Los
vicepresidentes que asumen el cargo de presidentes por motivos del azar o la
fortuna, usualmente pueden hacer cosas que el presidente en ejercicio no se
atrevería por el alto costo político. Gerald Ford terminó con la polémica
intervención en Vietnam, una vez que reemplazó a Richard Nixon. En nuestro
continente, Michel Temer realizó algunas reformas cuando asumió el cargo de
presidente en Brasil reemplazando a Dilma Rousseff.
Se pensaba que
con Vizcarra iba a suceder algo similar; más no fue así. Razón por la cual
algunos malician que quisiera tentar un período adicional en el 2021
(argumentos jurídicos los va a tener al mejor postor), por lo que no quiere
“quemar” capital político con alguna reforma trascendental que significará
intereses o sectores descontentos. De allí, especulan, prefiere mantener la
situación de las cosas como están, sin cambios trascendentales y, más bien, con
abundante retórica verbal.
El punto de
inflexión fue en Julio del 2018. Sin mayoría propia y sin muchos aliados en el
congreso, acorrala a la mayoría fujimorista planteando una serie de reformas y
sometiéndolas a referendo. Ello, más la prisión preventiva de la lideresa de
Fuerza Popular, y favorecido por el escándalo Odebrecht que comprende a varios
políticos, le posibilitó ganar legitimidad social en una suerte de democracia
delegativa.
El problema
con las medidas efectistas es que si no hay gestión de resultados, poco a poco
van desinflándose, como le ha sucedido a Vizcarra en los primeros meses del presente
año, agobiado por el fenómeno del niño, el incremento de la anemia infantil y
algunos gestos frívolos como su viaje a España. En otras palabras: el pueblo le
pide resultados, cosa que él no tiene.
Cuando un
político se fija mucho en las encuestas, va a ser lo indecible para remontar la
caída. Tiene dos opciones: o aprovecha otro efecto espectacular (prisión
preventiva para algún político con pasado medio turbio, leyes efectistas, otro
golpe al congreso que le coseche aplausos), es decir “sacar otro conejo del
sombrero”; o hace gestión eficiente de resultados (fenómeno del niño, mejora en
la calidad de servicios del estado, inversiones urgentes, mejor distribución de
la renta).
Si se
compromete con dos reformas trascendentales, la reforma política y la reforma
judicial, habrá hecho bastante. Ojalá, por el bien del país, meta pasión y
fuerza política para que se materialicen; aunque dudo se atreva.
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