedería si establece subsidiar el balón de GLP para que llegue al consumidor a doce soles, “cumpliendo” así una promesa de campaña. O decretar una tarifa de “precios básicos” si la inflación se le escapa de las manos. Por si acaso, los ciudadanos ya hemos vivido esas experiencias en gobiernos anteriores y no fueron nada gratas.
Habrá que estar atentos a lo que se viene. Más son las dudas que las certezas traídas con el primer mensaje presidencial. Si bien tenemos un Humala aparentemente moderado, de centro izquierda, que respetará el modelo económico que tanto denostó en la campaña; no podemos por eso “bajar la guardia” creyendo que la vocación totalitaria o fascista haya desaparecido. Como decíamos en anterior artículo, esta es apenas la presentación en sociedad del presidente en ejercicio, el tanteo del terreno, lo cual requiere extrema cautela por parte de él.
¿Qué pasará después? Dependerá mucho de cómo se maneje esa correlación de fuerzas tanto al interior de GP (entre el sector moderado y el sector radical), como frente a los demás partidos y principalmente el comportamiento de su voluble aliado político, Perú Posible, así como los poderes económicos y los compañeros de ruta que estuvieron desde la primera hora a su lado, jugando un papel importante la prensa independiente y la sociedad organizada. Las variables no están cerradas, ni son definitivas.
Eduardo Jiménez J.
ejjlaw@yahoo.es
En esta lectura “prima facie” supuestamente el modelo económico continuará, aunque tendremos algunos matices de intervención estatal en materia económica, así como una serie de cambios a nivel del marco jurídico, incluyendo a la Constitución vigente.
La segunda lectura del discurso de Humala se puede hacer por contraste de “lo que no dijo”, lo que insinuó apenas, lo mantuvo en sombras o lo manejó en el terreno de la ambigüedad. Esta lectura es mucho más significativa.
Es notable que dentro de lo que no dijo, no hizo mención expresa de dos temas quizás más importantes que una eventual reforma constitucional: la educación escolar y la ciencia y la tecnología. En educación escolar fue extremadamente parco. Salvo lo de las ocho horas de clases no hizo mención expresa ni a la carrera pública magisterial, ni a las reformas necesarias en materia educativa. Educación estuvo en las sombras del discurso. Mal síntoma para un presidente que de candidato preconizó “la inclusión social” obviar una de las maneras por excelencia de conseguirla. Tampoco hizo mención a la investigación, ciencia y tecnología. Si queremos entrar de lleno al siglo XXI es imprescindible fomentar, sobretodo en los jóvenes, estas disciplinas. En ciencia y tecnología se justifica plenamente la creación de un Ministerio, no tanto por la burocracia, que siempre es inevitable en el estado, sino porque con estatus de ministerio se podrán concretar mejor las políticas en este sector. Es necesaria en estos momentos la creación de un Ministerio de Ciencia y Tecnología. Omisión en el discurso, otro mal síntoma, pese a que también fue una de las tantas promesas de su campaña.
Otro aspecto que apenas insinuó, pero sumamente relevante, fue la reforma constitucional. Más allá del juramento por “los principios” de la Constitución de 1979 no aludió al tema, pese a que el juramento hacía presagiar una de sus más caras ambiciones: el cambio constitucional. Ambición que no está encarpetada ni “dormida” como parece, sino que goza de buena salud.
Creo que no fue un error el mencionar a la carta del 79 en su juramento. Ni únicamente un “guiño” a la platea o solo un mensaje provocador a la oposición para que “pise el palito”. Creo que fue un “globo de ensayo” para medir las repercusiones de un eventual cambio constitucional que va a comenzar por el rol subsidiario del estado en materia económica. Será “la piedra de toque” que justifique una serie de reformas a “la constitución neoliberal y delincuencial” y, de ser posible, hasta un cambio total de la carta política como lo anunció un representante del ala radical de Gana Perú, incluyendo probablemente “de contrabando” la reelección inmediata del presidente, al estilo de “las constituciones chavistas”.
No sería extraño que en las próximas semanas la bancada de Gana Perú comience a presentar iniciativas de reforma constitucional. La intensidad de esas reformas legislativas y el sentido que tomen dependerá de la correlación de fuerzas tanto al interior de Gana Perú, como de este con las demás fuerzas políticas y los poderes fácticos, incluyendo a los aliados que estuvieron al lado de Humala desde la primera hora.
Tampoco creo que fue un “lapsus” la mención en su discurso a la “Economía Nacional de Mercado” como se encuentra establecida en su primer plan de gobierno, el estatista e interventor del mercado y la sociedad. Más bien abre “una puerta” para posibles cambios que se verían reflejados en la eventual reforma constitucional.
