Friday, October 07, 2016

CUANDO LOS COLOMBIANOS LE DIJERON “NO” AL ACUERDO DE PAZ



Por: Eduardo JimĂ©nez J.
        ejimenez2107@gmail.com
        ejj39@hotmail.com
       @ejj2107



Se contaba una broma. Cuando Pinochet, hace treinta años atrás, perdiĂł el plebiscito en Chile y tuvo que irse: el fantasma de Franco se le aparece y le susurra al oĂ­do “eso te pasa por preguntar”.

Chiste de dictadores, es cierto; pero algo de cierto tiene. A veces los que tienen el poder para ganar legitimidad en decisiones trascendentales “consultan al pueblo” a fin que ratifique la decisiĂłn tomada. Aparentemente parece que tienen las de ganar en la consulta y algo sucede que el resultado es totalmente contrario a lo esperado. SucediĂł este año con el Brexit británico y ha vuelto ha pasar con el referendo del acuerdo de paz colombiano. En los dos casos ganĂł la posiciĂłn contraria muy ajustadamente y puso en serios aprietos y dilemas al gobierno de turno.

En el caso colombiano parecĂ­a que el “sĂ­” sellaba la paz definitiva, sin embargo a los poco dĂ­as el panorama cambiĂł. Claro, no es que los colombianos deseen mantener la situaciĂłn de guerra interna, sino que fue “el costo de la paz” lo que marcĂł el rechazo. Las condiciones polĂ­ticas y econĂłmicas a favor de las FARC, pesaron sobre el ánimo de los votantes más que la paz misma.

Y en este punto entra a tallar “el tercero en discordia”. Porque hay un tercero que no fue tomado en cuenta. Fue gracias a la campaña masiva a favor del no que promoviĂł Uribe y su grupo que los resultados se revirtieron sorprendentemente. Uribe en Colombia es quizás más popular que el propio Santos. Para que más o menos se entienda: allá es una suerte de Alberto Fujimori. Hombre pragmático, de derecha, que “se saltĂł” más de una vez el estado de derecho, y que logrĂł bajar el poder militar de las FARC a un tercio, lo que posibilitĂł que Santos pueda obligar a sentar a negociar a lo que quedaba de la narcoguerrilla. Algunos incluso sostienen que de haber continuado en el poder Uribe hoy las FARC serĂ­an historia.

Ese tercero en discordia que se ha ganado a pulso el derecho de ser escuchado, deberá ser tomado en cuenta en una eventual ronda de renegociaciones para encontrar una salida más realista en el impase por la paz. Lo malo es que la de Uribe es una posiciĂłn muy radical y claramente anti-Farc. Su soluciĂłn es militar, más que polĂ­tica. Habrá que “hilar fino”.

A los colombianos les conviene zanjar el asunto, aunque no están muy convencidos de los tĂ©rminos en que se zanja. Tienen una institucionalidad envidiable y ya sin el lastre de la guerra interna, es posible que su potencial econĂłmico se eleve más allá de la respetable economĂ­a regional que actualmente es. Algunos piensan que su potencial lo hace un candidato más prometedor para ingresar al club selecto de la OCDE que nosotros mismos y que, terminado el conflicto, “el segundo Chile” regional podrĂ­a ser Colombia, no PerĂş.

En fin, la eventual renegociaciĂłn tendrá que ver estos aspectos. Escuchar la voz y el sentir de la mitad de colombianos que este domingo le dijeron “no” al acuerdo de paz tal como está redactado.
 

Monday, October 03, 2016

CUANDO LOS MUERTOS HACEN POLĂŤTICA: EL MAUSOLEO DEL TERROR



Por: Eduardo JimĂ©nez J.
        ejimenez2107@gmail.com
        ejj39@hotmail.com
       @ejj2107



La reacciĂłn que ha causado la noticia del “mausoleo” para los terroristas asesinados en la isla El Frontòn, en 1986, implica que las cicatrices del terror siguen latentes y es una asignatura pendiente para la sociedad peruana.

Es cierto que la reacciòn ha venido sobretodo de aquellos que padecimos el terror en toda su magnitud. La generaciòn que viviò Tarata, el asesinato de MarĂ­a Elena Moyano, los apagones y los cochebomba; pero que tambiĂ©n viviĂł las ejecuciones extrajudiciales de la Cantuta, Barrios Altos y El FrontĂłn. Las cosas por su nombre: está documentado que lo del FrontĂłn, en 1986, fue asesinato cometido desde el Estado de Derecho (era el primer gobierno de Alan GarcĂ­a). A esos muertos es a los que Sendero Luminoso ha rendido “homenaje”.