También los aliados en la campaña demostrarán su poder, como es el caso de los cocaleros. Si ha prometido una “guerra frontal” contra las drogas y su legalización y ello se trasforma en voluntad política y hechos concretos, tendrá aliados que se convertirán en enemigos. Igual sucederá con los profesores del SUTEP y Patria Roja, actualmente a su lado y que han votado mayoritariamente por él y su promesa del “ingreso automático” (sin evaluaciones) a la Carrera Pública Magisterial. Si continúa manteniendo los requisitos para el ingreso a la Carrera Pública Magisterial los tendrá en contra; quizás por eso no ha hecho mención a la CPM en su discurso inaugural y ha preferido soslayarlo, dejando la tarea a su ministra de educación.
Tomar distancias de los aliados y actuar contra sus intereses requiere mucha muñeca política y, además, sustituirlos por otros de igual o superior fuerza. Es lo que va a suceder tarde o temprano al tener una cantidad variopinta y con intereses contrapuestos de “compañeros de ruta”. Igual sucede con los movimientos populares y regionales que votaron por él. Qué pasaría si, por ejemplo, decide como jefe de estado poner freno al contrabando en Puno. Cómo reaccionarían sus hasta ahora incondicionales votantes puneños si toma una decisión política contra sus intereses.
O, en materia económica, si decide, supongamos, subsidiar indiscriminadamente precios o, peor aún, controlarlos. Por ejemplo, qué sucedería si establece subsidiar el balón de GLP para que llegue al consumidor a doce soles, “cumpliendo” así una promesa de campaña. O decretar una tarifa de “precios básicos” si la inflación se le escapa de las manos. Por si acaso, los ciudadanos ya hemos vivido esas experiencias en gobiernos anteriores y no fueron nada gratas.
Habrá que estar atentos a lo que se viene. Más son las dudas que las certezas traídas con el primer mensaje presidencial. Si bien tenemos un Humala aparentemente moderado, de centro izquierda, que respetará el modelo económico que tanto denostó en la campaña; no podemos por eso “bajar la guardia” creyendo que la vocación totalitaria o fascista haya desaparecido. Como decíamos en anterior artículo, esta es apenas la presentación en sociedad del presidente en ejercicio, el tanteo del terreno, lo cual requiere extrema cautela por parte de él.
¿Qué pasará después? Dependerá mucho de cómo se maneje esa correlación de fuerzas tanto al interior de GP (entre el sector moderado y el sector radical), como frente a los demás partidos y principalmente el comportamiento de su voluble aliado político, Perú Posible, así como los poderes económicos y los compañeros de ruta que estuvieron desde la primera hora a su lado, jugando un papel importante la prensa independiente y la sociedad organizada. Las variables no están cerradas, ni son definitivas.
Eduardo Jiménez J.
ejjlaw@yahoo.es
Wednesday, July 06, 2011
HUMALA: ENTRE LA TENTACIÓN AUTORITARIA Y LA DEMOCRACIA SOCIAL
Ollanta Humala se debate entre esos dos extremos: la tentación autoritaria o la gobernabilidad al estilo socialdemócrata. O, si se quiere, gobernar teniendo a la mano su plan de gobierno inicial, estatista e intervencionista en la sociedad, o ejecutar su “Hoja de ruta”, más liberal y social. No creo se hayan decantado ninguna de las dos tendencias ni al interior de su agrupación política ni menos en lo más íntimo de su fuero personal. Están allí, latentes.
Por el momento parece, solo parece, que la tendencia socialdemócrata está imponiéndose. Pero estamos apenas en la presentación en sociedad del presidente electo, donde tiene que lucir lo “más progre” que pueda. Todavía no enfrenta los graves desafíos que se le vienen. Ni sabemos cómo reaccionará ante estos.
Quiero creer que primará la tendencia socialdemócrata. Pero, frente a las innumerables promesas que ha desparramado en todos estos meses de campaña, así como a las expectativas generadas, le va a ser difícil contener a sus huestes con migajas o con lecciones de disciplina fiscal. Ya vimos lo que sucedió con la promesa del gas a doce soles. Y ese incidente es apenas “la punta del iceberg” de un cúmulo de promesas de todo tipo.
También se encuentra latente el peligro de la tentación reeleccionista. Qué hacer si el sector radical de su organización política, aquel que le importa un comino la institucionalidad democrática, propone una “asamblea constituyente” y se tira abajo todo el sistema jurídico, con reelección indefinida de por medio. Es una tentación a la que el propio Humala puede echar mano “por razones de interés nacional”. Ya no hablemos de la modificación del régimen económico constitucional para que existan de nuevo empresas públicas, monopolio estatal, reserva de actividades económicas a favor del estado, control de precios; todo, claro, por “los pobres del Perú”.
Cómo reaccionará Humala ante una eventual crisis o cómo se sostendrá en el poder en estos largos cinco años. No tiene un partido disciplinado como el APRA, el suyo es más bien un todo inorgánico y variopinto, donde las partes y sus intereses particulares se imponen al proyecto nacional. ¿En qué poder fáctico se apoyará? ¿En los grandes empresarios y en sus compañeros de armas del ejército, algo similar a lo efectuado por Fujimori en los noventa? Tarde o temprano (si todavía no lo hizo) tendrá que elegir apoyarse en uno o más de esos poderes fácticos.
Y cómo vamos en comercio y política exterior: ¿respetará los tratados de libre comercio? Parece que no le importan mucho y va a apostar por una “integración regional” con el MERCOSUR. ¿Significará, en los hechos, que el Perú abandonaría “el arco del Pacífico” integrado por Colombia, nuestro país y Chile? Después de todo lo que nos ha costado, esperemos que no, así como que su “bolivianarismo” no trascienda de poses retóricas para “estar bien” con sus amigos del ALBA y el MERCOSUR.
Ya no hablemos del temido recorte –sea sutil o no- de libertades políticas, de expresión, información, circulación de ideas y crítica. Libertades “burguesas” para algunos, incómodas para los gobernantes, pero necesarias si queremos una sociedad sana y contestataria.
Quizás lo más sensato es que Perú Posible sea co-gobierno con Humala, ello “suavizará” las tendencias autoritarias; aunque parece que “el sano y sagrado” no quiere exponerse a una alianza formal mirando el 2016. Todavía “está dolido” por la derrota como manifiesta personalmente; pero ello no impide que vaya haciendo cálculos fríos de acá a cinco años.
En Humala más son las incógnitas que los lados claros. Quizás ni él mismo los tiene todavía muy claros y definidos. El 28 de Julio, cuando asuma la presidencia, habrá que leer entre líneas su discurso. Mucho de lo que haga o no haga, o la forma en que lo haga, se verá reflejado en ese discurso. Tomando prestada una metáfora de Hugo Neira, son “tiempos nublados” los que se ciernen sobre nuestro país.
Eduardo Jiménez J.
ejjlaw@yahoo.es
Por el momento parece, solo parece, que la tendencia socialdemócrata está imponiéndose. Pero estamos apenas en la presentación en sociedad del presidente electo, donde tiene que lucir lo “más progre” que pueda. Todavía no enfrenta los graves desafíos que se le vienen. Ni sabemos cómo reaccionará ante estos.
Quiero creer que primará la tendencia socialdemócrata. Pero, frente a las innumerables promesas que ha desparramado en todos estos meses de campaña, así como a las expectativas generadas, le va a ser difícil contener a sus huestes con migajas o con lecciones de disciplina fiscal. Ya vimos lo que sucedió con la promesa del gas a doce soles. Y ese incidente es apenas “la punta del iceberg” de un cúmulo de promesas de todo tipo.
También se encuentra latente el peligro de la tentación reeleccionista. Qué hacer si el sector radical de su organización política, aquel que le importa un comino la institucionalidad democrática, propone una “asamblea constituyente” y se tira abajo todo el sistema jurídico, con reelección indefinida de por medio. Es una tentación a la que el propio Humala puede echar mano “por razones de interés nacional”. Ya no hablemos de la modificación del régimen económico constitucional para que existan de nuevo empresas públicas, monopolio estatal, reserva de actividades económicas a favor del estado, control de precios; todo, claro, por “los pobres del Perú”.
Cómo reaccionará Humala ante una eventual crisis o cómo se sostendrá en el poder en estos largos cinco años. No tiene un partido disciplinado como el APRA, el suyo es más bien un todo inorgánico y variopinto, donde las partes y sus intereses particulares se imponen al proyecto nacional. ¿En qué poder fáctico se apoyará? ¿En los grandes empresarios y en sus compañeros de armas del ejército, algo similar a lo efectuado por Fujimori en los noventa? Tarde o temprano (si todavía no lo hizo) tendrá que elegir apoyarse en uno o más de esos poderes fácticos.