No obstante ello hay un hecho implĂ­cito que no queremos ver. Sendero Luminoso y sus posteriores metamorfosis polĂ­ticas han trasmutado, adaptándose al medio, a las “formas democráticas”, ganando adeptos entre la generaciĂłn joven que no padeciĂł la furia demencial de aquellos años. Si se repara bien, les es más o menos fácil recolectar firmas para legalizar sus agrupaciones llamadas “de fachada” y casi inscriben como partido al Movadef. ¿QuĂ© partido polĂ­tico se puede dar el lujo de recolectar fácilmente doscientas, trescientas mil firmas, como lo vienen haciendo los senderistas?

Ello quiere decir –y no nos hagamos los ciegos- que hay mucho joven que sigue con simpatĂ­a, con “fe partidaria”, las consignas de Sendero y percibe a Abimael Guzmán como un “luchador social” injustamente encarcelado.

Esa juventud no conociĂł los años aciagos del terror. Ni habĂ­a nacido. Lo que implica que para tener esa percepciĂłn ha debido ser “adoctrinada” por ideĂłlogos de Sendero Luminoso. Pero una adoctrinaciĂłn solo es posible si la ideologĂ­a es cautivadora y no existe otro relato igualmente cautivador. En otras palabras, no ha habido estado, ni sociedad organizada, ni menos partidos polĂ­ticos que hayan dado la “versiĂłn oficial” de los hechos. Que hayan combatido a Sendero en el plano ideolĂłgico. Ahora vemos las consecuencias.

Como bien señalĂł Carlos Tapia, la lucha actual de Sendero es ideolĂłgica y polĂ­tica, no armada. La facciĂłn guzmanista busca una salida polĂ­tica a lo que llaman “las consecuencias de la guerra”, incluyendo la amnistĂ­a a los altos mandos que purgan carcelerĂ­a, Guzmán incluido. Desde ese punto de vista, “el homenaje” en el Mausoleo se convierte en un mensaje polĂ­tico. Y nĂłtese que existiĂł una concurrencia nutrida al acto, no solo familiares de los fallecidos, sino personas ligadas a las organizaciones de fachada de Sendero.

Capturado Guzmán quisimos voltear la página y olvidarnos del horror, sin hacer el correspondiente procesamiento social y político. Ni los partidos políticos, ni el estado, ni la sociedad civil organizada entraron al debate político con Sendero. Pensamos equivocadamente que con su derrota militar terminaba el terror y ahora pagamos las consecuencias: una nueva generación de jóvenes ve con buenos ojos a Sendero y a su líder en prisión.

Un mausoleo es un lugar solemne de recordatorio de alguien que ya no está en este mundo. Es un punto de referencia para rendir tributo y avivar la llama de la fe, por lo que se convierte en una representaciĂłn simbĂłlica. Desde ese punto de vista, el mausoleo tiene claras connotaciones polĂ­ticas que su simple “demoliciĂłn” no va a solucionar. Exigir la sola demoliciĂłn y olvidarnos del problema de nuevo hasta que surja algĂşn otro exabrupto, es obviar el accionar senderista post 1992 o esconder la basura bajo la alfombra.

Lanzo una idea al vuelo: ¿por quĂ© el estado no se anima a diseñar un mausoleo simbĂłlico para todas las vĂ­ctimas del terror? O pone más Ă©nfasis en el Museo de la Memoria, un tanto olvidado por las trifulcas entre unos y otros. Vamos, si existe un Museo del Holocausto para no olvidar el genocidio nazi, porque no tenemos algo similar en el PerĂş. Eso es actuar polĂ­ticamente.

En mis años de estudios en Sociales, conocĂ­ de cerca a varios militantes de Sendero Luminoso. Haciendo un paralelo tenĂ­an la fe ciega del creyente como la que poseen muchos evangĂ©licos que salen a predicar. Su “biblia” era el Libro Rojo de Mao. Con mucha convicciĂłn recitaban de memoria párrafos enteros, como lo hacen cristianos o musulmanes convencidos de lo que leen en su texto sagrado. Esa fe del creyente permite captar adeptos, su propio convencimiento persuade al que quiere escuchar, sobretodo entre los más jĂłvenes que viven y padecen la todavĂ­a exclusiĂłn social que existe en nuestro paĂ­s. Por ello, la actual guerra contra Sendero es más polĂ­tica que militar. Más de seguimiento de inteligencia que de destrucciĂłn de mausoleos. Más de organizaciĂłn y estrategia que de reacciones hepáticas.