Y cómo vamos en comercio y política exterior: ¿respetará los tratados de libre comercio? Parece que no le importan mucho y va a apostar por una “integración regional” con el MERCOSUR. ¿Significará, en los hechos, que el Perú abandonaría “el arco del Pacífico” integrado por Colombia, nuestro país y Chile? Después de todo lo que nos ha costado, esperemos que no, así como que su “bolivianarismo” no trascienda de poses retóricas para “estar bien” con sus amigos del ALBA y el MERCOSUR.
Ya no hablemos del temido recorte –sea sutil o no- de libertades políticas, de expresión, información, circulación de ideas y crítica. Libertades “burguesas” para algunos, incómodas para los gobernantes, pero necesarias si queremos una sociedad sana y contestataria.
Quizás lo más sensato es que Perú Posible sea co-gobierno con Humala, ello “suavizará” las tendencias autoritarias; aunque parece que “el sano y sagrado” no quiere exponerse a una alianza formal mirando el 2016. Todavía “está dolido” por la derrota como manifiesta personalmente; pero ello no impide que vaya haciendo cálculos fríos de acá a cinco años.
En Humala más son las incógnitas que los lados claros. Quizás ni él mismo los tiene todavía muy claros y definidos. El 28 de Julio, cuando asuma la presidencia, habrá que leer entre líneas su discurso. Mucho de lo que haga o no haga, o la forma en que lo haga, se verá reflejado en ese discurso. Tomando prestada una metáfora de Hugo Neira, son “tiempos nublados” los que se ciernen sobre nuestro país.
Eduardo Jiménez J.
ejjlaw@yahoo.es
HUMALA: ENTRE LA TENTACIÓN AUTORITARIA Y LA DEMOCRACIA SOCIAL
Ollanta Humala se debate entre esos dos extremos: la tentación autoritaria o la gobernabilidad al estilo socialdemócrata. O, si se quiere, gobernar teniendo a la mano su plan de gobierno inicial, estatista e intervencionista en la sociedad, o ejecutar su “Hoja de ruta”, más liberal y social. No creo se hayan decantado ninguna de las dos tendencias ni al interior de su agrupación política ni menos en lo más íntimo de su fuero personal. Están allí, latentes.
Por el momento parece, solo parece, que la tendencia socialdemócrata está imponiéndose. Pero estamos apenas en la presentación en sociedad del presidente electo, donde tiene que lucir lo “más progre” que pueda. Todavía no enfrenta los graves desafíos que se le vienen. Ni sabemos cómo reaccionará ante estos.
Quiero creer que primará la tendencia socialdemócrata. Pero, frente a las innumerables promesas que ha desparramado en todos estos meses de campaña, así como a las expectativas generadas, le va a ser difícil contener a sus huestes con migajas o con lecciones de disciplina fiscal. Ya vimos lo que sucedió con la promesa del gas a doce soles. Y ese incidente es apenas “la punta del iceberg” de un cúmulo de promesas de todo tipo.
También se encuentra latente el peligro de la tentación reeleccionista. Qué hacer si el sector radical de su organización política, aquel que le importa un comino la institucionalidad democrática, propone una “asamblea constituyente” y se tira abajo todo el sistema jurídico, con reelección indefinida de por medio. Es una tentación a la que el propio Humala puede echar mano “por razones de interés nacional”. Ya no hablemos de la modificación del régimen económico constitucional para que existan de nuevo empresas públicas, monopolio estatal, reserva de actividades económicas a favor del estado, control de precios; todo, claro, por “los pobres del Perú”.
Cómo reaccionará Humala ante una eventual crisis o cómo se sostendrá en el poder en estos largos cinco años. No tiene un partido disciplinado como el APRA, el suyo es más bien un todo inorgánico y variopinto, donde las partes y sus intereses particulares se imponen al proyecto nacional. ¿En qué poder fáctico se apoyará? ¿En los grandes empresarios y en sus compañeros de armas del ejército, algo similar a lo efectuado por Fujimori en los noventa? Tarde o temprano (si todavía no lo hizo) tendrá que elegir apoyarse en uno o más de esos poderes fácticos.
Y cómo vamos en comercio y política exterior: ¿respetará los tratados de libre comercio? Parece que no le importan mucho y va a apostar por una “integración regional” con el MERCOSUR. ¿Significará, en los hechos, que el Perú abandonaría “el arco del Pacífico” integrado por Colombia, nuestro país y Chile? Después de todo lo que nos ha costado, esperemos que no, así como que su “bolivianarismo” no trascienda de poses retóricas para “estar bien” con sus amigos del ALBA y el MERCOSUR.
Ya no hablemos del temido recorte –sea sutil o no- de libertades políticas, de expresión, información, circulación de ideas y crítica. Libertades “burguesas” para algunos, incómodas para los gobernantes, pero necesarias si queremos una sociedad sana y contestataria.
Quizás lo más sensato es que Perú Posible sea co-gobierno con Humala, ello “suavizará” las tendencias autoritarias; aunque parece que “el sano y sagrado” no quiere exponerse a una alianza formal mirando el 2016. Todavía “está dolido” por la derrota como manifiesta personalmente; pero ello no impide que vaya haciendo cálculos fríos de acá a cinco años.
En Humala más son las incógnitas que los lados claros. Quizás ni él mismo los tiene todavía muy claros y definidos. El 28 de Julio, cuando asuma la presidencia, habrá que leer entre líneas su discurso. Mucho de lo que haga o no haga, o la forma en que lo haga, se verá reflejado en ese discurso. Tomando prestada una metáfora de Hugo Neira, son “tiempos nublados” los que se ciernen sobre nuestro país.
Eduardo Jiménez J.
ejjlaw@yahoo.es
Por el momento parece, solo parece, que la tendencia socialdemócrata está imponiéndose. Pero estamos apenas en la presentación en sociedad del presidente electo, donde tiene que lucir lo “más progre” que pueda. Todavía no enfrenta los graves desafíos que se le vienen. Ni sabemos cómo reaccionará ante estos.
Quiero creer que primará la tendencia socialdemócrata. Pero, frente a las innumerables promesas que ha desparramado en todos estos meses de campaña, así como a las expectativas generadas, le va a ser difícil contener a sus huestes con migajas o con lecciones de disciplina fiscal. Ya vimos lo que sucedió con la promesa del gas a doce soles. Y ese incidente es apenas “la punta del iceberg” de un cúmulo de promesas de todo tipo.
También se encuentra latente el peligro de la tentación reeleccionista. Qué hacer si el sector radical de su organización política, aquel que le importa un comino la institucionalidad democrática, propone una “asamblea constituyente” y se tira abajo todo el sistema jurídico, con reelección indefinida de por medio. Es una tentación a la que el propio Humala puede echar mano “por razones de interés nacional”. Ya no hablemos de la modificación del régimen económico constitucional para que existan de nuevo empresas públicas, monopolio estatal, reserva de actividades económicas a favor del estado, control de precios; todo, claro, por “los pobres del Perú”.
Cómo reaccionará Humala ante una eventual crisis o cómo se sostendrá en el poder en estos largos cinco años. No tiene un partido disciplinado como el APRA, el suyo es más bien un todo inorgánico y variopinto, donde las partes y sus intereses particulares se imponen al proyecto nacional. ¿En qué poder fáctico se apoyará? ¿En los grandes empresarios y en sus compañeros de armas del ejército, algo similar a lo efectuado por Fujimori en los noventa? Tarde o temprano (si todavía no lo hizo) tendrá que elegir apoyarse en uno o más de esos poderes fácticos.
Y cómo vamos en comercio y política exterior: ¿respetará los tratados de libre comercio? Parece que no le importan mucho y va a apostar por una “integración regional” con el MERCOSUR. ¿Significará, en los hechos, que el Perú abandonaría “el arco del Pacífico” integrado por Colombia, nuestro país y Chile? Después de todo lo que nos ha costado, esperemos que no, así como que su “bolivianarismo” no trascienda de poses retóricas para “estar bien” con sus amigos del ALBA y el MERCOSUR.
Ya no hablemos del temido recorte –sea sutil o no- de libertades políticas, de expresión, información, circulación de ideas y crítica. Libertades “burguesas” para algunos, incómodas para los gobernantes, pero necesarias si queremos una sociedad sana y contestataria.
Quizás lo más sensato es que Perú Posible sea co-gobierno con Humala, ello “suavizará” las tendencias autoritarias; aunque parece que “el sano y sagrado” no quiere exponerse a una alianza formal mirando el 2016. Todavía “está dolido” por la derrota como manifiesta personalmente; pero ello no impide que vaya haciendo cálculos fríos de acá a cinco años.
En Humala más son las incógnitas que los lados claros. Quizás ni él mismo los tiene todavía muy claros y definidos. El 28 de Julio, cuando asuma la presidencia, habrá que leer entre líneas su discurso. Mucho de lo que haga o no haga, o la forma en que lo haga, se verá reflejado en ese discurso. Tomando prestada una metáfora de Hugo Neira, son “tiempos nublados” los que se ciernen sobre nuestro país.
Eduardo Jiménez J.
ejjlaw@yahoo.es
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